Arquetipos ¿Qué es un arquetipo? El psicoanalista suizo Carl

Anuncio
Arquetipos
¿Qué es un arquetipo?
El psicoanalista suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) descubrió que en los
delirios de los dementes había un fondo colectivo de imágenes y símbolos
arcaicos. Llamó arquetipos a estos elementos de la memoria y postuló que
además del inconsciente personal existe un inconsciente colectivo,
compuesto por los instintos y los arquetipos.
Los instintos son de carácter biológico y ante ciertos estímulos se traducen en
acciones.
Los arquetipos son formas innatas de percepción, de intuición, que determinan
nuestra manera de captación del mundo.
Tanto los instintos como los arquetipos son colectivos, son contenidos
universales, heredados, que están más allá de lo personal.
Ahora bien, como los arquetipos no tienen entidad material, se revelan
como imágenes. Pero no es lo mismo un arquetipo que una imagen
arquetípica.
El arquetipo, por ser inconsciente, sólo puede ser inferido. En cambio la
imagen arquetípica accede a la conciencia y mediante ella percibimos el
arquetipo.
"El concepto de arquetipo, introducido por C. G. Jung como término dentro del
campo de lo psíquico, alude al hecho de que los hombres compartimos una
serie de experiencias, en el curso de nuestra evolución, que han quedado, por
su naturaleza colectiva, incorporadas en la memoria de la humanidad como
patrones de comprensión de la realidad. Estos esquemas son pura energía
inconsciente que busca realizarse y lo hace, por ejemplo, por medio de los
símbolos. Expresan un orden de saber que la conciencia del hombre
desconoce, pero que existe como verdad en las profundidades de su alma
transpersonal." (Eduardo H. Grecco, Interpretación iniciática de la décima
revelación, Ediciones Continente, Buenos Aires, 1996, pág. 25.)
Instintos, Arquetipos e Imágenes Arquetípicas
ARQUETIPOS: Modalidades de percepción heredadas, innatas y "a priori",
ligadas a los instintos, que regulan la percepción. Los arquetipos son ideas
primordiales comunes a toda la humanidad, y se expresan únicamente a través
de imágenes arquetípicas. Están cargados de emoción y funcionan de manera
autónoma respecto del inconsciente.
Instintos y Arquetipos
Los instintos son impulsos que, a partir de una necesidad, se traducen en
acciones; son de carácter biológico, como el instinto de las aves a construir el
nido.
Así como los instintos dan lugar a acciones, Jung sugirió que había
modalidades inconscientes innatas de comprensión que regulan la propia
percepción, y son los arquetipos: formas innatas de la "intuición" que
determinan forzosamente todos los procesos psíquicos.
Del mismo modo que los instintos rigen nuestras acciones, los arquetipos
establecen cuál será nuestro modo de captación del mundo. Ambos son
colectivos, en el sentido de que se refieren a contenidos universales heredados
que están más allá de lo personal o individual; y ambos guardan correlación
entre sí.
Nuestra manera de captar una situación (arquetipo) determina nuestro impulso
a actuar.
La captación inconsciente por el arquetipo da forma y dirección al instinto.
Por otro lado, nuestro impulso a actuar (instinto) determina cómo captamos una
situación (arquetipo).
Pasa como con el huevo y la gallina, y Jung sugiere que bien podría describirse
al arquetipo como la percepción que el instinto tiene de sí mismo, el
"autorretrato" del instinto, exactamente como la conciencia es una percepción
interior del proceso de vida objetivo.
Arquetipos e Imágenes
¿Cómo se dan a conocer los arquetipos en nuestra experiencia humana? No
tienen entidad material y solo pueden revelarse como imágenes. Por ejemplo,
en todas las épocas y culturas, la humanidad imaginó que estaba en comunión
con un "Espíritu Sabio". Una de las variantes más corrientes de esta
concepción es la imagen del Viejo Sabio, presente en innumerables mitos y
leyendas.
Las imágenes recurrentes del Espíritu cumplen el papel de una realidad
inconsciente para la humanidad en conjunto.
Jung diferenció el arquetipo propiamente dicho de la imagen arquetípica. La
existencia del primero solo puede ser inferida, ya que es por definición
inconsciente; en tanto que la segunda accede a la consciencia y constituye
nuestro modo de percibir el arquetipo.
Así pues, los arquetipos, que son modalidades de nuestra percepción, se
revisten y se revelan en imágenes. Los arquetipos son como ideas
primordiales, pero no son principios abstractos, sino entidades numinosas,
cargadas eléctricamente con un sentido de lo sagrado.
Jung compara los arquetipos con el sistema axial de formación de los cristales
en un líquido madre.
El sistema axial determina la formación de cristales en el aguamadre; es decir,
determina la estructura geométrica, pero no posee existencia propia alguna.
El cristal está preformado en la solución madre, según un reticulado cristalino
que no existe como tal, sino que resultará de la superposición de las moléculas.
De manera similar, los arquetipos, aun sin existir materialmente, dirigirán la
configuración de las imágenes, y solo se revelarán cuando se manifiesten en
los símbolos, así como los reticulados cristalinos solo se revelarán cuando
aparezcan manifestados en el cristal.
http://www.geocities.com/sitioculto/03_01_03-arquetipo.htm
Los Arquetipos y Jung
El gran terapeuta que fue Carl Gustav Jung recién empieza a ver reconocida la
enorme importancia de su extensa obra, después de varias décadas de
menosprecio académico. Su exploración en las profundidades de la psiquis lo
llevó a estudiar exhaustivamente la filosofía, la mitología, la alquimia, las
religiones orientales y el misticismo occidental. Se interesó también con igual
dedicación en el tarot, el I Ching, la astrología, los Onvis, los mandalas, las
culturas de los pueblos primitivos en Africa y América del Norte, las
civilizaciones india, china y japonesa... De él pudo haberse dicho «Nada
humano me es ajeno».
Revolucionó el paradigma mecanicista de la psicología, recalcando la
importancia del inconsciente por sobre la del consciente, lo misterioso en lugar
de lo conocido, lo místico en lugar de lo científico, lo creativo en lugar de lo
productivo y lo religioso en lugar de lo profano.
Uno de sus conceptos claves es el «inconsciente colectivo», fundamento del
inconsciente personal, y que vincula al individuo con el conjunto de la
humanidad. Descubrió que en los sueños y los mitos subyacen elementos de
este inconsciente colectivo que él denominó «arquetipos». Estos no pueden
comprenderse directamente por análisis intelectual, sino sólo mediante los
símbolos y el lenguaje de la mitología. El arquetipo es el modelo a partir del
cual se configuran las copias: es el patrón subyacente, el punto inicial a partir
del cual algo se despliega.
Jung distinguía entre arquetipos e imágenes arquetípicas. Reconoció que lo
que llega a nuestra consciencia son siempre las imágenes, o sea las
manifestaciones concretas y particulares de los arquetipos las que - según él «nos impresionan, influyen y fascinan». Sin embargo, los arquetipos mismos
carecen de forma y no son visualizables. «El arquetipo, como tal es un factor
psicoide que pertenece, por así decir, al extremo invisible y ultravioleta del
espectro psíquico.» Agregaba que son vacíos y carentes de forma, sólo
podemos sentirlos cuando se llenan de contenido individual.
El interés de Jung por las imágenes arquetípicas refleja más énfasis en la
forma del pensamiento inconsciente que en su contenido. Nuestra capacidad
para responder a experiencias como criaturas creadoras de imágenes es
heredada. Las imágenes arquetípicas no son restos de un pensamiento arcáico
sino parte de un sistema viviente de interacciones entre la mente humana y el
mundo exterior. Las mismas imágenes arquetípicas que aparecen en los
sueños dieron origen a las remotas mitologías y religiones que han habido en la
historia de la humanidad. Para Jung, esta capacidad de crear imágenes, y no la
razón, es la verdadera función que nos hace humanos. Atender a estas
imágenes - que no son ideas traducidas, sino el lenguaje natural del alma - nos
ayuda a liberarnos de la opresión de las maneras de pensar verbal y racional
que han limitado nuestra creatividad.
El pensamiento simbólico es asociativo, analógico, cargado de afecto, animista,
antropomórfico. Puede parecer más pasivo que el pensamiento organizativo y
conceptual pues, a diferencia de los pensamientos, sentimos las imágenes
como algo que recibimos más que algo fabricado por nosotros (la inspiración
del artista). Nuestra vinculación con las imágenes arquetípicas puede
comprometernos con la visión de un mundo interior, que puede salvarnos de la
trampa de la separatividad entre sujeto y objeto.
Las imágenes arquetípicas son percibidas como independientes de nuestra
experiencia personal, nos resultan inexplicables a partir de nuestro
conocimiento consciente. Nos sentimos en contacto con algo desconocido
hasta ese momento, y generalmente nos asombra descubrir similitudes entre
las imágenes y temas de nuestros sueños con los que aparecen en mitos y
leyendas de los que no teníamos un conocimiento previo. El impacto que nos
produce constatar estas semejanzas es muy poderoso.
Jung siempre hizo notar que las imágenes arquetípicas están tan conectadas
con el pasado como con el futuro. Por eso son transformadoras. Decía: «El Yo
no sólo contiene el depósito y la totalidad de toda la vida pasada, sino que
también es un punto de arranque, el suelo fértil a partir del cual brotará toda
vida futura.
La premonición del futuro está tan claramente impresa en nuestros
pensamientos más íntimos como lo está el aspecto histórico». Estas imágenes
se nos presentan como líneas indicadoras que nos muestran el camino, sin
obligarnos a seguirlo. «La vida no sigue líneas rectas, ni líneas cuyo curso
pueda verse con gran antelación».
El modo que tenía Jung de trabajar con imágenes arquetípicas no era la
interpretación o traducción al lenguaje conceptual, o la reducción a una imagen
más general o abstracta, sino lo que él llamaba «amplificación»: conectar la
imagen al mayor número posible de imágenes asociadas, manteniendo así
fluyente el proceso imaginativo. Se trataba de comunicarse con la multiplicidad,
la fecundidad, la interconexión vital entre ellas, no analizar la dependencia que
pudieran tener con un origen común. Amplificar significa ir mucho más lejos de
la estrecha identidad personal y «recordarnos con una imaginación más
amplia» que nos llevaría al ámbito transpersonal.
http://www.alcione.cl/nuevo/index.php?object_id=249
Descargar