Desarrollo Humano y Familia

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icha de Estudio.
Materia: Psicología Evolutiva Niñez
F
Cátedra: 2ª
Profesor Titular: Lic. Juan José Calzetta.
Autores: Lic. María Rosa Cerdá, Lic. Graciela Paolicchi.
DESARROLLO HUMANO Y FAMILIA
INTRODUCCION:
Conceptualizar acerca de la familia ofrece cierto grado de dificultad debido a las múltiples corrientes o escuelas
que la abordan, tanto como a la complejidad de su entramado. Sabemos que no podremos abarcarlo en su totalidad
y que teorizar sobre el mismo nos despertará múltiples interrogantes.
Intentamos conceptualizar acerca de su desarrollo haciendo un recorrido histórico, tomando algunos conceptos
antropológicos y básicamente psicoanalíticos, para finalizar planteándonos algunas preguntas.
Proponer una definición dependerá de la teoría que la sustente.
Descriptivamente se considera a la familia como el núcleo social fundamental en el que el ser humano nace, crece
y se desarrolla. Su objetivo principal es el de preservar y transmitir los valores y tradiciones, sirviendo así de
enlace a las generaciones.
Una mirada desde el Derecho nos permite conceptualizarla como un conjunto de personas entre las cuales existen
vínculos jurídicos, interdependientes y recíprocos, emergentes de la unión sexual y de la procreación.
Desde la Antropología, se la considera como un hecho social total, un microcosmos que representa a toda la
organización social en la que está inmersa, siendo sus funciones fundamentales la cooperación, la socialización, la
educación, la reproducción, etc.
El Psicoanálisis hace su aporte teniendo en cuenta los enlaces entre los miembros. Así considera que hay por lo
menos dos vínculos principales: uno biológico, en tanto perpetúa la especie y es contenedor de la indefensión
inicial; otro psicológico, que es el proveedor de gratificaciones afectivas básicas para el desarrollo y de un bagaje
de identificaciones que intervienen en la etiología sexual. Toda familia posee leyes y una dinámica singular que
va orientando las vinculaciones afectivas y de participación, que a su vez van regulando su propio desarrollo. De
allí que se la considere una institución. Como tal, desempeña un rol primordial en la transmisión de la cultura, en
la perpetuación de las costumbres, en la educación inicial y en la inhibición pulsional, entre otras cosas. Es decir
que la familia contiene y dirige el desarrollo psíquico, ofreciendo modelos de identificación que ayudarán a
constituir la instancia superyoica. Las posibilidades de subjetivación de un hijo dependerán del lugar que ocupe en
la compleja trama familiar. Para D. Winnicott, sólo la familia puede continuar la labor iniciada por la madre y
desarrollada luego por ambos padres, en un esfuerzo tendiente a que el niño logre su independencia. Plantea la
vinculación como un intercambio en el que la familia aporta y a su vez recibe del niño. El origen de todos los
desplazamientos futuros parte de la relación primera con los progenitores y el sujeto conservará en su realidad
psíquica interna la relación primaria con los padres. La familia oficia de puente entre lo vincular primario y el
ambiente social. “Así, existen dos rasgos principales que, en el lenguaje que he decidido utilizar aquí, constituyen
la contribución de la familia a la madurez emocional del individuo: uno es la existencia sostenida de oportunidad
para un alto grado de dependencia; el otro es el hecho de ofrecer la oportunidad para que el individuo se separe
violentamente de los padres e ingrese a la familia, que pase de ésta a la unidad social que está inmediatamente
fuera de ella, y de esa unidad social pase a otra, y luego a otra y a otra”.( Winnicott. 1980). Este autor plantea la
existencia de dos elementos que conformarían la contribución familiar a la madurez emocional del individuo: uno
referido a la posibilidad de ofrecerse para la dependencia y el segundo al facilitar la separación y el pasaje hacia lo
social exterior a ella.
“La familia aparece entonces como efecto del ordenamiento social del que es parte, en el que esta inmerso, y que
regula tanto su constitución como su desmembramiento. La prohibición del incesto es, para nosotros, el punto de
partida para entender la articulación entre el ordenamiento social y la familia” (Gutman,Gaspari, 1996).
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FAMILIA AMPLIADA Y NUCLEAR:
Antiguamente la familia era ampliada o extensa, es decir que coexistían dos objetivos: reproducción y
producción. Los vínculos generalmente no se constituían por libre elección y esto garantizaba la estabilidad
familiar. Luego comienza a transformarse en familia nuclear, donde conviven únicamente los padres y los hijos y
los vínculos sí son de elección libre. Con ello se gana en satisfacción y bienestar, pero la familia pasa a ser más
transitoria al producirse el alejamiento de los hijos que conforman nuevas familias. El sistema sufre un
desequilibrio.
En la familia nuclear las funciones padre y madre son cumplidas por los progenitores respectivos, el amor
materno está revalorizado y el hijo pasa a ser el centro. En cambio, en la familia ampliada el hijo era criado
generalmente por nodrizas y hasta alejado del hogar, para evitar el vínculo afectivo del niño con la madre, que se
consideraba propio de los estratos sociales bajos.
La familia nuclear pasó a ser el paradigma de las clases medias de las grandes urbes, mientras que en las
poblaciones rurales o en los barrios marginales son los parientes, vecinos o amigos quienes cumplen funciones
familiares en una acción comunitaria que no admite cuestionamientos.
El pasaje de la familia ampliada a la familia nuclear coexiste con la separación entre el lugar del hogar y el de la
producción. Ello diferencia los roles materno y paterno, quedando el hombre a cargo del soporte económico, y la
mujer del ámbito hogareño: afuera y adentro, público y privado quedaron así claramente diferenciados.
FUNCIONES: al hablar de Función materna y paterna nos estamos refiriendo a la capacidad de ejercer el rol en
el marco de una vinculación afectiva, que no necesariamente debe recaer en las personas físicas del padre o de la
madre, aunque mayoritariamente así ocurra.
Función materna: se origina en el deseo de tener un hijo que se remonta al final del Complejo de Edipo, en la
fase fálica, cuando así lo posibilita el intercambio simbólico.
Está asociada al sostén nutricio y afectivo. Es la que introduce al infante en el mundo y le posibilita ir integrando
en una totalidad las vivencias con las cuales construirá su subjetividad.
Función paterna: alude al reconocimiento del hijo dotándolo de un nombre. Se relaciona con la propia
posibilidad de dejar de ser hijo. Se trata de vehiculizar hacia el hogar la legalidad del mundo externo interviniendo
en la vinculación madre-hijo. La función paterna colabora en la posibilidad de discriminación del vínculo y
posibilita al hijo la salida exogámica como factor esencial de desarrollo psíquico. Dicha función no es exclusiva
del padre sino que puede ser ejercida desde alguna organización exterior al vínculo mismo.
Función filial: es la conectora de la familia con el futuro. Le cabe desprenderse del núcleo familiar para formar
una nueva familia.
Contribuye al pasaje de una pareja a una familia.
Familia y vínculos: el conjunto de seres humanos que conforman una familia poseen por lo menos cuatro formas
de vínculos de parentesco: alianza, o relación marido-mujer; filiación, o relación entre padres e hijos;
consanguinidad, que liga a los hermanos entre sí, y avuncular (avunculus-avunculi: tío materno; avunculus
magnus: tío abuelo), o relación entre el hijo y el tío materno, o su representante. Tales ligazones determinan
inconscientemente un entramado entre la familia conyugal y la familia materna, o dadora de la mujer.
LA HUMANIZACION:
El hombre prehistórico enfrentó cambios ecológicos que pusieron a prueba su desarrollo y posibilidades de
adaptación, al tiempo que confeccionaba utensilios y armas, lo que significó el progreso de la inteligencia
humana. En el paleolítico inferior, el hombre era nómade y se alimentaba de lo que cazaba o de la recolección de
carroña. Descubrió el fuego y empezó a construir algunos refugios rudimentarios. Vivía en grupos conformando
hordas con cierta organización, las que estaban bajo la primacía de un macho poderoso que expulsaba y hasta
mataba a los hijos, mientras se apropiaba de todas las mujeres. Es en este período en el que el hombre comenzó a
sepultar a sus muertos, dotando a la muerte de un sentido de evidencia y gravedad y marcando un cambio en el
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progreso del conocimiento. Es decir que el conocimiento de la muerte estableció una diferencia entre el hombre y
el animal. “Pero el mono difiere esencialmente del hombre en que no tiene conciencia de la muerte; el
comportamiento de un simio ante un congénere muerto expresa tan solo indiferencia mientras que el aún
imperfecto Hombre de Neanderthal, al enterrar a los cadáveres de los suyos lo hace con una supersticiosa solicitud
que revela, al mismo tiempo, respeto y miedo”.(Bataille Georges. 1997.) Destaquemos que estos hombres poseían
características simiescas, con mandíbula abultada, y arco superciliar extendido a modo de borde óseo, no estaban
totalmente erguidos y su cuerpo estaba recubierto con abundante vellosidad. Fue el eslabón entre el animal y
nosotros.
En el paleolítico superior, empieza a vivir en cavernas o en tiendas de cuero y fue básicamente cazador, pudiendo
aprovechar los cambios en la flora y en la fauna, para, con gran destreza, solucionar las adversidades climáticas.
El hombre comienza a apoderarse del medio que lo rodea y ello se refleja en lo artístico. “El arte es en primer
lugar una toma de posesión. Aparece como un medio concedido al hombre para ligarse al mundo exterior, para
atenuar la diferencia de naturaleza que lo separa de él y el terror que ante él experimenta. Las manifestaciones
mas antiguas ofrecen ya un doble aspecto: por unas, el hombre intenta proyectarse sobre el universo, llevar a él su
huella, su garra, inscribirse en él. Y por otras apropiárselo, hacerlo suyo. En ambos casos hay esfuerzo de
posesión, ya sea que fuera sellarlo con su impronta o ya que se apodere de él bajo la forma de una imagen, de un
doble, en adelante manejable y sumiso. En el primer caso hay proyección, en el segundo captación. La voluntad es
la misma”.(Huyghe, René. 1965.)
Los muertos eran enterrados junto a sus herramientas de piedra, huesos de animales e incluso flores. Los
enterramientos fueron complejizándose cada vez más. La construcción de herramientas son prueba fehaciente de
la creciente humanización, y de cómo el trabajo constituyó el factor mas importante. Al construirlas, el hombre
comienza a anticiparse y esta anticipación marcó un cambio en la vida sexual que lo diferenció del animal,
separando sexualidad de procreación. Sus respuestas dejaron de responder a un puro impulso, iniciándose una
búsqueda guiada hacia un fin. La construcción de herramientas para lograr objetivos implica la anticipación y ello
supone el pensamiento.
Sabemos que inicialmente la unión de la pareja en función de la procreación no poseía un fin consciente hasta que
se fue transformando en una unión proyectada hacia la trascendencia. Para ello, el hombre tuvo que buscar la
permanencia de la mujer a su lado y de ese modo anticiparse a la emergencia de sus deseos. ” Así las figuras
humanas mas antiguas que se conocen representan mujeres, “Venus” como se las ha llamado, cuyos atributos de
sexo están generosamente destacados o amplificados ( datan de la primera época que aparecieron obras de arte, el
uriñaciense). Es pues, manifiesto que, desde ese momento, el cerebro humano era ya apto para generalizar, para
concentrar en una idea el rasgo común entre una multitud de hechos individuales. Aún más, sabía encarnar esta
idea en una imagen tomada de la realidad, la de la mujer frente a los nacimientos, de la continuidad y de la
multiplicación de la especie. Había nacido el don de la abstracción y del símbolo “.(Huygue, René. Ob. cit. )
La anticipación, supone un antes y un después separados por algún ordenamiento. Podemos establecer una
relación entre el desarrollo humano y el desarrollo de la angustia que acompaña a la constitución psíquica: así
como la angustia cuántica o automática de los primeros momentos no avisa de su emergencia e invade
desarticulando cualquier organización incipiente -el precursor del homo sapiens-, la anticipación ya supone una
angustia psicológica que da señales de su aparición. La historia de la humanidad pone en juego la interrelación
entre lo ontogenético y lo filogenético.
Ya estamos hablando del homo sapiens, o el hombre dotado de conocimientos, que comienza a expresar con su
arte naturalista el ejercicio de la caza, el modo de protegerse de la naturaleza y el gusto por estimular la
reproducción de las especies .También comienza a elaborar composiciones donde se observan escenas de muertes,
sobre todo de crimen y expiación, como manifestaciones eróticas. En referencia a la transición al período
neolítico, Huygue sostiene “ se diría que en la sociedad que comienza a organizarse, a estabilizarse, importa sobre
todo transmitir al porvenir los actos principales de la vida colectiva, incluso aveces fijar el recuerdo de una acción
importante. ... las pinturas parietales ya no están relegadas lejos del espectador, sino que se colocan a la entrada de
las cavernas, a la luz, y ciertamente hechas ante todo para ser contempladas. El arte toma así poco a poco
conciencia de su propio valor “.
En determinado momento se produce un abandono de la vida en hordas y se progresa hacia alguna forma de
organización fraterna. Quizá ése conocimiento de la muerte ponía en juego la posibilidad de la propia muerte para
quien ocupara el lugar del padre de la horda, cuestión ésta que plantea interrogantes y la necesidad de seguir
investigando.
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Se produce un nuevo ordenamiento social. Surgen reglas sociales, fundadoras de la moral y el derecho, y a su vez
posibilitadoras de la organización de las primeras manifestaciones religiosas.
Ya en el período neolítico el hombre se hace sedentario, modifica el modo de obtención de alimentos, construye
piezas de alfarería y comienza a agrupar las viviendas en espacios cercados, estableciendo lazos vinculados al
trabajo y a la defensa común. Podemos ubicar en este momento el punto de partida de la familia. Son los inicios
del patriarcado, que se extenderá hasta nuestros días, en el que el poder irrestricto del padre de la horda se ve
reducido, pero en el que se le otorga el lugar del jefe de familia, con las variaciones que cada época le imprime en
cuanto a su autoridad, despotismo, abusos y primacía.
El desarrollo del hombre durante la prehistoria fue así impulsado por los cambios corporales que se fueron
manifestando, pero lo esencial de dicho progreso se genera con la posibilidad de acceso a la representación
simbólica que da origen al pensamiento y al lenguaje.
Posteriormente los clanes se unen para formar las tribus, teniendo un jefe en común y reuniéndose en asambleas
convocantes de varios jefes de cada clan. Lo que define a cada clan es un antepasado en común. Cuando un grupo
familiar se une y reconoce a un mismo jefe, queda constituida una tribu. La veneración de los muertos va
cobrando cada vez mas relevancia. Cada jefe poseía su monumento o tótem, construidos en bloques de piedra de
distintas dimensiones. “Con el neolítico, se dedica a la conmemoración de creencias colectivas, sea ya en las
pinturas rupestres o ahora en estos primeros edificios de carácter sagrado. Desde el origen se establece así la
milenaria colusión del arte y la religión. En su forma más sencilla - la piedra alargada - , el menhir, es el
antepasado del monumento... esta destinado a fijar el alma de un muerto. El menhir expresa ya esta función
fundamental que hemos asignado al arte: crear un intermediario entre el hombre y el universo “. (Huyghe, René.
Ob. cit.).
El tótem como representante del padre establece mandamientos y prohibiciones limitantes de la agresión violenta
entre los miembros del clan y del acceso a las mujeres de la familia. Prohibiciones que limitan lo pulsional al
tiempo que en la humanidad retorna el recuerdo reprimido del asesinato del padre de la horda y el sentimiento de
culpa que ese acto genera. ”El totemismo, la primera forma de religión que conocemos, conlleva como patrimonio
indispensable del sistema cierto número de mandamientos y prohibiciones que, desde luego, no significan otra
cosa que una renuncia de lo pulsional: la veneración del tótem, que incluye la prohibición de hacerle daño o
matarlo; la exogamia, esto es, la renuncia, dentro de la propia horda, a la madre y las hermanas anheladas con
pasión; la concepción de derechos iguales a todos los miembros de la liga de hermanos, vale decir, unos límites
impuestos a la tendencia a la rivalidad violenta entre ellos”. (Freud, S, 1939). Esto constituye un gran progreso
cultural, que permite la diferenciación de la sexualidad del hombre en relación al animal.
La paternidad se remite entonces a recuerdos y reflexiones, mientras que la maternidad se constata a través de lo
sensorial.
La cultura establece formaciones reactivas para limitar la exteriorización de las tendencias agresivas; además
tiende a la creación de lazos identificatorios entre sus miembros y vínculos de meta sexual inhibida como modo
de frenar lo pulsional directo. “La cultura tiene que movilizarlo todo para poner límites a las pulsiones agresivas
de los seres humanos, para sofrenar mediante formaciones reactivas sus exteriorizaciones. De ahí el recurso a
métodos destinados a impulsarlos hacia identificaciones y vínculos amorosos de meta inhibida; de ahí la
limitación de la vida sexual y de ahí, también, el mandamiento ideal de amar al prójimo como a sí mismo, que en
la realidad efectiva sólo se justifica por el hecho de que nada contraría más a la naturaleza humana originaria “
(Freud, S, 1930). En este sentido, Freud define la cultura como la suma de producciones o instituciones que
diferencia al hombre del animal, ya que lo protege de la naturaleza y regula sus relaciones.
Hay dos aspectos en juego en relación a la familia, ella es, simultáneamente, condición y negación de la cultura,
en un doble funcionamiento que estructura los vínculos entre sus miembros. Condición exogámica, y negación a
resignar a sus miembros, a donarlos o perderlos. Deberán soportarse, sin embargo, esas resignaciones narcisistas
que son impulsadas por el amor y que gracias al establecimiento de diques - para ese narcisismo - se torna un
factor de cultura. En este interjuego de dar y retener, se cumplirán ritos de inclusión social que el niño deberá
atravesar para ser un miembro más.
Para el niño, la persona amada: su madre, su padre, sus hermanos, son los objetos hacia quienes dirige todos sus
deseos, los que sucumben a la represión edípica en el inicio del período de latencia. Lo que va quedando son
sentimientos tiernos que servirán para constituir lazos duraderos, es decir: por un lado hay lazos sexuales que
perduran reprimidos en el inconsciente y por otro, lazos tiernos modificados de su origen sensual. Ambos
trascienden la familia y ambos permitirán establecer nuevas ligazones con miembros de otras familias.
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LA HISTORIA: Incidencia de la religión en la constitución de la familia.
El sentido que establece toda religión en torno a una prohibición se relaciona con evitar un acto, determinando
cuáles de ellos son los prohibidos y estableciendo los modos de expiación luego de transgredirlos. Durante las
celebraciones festivas se autoriza dicha transgresión, pero de forma simbólica, es decir, por medio de los rituales.
En la Antigüedad, en la familia romana, los cónyuges vivían en la casa paterna aún luego de casarse y tener hijos.
La religión era un elemento esencial en la vida familiar, conservándose los ritos de una generación a otra y siendo
el padre, el encargado de su transmisión. Los romanos designaban “pietas” a la actitud de respeto por los ritos
para mantener las cosas en su lugar. Se relaciona con el verbo “piare” que significa eliminar un mal presagio, un
crimen. Para los hijos los “pietas” consistían en obedecer al padre de acuerdo a la jerarquía natural. La familia se
hallaba sólidamente constituida y el padre inculcaba a los hijos un sistema rígido de valores como el respeto por
los antepasados, los renunciamientos y una estricta devoción a los dioses. El Pater- Familias contenía la idea de
poder, autoridad majestuosa. El sentimiento de veneración que se le tenía era similar al del soberano o pontífice.
El padre no sólo era el hombre fuerte sino que poseía la facultad para hacerse obedecer: era el sacerdote, el
continuador de los antepasados, el depositario de los ritos del culto, es decir que toda la religión residía en él.
Como un relicto del padre de la horda primitiva.
Con la caída del imperio romano, la iglesia queda como único referente unificador, siendo el Papa, la máxima
figura de unidad frente al Imperio Bizantino. Todos los pueblos cristianos pertenecían a una iglesia que era
gobernada desde Roma y que estaba en el centro de la vida de la comunidad. Esta iglesia establece nuevamente el
imperio de occidente para fortalecer su poderío y demostrar su supremacía. Mientras tanto, el poder feudal va
creciendo y con él el triunfo eclesiástico.
Cuando nace la familia occidental, la iglesia establece pautas para la realización del matrimonio, como son el
modelo monogámico y la elección basada en el amor. De ese modo el poder eclesiástico se enfrenta a los reyes,
cuyas alianzas imperiales se establecían en base a acuerdos económicos y territoriales. La lucha por el poder y el
imperio, involucraba a los lazos familiares. El papado ejerce el control directo sobre las tierras de Europa,
fiscalizándolo a través de los tribunales eclesiásticos. Es así como la unidad europea pasó a depender de la iglesia.
El miedo a la muerte, potenciado por la existencia de enfermedades que diezmaban a las poblaciones, como fue el
caso de la llamada “peste”, llevó a un incremento de la fe. Los predicadores comienzan a plantear el padecimiento
de la enfermedad como castigo a los pecados cometidos, mientras la iglesia obtenía dinero de la venta de
indulgencias. Así el perdonador o “bulero” recorría los pueblos vendiendo las bulas (perdones otorgados por el
Papa).
Luego de la Cruzadas, que habían intentado mantener el dominio de la iglesia, surge una nueva clase social, la
burguesía, que interviene en el enfrentamiento entre reyes y señores feudales. Paralelamente va cesando el
régimen preferentemente agrícola y surgen nuevos métodos de trabajo e industrias. El hombre ya no sueña con ser
santo o héroe, sino que su objetivo pasa a ser el enriquecimiento. Cae el feudalismo y es reemplazado por una
monarquía absoluta, ingresándose en los tiempos modernos. Ello liquida el inmenso poderío papal de la mayor
parte de la Edad Media, poniéndose en discusión la autoridad de la iglesia y su afán por controlar el espacio de
influencia.
La nueva sociedad burguesa se sustenta en tres principios: la propiedad privada, la religión monoteísta y la
monogamia.
El amor característico de la familia tradicional es el amor romántico, que surge coincidentemente con la
Revolución Francesa y en él hay una elección por parte de la pareja. El modelo que se mantiene durante toda la
modernidad ubica al hombre en el espacio social y a la mujer en el hogar, remitiendo lo masculino al poder, al
éxito, la competencia, lo público, lo político, lo económico y adjudicando a lo femenino la maternidad, el cuidado
de los otros, la emoción y la ternura.
El hombre va generando transformaciones en los modos de vinculación, pero manteniendo formas de dominio y
de poder sobre la mujer y los hijos, que denota la dificultad para renunciar al poderío paterno en términos de padre
primordial. Como un retorno que no cesa de insistir; este patriarcado de los tiempo modernos acentúa tanto el
sometimiento de la mujer como la primacía masculina en las decisiones familiares.
LA PROHIBICION:
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Casi todos los pueblos primitivos imponen alguna restricción a las relaciones sexuales incestuosas, dando forma
así a la organización social. Lo restrictivo limita el carácter de los vínculos imprimiéndoles un orden particular.
Como nos hemos referido anteriormente, la mínima organización social corresponde al clan cuya nominación es
dada por un tótem, generalmente un animal, no necesariamente peligroso, pero capaz de despertar veneración en
los miembros y condición sagrada. Se lo considera antepasado del clan y sus funciones primordiales son las de
prohibir y proteger.
El tótem liga a los miembros del clan adjudicando categorías opuestas, como pertenencia y consanguinidad para
un clan, pero también separación y diferenciación con respecto a otros clanes. La función prohibitoria recae sobre
los miembros de un mismo clan con respecto a las mujeres, marcando el inicio de la ley de la exogamia. La
violación del tabú, tanto sagrado y venerado, como temido y prohibido, lleva implícito un severo castigo.
Conceptualmente la palabra tabú encierra lo restrictivo, y su nombre es señal de autoridad. Debe sus orígenes a
épocas que preceden a las religiones, cuando las mismas carecían aún de las estructuras modernas y el totemismo
sistematizaba sus rituales. El tabú es considerado de orden natural y se le atribuye capacidad de castigo para
quienes osen violarlo.
“La prohibición del incesto no tiene origen puramente cultural, ni puramente natural, y tampoco es un compuesto
de elementos tomados en parte de la naturaleza y en parte de la cultura. Constituye el movimiento fundamental
gracias al cual, por el cual, pero sobre todo en el cual, se cumple el pasaje de la naturaleza a la cultura”.(Levi
Strauss,1981). Este autor hace lo que llamó una síntesis dinámica al trabajar la idea de pasaje o movimiento, en el
que se conjugan lo universal de la naturaleza y lo particular de la regla cultural, en una instancia superadora de
ambas y productora de un nuevo orden. El orden estaría dado en el pasaje mismo. El tabú poseía valor mítico, y
como tal se caracterizó por su posibilidad de transmisión sin necesidad de ser explicado, además de su gran poder
de convicción. Sus explicaciones no pueden satisfacerse por vías lógicas y son incuestionables. Tabú del incesto,
como pivote entre naturaleza y cultura. Regla que opera como marca dictaminadora de mujeres prohibidas y
permitidas, cuestión que la biología no diferencia desde lo anatómico.
El padre de la horda desconocía el tabú, y su omnipotencia despertaba sentimientos envidiosos en los hijos,
quienes no tenían el mismo acceso paterno a las mujeres. Su asesinato impidió a los hijos ocupar el lugar tan
anhelado y temido a la vez, y de esa manera queda instalada la prohibición. De allí que pueda considerarse que la
organización totémica es portadora de la salida exogámica y es predecesora de la familia.
La prohibición del asesinato, reposa en la culpa que se alimenta de la ambivalencia afectiva hacia el padre,
mientras que la prohibición del incesto posee otro carácter, es decir que no tiene el mismo valor psicoafectivo
porque su función es básicamente protectora de los hermanos que rivalizan por disputarse las mujeres. Mientras
que el parricidio hace a la organización interna y constitutiva del sujeto, la prohibición del incesto es de carácter
práctico y protege la organización social.
“La exogamia asegura la permanencia del grupo, evitando el desarrollo de grupos cerrados o endogámicos que
fracturarían el orden social. La cultura impone al sujeto el renunciamiento a sus vinculaciones primitivas y el
enlace a otros sujetos con vínculos artificiales “. ( Levi Strauss 1981).
El Psicoanálisis considera que la cultura inhibe las pulsiones de meta directa tornándolas expresiones tiernas. Son
ellas las que garantizan las vinculaciones más duraderas.
Las relaciones de parentesco definen tanto la exclusión como la inclusión en los vínculos. La prohibición, al igual
que el lenguaje, liga y separa, orientando la elección de cónyuges fuera del grupo familiar y teniendo como
condición de parentesco la existencia de por lo menos dos familias.
Básicamente intervienen dos niveles en la constitución familiar: un nivel referido a las Relaciones y otro a la
Estructura, siendo el primero el aspecto consciente del segundo, el que es de carácter inconsciente. Dicha
estructura es determinante del aspecto relacional a modo de matriz y da significado a los vínculos de parentesco.
Levi Strauss desarrolla cuatro modos relacionales:
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Alianza o vinculación marido-mujer.
Consanguinidad o vínculo entre hermanos.
Filiación o de padres con hijos.
Avunculado o vínculo entre hijos y representante de la familia materna.
Los dos primeros se entablan entre miembros de la misma generación, mientras que los dos últimos entre
generaciones diferentes. Berenstein I. las denomina primera y segunda generación. Para este autor, la estructura
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familiar inconsciente es un “operador” que hace que se autogeneren o autotransformen significaciones, ya sea de
carácter cultural o de los distintos yoes de los integrantes.
“Toda familia nace apuntalada en lo biológico, pero lo excede y se aparta, debido a la intervención de la cultura
que establece la división entre lo prohibido y lo permitido. Dicha división favorece al intercambio entre familias
en las que una de ellas es donante de una mujer y recibe a un hombre. La transformación que implica una esposa
y un esposo conlleva la pérdida del lugar de hijos, y la identificación con el progenitor. Hay un desplazamiento
de la filiación a la alianza, del hecho biológico de la descendencia al hecho del intercambio”. (Berenstein I,1996).
Se considera que la familia materna gana un miembro y tiene predominancia sobre la paterna. Una explicación
posible reside en las diferencias con respecto a la génesis del Super yo en ambos sexos, que hace que el varón
necesite salir de su familia de origen, a modo de preservación narcisista, mientras que la mujer puede permanecer
más tiempo ligada a ella o no abandonarla nunca, interviniendo además, en estas diferencias, el entramado
identificatorio.
Los vínculos familiares ligan afectivamente a los miembros. Estos ocupan diferentes lugares dentro de la familia.
Dichos lugares son de naturaleza simbólica.
El acceso a la cultura se apuntala en lo corporal y paulatinamente se libera para incluirse en lo específicamente
humano. Es la cultura la que otorga el lugar de hijo por medio de los padres, lugar que precede al nacimiento y a
la concepción. Si bien la familia alberga el desvalimiento infantil, es también la matriz social que lo impulsa
fuera de ella.
El yo ideal es un yo completo, a diferencia del Ideal del yo, que se constituye como un precipitado de los primeros
vínculos de amor resignados. Las vinculaciones entre los miembros de una familia están impregnados de
contenidos de yo ideal o narcisistas y de ideal del yo. Este último puede discriminar, ordenar y diferenciar
mientras que el primero se ve cristalizado en el terreno de las creencias y los mitos, cuyo efecto es totalizador y de
no discriminación. Freud en “El yo y el ello” (1923) plantea un interrogante sobre la existencia de una instancia
psíquica superior: “ Por cierto que la hay, y es la entidad más alta, el ideal del yo o superyo, la agencia
representante (Representanz) de nuestro vínculo parental. Cuando niños pequeños, esas entidades superiores nos
eran notorias y familiares, los admirábamos y temíamos, más tarde, las acogimos en el interior de nosotros
mismos”. Es así como va a plantear que los conflictos entre el yo y el ideal manifestarán la oposición mundo
interno- mundo externo y real –psíquico. Posteriormente los mandatos y prohibiciones serán ejercitados por los
maestro e instituciones. Se generarán sentimientos de culpa como efecto de las tensiones entre la conciencia moral
y el yo. Los sentimientos colectivos o sociales se originan así en una instancia que se opone a la rivalidad y celos
entre los individuos, y si esta no se satisface surgirán identificaciones entre ellos.
El discurso familiar nos permite inferir sobre la convivencia de ambos contenidos; cuando prevalece el yo ideal,
se manifiesta una tendencia a la endogamia y una marcada idealización con respecto a algún miembro, y por lo
tanto mayor dificultad ante lo diferente. Narcisismo de las pequeñas diferencias. Si en cambio prevalece la
tendencia del ideal del yo, habrá mayor posibilidad de aceptar lo novedoso y mayor tendencia exogámica. Entre
ambas tendencias habrá una amplia gama de matices.
DE LA FAMILIA TRADICIONAL A LAS NUEVAS FAMILIAS
Desde aproximadamente la década del 60 hasta nuestros días, se han venido produciendo cambios en la
conformación de la familia, lo que ha generado diferentes puntos de vista en su abordaje teórico. Así es como se
habla de "crisis de la familia tradicional occidental", "crisis de la familia moderna", "crisis de la familia patriarcal”
y “nuevas familias". Abarcar la totalidad de los factores intervinientes en dichos cambios excede el objetivo de
nuestro trabajo. Queremos detenernos en algunos puntos referidos especialmente a las modificaciones en la
inclusión social del hombre y la mujer.
En la segunda mitad del. siglo XX, cercano a la década del sesenta, estos roles se replantean debido en parte a la
insatisfacción de la mujer por quedar excluida del ámbito público, a los avances tecnológicos que simplificaron
los trabajos domésticos, a su acceso a la educación y a su paulatino ingreso al mercado laboral. La redistribución
de los roles trajo un doble beneficio para ambos padres: la madre pudo compartir su función con otras actividades
que hacen al desarrollo individual e independencia económica, mientras que el padre pudo compartir el peso del
sostén económico y ganar en vinculación afectiva con sus hijos. Por lo tanto comienza a generarse un proceso, en
ciertos aspectos de igualdad, que desemboca en modos diversos de manifestaciones de la sexualidad. La mujer
podrá ir tomando decisiones sobre el momento de acceder a la maternidad, realzando aspectos femeninos y
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compartiendo con el hombre el proceso de libertad e igualdad. Esto modifica el posicionamiento de la mujer en
relación al hombre protector, apoyado en el modelo ideal de padre. Estos desarrollos generaron nuevas
conformaciones familiares como las familias monoparentales sostenidas por una jefa de hogar luego de un
divorcio o las familias ensambladas, en las cuales la mujer vive con los hijos y su nueva pareja, que a su vez
tiene hijos, conviviendo todos juntos y siendo a menudo el sostén económico principal. Estas situaciones la ubican
en el lugar que tenía asignado el hombre en la familia tradicional. Son nuevas formas de vinculación que
cuestionan a la familia patriarcal tradicional y generan nuevas tendencias en los intercambios afectivos y en los
lazos familiares.
La antropóloga Helen Fisher (2001), plantea la conformación de las familias intencionales integradas por amigos
cercanos, cuando existe distancia afectiva o geográfica con la propia familia. En nuestro país, ese modelo de lazo
familiar es frecuente en zonas carenciadas, en los casos de madres adolescentes, cuando otra madre de mayor edad
y con una familia más constituída se hace cargo del bebe. Helen Fisher plantea que existen tendencias en ciertas
comunidades hacia los vínculos matrilineales -no matriarcado- ya que el hijo hereda los bienes obtenidos por la
madre a partir de su actividad laboral. La autora plantea que durante el siglo XXI, refiriéndose a los niveles
medios de la sociedad, habrá mayor número de mujeres jefas de hogar, se retrasará la edad de contraer
matrimonio y la de tener el primer hijo y las familias tendrán menor cantidad de miembros.
En nuestro país hubo un incremento del acceso de las mujeres al mercado laboral: porque se quedaron solas, para
completar el ingreso del marido o porque este quedó desempleado. Mientras que las mujeres de sectores pobres
tienen posibilidad de encontrar trabajos de baja calificación , en los niveles más altos la educación y la posibilidad
de delegar el cuidado de los hijos mejora la situación de acceso laboral. En el primer caso se trata de mujeres que
soportan el mayor peso porque comienzan a trabajar desde más jóvenes y se retiran mas tarde, tienen más hijos y
ganan menos, siendo particularmente proclives a permanecer en un ciclo de pobreza, lo que las ubica en una
situación de extrema vulnerabilidad.
ALGUNOS INTERROGANTES:
Cuando se habla de la crisis de la familia tradicional o del patriarcado: de qué se está hablando? Implica acaso un
borramiento de las funciones?
La transformación de los modos de vínculación familiar, imprimirá nuevas características a la subjetividad?
Que efectos tendrán sobre el niño las restricciones y hasta carencia de vínculos significativos con adultos que
amparen?
Es indudable, pensando en la conformación de la familia, que las funciones materna y paterna sean ejercidas.
Tampoco cabe duda que las transformaciones producirán efectos en los lazos afectivos y en los vínculos
familiares. Su alcance podrá ser evaluado a posteriori. Sabemos que en muchos casos, es la justicia, la educación
o las instituciones intermedias quienes cumplen la función ante la falta de vínculos familiares y que del grado y la
calidad de su intervención dependerán los efectos generados en cada caso. Sabemos también de su ausencia y de
la gran cantidad de niños que crecen solos.
Se deberían generar nuevas ideas acordes con la profunda crisis social, económica y política que atravesamos,
para ir acompañando las transformaciones de las nuevas inclusiones sociales del hombre y la mujer, y los cambios
que probablemente se produzcan en la subjetividad.
Son todos cuestionamientos que exigen una profunda reflexión para no desatender los cambios en la familia, en su
constitución y desarrollo.
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