TEMA: “EL GOZO Y MI ALEGRIA SON MI FORTALEZA” Por: Angélica Godoy TEXTO: ISAIAS 35:10 Experimentar la alegría es un desafío para las personas en la sociedad moderna. En un mundo que se encuentra en profundas divisiones y rupturas. Donde miles de personas tienen sus rostros tristes y dan testimonios de la profunda tristeza por la cual están atravesando hombres y mujeres de hoy. ¿Existe todavía un lugar para la alegría? La alegría es una necesidad fundamental del ser humano todos queremos ser gozosos, esto está en el corazón del hombre como la búsqueda de nuestra propia existencia. La experiencia cotidiana así nos lo demuestra. Es por eso que tantos buscan el gozo en múltiples ofertas de la cultura, de la muerte. El consumismo, la búsqueda desordenada de placer, por el placer, de lujos, de riquezas, la ambición del poder, etc. Esto es lo que el mundo nos ofrece como un verdadero gozo. Sin embargo, nos damos cuenta que esto deja al hombre un vacío y frustraciones. Y no puede ser de otra manera, la falsa alegría que ofrece el mundo está fundada en aspiraciones de poder, tener o poseer placer, las cuales aprietan más y más al ser humano de lo profundo de si mismo y del recto sentido de sus dinamismos fundamentales. De ahí que la alegría del mundo sea vacía, superficial, transitoria, incapaz de colmar de verdadero gozo el corazón humano. I. El gozo: Signo del Cristianismo. a) La vida cristiana y la alegría son 2 realidades íntimamente unidas. La alegría cristiana nace fundamentalmente en el Señor Jesús, es un fruto de una experiencia de Fe en Él y de comunión con aquél que es Camino, Verdad y Vida. JUAN 14:6, que me muestra cual es el sentido de mi vida en el mundo, la grandeza de mi destino. b) El evangelio es un mensaje de gozo, pues se trata de una buena noticia: Estamos invitados a vivir el amor y es posible vivirlo aquí y ahora porque el Señor Jesús nos amo primero. El gozo es un efecto del amor. Y este amor el mismo amor de Cristo, ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo (ROMANOS 5:5). Por esto afirma Pablo que el fruto del Espíritu es la alegría (GÁLATAS 5:22). c) La alegría es un signo presente en la existencia Cristiana. Nuestra alegría testimonia la profundidad de nuestro compromiso con el plan divino. Quien vive su fe con tristeza y abatimiento no ha comprendido el núcleo del mensaje del Señor Jesús. d) En la anunciación el ángel invita a María a vivir la alegría Mesiánica: “Alégrate llena de gracia…” (LUCAS 1:28). María se llena de gozo en el Señor pues el Mesías nacerá de ella por obra del Espíritu Santo “En Dios mi Salvador porque ha hecho en mis grandes maravillas” (LUCAS 1:4749). Cuando María y José presentan al niño en el templo, tanto el anciano Simeón como Ana se gozan en el Espíritu ante la presencia del Reconciliador. (LUCAS 2:29-38). e) El Señor Jesús llama felices a los Discípulos porque “Vuestros ojos ven y vuestros oídos oyen” (MATEO 13:18), es decir, porque ellos han acogido las Buenas Nuevas, porque están abiertos al mensaje del Señor. En el momento de la transfiguración, ese encuentro íntimo con el Señor mueve a Pedro a exclamar: SEÑOR QUE BUENO ES ESTAR AQUÍ (MATEO 17:4). Sólo el Señor Jesús puede ofrecer la alegría que nadie nos podrá arrebatar. (JUAN 16:22) II. Alegría-Dolor. a) El horizonte de la vida cristiana no está exento de pruebas y dificultades, de incomprensiones y rechazo, de dolor y sufrimiento. Sin embargo, en medio de las pruebas y el dolor, el creyente sabe conservar el dinamismo de la alegría, pues ella es algo más que un sentimiento pasajero, es un atentado permanente del Espíritu que nace de la fe y compromiso con el Señor Jesús. b) Pablo nos enseña que el cristiano se hace fiel seguidor del maestro “Abrazando la palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones” (I TESALONICENSES 1:6). Esta enseñanza la testimonia el Apóstol de Gentes con su propia actitud ante la vida: “Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (II CORINTIOS 7:4). c) Sufrir para el cristiano no es pues, motivo de abrumadora tristeza, sino que la experiencia pierde su ácida mordiente al estar unidas al Señor Jesús: “Alegraos en la medida en que participáis de los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria” (I PEDRO 4:13). Por eso los apóstoles cuando fueron perseguidos y encarcelados “Marcharon de la presencia del sanedrín contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de Jesús. Y no cesaban de enseñar y de anunciar las Buenas Nuevas de Cristo Jesús cada día en el templo y por las casas” (HECHOS 5:41-42). III. Cristianos Alegres. a) Todos estamos llamados, al anuncio del Evangelio en primera persona, según nuestras capacidades y posibilidades. Como ya hemos visto, el evangelio es un mensaje de alegría. El mismo Señor Jesús es el evangelio, la noticia feliz colma nuestra existencia. b) Es por esto que nuestra acción debe estar informada por el gozo. Un anuncio apagado, triste sin vida ni entusiasmo desvirtúa la esencia del mensaje cristiano. Todo nuestro ser debe brotar de la alegría profunda que nace del corazón convertido y entregado al servicio del Señor y su plan de Reconciliación. c) Pablo nos invita a ser seguidores “A tiempo y a destiempo” (II TIMOTEO 4:2) de ahí que nuestra vida cotidiana también es ocasión de testimoniar la grandeza y plenitud de la vocación Cristiana. Viviendo la alegría en todas las esferas de nuestra vida, nos convertimos en verdaderas antorchas vivas, capaces de llevarle la luz de la esperanza a un mundo enfermo y agonizante por falta de la verdadera luz (FILIPENSES 2:15).