EL ARBOL FRONDOSO Y EL LEÑADOR INCONSCIENTE

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EL LEÑADOR INCONSCIENTE
AUTOR: Fernando Neruda
Érase una vez un árbol que vivía en el bosque con todos sus amigos
Eucaliptos y siempre estaban felices disfrutando de la vida, hasta que un día,
sintieron el ruido de una moto-sierra que se escuchaba más o menos a dos
kilómetros a la redonda y Ramudo, como lo llamaban sus amigos de aquel
bosque, dijo:
__ ¿Qué será ese extraño ruido?
Entonces uno de los amigos dijo:
__ A mí me da un mal presentimiento.
Ramudo contestó:
__ No te preocupes, no creo que sea algo malo y así, pasó la noche.
En la mañana muy temprano, Ramudo despertó con un grito de auxilio, era
un amigo Eucalipto que estaba a medio trozar por un leñador robusto.
Era el turno de Ramudo, el último árbol que quedaba en el bosque y antes
que el leñador encendiera su moto-sierra, abre sus ojos y le dice lo siguiente al
leñador:
__ Tú no entiendes que cortar los árboles y no reforestarlos es un pecado.
Nosotros somos seres vivos igual que tú, hacemos diversas cosas: como dar
sombra a los caminantes, dejar que los pajaritos aniden en nuestras ramas, dar
frutos en el verano y la primavera, purificarle su aire contaminado y muchas cosas
más y por eso es tú no entiendes que cortar árboles está malo. ¿Por qué cortaste
todos estos árboles? ¿Por qué mejor no reforestaste este bosque, así tendrías un
aire limpio y purificado.
El leñador le contestó:
__ Muy bonito tu discurso pero, para hacerte sufrir, te cortaré con mi hacha,
ja, ja, ja, ja, ja.
Tac, Tac, Tac, no me cortes, no me co... Tac, Tac, por favor, Tac, tac
¡¡Fuera, abajo!! Gritó el inconsciente leñador .Pero de lo que el leñador no
se dio cuenta, fue que dejó la cocina a gas prendida y su casa que se encontraba
en una colina se había quemado. Al ver los restos de su casa, dijo:
__ Fui un estúpido, corté todos los árboles del bosque y ahora no hay
ninguno para poder construirme otra casa, ahora recuerdo las palabras del último
árbol que talé, era la pura verdad que decía y por eso la avaricia de cortar más
árboles no me servirá para nada, ahora soy un estúpido leñador que cortó todos
los árboles del bosque y además sin casa, ahora iré a vender toda la leña que hice
para reforestar todo el daño que hice en el bosque.
En la tarde el leñador había vendido toda la leña y fue al negocio donde
venden plantas de árboles para comprar más o menos unas 300 plantas
estimando por los árboles que había cortado.
En la mañana el hombre (leñador) se dirigía hacia el bosque con su pala y
plantas, a reforestarlo. De pronto, se detuvo en un lugar y vio un pedazo de
Ramudo que estaba floreciendo y este le dijo:
__ Nosotros, gracias a los milagros del cielo estamos floreciendo, así que
tus plantas ve a plantarlas a otro lugar donde no hayan árboles.
El hombre entonces fue a otro predio a plantarlas, estaba feliz porque
había visto a su amigo florecer, pensó entonces en qué terreno las plantaría,
recordó uno y se dirigió hacia allá. Era una tierra fértil para que salieran unos
grandes y frondosos árboles. Cuando iba a cavar la tierra la tierra, sintió un sonido
de fósforos y se dio cuenta que era un joven de veinticinco años
aproximadamente, que estaba intentando quemar un bosque que se encontraba al
lado oeste.
El leñador le dijo:
__ No te vaya a pasar lo que me pasó a mí, que después me vi arrepentido
por cortar árboles y tu ahora quieres quemar a estos inocentes amigos.
__ Y, ¿qué te importa a tí lo que yo haga? __le respondió. Luego lo golpea
y se pusieron a pelear.
En ese momento llegó un representante de CONAF y los separó. Les pidió
que se dieran la mano y se pidieran disculpas y entre ellos dos acordaron formar
una Corporación de reforestación de bosques y lo llamaron Ramudo, que era el
nombre del árbol, y, además la mascota oficial.
Y, así, el leñador y el joven, felices siguieron reforestando bosques para el
bien de todos.
Fin
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