Prensa y conflictos armados

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Narrativas, nro. 5, julio / septiembre de 2005, ISSN 1668-6098
Prensa y conflictos armados
Yendo de la trinchera al living
Adrián Eduardo Duplatt
[email protected]
Los modelos periodísticos para cubrir las guerras fueron cambiando
a lo largo del siglo XX. Hubo momentos de total libertad, como en Viet Nam
o de estricta censura, como en Irak. A pesar de este último,
la prensa pudo hacerse ver y escuchar por entre las grietas
que provocan las nuevas tecnologías en la censura.
Contar la guerra es una vieja actividad. Ejemplos de ello son la Biblia y la Ilíada de Homero. Sin
embargo, los medios masivos de comunicación existen sólo a partir de mediados del siglo XIX y
es a partir de entonces que se puede considerar la existencia de un periodismo de guerra.
Desde el conflicto de Crimea hasta el del Irak, los militares han tratado de controlar de
manera cada vez más eficiente el flujo de informaciones. Así, en los manuales de guerra
aparecieron conceptos como guerra psicológica, desinformación, propaganda... que
transformaron la relación entre el periodismo y la guerra.
Los principales cambios comienzan en 1880 con dos innovaciones técnicas: la invención
de la linotipia y la rotativa. A esto se le sumaron dos inventos en términos de comunicación: el
telégrafo y la fotografía que permitieron acceder a noticias lejanas en tiempos breves (Ramonet,
1998). Al aumentarse el alcance de los periódicos, también aumentó su tirada.
Los diarios de la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a enviar corresponsales a los
conflictos bélicos que, por otra parte, también cambiaron con las incorporaciones de nuevas
armas y nuevas tecnologías de guerra.
Los primeros conflictos
Ignacio Ramonet (1998) describió el escenario histórico de la relación entre la prensa y la
guerra en algunos conflictos que resultaron claves en este sentido. Para el español, los
principales hitos del periodismo bélico los constituyen las siguientes conflagraciones:
La guerra de Crimea (1854-1856)
La guerra de Crimea, cuyos principales fueron ingleses y rusos, es considerada la primera
guerra moderna. Para el periodista e historiador Luis Reyes, los conflictos de Bosnia y Kosovo
se pueden entender como proyecciones de la Guerra de Crimea: las potencias occidentales
reforzando a los musulmanes frente al empuje eslavo; de igual modo, el concepto de guerra
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preventiva que ha llevado a Estados Unidos a Iraq en el 2003 tiene su antecedente en el principio
que aplicaron franceses e ingleses para intervenir en la península de Crimen.
El conflicto fue el primero donde se usaron fotografías para uso periodístico y no solo
para uso militar. Se veían objetos estáticos -trincheras, cuerpos en el piso- y ningún soldado en
movimiento o escenas de batallas.
Secesión norteamericana (1861-1865)
En la guerra civil de EEUU se desarrolló ampliamente la fotografía. Fue una guerra
ampliamente fotografiada por la prensa, lo que aumentaba el interés del público por sus noticias.
Lo mismo ocurrió en la guerra franco-alemana de 1870 y con la guerra de los bóers en
Africa del Sur (1899-1902). Fueron enfrentamientos muy fotografiados, básicamente
constituidos por imágenes estáticas -escenas fijas, soldados inmóviles-.
La guerra de Cuba
Los conflictos de Cuba y de Filipinas de finales de siglo XIX (1895-1898) fueron
ampliamente tratados por la prensa de Estados Unidos y España. Allí, por primera vez, se utilizó
el cinematógrafo -recién inventado por los hermanos Lumiere-, para reflejar una guerra. El cine
había llegado a Cuba en 1896 y buscó retratar el clima y algunas maniobras militares en La
Habana.
William Randolph Hearst movilizó todos sus periódicos para provocar la intervención
norteamericana en Cuba. La explosión del acorazado Maine1 precipitó esa intervención.
Sobre el conflicto en sí, no hay imágenes fílmicas, pero en EEUU se produjeron varias
películas montadas sobre las batallas navales en Cuba, para difundir el poderío militar
norteamericano. Se publicitaron como documentales, cuando, en realidad, ninguna cámara
estuvo presente en dichas batallas. Se trata, entonces, de los primeros antecedentes de imágenes
fraguadas sobre una guerra para difundir ante la opinión pública.
La Revolución Mexicana (1911-1920)
La revolución movilizó a los grandes medios de comunicación de todo el mundo.
Reporteros, fotógrafos y, por primera vez, cineastas, fueron testigos de la acción. La revolución
fue filmada en directo y se rodaron escenas del conflicto y sus principales actores: Pancho Villa
y Emiliano Zapata.
Primera Guerra Mundial (1914-1918)
En la Gran Guerra la opinión pública occidental comenzó a interesarse vivamente por el
conflicto, gracias a la rapidez con que llegaba la información y al soporte visual de las mismas fotografías, como las aéreas, que también eran utilizadas por los países para localizar posiciones
enemigas-.
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Aquí comienzan los enfrentamientos entre los intereses del Estado y la libertad de
información. Nace el axioma "La primera víctima de la guerra es la verdad".
Los periódicos de Francia y Alemania realizaban campañas nacionalistas que fomentan el
entusiasmo bélico. Un detalle a tener en cuenta es que todos los combatientes son alfabetizados.
Saben leer, escribir y contar. La enseñanza primaria es obligatoria en Europa. La escuela, el
estudio de la historia nacional y la prensa, han convertido a los soldados en auténticos patriotas2.
La prensa fomenta el entusiasmo y hace creer en una victoria fácil. Los gobiernos toman
nota para restringir el flujo de la información. Se crean grupos de oficiales especializados en
información, que son los únicos autorizados para contactar a la prensa. Los corresponsales tienen
vedado el acceso a las trincheras. Sólo a través del relato de ex combatientes se logra reconstruir
su existencia. Las versiones de guerra de los periódicos, parciales y tendenciosas, son satirizadas.
Los diarios preconizan belicosidad, el pacifismo es equiparado a derrotismo. Se proclaman
victoria tras victoria... hasta la derrota final.
En este ambiente, se fomenta la intervención del Estado en la libertad de expresión y la
censura; todo en aras de un interés superior: la patria.
La radio y el cine
Desde 1920, la radio se desarrolla gracias a su gran alcance y alcanza su supremacía
como medio en 1940. Es un arma eficaz de propaganda y desinformación. Los Estados,
especialmente los totalitarios, hacen de la radio un instrumento de lucha ideológica.
En los cines se proyectan noticieros en forma maniquea, dando a los espectadores la
versión oficial de las confrontaciones. La radio sirve para que los combatientes sepan por qué
pelean y para que la opinión pública los apoye. El cine, también se presta a estos fines.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el Pentágono norteamericano se hace
productor de películas como "Por qué estamos combatiendo", a fin de influir en la opinión
pública que, hasta ese entonces, era partidaria del no intervencionismo.
Los grandes medios crean cohesión nacional respecto de la guerra y de apoyo al gobierno.
Se manejan elementos de carácter emocional y se suprimen las disidencias. Igualmente, en este
marco se producen críticas de alguna prensa al manejo de la guerra por parte del gobierno.
Los reporteros de USA podían acompañar las avanzadas de sus soldados, hecho no
permitido, v.gr. en Francia, donde la tradición periodística impedía cualquier tipo de crítica. En
la tradición norteamericana, este accionar era común. El desembarco de Normandía fue filmado
por periodistas de USA, en tanto, recién cuando la playa fue tomada, llegaron los reporteros
franceses.
La televisión
Para continuar con Ramonet (1998) y su enumeración de conflictos que muestran la
cambiante relación de medios de comunicación y países en guerra, se torna necesario mencionar
a los próximos enfrentamientos de la segunda mitad del siglo XX:
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Guerra de Corea (1950-1953),
En la guerra de Corea la televisión tiene su primer protagónico. En Estados Unidos, la
televisión es un medio dominante de distracción y de ocio y su sociedad ve en esta guerra un
apéndice de la Guerra Fría -comunistas/anticomunistas- con algún condimento de
antiamarillismo - no por el sensacionalismo-. También es época del Maccarthysmo3.
La cobertura de todos los medios es de tintes caricaturesctos, maniqueísta y racista.
Guerra de Viet Nam (1962-1975)
En la Segunda Guerra Mundial el enemigo no tenía defensores en los medios de
comunicación; en tanto, en Viet Nam la longitud del conflicto hizo que la opinión pública y los
propios soldados cuestionaran la guerra.
El clima social en Estados Unidos no es el mismo que en la Guerra de Corea. Los medios
de comunicación no aceptan a rajatabla los consejos del gobierno, ya no pervive el
maccarthysmo y comienzan los nuevos movimientos sociales.
La prensa norteamericana informa sobre la desmotivación y descomposición de su
ejército, sobre sus masacres, uso de armas químicas, matanzas de civiles, destrucción del medio
ambiente... Hasta ese entonces, los medios de comunicación de ningún país había denunciado a
sus propias fuerzas armadas en medio de una guerra (Fernández, 1995).
Los reporteros siguen trabajando a la par de los soldados. Un periodista acreditado recibe
el rango de oficial y puede participar de cualquier misión. Nadie cuenta por terceros las acciones.
Las cámaras son testigos de todo cuanto acontece. Fue la primera guerra televisada, aunque no
en directo. Las películas tenían que ser reveladas y enviadas a Norteamérica -24/48 h después del
hecho-. Como ejemplo de trabajo periodístico en esta guerra, puede citarse al periodista Michael
Herr, quien describió acabadamente la tarea de un corresponsal en su libro Despachos de guerra
(2001)4.
La prensa influye en la opinión pública -pocos quieren ir a pelear donde no hay
"caballeros", sino drogadictos y asesinos y por razones poco claras-. La opinión pública se
distancia de su gobierno, que se ve forzado a abandonar Viet Nam.
La razones de la derrota fueron de índole estratégico-militar -v.gr. no se usó armamento
nuclear-, pero también influyó el negativo clima de opinión, que llegó hasta el Estado Mayor de
Estados Unidos. Y este clima se debió a las facilidades que tuvo la prensa para acceder a cuanto
ocurrió en el conflicto.
Guerra de Malvinas (1982)
Las lecciones de Viet Nam fueron aprendidas por los ingleses, que aplicaron nuevas
relaciones con la prensa en el conflicto de Malvinas. El desarrollo de los medios de
comunicación hace que el discurso de la televisión sea muy convincente y que penetre en todos
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los hogares de un país. El espectador es espectador de una guerra y eso lo perturba, influyendo
en su modo de pensar el conflicto. Es algo que debía ser cambiado.
En primer lugar, se busca quedar como víctima, construyendo un enemigo agresor,
amenazante, ya que para los medios, el papel del bueno es para las víctimas.
En segundo lugar, la guerra es algo peligroso y hay que proteger a los periodistas, que ya
no pueden estar en el lugar de la acción.
De este modo, Londres selecciona un grupo de periodistas y los mantiene en los barcos,
lejos de las islas. Desde allí iban a reportar -filtrados por las informaciones del Estado Mayor- lo
que sucedía contra los soldados de una sanguinaria dictadura militar que ocupó sus tierras.
La prensa británica presenta el conflicto como un paseo, donde los gentiles británicos
enfrentan a los invasores y no hay víctimas inocentes. La única excepción es la BBC, que
amenaza con pedir material televisivo a los argentinos si no puede acceder a las imágenes de los
hundimientos de barcos ingleses.
Nació un nuevo paradigma en informaciones de guerra.
Granada y Panamá
En Granada (1983) se aplicó por primera vez este nuevo modelo por parte del gobierno
de Estados Unidos. So pretexto de la peligrosidad del conflicto -había soldados cubanos
resistiendo la intervención-, los periodistas no acompañan a la tropa en el desembarco. Cuando
llega la prensa, los aspectos desagradables de la guerra habían terminado.
En Panamá (1989), el método recibe un agregado: el efecto "biombo". La invasión a
Panamá se produce en momentos en que en Rumania se viven los últimos momentos del régimen
de Ceaucescu. La televisión mundial está pendiente de los sucesos en Europa. Poco importa un
pequeño país centroamericano -salvo a los países latinoamericanos-. Estados Unidos construye
un enemigo dictador y narcotraficante e invade sin la prensa como testigo. (En definitiva, en
Rumania murieron alrededor de mil personas y en Panamá, cuatro mil).
El modelo de Malvinas sería, después, aplicado con todo éxito en la Guerra del Golfo
(1991) y en las guerras de Yugoslavia (1996-1999).
El fin del mundo bipolar
A partir de la implosión de la Unión Soviética (1991) se produjo un ubicuo resurgimiento
de la etnicidad como modo de explicar las guerras, mas "no son las diferencias entre los grupos
las que han originado las guerras, sino, por el contrario, los propósitos en función de los cuales
esas diferencias han sido utilizadas" (Seaton, 2000:55). Además, los medios de comunicación no
son los mismos que a lo largo del siglo XX. En la actualidad son megacorporaciones mediáticas
que, más que nunca, consideran a la noticia como una mercancía.
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Por otro lado, si la etnicidad es usada para explicar los conflictos, como antes lo era el
enfrentamiento político entre el capitalismo y el comunismo, la miseria y el sufrimiento son los
argumentos para que otros países intervengan en ellos.
Para Seaton (2000), las nuevas tecnologías, la proliferación de emisoras, canales,
programas y la circulación constante de noticias hacen que los plazos para que los periodistas
busquen una noticia sean cada vez más exiguos. La consecuencia inmediata es que buscan
asegurarse la nota apelando a fuentes accesibles y, por lo tanto, sea normal permanecer en las
salas de redacción o edición a la espera de completar una información vía telefónica o
electrónica.
(A pesar de este panorama, donde el periodismo ha llegado a reconocer que las
hambrunas y las catástrofes tienen sus causas y que son evitables, y donde las guerras civiles son
étnicas y, por lo tanto, irremediables, es posible encontrar un periodismo narrativo que trata de
explicar históricamente y mostrar secuencialmente las consecuencias de los acontecimientos que
se cubren (Seaton 2000)).
Durante la Guerra del Golfo (1991), los Estados Unidos plasmaron al extremo la nueva
doctrina militar por la cual "el éxito de la guerra depende de la capacidad de control de la
opinión pública y de dominio en la intensidad y orientación temática de las noticias a cargo de la
cobertura informativa por los medios, en la que se privilegiaba el objetivo de mostrar el
acontecimiento inmediatamente, ocultando el proceso de hipermediatización para movilizar
internacionalmente a la población a favor de la estrategia de agresión y la solución bélica de los
acontecimientos" (Sierra, 2000:100). La guerra, entonces, se vuelve un conflicto ficcionalizado,
una guerra "high tech, de información-espectáculo en directo" (Sierra, 2000:101)
A partir de la guerra en Yugoslavia es posible entrever otro procedimiento empleado por
las oficinas de propaganda de los países en conflicto y que es recogido mansamente por los
medios de comunicación: la personalización del enemigo (Tanello, 2000). Esta individuación
del enemigo -Milosevic- se contraponía a la comunidad internacional como un todo monolítico
que lo combatía. No era extraño, entonces, ver titulares como "Milosevic dice no, la OTTAN
ordena el ataque" (Il Corriere), "Los europeos acusan a Milosevic de Genocidio" (Il Corriere) o
"Moscú debe parar a Milosevic (La Repúbblica) (Tanello, 2000).
La estrategia de personalizar al enemigo continuó empleándose después del 11 de
septiembre de 2001.
A partir del 11-S
Con el ataque a las Torres Gemelas, la opinión pública norteamericana y sus medios de
comunicación, se encolumnaron detrás del gobierno en su lucha contra el terrorismo. Pocas -y
prontamente silenciadas- fueron las voces que se alzaron contra la propaganda sin límites de los
medios y el Estado.
La postura es que la guerra no debe ser librada sólo en los planos militar y económico,
sino también psicológicos. Por ello, Bin Laden –el nuevo villano internacional- no tiene que ser
eliminado únicamente en lo físico, sino también en lo simbólico. Para ello están los medios de
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comunicación. La guerra en Afganistán se convirtió en una guerra de la información (Becker,
2003).
Este clima de opinión, sumado al “Modelo de Malvinas”, hizo que en la guerra contra
Irak –ahora el villano sería Sadam Husseim-, las tropas se valieran de un grupo de unos 500
periodistas incrustados que viajaban con ellas a las zonas de conflicto, pero que, mayormente, se
quedaban en las bases o en los barcos de guerra. De esta manera, estos periodistas informaban
sobre la guerra mediando los reportes que recibían de la Jefatura Militar. Los reportes había
recibido entrenamiento militar y sufrían las mismas vicisitudes que los soldados en campaña. Si
la Convención de Ginebra considera a los periodistas como civiles, “¿qué hace, pues, un civil a
bordo de un vehículo militar en medio de una batalla?”, se pregunta Carlos Eduardo Cortés
(2003). La información de esta forma parecía quedar teñida del color que más le placía a los
mandos militares.
Pero el sistema mostró algunas brechas. La cadena árabe de televisión Al Jazira difundió
imágenes que no se podían ver en la televisión occidental. El secretario de Defensa de USA,
Donald Rumsfeld, pidió a la televisión norteamericana que no las repitiera, pero, aún así, algunas
imágenes circularon por los medios occidentales.
Durante la invasión a Irak la información se convirtió en un recurso táctico. No era un
asunto sólo de medios de medios de comunicación.
Volviendo a los periodistas que trabajaron junto a los militares, Leonardo Ferreira
describe: “Desde el mismo comienzo de la llamada “Guerra de Liberación” estuvimo
empotrados, incrustrados, plantados, viendo, leyendo, escuchando, siendo testigos de la
cobertura o falta de ella, de los medios de comunicación desde el teatro de operaciones de
Miami… con la prensa escrita sucedió algo similar, excepto que ese medio sí ofreció un análisis
más contextual, más coherente (sin embargo) relegaron la objetividad al patriotismo y la
camaradería” (Ferreira y Sarmiento, 2003). Se referían al “Síndrome de los Periodistas
Incrustrados” o del “Periodismo patriótico” (Fresneda, 2005).
Otro fenómeno periodístico en Irak es el llamado “Periodismo de Hotel”, o “Periodismo
Hilton”. Robert Fisk lo explica muy bien “Periodismo de hotel es la única forma de llamarlo.
Cada vez más los reporteros en Bagdad cubren la información desde sus hoteles, y no en las
calles de las ciudades y pueblos de Irak (Fisk, 2005). Los reporteros no van en busca de las
noticias, sino que esperan que les lleguen a sus habitaciones, casi siempre mediadas por fuentes
oficiales. Se trata de una variante del periodismo incrustrado.
Este mix de periodismo patriótico, incrustado y de hotel se vio reflejado en la mengua de
la credibilidad con que contaban. A la par, los blogs comenzaron a hacerse oír.
El web log o blog es un sitio en la Internet, personal y en el que se puede colocar
cualquier dato, información, imágenes y, sobre todo, opinión. No es periodismo, pero puede
haber algunos que pertenezcan a periodistas. En la guerra muchos trabajadores de la prensa que
no podían publicar sus reportes en los medios tradicionales, lo hacían en sus sitios personales.
Muchos se convirtieron en puntos de referencia para conocer la situación real del país bajo
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guerra. Los blogs son usados tanto por particulares, como periodistas; ciudadanos americanos,
europeos o árabes (Villate, 2005).
En Irak las nuevas tecnologías hicieron eclosión y posibilitaron tanto la censura, como los
caminos para burlarla. Dijeron los académicos Islas y Gutiérrez: “En el caso de la guerra en Irak,
los weblogs se establecieron como principal fuente de información del cibernauta. Rápidamente
fueron reconocidos como warblogs: sitios independientes en Internet con información de
cualquier tipo concerniente a la guerra”.
En todo caso, el decaimiento de la prensa tradicional y el florecimiento de los blogs se
puede ver referenciado en los premios Pullitzer de los norteamericanos. En dos años de guerra,
los medios escritos sólo recibieron un premio.
BIBLIOGRAFÍA:
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Chasqui, nro. 82, 2003.
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única, 20 años después”, en Telos, nro. 41, marzo/mayo de 1995.
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masiva”, en Chasqui, nro. 82, 2003.
FISK, Robert (2005): “Periodismo de Hotel”, en Otra Realidad, 19/6/05, www.otrarealidad.net
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RAMONET, Ignacio (1998): La tiranía de la comunicación. Madrid, Debate.
SEATON, Jean (2000): "Las nuevas guerras 'étnicas' y los medios de comunicación. Sobre las
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SIERRA, Francisco (2000): "Guerra informativa y sociedad televigilada. El discurso de la
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TANELLO, Fabricio (2000): "El lenguaje de la guerra, las palabras de los medios. Cuando
hablan las bombas", en Voces y Cultura, nro. 15, I semestre de 2000.
JAVIER VILLATE (2005): “Informarse e informar sobre la guerra”, en Diariored.com,
19/6/05.
1
El Maine estaba anclado en el puerto de La Habana cuando el 15 de febrero de 1898 explotó y murieron más de
200 hombres. Según las fuentes la explosión fue accidental, provocada por los españoles o por los propios
norteamericanos. Cualquiera haya sido la causa, lo cierto es que se convirtió en la excusa para que Estados Unidos
interviniera en el conflicto contra España.
2
Se trata de la construcción de la "comunidad imaginada" de la que habla Benedict Anderson (1985).
3
El senador estadounidense Mac Carthy encabezó la persecución de ciudadanos norteamericanos sospechados de
actividades antiamericanas, es decir, de simpatizar con el comunismo. Fueron tiempos de censura para actividades
políticas y culturales.
4
Ryszard Kapuscinski es un periodista polaco que cubrió conflictos bélicos, especialmente del llamado Tercer
Mundo, aplicando la rutina de vivir en el lugar para contarlo, lejos de los informes oficiales.
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