Enero 4, 2011 Alma Elena Piceno Martínez Refexiones acerca de “El hacedor de estrellas” Este libro comienza narrándonos como un hombre de la Tierra, repentínamente sale del planeta e inicia un viaje intergaláctico. Hace esto abandonando su cuerpo material y viajando por medio de su mente. Buscando llegar de vuelta a la Tierra encuentra un planeta muy parecido habitado por criaturas muy parecidas a los humanos y atravesando una situación parecida a la que los humanos se enfrentaban en el momento en que partió de la Tierra. En este planeta habitó el cuerpo de un nativo, de esta manera podían compartir, además del cuerpo, sus pensamientos, emociones y sensaciones, aunque cada uno conservaba su individualidad y se sentía como una criatura distinta a la que el otro era; después de un tiempo el nativo se le unió en su viaje astral. Juntos visitaron muchos mundos, limitados por su capacidad de concebir distintos mundos, lo que yo diría incapaces de imaginar mundos muy distintos a lo que ya conocían, al principio sólo podían viajar por el tiempo y el espacio para llegar a mundos parecidos a la Tierra, viviendo en momentos y situaciones parecidas a las en que habían vivido. Cuando la especie inteligente del planeta que visitaban se hacía muy diferente a las suyas, los viajeros simplemente perdían el contacto con ellas. Entre más planetas visitaban y más criaturas se les unían, fundiéndose en una misma mente, su visión se ensanchaba, su mente se abría, permitiéndoles conocer mundos cada vez más distintos, y de alguna manera, elevados. En este punto el libro me parecía un poco plano, por decirlo así, ya que los mundos que visitaban me parecían muy poco imaginativos, todas las experiencias relatadas me parecían muy obviamente sacadas de las experiencias terrestres del autor; y cuando éstas parecían hacerse más profundas el personaje que en la historia escribía el libro nos dice que para entenderlas necesitaba de las capacidades obtenidas en su viaje astral, y que en ese momento, restringido a sus capacidades humanas no podía describirlos adecuadamente, si apenas los recordaba, lo cual tiene mucho sentido pero para mi no hacía más interesante la histora. Por otra parte, el propósito del viaje astral que llevaban a cabo era llegar a conocer al Hacedor de Estrellas, por medio de sus experiencias en los otros mundos, con las otras especies, y de la elevación de sus pensamientos; ellos racionalmente no podían creer en la existencia del Hacedor de Estrellas, pero sentían que debía existir, y que debía ser bien la razón, el poder, el amor o una creatividad irracional, sin embargo, de algunas de las experiencias que vivían ellos no creían que pudiese ser algo de esto. De las razas que conocieron en esta primera parte la que me pareció mas interesante fue la de los aracnoides y los ictioideos, dos especies distintas, una crustácea y otra parecida a los peces; estos seres tenían inteligencias humanas y con el tiempo aprendieron que vivir en simboisis era bastante provechoso para ambos, así se creó una relación muy estrecha entre ambos, evolucionado juntos y llegando a tener una dependencia emocional y sicológica muy fuerte entre ellos. Posteriormente, priorizando sus relaciones simbióticas fue que lograron superar los problemas que se les enfrentaban como especies. Este tipo de relaciones simbióticas me parece muy interesante, y maravillosa, por el grado de dependencia que llegan a tener las especies, a pesar del alto grado de diferenciación y especialización que había entre ellos, y la amplia gama de ventajas obtenidas gracias a estas relaciones. Otras de las inteligencias humanas que los viajeros encontraron en su viaje que me pareció interesante y fantástica, porque en un principio me costaba imaginarlo y entenderlo, fueron las inteligencias formadas por varios organizmos, donde cada uno de ellos era un centro especializado de la mente, estos organizmos solos no poseían grandes capacidades, pero en conjunto formaban una mente integral y de una inteligencia elevada. Como ya he dicho, los viajeros al ir conociendo más mundos y encontrando a más viajeros llegaron a un momento de una gran lucidez y grandes capacidades en su mente conjunta, y fueron encontrando civilizaciones que ya habían superado la crisis social que ellos conocieron y llegaban a estar “despiertas” y viviendo en utopías. En este punto del viaje se encontraron con que un gran imperio, sirviendo a la locura, sometía a otros seres despiertos, y a veces a seres aun no despiertos, destruyendo a los otros seres despiertos de la galaxia. Los otros seres despiertos se unieron para intentar resistir el ataque de este imperio, pero eran superados tecnológicamente; entonces intervinieron los aracnoides e ictioideos, que ya se encontraban en un crecimiento mayor, un despertar mucho más profundo, separando telepáticamente a los constituyentes del imperio, que entonces caían desesperados por la separación, llevando al mismo imperio a una enfermedad que los destruyó. Es ahora cuando los viajeros, después de ponerse como propósito ayudar al despertar de más inteligencias, se dan cuenta de que además de su galaxia existen otras, e intentaron llegar a ellas. Sin embargo, al hacer esto se daban catástrofes, puesto que, como descubrieron, las estrellas eran seres vivos, y sus propósitos fundamentales eran el llevar a cabo correctamente su papel en la danza estelar y la comprensión del universo, por esto les molestaban las desviaciones que los viajeros intentaban hacer para llegar a los otras galaxias; sin embargo, y aunque la mente de las estrellas era muy distinta a la de los seres que los viajeros habían conocido, las estrellas, en sus ánimos por comprender, se unieron a la mente galáctica. Ahora esta mente galáctica, dándose cuenta de que pronto moriría, y al tiempo que aseguraba su persistencia usando la ciencia que ya conocía, hizo contacto con otras mentes galácticas, y las mentes de las nebulosas, que uniéndose todas formaron una mente cósmica. Fue entonces que esta mente cósmica tuvo conciencia del hacedor de estrellas, lo percibió como un sol irradiando luz fuera del mismo cosmos. El Hacedor de Estrellas había creado muchos universos, sin embargo su relación con ellos no era mucho más profunda que la de un artista con su obra, y cada uno de estos universos es más perfecto que su antecesor. La mente cósmica veneraba al Hacedor de Estrellas, así como a sus creaciones, aunque una gran parte de estas, así como de los propósitos de aquel, quedaban fuera de su comprensión. Ahora la mente cósmica emprendió un viaje hiper-cósmico a través de muchos de estos cosmos. En la mayoría de estos existían dos universos secundarios, uno “bueno” y otro “malo”, obedeciendo a una naturaleza dual del Hacedor de Estrellas, a los que las criaturas iban después de su muerte. En esto nuestro viajero encontró crueldad, más aún así veneraba al Hacedor de Estrellas y su naturaleza dual. Legaron al cosmos de nuestro protagonista, la actitud del Hacedor hacia este era muy distinta, el Hacedor de Estrellas amaba a las criaturas de este cosmos. El último cosmos visitado era demasiado sublime para la comprensión de la mente cósmica; este era el cosmos último, el más perfecto. La historia finaliza cuando el protagonista siente nostalgia por la Tierra y su hogar en ella y decide regresar. Entonces ve todo su mundo y la crisis del espíritu en la que se sumerge, viendo como luces guías frente a ella nuestro átomo de comunidad y la luz de las estrellas símbolo de la realidad hipercósmica.