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reseña
Recibido
10 de octubre de 2005
Páginas
De la 269 a la 273
ISSN: 1885-365X
ficha del libro
título
El déficit mediático.
Donde España no converge con Europa
autor
Bernardo Díaz Nosty
editorial
Edicitorial Bosch, Barcelona, 2005
reseñado por
Patricia González Aldea
Universidad Francisco de Vitoria
E
l catedrático de la Universidad de Málaga, Bernardo Díaz Nosty, impulsor y Director en los años noventa de varios informes realizados por Fundesco y la Asociación de Periodistas Europeos sobre el papel de los medios de comunicación
en la construcción europea así como la imagen proyectada por dichos medios sobre esa
realidad, aborda en este caso un interesante estudio que pone de relieve una hipótesis
de partida que es la de la existencia de un déficit mediático en España, que estaría relacionado no tanto con barreras económicas sino con el que el autor denomina “diferencial
de conocimiento o distintas sedimentaciones mediático-culturales”.
A lo largo de casi 300 páginas y utilizando el análisis comparado los resultados nos
muestran la imagen de “dos Europas mediático-culturales”, con dietas claramente diferenciadas: por un lado la del sur de Europa, donde se encontraría España, “rica en ingredientes audiovisuales”, orientada al espectáculo y el entretenimiento, frente a países del
centro y norte de Europa con una más dieta rica en otros ingredientes como periódicos,
revistas y orientada a la información. Los dos polos de esta dualidad europea se fijan en
los casos de España y Suecia.
El libro está estructurado de forma muy equilibrada en tres grandes capítulos de aproximadamente la misma extensión más una breve introducción, que van de lo general a lo
particular. Del diferencial del conocimiento al análisis de la convergencia mediática en la
Unión Europea, para concluir con el caso español y sus características.
La hipótesis del diferencial del conocimiento fue formulada en los años setenta por tres
sociólogos norteamericanos de la Universidad de Minnesota constatando la existencia de
una relación entre las clases, el hábitat y los consumos mediático-culturales. Para Díaz
Nosty sin embargo habría que ajustar esta hipótesis del diferencial con el plano de la formación y el conocimiento previos. En este sentido asegura que “no se trata de confrontar
estrategias de clase, sino constatar la existencia de capas sociales desiguales en cuanto
a sus prácticas culturales”.
Revista Comunicación y Hombre · Número 1 · Año 2005
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Tras analizar los códigos que utilizan los
medios así como las audiencias más sensibles el autor desemboca en la llamada
dependencia audiovisual ejemplificado en
el caso español donde “la recepción de la
televisión se sitúa en torno al 72 por ciento
del total de los consumos mediático-culturales, porcentaje que desciende por debajo del 50 por ciento en el caso de Suecia”.
En el segundo capítulo titulado“La convergencia mediática en la Unión Europea”
se explican las bases y criterios para llevar
a cabo el análisis comparado. Los datos
utilizados proceden de una encuesta realizada en otoño de 2001 sobre una muestra
de 16.200 individuos sobre las prácticas
culturales de los europeos. Y los datos
empleados en el análisis de contraste proceden básicamente del Eurobarómetro. Se
fijan dos planos comparativos de hábitos
y consumos mediático-culturales: España
con el conjunto de la Unión Europea y con
respecto a Suecia.
La comparación de los gastos culturales
de los hogares europeos ponen de relieve
“dos hechos sorprendentes que sitúan a
España en una posición crítica. El primero, que el gasto de los hogares españoles
con mayor poder adquisitivo en cultura es
el más bajo de la UE, inferior incluso al de
Grecia. El segundo, aún más relevante si
cabe, que el gasto del 20 por ciento de
los hogares españoles con mayor capacidad de compra es inferior al de suecos,
daneses e irlandeses pertenecientes al
segmento socioeconómico menos favorecido”.
Es, no obstante, en el hábito de la lectura de periódicos donde análisis comparativo arroja mayores diferencias en cuanto
a la dieta mediática en Europa: “El índice
medio de difusión de los cuatro países del
norte es de 323,1 ejemplares por 1.000
habitantes, 3,5 veces superior al de las
cuatro naciones del sur (93,7)”. Las diferencias entre el norte y el sur se refieren
también al porcentaje de mujeres lectoras
que muestra que cuanto más bajo es el índice de consumo menor el número de lectoras, y lo mismo sucede con los jóvenes
lectores. Y la razón de estas bajas cifras
no tienen tanto que ver con el precio del
periódico como con los hábitos previos o la
inexistencia de políticas públicas.
Otra diferencia en el consumo de medios se refiere al tiempo que pasan los
españoles frente al televisor, que es un
34% superior al que dedican los suecos,
y que se acerca a las tres cuartas partes
del conjunto de prácticas y consumos.
Para el autor la televisión en España ha
sufrido “la degradación intervencionista
gubernamental” que ha conducido a una
baja credibilidad de este medio, que los
estamentos más exigerntes han buscado
en la alta calidad de la prensa española de
referencia. Se explica así la llamada paradoja de Merril, según la cual a pesar del
bajo número de lectores la prensa española tiene credibilidad y calidad.
El tercer gran capítulo del libro analiza
el sistema español de medios y de alguna
forma reitera algunas ideas expuestas anteriormente. Es especialmente crítico con
la falta de cumplimiento por parte del sector audiovisual, incluidos los operadores
públicos, de las directivas europeas “que
deberían haber servido para mantener una
ley de mínimos”, así como las dificultades
para la creación de un Consejo Audiovisual.
El autor agrupa en 11 los rasgos del sistema español de medios que reflejan ese
déficit democrático, como son: El peso
dominante del emisor, perfil comercial, la
orientación al entretenimiento y espectacularización de la información, la valoración del profesional según la audiencia, el
abandono de su papel por parte de la televisión pública, la gubernamentalización
de los informativos públicos, diferencias
de consumo mediático entre el norte y sur
de España, el abandono de responsabilidad social en las prácticas mediáticas, la
ausencia de instancias de regulación y autorregulación, la degradación mediática de
la lengua española y la escasa organización profesional y ciudadana en torno a los
valores de la calidad. Todo este déficit conduce a la hipótesis de la democracia degradada.
Reseñas
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El sistema de medios español, según la
clasificación de Hallin y Mancini realizada
en cuanto a la relación que estos mantienen con los sistemas políticos, correspondería al modelo de “pluralismo polarizado”
que consiste en una prensa de baja circulación y políticamente orientada, gubernamentalización de los medios, baja profesionalización y desregulación salvaje.
En definitiva, en este libro se demuestra que la velocidad de la convergencia
económica es mayor que la cultural que
requiere otro tipo de estímulos. En el caso
de España en concreto es necesario un
consumo mediático-cultural más diversificado y equilibrado, para superar esa falta
de convergencia mediática, que produce
como consecuencia carencias en la cultura democrática.
Díaz Nosty reabre no sólo el debate académico siguiendo la línea de sus trabajos
de los años noventa, sino que aporta vías
y soluciones para corregir ese déficit que
puede tener consecuencias tan graves o
mayores que las derivadas de la ausencia
de una convergencia económica en Europa.
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Reseñas
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RESEÑA
“El sueño europeo”
Patricia González Aldea
4
páginas
(de la 269 a la 273)
Revista Comunicación y Hombre · Número 1 · Año 2005
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