PERCEPCION Introducción El ser humano conecta con su entorno a través de los órganos de los sentidos. Éstos reciben estímulos aislados como la luz, las imágenes, los olores, los sonidos, los contactos corporales, los sabores, etc. La información recibida por el cerebro -en forma de impulsos nerviosos, se organiza e interpreta dando lugar a lo que conocemos como percepción. La percepción supone la extracción de información del medio que nos rodea, y se realiza de forma automática e inconsciente. La interpretación de la información recibida por los órganos de los sentidos está basada en experiencias pasadas y en nuestros deseos y necesidades al enfrentarnos con el mundo. Por lo tanto, la percepción supone un proceso de toma de información del exterior para organizarla de forma significativa en nuestro interior y, en definitiva, para tomar conciencia del mundo que nos rodea. La percepción sensorial no es suficiente para identificar el mundo exterior; es necesario que intervengan también otros procesos, como la atención (concentración sobre un determinado estímulo), la memoria (comparación con otros estímulos percibidos en el pasado) y, en el caso de que se trate de un estímulo nuevo, la imaginación (para tratar de deducir su posible significado). El sistema nervioso es una compleja red de células nerviosas que se extienden por todo el cuerpo. Su función es interpretar, almacenar y dar respuestas a las informaciones recibidas desde el exterior o el interior del cuerpo. El sistema nervioso central (SNIQ se compone del encéfalo y de la médula espinal. Se encarga de procesar la información recibida de los nervios y de enviar mensajes al organismo. La actividad perceptiva supone una forma superior de conocimiento, a través de la cual aprendemos el mundo circundante y nuestra propia corporalidad, y la relación entre ambos. Es, por lo tanto, un proceso activo que surge de la relación dialéctica sujetoobjeto. La actividad proviene de una necesaria actitud previa del sujeto para poner en marcha la percepción, ya que no es un hecho casual. La capacidad de elección del individuo proviene de su situación fisiológica, psíquica, o de ambas. COMO TRABAJA LA PERCEPCIÓN La percepción supone una secuencia de acontecimientos que se inicia con la energía física o estímulo que activa los diversos receptores sensoriales, tras lo cual se produce la transmisión de la información por las vías sensoriales hasta los niveles superiores del sistema nervioso central. En este proceso de transmisión se transforma la energía propia de cada sentido en la corriente electroquímica propia del impulso nervioso. Si el individuo se halla en un estado de activación o vigilia adecuado, el mensaje alcanza el nivel cortical donde se lleva a cabo un proceso de recepción, selección y reorganización de la información. Para poder llevar a cabo este proceso, el cerebro necesita toda la información acumulada en la memoria a largo plazo (toda su experiencia). Llegado a este punto, el acto perceptivo se convierte en un acto personal que trasciende la estricta sensorialidad y es intrínsecamente subjetivo y humano. Por ese motivo, el estado afectivo del sujeto en cada momento condiciona la percepción. Finalmente, el acto perceptivo termina con la respuesta del sujeto al estímulo. Ésta puede modificar la situación del subsiguiente acto perceptivo, y modificar de esta forma la naturaleza de la relación. DETERMINANTES QUE ACTÚAN EN LA PERCEPCIÓN En el hecho perceptivo influyen múltiples factores, tanto externos como internos del individuo. Señalaremos algunos de los más significativos. La atención Muchos son los estímulos sensoriales que están presentes durante el estado de vigilia y que compiten para captar nuestra atención. Pero no reaccionamos de igual forma a todos ellos. Seleccionamos algunos en cada momento, mientras el resto permanece en un segundo plano. Mientras leemos concentrados, no percibimos la temperatura ambiental o la presión de la ropa que vestimos. La atención se define como la apertura selectiva a una pequeña porción de fenómenos sensoriales que atraen. El hecho de dirigir la atención hacia determinados estímulos no siempre está sujeto a una simple cuestión de control voluntario. No es como «apretar un botón». Una gran variedad de influencias internas del organismo y otras externas respecto a él, determinarán si la atención será sostenida o distraída, si los procesos perceptivos se destacarán nítidamente o serán borrosos. Factores externos Existen ciertas características de los estímulos que con frecuencia determinan nuestra atención y que denominamos factores externos. Los más importantes son: la intensidad, el tamaño, el cambio y la repetición. a) La intensidad se presenta, por ejemplo, con una luz brillante, el mal olor, el choque estrepitoso. b) El tamaño. Los objetos grandes, con mayor probabilidad, atraerán más nuestra atención que los objetos pequeños. Un anuncio de mayor tamaño atraerá más nuestra atención que uno pequeño. c) El cambio puede ser que una luz aumente repentinamente de brillo o que lo pierda de pronto. que un ruido se haga más sonoro o más apagado. Uno de los cambios que más llaman la atención es el movimiento. Un movimiento repentino cerca de nosotros, mientras estamos concentrados en una actividad, puede convertirse en el foco de nuestra atención. Por otra parte, la carencia de movimiento en una situación en la que todos los demás objetos se mueven puede ser también una característica estimulante que llame la atención. d) La repetición ayuda a orientar la atención al hacer notar reiteradamente la presencia del objeto - estímulo. Pero el estímulo indebidamente prolongado, o repetido demasiado a menudo, hace que se afloje la atención. Existen otros factores que también motivan nuestra atención. En el hecho perceptivo influyen múltiples factores, tanto externos como internos del individuo. La intensidad, el tamaño y el cambio son característicos de los estímulos que influyen decisivamente en la publicidad. a) La familiaridad y la novedad. Llama la atención cuando se encuentra algo novedoso entre lo conocido (el extraño entre los invitados a una fiesta), o bien lo conocido entre lo novedoso (un amigo en una ciudad desconocida). b) La complejidad del estímulo. Una situación de estímulo compleja es aquella en la que se puede hacer mucho, pues provoca muchas formas de actuar, de manera que anima a poner en marcha un comportamiento explorativo, evitando de esta manera la monotonía y el aburrimiento. Factores internos a) Motivos o motivaciones. Si tenemos hambre, los estímulos que se asocian con este motivo se convertirán en el foco de nuestra percepción. Con mayor probabilidad nos daremos cuenta de los restaurantes que existen en una ciudad si tenemos hambre que si acabamos de comer. Los motivos hacen nuestra percepción selectiva. b) Los intereses y valores. Estos temas están muy relacionados con la selectividad de la percepción. Atendemos aquellos aspectos del mundo que nos rodea que se relacionan con nuestros intereses. Un profesor de botánica y un marinero que está de permiso, expuestos a los mismos estímulos -por ejemplo, un parque en una tarde de verano, atienden a aspectos muy diferentes de los estímulos que intervienen. El profesor de botánica puede atender a la flora particular que se encuentra en el parque. El marinero, en cambio, atiende a la fauna o al ambiente en general, notando apenas la variedad e interés de su flora. A este hecho le llamamos disposición preparatoria. En la percepción también hay selectividad. En esta panorámica, unos captarán la tranquilidad y otros se interesarán por la floración del cerezo. Los motivos presentes en el momento de la percepción son también importantes. Habitualmente, el ser humano acostumbra a estar «dispuesto» a la realización y a la captación de determinadas cosas y acontecimientos; suele haber alguna selección previa de aquello a lo cual atiende. Lo que va a observar está en función, a corto plazo, de las experiencias de su pasado inmediato. Por otra parte, a la larga, intereses relativamente permanentes determinarán en gran parte qué cosas le van a llamar más la atención. CARACTERIÍSTICAS DEL PERCEPTOR También las características especiales del observador influyen en la percepción. Entre ellas destacan: a) Necesidades. Cuando se proyecta sobre una pantalla una serie de estímulos muy ambiguos a un grupo de personas con diversos períodos de privación de alimento, los sujetos más hambrientos verán mayor número de objetos relacionados con la comida que los menos hambrientos. Cuanto más ambiguos o indefinidos sean los estímulos, en cualquier orden de la vida, tanto más probable es que las motivaciones del individuo influyan en la forma de percibirlos. La influencia de las necesidades es especialmente importante en momentos de crisis. Si dos personas han tenido una discusión y, por lo tanto, están inseguras de sus actitudes mutuas, el significado de los actos de cada una de ellas se hace incierto para la otra. Los sentimientos hostiles, la ansiedad, o el deseo de seguridad influirán en la manera de percibir la conducta del otro. b) Valores. Los valores sociales se agregan a los objetos como parte de su enriquecimiento perceptual. Una vez agregados, pueden afectar a impresiones tan directas como las del tamaño. Se ha comprobado que los niños de hogares más necesitados, cuando de memoria emparejaban tamaños, tendían a sobrestimar los tamaños de las monedas más que los niños de familias acomodadas. e) Actitudes. Se ha demostrado la importancia de las actitudes en este experimento: a varios sujetos se les daba la misma puntuación en una determinada prueba, pero los miembros de sus respectivos grupos valoraban esta puntuación de forma diferente si el individuo ocupaba una posición sobresaliente dentro del grupo o si ocupaba una posición secundaria. En el primer caso se sobrevaloraba dicha puntuación; en el segundo, se infravaloraba. Esto demuestra la importancia que tenía esta actitud al efectuar la percepción. d) Personalidad. Aunque todas las personas tratan de percibir las cosas clara y definidamente, hay diferencias individuales en las necesidades de claridad y precisión. Parece que existe una relación definida entre las actitudes sociales y la percepción de los estímulos ambiguos. Para algunas personas, todas las cosas deben ser blancas o negras. Las personas fijas y rígidas, que no pueden tolerar la ambigüedad, lo manifiestan no sólo en sus actitudes sociales, sino también en sus respuestas perceptuales en el laboratorio. Las personas también difieren en la forma en que mantienen su orientación en el espacio. A las personas que se basan en los alrededores visuales para emitir juicios perceptivos se les llama dependientes de campo: en el otro extremo están los independientes de campo, que aceptan la información de su propio campo y no se dejan inducir a error por las distorsiones del campo visual. Estos resultados tienen una relación con la personalidad: las personas dependientes muestran, en general más ansiedad; las independientes, más seguras de sí mismas presentan menos. Las emociones influyen notablemente en la percepción. Una actitud de expectativa de índole negativa, pesa intensamente a la hora de la percepción. Por ejemplo, se perciben con más claridad los errores de los malos alumnos. El grado de conformidad con el grupo que posea un individuo le influirá a la hora de captar determinadas percepciones. Asimismo la opinión de personalidades destacadas y de determinadas instituciones puede influir en individuos sugestionables cuando han de percibir o juzgar algo. A través de la “forma de percibir”, podemos explorar en psicología aspectos importantes de la personalidad; de ello se desprenden las llamadas pruebas proyectivas, que se basan en la presentación de una serie de estímulos ambiguos para que el individuo proyecte su propia personalidad sobre el estímulo que se le presenta. LOS SISTEMAS DE PERCEPCIÓN El cuerpo humano dispone de sistemas especializados para la adquisición de la información. Estos sistemas se denominan sentidos y permiten percibir el medio que nos rodea. Actualmente se han catalogado más de diez sentidos, pero existe un cierto acuerdo para agruparlos en cinco sistemas: el sistema de orientación básica (informa de la dirección de la gravedad y la aceleración); el sistema auditivo (naturaleza y localización del sonido); el sistema táctil (dolor, presión, tibieza, calor, cinestesia); el sistema gustativo - olfativo (informa de los olores y valores nutritivos), y el sistema visual (situación, forma, identidad y movimiento de cosas). Aunque todos estos sistemas son importantes. la visión proporciona la mayor parte de la información sobre el medio. Por este motivo dedicaremos mayor atención a este sentido. Constancia perceptiva El mundo que percibimos presenta una gran constancia. El plato de nuestra mesa no aparece unas veces circular y otras elíptico, y no dejamos de localizar un sonido porque movamos la cabeza. Los estímulos varían en efecto de manera extraordinaria: pero no parecen afectar a la constancia del mundo que nos rodea. De la constancia perceptiva podemos exponer tres aspectos: la constancia de brillo la constancia de forma y la constancia de tamaño del mundo que nos rodea. La constancia de la percepción es la tendencia de una serie de estímulos a ser percibidos de la misma forma bajo circunstancias variables. CONSTANCIA DE BRILLO Los objetos visuales parecen constantes en su grado de blancura o de claroscuro. Tal constancia de brillo tiende a ser independiente de la iluminación bajo la cual consideramos los objetos. Aquellos que parecen blancos bajo una luz brillante, lo siguen pareciendo en condiciones de oscuridad. Y, al revés, lo que aparece negro en la penumbra lo sigue pareciendo ante una iluminación intensa: el carbón permanece negro tanto de día como de noche. Existe una variación en la luz que refleja una superficie: un objeto blanco la refleja en gran parte: y un objeto negro absorbe, en cambio, casi toda la radiación luminosa. La constancia del brillo es independiente de la cuantía de luz que incide. CONSTANCIA DE FORMA Cuando una puerta gira hacia nosotros, su forma rectangular pasa a través de una serie de distorsiones. Primero se convierte en un trapezoide, pareciendo más ancho el extremo que nos es más próximo que el de los goznes; luego, el trapezoide se hace cada vez más fino, hasta que por fin todo lo que podemos ver es una línea vertical del grosor de la puerta. Podemos distinguir estos cambios, pero lo que percibimos es una puerta invariable que gira sobre sus goznes. El hecho de que no parezca que la puerta cambia de forma recibe el nombre de constancia de forma. CONSTANCIA DE TAMAÑO Constancia del tamaño. La imagen de un objeto disminuye la mitad cada vez que se duplica la distancia del objeto, pero no tenemos la impresión de una modificación tan profunda, pues el cerebro compensa dicha reducción. Sabemos que, cuanto más nos alejamos de un objeto, más pequeño nos parece. También sabemos que puede producirse en la retina una imagen de tamaño constante por un objeto cercano o por otro más grande pero que se halle situado a cierta distancia. Conociendo esto, sería de esperar que el tamaño percibido de un objeto cambiara al aproximarnos a él; pero no es esto lo que ocurre: lo seguimos viendo del mismo tamaño, aunque situado a menor distancia. La constancia de los tamaños de los objetos se relaciona, pues, con nuestra percepción de la distancia. En vez de percibir los objetos distantes como más pequeños, los percibimos como más alejados. Si desaparecen las huellas de la profundidad, la constancia queda eliminada y nuestras percepciones de tamaño corresponden a lo que podría esperarse teniendo en cuenta la geometría de la imagen retiniana. CONSTANCIAS IMPERFECTAS... PERO MUY PROVECHOSAS Las constancias perceptivas no son perfectas. Incluso en las condiciones más favorables, nuestra percepción representa un compromiso entre la imagen sensorial y las propiedades reales del objeto en sí. En la sombra vemos las cosas como menos blancas de lo que son en realidad; y, con la lejanía, los objetos nos parecen de tamaño algo menor que el real. Sin embargo, nuestras percepciones se ajustan más a los objetos que a las imágenes retinianas correspondientes. Naturalmente, la constancia perceptiva nos permite movernos por el mundo con entera facilidad. Imaginémonos lo que sería el mundo exterior si los objetos y las personas aparecieran con el tamaño y la forma correspondientes a las imágenes retinianas respectivas. Pensemos también qué ocurriría si variaran los colores y las intensidades luminosas. No sería posible reconocer el color de los objetos, ni tampoco su estructura. Por lo tanto, la constancia relativa de los tamaños, de las formas y de los brillos produce una estabilidad perceptiva que resulta extraordinariamente provechosa. La organización de la percepción Las constantes perceptuales implican una organización dentro de la percepción. Los principios que nos ayudan a explicar la percepción de los objetos son: agrupación, figura - fondo, percepción del movimiento y percepción de la profundidad, que ahora analizaremos uno por uno. Ilusiones ópticas Los ojos y el cerebro actúan conjuntamente para producir una imagen reconocible y fácilmente comprensible Sin embargo, el cerebro es con frecuencia engañado por lo que captan los ojos, con lo que nuestra percepción es errónea y sucumbimos ante los efectos de ilusiones ópticas. Si las referencias proporcionadas por una ilusión son ambiguas, el cerebro percibe las imágenes de dos formas ciertamente diferentes. Algunos objetos se ven distorsionados y, cuando son medidos con una regla o un compás, se constata que son geométricamente perfectos. Otras ilusiones conceden referencias de distancia y profundidad y se ven en tres dimensiones, pero si se analizan resultan ser objetos imposibles. Ciertas ilusiones consisten únicamente en una distorsión óptica. Los mecanismos que producen estos efectos en el cerebro no han sido totalmente explicados.