(Ficha 4) TEORÍA DE LOS INSTINTOS El poder del ello está en satisfacer las necesidades innatas. El propósito del Yo es conseguir mantenerse vivo y protegerse contra los peligros del la angustia. La función principal del Super Yo consiste en la restricción de las satisfacciones. Existen varios instintos pero los 2 más importantes son el Eros (instinto de vida) y el Thanatos (instinto de muerte o destrucción). En las funciones biológicas ambos instintos básicos chocan o se combinan entre sí. Por ejemplo, el acto de comer equivale a la destrucción del objeto, con el objetivo final de su incorporación. El acto sexual equivale a una agresión con el propósito de la más íntima unión. Por ejemplo, las modificaciones de la proporción en que se fusionan los instintos tienen las más decisivas consecuencias. Un exceso de agresividad sexual bastaría para convertir al amante en un asesino perverso, mientras que una profunda atenuación del factor agresivo lo convertiría en tímido o impotente. Estos instintos básicos no se encuentran en ninguna parte de la mente en especial sino que están en todas partes y siempre buscan satisfacerse. Por ejemplo, así como la satisfacción de una necesidad produce placer, los instintos de vida y de muerte también buscan satisfacerse, de ahí que haya personas que encuentren satisfacción en hacer cosas aún sabiendo que son nocivas para sí mismos (expresión tanática) . Mientras Thanatos actúa internamente, como instinto de muerte, permanece mudo y solo nos damos cuenta de él una vez que es dirigido hacia fuera como instinto de destrucción. Esta derivación hacia el exterior parece ser esencial para la auto-conservación del individuo que expresa por medio de su sistema muscular. Una vez que el Súper Yo se estableció como tal, una parte considerable de ese instinto de agresión queda fijada en el interior del Yo actuando así de manera autodestructiva y siendo esto un peligro para la salud del individuo en relación con su inserción en la cultura. Volvamos al ejemplo cuando en una persona, su mecanismo de defensa “vuelta contra sí mismo” hace que se arranque los pelos o se rasguñe cuando hubiese querido hacérselo a otro. En este caso, una parte de su instinto de autodestrucción subsiste en su interior, y al final, termina “explotando” y matando al individuo en cuestión una vez que su líbido se haya consumido o fijado de alguna forma desventajosa. Así, en términos generales, cabe admitir que el individuo muere por sus conflictos internos. LÍBIDO: Es el nombre de la energía psíquica con el funciona el aparato psíquico y sirve para integrar una función fisiológica. Es de naturaleza sexual porque su finalidad tiene que ver con la reproducción y la conservación de la especie. No obstante, la líbido tiene un ritmo evolutivo para cada edad y hay situaciones que en virtud de alguna situación traumática del individuo o por exceso en la intensidad de una experiencia, se produce una fijación libidinal con un objeto, persona, situación, etc. Una característica importante de la líbido para su existencia es su movilidad y la facilidad que tiene para pasar de un objeto a otro en que pongamos nuestra atención. Contrario a esto, es la fijación que a veces se produce con distintos objetos de atención que pueden durar toda la vida. La líbido tiene fuentes somáticas (en el cuerpo) que fluyen hacia el Yo desde distintos órganos y partes del cuerpo, como por ejemplo, aquella parte de la líbido que llamamos “excitación sexual”. Éstas regiones somáticas que dan origen a la líbido se llaman “zonas erógenas”, aunque en realidad el cuerpo entero es una zona erógena semejante, y por eso, decimos que todo el cuerpo es un “continente sexual”. 1 REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LAS ETAPAS EN EL DESARROLLO DE LA LÍBIDO: 5 y 7 años Complejo de Edipo 0 1 De 0 a 1 año Etapas oral 3 - Elección sexual - Introyección Padre / ley - aparición del Súper Yo 11 o 12 5 1 a 3 años 3 a 5 o 6 años anal fálica Pulsiones totales o parciales (Sentido de la energía) de latencia genital Pulsiones autoeróticas Placer de órgano Según la concepción popular, la vida sexual consiste esencialmente en el impulso de poner los órganos genitales propios en contacto con los de una persona de sexo opuesto. Esto, suele ser acompañado por el beso, la contemplación y las caricias del compañero/a y aparecería en la pubertad, o sea, en la edad de la maduración sexual serviría para la procreación. Sin embargo, el psicoanálisis ha dado por tierra con ésta concepción popular observando lo siguiente: Es curioso que haya personas para las cuales solo tienen atractivo las personas de su mismo sexo No menos extraño para el enfoque popular es el hecho de que haya personas cuyo deseos parecieran ser sexuales, y que sin embargo, descartan la utilización genital u órganos sexuales convencionales. Es notable que ciertos niños (considerados popularmente como degenerados) muy precozmente manifiestan interés por sus propios genitales y signos de excitación en los mismos. Por tales motivos, es comprensible que el psicoanálisis despertara asombro y antagonismo cuando, partiendo del estudio de estas 3 cuestiones de la sexualidad, contradijera todas las concepciones populares sobre la sexualidad arribando a las siguientes comprobaciones fundamentales: La vida sexual no comienza sólo en la pubertad, sino que se inicia con evidentes manifestaciones poco después del nacimiento. Para ello fue necesario establecer una clara distinción entre lo “sexual” y lo “genital”. La sexualidad humana es un concepto tremendamente más amplio y comprende muchas actividades que no guardan relación con el uso de los genitales. La vida sexual abarca la función de obtener placer en distintas partes del cuerpo y secundariamente está puesta al servicio de la procreación. A menudo, las dos funciones nunca llegan a coincidir íntegramente. Desde la temprana infancia existen una amplia variedad de actividad corporal dedicada a lo sexual y que más tarde aparecerán vinculados con fenómenos psíquicos en la vida amorosa del adulto, como por ejemplo, la fijación de ciertos objetos amatorios, los celos, etc. Estos fenómenos forman parte de un proceso evolutivo que alcanzan su punto máximo hacia el final de los 5 años de vida, para caer luego en un período de reposo hasta los 12 años aprox. y que llamamos período de latencia. Finalizado este proceso, la vida sexual continúa en la pubertad como si volviera a florecer. Tampoco es menos importante el hecho que la sexualidad infantil sea, salvo escasos restos concientes, producto de una amnesia infantil natural. 2 ETAPAS DEL DESARROLLO DE LA LÍBIDO 1. ETAPA ORAL (DE 0 A 1 AÑO APROX.): La boca es, a partir del nacimiento, el primer órgano que aparece como zona erógena y le plantea al psiquismo exigencias libidinales. Al principio toda nuestra actividad psíquica está centrada en las satisfacciones de las necesidades de esa zona. En primer lugar, la boca sirve para la autoconservación por medio de la nutrición, pero, mientras el niño repite con obstinación el chupeteo de algún objeto, si bien fue originado por la ingestión de alimentos, es una clara respuesta que el placer se ha comenzado a consolidar e independizar de la nutrición. Para que se instaure el deseo de succión, tuvo que haber experimentado previamente algún modo de placer y por eso, el rasgo de la sexualidad infantil en este período es autoerótica, sin buscar nada externo. 2. ETAPA ANAL (DE 1 A 3 AÑOS APROX.): Con la aparición de los dientes, surgen esporádicos impulsos sádicos que se generalizan en esta fase. Aquí las satisfacción se busca en las agresiones y en las funciones excretoras (defecar). Al implicar las tendencias agresivas de la líbido se produce una mezcla con los instintos destructivos que perdurará durante toda la vida. Como vemos, ésta satisfacción de impulsos puramente destructivos también se hace sentir como placer debido a la satisfacción de los “instintos de muerte” (thanatos). Sin embargo, aunque podamos pensar que este instinto no parezca despertar sensaciones placenteras directas, vemos como el masoquismo representa una función análoga y complementaria a la del sadismo, avalando de este modo el hecho de que ambas pulsiones de vida y de muerte funcionan simultáneamente. Por otra parte, la función excretoria se transforma así en un factor de poder, debido a cierto control sobre sus propias heces que va madurando hasta que el niño tiene el poder de la expulsión o retenención. De este modo, concentra la atención de su entorno. Sus heces lo hacen dueño del “trofeo” que puede entregar o no al mundo para premiar o castigar a sus padres. El hecho de hacer “caca” configura la capacidad de dar o no dar, transformándose lentamente en el origen de la afectividad sobre la cual se establecerá su futura “orientación sexual” pasiva o activa. Al igual que en la etapa oral anterior, queda fijada de esta manera esta nueva zona erógena que es el ano. Es interesante observar como en niños privados de un entorno estimulante a estos fines, con escasas posibilidades de ofrendar su “caca” al mundo, terminan por comerse sus propias heces. A esta alteración se la denomina coprofagía. 3. ETAPA FÁLICA (DE 3 A 6 AÑOS APROX.): Es la etapa previa a la conformación definitiva que adoptará su sexualidad futura. Sin embargo, es notable que en esta etapa no intervengan los genitales de ambos sexos, sino solo el masculino (falo) puesto que los genitales femeninos permanecen ignorados durante mucho tiempo. Aunque sepamos que pueden existir excitaciones vaginales muy precoces, éstas se deben con toda probabilidad a que el clítoris y el pene son órganos análogos entre sí, puesto que al clítoris se lo considera médicamente como un pene en miniatura, atrofiado genéticamente en el período embrionario donde se produce la diferenciación de sexos. Por tal motivo, se halla justificado el hecho de llamar como fálica a esta etapa, ya sea para el hombre como para la mujer. En el curso de esta fase fálica, la sexualidad infantil precoz llega a su punto máximo a partir de la cual comenzará su declinación. En esta etapa, los niños y las niñas ponen su atención y su actividad intelectual al servicio de la exploración e investigación de sus cuerpos (satisfacción autoerótica). Ambos se basan en la presunción de la “existencia universal del pene” y como consecuencia de sus descubrimientos y aprendizaje social, se dan cuenta que sólo los varones tienen pene mientras que las mujeres no. De aquí en adelante, el varón y la mujer seguirán distintas evoluciones. 3 EL COMPLEJO DE EDIPO (ENTRE LOS 5 Y 7 AÑOS) El niño: Ingresa en la etapa edípica y comienza a manipular su pene con fantasías simultáneas que tienen por tema cualquier forma de actividad sexual con su madre. Es una etapa en que los niños juegan viendo como se estira o cambia de tamaño su pene. Se gratifican con el contacto corporal de su madre como así también disfruta cuando la madre lo acaricia, juegan con sus cuerpos, se besan en la boca, se tocan, se abrazan, etc. Todo esto sucede hasta que aparecen los efectos combinados de alguna fantasía de amenaza de castración. El hecho de descubrir que su madre no tiene pene lo hace pensar o fantasear que a su madre se lo han quitado o cortado y, como consecuencia de la interferencia de la figura paterna (a la que su madre brinda también su atención y cariño), lleva al niño a retirarse de su vida sexual por temor que también le quiten o le corten su pene. La figura del padre o sustituto masculino, queda, de este modo, incorporada en la psiquis del niño como noción de Ley. De este modo, el niño se halla entre 2 opciones: O bien renuncia a su madre y se identifica con su padre al que considera un rival todopoderoso, siendo que si logra parecérsele podrá conseguir, al menos, otras personas como su madre a quien amar en el futuro. Igual que como lo hizo su padre. O se identifica con su madre ofreciéndose como objeto amoroso del padre y retirándose de este modo de la disputa con su padre. Se pone así del lado de éste descalificando progresivamente a su madre. La niña: Después de un fracasado intento de emular al varón, llega a reconocer su falta de pene, o más bien la inferioridad de su clítoris, sufriendo consecuencias definitivas en la evolución de su carácter. Durante la etapa pre-edípica, el deseo sexual de la niña, al igual que los varones, se centra en la madre, puesto que es su primer objeto sexual. Al darse cuenta que su clítoris no crece y que el de su madre tampoco, aparecen estas 3 primeras fantasías que la harán alejar progresivamente de su madre: siente culpa por haber elegido a su madre como objeto amoroso ya que tiene un órgano inferior al del padre celos de que su madre le brinde sus afectos a su padre u otras figuras masculinas (hermanos) fantasía de no haber sido alimentada lo suficiente por su madre. Cualquiera de estos puntos hará que la niña entre al complejo de Edipo y como no tiene pene, aparece su identificación con el padre para que le de uno. Así comienza a “enamorarse del padre” y a alejarse de su madre. Estas manifestaciones del inconsciente suelen aparecer cuando las niñas juegan con muñecas poniendo de manifiesto su fantasías de tener un “niño hijo” de su padre. En virtud de la frustración de estas fantasías que la realidad del vínculo padre-madre le impone a la niña, sale del Complejo de Edipo mediante una nueva identificación con su madre lo que le permitirá en el futuro acceder a otros hombres (salida más común de la posición femenina). Así mismo existen otras 2 posibilidades más respecto a la salida del complejo de Edipo: que no renuncie a la fantasía que le crezca el pene e ingrese así al complejo de la masculinidad, o bien, que renuncie totalmente a su sexualidad. 4. ETAPA DE LATENCIA (DE LOS 7 A LOS 11 O 12 AÑOS APROX.): Se entra en esta etapa luego de salir de la etapa edípica. Para el psicoanálisis no existe una forma correcta o incorrecta de Edipo y nadie lo resuelve, sino que simplemente se atraviesa dicha etapa. Así quedará sepultado para siempre en el inconsciente, mediante el olvido de toda la sexualidad infantil en que ya no volverá a expresarse directamente. Gracias al mecanismo de defensa que ya hemos visto y que llamamos Represión (en este caso represión primaria) ingresamos así en los años de latencia (puesto que el término alude a la suspensión temporal de los impulsos sexuales) y donde toda esa energía que antes estaba destinada a las funciones edípicas, aquí se vuelcan a la tarea escolar, familiar, reglamentarias y formativas en general 4 5. ETAPA GENITAL (11 O 12 AÑOS EN ADELANTE) En esta etapa se da la gran “explosión” de la pubertad que va acompañada de grandes cambios corporales y de un rápido desarrollo de los caracteres secundarios de la sexualidad adulta, entre otros: aparición de vello púbico, musculatura, cambio de voz, la eyaculación seminal en los varones y la menstruación en las mujeres, etc En esta etapa es donde se produce la organización completa de la sexualidad . Así mismo, aunque se haya alcanzado la organización genital, ésta podrá encontrarse debilitada por porciones de líbido que no hayan seguido su desarrollo habitual existiendo la posibilidad de que hayan quedado fijadas con objetos y finalidades pregenitales. Por tal motivo, el desarrollo psíquico puede encontrarse algo relegado en comparación con el desarrollo biológico debido a que este proceso no siempre transcurre sin obstáculos. Las inhibiciones de este desarrollo se manifestarán en forma de múltiples trastornos que podrá sufrir la futura vida sexual y que darán pie a las múltiples manifestaciones de la sexualidad adulta que veremos más adelante. Prof. Lic. Marcelo de la Peña e-mail: [email protected] Tel/fax: (02246) 42-0996 5