ACERCÁNDONOS AL SUFRIMIENTO DE LAS PERSONAS INMIGRANTES Secretariado de Pastoral de la Salud José María Lana Arbizu Bilbao, 23 de noviembre de 2006 0. INTRODUCCIÓN Que las personas inmigrantes padecen mayores cuotas de sufrimiento que la población general es una idea que probablemente conseguirá apoyos tanto de quienes se muestran acogedores de las personas que de países pobres y/o en conflictos bélicos llegan a nosotros, como de quienes se sienten amenazados por esta realidad de la migración. Nosotros lo constatamos desde el contacto diario con personas que han emigrado. Una prueba de este mayor sufrimiento es la mayor prevalencia de enfermedades mentales causadas por estresares presentes en el hecho migratorio. Es un hecho comprobado que las personas que deciden emprender la aventura de la emigración no son las más enfermas ni las más débiles en sus países de procedencia. No se enfrentan a la incertidumbre del mar, a un largo viaje ni a lo desconocido los más frágiles, sino los más fuertes. Y sin embargo la incidencia de enfermedades mentales al tiempo de haber emigrado aumenta en estas personas y es superior a la de la población autóctona. 1. PREVALENCIA ¿Enferman mentalmente los inmigrantes más que la población autóctona?. Los estudios sobre prevalencia de algunos trastornos mentales más frecuentes demuestran que los inmigrantes superan por lo general a la población general. a) En el caso de la esquizofrenia, algunos estudios describen tasas más elevadas en algunos grupos de inmigrantes británicos, como los de origen afrocaribeño. Las tasas de esquizofrenia en la segunda generación de inmigrantes británicos afrocaribeños son inferiores a las de sus propios padres. Estudios realizados en Holanda concluyen que se dan más casos de esquizofrenia entre los emigrantes del Surinam y las Antillas Holandesas y los varones de Marruecos, aunque no entre los turcos y las mujeres de Marruecos. Otro estudio danés sitúa el riesgo relativo de desarrollar esquizofrenia en 2,45% en inmigrantes de primera generación, en un 1,92% entre los inmigrantes de segunda generación y en un 1,60% entre los daneses con una historia de residencia en el extranjero. Recordemos aquí que el riesgo en la población general es del 1%. Así concluye que existen evidencias científicas que sugieren que la migración es un factor de riesgo para el desarrollo de la esquizofrenia. b) Depresión y ansiedad. Un estudio realizado en Barcelona compara el porcentaje de trastornos mentales en general entre la población autóctona y la de inmigrantes, concluyendo que, si bien no hay diferencias significativas entre ambos grupos, sí se observa una mayor tendencia a la depresión y a la somatización entre los extranjeros. Un estudio realizado en Granada concluye que la población inmigrante está en mayor riesgo de desarrollas ansiedad y/o depresión, por las dificultades de adaptación a la sociedad española. 2 c) Otros estudios demuestran mayor tasa de trastornos alimentarios entre jóvenes asiáticas residentes en Gran Bretaña y de consumo de sustancias y conductas de riesgo en asiáticos que viven en EEUU. En algunos casos, sin embargo, se observa como ante la aparente vulnerabilidad psíquica de estas poblaciones, por sus condicionamientos sociales desfavorecedores, presentan sorprendentemente determinados factores de protección frente a algunas enfermedades mentales frecuentes en la población autóctona. Por ejemplo marroquíes y turcos residentes en los Países Bajos frente al alcoholismo. Una posible explicación es la defensa de las señas de identidad propias de aquellos que propugnan la abstinencia del alcohol. Un mismo fenómeno, la migración, aparece asociado unas veces a una mayor incidencia de trastornos mentales y otras a todo lo contrario. Esto sugiere que quizás sea la forma en la que se lleva a cabo la adaptación o aculturación, la que determine estas diferencias. 2. ¿POR QUÉ ENFERMAN LOS INMIGRANTES? Ha habido numerosos trabajos que han señalado la correlación positiva entre migración y psicopatología, pero otros trabajos han cuestionado esta relación. Ante la divergencia en los estudios, Morrison (1973) propone no continuar considerando, a nivel de investigación, a la migración como una unidad sino delimitar las numerosas variables internas de un proceso tan complejo. Algunas de estas variables son: la personalidad del emigrante, sus expectativas, sus experiencias vitales previas, su bagaje cultural (lengua, creencias sobre la salud en su cultura, nivel socio económico, integración a su cultura de procedencia, las razones que le llevan a dejar su medio (forzado, deseado, temporal), las razones para trasladarse al nuevo medio, las ansiedades del cambio, la política del estado de destino (presiones para la aculturación) y la homogeneidad del medio que rodea al inmigrante (cohesión del grupo de inmigrantes) ¿Cuál es la relación entre migración y la aparición de trastornos psíquicos?. La hipótesis predominante es que la migración es un factor de riesgo, no una causa de enfermedad, ni física ni mental. Un factor de riesgo es toda circunstancia capaz de provocar un incremento de la posibilidad de padecer un trastorno. Es una variable psicosocial y conductual relacionada con la salud y la enfermedad en una relación causal demostrada por: . la temporalidad: el factor de riesgo precede siempre a la aparición del trastorno . la presencia repetida del mismo factor en diferentes estudios . la especificidad: cuando un factor se asocia a un solo trastorno . la determinación experimental de que la eliminación del factor elimina el trastorno Un reciente estudio sociológico publicado por Gobierno Vasco defiende que los problemas de adaptación psicológica de los inmigrantes en el País Vasco son el resultado de afrontar las situaciones estresantes que impactan la afectividad o el bienestar emocional (equilibrio entre emociones positivas y negativas), el grado de control que las personas tienen sobre su destino y su satisfacción general con la vida. El bienestar emocional está asociado a la sensación de control (que se explica por características personales y por las circunstancias de vida del inmigrante), al contacto con los compatriotas que viven aquí, al apoyo de los autóctonos y a la realización de 3 prácticas culturales de la cultura autóctona. En cambio el malestar emocional se asocia a la falta de control, al menor tiempo de estancia, a las dificultades de ajuste sociocultural, a la discriminación percibida y al contacto con los compatriotas que viven en el país de origen (agudiza la sensación de separación, duelo o pérdida. La migración es un factor de riesgo porque somete a la persona que emigra y a su familia a una fuere tensión emocional. Esta tensión emocional tiene que ver con una serie de procesos psicológicos derivados del duelo de una serie de pérdidas que han tenido lugar, duelo que en gran cantidad de casos acaba resultando patológico al no encontrar aquí las condiciones para su sana elaboración. Por el contrario, normalmente encuentra condiciones que lo agravan seriamente. 3. LOS DUELOS DE LA MIGRACIÓN La migración es una situación de cambio que conlleva pérdidas que suponen sufrimiento. Siempre que se produce una pérdida significativa la persona se ve obligada a hacer el duelo, que es el proceso de reorganización de su personalidad para adaptarse a la nueva situación. La falta de elaboración del duelo es origen de problemas psicológicos y de gran sufrimiento. Pero no todo lo que deja el inmigrantes son pérdidas y todo lo que encuentra afortunados hallazgos. No todo lo que el inmigrante deja atrás es bueno. Hay defectos, problemas y limitaciones en la familia y la sociedad que deja. Tampoco todo lo que encuentra satisface sus expectativas. La elaboración del duelo persigue el ajuste entre las percepciones y la realidad. Los problemas psicológicos surgen de las dificultades de elaborar el duelo, que pueden venir de problemas de la personalidad del emigrante, de la consistencia y elaboración del proyecto migratorio y de las circunstancias ambientales de la sociedad de llegada: políticas, laborales, económicas, sanitarias, de vivienda…etc. ¿Cuáles son las perdidas del emigrante y en consecuencia sus duelos? 3.1. El duelo por la familia y los amigos. La separación de los seres queridos tiene profundas y complejas repercusiones psicológicas. La falta de afecto y apoyo de los seres queridos es especialmente penosa en situaciones de necesidad. La separación de hijos pequeños o padres mayores y enfermos moviliza la culpa. Aprovechamos para hacer aquí algunas referencias a la situación de los hijos de los inmigrantes. Tienen un mayor riesgo de padecer trastornos mentales (conductas psicopáticas, cuadros depresivos y somatizaciones) que sus padres. La ausencia de la familia extensa disminuye la riqueza de las relaciones familiares y las figuras de identificación. Si se trata de familias monoparentales aumenta la inseguridad y el miedo. La reagrupación familiar requiere trabajar los sentimientos de abandono, culpa, las frustraciones acumuladas, las conductas regresivas en los niños y las dificultades para poner límites en los padres. 4 La familia emigrante tiende a cerrarse sobre sí misma generando dependencia y culpa por la autonomía. Una actitud de rechazo de los padres al nuevo país podrá ser imitada por los hijos o, por el contrario, podrán rechazar la cultura de los padres. Los hijos de los inmigrantes tienden a abandonar los estudios, por las dificultades de la integración escolar, las necesidades económicas de la familia y la comparación con el nivel adquisitivo de sus iguales. 3.2. El duelo por la lengua materna. La lengua materna simboliza las relaciones íntimas del niño con su núcleo afectivo. El aprendizaje de la nueva lengua está dificultado por la prioridad de las necesidades básicas y la inestabilidad que conlleva. Además no todos los inmigrantes tienen grandes habilidades lingüísticas. Ante las lenguas con fuerte carga simbólica identitaria, se dan más posturas de fuerte apego o rechazo, que dificultan el duelo. Cuando el poder adquisitivo permite escolarizarse parcialmente en la lengua materna, la pérdida es menor. 3.3. El duelo por la cultura. Son las concepciones y actitudes acerca del mundo y del vivir. Cada cultura propone un tipo de personalidad ideal, de modo que acercarse a ese tipo facilita la integración. Sin embargo y afortunadamente ninguna cultura es homogénea. Hay dos grandes tipos de culturas polares de difícil encuentro: la apolínea, que se basa en el equilibrio, el orden, la estabilidad y el control de lo amenazador. Está relacionada con el tipo de personalidad obsesivo. Por el contrario la cultura dionisíaca se basa en la excitación, el exceso y la pasión, tendiendo a negar los problemas. Se relaciona con la personalidad maníaca. 3.4. El duelo por la tierra. Simboliza a los padres y tiene fuerte carga emotiva que puede dar lugar a idealizaciones. En el fondo sentimientos ambivalentes de amor-odio con la tierra que les acogió al nacer pero que luego les expulsó. Por otro lado, las fantasías sobre la tierra en los autóctonos hacen que vivamos la inmigración como invasión. 3.5. El duelo por el status social. Muchos inmigrantes tienen un buen estatus social en su país de origen, que desciende en el país de acogida. El fracaso del proyecto migratorio es la principal causa de demanda de ayuda psicológica. La elaboración del duelo pasa por reformular el proyecto migratorio, desmontando el exceso de expectativas económicas, profesionales…etc y formulando objetivos realistas e ilusionantes. 3.6. El duelo por la identidad étnica. Es uno de los elementos de la identidad personal. Los nacionalismos fundamentalistas dificultan la integración, tanto si de dan en los autóctonos como en los inmigrantes, y en consecuencia harán más difícil el proceso del duelo. 5 3.7. El duelo por la seguridad física. Los inmigrantes están expuestos a numerosos riesgos para su salud y su integridad física. Con frecuencia son víctimas de desprecios, discriminaciones y violencia racista. Dependiendo de la resolución del duelo se pueden generar trastornos psicológicos o la migración puede ser muy enriquecedora. Desde una perspectiva psicoanalítica el duelo migratorio activa el conflicto entre dos fuerzas que tenemos todos: a) un impulso hacia la unión, con una parte positiva de apego, de relación, que nos vincula y crea las relaciones sociales y una parte negativa que tiende a la fusión, a la indiferenciación. b) un impulso hacia la separación con una parte positiva que posibilita la autonomía y otra negativa que supone la excesiva distancia, la frialdad... La migración activa este conflicto, que si se resuelve bien, con las condiciones ambientales favorables, es un proceso sumamente enriquecedor tanto para el individuo como para el grupo. El ser humano posee un impulso a quedarse y otro a emigrar. Si la migración no tuviera las trabas que le ponemos podría ser una experiencia hermosa y enriquecedora, una segunda oportunidad para la vida de la persona o del grupo. Los motivos del viaje, incluso escogidos, son ambivalentes: deseo de partir y miedo de dejar a los suyos, modo de resolver conflictos familiares, resultado de una mala aculturación en su país... 4. EL FENÓMENO DE LA ACULTURACIÓN Es el proceso de adaptación del inmigrante al nuevo contexto socio-cultural. Junto con las pérdidas descritas anteriormente son los dos factores que hacen a los sujetos más vulnerables al estrés. La aculturación incluye tanto al grupo minoritario de inmigrantes como al mayoritario receptor de la población autóctona que también esta expuesto al estrés. La forma de adaptación depende de dos aspectos: la valoración de la propia identidad cultural como para mantenerla y el establecimiento o no de relaciones positivas con el grupo mayoritario. Así se dan estas posibilidades: POSIBILIDADES DE RESPUESTA ADAPTATIVA AL FENÓMENO DE LA ACULTURACIÓN (Berry y Kim, 1986) IDENTIDAD RELACIONES VALORABLE POR POSITIVAS CON EL EL GRUPO GRUPO MINORITARIO MAYORITARIO SI SI INTEGRACIÓN Es la forma de adaptación óptima. Asociada a la salud mental SI NO RESISTENCIA Es la que crea más conflictos. Asociada a la ansiedad. NO SI ASIMILACIÓN Supone una renuncia. Asociada a la depresión NO NO MARGINACIÓN Es la más excluyente y autodestructiva. Asociada a los trastornos de la personalidad y conductuales. 6 Una familia, como cualquier otro sistema humano, que pierde la capacidad de adaptación al contexto en el que vive, está condenada al desarrollo de reglas coercitivas y rígidas para subsistir, que a su vez suelen ser el origen de múltiples síntomas. En el otro extremo del continuo, la sobre adaptación ilimitada tipo “talla única” puede llevar a un caos aculturado con una falta de identidad. El estrés de aculturación, asociado a la marginalidad social y a la desadaptación, producto de manifestaciones xenófobas por una parte y el aislamiento como ghetto por otra, puede influir en la incidencia de trastornos adictivos, en particular el alcoholismo. Además de la identidad cultural, hay otros factores que también actúan como determinantes de las distintas formas de adaptación. Entre ellos el sexo, las diferentes edades en las que se produce la inmigración, la salud mental y física previas, el conocimiento del lenguaje, el tener un trabajo remunerado, la red de apoyo social, la proximidad del país receptor a las costumbres y valores del país de origen, el impacto del racismo y la cantidad y calidad de los servicios sociales desplegados para acoger a los extranjeros. 5. MANIFESTACIONES PATOLÓGICAS La investigación sobre este tema ha cambiado en dos sentidos. Con respecto al origen de los estudios, señalar que si bien el interés por este campo se ha visto recientemente reducido en Norte América, de dónde procedían el 46% del total de publicaciones antes del 1990 y ahora se ha reducido al 17%. Sin embargo el interés ha crecido en Europa. El 36% de los estudios son de Reino Unido y el 22% de los países escandinavos. Por otro lado ha cambiado la temática. Si bien en los 80 hubo un auge creciente en el estudio del estrés postraumático, ahora se profundiza más en los trastornos afectivos, adaptativos, asociados al estrés y la drogadicción. La más frecuente es el estrés postraumático. Otros son la ansiedad y la depresión. Se dan también muchas somatizaciones e incluso esquizofrenia y paranoia. El estrés postraumático se da cuando la persona que ha estado sometida a un acontecimiento traumático que supone riesgo para su integridad o la de otros reacciona con temor o desesperanza y desarrolla estos síntomas: reexperiencia del hecho, evitación persistente de estímulos asociados al trauma, síntomas persistentes de aumento de activación (insomnio, irritabilidad, ataque de ira, dificultad para concentrarse, hipervigilancia, respuestas de sobresalto), que duran más de un mes y provocan malestar importante o deterioro social, laboral, etc. Según los cuadros psicopatológicos, predomina la tríada: depresión, paranoia, somatización Según el momento de aparición pueden ser primarios (al poco de producirse la inmigración), secundarios (a los pocos años) o terciarios ( muchos años después). Cuánto más tarde aparecen son de peor pronóstico. 7 6. EL SÍNDROME DEL INMIGRANTE CON ESTRÉS CRÓNICO Y MÚLTIPLE (SÍNDROME DE ULISES) Ha sido descrito por los profesionales del SAPPIR (Joseba Achótegui) de Barcelona que es un organismo pionero en el estado en el abordaje de la denominada psiquiatría transcultural. El nombre de Síndrome de Ulises lo toman del personaje central del mito griego descrito en la Odisea. Ulises tuvo que salir de su hogar y su patria y permanecer lejos por largo tiempo sin poder regresar aunque lo deseaba vivamente, tomó parte en la guerra de Troya, superó terribles amenazas de destrucción y muerte, perdió a su madre mientras estaba lejos, venció innumerables dificultades para poder regresar... Sin duda que se dan numerosos paralelismos entre las odiseas de Ulises y las de muchos inmigrantes... Se trata de un estrés crónico, muy intenso y duradero y múltiple ya que tiene su origen en los duelos de la migración y que afecta a personas perfectamente sanas en sus países de origen. El autor postula que existe una relación directa e inequívoca entre el grado de estrés límite que viven algunos inmigrantes y la aparición de síntomas psicopatológicos. Este síndrome se caracteriza por un lado porque la persona padece unos determinados estresores o duelos que han devenido patológicos y por otro, porque aparecen una serie de síntomas que abarcarían varias áreas de la psicopatología. Entendemos por estrés “un desequilibrio sustancial entre las demandas ambientales y las capacidades de respuesta del sujeto” y por duelo “el proceso de reorganización de la personalidad tras una pérdida de algo significativo para el sujeto”. El duelo supone un estrés prolongado e intenso. Los estresores de los inmigrantes en situación extrema: la soledad por la separación de familiares y seres queridos; el duelo por el fracaso del proyecto migratorio; la lucha por la supervivencia, sobretodo por la alimentación y la vivienda; el miedo por los peligros físicos del viaje, las coacciones de las mafias, la detención y expulsión, los abusos...Esta combinación de soledad, fracaso en el logro de los objetivos, vivencia de carencias extremas y terror son la base psicológica y psicosocial del síndrome. Estos estresores están potenciados por una serie de factores: la multiplicidad, la cronicidad, la intensidad y relevancia del estresor, la ausencia de sensación de control, la ausencia de red de apoyo social, el resto de duelos de la inmigración estudiados, el círculo vicioso cuando la persona comienza con los primeros síntomas y comienzan a fallarle las fuerzas y las deficiencias del sistema sanitario. La clínica de este síndrome se caracteriza por sintomatología en el área depresiva: tristeza y llanto, pero apenas culpa e ideas de muerte; en el área de la ansiedad: tensión, nerviosismo, preocupaciones excesivas y recurrentes, irritabilidad e insomnio; en el área de la somatización: cefaleas y fatiga; en el área confusional: fallos de memoria, sentirse perdido, desorientación espacial y temporal. Aparece unos meses después de llegar, cuando se hace balance de si tanta penuria ha merecido la pena. Entonces algunas personas se desmoronan. La ausencia de referencias (pérdidas) pesa más con el paso del tiempo. Desde el diagnóstico diferencial, no se trata de un trastorno depresivo por la ausencia de apatía, ideas de muerte, culpa y baja autoestima. Tampoco es un trastorno de estrés agudo, por la cronicidad. Ni un trastorno por estrés postraumático, que responde a un 8 solo acontecimiento estresante muy traumático, aunque tienen en común la respuesta al miedo. Se diferencia de los trastornos adaptativos en que el malestar no es superior al esperable, sino adecuado al mismo. Existe un continuo entre el síndrome de Ulises y el trastorno adaptativo, solo que en el síndrome de Ulises los problemas de adaptación se pasan de rosca. El autor es favorable a diagnosticar teniendo en cuenta los factores ambientales, tal y como se hace con el burnout, el mobbing..etc. Lo que colabora a luchar contra la discriminación de los inmigrantes en sus problemas específicos. Se tiende a tener una visión prejuiciada y desvalorizadora de la sintomatología de determinados grupos como la mujer o los inmigrantes, por falta de sensibilidad social. La discriminación de género, por ejemplo, desvaloriza trastornos como la fibromialgia y la fatiga crónica. 7. LAS PERSONAS QUE HAN SUFRIDO LA VIOLENCIA DE GUERRA Demetrio Barcia y Khaled Arab Al Khladi, ambos psiquiatras transculturales han estudiado las consecuencias psicológicas y psiquiátricas de la violencia de guerra, detectando una alta incidencia del estrés postraumático tanto entre los intervinientes directos como en toda la sociedad civil. También entre los refugiados se da una alta casuística de ansiedad, estrés postraumático y trastornos disociativos y afectivos. Entre las personas que han sido apresadas y torturadas se tienden a dar más depresiones graves y psicosis. Los factores estresantes que producen estas patologías son múltiples: constante amenaza para la vida, ruptura existencial de un proyecto de vida, amenaza continua, dolor ante tanta catástrofe, angustia, fatiga y sentimientos de culpa. 8. NUESTRAS DIFICULTADES PARA ACOMPAÑAR EL SUFRIMIENTO DE LOS INMIGRANTES. Además de las dificultades para acompañar cualquier sufrimiento y que tienen que ver básicamente con cómo tengamos integrado en nuestra vida el sufrimiento, es decir con nuestra capacidad de sufrir, con la capacidad de escuchar y aprender del sufrimiento útil, con la capacidad de no quedar enganchados al sufrimiento inútil, de manejarnos con el impuesto y con el sentido que demos al inevitable, cuando se trata de las personas inmigrantes nos surgen algunas dificultades especificas que afectan a las actitudes básicas de toda relación de ayuda. 8.1. La relación que establezcamos con la persona inmigrante en primer lugar vendrá condicionada por la aceptación. Nuestros propios prejuicios raciales, nuestra aceptación o rechazo del hecho migratorio, la valoración que hagamos de aspectos concretos de su cultura y su país de origen pueden dificultarnos la necesaria aceptación. Por otro lado la aceptación que el inmigrante haga de nosotros, va a estar condicionada por su grado de integración en nuestra cultura, por sus experiencias de acogida o rechazo…etc. en nuestro país. 8.2. La lengua. La dificultad es evidente cuando entre acompañante a acompañado no se comparte una lengua que permita expresarse y entenderse sobre vivencias interiores, 9 sentimientos, etc. Pero la dificultad no es menor cuando creemos que nos entendemos, que los dos hablamos, por ejemplo castellano, pero en realidad damos distinto significado a las palabras. Esta situación produce muchos sobreentendidos que casi siempre son malentendidos. Nos ayudará a evitar este error y a desarrollar la necesaria empatía preguntar por el significado de los términos claves y siempre que tengamos dudas de entender correctamente. 8.3. Y sobre todo las diferencias culturales traerán las dificultades mayores. La psiquiatría cultural, en alza en las últimas décadas, está sensibilizada con el hecho de que el estilo de vida y la escala de valores de cada grupo cultural y étnico, justifica las diferencias que aparecen cuando los individuos enferman, tanto física como psíquicamente. Las culturas difieren en sus concepciones sobre la salud, la enfermedad y la curación. Toda cultura define las categorías que permiten hacer una lectura del mundo y dar un sentido a los acontecimientos. La cultura permite una codificación de la totalidad de la experiencia vivida por un individuo, lo que permite anticipar el sentido de lo que puede suceder con el control de lo imprevisto y por consiguiente del no-sentido. Permite por tanto inferencias de causalidad que dan un sentido a un acontecimiento. Cada cultura tiene elementos de compresión y de curación del sufrimiento psíquico. Las diferentes teorías etiológicas son teorías culturales que tratan de explicar el dolor y el sin sentido para ayudar a sobrevivir al mismo. Estas teorías recurren a seres culturales como divinidades, genios del mar o de la tierra (posesión), procesos técnicos (brujería, intervenciones mágicas...), de la transgresión de tabúes o prohibiciones, de la intervención de los antepasados, del regreso de los muertos... Toda teoría etiológica enunciada implica ipso facto una técnica particular de cuidados (ritos, sacrificios...). Las teorías etiológicas más que revelar la causa última del mal, imponen un procedimiento. En realidad hay tres niveles: Nivel ontológico o del ser que define la concepción del ser, su origen su finalidad, su función... Nivel etiológico que habla del sentido de la enfermedad, de sus causas y consecuencias Nivel terapéutico que indica lo que hay que hacer para volver a restaurar el orden perdido Pero además hay diferencias culturales en la incidencia y prevalencia de los síntomas y síndromes psíquicos así como en la manera de experimentarlos y expresarlos. La incidencia de la cultura en la experiencia y la expresión de los síntomas queda manifiesta en los síndromes con expresividad cultural específica, entre los que se encuentran: . Amok (Malasia): ataque repentino que termina con homicidio y suicidio o amnesia. Se da en varones. . Koro (Asia): temor a que el pene se pierda dentro del abdomen ocasionando la muerte. . Latah (Asia, Japón, Bantús africanos): reacción de obediencia automática, con ecopraxia y ecolalia, ante un estímulo repentino e insignificante (reacción de sobresalto). Se da en mujeres. . Piblokto (Esquimales): histeria ártica. Depresión ansiosa con confusión, despersonalización y estupor. 10 . Windigo (indios nativos americanos): temor a ser poseído por un monstruo que convierte a la persona en caníbal. . Mal de ojos (Mediterráneo): vómitos, fiebre y sueño no reparador, debido a la influencia de alguien con poderes negativos. . Susto (Latinoamérica): ansiedad y temor extremo a caer bajo la influencia del mal de ojos o la magia negra. . Bulimia nerviosa (países desarrollados): trastornos de alimentación, vómitos autoinducidos, ansiedad, depresión, y abuso de drogas. . Trastornos disociativos de trance y de posesión (culturas primarias): alteración del estado de conciencia en los que existe una menor reactividad a los estímulos ambientales (mediuns, posesión por espíritus...) Además de los síndromes psiquiátricos asociados a la cultura, otros cuadros habituales en la clínica cotidiana tienen diferentes formas de expresión en cada cultura. Por ejemplo, la agitación psicomotora de las personas con demencia está más condicionada por lo sociocultural que por lo neurológico. Los delirios y alucinaciones en la esquizofrenia son mayores entre los pakistaníes que viven en su país que entre los que han emigrado o entre los blancos. Pero sin llegar a los síntomas patológicos, existen profundas diferencias culturales en la experiencia de lo emocional y en su expresión, que tendremos que tener en cuenta para desarrollar la necesaria empatía. 8.4. Otro aspecto derivado de las culturas son los diferentes valores sobre realidades vitales (relaciones familiares y de pareja, sexualidad, trabajo, uso del dinero….), sobre los objetivos deseables para el futuro bienestar de la persona y que no se pueden extrapolar a determinadas culturas. Por ejemplo la individuación y separación de la familia nuclear para tratar los trastornos de ansiedad en jóvenes, sirve en nuestro medio, pero no en culturas con marcada tradición matriarcal o patriarcal. Estas y otras dificultades que podemos añadir desde la experiencia de los aquí presentes podrían llevarnos a concluir que lo más conveniente pudiera ser que sean otros inmigrantes los que acompañen el sufrimiento de sus compatriotas, por estar más capacitados. Sin embargo, cada vez más profesionales ponen en duda que el aumento de similitud entre terapeuta y cliente, entre acompañante y acompañado, sea la mejor vía de fomentar el éxito de las intervenciones. No es necesario ser inmigrante ni de la misma etnia que el paciente. Lo que es importante es la experiencia de descentramiento y la familiaridad con ciertos sistemas culturales, que puedo ir adquiriendo en la práctica. El problema de la diferencia cultural puede transformarse en una virtud pidiendo al cliente que me instruya sobre todos aquellos aspectos que son importantes para él. Ante el problema de la lengua se pueden utilizar técnicas no verbales y también se le puede pedir que explique el significado de términos clave (por ejemplo respeto, amor...) Tampoco hay porqué desechar utilizar todos los medios que podamos como acompañantes que sepan idiomas y que puedan dar la posibilidad de pasar de un idioma 11 a otro (del materno a veces mejor para experiencia infantiles pero quizá también más fosilizado a otro más cercano a las experiencias actuales), traductores, mediadores culturales que nos ayuden a comprender las representaciones culturales del paciente. El apoyo grupal va a permitir que las experiencias de unos y otros se potencien. Es el aprendizaje y la práctica personal de la alteridad y el mestizaje lo que se busca y no la similitud. Tendremos también que adaptar nuestros modos a veces rígidos, el tiempo, el rimo, las entrevistas con preguntas directas que en algunas culturas son vividas de modo violento, intrusivo, fuera de lugar, adaptando el relato al ritmo del paciente. Habrá que tener en cuenta que en otras culturas es difícil tener un acercamiento a la mujer sin pedir autorización al marido... Por último, ninguna brecha cultural podrá dificultar el acompañamiento con la presencia y la escucha activa, el interés genuino por el dolor del otro manifestado en formas no verbales, como los amigos de Job que “se sentaron en el suelo junto a él y estuvieron así siete días y siete noches, sin dirigirle la palabra, pues veían que su dolor era muy grande” (Jb 2,13) 9. BIBLIOGRAFÍA ATXOTEGUI,J., Emigrar en situación extrema: el síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple (Síndrome de Ulises). Apuntes del seminario “Salud mental e inmigración”, Harresiak Apurtuz, Bilbao 2004. ATXOTEGUI,J., Los duelos de la inmigración: una aproximación psicopatologica y psicosocial. En PERDIGUERO,E., COMMELLES,J.M.,(comp.), Medicina y cultura, Ed. Bellaterra, Barcelona. BASABE, N., ZLOBINA,A., PÁEZ,D., Integración socio-cultural y adaptación psicológica de los inmigrantes extranjeros en el País Vasco. Cuadernos de sociología vascos, nº15. Gobierno Vasco. Vitoria, 2004 O´FERRALL,C., CRESPO,M., GAVIRA,C., CRESPO,J., Inmigración, ¿Estamos preparados los profesionales de la salud mental para este reto?, Interpsiquis, 2003. 12