Noisy se convirtió en un barrio de promoción familiar, los

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17 de octubre de 2011
Proyección de la película “Joseph el rebelde”. Cine Capitol. Madrid. España
Mensaje testimonial del Movimiento Cuarto Mundo
Buenas noches a todos y todas:
Esta es la historia de un tiempo y un lugar concreto: Noisy le Grand, hace 50
años.
Noisy se convirtió en un barrio de promoción familiar y los barracones de latón
que dejaban ver la miseria a simple vista se convirtieron en bloques de hormigón
de una ciudad donde muchas familias seguían luchando por salir adelante.
Pero sigue habiendo muchos Noasis de bloques de hormigón en las ciudades de
nuestro mal llamado primer mundo y muchos Noasis de latón en los países en
desarrollo.
Cuando se edificaron los edificios de realojo seguramente el responsable político
o administrativo pensó:"ya tienen su casa, ahora que me dejen en paz y el que no
respete las normas que se va a la calle".
Después de 50 años el Movimiento Cuarto Mundo sigue presente en Noisy,
porque con casa o sin ella, esas personas siguen sometidas a normas de difícil
cumplimiento y siguen sin ser interlocutores válidos ni siquiera en los asuntos que
les afectan directamente.
Esta historia nos recuerda también lo que hemos vivido y seguimos viviendo en el
Movimiento Cuarto Mundo en España.
Cuando empezamos, hace 20 años, nos propusimos conocer a las familias que
viven en la extrema pobreza, buscando siempre a los mas pobres entre los
pobres: en el Pozo del Huevo, Sierra del Robledal, las Barraquillas. Siempre
buscando a la familia que tenía más dificultades, los que tienen menos apoyos
familiares, menos apoyo en el barrio. Se conoce siempre a los más pobres
porque piden a los otros pobres, no a los ricos.
Somos un grupo de personas que queremos erradicar la miseria, venimos unos
de situaciones más favorables que otros, pero nos hemos juntado para arrimar
hombro con hombro, para conocernos primero y trabajar juntos, aunando
esfuerzos para intentar llevar a cabo nuestro objetivo.
Hace años nos unimos para conseguir que el barrio del Pozo del Huevo
desapareciera con un buen realojo, lo importante fue la unión del barrio entre los
más necesitados porque había una orden de desahucio general y nos tiraban a
la calle a todos. Tuvimos un abogado que nos ayudó y muchas reuniones
permitieron que nos uniéramos. Era una lucha constante pero a marchas
forzadas. También se unieron varias asociaciones que trabajaban en el barrio.
Así aprendimos a conocer cuales son nuestros derechos. Por ejemplo el derecho
a un realojo, después de toda una vida en la calle. Finalmente Conseguimos
nuestro objetivo y ninguna familia se quedó en la calle.
El realojo ha tenido muchas cosas positivas: vivir en una casa más segura, sin
goteras, sin barro en la puerta. A muchos vivir en un piso nos ha dado
motivaciones en la vida.
Pero no todo ha sido de color de rosa. Hay gente a la que el realojo les quitó lo
que más querían, que era la libertad para verse con unos y otros, todos de la
misma condición, también que al ser realojados y ser muy pobres nos sentimos
vigilados continuamente. En las chabolas se podía sobrevivir la Renta minima y
en los pisos es casi imposible.
Ahora estamos asistiendo a los desahucios de muchas familias que en su día
fueron realojadas. Hemos hecho esfuerzos por adaptarnos a una realidad muy
diferente a la acostumbrada, hemos hecho esfuerzos por que los niños vayan y
aprendan en el colegio… Si no se cumplen ciertas normas te tiran a la calle. En
vez de buscar una solución, todo lo que hemos avanzado, todo lo que hemos
conseguido en tanto tiempo, se echa para atrás. Esto es una injusticia.
Por eso nos unimos para que estas injusticias no se las hagan a otras familias y
que antes de tirar a una familia a la calle se lo piensen, que lo estudien bien para
proteger de verdad a la familia porque ¿qué familia es protegida cuando la tiran a
la calle?. Por ejemplo, hay una madre que no puede acoger a sus hijos, ya
mayores, en su casa ni siquiera por un día. La institución dueña de su piso la
obliga a dejarles en la calle.
Para nosotros trabajar juntos es aprender juntos. Como dice una mujer con
experiencia de vida difícil: “Siento que con Cuarto Mundo me tratan como
persona, no como pobre, o inmigrante, o gitano. El aprendizaje es mutuo, no son
ellos los que nos enseñan y nos dicen lo que tenemos que hacer”.
Hemos tenido ratos buenos y malos. Porque la miseria es tan destructiva que
siempre vuelve, hay cambios pero igual que se dan pasos adelante, también se
dan pasos para atrás.
La miseria marca. Como hemos escuchado de personas con esta experiencia
que nos dicen: “Los mas pobres todos hacemos esfuerzos, luchamos mucho y
nadie nos hace caso. No tenemos libertad. A los pobres nos marcan y a nuestros
hijos también, porque acaban teniendo que hacer cosas que no quieren como la
delincuencia. Esto solo toca al más pobre, porque a los otros no les toca. Cuando
estás en la calle sin seguridad, más de 2 años… te vuelves loco. Es verdad que
hay personas que generan problemas… Pero ¿qué van a hacer ahora cuando
llevan toda la vida de un lado para otro? Si les hubieran dado una oportunidad en
su momento, si alguien les hubiera dicho “quédate aquí”, no serían como son
ahora”.
En estos años hemos ganado en la capacidad de hablar, de dialogar entre gente
diferente. Aquellos cuya palabra siempre fue ignorada nos dicen: “Siempre
supimos lo que teníamos que decir pero no sabíamos expresar bien las palabras.
Cuando nos habéis dado la confianza de que se nos escucha, hemos empezado
a transmitir nuestros pensamientos, para que a través de nuestra palabra se
conozcan todas las injusticias que vivimos. Antes nos escondíamos, ahora ya no.
Nos hemos atrevido a hablar un poco mas fuerte, defender nuestros derechos,
porque sabemos lo que podemos pedir. Hemos aprendido a tener más poder
sobre nuestra propia vida”
En este tiempo también hemos aprendido mucho en relaciones sociales. Para
amar hay que conocer y cuando nos conocemos nos hacemos amigos de gente
de otras condiciones, porque conocemos su cultura. Tiene que haber un
acercamiento mutuo para poder conocerse porque lo que no se conoce se juzga
mucho más.
Pero sobre todo hemos aprendido a no perder la esperanza. Cuando seguimos
unidos es porque tenemos esperanza. La esperanza de que la miseria, creada
por el ser humano, puede ser destruida si somos capaces de unirnos para luchar
contra ella. Una lucha por la dignidad, movida por el convencimiento de que cada
persona tiene algo realmente único que aportar a la humanidad. Una lucha en la
que, desde este convencimiento, os invitamos a participar. Porque todos
necesitamos de todos.
Muchas Gracias
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