Percepciones de niños, niñas y adolescentes peruanos sobre su educación

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FORMULARIO PARA LA PRESENTACIÓN DE RESUMEN DE PONENCIA
TÍTULO DE LA PONENCIA: Percepciones de niños, niñas y adolescentes
peruanos sobre su educación
AUTOR: Patricia Ames y Vanessa Rojas
CORREO ELECTRÓNICO: [email protected], [email protected]
INSTITUCIÓN DE PROCEDENCIA: Instituto de Estudios Peruanos; MED
PALABRAS CLAVE: Acompañamiento psicopedagógico, formación
docente, lectura, formación ciudadana, disciplina escolar
RESUMEN DE LA INVESTIGACIÓN
1. Justificación
En la última década, diversos autores han señalado que existen pocos estudios
respecto a las opiniones de los niños y niñas sobre su experiencia escolar.
Actualmente se reconoce que es necesario recoger las voces de los niños para
mejorar los procesos educativos en los cuales están involucrados y se resalta la
importancia de incluir a los estudiantes y su punto de vista sobre los procesos de
aprendizaje. Asimismo, la Convención por los Derechos del Niño (CDN) reconoce
que los niños son participantes activos por derecho en todos los asuntos que les
conciernen directamente, como es el caso de la educación, y por tanto sus
opiniones deben ser no sólo escuchadas sino tomadas en cuenta. Por ello, el
presente estudio se concentra en las percepciones y opiniones de los estudiantes
de primaria y secundaria de diversas regiones del país.
2. Objetivos de la investigación
Recoger las percepciones de niños, niñas y adolescentes de escuelas públicas
sobre sus maestros, sus aprendizajes, su escuela y su rol como estudiante en
cuatro regiones del país.
3. Aproximación conceptual
La aproximación conceptual para este estudio se nutre de dos corrientes distintas y
a la vez complementarias: la nueva sociología de la infancia, que reconoce a los
niños como actores sociales y agentes activos de su propio desarrollo; y el enfoque
de derechos, que reconoce a niños y niñas no como objetos de atención, sino
como sujetos de derechos, con capacidad por tanto para defender y exigir sus
derechos legalmente reconocidos, en este caso, su derecho a la educación.
Ambas posturas coinciden en la centralidad y agencia de la infancia, si bien su
ámbito de aplicación se encuentra con mayor frecuencia ligado a la producción
académica en el primer caso y al ámbito de las políticas sociales, en el segundo
4. Métodos
El estudio es de carácter cualitativo: La recolección de datos se realizó a través de
un conjunto de métodos grupales participativos con niños y adolescentes,
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utilizando herramientas gráficas y lúdicas. Adicionalmente utilizamos instrumentos
para caracterizar las comunidades y escuelas, a partir de entrevistas con
autoridades educativas y comunales, así como protocolos de observación de aula.
En cada zona seleccionada se trabajó con dos grupos: uno de sexto grado de
primaria (12-13 años) y otro de cuarto año de secundaria (14 y 16 años). En total
participaron 78 niños, niñas y adolescentes de cuatro regiones: Lima, Piura,
Ayacucho y Ucayali; provenientes de 7 escuelas primarias
y 6 colegios
secundarios, de zonas urbanas (4) y rurales (4). La información fue analizada
temáticamente, por región, área de residencia y nivel educativo.
5. Fuentes de información
Información primaria recogida a través de métodos participativos con niños y
adolescentes, entrevistas con directores y líderes comunales y observación directa.
6. Resultados y conclusiones preliminares
Los estudiantes de primaria y secundaria resaltaron la importancia de contar con
ambientes escolares adecuadamente implementados, con infraestructura,
mobiliario y equipamiento en buenas condiciones y en cantidad suficiente para
satisfacer las necesidades de toda la población escolar. Por ello, aunque en
general gustan de sus escuelas, plantean la necesidad de ampliar y mejorar los
espacios recreativos y mejorar las condiciones físicas del aula, para poder estudiar
en condiciones adecuadas, que les permitan un buen aprendizaje. Niños, niñas y
adolescentes identifican así que las condiciones en que se encuentran los
ambientes de aprendizaje son fundamentales para garantizar un buen aprendizaje,
como lo señala también la mayor parte de la investigación realizada en educación.
Los estudiantes tienen una evaluación en general positiva de su escuela, se
identifican con ella, y la valoran como espacio de aprendizaje y encuentro. Este
hallazgo debería constituir una fortaleza sobre la cual seguir construyendo un
vínculo con la escuela que redunde en mejores aprendizajes.
Con respecto a sus docentes, en las cuatro regiones los estudiantes coincidieron
en señalar que quieren docentes que cumplan con brindarles una buena
enseñanza y contribuyan con sus aprendizajes. El grado de coincidencia
encontrado en las cuatro regiones es de particular importancia puesto que pone de
manifiesto que, tanto los niños como las niñas, y los de áreas urbanas como los
rurales, concuerdan en demandar de sus docentes características que consideran
indispensables para una buena enseñanza. Para ello necesitan que les
demuestren paciencia y apertura, que expliquen con claridad, demostrando una
buena formación profesional y manejo de conocimientos, pero también el uso
adecuado de estrategias pedagógicas pertinentes, que mantengan su atención e
interés, que promuevan su participación y los involucren como parte del proceso de
aprendizaje. Asimismo, esperan de sus docentes que sean responsables y
respetuosos de sus estudiantes, que los traten de manera igualitaria y sin
favoritismos por individuos o grupos.
Asimismo, señalan que una buena enseñanza se refleja con un trato amable, una
mayor confianza y diálogo con sus docentes, una actitud que demuestre
preocupación por ellos y sus aprendizajes, y no quieren ser golpeados ni
maltratados física o verbalmente. Los niños y adolescentes indígenas quieren
además que sus maestros puedan comunicarse con ellos en su propia lengua,
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para explicarles con mayor claridad ciertas cosas pero también exigen que a la
vez les enseñen más y mejor castellano para relacionarse con su entorno más
amplio, fuera de su localidad. Así, los estudiantes participantes han hecho
referencia tanto a la dimensión académica como a la afectiva en su definición de
un buen docente.
Los estudiantes consideran al maestro como una figura central en el proceso de
enseñanza y aprendizaje, y muestran aprecio por los docentes que poseen las
características positivas que asocian a un buen desempeño, pero a la vez
demandan una mayor participación en la clase y un mayor diálogo con sus
docentes. Con ello reclaman un reconocimiento de que ellos son también agentes
activos en su propio proceso educativo y que ese reconocimiento es esencial para
el cumplimiento de su derecho a la educación.
Los niños y adolescentes señalaron también la presencia de múltiples agentes que
contribuyen al aprendizaje, principalmente sus pares, es decir otros niños y
adolescentes con los que estudian. Asimismo, resaltaron el papel del apoyo familiar
para contribuir a sus aprendizajes. En general, mencionaron diversos factores que
afectan el aprendizaje, y estos tienen que ver tanto con aspectos intraescolares - la
relación con sus docentes y sus habilidades de enseñanza, la relación con sus pares y
el clima emocional del aula y la escuela; como con factores extraescolares - la
situación familiar y el trabajo infantil- que también intervienen en sus aprendizajes
Niños, niñas y adolescentes reconocen en la escuela un importante lugar de
aprendizaje, pero también la identifican a la vez como un espacio de juego, encuentro
y socialización que valoran. Para ellos, muchos aprendizajes tienen lugar en la
escuela, no sólo los estrictamente curriculares, sino también otros de carácter moral,
conductual, social y lúdico (se refirieron a valores, conductas, juegos y relaciones de
pares), mostrando conciencia de la integralidad y a la vez variedad de los aprendizajes
que tienen lugar en la escuela, y resaltando que estos podían ser tanto positivos como
negativos.
Siendo valiosa y fundamental, la escuela no es sin embargo el único espacio donde
los niños y adolescentes aprenden y todos coincidieron en señalar diversos espacios
de aprendizaje como el hogar, la comunidad, la calle, la chacra, el espacio de trabajo,
las cabinas de internet, etc.
Más aún, señalaron que algunos de los aprendizajes que tienen lugar en estos otros
espacios deberían ser también incorporados a la escuela, desafiándola a reconocer y
abrazar la diversidad de las experiencias e identidades infantiles que recibe: así, entre
sus demandas de nuevos aprendizajes podemos encontrar las tradiciones y
conocimientos provenientes de otras matrices culturales, en el caso de los niños
indígenas, los saberes locales entre la población rural y migrante, las expresiones
artísticas y a las tecnologías modernas, en todos, y, también en todos, un mayor
espacio para el juego.
Consideramos que la diversidad de demandas que plantean los estudiantes con
respecto a nuevos aprendizajes muestra con claridad una concepción amplia e integral
de la formación escolar que esperan y en ese sentido aportan directamente en la tarea
de definición del marco curricular de aprendizajes esenciales en curso. Los
estudiantes nos recuerdan que lo “esencial” no puede ser definido de manera
reduccionista y que sus demandas de aprendizaje abarcan diversos aspectos de su
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identidad y necesidades de desarrollo. Asimismo, cuestionan una definición estrecha
del aprendizaje escolar que sólo se centre en el “logos” (la palabra, lo racional) y
reclaman considerar otras dimensiones que incluyan su corporalidad, su formación
moral, el manejo de sus emociones y su sensibilidad artística.
En este sentido, y en relación a la forma en que el juego ha emergido entre sus
necesidades, debemos decir que niñas, niños y adolescentes parecen intuir con
lucidez que el juego no sólo es, en sí mismo, aprendizaje, sino condición necesaria
para otros aprendizajes, como la investigación más reciente muestra.
A pesar de ello, el juego está acotado en determinados espacios y tiempos (el patio, el
recreo), marginado en gran medida de las estrategias pedagógicas, y excluido de la
definición de un buen estudiante. Niños, niñas y adolescentes saben lo que la escuela
les pide para considerarlos buenos estudiantes: obedecer, estudiar, portarse bien. En
la mayor parte de los testimonios reconocen dificultades para llegar al ideal: son niños
y adolescentes a los que les gusta jugar, distraerse, conversar, como a todos, y el
ideal puede tornarse “aburrido”. Así, a pesar de que reconocen su propio papel en
cumplir con su rol de estudiantes y mostrar “voluntad” para aprender, parecen
demandar una concepción más amplia del “buen estudiante” que no niegue parte de lo
que son. En este sentido también piden que escuela tome en cuenta otras cosas que
ellos hacen y son (sus identidades, roles y responsabilidades en su familia y su
comunidad más amplia) para definir este deber ser en correspondencia.
De otro lado, reclaman a su vez una mayor participación, desde su rol como
estudiantes, en la consulta y toma de decisiones con respecto a la escuela. Niños y
adolescentes señalan que su participación en la vida escolar es todavía mínima en
relación al contexto político o de gestión de la escuela en sí, a pesar de que existen
instancias de participación y representación estudiantil que deberían actuar como
canales para ello. Sin embargo, cuando existen, estas instancias parecen ser una
mera formalidad, no cumplen con su rol representativo (de recoger y llevar las voces
de los estudiantes) y los pocos estudiantes que participan de estos cargos tampoco
tienen una real participación en la toma de decisiones sobre la escuela, que queda en
manos de los adultos, docentes y directores. Sin embargo, reconocen que participan y
colaboran en un conjunto de actividades escolares, mostrando una comprensión
amplia de su idea de participar y su disposición a contribuir con la escuela, pero nunca
son consultados con respecto a la organización de dichas actividades o las decisiones
alrededor de las mismas. También participan a nivel de su aula y en la interacción con
su docente y compañeros, y en ese ámbito también reclaman una mayor posibilidad
de participación.
En conjunto entonces, tenemos que los niños, niñas y adolescentes participantes de
esta investigación nos han ofrecido aportes que consideramos lúcidos, complejos,
reveladores, incisivos, y sobretodo críticos en los diversos temas que hemos trabajado
con ellos. Nos han mostrado además aspectos que desconocíamos, nos han hecho
repensar las premisas de las que partíamos y nos han permitido nuevos aprendizajes,
posibles sólo gracias al diálogo con ellos. Niños, niñas y adolescentes se han
mostrado conscientes de su derecho no solo a educación sino a una buena
educación, y han reconocido que ellos mismos juegan un papel central y tienen una
responsabilidad también en este proceso, demandando a la vez mayores espacios de
participación para poder expresar sus puntos de vista y necesidades con miras a
mejorar sus propios procesos educativos.
Correo electrónico: [email protected]
http://www.siep.org.pe
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