Componentes electrofisiológicos y neuropsicológicos de la

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Componentes neuropsicológicos de la conducta agresiva proactiva y
reactiva: estudio electroencefalografico de adultos con altos niveles de
agresividad
Responsable: Mtra Cimenna Chao
Las emociones
A lo largo de la historia, ha existido un gran interés por definir y conceptualizar el
término de emoción. El estudio de las emociones ha sido difícil, sobretodo cuando se
trata de delimitarlas. Las emociones desde su conceptualización más básica y general
funcionan como mecanismos psicológicos. Esto es, como procesos internos que
responden a información externa o interna del individuo y la transforman para regular la
actividad fisiológica, produciendo un comportamiento determinado (Hass y cols.,
2000).
Las emociones pueden ser identificadas en todos los niveles filogenéticos en la mayoría
de las especies. Todos los organismos necesitan obtener energía del medio así como
deben enfrentar las problemáticas derivadas de la reproducción, la predación, la
eliminación de deshechos y el estatus social. La presión del medio ambiente sobre los
individuos genera necesidades funcionales particulares a las que el individuo necesita
sobrevivir.
Estas circunstancias cuando son adversas, generan reacciones de huida o acercamiento,
de pelea o de escape y reacciones de vinculación o de aislamiento. Estas reacciones
constituyen la base de emociones más complejas en los seres humanos; generando los
prototipos para emociones como son el miedo, el enojo, la tristeza y la alegría (Plutchik,
2003).
Las emociones por su aparición y función pueden dividirse en emociones básicas y
secundarias (Kemper 1978) Las emociones básicas son las que tienen una base
fisiológica como el miedo, el enojo, la tristeza y la satisfacción. Se han denominado
básicas debido a que su aparición es observable en todos los animales y se encuentran
universalmente en todas las culturas (Plutchik, 2003). Por otra parte las emociones
secundarias serían el resultado de la interacción de las emociones primarias generando
una emoción más compleja. Por ejemplo, el odio según Kemper puede consolidarse
como una mezcla de miedo y enojo mientras que la venganza podría ser resultado de
una mezcla de enojo y alegría.
Al tener una amplia gamma de representaciones o expresiones, las emociones también
han sido consideradas como positivas o negativas. Las emociones positivas, están
asociadas con situaciones que presentan oportunidades para el organismo generando
reacciones de acercamiento, e incrementan la variedad de acción y pensamientos
asociados, por otra parte, las emociones negativas están asociadas con situaciones
amenazantes que generan una reacción de huida, disminuyendo normalmente otras
variedades de acción y pensamiento. (Frederickson, 2004, en Huppert, 2004).
Lang (1998), sugiere que los conceptos utilizados para medir emociones como la
valencia emocional (placentero vs. displacentero) y el alertamiento emocional (relajado
vs. alertado), se relacionan con dos sistemas motivacionales. El primero de ellos es un
sistema apetitivo, cuya expresión conductual se caracteriza por un acercamiento o
repetición del estímulo para recrear la experiencia. Mientras que el segundo es el
sistema aversivo, cuya expresión conductual se caracteriza por la evitación o el escape
del estímulo.
Lang y cols., (1998) sugieren que las emociones también pueden ser estudiadas a partir
de la expresión emocional y la experiencia emocional. La experiencia emocional hace
referencia a la experiencia subjetiva e introspectiva de cada individuo. Mientras que la
expresión emocional, es la respuesta corporal que se expresa a través de los cambios
fisiológicos que son regulados por el sistema nervioso autónomo. Hablaremos
extensamente de estos cambios fisiológicos más adelante.
La agresión
El estudio de la conducta emocional se encontró excluida del análisis experimental
debido a que las emociones se consideraron en muchos casos como eventos subjetivos
inaccesibles a la observación sistemática. No obstante, algunas respuestas emocionales
como la agresión, el miedo y la impulsividad presentan cuadros conductuales accesibles
que pueden ser estudiados de manera sistemática.
Es difícil definir operacionalmente a la agresión, primero por que es una conducta que
se presenta a lo largo de toda la filogenia y es altamente especie-especifica, esto es, los
patrones de agresión son muy similares en los individuos de la misma especie pero
pueden diferir enormemente dependiendo de la especie. Cada especie presenta una
forma restringida o altamente ritualizada de esta conducta la cual puede distinguirse de
la conducta de predación y otras formas de ataque.
Quizás una de las definiciones mejor concensuadas es considerar a la agresión como
una conducta dirigida contra uno mismo, hacia otro individuo grupo o comunidad con el
objetivo de causar daño, donde existe la creencia (del perpetrador) de que la conducta
dañara al objetivo (víctima) y que éste, se encuentra motivado para evitar la conducta,
implica el uso u omisión intencional de poder, o fuerza física, cuyo resultado tiene o
puede resultar en lesiones, muerte, daño psicológico, inadaptación o privación (véase
Krug y cols 2002) y no necesariamente implica el uso de la violencia.
La conducta agresiva es heterogénea tanto en su origen, en sus manifestaciones como en
sus objetivos, esto es, en algunos casos dañar a la víctima no es lo importante, sino
alcanzar un objetivo a costa o sin importar el daño sobre el individuo, por ejemplo, en
un asalto el objetivo no es dañar al sujeto sino obtener su dinero, pero si el individuo se
resiste, al asaltante podría no importarle el causar daño al sujeto para alcanzar su
objetivo
La conducta agresiva también puede ser clasificada ya sea como impulsiva o como
premeditada (Volavka 1999). La agresión reactiva o impulsiva (emotiva) se concibe
como el acto agresivo impulsivo y no planeado dirigido por el enojo, cuyo objetivo es
lastimar al blanco (víctima), mientras que por otra parte la agresión proactiva o
premeditada (instrumental) se concibe como un medio premeditado de llegar a un
objetivo incluso diferente al de lastimar a la victima y la emoción no esta dirigiendo
directamente la conducta.
Hablando coloquialmente en el caso de la agresión reactiva estaríamos hablando del
clásico crimen pasional, donde un individuo guiado por la emoción agrede a otro (s)
individuo (s) sin evaluar el daño que puede causar y sin evaluar factores tales como vías
de escape, personas que lo observan etc, en el caso de la agresión proactiva existe una
planeación del acto agresivo y un calculo sobre el mejor momento para llevarlo a cabo
como por ejemplo un asalto, un acto terrorista o un secuestro.
Los estudios recientes han permitido mostrar que las diferencias entre ambos tipos de
agresión podrían no ser meramente de índole conductual, sino que la actividad cerebral
relacionada con ambos tipos de agresión también sería diferente.
La fisiología
Gregg y Siegel (2001) han estudiado la conducta agresiva en el gato y han mostrando
que el tipo de agresión reactiva puede ser evocada por la estimulación eléctrica tanto del
núcleo ventromedial y antero-medial del hipotálamo.
La respuesta evocada por la estimulación genera un cuadro conductual clásico de la
agresión reactiva, presentándose un componente simpático importante, caracterizado
por dilatación pupilar, incremento en la presión arterial, aumento en la frecuencia
cardiaca, micción, piloerección, arqueado de espalda, utilización de las patas delanteras
para golpear y arañar objetos dentro del campo visual y por supuesto, todo esto
acompañado de los clásicos maullidos, gritos y alaridos gatunos.
Por otra parte la estimulación del hipotálamo lateral y del área ventral de la sustancia
gris periacueductual produce que un gato que placidamente reposa en una caja junto a
una rata anestesiada se convierta en el exquisito asesino que pueden ser los felinos.
Después de la estimulación en estos núcleos, el gato levanta la cabeza repentinamente,
se pone en alerta y cautelosamente rodea a la rata atacándola con una mordida dirigida
al cuello. Si la estimulación continua, el gato puede repetir la mordida o incluso tomar a
la rata por la piel y agitarla. A diferencia de la agresión de tipo reactiva prácticamente
todos los signos de activación simpática se encuentran ausentes a excepción de la
dilatación pupilar.
Gregg y Siegel mostraron que ambos tipos de conducta dependen de circuitos
neuronales bien definidos y la estimulación cerebral que genera el tipo de agresividad
reactiva inhibe o suspende la expresión de la agresión proactiva y viceversa, esto es, no
es posible tener ambos tipos de conducta agresiva al mismo tiempo, ni un híbrido de
conducta, de tal forma que el felino presenta o una u otra. Normalmente la estimulación
de diferentes núcleos amigdalinos aumenta uno u otro tipo de agresividad, mientras que
inhibe la expresión del otro tipo de agresividad, un hecho notable en estos trabajos de
estimulación fue que sólo un área cerebral inhibe ambos tipos de conductas agresivas y
esta estructura es la corteza prefrontal (véase la tabla 1).
Área de estimulación
Amígdala Central
Amígdala cortico-medial
Amígdala Basolateral
Corteza Prefrontal
Efecto de la estimulación
en la agresión reactiva
Disminución
Aumento
Disminución
Disminución
Efecto de la estimulación
en la agresión proactiva
Aumento
Disminución
Aumento
Disminución
Tabla 1. La tabla muestra el efecto de la estimulación eléctrica de diferentes áreas
amigdalinas y la corteza prefrontal, sobre la conducta agresiva preactiva y reactiva
(modificada de Gregg y Siegel 2001).
Como toda respuesta emocional la conducta agresiva consta de al menos de tres tipos de
componentes: En primer lugar un componente conductual, el cual consiste en presentar
los movimientos musculares apropiados a la situación o estímulo que los provoca, en
segundo lugar un componente autónomo que estimula la respuesta simpática y
finalmente un componente hormonal que facilita al componente autónomo.
La adecuada regulación de los componentes de la respuesta y su correcta expresión
conlleva a la participación de varias estructuras cerebrales dentro de las que se incluyen:
la corteza prefrontal, la amígdala, el hipocampo, el hipotálamo, la corteza cingulada
anterior, la corteza insular y el estriado ventral (Davidson 2000).
La amígdala es un grupo de núcleos diencefálicos situados en gran parte dentro del
lóbulo temporal rostral dividiéndose en tres grupos principales: basolateral, central y
corticomedial, conocidos en conjunto como complejo amigdalino o amígdala son los
responsables de coordinar los diferentes componente de la respuesta emocional.
En breve podemos describir que el núcleo basolateral desempeña un papel clave para
asignar la importancia emocional a los estímulos sensoriales. Para llevar cabo dicha
función la amígdala basolateral recibe proyecciones de las diferentes modalidades
sensoriales a través de las cuales es informada sobre las características particulares de
un estímulo asociando al mismo una respuesta emocional adecuada.
La amígdala basolateral envía sus proyecciones a la corteza cingulada, la corteza
orbitofrontal y la corteza prefrontal, asimismo, proyecta a áreas subcorticales como el
hipocampo, el núcleo dorsomedial talámico y el núcleo basal de Meynert.
Por otra parte el núcleo central de la amígdala es responsable de activar el componente
vegetativo de la respuesta emocional (es decir, aumento del ritmo cardiaco, aumento de
la presión arterial, dilatación de la pupila, aumento del flujo sanguíneo hacia los
músculos, incremento de la liberación de adrenalina y noradrenalina desde la médula
espinal etc.) este núcleo recibe proyecciones del núcleo del tracto solitario, del núcleo
parabraquial y del núcleo basolateral, para proyectar posteriormente al hipotálamo, al
núcleo dorsal del vago, al núcleo del tracto solitario, al núcleo parabraquial, a la
formación reticular, al área ventral tegmental, al locus coeruleus, a la materia gris
periacueductal, al núcleo trigémino, al núcleo facial, al núcleo paraventricular y a los
núcleos basales (Martin 2000).
Finalmente, los núcleos corticomediales se encuentran asociados recíprocamente con
estructuras olfatorias por lo que se considera que deben tener alguna participación en la
regulación de la conducta de ingesta y probablemente también desempeñen algún papel
en conductas provocadas por estímulos olfatorios, como es el caso de la conducta
sexual.
Actualmente sabemos que la actividad de la amígdala es crucial para el aprendizaje de
estímulos asociados con reforzadores o castigos primarios (Holland y Gallagher 1999) y
que su actividad es indispensable para la adquisición y la expresión de tareas de miedo
condicionado (Quirk y cols 2003), esto es, cuando la amígdala es lesionada, los sujetos
no aprenden una tarea que dependa de las propiedades aversivas de un estímulo.
El papel de la amígdala en la modulación de la conducta emocional también ha sido
evaluado en estudios realizados con PET (Tomografía por emisión de positrones) donde
se ha mostrado que la amígdala se activa en humanos cuando estos son estimulados para
inducirles un afecto negativo, (como el miedo) o cuando sus emociones están
acompañadas de las expresiones faciales de miedo o enojo (véase Davidson 2000).
Resultados similares son reportados por Abercrombie y cols (1996) quienes observan
una mayor actividad metabólica en la amígdala que correlaciona con un aumento de los
puntajes de afecto negativo de un grupo de pacientes depresivos.
La modulación prefrontal
Los datos clínicos y experimentales han mostrado que además de la amígdala otras
áreas del cerebro como la corteza orbitofrontal se encuentran relacionadas con la
modulación de la conducta impulsiva y agresiva.
Uno de los casos clásicos en la literatura es el de Phineas Gage, quien después de que
una varilla de acero destruyo prácticamente su corteza prefrontal, (particularmente su
corteza orbitofrontal derecha) comenzó a presentar cambios notables en su conducta,
dichos cambios incluían principalmente irritabilidad, impulsividad y agresividad
(Damasio 1994).
La corteza orbitofrontal forma parte de la corteza de asociación límbica (circunvolución
del cíngulo, circunvolución parahipocampal, corteza entorrinal) que recibe información
básicamente de las áreas sensoriales de orden superior y de las cortezas de asociación
temporo-parietal y prefrontal, proyectando principalmente a la amígdala y al hipocampo
Los estudios de caso reportan de manera típica la ocurrencia de signos asociados a la
personalidad antisocial después de la lesión de esta corteza, dichos signos de manera
característica incluyen el pobre control de impulsos, la agresividad explosiva,
expresiones verbales inapropiadas (coprolalicas y en volumen desmedidamente alto),
locuacidad y pérdida de sensibilidad interpersonal. Esta falta de la regulación en el
estado afectivo y en la conducta pueden ocurrir mientras el funcionamiento motor,
sensorial y cognoscitivo permanecen relativamente intactos (Brower 2001)
En otros estudios realizados con veteranos de guerra que habían sido heridos en áreas
frontales de su cerebro, se reportó un incremento en la conducta antisocial en general,
mostrándose particularmente un aumento en el número de peleas, el daño en propiedad
ajena, y en general se ha establecido una asociación significativa entre el incremento de
la conducta agresiva y la lesión de la corteza orbitofrontal (Grafman 1996).
Recientemente los estudios de imagenología en poblaciones violentas y agresivas
consistentemente muestran una correlación entre la actividad frontal y la conducta
agresiva. Por ejemplo, en un estudio de Resonancia Magnética (RM) en el que se
compararon varios grupos dentro de los que se encontraban un grupo con desorden de
personalidad antisocial, un grupo con trastornos psiquiátricos, otro grupo con
dependencia a sustancias y los respectivos controles, mostró que el grupo con desorden
de personalidad antisocial era estadísticamente diferente a los otros grupos en tres
indicadores: más crímenes violentos, más síntomas psicopáticos y finalmente en una
disminución general del volumen de materia gris prefrontal (Raine 2000).
Resultados similares se han observado en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal
que presentan episodios recurrentes de agresividad, cuando son comparados con sujetos
normales o con pacientes con epilepsia del lóbulo temporal que no presentan estos
episodios, la RM muestra una significativa reducción en el volumen de materia gris
frontal en el grupo de con episodios recurrentes de agresividad (Woerman y cols 2000).
En una serie de estudios de Raine y cols (1998; 2000) examinaron mediante el uso del
PET a un grupo de convictos acusados por asalto con violencia o asesinato, los
resultados de sus estudios mostraron que estos individuos presentaban un decremento
significativo de actividad metabólica en la cortaza prefrontal durante la ejecución de
tareas de tipo cognoscitivo.
Un análisis posterior mostró que la disminución de la actividad metabólica ocurría
exclusivamente en los sujetos con historias de vida carentes de privación psicosocial,
esto es, la alteración del metabolismo se encontró en aquellos individuos que se
desenvolvieron en ambientes sociales, familiares y educativos propicios, mientras que
los sujetos con largas historias de privación psicosocial no mostraban disminución del
metabolismo prefrontal. Estos datos sugieren que al menos en algunos casos el impacto
del componente biológico es determinante en el génesis de la conducta agresiva.
En virtud de que la amígdala es la estructura responsable de coordinar los elementos
asociados a la respuesta emotiva y dado que la lesión de la corteza orbitofrontal produce
una disfunción en la regulación de la conducta agresiva, se ha sugerido que la actividad
de la corteza prefrontal podría ejercer una modulación de tipo inhibitoria sobre la
actividad amigdalina.
Los datos obtenidos a través de la tomografía por emisión de positrones (PET) han
mostrado relaciones recíprocas entre el metabolismo de la glucosa entre varias áreas de
la corteza prefrontal (incluyendo la corteza orbitofrontal) y la amígdala (Abercrombie y
cols. 1996). La evidencia experimental también ha mostrado que la lesión de la corteza
prefrontal interfiere con la extinción y la adquisición de una tarea de miedo
condicionado, incrementando la respuesta de miedo al estímulo condicionado tanto en la
adquisición como en la extinción del condicionamiento (Morgan 1995).
En una evidencia aún más directa sobre el efecto de la actividad prefrontal sobre la
respuesta amigdalina Quirk y cols. (2003) mostraron que la preestimulación prefrontal
reduce la responsividad de las neuronas del núcleo central de la amígdala haciendo
evidente un mecanismo de inhibición prefrontal sobre los núcleos amigdalinos. Esta
evidencia sugiere la existencia de un mecanismo que subyace a la supresión de
emociones negativas modulado por la actividad de la corteza prefrontal y sus
proyecciones a la amígdala.
Esta proyección prefronto-amigdalina podría ser importante para la identificación del
significado emocional de los estímulos, lo cual permitiría que el organismo genere un
estado afectivo en función de las condiciones del medio.
Hasta el momento los estudios realizados han mostrado que la corteza prefrontal podría
constituir un importante nodo de control para la expresión de la conducta agresiva, sin
embargo, hasta el momento no se conoce si la actividad cerebral de la corteza prefrontal
es diferente en los distintos tipos de expresión de la conducta agresiva (proactiva y
reactiva).
De acuerdo a la evidencia experimental se podría esperar que la actividad prefrontal y
las áreas implicadas en la expresión de la agresión variaran entre agresores reactivos y
proactivos.
La evaluación de algunas poblaciones susceptibles a la expresión de la conducta
agresiva es limitada debido a las dificultadas para acceder a estas poblaciones. Su
estudio, permitiría conocer si existen diferencias cerebrales asociadas al tipo de agresión
(reactiva y proactiva) en pos de diferenciar, procesos y estructuras relacionadas con
cada uno de los tipos de agresión. En la actualidad no sólo la investigación básica de la
conducta agresiva es escasa, sino que su estudio en poblaciones carcelarias también es
prácticamente nula.
Objetivo general
Evaluar la respuesta electroencefalográfica y neuropsicológica que subyace a la
conducta agresiva (reactiva-emotiva o proactiva-instrumental) y determinar si la
actividad prefrontal es diferente entre los grupos de agresores.
Objetivos Particulares
Correlacionar la actividad eléctrica cerebral en términos de potencia absoluta, relativa y
de coherencia interhemisferica con la conducta agresiva ya sea proactiva o reactiva.
Evaluar la actividad eléctrica cerebral
diferentes grupos de agresores
de la corteza prefrontal y temporal en los
Correlacionar la actividad eléctrica cerebral con las áreas de evaluación cognoscitivas
de la escala neuropsicológica.
Metas Científicas
1. Identificar con claridad los patrones de agresividad en los sujetos participantes
asignándolos correctamente a los grupos. Estamos hablando de evaluar en este aspecto
alrededor de 250 presos de las áreas de máxima seguridad y sujetos a protección para
seleccionar al menos a catorce individuos para el grupo impulsivo-reactivo y otros
catorce para el proactivo-instrumental.
2. Analizar los resultados de la evaluación neuropsicológica en búsqueda de algún
patrón dentro del amplio espectro de funciones cognoscitivas que sea característico de
alguno de los grupos agresivos.
3. La realización del registro electroencefalográfico nos permitirá evaluar la actividad
cerebral asociada con uno u otro tipo de comportamiento, permitiendo evaluar de
manera exhaustiva la actividad temporal y frontal.
Metodología
Sujetos:
Los sujetos se encuentran confinados en el Centro de Readaptación Social “Morelos” en
Atlacholoaya. Su confinamiento es resultado de un proceso legal y administrativo a
partir del ejercicio comprobado de un acto sancionado por los códigos penales.
Todos los participantes serán voluntarios y al finalizar el estudio recibirán una
compensación monetaria ($500) por su participación en el mismo, la compensación
económica no será de su conocimiento hasta que finalicen todas las evaluaciones. La
muestra será seleccionada tratando de preservar una homogeneidad en la tipología del
delito, se evaluarán varones cuya infracción involucre violencia grave y serán
cuidadosamente divididos en el grupo de agresión reactiva y en el grupo de agresión
proactiva.
La inclusión en cada grupo dependerá de la naturaleza del delito cometido, evaluando si
este fue provocado por un arranque emocional (p.e. crimen pasional) o existió una
planeación del evento (p.e secuestro), asimismo, se realizara una entrevista en extenso
donde se indagará sobre detalles de vida del sujeto para corroborar si el delito
correspondió a una conducta habitual o se trata de una reacción extraordinaria y poco
usual, con la intención de determinar si la conducta agresiva es una opción conductual
constante en la vida del individuo. También se aplicará un cuestionario que
utilizaremos para detallar sobre antecedentes familiares, laborales, sexuales y de salud.
Una vez establecidas estas condiciones se seleccionaran 36 infractores, varones,
diestros, mexicanos, institucionalizados, sanos, exentos de abuso de drogas por lo
menos en los últimos 6 meses, con un rango de edad de entre 20 y 45 años, los cuales
serán divididos en tres grupos.
Los primeros dos grupos de doce sujetos cada uno estará constituido por sujetos
agresivos reactivo-emotivos o por proactivos, mientras que el tercer grupo (control)
(N=12) será seleccionado en el centro de observación y clasificación (COC) del mismo
penal y estará constituido por sujetos masculinos entre 20 y 45 años con las mismas
características de los grupos agresivos salvo que este grupo su conducta delictiva no
estará relacionada con la comisión de actos violentos (por ejemplo, presos por delitos
como fraude, falsificación etc) mismo que será corroborardo con las entrevistas sobre su
historia de vida, adicionalmente recibirán un tiempo de lectura equivalente a la duración
de la sesión terapéutica
Otro grupo control fuera de la situación carcelaria será seleccionado entre adultos sanos
de entre 20 y 45 años dentro de la población de profesores y trabajadores de la
universidad Iberoamericana, mediante entrevista se verificará que los sujetos no
presenten de manera usual conductas agresivas.
Materiales: Para el registro de la actividad eléctrica cerebral (EEG) se utilizara el
sistema de registro NEUROSCAN, el cual es un sistema de registro que cuenta con 40
amplificadores SciAmps con una frecuencia de registro de 20000 Hz. Los filtros a
utilizar en el estudio serán de 2 a 32 Hz . Todo el sistema se encuentra instalado en una
computadora Dell portátil.
Para la evaluación neuropsicológica se utilizara el NEUROPSI que es una batería
neuropsicológica breve, confiable, objetiva, desarrollada y estandarizada en México,
(Ostrosky-Solís y cols. 1997) que permite evaluar un amplio espectro de funciones
cognoscitivas. Incluye 26 subpruebas que evalúan las áreas de orientación, atención y
concentración, memoria (codificación evocación), lenguaje, habilidades visoespaciales
(copia y evocación de una figura) y funciones ejecutivas.
Para los registros electroencefalograficos y de actividad neurovegetativa se utilizarán
una serie de estímulos emocionales modificados de Lang y Cuthbert (1993) y
estandarizados para poblaciones mexicanas por la Dra. Feggy Ostrosky. Dichos
estímulos se ha verificado que en poblaciones normales generan una valencia emocional
positiva, aversiva o neutra. Dichos estímulos serán presentados mediante un monitor de
computadora mientras el sujeto es registrado.
Se utilizará al mismo tiempo un segundo sistema de registro constituido por un sistema
J y J I330-C2 con 4 amplificadores para el registro de respuestas vegetativas como: la
respuesta galvánica de la piel, temperatura, frecuencia cardiaca, tensión muscular y
esfuerzo respiratorio pectoral.
Procedimiento: La selección de muestra se realizara con base a las características
anteriormente descritas y el convenio previamente acordado con la Institución. Los
criterios de selección de la muestra se definen bajo los preceptos del Código ético del
psicólogo (Sociedad Mexicana de Psicología, 2002), así como bajo los estatutos y
lineamientos que rigen aspectos éticos, sociales y profesionales de la Institución.
Los sujetos serán seleccionados de acuerdo a una entrevista semiestructurada donde se
tomará en cuenta el delito cometido, (secuestro, homicidio y violación), así como los
aspectos que circunscriben al mismo (planeado o no planeado) auto reporte y
descripción de las emociones en el momento del ilícito y el tipo de conductas agresivas
que se dieron en el momento de la ejecución. Así como otros datos relevantes para la
investigación (escolaridad, lateralidad, antecedentes familiares, historia de vida, estado
de salud, usos de sustancias etc). La identidad de los sujetos su inclusión los grupos, su
evaluación neuropsicológica y electroencefalográfica se manejara con un sistema de
doble ciego para evitar sesgos.
Una vez seleccionados los sujetos y evaluados de acuerdo al tipo de agresividad que los
caracteriza se procederá a evaluarlos con la escala del NEURPSI de manera individual.
La aplicación del instrumento y las entrevistas se realizaran en un cubículo de trabajo
del hospital del penal, el cual presenta las condiciones de iluminación y otras
condiciones que previenen variables ambientales que pudieran afectar la calidad de las
sesiones individuales.
Una semana después de la evaluación neuropsicológica se realizará un registro
electroencefalográfico de 1 hora a través del sistema NEUROSCAN. El registro
comienza con el sujeto sentado y relajado al cual se le colocarán electrodos de plata de
acuerdo al sistema 10-20 internacional. La superficie del registro (cuero cabelludo) será
limpiada con alcohol y posteriormente se utilizara un gel anti abrasivo para disminuir la
impedancia de la piel. Se colocarán 11 electrodos (FP1, FP2, F3, F4, T3, T4, P3, P4,
O1, O2, Cz) con referencia ipsilateral a lóbulos auriculares A1 y A2. Una vez colocados
los electrodos se procederá al registro durante 60 minutos. Durante el cual se
presentaran los estímulos emotivos de la escala de Lang modificada aleatortizando de
manera contrabalanceada el orden de presentación de los estímulos a través de los
sujetos.
Al mismo tiempo se registrará la respuesta neurovegetativa de los sujetos a los
estímulos emocionales, evaluándose la temperatura, la tensión muscular, la
conductancia de la piel, la frecuencia cardiaca y el esfuerzo respiratorio pectoral.
Grupo de trabajo e infraestructura disponible
Para la realización de este proyecto se cuenta con el área del laboratorio de
neurociencias de aproximadamente 100 m2. Nuestra institución nos apoya con servicio
administrativo, secretarial, mensajería,
teléfono, conexiones de red, papelería,
consumibles de cómputo, asesoría en computación, material y servicio de limpieza.
También contamos con un taller de instrumentación donde se realizan adaptaciones o se
construyen cuestiones elementales de equipo
El departamento de computo de la Universidad nos va a apoyar con las computadoras
que requerimos en el proyecto, así como con programas convencionales de software.
Adicionalmente se cuenta con el área del laboratorio de electrofisiología donde
contamos con dos equipos portátiles para el registro de diferentes variables de actividad
eléctrica. El primero de ellos el sistema Neuroscan constituido por el software SCAN4.3
y por el amplificador Nuamps de 40 canales.
El segundo es un sistema de registro J y J I330-C2 con 4 amplificadores que registran
respuestas vegetativas como: la respuesta galvanica de la piel, temperatura, frecuencia
cardiaca, tensión muscular y esfuerzo respiratorio pectoral y abdominal.
Para dirigir el proceso de registro y análisis de la actividad electrofisiológica contamos
con la participación de la Mtra.. Cimenna Chao quien tiene una Lic. en Física (UNAM)
y maestrías en Psicología Cognoscitiva (New York University) y Psicobiología
(UNAM).
En el penal contamos con la autorización del director Subsecretario de Readaptación
Social del Estado de Morelos Lic. Jesús Antonio Tallabs Ortega para la realización de
este proyecto. Dentro del penal se ha puesto a nuestra disposición el área del hospital
para la realización de las evaluaciones. Estas áreas se encuentran aisladas, iluminadas y
ventiladas de manera adecuada.
Las autoridades del penal se han comprometido también a notificar a la subdirección de
seguridad y custodia de los diferentes turnos de seguridad que laboran en la prisión,
sobre la realización de la investigación, para permitir el traslado tanto de los internos
participantes como de los investigadores al área del hospital, facilitando y protegiendo
el desplazamiento y la estancia de los investigadores en las áreas del penal.
Contamos también con la participación de la Fundación Emmanuel I.A.P coordinados
por el Lic. José Alberto Carrasco Nicol, quienes realizan desde hace varios años labor
voluntaria en poblaciones carcelarias y quienes por su labor se han ganado la confianza
y el aprecio de los internos del CERESO Morelos.
Los miembros de esta fundación se han comprometido a facilitar las relaciones internoinvestigadores y autoridades (subsecretaria de readaptación social, CERESO Morelos),
a acompañar a los investigadores a través de las diferentes áreas del penal, durante las
evaluaciones, entrevistas u otro procedimiento que se desarrolle durante la
investigación.
También colaborará con nosotros la pasante de la maestría en Orientación Psicológica
Eloisa Lara Portal que utilizara los datos de electroencefalografía para su tesis de
maestría. en Orientación Psicológica.
Colaboran también las alumnas de la licenciatura en psicología de la Universidad
Iberoamericana Marlene Calderon y Lorena Castro, ambas colaboraran en el registro
electroencefalográfico, la evaluación neuropsicológica y el análisis. Estas actividades
las cumplen en función llevar a cabo su servicio social.
Referencias
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