Artículos diversidad Sexual. http://interculturalidad.org/numero04/0505dsx.htm DE LA PERVERSIDAD A LA DIVERSIDAD: LA CONSTRUCCIÓN DE LOS DERECHOS SEXUALES COMO DERECHOS HUMANOS Por: Claudia Hinojosa Publicado en http://www.laneta.apc.org/laneta/ Como una realidad social irrefutable, la diversidad sexual ha sido nombrada e interpretada de diferentes maneras a lo largo del último siglo. Este artículo se propone explorar brevemente la codificación de la disidencia sexual, desde su medicalización hasta su discusión dentro del marco de los derechos humanos. Hacia fines del siglo XIX, cuando la medicina empezaba a reemplazar a la Iglesia como formadora de opinión pública en torno a la sexualidad, los médicos sexólogos comenzaron a clasificar las antes "abominables" formas del sexo no reproductivo en un catálogo de "perversiones". La lista llegó a ser interminable. Cada "perversión" se clasificaba (al estilo de las ciencias naturales de la época), se investigaba con atención "objetiva" y se especulaba interminablemente sobre sus posibles "causas". En el proceso progresivo de clasificación, la homosexualidad se estableció sin embargo como una categoría separada del resto de las "perversiones". Varios factores contribuyeron a ese fenómeno, pero la principal motivación del escrutinio médico de la homosexualidad, en ese contexto, provino de las demandas de los nuevos códigos penales. Muchos de los cerca de mil trabajos sobre homosexualidad que, según Magnus Hirschfeld, aparecieron entre 1898 y 1908 –en los cuales, por cierto, las lesbianas eran casi siempre sólo parte de los “y viceversas” o “etcéteras” científicos- estaban dirigidos específicamente a los defensores legales. La pregunta central que plantearon los defensores de la homosexualidad fue si era justo hacer a los homosexuales legalmente responsables de sus actos. En ese sentido, se puede decir que la sexología nació y creció en un principio estrechamente vinculada al trabajo político de expandir las fronteras convencionalmente adscritas a la sexualidad humana y a la defensa de la tolerancia social. Magnus Hirschfeld y otras figuras prominentes de la primera etapa de la revolución sexológica esperaba que surgiera una nueva era en la que el prejuicio, el moralismo religioso y los códigos sexuales autoritarios se disolvieran ante la luz de la razón que provendría de la nueva Ciencia del Sexo. Las teorías de la homosexualidad "congénita" o "adquirida" fueron los dos polos del debate por generaciones: Si la homosexualidad era "congénita", ¿estaba justificado castigarla? Si era "adquirida", ¿cuál era la mejor manera de controlarla legalmente? La importancia de las teorías "congénitas" en ese contexto fue que ofrecieron un argumento a favor de la derogación del castigo legal. Más allá del impacto legal que tuvo la primera revolución sexológica, la descripción "científica" de innumerables aspectos de la sexualidad expandía considerablemente la definición de lo que entonces se consideraba como "sexual". Sin embargo, este entusiasmo clasificador reforzó notablemente la noción de "normalidad sexual". Los debates sobre "las causas de las perversiones", así como su descripción detallada inevitablemente sirvieron para subrayar su patología, y para reforzar el carácter supuestamente "natural" de la heterosexualidad, la cual, entonces como ahora, rara vez era el objeto del interés "científico" como tal. Aunque el trabajo de los primeros reformadores sexuales modificó de una manera importante la legislación y la opinión pública de su época respecto a la homosexualidad, los debates que desencadenó permanecieron encerrados en los conceptos vigentes sobre la sexualidad, y no lograron cuestionar la arbitrariedad de las normas sexuales ni desarrollar una crítica radical de la opresión sexual. Los fundadores de la sexología construyeron entonces un modelo unitario de sexualidad, que continúa irradiando poderosamente sus efectos hasta nuestros días y del cual ha sido difícil escapar. Por otra parte, las implicaciones políticas y morales de la información "científica" de la sexualidad eran, en el mejor de los casos, ambiguas, y en el peor, peligrosas, ya que contribuyeron también a una justificación "científica" de la persecución homofóbica, como lo señala Jeffrey Weeks en su brillante reconstrucción de la historia del movimiento a favor de la reforma legal. Los primeros movimientos en favor de los derechos de los homosexuales se vieron interrumpidos en los años treinta por el ascenso del nazismo en Alemania y del stalinismo en la Unión Soviética. Los movimientos homosexuales europeos y estadunidenses de los años 50, caracterizados por un cierto retorno al racionalismo científico, invocaron una vez más a la ciencia pero esta vez para demostrar que las lesbianas y homosexuales no son enfermos. Sin embargo, la experiencia de la posguerra y la forma en que la ciencia impulsó las industrias bélicas, crearon una distancia crítica respecto al discurso científico. El movimiento estudiantil de los años 60 impugnó la producción de conocimiento científico al servicio de una sociedad racista, sexista y normalizante, al tiempo que las lesbianas y homosexuales cuestionan el derecho exclusivo de los científicos para hablar de la homosexualidad y se niegan a seguir siendo tratados como enfermos. Los sexólogos comienzan a reflexionar sobre el papel estigmatizante que tienen muchos términos para describir a la sexualidad no heterosexual y se proponen términos destinados a suplir los de "perversiones" o "desviaciones sexuales", en un intento de eliminar su carga valorativa o de prejuicio. Así surgen, por ejemplo, denominaciones como las "variantes de la sexualidad", las "expresiones comportamentales de la sexualidad", o la noción de la "orientación sexual". Si bien las transformaciones del lenguaje de la sexología proporcionaron un marco teórico para nuevas interpretaciones de la diversidad sexual, el impulso político provino de las llamadas "minorías sexuales", quienes durante el transcurso de los últimos treinta años salieron del closet y "del texto clínico para entrar en el escenario de la historia, como pruebas vivientes de la diversidad sexual." (Weeks) A lo largo de los años 80 y 90 surge en la esfera teórica y política el "discurso de la diversidad", que ha tenido efectos culturales significativos. Sin embargo, aceptar el hecho de la diversidad sexual no necesariamente ha llevado a una apropiación de la "norma de la diversidad sexual", ni por parte del movimiento social por la diversidad sexual, ni por parte de la sexología y otras "ciencias del comportamiento". EL CASO DE LA MULTICITADA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA AMERICANA (APA) - Citada una y otra vez por aquéllos que confían en que la información científica por sí misma puede acabar con la homofobia social. Citada también con frecuencia por aquéllos que han constatado con preocupación e indignación que, pese a la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales de dicha asociación, no ha habido un giro correspondiente en las actitudes profesionales hacia las lesbianas y homosexuales. En 1976, Davison señalaba en un tono decididamente pesimista que no había trabajo alguno que ayudara a cambiar los "enfoques prejuiciados" de los terapeutas. Después de haber sido tratada como una "enfermedad" durante un siglo por las "ciencias del comportamiento", en 1974 la homosexualidad fue en efecto redefinida por el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de Trastornos Mentales de la APA, en medio del crecimiento del movimiento de liberación homosexual estadunidense. En función de una mayoría de votos, la asociación estableció a la homosexualidad como un (simple) "trastorno de la orientación sexual". A partir de entonces, la "orientación sexual" se ha convertido en un término ampliamente utilizado por la sexología, la psicología, e incluso por el movimiento de liberación homosexual, para hablar de la homosexualidad. ¿Qué es entonces una "orientación sexual"? De acuerdo a su definición geográfica original, la "orientación" es la posición en relación al llamado "Norte real" o punto de referencia por excelencia, pese a que las brújulas no lo señalen con precisión debido a los efectos de los campos magnéticos y a la inclinación de la Tierra. Lo que quisiera sugerir es que, mientras la heterosexualidad preserve sus presupuestos logísticos de ser la esencia/naturaleza/"punto de referencia por excelencia" de la sexualidad; mientras no se construya un nuevo paradigma en el que la heterosexualidad sea una más de las "orientaciones sexuales" (¿acaso "la orientación sexual que no se atreve a decir su nombre"?), la "orientación" permanecerá siendo una referencia eufemística a la "desviación". En relación a las dificultades para escapar del paradigma heterosexual, cabe también señalar el uso del término "minorías sexuales" para aludir a las diversidades sexuales. Se puede decir, de una manera general, que la noción de "minorías" se deriva de una comprensión política de la sociedad como un todo armonioso del cual "pequeños" grupos divergen. Uno de los problemas que plantea este vocabulario político es que tiende a perpetuar la idea de la sociedad como intrínseca y normalmente heterosexual -y blanca, en todo caso. En consecuencia, también refuerza la percepción de que "las minorías sexuales" -o la llamada "gente de color", por ejemplo- sólo pueden hablar a partir de sus "propias especificidades" y en relación a ellas. A nivel legislativo, la experiencia ha sido que esta interpretación de las identidades subraya también el "status de minoría", con sus connotaciones de inferioridad; es decir, el sujeto legal continúa siendo el hombre blanco, adulto, supuestamente heterosexual, mental y físicamente "equilibrado", y con ingresos sólidos. En el contexto de la búsqueda de alternativas a los ghettos conceptuales y estratégicos del movimiento social por la diversidad sexual también es preciso señalar que los años 90 han visto surgir un vigoroso movimiento por los derechos humanos. A raíz del auge del discurso de los derechos humanos en el escenario internacional posterior a la Guerra Fría , que había distorsionado y manipulado dicha retórica como parte de su dinámica, el movimiento por la diversidad sexual se apropia de sus principios para declarar que "los derechos sexuales son derechos humanos". Dicha afirmación, que fue objeto de agitadas polémicas durante la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer en China en 1995, formula a partir de una reinterpretación de los principios de los derechos humanos -el derecho a la libertad de expresión, a la igualdad ante la ley, a la libertad y la seguridad de su persona, a la protección contra toda discriminación, a no ser sometido a tratos crueles, inhumanos y degradantes- el derecho fundamental de todas las personas a ejercer la sexualidad libres de coerción, discriminación y violencia. La histórica Declaración de Valencia sobre los Derechos Sexuales en 1997, en el marco del XIII Congreso Mundial de Sexología sobre "Sexualidad y Derechos Humanos", parece apuntar hacia la exploración de nuevas perspectivas y debates en las pesquisas de la disciplina sexológica. La pregunta es, pues, si la sexología y sus profesionistas asumirán el reto de esta transición paradigmática como una alternativa para trascender los límites del modelo médico-científico y recuperar las dimensiones éticas de la experiencia sexual humana. La apuesta es que sólo en este marco, (y recuperando la reflexión que en este siglo se ha hecho desde la teoría feminista, la sociología constructivista, la antropología cultural, la ética, la historia de la sexualidad o la filosofía de la ciencia) logrará la sexología de construir la norma heterosexual y despatologizar efectivamente la diversidad sexual. La apuesta es, también, que sólo así podrá la sexología renovar su aspiración original de expandir nuestras percepciones e interpretaciones de la experiencia sexual, y de crear las condiciones propicias para el ejercicio digno de la sexualidad en toda su riqueza y su diversidad. En relación a los esfuerzos del movimiento social por el derecho a la diversidad sexual, la pregunta es hoy cómo construir consensos y una cultura política en la que el derecho fundamental (de todas las personas) a ejercer la sexualidad libres de coerción, discriminación y violencia se entienda como un elemento indispensable de nuestra identidad ciudadana y de la convivencia democrática -más allá del llamado a la tolerancia o de la defensa de los casos de excepción. -------------------------------------------------------------------------------Esta sección tiene fines educativos, auspiciada por CENESEX - Centro Nacional de Educación Sexual y la colaboración del Centro Nacional de Prevención ITS-VIH/SIDA La Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) es miembro de la ILTGA On-line desde Abril 28, 2004 LA DIVERSIDAD SEXUAL Dr. Dante Olivera-Pérez Psicoterapeuta y Sexólogo Clínico Centro de Investigación y Estudios Intersexuales (CIEI), Uruguay E-mail: [email protected] Todo es diversidad, desde nuestro pensamiento al cosmos, La sexualidad no es una excepción. La expresión de la sexualidad es diversidad dentro de la diversidad. Y la resistencia a esta diversidad se manifiesta como homofobia. Particularmente, las sanciones homofóbicas más severas son para el hombre. La mujer permanece en un plano secundario. Hoy como ayer lo dominante es el hombre y lo masculino, como fuerza bruta y violencia machista dentro y fuera del grupo familiar. Lo subalterno sigue siendo la mujer, lo femenino y la homosexualidad. Hoy como ayer lo central es el control, como materia moral y social, del deseo, el género y la orientación sexual, no importando la forma con la que se manifiesten. LA AMENAZA DEL CAOS ¿Por qué se controla? ¿Por qué el papel secundario de la mujer? El discurso homofóbico nos da una pista acerca de las razones que sustentan el control. Este se observa centrado fundamentalmente en el varón. El macho que concentra el rechazo más fuerte es el poseedor del pene, del falo que penetra a la hembra, la sociedad y a toda la cultura. Falo que es el símbolo del poder en todas sus manifestaciones. Su posesión y como se utiliza real y metafóricamente, indica el lugar que se ocupa en la sociedad. Organiza el trabajo, la economía, la política y el comportamiento personal y social. El macho triunfador es agresivo, no demuestra su afectividad y su amor. En cambio la mujer que no posee el pene, a lo sumo puede imitar al hombre porque carece de protagonismo en el imaginario colectivo social. El amor entre los varones (su feminización), amenaza con el caos, borra los límites sociales entre los varones y de cada uno de ellos con las mujeres. Todo se mezcla y se hace imprevisible. Como un globo lleno de aire que soltamos y da tumbos y gira errático en momentos y lugares que es imposible predecir. La diversidad sexual es una perturbación del sistema social. Introduce el comportamiento turbulento (cambio, transformación) que si no es contenido puede transformar el comportamiento social, económico y político y afectar el poder del varón. El amor ente los varones, impredecible, es una situación intolerable que debe ser controlada. En este mundo probabilista el lesbianismo, en cambio, no se percibe como una perturbación. No merece un gesto de horror, apenas desdén y olvido. ¿De qué manera se hace efectivo el control? El lenguaje es el que hace posible el control por intermedio de la familia, la educación, los medios masivos de información, el sentido común, la sexología y el sexo más seguro. EL LENGUAJE Y EL PENSAMIENTO El lenguaje es un sistema humano, constituido por el conjunto de personas y las relaciones entre sus conductas de comunicación. Es una interacción porque define la naturaleza de la relación de dos o más personas que se comunican. El pensamiento, usando el lenguaje, le da una estructura y un orden a su contenido sexual y define simultáneamente la naturaleza de la relación de las personas, creando un discurso sobre la masculinidad-feminidad, la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad, y el travestismo. Sobre este discurso crea a su vez las ideologías, políticas y leyes, que le proporcionan "inmutabilidad". Esto se ve facilitado por la tendencia a pensar y creer en función de la inmutabilidad. Sí bien es cierto que algunas cosas parecen inmutables, esto se debe únicamente a la brevedad de nuestra existencia. LA FAMILIA Es un paradigma jurídico-heterosexual-reproductor. Centra los discursos médico, político y social de todas las ideologías. Tiene una estructura jurídica caracterizada por ser: heterosexual (macho y hembra), patriarcal (el poder lo ostenta el macho) y machista (macho dominante y hembra dominada). Este paradigma está indisolublemente unido, en el imaginario colectivo, a la estabilidad social, familiar y a los valores morales. La diversidad sexual y la disolución de la familia se hacen sinónimos. Se confunde la reproducción, el género y la diversidad sexual, con el orden jurídico y moral. Esta confusión con el paso del tiempo se ha transformado en algo natural, inherente a lo biológico y por extensión al campo de los valores del ser humano. Dicha confusión tiene sus comienzos en hechos culturales burocráticos caracterizados por las justificaciones o certificaciones en cadena o cascada de los hechos sociales, con origen en el estado sin importar el tiempo transcurrido. Es un encadenamiento de justificaciones y certificaciones que se remonta a los albores de la revolución urbana en la especie humana. En este encadenamiento de justificaciones y certificaciones que se transforman en regulaciones, la familia ha sido un formidable organizador a través del tiempo y el principal motor formativo y educativo por generaciones. LA INFORMACION Y LA EDUCACION La información que poseen las personas sobre la diversidad sexual proviene en su mayoría de los medios de información masiva. Particularmente la televisión. Estos no generan conocimiento, sino un discurso ideológico profundamente homofóbico. Con relación a la educación sexual, ésta ha sido reconocida en diversos foros internacionales, como un derecho humano fundamental. "En él se afirma el derecho a la información basada en el conocimiento científico, libre de presiones externas y difundida de forma apropiada en todos los niveles sociales". Hay un consenso universal de la esencialidad de la educación pública en la salud sexual y en la sexualidad y de que es indispensable la eliminación de las barreras jurídicas, reglamentarias y sociales que se oponen a la educación sexual integral y sin prejuicios dentro de la educación formal. A pesar del consenso internacional y de la abundancia de declaraciones de principios, la educación sexual y en particular su inclusión dentro de la educación formal, son firmemente resistidas. EL SENTIDO COMÚN Con respeto al vínculo entre enfermedad y diversidad sexual, la medicalización residual existente, es actualmente un hecho anacrónico. La medicalización había sustituido la demonización religiosa en el siglo XIX y ahora ha pasado a formar parte del sentido común por el mecanismo del encadenamiento burocrático social de justificaciones, similar al jurídico. Aún escuchamos decir: degenerado/a, vicioso/a (residuo demoníaco), machona, afeminado, enfermo mental, maricón, trolo, etc. Sin temor a equivocarme digo que ninguna de las formas de la diversidad sexual es una enfermedad de algún tipo. Pero son sí enfermedades las consecuencias de la homofobia social y la homofobia introyectada. Que obligan a ocultarse y a comportarse como heterosexual, con el consiguiente estrés y enajenación. Esta confusión produce alteración de la identidad, sentimiento de sentirse perseguido, angustia, depresión, desesperanza, intentos de autoeliminación y suicidio. LA SEXOLOGIA Recoge la herencia de las ciencias de la salud y de las ciencias de la conducta. Su función manifiesta es ocuparse de la sexualidad y su función latente normalizar la sexualidad, ponerle fronteras, delimitar lo correcto e incorrecto (como la religión y la medicina). El sexo es un acto social y como tal no puede acontecer en el caos, por ello se regula el sexo y la sexualidad. La sexología deja en manos de la medicina las enfermedades de transmisión sexual, el embarazo, los abortos y las perversiones. La nueva preocupación es el orgasmo y el tratamiento de las disfunciones que impiden conseguirlo. La base que le otorga legitimidad al nuevo modelo es biomédica. No se trata ahora de reprimir, se trata de dar normas para el acceso al placer sexual. Pero dentro de un orden. Con pautas. Se reforman las normas para acceder al placer, pero éstas no desaparecen. La sexología confirma en su discurso lo que el cristianismo esboza y la medicina erige como científico: la heterosexualidad, la masculinidad, la feminidad e incluso sus diferencias conductuales, se fundamentan en una interpretación forzada de la genética y de las estructuras y funciones de los sistemas nervioso y endocrino. Hombres y mujeres han sido creados diferentes y tienen que unirse los diferentes para ser normales. Todo este ropaje "científico" de la cultura se instala en nuestro conocimiento como saber científico e inmutable. La interpretación masculina que hace la sexología de la sexualidad de las mujeres, su género y el rol que deben cumplir es patriarcal y coitocéntrica. Es problema lo que dificulta el coito, ej. : la impotencia, el vaginismo, etc. Minimizando de paso otras opciones de expresión sexual corporal. Piensa la sexualidad en perspectiva masculina (la impotencia es grave porque impide la penetración) Defiende la pareja como el espacio adecuado para las manifestaciones sexuales (la terapia sexual existe dentro del ámbito de la pareja). El matrimonio es rebautizado como pareja estable en el lenguaje sexológico. Lo normal es la heterosexualidad. Entonces, se condena algunas formas de sexualidad no convencional como parafilias (las perversiones de la medicina). Las parafilias son las desviaciones, para la cual se diseñan tratamientos. La sexología reconoce el deseo sexual de la mujer, pero pretende igualarlo con el de los varones. La mujer se hace también consumista de relaciones sexuales. El sexo es obligatorio. El orgasmo es obligatorio. Al sobrevalorar la importancia de la penetración y el orgasmo, se continúa interpretando la sexualidad de la mujer desde el punto de vista del deseo masculino. EL SEXO MAS SEGURO Regula y garantiza en la era del SIDA, no el acceso al placer sexual, sino a la supervivencia. "Sustituye a la sexología en la tarea de apuntalar la heterosexualidad" (O.Guash). La abstinencia pasa a ser la opción segura, desaconseja la promiscuidad sin definirla (soslaya que no es el número sino la calidad de la relación el problema). Desestima la penetración, aún con preservativo, al que no considera seguro. El paradigma es la pareja estable heterosexual basada en la mutua fidelidad de sus integrantes, e ignora la existencia de prácticas no coitocéntricas seguras como el lesbianismo. EN RESUMEN La sociedad desde hace miles de años ha regulado el perpetuo estado de celo de nuestra especie. Las reglas han cambiado desde la prehistoria urbana, pero las consecuencias sociales de esas reglas no han cambiado aún. Las relaciones sexuales, la familia, el matrimonio, la reproducción coital o asistida y la adopción, no admiten la diversidad sexual. Esta afirmación incluso es válida en los países que han aprobado algunos cambios legislativos. Cambios que permiten que todo continúe igual. Pienso que lo propio de la existencia es ir siendo a pesar de que todo fluye sin cambios en derredor. Sin embargo, creo que podremos influir positivamente en nuestra evolución, como especie, en el momento en que se admita la diversidad sexual como un (entre otros) componente básico de la diversidad general del universo. Aproximaciones para el estudio de la Diversidad Sexual Autor: Gloria Careaga Pérez Secretaria Académica del Programa de estudio de género. México D. F. e-mail [email protected] Tomado de: Sexología y Sociedad, Año 9 No.22, Septiembre de 2003 Aproximarnos a la diversidad sexual necesariamente nos hace revisar el concepto que sobre la sexualidad tenemos; dejar claro que concebimos la sexualidad como un producto social que se refiere a los aspectos eróticos – amorosos de nuestras vivencias, mucho más allá de la genitalidad. El interés por develar la diversidad sexual que existe en una sociedad se ha manifestado claramente a partir del desarrollo de algunas teorías psicológicas, de algunas corrientes de la sexología y en dos movimientos sociales: el feminista y el lésbico-gay. Aunque su mayor reconocimiento se ha dado a través de la lucha social, dichos movimientos no han sido ajenos al desarrollo del conocimiento y recientemente han ocupado áreas de estudios importantes en las instituciones de investigación y de educación superior. Una de las principales aportaciones al reconocimiento de una sexualidad múltiple se le adjudica al polémico Freud (05), quien –si bien mantuvo una posición que podría considerarse ambivalente- sembró la semilla de la visión moderna sobre la variedad sexual infinita. Señaló que la sexualidad tiene claras manifestaciones durante las diferentes etapas de la vida y que éstas son polimorfas. Si bien Freud denominó a algunos comportamientos sexuales como “perversos”, su connotación no era la misma que actualmente le asignamos a este término (Weeks, 1998). Buscando transformar las opiniones convencionales en torno a lo que constituía el sexo, él les llamó así desde esa analogía que, hasta el siglo XVI, identificaba a la perversión como diversidad, expresada claramente a denominar el infante como un perverso polimorfo. Si bien la sexología se ha orientado de manera importante a estudiar la respuesta sexual humana, principalmente desde una óptica biológica (Master y Jonhson, Ellis…), otros sexólogos -como Kinsey- han ampliado notablemente su perspectiva y actualmente resultan pioneros en el estudio de la sexualidad de una manera amplia; así la sexología contemporánea ha incorporado otra dimensión para su análisis, que es la social; ésta nos permite ver la influencia de la historia y de la cultura en la definición de las prácticas. Desde esta óptica disciplinaria, no podemos dejar de lado la aportación de la ética a la reflexión sobre las manifestaciones diversas, que ha permitido llevar la discusión de la sexualidad humana más allá de lo moral, para poderla enmarcar en los derechos de las personas, desde el respeto y la libertad. Y es precisamente este marco desde donde la perspectiva feminista y los estudios lésbico gays han impulsado su análisis. El feminismo contemporáneo identificó a las prácticas sexuales predominantes como uno de los elementos centrales que mantenían la iniquidad entre mujeres y hombres, como un instrumento más para la subordinación de las mujeres, e impulsó una fuerte lucha para que se reconociera la sexualidad femenina, que consideran negada. Carole Vance, destacada feminista, publicó en 1984 una antología que recoge los principales debates de los años 70, denominándola “Placer y Peligro”, donde claramente se destaca el papel que la sociedad atribuía a la mujer respecto de la sexualidad, en este posicionamiento de doble moral social y de suma responsabilidad hacia las mujeres en el control de la sexualidad. La aportación feminista, además de destacar la disparidad de género en el ejercicio sexual, se pronunció claramente a favor del reconocimiento de las diversas expresiones de la sexualidad de las mujeres, contra la heterosexualidad impuesta y contra las diferentes formas de violencia sexual. Los estudios lésbico – gays intentan establecer la centralidad analítica del sexo y la sexualidad dentro de diferentes campos de investigación y promover los intereses de las lesbianas, bisexuales y gays, enfocándose al escrutinio de la producción cultural, la diseminación y las vicisitudes de los significados sexuales. Intentan descifrar los significados sexuales inscritos en diferentes formas de expresión cultural, así como los significados culturales de los discursos y prácticas del sexo. La sexualidad es a los estudios lésbicos – gay, lo que el género a los estudios de las mujeres (Abelove, 1993). Los estudios lésbicos- gay como los estudios de las mujeres, se ubican entre la academia y la política, al constituirse en campo de investigación académica y de exploración crítica. El concepto de Diversidad Sexual Los estudios lésbico – gays (Abelove, 1993) han derivado en una amplia variedad de disciplinas – filosofía, humanidades, estudios étnicos, estudios literarios y estudios culturales- que producen y emplean muy variados tipos de conocimiento y significado. Sugieren diferentes temas y tópicos para investigación; demuestran la evidencia de diversos métodos teorías, estilos y aproximaciones; y tomados en su conjunto transforman la vida de nuestras culturas y de nuestro mundo. Los estudios lésbico – gays no están limitados al estudio de las lesbianas, bisexuales y gays (LBG), ni se refieren simplemente a los estudios que se encargan de, o en nombre de LBG. Es decir, no pueden ser definidos por sus sujetos, sus profesionales, sus métodos o sus temas, ni intentan ser agregados disciplinarios o de problemáticas. Introducen el sexo y la sexualidad como una categoría a tomar en cuenta en el análisis de la realidad social. Si bien las transformaciones dentro de la corriente dominante de la sexología proporciona un marco teórico para reconocer la diversidad, el impulso político proviene de un origen diferente: las expresiones sexuales no legitimadas. La mayor parte de las sociedades han presenciado ya un esfuerzo sostenido de las lesbianas y gays por articular y desarrollar identidades claras en el contexto de subculturas y comunidades de subculturas y comunidades sociales más amplias. A medida que los modos de vida homosexual se han hecho más públicos y tienen más confianza en sí mismos, han surgido otras afirmaciones de identidad de minorías sexuales, a la par que han proporcionado un repertorio de estrategias políticas y organizativas para la movilización de otros grupos eróticos. Así ha surgido la voz de travestis, transexuales, sadomasoquistas, bisexuales, swingers, prostitutas y otros, exigiendo su derecho a la expresión y la legitimidad. Es decir, cada día más han dejado de ser del interés clínico para entrar en el escenario de la historia y de la cotidianidad, como pruebas vivas de la diversidad sexual. Aún así, la tendencia a formar y defender categorías está aún vigente. Pero como Kinsey señaló: sólo la mente humana inventa categorías y se esfuerza para que los hechos quepan en casilleros separados, a pesar de que los hechos se subvierten constantemente. Y en este afán, han surgido nuevas categorías y minorías eróticas, mientras que las más antiguas han vivido un proceso de subdivisión a medida que gustos especializados y necesidades y aptitudes específicas se convierten en la base de otras aptitudes específicas se convierten en la base de otras identidades sexuales que proliferan: leather, swingers, dike,* entre otras. La lista es potencialmente interminable ya que cada deseo específico se convierte en un centro de afirmación política y posible identidad social, que resulta imposible enumerar y no pocas veces, incluso denominar. Basta observar un poco y mirar cómo se presentan formas de expresión en movimiento constante, cada una con sus expresiones específicas. Los estudios sobre las minorías sexuales han pasado entonces de los estudios lésbicogays a los estudios queer **-como una forma de reivindicar su uso peyorativo- así como a los de la diversidad sexual, con el objeto de abrir un espacio para reflexión sobre las amplias manifestaciones de la sexualidad. Aproximarnos a la diversidad sexual necesariamente nos hace revisar el concepto que sobre la sexualidad tenemos. Es decir, dejar claro que concebimos a la sexualidad como un producto social que se refiere a los aspectos erótico-amorosos de nuestras vivencias, mucho más allá de la genitalidad. Así podría considerarse que la diversidad sexual abarca tres dimensiones para su análisis y definición: la orientación sexual, de acuerdo a la dirección erótico-afectiva del objeto amoroso; la identidad sexual, de acuerdo a la definición sexual que adopta la persona; y la expresión sexual, de acuerdo a las preferencias y comportamientos sexuales que adopta la persona. Estas dimensiones sin embargo, no son lineales; se superponen e interactúan de manera cambiante a través del tiempo, en las diferentes etapas de la vida. Situación actual de la Diversidad La posición ante la diversidad sexual ha ido variando; por ejemplo, hoy en día, pocos sexólogos se sentirían cómodos al usar el término “perversión” para describir las variedades de expresiones sexuales. Es más, en uno de los estudios más recientes e influyentes sobre el tema, Robert Stoller señala que la perversión es “la forma erótica del odio”, definida no tanto por los actos sino por el contenido: la hostilidad. Los estudios lésbico-gays no se constituyen en proyectos de investigación desarrollados por algunas personas interesadas; solo en Estados Unidos existen más de 15 programas curriculares para abordar esta perspectiva. El tema de la sexualidad empieza a salir del closet y poco a poco se va constituyendo en un tema cotidiano de reflexión al interés por conoces las formas y la presencia frecuente de la diversidad sexual. El trabajo desarrollado en torno a la investigación en este campo se ha dirigido hacia las identidades, las expresiones culturales, literarias, las formas de resistencias y de organización, y los estilos de vida. Los esfuerzos de la lucha política incluso han llegado a que las fuerzas conservadoras cada vez requieran de mayor beligerancia para ser escuchadas, mientras cada día la visibilidad de otras formas de la expresión de la sexualidad van no sólo ganando terreno sino conquistando derechos. Retos El trabajo de investigación que hoy realizamos, nos permite ofrecer elementos para comprender el arraigo a las identidades sexuales y su expresión, pero – al estar basado en las categorías reconocidas- necesita mirar por los intersticios para reconocer y documentar los movimientos que, entre las categorías dadas, expresan el comportamiento sexual humano. Los retos por enfrentar son aún más grandes. El reconocimiento mismo de la sexualidad como una esfera de la vida independiente de la reproducción está aún pendiente. El reconocimiento de la presencia de otras expresiones de la sexualidad tampoco ha sido suficiente para reconocer los derechos involucrados en estas diferencias. La discriminación de que son objeto, incluso desde la propia condición, es aún un elemento pendiente para asumir un compromiso para la transformación. Afirmar la existencia de la diversidad no responde a las preguntas levantadas a través de la historia de la sexualidad (Focault, 1979), sólo plantea preguntas nuevas. Son importantes porque nos desafían a reconsiderar los criterios con los que podemos decidir entre una conducta apropiada o inapropiada, a reconocer expresiones y comportamientos propios que no habíamos identificados y a reflexionar más sobre nuestra propia moral para comprender otras. Asumir la diversidad sexual nos plantea la revisión de las categorías que sobre la sexualidad hemos construido y reconocer su insuficiencia. Es más, reconocer que estas no son inamovibles, ni definitivas si no que están en constante movimiento y que se solapan aún sin darnos cuenta. Más aún, nos reta a mirar un mundo sin categorías, donde las expresiones de la sexualidad, todas, tengan cabida y sean plenamente disfrutadas, un mundo que aún ni siquiera imagino. -------------------------------------------------------------------------------*Leather: Es una manera de nombrar un estilo en el vestir con prendas de cuero, cadenas, perforaciones, látigos… y que con frecuencia se relaciona con prácticas eróticas sadomasoquistas. Swinger: Hace referencia a las parejas que por mutuo acuerdo deciden intercambiar a sus miembros. Dike: Hace referencia a un tipo de lesbianas masculinas. ** Queer: Proviene de la tendencia en Estados Unidos de reivindicar aquellos vocablos a través de los cuales se ha estigmatizado. Su traducción es “rarito”, pero como una reivindicación a lo diferente; entonces podemos hablar de un ambiente queer, personas queers, prácticas queers, acciones queers, identidades queers… Incluso, se habla de una teoría queer en referencia a los estudios de estos aspectos. Bibliografía Abelove, Henry y otros (1993): The lesbian and Gay Studies Reader, Routlege, New York/ London. Focault, Michelle (1979): Historia de la sexualidad, Fondo de Cultura Económica, México. Freíd, Sigmund (1905): Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad. Amorrorto, Barcelona. Vance, Carole (1984): Placer, peligro. Explorando la sexualidad femenina, Routlege. Boston y Londres. Weeks, Jeffrey (1998): Sexualidad. Paidós, Programa Universitario de Estudios de género, UNAM, México.