CATEDRA EDUCACION Y SALUD LIC. GUADALUPE VERGARA SEGUNDO CUATRIMESTRE 2003 INTERACCION APRENDIZAJE DOCENTE-ALUMNO EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA INTRODUCCIÓN El proceso de enseñanza-aprendizaje es un proceso que nos implica tanto a los docentes como a los estudiantes. Es deseable que, en este proceso, los docentes seamos facilitadores, lo que implica que estemos más interesados en que los alumnos aprendan que en enseñar. El éxito del proceso depende tanto de nuestras contribuciones como docentes contri de las de los alumnos. La relación con el docente puede llevar al alumno a hablar y actuar de una forri1a determinada. Los alumnos reciben las influencias de las diferentes maneras en que los docentes pensamos, hablamos y actuamos. No podemos olvidar la importancia que tiene el docente como modelo identificatorio, el cual el alumno incorpora en forma más o menos conciente y más o menos crítica. Lo que el alumno aprende no es solo, el contenido que se enseña, sino también el tipo de vínculo educador-educando que se da en la relación. La actitud y la aptitud del docente son claves para que el proceso pedagógico alcance los objetivos previstos. En la relación docente-estudiante, el conocimiento de la asignatura por parte del docente es una condición necesaria pero no suficiente. Este conocimiento se presenta, se recibe, se comparte, se controla, se discute, se comprende o se comprende mal, tanto por docentes como por alumnos. . Analizar la relación pedagógica desde la perspectiva de los sujetos, indagar las actitudes recíprocas de alumnos y profesores puede abrir mas posibilidades para alternativas de cambio. Como docentes sabemos que en la relación pedagógica los sentimientos y las actitudes constituyen un ingrediente importante, aunque quizás no son tenidos en cuenta en los programas de formación docente. La estructura educativa actual tiende a ignoramos a los docentes y a los estudiantes como sujetos del proceso, sometiéndonos al aparato institucional y excluyendo nuestra capacidad de iniciativa. Toma lo científico como lo objetivo, lo no contaminado con pareceres personales; lo subjetivo entonces pertenece a un mundo en el que no habría que caer. Queremos pensar el rol docente desde una variable poco considerada en la práctica: la subjetividad; y enfatizar su papel como trascendente en el proceso de enseñanza y del aprendizaje. Conocer su incidencia para reconocerla y reconocemos como seres humano:; totales. CONCEPCIONES Los diferentes modelos educativos llevan implícitos una concepción de la relación docenteestudiante. Hay docentes con un estilo de enseñanza formal y tradicional que hacen hincapié en que el estudiante adquiera conocimientos actuales, desarrolle una memoria precisa y sea capaz de dar una respuesta correcta. No se ocupan de favorecer el desarrollo de perspectivas mutuas, sino de imponer sus conocimientos en la memoria de los alumnos. El carácter y alcance de este conocimiento no es discutible ni puede ser cuestionado por los estudiantes. El docente busca que el alumno acepte y comprenda lo que él ya sabe; coloca así al educando como un sujeto pasivo, receptor de datos. La actividad general está caracterizada por el quietismo: escuchar, copiar, escribir. No se fomentan las preguntas ni otra forma de participación activa. El mejor alumno es el que atiende, no se mueve ni habla. La interacción grupal es una variable casi desconocida en la enseñanza tradicional. El docente tradicional utiliza uña metodología casi exclusivamente expositiva. Los libros se convierten en la receta del saber existente. Su conocimiento, retención y repetición son el objetivo del aprendizaje. Sin embargo, la metodología expositiva no debe ser desvaloriza- da; su utilidad depende del uso que le demos los docentes. En este sentido existen dos posturas docentes: el gran orador que no recibe la retroalimentación por parte de los estudiantes, y el docente que utiliza una técnica expositiva interactuando y estableciendo vínculos con los estudiantes. El mejor resultado de este modelo pedagógico es el desarrollo de la memoria como la capacitación para repetir esquemas fijados. La afectividad en juego en el aprendizaje no se utiliza en general para favorecer este proceso. Otros logros alcanzados corresponden a adquisiciones individua- les independientes del modelo metodológico. En este modelo educativo no se promueve la creatividad, la transformación, ni el saber: En esta relación educador- educando, puede suceder que el docente solamente reconozca la razón de su existencia como tal en la falta de conocimiento del alumno, y éste, a su vez, reconoce el rol del educador a partir de su sentimiento de ignorancia. Ambos desconocen que en su interacción se potencia la riqueza del proceso educativo. Otros docentes tienen un enfoque educativo más progresista y humanista donde hay una búsqueda de una comprensión compartida entre el educador y el educando. El docente no se promueve como la única fuente de información. Momento Pensando en su propia experiencia. ¿Cuál de estas modalidades se para la aplica más a su práctica docente? REFLEXlON El alumno es el centro del proceso de aprendizaje. Es el agente activo y protagónico de su propio desarrollo. El docente espera que hable y discuta acerca de su propia visión del problema por lo que el alumno debe procurar entender lo que se dice para dar sus opiniones propias. La pro- puesta es promover la actividad pensante del alumno. La afectividad juega en esta propuesta educativa un papel activo promoviendo la búsqueda de información. El educador utiliza una metodología activa, participativa y elaborativa, así como la exposición en clase permitiendo la retroalimentación. En el proceso los libros resultan un recurso útil entre otros recursos, brindando no contenidos dogmáticos sino material de discusión para contrastar frente a las vivencias y experiencias tanto de los alumnos como de los docentes. El aprendizaje es un proceso de elaboración personal resulta- do de la participación activa y planificada. Este tipo de docente está atento a la interacción grupal, ya que: ésta es uno de los recursos principales para1a participación activa. Aquí, la tarea en el grupo no sólo es un fin sino que se transforma en un medio para aprender a escuchar a los demás, comprenderles y refutarles. Esto genera un modelo dialéctico de aprendizaje donde surgen tesis, antítesis y síntesis provisorias. Una educación humanista favorece un aprendizaje con mejores resultados a nivel de conocimientos y destrezas, de actitudes y motivaciones, capacitando al estudiante para un comportamiento libre y responsable. LA SUBJETIVIDAD EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA -APRENDIZAJE Todo ser humano participa de un contexto sociocultural. La interacción en este contexto es un proceso consustancial con el fenómeno de la vida humana. Por interacción designemos un acontecer de campo entre dos o más personas, que consiste en que cada una de ellas ejerce sobre las demás un efecto, lo cual significa que influye sobre las otras, al mismo tiempo, que es influido por ellas. Los comportamientos de un ser humano, específicamente en este caso de los docentes, están dirigidos hacia los otros (los alumnos), (1 bien son reacciones ante ellos. Siempre, aún faltando la presencia física del otro, hay una influencia de los demás (padres, docentes) cuyas pautas de conducta hemos internalizado al tomarlos, inconscientemente, como modelos. Mensaje LLA VE En la práctica docente muchas veces surge la necesidad de integrar aspectos de ambas modalidades como forma de lograr un proceso de enseñanza- aprendizaje más efectivo. El docente a partir de sus conocimientos, sus experiencias y sus habilidades rescatará de cada una lo que favorezca la dinámica del proceso educativo. La relación que establecemos los docentes con los alumnos es una de las tantas relaciones interpersonales que se dan en nuestra vida. Como docentes estamos sometidos a presiones institucionales, a condicionantes del contrato didáctico y también a nuestros deseos conscientes e inconscientes. Lo mismo les sucede a los alumnos. El proceso de aprendizaje depende en parte del clima favorable que se genera en el salón de clase. El aula nos ofrece un ámbito artificial y protegido donde docente y alumno interactúan como personas totales, con nuestras historias, con nuestros conocimientos y afectos, con nuestras determinaciones sociales. Los docentes somos ampliamente responsables de la creación de este clima. Nos exponemos a la mirada de los alumnos; nuestros comportamientos y nuestro cuerpo, están expuestos. Nuestras actitudes. la forma en que nos dirigimos a los estudiantes, la capacidad de escuchar y de dar respuesta a las inquietudes de los mismos, favorecen la interacción entre educadores y educandos y la valorización de estos últimos, creando un clima de armonía facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje. Es así que el proceso educativo está basado no sólo en el saber, sino también en los afectos que circulan entre docentes y estudiantes. Sentimientos, emociones, preocupaciones, preferencias y rechazos, siempre condicionan, y a veces incluso determinan, los logros y dificultades del proceso. Por ejemplo, un docente que enfatiza el intercambio con los estudiantes favorece la motivación en los mismos, que perciben que son valorados como sujetos del proceso de enseñanza-aprendizaje. El profesor motivado, dedica esfuerzo al proceso y asume una actitud cuidadosa y responsable en la evaluación de los alumnos. Por su parte, en los estudiantes se genera interés y dedicación a la tarea. La afectividad está en la base misma del desarrollo de la personalidad y por ende de la vida intelectual y social del individuo. Por tanto es fundamental analizar el tipo de vínculo que se genera en la relación pedagógica. Los docentes enseñamos de forma implícita al alumno modos de vincularse con los otros y con la realidad, en función de las formas de relación pedagógicamente vividas. El eje de esta relación serán los objetivos que orientan la labor, los contenidos seleccionados y los métodos, que harán una relación compleja y dinámica. El vínculo pedagógico puede acompañar el proceso de crecimiento y desarrollo de los sujetos, pero también puede generar un vínculo de dependencia, por el cual el individuo ya liberado de sus vínculos primarios, seguirá buscando otros que le brinden amparo y seguridad. Profundizar en la interacción docente- estudiante nos lleva a considerar nuestro papel en el grupo de clase. El grupo de clase es una configuración humana, dinámica y cambiante, cuyo número de miembros hoy, supera en general los limites de los grupos pequeños (hasta 30 miembros) pero que permite el establecimiento de relaciones personales, que tiene cierta permanencia, y donde la interacción, si bien se regula en principio por normas de tipo formal, no excluye la posibilidad del surgimiento de relaciones más fluidas. Esto genera comúnmente la formación de subgrupos fundados en relaciones de afinidad y simpatía. Como docentes ocupamos dentro del grupo un rol de líder formal o institucional. En gran medida contribuimos a generar no sólo la cohesión, sino también la atmósfera y la moral del grupo. Al liderazgo formal que ejerce todo profesor según su status, debe agregarse para ser un buen líder, en el verdadero sentido, aptitudes pedagógicas que le permitan asumir ejecutivamente el papel de facilitador del grupo en el proceso del aprendizaje. Cuando los docentes asumen como líderes un estilo DOCENTE Rígido: Ordena sin persuadir Fiscaliza sin orientar GRUPO Elude responsabilidades Produce menos en ausencia del docente Paternal: Contenta a todos Elogia indiscriminadamente Sólo su criterio le parece válido. Se muestra sumiso Denota dependencia Carece de iniciativa Despreocupado: No asume responsabilidades No fija metas No ayuda al grupo a decidir Queda sin dirección No tiene fines No produce Sentimientos de fracaso, frustración e inseguridad Sentimiento de pertenencia al grupo El trabajo entusiasma Se asumen cada vez mas responsabilidades Los conflictos y los problemas son escasos Democrático: Asegura la participación en los planes y programas. Explica razones y persuade. Distribuye elogios y críticas según el rendimiento. Mensaje LLA VE El docente debe poner de manifiesto el respeto y el aprecio por los alumnos, incentivar la participación y estar atento continuamente a la retroalimentación de los alumnos en la orientación del proceso de enseñanza- aprendizaje. Esto permite al docente mantener un liderazgo empático con los estudiantes. Las aptitudes didácticas que el docente debe manejar adecuadamente: Aspectos físicos: es deseable que el docente maneje una movilidad adecuada, caminando por el salón sin distraer la atención, utilizando la comunicación no verbal (expresión de la cara y movimiento de las manos), para reforzar el discurso, con un volumen y tono de voz que sea escuchado por todos los alumnos. Métodos de enseñanza: activos (en los que el docente escucha y favorece la opinión de los alumnos, pudiendo, en función de éstas, realizar modificaciones en la programación del curso) y/o pasivos (donde el profesor se limita a transmitir los contenidos al auditorio). Conocimiento de aspectos pedagógicos y didácticos. La relación pedagógica es ante todo una relación de comunicación. Es así que en el espacio de la clase hay efectos inconscientes que provienen 'tanto de nosotros, docentes, como del alumno. En las mismas palabras con que se designa el acto de enseñar se puede entrever la fantasía inconsciente subyacente: profesor, formador, maestro, educador. Las palabras denotan el sentido de formar, modelar, transformar, manipular; nuestro deseo de influir, de ocupar en el otro un lugar. Otros deseos propios de la naturaleza humana, que quedan de manifiesto son los de ser escuchado, atendido, e incluso admirado y considerado particularmente importante. Los docentes somos sujetos de supuesto saber. Esta atribución de los demás genera en nosotros sentimientos placenteros. Pero, debemos poder admitir que vamos a decepcionar, ya que el lugar que el estudiante nos asigna es un lugar imaginario, distinto del saber que realmente tenemos. El rol docente es un espacio de poder, allí se nos ofrece la posibilidad permanente de imponer a los otros nuestra voluntad. Como docentes calificamos, legitimamos, proponemos e incluso a veces imponemos puntos de vista y estamos avalados para hacerlo. Y, muchas veces, sin tener tiempo ni espacio para reflexionar sobre nuestro quehacer cotidiano, imponemos no sólo criterios institucionales sino también personales, responsabilizando incluso a la institución como si no formáramos parte de ella. Lo que sucede es que la institución en sus aspectos representantes de la estructura dominante, crea dispositivos materiales y propone discursos de apariencia científica que condicionan a los sujetos. Esto nos aproxima al tema de la vinculación entre la enseñar.za y el sistema social. La situación contextual social, económica y política, tanto como la personal e interpersonal, operan como subtexto, generalmente inconsciente, que determina, aunque no mecánicamente, el texto del acto educativo. Debemos entonces considerar los dos aspectos del proceso educativo, la socialización humana y la socialización alienante. Los docentes somos agentes socializantes que podemos con nuestra propuesta educativa reproducir el sistema social u ofrecemos como modelos de cambios críticos. Se enseña tanto con lo que se enseña como con lo que no se enseña, y muchas veces lo que no se enseña es lo vital. En la situación pedagógica no solo importa 10 que como docentes sabemos sino, sobre todo, lo que podemos hacer con nuestro conocimiento. La situación pedagógica compromete aspectos narcisistas de nuestra personalidad. Esto puede llevamos a sentimos progresivamente omnipotentes, o por el contrario, incompetentes. Esta ambivalencia implica aprender a manejar adecuadamente la distancia afectiva entre nosotros y el estudiante. No debemos estar ni tan cerca del estudiante de forma de confundimos afectivamente con este, ni tan lejos que no lo podamos comprender. Debe mediar una distancia razonable que favorezca la discriminación de los roles de ambos.En la relación docente-estudiante se movilizan aspectos inconscientes de la historia personal de cada uno. El docente por su lugar en relación al conocimiento subroga, desde el punto de vista inconsciente, a las figuras parentales. El estudiante, por su similitud o diferencia de edad con el docente, puede ser vivido como un compañero, un hijo, un sobrino, etc. Docente y estudiante reciben, de forma más o menos consciente, esta depositación de sentimientos y reaccionan a los mismos también desde sus historias personales. Las experiencias vividas en la historia personal de ambos participantes refuerzan el vínculo positivo o negativo entre ellos. La opción de una persona por la actividad docente implica distintas motivaciones. Conscientemente, la vocación de servicio, el deseo de compartir con otros las propias experiencias y conocimientos. En forma inconsciente podemos distinguir distintos deseos: Retorno a la juventud: El proyecto racional de enseñar puede recubrir el deseo de compartir experiencias con los jóvenes. La búsqueda del encuentro con los jóvenes nos confronta con la propia adolescencia, exponiéndonos a una prueba afectiva permanente. Existen docentes que en la relación pedagógica asumen una posición de complicidad placentera con los alumnos; estos docentes, en general, tienen dificultades para poner límites. Encontramos docentes que se enriquecen en el vínculo con los jóvenes y al mismo tiempo pueden aportar a la relación su experiencia. Hay docentes que toman actitudes muy severas hacia los estudiantes; no toleran ningún tipo de actitud «inmadura» por parte de los alumnos. Esta postura docente podría esconder el deseo de retorno a la juventud. El deseo de dar: Está implícito en la [unción docente el deseo de compartir el saber. Sin embargo, cada docente tendrá su estrategia: Los docentes que tienen tanto deseo de dar, tienden a «llenar» al estudiante, esperando que éste «recepcione» todos los contenidos transmitidos. Tener muchas ganas de dar puede indicar nuestra duda sobre la bondad de lo que damos. Los docentes que plantean el saber como una tentación, como algo que atrae, que mueve para saber más; que empuja a descubrir misterios, bus- can generar en los alumnos la inquietud por el conocimiento, favoreciendo el autoaprendizaje. En los docentes que tienen dificultad para compartir el conocimiento, se podría pensar que tienen miedo a quedar vacíos. Son docentes rígidos, que gustan de las clases magistrales donde tienen la posibilidad de dar hasta donde quieren, y, en general, no admiten preguntas por parte de los estudiantes. Son docentes que gustan de señalar al alumno su falta de conocimiento. El deseo de enseñar: Deriva de la necesidad inconsciente de dar, de colmar al otro, posiblemente para poder probarse que lo que uno tiene para dar es bueno. Existen docentes que por satisfacer sus ansias de dar no dan lugar a la participación de los alumnos en el proceso de aprendizaje. Son docentes que llenan de contenidos sus clases, abundan en explicaciones redundantes. En general no toleran que el estudiante no comprenda lo que se está explicando ya que esta actitud cuestiona la bondad de lo que están dando. Hay docentes que tienen conciencia de que el proceso de enseñanza- aprendizaje depende tanto de las contribuciones del docente como de la de los estudiantes. Logran un equilibrio dinámico entre su deseo de enseñar y el deseo de aprender de los estudiantes, escuchando las propuestas de los alumnos e integrando aquellos aspectos pertinentes Otros docentes tienen dificultades para hacerse entender por los alumnos. Son aquellos docentes «que saben muchísimo pero no saben explicar». Esto podría señalar una dificultad para concretar su fuerte deseo de enseñar. Encontramos docentes en quienes el deseo de enseñar no está privilegia- do. El profesor poco motivado, dedica poco esfuerzo al proceso y está mentalizado para evaluar negativamente a los alumnos. Una actitud negativa del docente es fácilmente detectada por los estudiantes, que perciben que son poco valorados por el profesor, y en consecuencia se desmotivarán fácilmente. Momento para la ACCION Anote las reflexiones personales acerca de sus actitudes como docente e intente inferir de éstas sus deseos. …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… Desde la perspectiva psicológica, se pueden explicar ciertos comportamientos docentes en los que, subyacen deseos inconscientes vinculados con la seducción y la autoridad. Seducción: La seducción es una cuestión de grados, ya que se trata de un componente natural del deseo de enseñar. Seguramente todos los docentes mantenemos algunas de estas formas de seducción. Hay docentes que satisfacen todos los deseos del alumno, por lo que obturan el deseo de aprender de éste. Esto podría indicar la necesidad del docente de que el estudiante quede en el lugar de quien lo ama. Existen docentes que cuanto más queridos se sienten por los alumnos, más les dan. Estos docentes podrían estar, inconscientemente, forzando al estudiante a quererlos a cambio de brindarles conocimientos. También están los docentes que solo trabajan con los estudiantes destacados pues les devuelven una imagen narcisista satisfactoria. Los alumnos desplazados se ven impulsados a hacerse notar buscando diferentes estrategias más o menos adecuadas. En un extremo encontramos el alumno que permanentemente molesta como forma desadaptativa de llamar la atención, y en el otro extremo se encuentra el alumno que intenta I halagar al profesor dándole la razón, imitándolo. Algunos docentes otorgan todo tipo de facilidades a los alumnos, lo que implica cierta desvalorización de los estudiantes por parte del profesor. Implícitamente promueven el aprendizaje de cómo evadir responsabilidades. Este tipo de relación pedagógica podría indicar la necesidad del docente de hacerse querer 'a cualquier precio. No hay que olvidar que la seducción es un poder enmascarado. Encontramos docentes que manejan una cierta seducción narcisista que hace que docente y estudiante se califiquen mutuamente. Estos docentes se sienten gratificados promoviendo que el alumno aprenda por sí mismo. Este tipo de relación pedagógica mostraría el deseo del docente de verse reflejado en un estudiante crítico. Los docentes cuya relación con los alumnos consiste en desatender sistemáticamente aquello que se desconoce a los efectos de trabajar sobre lo conocido y seguro, podrían estar obturando lo que define a un investigador: la desconfianza ante 10 obvio, ante el dogmatismo radical, el compromiso social y la honestidad intelectual. El deseo del profesor podría ser mostrarse como omnisapiente al ocultar sus dudas, dejando ver exclusivamente lo que sabe. El corre lato de esto es un alumno que siente que solo puede aspirar a fragmentos de conocimiento presentados como indiscutibles. Momento para la REFLEXION ¿Cómo maneja Ud. la seducción en la relación con los estudiantes? El docente hace una renuncia a su responsabilidad cuando le da al estudiante lo que cree que éste espera, para captarlo y hacerse amar. Muy diferente es estar a la escucha del estudiante eü el sentido de poder respetar al otro, su preferencia. Esto no es sinónimo de darles lo que esperan, ni exime de asumir las propias exigencias. Autoridad y límites: Existen docentes que usan la autoridad sustentada en promover la culpa del alumno. Estos pueden ser profesores que dan gran importancia a la calificación obtenida por el estudiante, resaltando en general las dificultades encontradas en el proceso y no los logros, con lo que el alumno podría sentirse amenazado con lo que no sabe. Se ubican en un lugar de docentes muy dedicados que obtienen poca respuesta por parte de los estudiantes. Estos docentes podrían estar asumiendo el rol de «padres castigadores». Encontramos docentes que utilizan su lugar de autoridad en la relación con el estudiante, estableciendo un vínculo en que el alumno queda so- metido a las expectativas del docente como requisito para aprobar. Es- tos docentes podrían estar asumiendo un rol de «padres autoritarios». Los docentes que soportan con firmeza y sin violencia las reglas convenidas en la relación pedagógica, son capaces de poner límites al mismo tiempo que de negociar con los estudiantes, permitiendo un intercambio que favorece el proceso de enseñanza-aprendizaje. Mensaje LLA VE Estas modalidades podrían hacemos pensar en "buenos" y "malos" docentes. Estos son solo esquemas. La realidad implica mayor complejidad. En cada uno de nosotros como docentes confluye más de una modalidad. A su vez, según el grupo con el que estamos trabajando pondremos en juego diferentes aspectos personales. Momento para la ACCION Discuta con sus compañeros el manejo de la autoridad y anote sus propias conclusiones. ……………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………… ……………………………… Las fantasías del docente activan su deseo de enseñar. Sin embargo, no debemos perder de vista nuestra responsabilidad hacia los alumnos. Estos deben poder encontrar en el intercambio con los docentes y en el grupo de clase, un lugar adecuado para vivir el deseo de compartir el saber y no solamente la complicidad afectiva. ALGUNAS REFLEXIONES. El proceso de enseñanza-aprendizaje implica sobre todo una relación de comunicación. Cuando docentes y alumnos se comunican existe realmente la posibilidad de que reuniendo sus experiencias, lleguen a un nuevo nivel de comprensión más complejo del que poseían antes. Esta es una tarea ardua y que muy a menudo no se logra. El modo como buscamos, conseguimos, perdemos, o incluso evitamos la comprensión en el diálogo cotidiano con los alumnos, nos revela la comunicación de conocimientos en un sentido amplio que incluye modos de actuar frente al mundo. El perfeccionamiento y la actualización en la tarea docente, se con- vierten hoy, por las exigencias del momento que nos toca vivir, en tarea de auto crítica, auto formación y autogobiemo. Nuestra época, cuya característica predominante es el cambio, nos obliga a una continua revisión de nuestros esquemas de actitudes de valoraciones. Los docentes hemos adquirido ciertos hábitos, hemos montado ciertas estrategias, ciertos mecanismos conscientes e inconscientes que nos resultan útiles en la práctica cotidiana. Sin embargo, en la interacción con los estudiantes siempre se presentan situaciones críticas, que hacen necesario desmontar estos mecanismos. Cambiar nuestras actitudes provoca siempre ansiedad. Frecuentemente, lo que hacemos en forma habitual nos da seguridad. Lo nuevo aparece como peligroso, como lo que atenta contra nuestros conocimientos, lo que nos confunde. Los momentos de crisis en la relación docente-alumno son vividos con ansiedad y confusión, pero, no debemos olvidar que, estos momentos conllevan el germen del cambio. En tales circunstancias, el cambio es experimentado como la pérdida de la base de sustentación. Los docentes estamos entonces frente al desafío de afrontar las ansiedades que moviliza todo cambio, para ir así aproximándonos a una propuesta educativa transformadora. Lo anteriormente expuesto pone de manifiesto la necesidad de que el docente desarrolle una actitud crítica y comprometida, que le permita entender la interacción entre el rol del estudiante y el suyo propio. La comprensión del proceso de enseñanza y de aprendizaje debe reflejarse entonces en propuestas educativas que promuevan una interacción favorecedora del desarrollo creativo del estudiante. Momento para la EVALUACION Haga un análisis crítico de su forma de interactuar con los estudiantes. Enumere sus principales dificultades y cuales considera factibles de resolver. …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………………