La felicidad es un acto de la voluntad

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LA FELICIDAD ES UN ACTO DE VOLUNTAD
Gina Jiménez
Psicoterapista de familia
E-mail: [email protected]
San José, Costa Rica
Después de meditar por muchos años sobre la felicidad llegué a la conclusión que no es tanto
un objetivo como la consecuencia de un acto de voluntad. Es el resultado de tus decisiones o
elecciones. Se elige ser feliz No es un reto que te puedas anotar en la agenda o en la lista de
los grandes propósitos, es el estado de alegría en el que un día te descubres después de pasar
por las mil y una vicisitudes de la vida.
No es un espejismo, ni una dote. Nadie te la regala porque es intangible, no está en las cosas
sino en tu interior: en tus pensamientos, tu imaginación. Cuando dices a las personas “sé
feliz” al terminar las conversaciones (protocolo en las despedidas que también yo he podido
emplear alguna vez) se transmite un mensaje que convoca a la voluntad. Es verdad, hay algo
de la voluntad que está implicada en el estado del bienestar psíquico. Eres lo que eres (uno es
lo que es) no por la fatalidad del destino, o por las circunstancias o por fuerzas ajenas sino,
sobre todo, por lo que uno permite -va permitiendo- lo que su vida sea.
No te toca ser feliz o infeliz porque la felicidad se alcanza a fuerza de firmeza y decisión por
serlo, a fuerza de ir aplacando el mal por el bien, a fuerza de evocar lo bueno y lo mejor de
cada relación, de cada persona. A fuerza de buscar siempre el bien para el otro. A fuerza de
hacer la diferencia en buscar el buen pronóstico de las cosas que suceden, a fuerza de
doblegar mis malos deseos o pasiones que desequilibran mi vida, a fuerza de optar por la
alegría aunque se pronostiquen días tormentosos.
Es una tarea que se cumple a pulso con la pureza de la mirada, de las intenciones y de los
deseos
El sistema económico-social lanza a millones de personas tras el espejismo de hacerles creer
que la felicidad se compra o se consigue por la vía de lo material, de la adquisición de bienes
y de poderes. La ausencia de felicidad está ligada a la presencia de la ansiedad; ni siquiera el
dolor la determina. Se puede sufrir con garbo, expresaba un santo de nuestros tiempos, al
tiempo que confortas a otro brindándole tu afecto y alegría en olvido de ti mismo.
El sufrimiento forma parte de la enseñanza existencial y no es incompatible sufrir por
limitaciones concretas, que afectan a lo sensorial y a la motricidad con sentirse feliz, en
cambio si es incompatible vivir con una psicología angustiada y sentirse completamente feliz
ya que la felicidad es saboteada por la propia persona que se prohíbe vivirla. La ansiedad es
una de las realidades extremas de la sociedad capitalista. Nadie está ni puede estar
completamente seguro sobre el resultado de los acontecimientos. Las previsiones más
optimistas no pueden asegurar la paz planetaria ni el fin de las atrocidades existentes. Lo más
que se hace a favor de la conciencia universal es poner el énfasis en la causalidad de los
problemas: desde la responsabilidad de los estados y la casta plutocrática en los daños en
masa a la responsabilidad de cada individuo en vender su dignidad al mejor postor a cambio
de unos cuantos cachivaches.
La felicidad incompleta o la falta de felicidad es una consecuencia directa de la falta de
sentido de la vida o -lo que viene a ser lo mismo- colocar ese sentido en función del tener, en
lugar del ser. Ser feliz es la forma de expresión del ser que puede cumplir sus expectativas,
sus deseos y también la verdad de su ser persona con toda la realeza, grandeza y
majestuosidad que eso reviste.
Y lo contrario, no ser feliz forma parte del gran escenario preparado por la industria de la
mentira para hacer creer que se viene a vivir a un valle de lágrimas y de tormentos. La vida ni
es tan difícil ni las miserias vienen determinadas por el planeta o por el destino. Parte de la
felicidad pasa por querer ser feliz y no sucumbir al diseño de la tristeza y a la práctica
existencial del mal estar. Uno es tanto más feliz cuanto más es lo que quiere ser y cuanto
menos sea lo que le impongan. Dicho de otra forma: la felicidad depende directamente de las
elecciones de vida de acuerdo a las propias ideas y no a la subordinación a ideas ajenas de mal
pronóstico.
Puesto que no es un estado absoluto (la felicidad total seria un supuesto estado de bienestar
exento de contradicciones e imperfecciones) sino en realidad una onda sinusoide según los
momentos y tesituras por las que se pasa, se la relativiza. Hay situaciones muy graves que
hieren la propia felicidad ante la miseria y corrupción y dolor, pero la persona feliz puede
ayudar y servir más a las otras que la infeliz que se siente desgraciada y presupone que nunca
podrá salir de su infelicidad.
La pobreza de espíritu es uno de los males dominantes de la civilización actual, y la falta de
felicidad forma parte de tal pobreza espiritual. La pobreza espiritual negativa es ausencia de
los valores humanos. Nada más grotesco, nada más burdo que la pobreza de este tipo. La
sensibilidad no existe, los valores y las virtudes se han extinguido; no hay amor, ni esperanza,
ni fe; no hay un horizonte, la vida no importa, la existencia es oscura, el hombre -¿quién es?-,
no han sido amados ni saben amar. El hombre que se ejercita en llevar sus sentidos hacia el
interior, que busca su presencia en lugar de huir, ese hombre no se hastía nunca; ese hombre
nunca está triste; ese hombre nunca es desdichado.
El hombre espiritual se reconoce en eso: en que está constantemente relajado, libre y sencillo.
Es sereno, y la serenidad es siempre sonriente, afable, amante y amable; o bien grave y
majestuosa, sin nada de arrogante y de soberbia... Puede conmoverse, pero no perturbarse...
Si yo tengo, razonablemente, pensamientos alegres y positivos, mi vida de hoy será feliz. Si
veo el lado bueno de los hechos y de las personas, estaré alegre y tranquilo. Si acepto a cada
uno como es y absuelvo sus defectos, dominaré la violencia y sufriré menos.
Si quieres saber lo que significa ser feliz, observa una flor, un pájaro que anida y cuida de sus
polluelos, un niño...: ellos son imágenes perfectas de la felicidad, porque viven el eterno
ahora, sin pasado ni futuro. Por eso, no conocen la culpa y la inquietud que tanto atormentan
a los seres humanos; están llenos de la pura alegría de vivir y se deleitan, no tanto en las
personas o cosas, cuanto en la vida misma. Mientras tu felicidad esté originada o sostenida
por algo o por alguien exterior a ti, seguirás en el valle de los caídos. El día en que seas feliz
sin razón alguna, el día en que goces con todo y con nada, con los detalles más pequeños de la
existencia humana ese día sabrás que has descubierto ese país de la alegría interminable: el
país de la risa.
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