Los mitos en torno al cuerpo femenino y la medicina tradicional. Vanina Cortijo [email protected]; [email protected] Palabras Clave: mito, mujer, situaciones de poder, cuerpo femenino, parto, prácticas médicas, discursos hegemónicos, imaginario social en torno al placer y al dolor, rituales, organizadores de sentido, disciplinamiento. La tesis de grado que pretendo realizar, abordará los discursos míticos en torno al cuerpo femenino en las prácticas médicas de parto y post-parto. Partiendo de la problemática que en Argentina, el 90% de los partos llamados “naturales”, son tratados como patológicos, con exceso de intervención medicamentosa y asistencia tecnológica. Teniendo en cuenta esta situación, analizaré la relación existente entre este hecho y los mitos en torno al cuerpo femenino. Breve síntesis del Contexto del problema En Brasil, en el año 1985, la OMS (Organización Mundial de la Salud), la Organización Panamericana de Salud y la oficina regional de la OMS para las Américas realizaron una conferencia sobre la tecnología apropiada para el parto, en la cual participaron comadronas, obstetras, pediatras, epidemiólogos, sociólogos, psicólogos, economistas, administradores sanitarios y madres. Las conclusiones a las que arribaron, generaron las “Recomendaciones de Fortaleza de la OMS para el parto y el nacimiento”, aplicables en todo el mundo1. Las Recomendaciones citadas, promueven: el derecho que tiene la mujer a una atención prenatal adecuada y un papel central en dicha atención, incluyendo su participación en la planificación, ejecución y evaluación de esa atención; valorizar los factores sociales, emocionales y psicológicos de la mujer; tomar el 1 Informe sobre "Tecnologías de Parto Apropiadas" publicado por la OMS en abril de 1985. 1 proceso de nacimiento como normal y natural; minimizar la intervención en los partos de bajo riesgo; transformar profundamente los servicios sanitarios y las actitudes del personal. El informe, hace especial énfasis en que toda la comunidad debe estar informada sobre los diversos procedimientos que conforman la atención del parto, de modo que cada mujer pueda elegir el tipo de atención que prefiera. Asimismo, advierte que no existe justificación, para que en cualquier región, la tasa de cesáreas supere el 15 %; que deben favorecerse los partos vaginales luego de una cesárea; señala que no está indicado el afeitado de la región púbica ni las enemas de preparto; que las embarazadas no deben ser acostadas boca arriba (durante el trabajo del parto y el parto), y que cada mujer debe elegir libremente la posición que quiere asumir durante el parto. También advierte que no se justifica el uso rutinario de la episiotomía (incisión para ampliar la abertura vaginal); no deben inducirse los partos por conveniencia y debe evitarse la administración por rutina de fármacos analgésicos o anestésicos. El análisis minucioso de las citadas recomendaciones evidencia, en primera instancia; que los partos son atendidos de manera rutinaria, sin respetar el cuerpo de la mujer, sus prácticas sociales, tradiciones y valores. En segundo término; el hecho que se advierta la necesidad de informar a la población acerca de las distintas formas de atención del parto, supone la presunción que no hay una única manera. En tercer lugar; al señalar que debe evitarse el uso rutinario (y por la tanto indiscriminado) de rotura de membranas, episiotomía, inducciones, rasuraciones, enemas, cesáreas y controles tecnológicos; demuestra que la mujer ha pasado a ser un sujeto pasivo en el proceso del nacimiento. En principio se podría decir que la tecnología y la medicina han transformado la experiencia de parto de la mujer moderna. Las mujeres, han pasado a ser sujetos pasivos en el proceso de nacimiento, se han convertido en espectadoras. A 23 años de la publicación de las recomendaciones de la OMS; en Latinoamérica y más específicamente en Argentina, el parto sigue 2 siendo una práctica tecnológica y rutinaria a excepción del trabajo aislado y desarticulado de médicos que no responden al paradigma tradicional. Las indagaciones que desarrollaré, apuntan a relevar qué relación hay entre: los mitos en la ciencia médica en torno al cuerpo de la mujer, los discursos que se han naturalizado o legitimado a través del tiempo, la construcción del imaginario social en torno al placer o al dolor de la mujer en situación de parto y post-parto y la forma en que el discurso construye un imaginario que reproduce situaciones de poder en tanto organizadores de sentido; instituyen las conductas sociales (deseables o reprochables). Estado del Arte La relación entre poder, mujer, cuerpo femenino, sexualidad y mito, es analizada por la psicóloga Ana María Fernández2, quien sostiene que: “La cuestión de lo imaginario social en tanto universo de significaciones que instituyen una sociedad, es inseparable del problema de poder”. Ana M. Fernández, basándose en pasajes bíblicos y textos científicos y jurídicos, aborda el problema de poder, desde la mirada microfísica (Michel Foucault3); analizando la inscripción de sus dispositivos en la organización de la sociedad y sus instituciones y en la subjetividad de hombres y mujeres. Plantea que el discurso del orden y el imaginario social consolidan las condiciones para que el poder se reproduzca, garantizando la continuidad del poder conquistado (instituido). Es, a partir del discurso del orden y del imaginario social que el poder cobra fuerza, enlazando las tensiones sociales y asegurando su presencia. Analiza, a través del análisis de la recopilación de discursos sociales, el poder como dispositivo, procedimiento que le permite identificar las condiciones de su funcionamiento y reproducción: sistemas de legitimación, enunciados, normativas, reglas de justificación, sanciones a las conductas no deseables, 2 3 Ídem. Michel Foucault, Microfísica del Poder, Barcelona, La Piqueta, 1980. 3 soportes mitológicos, emblemas y rituales, concluyendo que este universo de significaciones, el Imaginario Social, provoca el disciplinamiento de los cuerpos. El Imaginario Social, sostiene Fernández; provoca que los miembros de una sociedad: “enlacen y adecuen sus deseos al poder”, interpelando emociones, voluntades y sentimientos y explica que, a través de los rituales se adquieren las formas de agresión, temor, amor, que son las formas como los deseos se anudan a los poderes. El Imaginario Social aporta esquemas repetitivos, regula comportamientos con los fines y metas del poder. Analizando el rol de las instituciones en distintas sociedades, plantea que los mitos que una sociedad instituye son cristalizaciones de significaciones que operan como organizadores de sentido, legitimando –a su vez- sus instituciones. El desorden social despliega nuevos organizadores de sentido, de este modo crea o inventa nuevas significaciones imaginarias. Esta idea es fundamental para el análisis de lo social, toda vez que supone mecanismos constantes de lucha por las significaciones que pueden llegar a instituirse, creando nuevos organizadores de sentido de lo femenino y masculino. En su recorrido, la psicóloga evidencia que la familia opera como institución que encarna el imaginario social, sosteniendo las delimitaciones de lo femenino y lo masculino en un determinado período sociohistórico. Este imaginario opera a través de la trilogía mítica: mujer/madre; pasividad erótica femenina; y amor romántico, que son los tres pilares sobre los que se funda la sociedad moderna (inventan lo femenino y masculino de la sociedad). Este conjunto de significaciones constituyen la clave para el disciplinamiento de los cuerpos. Reconoce que los mitos sociales logran su eficacia simbólica a través de la repetición de sus narrativas (discursos científicos, jurídicos, escuelas, artes, medios de comunicación), que instituyen lo femenino y lo masculino en una sociedad. Sus formas totalizadoras estipulan no sólo lo que debe ser un hombre o una mujer, sino lo que es. Es decir, opera violencia simbólica, invisibilizando las diferencias de sentido, homogenizando y violando lo diverso. 4 Como construyen un “real”, presentado como realidad objetiva, producen regímenes de verdad que enjuicia cualquier conducta de la transgresión. Para concluir, Ana Fernández afirma: el mito opera por deslizamiento de sentidos, que vuelven equivalentes los disímiles (ejemplo: para ser madre es necesario ser mujer = para ser mujer es necesario ser madre, la ecuación vuelve equivalentes ambos conceptos) y al inscribirse en una dimensión sociohistórica, hace posible la producción de consensos de una sociedad. Sin embargo, los procesos de violentamiento no producen sometimientos masivos. Cada mujer se inscribe en cierto grado de sometimiento y organiza formas de resistencia, contraviolencia y contrapoder. Si bien estos conceptos acerca del mito, el imaginario y el poder, resultan beneficiosos y apropiados para el análisis del problema de mi investigación, también destaco el trabajo que realiza Fernández acerca de la historia de la “histeria femenina”. La autora afirma que el discurso médico esta emparentado a las formas de vida, de muerte y de sufrimiento; y agrega que los médicos: “hablan de la vida, la sociedad, los valores, etc. diciéndonos cómo tenemos que vivir, sufrir, gozar, parir, enfermar, morir”. En su recopilación, análisis y contraste de discursos científicos de sociedades antiguas y actuales, textos filosóficos, jurídicos y religiosos, analiza que – durante siglos- el discurso médico se ha emparentado y enfrentado con los discursos religiosos y filosóficos, pero que siempre han sido piezas claves en los dispositivos por los cuales la sociedad produce hombres y mujeres. Teniendo en cuenta que durante siglos, el discurso médico ha sido enunciado por hombres, analiza como el imaginario masculino “ve y construye” a sus mujeres, en cada momento socio histórico. A través de enunciados filosóficos y datos estadísticos, señala que en Siglo XIX se consolida el dispositivo que produce: la medicalización del cuerpo de las mujeres; la alianza entre médicos y familias (que cambiará los criterios de crianza y educación de los niños); y la idea de la “naturaleza femenina”: sexualmente pasiva, frágil, emotiva, dependiente y predestinada a la maternidad. 5 Recopilando datos de enfermedades femeninas, analiza las ideas predominantes en torno al cuerpo de la mujer desde la antigüedad hasta el Siglo XIX; y describe los modos en que el saber médico da cuenta de tales enfermedades y elabora tratamientos a partir de la “idea”, lo que “imagina” del cuerpo de la mujer (ya que no lo ve y no lo toca). En su relevamiento de manifestaciones socioculturales, observa que cuando en la maternidad entra la mirada de la medicina, adquiere estatus de enfermedad y por tanto debe ser medicalizada. El proceso de medicalización, se inscribe en un cambio estratégico en el cual la demanda de los cuerpos es otra. Es un cambio de estrategia biopolítica, por el cual, el capitalismo naciente necesita de cuerpos. La consecuencia será la organización de una particular relación de las mujeres con sus médicos. En este proceso, se moraliza el cuerpo de la mujer y se sacraliza la maternidad. Como conclusión final, el trabajo de Ana María Fernández, aporta por un lado, el marco teórico conceptual sobre el cual realizaré las indagaciones del problema de investigación. Es decir, el abordaje de los conceptos de: poder, mito, saber científico e imaginario social. Asimismo, la descripción/recopilación de las significaciones como cristalizaciones de sentido en distintas sociedades, las distintas ideas acerca de qué es Mujer, qué es Hombre, qué es lo femenino y qué es lo masculino para cada momento sociohistórico, traducidas como prácticas en torno a la mujer y el cuerpo femenino, enriquecen de manera contundente la pregunta de investigación de mi tesis. En lo que respecta al problema del saber científico, la jerarquía en la relación médico-paciente y el cuerpo de la mujer; el recorrido que hace la autora es profundo y aporta un relevamiento exhaustivo de las transformaciones que han comportado las distintas sociedades, relevando las distintas ideas acerca de la imagen del cuerpo de la mujer y la prácticas médicas que se propiciaron en sus cuerpos. 6 Ahora bien, relacionando el problema de la mujer, el poder, el mito y el parto, es necesario destacar que en la sociedad actual, el parto es vivido como una experiencia dolorosa. En este sentido, Casilda Rodrigáñez Bustos4 realiza un abordaje del parto como cuestión de placer y poder. Describe los mitos, las leyendas y tabúes que a lo largo de la historia de la humanidad han dado cuenta del placer del cuerpo de la mujer a partir del útero. Basándose en la biología femenina, en pasajes bíblicos, narraciones, piezas arqueológicas, pinturas y cuentos mitológicos, analiza el ocultamiento del placer sexual del cuerpo de la mujer a partir del útero, en la sociedad moderna. Interpela los postulados legitimados socialmente, a través de los cuales se construyó - a lo largo de miles de años - la idea del dolor en el parto como una negación del pacer sexual femenino. Es su investigación, los conceptos claves son: Parto, Dolor/Placer, Poder, Mito, Mujer, Madre, Sexualidad, Cuerpo, Útero. Casilda Rodigráñez Bustos analiza la relación entre cuerpo - sociedad dominación masculina, como un sistema complejo creado para controlar el poder sexual de la mujer, adecuándolo a las necesidades socio-históricas de un momento determinando, en el cual cambia el rol de la madre y se consolida el poder patriarcal. Realiza un recorrido por diversos autores: antropólogos, sociólogos, arqueólogos, médicos, psicólogos, para dar cuenta de la vinculación entre el saber perdido de la mujer (su placer sexual uterino) y la construcción de la sexualidad femenina actual como patológica. El análisis, rico en citas bibliográficas, narraciones míticas, pasajes bíblicos, estadísticas clínicas, antropológicas y demostraciones arqueológicas (que a través de: pinturas, gráficos, piezas de la vida cotidiana; dan cuenta de rituales y formas de organización social que comprueban el placer sexual anterior), está centrado en descubrir un momento de la historia, en el que se cristaliza la subordinación de la mujer, la patología del parto, la negación de su propio cuerpo y de su sexualidad. 4 Casilda Rodrigàñez Bustos, Pariremos con placer. Apuntes sobre la recuperación del útero espástico y la energía sexual femenina”. Anexo: “Tender la undimbre. El parto es una cuestión de poder” 4 (ponencia presentada por Casilda Rodrigáñez Bustos, en el primer Congreso Internacional de Parto y Nacimiento en Casa, en Jerez de la Frontera, en octubre de 2000), España, Ediciones Crimentales S.L. 7 Toma al poder como algo negativo (poder/dominación/sumisión), una situación que es necesario revertir para volver a un estado previo, donde la mujer, gozaba de su cuerpo y la sociedad estaba compuesta a partir de la armonía que proporcionaba el placer sexual. La idea de que la mujer, haya perdido su placer sexual, modifica las relaciones simbióticas con sus hijos/hijas, ya que la educación/socialización -en el estado moderno consiste en la represión sexual. A su vez, las niñas crecerán desconociendo la naturaleza de tal placer. Esta situación de dominación/desconocimiento/represión genera “madres patriarcales”. La idea de armonía sexual versus represión sexual (“que genera malestar en la cultura”), está claramente analizada en el cambio del paradigma de la sociedad tribal a la sociedad medieval, y de la modernidad hasta hoy, como paso de la idea de supervivencia a la acumulación. Es decir, en la armonía, las sociedades vivían de acuerdo a sus necesidades o a las necesidades de sus componentes; en la represión, las sociedades han organizado un sistema de acumulación (previo al capitalismo), que requiere cuerpos para la guerra y manos para la producción/explotación/esclavismo. Casilda Rodrigáñez Bustos sostiene que, a través de la “satanización” de las figuras, emblemas, símbolos y rituales que representaban el placer sexual de la mujer (serpientes, medusas, sirenas, ranas, espirales, pulpos), se ha satanizado a la mujer misma, haciendo que lo bueno se convierta en malo (maligno), trastocando el sentido de narraciones y explicaciones antiguas y ocultando el procedimiento por el cual se llevó a cabo. Para concluir, se destaca la conceptualización que hace la autora, acerca del Poder, el parto y el dolor, en la sociedad patriarcal: “¿Por qué le estorba al Poder la sexualidad femenina? ¿Por qué necesita que el parto y el nacimiento sean dolorosos, y cómo consiguieron que fueran así? La respuesta es: por la cualidad específica de la líbido materna y su función en la vida humana autorregulada, tanto en el desarrollo individual de cada criatura humana, como en las relaciones sociales, en la formación social.” 8 El trabajo de Casilda Rodrigáñez Bustos enriquece profundamente el marco de análisis desde el cuál planteo el problema de investigación. La recopilación de datos que hace la autora, que refieren al placer sexual de la mujer en general y del parto en particular; cómo y desde cuándo éste se convirtió en algo negativo para el sistema patriarcal, es un aspecto de sumo interés para la tesis que propongo, que aporta un elemento novedoso para el análisis. El desarrollo (y recorrido) de la problemática que aborda la autora, tiene similitudes con la investigación que voy a realizar, sobre todo en lo referente a: las instituciones como mediadoras y transformadoras de conocimiento; los mitos, leyendas y tabúes, como el proceso social (narrativo) por medio del cual se cristalizan las ideas y las practicas culturales de un momento sociohistórico determinado, trasformando y ocultando el estado anterior; la condición biológica de la mujer para sentir placer a través del parto; las situaciones y los discursos de poder que se entrelazan y atraviesan los cuerpos de las mujeres; la correspondencia de: tipo de sociedad con tipo de nacimiento, forma de vida, disfrute sexual, idea de cuerpo. En cuanto al marco teórico conceptual, si bien es compartido en todo lo relacionado a lo citado anteriormente, es justamente en el concepto de “Poder” que se desprende del texto, donde el abordaje de mi tesis será disímil. Si bien, el trabajo define que la problemática en relación a la mujer (y su sexualidad) está atravesada por el poder (esta idea es compartida); no se concuerda con la idea de Poder que trabaja la autora. En conclusión, en la tesis que voy a realizar, deberé realizar el mismo recorrido que la escritora, analizaré los mismos discursos y las mismas prácticas, vincularé estas manifestaciones y transformaciones sociales con la idea de poder, mito y sociedad; pero en lo referente al análisis mismo del concepto de poder, trabajaré con la noción microfísica que elabora Michel Foucault5, para 5 Michel Foucault, Microfísica del Poder Barcelona, La Piqueta, 1980. 9 luego explicar como a través del “imaginario social”6 se instituyen las conductas deseables y no deseables de la sociedad, que construyen un ideal Hombre y un ideal Mujer, que es una ilusión7. Esta concepción, trabajada por Ana Fernández, permite relacionar el poder con el mito, las cristalizaciones de sentido (instituidas) y el disciplinamiento de los cuerpos. Esta forma de abordar los poderes; comporta la idea de transformación que tienen las prácticas sociales de resistencia (instituyente). 6 Ana María Fernández, La mujer de la Ilusión, cap. 10: Poder e imaginario social, Argentina, Paidos, 1993. 7 Ídem. 10