ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA EMPRESA FAMILIAR Ricardo de Miguel Cordón Bufete De Miguel – Aguirre (Logroño) La insistencia, de nuestro apreciado gerente, me ha decidido a realizar unas breves reflexiones, sobre una cuestión, que aún cuando va mas allá del campo jurídicomercantil, al tener un gran protagonismo el Derecho Tributario, por los enormes beneficios fiscales que se pueden obtener de su adecuada reordenación, a mi juicio, somos nosotros, es decir, despachos de abogados que defendemos valores tradicionales en la relación con nuestros clientes, quienes más podemos aportar a los procesos de regulación de las “empresas familiares”, tan en boga en estos días. Esa relación de confianza que en nuestros casos, mantenemos como baluarte en la relación abogado-cliente, puede y debe ser determinante, a la hora de que nuestros clientes, decidan confiar en nosotros cuestiones de tanta trascendencia para el inmediato futuro de sus empresas. En la actualidad, venimos asistiendo a una casi frenética actividad de los grandes despachos de abogados, mediante su presencia en toda clase de jornadas, seminarios, simposios, conferencias, etc, encaminadas a explicar el paradigma de bienes y virtudes de la empresa familiar, con el claro objetivo de captar, potenciales clientes dentro de ese perfil, advirtiendo que, prácticamente la casi totalidad de las PYMES, son en esencia empresas familiares. Para ello, desarrollan activamente, lo que se ha venido en llamar “El Protocolo Familiar”, como el pilar o fundamento de los grandes principios que deben regir e inspirar a la empresa o empresas familiares, amen de teorizar, sobre la empresa familiar, permitiéndose en muchos de los casos, especialmente, cuando concretizan su labor, en la prestación de sus servicios profesionales, contra golosos estipendios, establecer “principios” o “máximas”, fuera del terreno obligacional, de difícil compatibilización con el derecho vigente, en las áreas que tales principios pretenden invadir, como muy concretamente nuestro derecho societario. Además parten, muy constantemente, a la hora de fijar conceptos de familia y su extrapolación al entorno empresarial, de criterios importados de países anglosajones, cuyos modelos difieren sensiblemente, por evidentes razones culturales, de los nuestros, así como a establecer estructuras organizativas que, teniendo tales referentes, hacen prácticamente imposible su aplicación a nuestras familias empresarias, en general, mucho mas modestas y que por tanto precisan de mecanismos mas simples que los prototipos propuestos. Resulta difícil imaginar, como en los grupos familiares españoles, vinculados por empresa en común, puedan operar órganos extraempresariales como, “el comité de vigilancia del protocolo”, “el consejo de familia”, “la reunión familiar”, etc.; en definitiva y a mi juicio, demasiados capitanes para tan pocos soldados. Sinceramente, debo confesaros, en la intimidad del “Grupo”, que soy un escéptico de la “idea” de empresa familiar; sin perjuicio de que crea en la necesidad de su existencia, y en la perdurabilidad, pero no en el seno del grupo familiar, sino de las sucesivas familias que generacionalmente se hacen con su control, “expulsando” a los colaterales, que anteriormente fueron integrantes, por línea descendente, de ese núcleo familiar controlador de la empresa (que nos van a decir a nosotros de los conflictos de interés en el seno familiar). La primera gran causa que motiva mi escepticismo, viene justificada, por la inexistencia generalmente de este modelo de empresa, como entidad autónoma, organizada y dotada de los medios técnicos, humanos y organizativos, capaces de desarrollar su actividad, es decir, afirmo la existencia de empresarios y la inexistencia de empresas; afirmo asimismo, la existencia de empresarios y la capacidad de algunos de ellos de crear empresa, momento éste, que cuando se culmina, curiosamente éstas desaparecen del control familiar para pasar a manos de las grandes compañías nacionales o multinacionales; por lo que las PYMES, se configuran como “canteras”, enormes o caldos de cultivo privilegiados, en las que hurgar, observando a aquellas que, de la mano de hombres capaces, llegan a desarrollarse, constituyéndose en auténticas empresas, para acto seguido, desplegar sus mecanismos financieros, ofreciendo sustanciosas plusvalías hasta hacerlas incorporarse al patrimonio de las grandes compañías. Cierto es, que pese a las tendencias globalizadoras, muchos, incluidos gobernantes y dirigentes, están siendo conscientes, de que la grandes compañías, generan el 20% del empleo contra el 80% de los ingresos fiscales, mientras que las Pymes, que solo producen el 20% de tales ingresos, paradójicamente, generan el 80% del empleo. Estas circunstancias, generan un debate en si mismo, sobre lo que es mas conveniente fomentar, sin caer en el riesgo de la desestabilización, pues experiencias pasadas, favorecedoras de la implantación de macro-empresas, no han demostrado precisamente que hayan sido satisfactorias medidas de bienestar. Dicho debate, parece vislumbrar ciertas tendencias a concluir que la balanza debe inclinarse, dentro del necesario equilibrio, por garantizar la creación de empleo y por ende, por ayudar al fortalecimiento de las Pymes. Estas, según he indicado anteriormente, son fundamentalmente empresas de carácter familiar, y tal circunstancia, viene determinando, toda una teoría en torno a su preservación y fortalecimiento, llegando incluso a comenzar a hablarse de una específica regulación legal del modelo de empresa familiar. Personalmente y dado mi escepticismo, del concepto o imagen que de la empresa familiar “se está trasmitiendo”, me cuesta admitir la posibilidad de regular la empresa familiar como modelo societario y sin ahondar en las razones que me inducen a ello, mi pragmatismo a la hora de abordar cuestiones socio-económicoculturales, me inclinan mas a pensar, en que las políticas que se concierten en un futuro, irán mas encaminadas hacia la incentivación económica, como vía de consolidación de tales estructuras empresariales. De hecho, actualmente, ya disponemos de mecanismos legales -y de aquí el fundamento de esta reflexiónlo suficientemente atractivos para las empresas familiares, como para ser capaces de afrontar su reestructuración, vía incentivación fiscal, e ir logrando cada vez mas aumentar su anonimización, es decir, que los integrantes de las unidades familiares, dejen de pensar en que la empresa es suya, haciéndose cada vez mas presente la idea, de que son unos meros accionistas, pero eso si, en contra de los principios orientadores de los “protocolos familiares”, accionistas en su mas amplia acepción, es decir, titulares de derechos políticos y económicos y propietarios, no meros usufructuarios, educados bajo la premisa del deber de transmitir las acciones a las sucesivas generaciones. Tales incentivos determinan la necesidad de definir la estructura empresarial mas adecuada para el caso concreto, de forma que permita dirigir y gestionar con criterios de unidad el conjunto de actividades empresariales de la familia, con la finalidad de obtener una gestión mas eficaz y por ende una mayor rentabilidad. Fundamentalmente y en términos genéricos, al no ser objeto de este documento, se trata de mantener un instrumento de diversificación de los riesgos que entraña la actividad empresarial, mediante la formalización de un grupo empresarial que por si subyace en la generalidad de las empresas de corte familiar, además de aprovechar que tal diversificación imponga un régimen fiscal lo suficientemente ventajoso, pues de no ser así el conjunto de impuestos que recaerían sobre todas y cada una de las operaciones que integrasen ese complejo proceso haría inviable su realización. Hoy, todavía, el objetivo principal que una adecuada reordenación empresarial, al amparo de las vigentes normas fiscales, logra, es, fiscal, condicionante positivo de extraordinaria además del llamado “ahorro” importancia e influencia (rentabilización de la compensación de pérdidas, máximo aprovechamiento de los créditos de impuestos, incentivos fiscales, revalorización de activos depreciables, así como beneficios indirectos en la fiscalidad de los miembros de la familia socios de las compañías afectadas por la reestructuración, como exenciones en patrimonio, sucesiones...) las sinergias que procedentes del mismo, se obtienen a través del aumento de los ingresos o reducción de los costes y de la combinación de los recursos complementarios , en definitiva de la expresión tan en boga implantada por D. Emilio Botín de “creación de valor”, como no podría ser de otra forma, ya que si el móvil perseguido fuese solo el “ahorro” fiscal, nos encontraremos enfrente las normas comunitarias de salvaguardia , también denominada antiabuso Personalmente, creo, que con las debidas colaboraciones y asistencias, son nuestros despachos profesionales, quienes mas confianza y mejor pueden ofrecer este importante, a la vez que rentable, servicio a nuestros clientes, al ser quienes disponemos de mayor grado de confianza, y capacidad de posterior seguimiento, por estar generalmente mas cerca de ellos, muchas veces interrelacionando lazos de amistad, no solo con el responsable empresarial sino con el grupo familiar en su conjunto, y además por disponer de una formación o cuando menos capacidad de adaptación, en el peor de los casos un poco mejor que los “grandes”. Ya está dicho. Espero y deseo que estas reflexiones, puedan ser de vuestro interés e incluso sirvan para canalizar desde LEX GRUPO, estrategias dirigidas hacia este apasionante mundo, a formarnos debidamente en él y saber ofertarlo a nuestros clientes, como un área de especialización del Colectivo.