SEXUALIDAD FEMININA por Sandra Rentero Gutiérrez Sobre la sexualidad femenina y la represión de la misma por los sistemas patriarcales al ser considerada peligrosa para ellos. O lo que podría ser lo mismo, parte fundamental de la historia de las culturas predominantes de los últimos 5 milenios aprox. (esta fecha determina la aparición del Estado como tal, así como la escritura, usada como instrumento para organizar el poder y la manipulación, no necesaria en las culturas prehistóricas matrísticas u organizadas como gineco-grupos), todo período anterior es prehistoria, cuyas fechas no son exactas pero que coinciden con la aparición del primer ser humano sobre la tierra, hasta el comienzo de la historia. Se tiene ideas preconcebidas sobre la prehistoria y conocimientos limitados, se investiga poco y los descubrimientos que se hacen, salvo los que datan la antigüedad de la especie humana, no se difunden y apenas se trata de éstos a nivel didáctico, p.ej.: “Según publica la revista Science, Arqueólogos de la Universidad de Harvard han encontrado fibras de lino de 34.000 años de antigüedad en la cueva Dzudzuana, situada en la falda de una montaña del Cáucaso, en la República de Georgia (EUROPA). Estas muestras de lino serían las más antiguas que se conocen y datan del Paleolítico Superior. “Sabemos que es lino silvestre que crecía en las inmediaciones de la cueva, y tras analizarlas con carbono 14 podemos asegurarlo”, afirma Ofer Bar-Yosef, profesor de arqueología prehistórica de la Universidad de Harvard y uno de los directores de la excavación. “Lo más probable es que se usaran para hacer tela e hilo con los que fabricar después prendas de vestir, coser piezas de cuero, o atar los paquetes en sus desplazamientos”. Este ejemplo y sobre lo que he podido leer relacionado con los estudios de las excavaciones en Europa, así como lo que nos llega de las tribus antiguas que aún conviven o han convivido con nuestra cultura, se sabe qué: No eran culturas simples, ni simplistas. Se tiene certeza de que usaban diferentes instrumentos para el adorno, la vestimenta, desarrollo del arte y conocimientos exhaustivos de cocina, plantas medicinales. Son plurales y diversas, pero cuentan en común que su forma de organizarse no es patriarcal y se basan en la exaltación del deseo sexual femenino libidinal-materno. Se dilatan en un período muy largo de la Historia humana. Hablamos de cientos de miles de años. Así, aunque hay aspectos de su organización que varían, dependiendo de la zona geográfica, del clima y de otros aspectos concretos de cada grupo, en común se puede decir que se organizaban en torno a los hijos e hijas de la tribu entera y sus madres, que son cuidad@s y protegid@s por el grupo entero. No existía el matrimonio (invento patriarcal e instrumento de poder, con el fin de mantener lo obtenido o heredado en las mismas manos, las de su descendencia), ni tampoco uniones monógamas, siendo el papel de todos los hombres hacer de padres, hermanos y abuelos de todos y todas los niños y niñas del grupo. El grupo protege a las madres y sus vástagos por dos poderosas razones: 1. Para perpetuación de la especie humana y supervivencia del grupo. 2. Por el logro del bienestar de la comunidad entera. ¿Cómo perpetúa el grupo el bienestar de todos sus miembros? Gracias a la práctica habitual de la promoción, respeto, cuidado para la activación y puesta en práctica de cualquier proceso sexual de las mujeres (menstruación, coito, parto, lactancia, auto-satisfacción, crianza 1ºs años de las criaturas). ¿Por qué? Porque la consecuencia lógica de la puesta en práctica de cualquier proceso sexual femenino facilita y engendra un modo creativo de desarrollar placer, con la filosofía de que todo lo que es placentero es bueno para una y para los que convivan con ella, facilitando los procesos que favorecen el bienestar para la vida de todas las personas que conviven en el grupo. Así, una mujer placida procura el placer y el bienestar de toda aquella persona que conviva con ella. ¿Prueba de ello? Son la enorme cantidad de representaciones femeninas prehistóricas, en las que se observa una descarada exaltación de la sexualidad femenina, en cualquiera de sus etapas (gestante, anciana, madre, joven sin hijos, amamantando, etc.), de las que todas conocemos las más famosas, como la Venus de Willendorf. Así como, las representaciones geométricas simbólicas del sexo femenino en adornos de cualquier vasija, ánfora o artículo de uso cotidiano que recuerden a la mujer y al hombre que la sexualidad femenina es fundamental para su supervivencia y para el bienestar de toda la comunidad. En estas representaciones, se observan vulvas, pechos, así como el órgano sexual por excelencia, el útero, que simbólicamente se representa o literalmente dibujado o 1 bien, con representaciones de ranas, pulpos, medusas y cualquier elemento natural con un movimiento similar al de este órgano, reflejado por su cálido palpitar y oscilaciones naturales en el interior del vientre de las mujeres. El ÚTERO, ese órgano, el corazón de abajo, palpitante que oscila en nuestro vientre de mujeres y que genera el calor húmedo, sensual, libidinal que nos mantiene a gusto a las mujeres y a toda aquella persona que conviva con nosotras. La Sexualidad femenina, por tanto, engloba una mayor cantidad de actos cotidianos y partes del cuerpo, aunque en nuestros días nos refiramos a una parte concreta de ella, se olvida que es más profunda y amplia. Tan sólo se trata de la sexualidad coital y no nos cuentan que el orgasmo femenino se vincula directamente con el útero, la vulva y el clítoris tan sólo son “herramientas femeninas” que encaminan al placer que emana del útero. Los orgasmos de los úteros palpitantes hacen que ondas de placer en forma de energía muy poderosa, nazcan del centro del cuerpo femenino, el útero y se propaguen por todo el cuerpo, como ondas de energía poderosa que cubre todas las células del cuerpo femenino y de su pareja, si la hubiera, en el acto sexual. Se puede afirmar que el acto sexual por excelencia es el parto, alcanzando estas mujeres orgasmos para parir con alegría y placer, carentes de dolor, todo ello en úteros palpitantes y llenos de vida. Esto, a su vez, implica una sexualidad profunda con una profunda carga libidinal materna adherida a la madre para con el hijo que actualmente hemos perdido. De Casilda Rodrigáñez “Pariremos con Placer”. “Por lo tanto, el útero espástico, atrofiado de las mujeres reprimidas por los sistemas patriarcales es lo que nos produce partos y reglas dolorosas. Es más, el útero relajado produce orgasmos en las mujeres en cualquiera de sus procesos sexuales (parto, menstruación, lactancia, coito, autosatisfacción, etc.), y éste fue el invento evolutivo (el útero femenino) para accionar la apertura del útero de nuestra especie humana.” La sexualidad de las mujeres es mucho más completa de lo que nos han hecho creer. Incluye maternidad, menstruación, lactancia, orgasmos varios y de todos los tipos… Y que cada una de nosotras debería poder desarrollar como la viniera en gana. Pero, claro, estamos heridas, reprimidas en nuestra sexualidad desde chiquitas para estar en manos de los sistemas patriarcales, todo ello durante los últimos 5 milenios. Teniendo en cuenta que estos procesos, difíciles de precisar en el tiempo, debieron durar no años, ni siglos, sino varios milenios. Para poder cambiar esto tenemos, primero, que recuperar nuestro útero, el centro del placer en nuestras vidas, movilizándolo y consiguiendo que palpite con vida propia y darnos muchos gustos, abandonarnos al deseo siempre que esta Sociedad y nuestros egos nos lo permitan. Para darle vida al útero podemos utilizar diferentes técnicas prácticas como visualizaciones, meditaciones, movimientos determinados, posturas concretas, todo ello lo explica muy bien Casilda Rodrigáñez Bustos en su librito “Pariremos con Placer”, que se puede bajar íntegro de su blog: http://pulposymedusas.blogspot.com/). Así, la libido maternal anterior a cualquier sistema patriarcal conocido era similar a la de cualquier hembra mamífera que podamos conocer en el mundo natural (monas, lobas, etc…). Sería una relación marcada por el instinto y los sentidos, el olfato, el gusto y el tacto. No es difícil imaginar a una mujer de útero palpitante cuidar de su criatura, cargándola continuamente hasta que pudiera caminar, amamantándola a voluntad y sin considerar si habría o no una necesidad prioritaria a ésta. Placida y placiendo a su criatura, mujeres sexuales vivas, desarrollando su sexualidad en función de su deseo y protegidas por todo su grupo. Cubriendo de caricias a sus hij@s y lamiendo cualquier resquicio de suciedad de estos cuerpecillos, como una mona cualquiera. Capaz y sintiéndose poderosa para llegar a matar con sus propias manos, si fuera preciso, a cualquier depredador con el fin de proteger a l@s suy@s. Entonces, los procesos sexuales mujer englobarían, con amplitud, cualquier proceso coital, continuamente meciendo su útero, como si fuera su bebé, el parto placentero, los ciclos menstruales, el amamantamiento y la crianza, al menos en los primeros años de vida de las criaturas, con una carga libidinal materna producida por el propio placer sexual de criar a su progenie. De este modo, jamás se vería a l@s hij@s como una carga, tan sólo una realización de tareas placenteras marcadas por el puro placer de procurar el bienestar propio, el de la criatura y el del grupo Actualmente, las mujeres con nuestros úteros espásticos, reprimidas desde que nacemos, con reglas y partos dolorosos y a menudo difíciles, estamos en un momento de comenzar a recuperar nuestra sexualidad más profunda y poderosa. No puede existir igualdad de derechos entre los dos sexos, mientras la sexualidad femenina 2 no sea recuperada en toda su profundidad y puesta al mismo nivel de importancia que la masculina, para ello, los caminos serán lo que cada un@ de nosotr@s queramos andar. Para ello, debemos tener la responsabilidad compartida de esta recuperación, tanto hombres como mujeres. En la antigüedad, previa a los sistemas patriarcales no existían las reglas dolorosas, ni el parto con dolor (ya nos lo cuenta la Biblia en la historia de Adán y Eva, con la expulsión del Edén, a partir de ahora parirás con dolor), bien creo que es una prueba irrefutable de lo que se está diciendo, ya que las religiones han operado un gran apoyo al sistema patriarcal, entre ellas la judeocristiana, por supuesto. Para terminar, con un par de citas de Casilda Rodrigáñez: “La justificación del sufrimiento, de la mentira y de la muerte no es una moral de la vida sino de la dominación.”. “La reivindicación de la condición de la mujer es la reivindicación de otro mundo. Por eso la madre, la maternidad, el mutterlich y el muttertum son incompatibles con la familia y con el trabajo asalariado; las mujeres somos, en verdad, incompatibles con ello, con el Estado y el Capital. Somos lo real-imposible. Cuando seamos capaces de ver lo que destruimos dentro de nosotras mismas, la sexualidad que nos perdemos, y por otro lado, el vacío, la falta, el sufrimiento que nuestra anulación desencadena, seremos la mayor fuerza revolucionario jamás vista o imaginada, impulsada por un caudal infinito de energía libidinal liberada”. 3