La Utopía Skinneriana - Alumnos de Psicología. PsiqueUned.

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LA
UTOPIA
SKINNERIAN
A
B. F. SKINNER
ÁNGEL LÓPEZ MAESTRO
Curso de Acceso
1. INTRODUCCIÓN AL AUTOR Y A LA OBRA.
Burrhus Frederick Skinner, nacido en Susquehanna (Pennsylvania, EE.UU.), profesor
de psicología en la Universidad de Harvard desde 1948, es el más conocido representante
del conductismo actual. Siguiendo las líneas generales del programa de investigación
psicológica establecido por J. B. Watson, el fundador del conductismo, Skinner considera
que sólo esta orientación es rigurosamente científica y es fiel al método inductivo, único
estimado válido porque no presupone ninguna teoría previa. Skinner sostiene que la
psicología como la ciencia de la conducta adopta el mismo procedimiento que las ciencias
naturales, como la física y la biología, sustituyendo, a su entender, toda entidad inferida como los sospechosos “actos mentales” o las “entidades mentales”- por datos observables.
El ser humano no es ninguna entidad supuestamente autónoma ; es función de condiciones,
sean ambientales o genéticas. La conducta no es ningún proceso “interno” ; es la acción del
organismo ante el mundo externo. Esta acción está completamente determinada por las
condiciones ambientales - las cuales incluyen los factores orgánicos - ; como Skinner dice,
escribir un poema es como tener un hijo : por tanto, no se escribe, ni menos aún se “crea”
un poema, sino que se tiene un poema. No hay - como lo llama Skinner - “el hombre
autónomo.
Skinner sostiene que su conductismo no es simplemente metodológico, sino radical.
En ambos casos se usa la noción básica de “refuerzo” ; pero mientras el conductismo
metodológico sólo tiene en cuenta las contingencias de refuerzo (condicionamiento), el
conductismo radical tiene también en cuenta las contingencias de la supervivencia en
sentido próximo al darwiniano. Ello permite, según Skinner, considerar factores genéticos,
pero no al modo como éstos son introducidos por “mentalistas” o por los que estiman que
los factores genéticos son causas últimas, independientemente de los condicionamientos
que los han producido. La tesis del “estímulo - respuesta”, fundamental en el conductismo,
es mantenida sin reservas por Skinner. Si es cierto, a su modo de ver, que los procesos de
la conducta han de poder ser explicados fisiológicamente (u orgánicamente), a la vez las
explicaciones fisiológicas no pueden prescindir, si quieren ser científicamente válidas, de la
observación de los estímulos y respuestas. Los estados orgánicos son efectos de
condicionamientos ambientales, tanto presentes como pasados.
Se ha discutido hasta qué punto los trabajos experimentales de Skinner pueden o no
separarse de las generalizaciones que Skinner ha formulado. Dichos trabajos consisten
principalmente en alterar las condiciones del ambiente a fin de determinar, por varios
modos y tiempos de “refuerzo”, la reacción del operante, es decir, la operación del
organismo sobre las condiciones del medio. Muchos autores estiman que pueden admitirse
los resultados de estos trabajos sin admitir las generalizaciones consiguientes. Skinner
considera que no hay semejantes “generalizaciones”, sino simplemente descripción de
procedimientos científicos. Sin embargo, ha insistido en que el estudio de la conducta es el
fundamento para el control de la conducta, es decir, para la posibilidad de conformar el ser
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humano a una vida social y armónica capaz de proporcionar a cada individuo la seguridad y
la felicidad. La llamada “libertad” no es para Skinner una ventaja, sino más bien una
amenaza.
Las ideas de Skinner han desencadenado muchas polémicas. La más resonante ha
sido la mantenida con Chomsky, que atacó a fondo la obra de Skinner sobre la conducta
verbal y también toda serie de nociones usadas por Skinner relativas a los estímulos,
condicionamientos y refuerzos. Skinner consideró que los ataques de Chomsky podían
descartarse como una manifestación de “mentalismo” característico de los
“estructuralistas”, los cuales quieren explicar la conducta humana sin prestar atención a las
circunstancias dentro de las cuales tiene lugar.
CONDUCTISMO : Su sentido general es “tendencia a fundamentar el estudio
de los seres humanos en la observación de su conducta”. En la medida en que se estima que
otros organismos además de los seres humanos, es objeto - y, según algunos, objeto
principal - de estudio psicológico, el conductismo es la tendencia a estudiar los organismos
a base del examen de su conducta.
Específicamente, el conductismo es una escuela psicológica, originada, y muy
ampliamente desarrollada en los Estados Unidos. Algunos consideran que el precursor del
conductismo es C. Lloyd Morgan, especialmente por sus obras Animal Life and
Intelligence (1890-1891), An Introduction to Comparative Psycology (1894) y Animal
Behaviour (1908), por cuanto este autor se atiene a criterios que estima objetivos, tales
como el examen de conducta. Conviene restringir la tendencia llamada “conductismo” a los
autores que han confesado explícitamente seguirla y que, por lo demás, difieren entre sí.
El primero de estos autores es John B. Watson, que siguió algunas orientaciones de
su maestro J.R. Angell. Aunque hay diferencias entre los conductistas, la orientación
general de todos ellos es la iniciada por Watson, cuando acuñó, en 1913, el término
Behaviorism. El conductismo aparece ante todo como un método, que rechaza toda
introspección y que se atiene al estudio de lo único que estima observable y, por tanto,
científicamente admisible, es decir, la conducta. Todos los términos que designan estados
“internos” y entre ellos, o sobre todo, la conciencia, son considerados sospechosos y son
eliminados del vocabulario conductista. En principio, el conductismo, aunque
“antimentalista”, no es reduccionista, esto es, no sostiene que los procesos de conducta son
reducibles a, o explicables por, procesos y factores fisiológicos y neurofisiológicos. De
hecho, de haber semejante reducción y explicación no tendría sentido una psicología
conductista. El conductismo es un modo de explicación de procesos de conducta
independiente de las explicaciones neurofisiológicas. Sin embargo, ya desde Watson los
conductistas no han rechazado la posibilidad de que haya algún día una explicación
fisiológica y neurofisiológica de la conducta. Lo único que deben rechazarse son todos los
modelos y todas las estructuras no experimentales manipulables.
No todo estudio experimental de la conducta de organismo humanos y no humanos,
equivale al conductismo. Ello puede verse especialmente en la comparación entre los
conductistas, desde Watson hasta Skinner, por un lado y los cultivadores de la etología,
como Konrad Z. Lorenz. Los etólogos estiman que los factores genéticos son
determinantes. Los conductistas no rechazan totalmente los factores genéticos, pero los
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integran dentro del sistema de condiciones que constituyen las relaciones entre estímulos y
las respuestas a estímulos.
Estímulo y respuesta son las nociones fundamentales en el conductismo. El estímulo
constituye la “entrada” o input en el sistema ; la respuesta constituye la salida o output. En
principio, la explicación mediante la relación directa entre estímulo y respuesta es la más
deseable. Como no resulta claro saber en qué consiste una relación “directa”, y como
obviamente un organismo no responde siempre directa e inmediatamente a estímulos,
puede suponerse que el organismo posee un mecanismo de reacción constituido por una
serie de “disposiciones”. Los autores hostiles al conductismo o bien simplifican la doctrina
conductista, negando que admite la existencia del aludido mecanismo, o bien sostienen que
mantener que hay este mecanismo equivale a suponer que hay en el organismo algo
“innato”. Los conductistas responden a estas objeciones poniendo de relieve que un
mecanismo de reacción no tiene por qué oponerse a las explicaciones conductista. Además,
muchos tratan de explicar de una forma conductista la estructura del mecanismo de
reacción.
Hay entre conductistas orientaciones más o menos “radicales”. Las más radicales
tratan de ligar lo más estrechamente posible las respuestas con los estímulos. Los menos
radicales introducen contextos, tales como “refuerzo” (“recompensa” o “castigo”), que
explican los modelos concretos como se producen las respuestas a estímulos. Desde este
punto de vista, Skinner es un autor conductista menos “radical” que, por ejemplo, Watson.
El más conocido de los conductistas actuales es B. F. Skinner, que continúa el
programa iniciado por Watson y que ha introducido en el conductismo nociones como las
de “refuerzo” (o “reforzador”) y “operante”.
2. SÍNTESIS DE LA OBRA.
Nota : Pese a que la obra trata distintos temas, eso sí, abordados desde el punto de
vista conductista de Skinner y relacionados, a continuación y en el presente apartado,
hago un pequeño resumen general de esta obra, analizando tema por tema algunos de los
tratados en el libro en el siguiente apartado de este trabajo, y profundizando más en
alguno de ellos en el apartado cuarto, el cual hago conjuntamente con el tercero.
Necesitamos de una tecnología de la conducta para resolver muchos de los problemas
con los que nos encontramos en este mundo. Al contrario que otras ciencias, ésta no se ha
desarrollado mucho, y en esta tecnología de la conducta que empieza a ser posible, hay que
destacar el importantísimo papel que juega el ambiente en que nuestra conducta sea de una
u otra manera, y la función selectiva que éste ha tenido en un período de tiempo tan
extenso como es la evolución de nuestra especie. Por ello, hay que rechazar las creencias
tradicionales que atribuían la conducta de los individuos a estados mentales, sentimientos...
Una vez reemplazadas esas teorías tradicionales, podremos abordar problemas o asuntos
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como son la libertad, la dignidad - a los cuales se les sigue atribuyendo el “hombre
autónomo” o estados mentales y sentimientos - , el castigo, los valores, la cultura y qué es
el hombre.
3. COMENTARIO DE LA OBRA, PROFUNDIZANDO EN
ALGUNO DE LOS TEMAS ABORDADOS.
3.A. UNA TECNOLOGÍA DE LA CONDUCTA.
En nuestra sociedad, disponemos de tecnología y de ciencias, tales como la física o
la biología, que están muy avanzadas; pero, sin embargo, apenas disponemos de una
tecnología de la conducta, la cual es necesaria para resolver muchos de los problemas de
nuestro mundo que las ciencias anteriores no pueden solucionarnos, y que incluso muchos
de ellos han sido provocados por esa tecnología. Un claro ejemplo de esos problemas
causados por la tecnología es la guerra, la cual añade un nuevo horror tras el
descubrimiento de cada vez más potentes armas nucleares. Para resolver todo ese tipo de
problemas, debemos llevar a cabo grandes cambios en nuestra conducta, partiendo de esa
tecnología de la conducta que debemos desarrollar en mayor medida.
Tal vez la mayor causa por la que no se ha producido un desarrollo comparable al
producido en otros campos, se debe al enfoque de la conducta: desde siempre se ha
atribuido ésta a estados mentales, a sentimientos y peculiaridades del carácter de cada uno,
es decir, a un hombre autónomo, interno. Sí, este hombre autónomo nos pude ayudar a
explicar aspectos inexplicables desde otro punto de vista, pero no nos sirve para explicar
nuestra conducta. Sin embargo, debemos prestar atención a la estrecha relación que hay
entre nosotros y nuestro ambiente, ya que según cómo sea éste, influye mucho en cómo sea
nuestra conducta. Para ello, un análisis científico trata de explicar cómo la conducta de una
persona se relaciona con las condiciones bajo las cuales dicho individuo vive, es decir, con
su entorno, con su ambiente. En vez de atribuírsele su importante papel al ambiente, hasta
el siglo XIX se consideraba al mundo exterior, a ese entorno como un escenario pasivo,
menospreciando así la gran importancia del ambiente en nuestra conducta, su labor
selectiva que, finalmente, se convirtió en la base de la teoría evolucionista.
En esa relación del ambiente con nosotros, con nuestra conducta, hay un “estímulo”
que produce en un organismo una “respuesta”, lo que constituyen los “reflejos”. Pero hay
que tener en cuenta no sólo cómo el ambiente afecta al organismo, sino también la
respuesta posterior por parte de éste, ya que la conducta queda afectada por sus
consecuencias. Así que, al quedar determinada esa interacción entre el organismo y el
ambiente, no tendría sentido seguir sosteniendo dicha tesis tradicional que se refería a
estados mentales precientíficos, al hombre interior para justificar nuestra conducta. Sin
embargo, hay facetas de ese hombre autónomo que siguen estando vigentes para muchos, y
que sigue causando problemas, como es en el caso de que , según el punto de vista
tradicional, la persona sea libre, lo que indica que su conducta no tiene causas, y por lo que
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será castigado cuando lo merezca, ya que es completamente responsable de lo que hace - al
no reconocer la estrecha relación que guarda la conducta de la persona con el ambiente -.
Ya que el ambiente es gran responsable de la conducta humana, se van descubriendo
nuevas evidencias de previsibilidad de la misma, como por ejemplo, se nos pude predecir
cuánta gente irá a la playa en un día de alta temperatura, etc.
Pero, a partir de aquí, nos surgen nuevos interrogantes, dudas, problemas, ya que ,
por ejemplo, al reconocer el control ejercido sobre nosotros por el ambiente, ponemos en
duda la dignidad al atribuirle a éste tanto nuestros méritos como demérito ; los valores ; la
libertad...
Ya en este primer tema de la obra, se han encontrado referencias a aspectos tratados
en clase, relaciones con otros personajes ya también conocidos... Por ejemplo, se nos ha
hablado del esquema “estímulo - respuesta” que constituyen los “reflejos”, para explicarnos
cómo un determinado estímulo del ambiente produce una respuesta por nuestra parte, es
decir, cómo el ambiente condiciona nuestra conducta. Se nos ha hablado también de que
ese ambiente tiene una función selectiva, lo que fue la clave de la teoría evolucionista al
reconocer la importancia de ese ambiente que tanto nos condiciona ; es el entorno, el
ambiente el responsable de la selección natural, quedando ya así también relacionado con
Darwin.
3.B. LIBERTAD.
Existen ciertos aspectos denominados “aversivos” o “reforzadores negativos” de los
que el hombre intenta escapar o rechaza. En eso es en lo que se basa la lucha por la
libertad, es decir, se basa en la conducta de eliminación de ciertas amenazas para el
individuo y para la especie en general que ya se daba a lo largo del proceso de la
evolución ; no en un sentimiento ni en un deseo por ser libre, como podrían defender las
tesis tradicionales que atribuían la conducta a ese hombre autónomo e interno.
Esas condiciones aversivas pueden ser incluso intencionadas, como es en algunos
casos en que son producidas por personas, como por ejemplo en el caso de que un padre
regañe a su hijo para que éste haga lo que le pide, con lo que el niño hace lo que su padre le
pide y al comportarse de esa manera para liberarse del castigo, refuerza a aquel que le
amenazaba aversivamente - en este caso su padre -. Pero hay otras formas de liberación ; la
denominada “literatura de la libertad” induce a la gente a escapar o incluso a atacar a los
que los controlan aversivamente. Pero, sin embargo, esa literatura ha cometido el error de
definir la libertad según la teoría tradicional, es decir, en términos de estados mentales o de
sentimientos. Además, en ocasiones incita a la rebelión, lo cual también tiene
consecuencias aversivas, y ha etiquetado de malo a todo tipo de control, menospreciando
así ventajas que se pueden ver en el ambiente social, ya que muchas prácticas sociales que
son esenciales para el bienestar implican control, pero eso no significa que a la fuerza ese
control sea malo o aversivo.
El problema no es liberar al hombre de todo control, sino de ciertas clases de control,
analizando todo tipo de consecuencias. Al igual que aceptamos que dependemos del
mundo que nos rodea y simplemente cambiamos la naturaleza de esa dependencia, para
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liberar cuanto sea posible el ambiente social de estímulos aversivos, no necesitamos
destruir ese ambiente o escapar de él, como indicaría la literatura de la libertad, sino
remodelarlo.
3.C. DIGNIDAD.
La dignidad o el valor de la persona parecen quedar en cuarentena cuando atribuimos
sus méritos a circunstancias externas, es decir, cuando estamos reconociendo que su
conducta viene determinada por el ambiente, por lo que estamos quitando el mérito a esa
persona cuando ésta hace algo bueno y destacable. Estas cualidades las reconocemos
mediante el elogio, por lo que cuando no sabemos por qué una persona actúa del modo en
que lo hace, le atribuimos su conducta a él mismo, en vez de al medio, mencionado
anteriormente. Además, intentamos conseguir mayores elogios ocultando las razones por
las que hemos obrado de un determinado modo, o asegurando que las mismas en realidad
son menos poderosas, y el grado de valoración es mayor cuanto mayores son las
condiciones adversas, como un ejemplo de ello podría ser que alabamos la generosidad en
proporción a los sacrificios que ella exige, es decir, valoramos más que una persona más
bien pobre sea generoso con los que apenas tienen nada, que lo sea una persona rica.
También admiramos a las personas en la medida en que no nos podemos explicar lo que
hacen, como por ejemplo, admiramos a alguien capaz de manejar un complejo artefacto.
La literatura de la libertad intenta salvaguardar la posibilidad del elogio debido, por
lo que puede oponerse al avance tecnológico junto a la tecnología de la conducta, ya que,
una vez más, no atribuyen el mérito a la persona al establecer que la conducta viene
determinada por el ambiente. Esta literatura, a su vez, se opone a un análisis básico que
ofrecería una explicación distinta de la conducta por la que una determinada persona había
sido elogiada, por lo que podría decirse que ésta se interpone a los posteriores logros
humanos.
3.D. VALORES.
Los defensores de la libertad se oponen al uso de una tecnología de la conducta que
resulta ya accesible, y la cual reduciría con más éxito las consecuencias aversivas de la
conducta, dando su importancia a las conquistas que sea capaz de lograr el organismo
humano. Pero dicha oposición, puede plantear preguntas con respecto a los “valores” que
en realidad se referirían a los reforzadores, como por ejemplo, ¿ quién debe decidir lo que
es bueno para el hombre ? ¿Cómo y quién usará una tecnología más eficaz ? Hay cosas que
se han convertido en buenas a lo largo de la historia de la especie y que podrían utilizarse
para inducir a las personas a comportarse por el bien de otros ; pero ya que el individuo
puede recurrir a cosas buenas solo para él, esto se podría solucionar intensificando las
circunstancias que generan conducta en bien de otros o poniendo de relieve conquistas
individuales como pueden ser la seguridad, riqueza, salud ...
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4. CONCLUSIONES Y COMENTARIO PERSONAL.
Es importante solucionar algunos de los graves problemas que tienen lugar en nuestra
sociedad y que ciencias como la física y la biología y toda la tecnología tan desarrollada en
la actualidad no pueden solucionar, ya que en muchas ocasiones tienen gran parte de culpa
en dichos problemas, como por ejemplo, la gran contaminación ambiental debido a todas
las comodidades de las que disponemos y al mal uso de los recursos naturales. Por ello
puede ser interesante abordar el problema desde otra perspectiva, como con la tecnología
de la conducta, principal tema abordado en este libro. Ésta ha sufrido un desarrollo muy
lento debido al enfoque de las causas de la conducta, que aún hoy siguen estando vigentes
las tesis tradicionales que atribuyen la misma a estados mentales, peculiaridades de
carácter, capacidades, aptitudes..., en definitiva, al hombre autónomo o interno del que se
ha hablado en este trabajo. Pero una vez que reconocemos que el ambiente ha tenido y
tiene gran importancia para nuestra conducta, no pararan de surgirnos interrogantes acerca
de cómo aplicar dicha tecnología de la conducta más eficaz, quién debe hacerlo y con qué
finalidad ... Todavía está por ver qué es lo que el hombre puede hacer del hombre.
En cuanto a la opinión personal acerca de este libro, me parecen interesantes muchos
de los temas abordados en él, ya que apenas tenemos información ni de que exista una
tecnología de la conducta. El autor, en muchas ocasiones, acompaña sus tesis con bastantes
ejemplos ; pero otras veces, explica las cosas de maneras un poco enrevesadas a las que le
vendrían bien más ejemplos para facilitar su comprensión, ya que en ocasiones ésta puede
no ser satisfactoria. En definitiva, es un libro interesante pero a la vez complicado de leer.
ÁNGEL LÓPEZ MAESTRO
Curso de Acceso
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