3) Después del examen

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Enfrentar el miedo a la situación de examen
Javier Augusto Nicoletti
Laboratorio de Investigación Educativa
Universidad Nacional de La Matanza
Mail: [email protected]
Este texto, apoyado en la numerosa bibliografía especializada existente, tiene
por finalidad adentrarse en la situación del examen, como instancia evaluadora
de aprendizaje, brindando una síntesis de aquellas herramientas concretas y
aplicables que permitan enfrentar esta situación de la mejor manera posible.
En toda situación de examen se evidencia una serie de sensaciones que
incluyen
tensión,
estrés,
temor,
impotencia,
incertidumbre,
etcétera.
Sentimientos que ponen en cuestión la valoración personal en términos a veces
positivos y en otros negativos. En el último caso, la ansiedad gana terreno y
disminuye el rendimiento académico.
Según la literatura especializada, el pensamiento en estado de ansiedad puede
responder
con:
preocupación,
inseguridad,
aprensión,
sentimiento
de
inferioridad, desconcentración, dificultad en la toma de decisiones y frecuentes
olvidos, llegando hasta la confusión y la desorientación.
Las repuestas fisiológicas pueden aparecer con palpitaciones, aceleración del
pulso, presión elevada, accesos de calor, temblores, sensación de fatiga,
sudoración, sequedad en la boca, náuseas, vómitos, mareos, sensación de
ahogo, dificultades sexuales, mayor vulnerabilidad en sentido general.
El comportamiento ansioso puede ser de evitación, tartamudez, habla rápida,
movimientos torpes, tics, risas nerviosas, bostezos; asimismo, fumar, beber y
comer en exceso, pudiendo pasar de la hiperactividad a la paralización.
Las situaciones estresantes no significan lo mismo para todas las personas,
variando su forma de percibirlas y afrontarlas. La ansiedad no la provocan los
sucesos sino la interpretación subjetiva de ellos. Por tanto, los exámenes no
provocan la ansiedad sino cómo se interpreta subjetivamente el ser evaluados
o examinados.
Según estudios realizados por el Laboratorio de Investigación Educativa de la
Universidad Nacional de La Matanza, el miedo a enfrentar la situación a
examen es una de las principales razones del fracaso en los exámenes
universitarios. Según el estudio realizado, el 40% del total de los universitarios
sufre temor al enfrentar una prueba o evaluación. De este porcentaje, un 50%
aduce que además es la principal causa de desaprobación de las materias.
En el caso de los exámenes de ingreso a la Universidad, el porcentaje de
alumnos que padece esta situación asciende al 65% del total de los aspirantes.
Los especialistas advierten que una de las principales razones del fracaso
académico es la falencia en la enseñanza a estudiar y a enfrentarse a los
exámenes. Por esto, se considera fundamental un entrenamiento previo
adecuado para lograr recuperar el equilibrio entre:

la dificultad personal que genera esta sensación de temor

y la confianza de haber cumplido con los requerimientos específicos
para rendir un buen examen.
Por ello, es que los alumnos deben preparase para el examen, y entender que
la asimilación de conocimientos no es solamente leer, subrayar y/o memorizar
un texto, sino que requiere de la puesta en práctica de una serie de pautas que
facilitaran y lograrán dicho proceso.
La preparación para el examen
Es necesario evaluar el número de materias a rendir tomando conciencia de las
asignaturas a estudiar. Es preferible elegir metas específicas, posibles de ser
alcanzadas y no intentar con una cantidad excesiva de materias.
Debe elegirse el ambiente en el cual se logre la mayor concentración, con
buena iluminación, una temperatura agradable, un buen espacio donde
estudiar, de ser posible un lugar propio de estudio, donde haya el menor ruido
posible.
No hay que alterar los hábitos de comida los días previos al examen, dado que
ello genera dispersión e insatisfacción, en cambio, una buena alimentación
influye positivamente en el rendimiento. Los alimentos que aumentan el estrés
son los muy procesados: edulcorantes artificiales, bebidas gaseosas, alimentos
fritos, comida “chatarra”, azúcares en exceso, productos con conservantes o
condimentos. Se recomienda evitarlos junto con el abuso en el consumo de
café y otros estimulantes, porque perjudican la concentración.
Se recomienda la confección del calendario-horario de estudio para evitar
largas horas de insomnio, que dificulten o disminuyan las posibilidades de
comprensión y rememoración final del material. Para presentarse con una
mente lúcida será necesario respetar la cantidad de horas de sueño
necesarias. Investigaciones científicas han demostrado que durante el período
del sueño se afianza en la mente la información recibida durante el período de
vigilia.
El repaso es un paso imprescindible para retener lo aprendido. Implica realizar
una repetición mental las veces que sean necesarias hasta sentir los
conocimientos bien consolidados.
La práctica de un repaso temprano es causa de que los nuevos contenidos
sean más fáciles de aprender.
Tratar de aprender cosas nuevas bajo presión, generalmente, bloquea lo ya
aprendido. Se facilitará la organización de los contenidos de cada temática al
haber estudiado paulatinamente, siguiendo los procedimientos indicados para
la lectura y la elaboración de los textos - subrayados, notas, resúmenes, etc. con conocimiento de la bibliografía obligatoria y, si es posible, la opcional.
La experiencia de los propios docentes evaluadores indica que es fundamental
conocer qué nivel de conocimiento de la bibliografía se exigirá, habiendo
consultado a los propios profesores y elaborado, conjuntamente con ellos,
listados con contenidos prioritarios, tendientes a la comprensión e integración
de los conceptos. Cercana la fecha del examen, se puede solicitar un listado
con los temas a repasar o preguntar. Si fuera posible también confeccionar una
Guía de Estudios. Esta planificación permitirá decidir el orden en que se
revisarán los temas así como el tiempo de repaso que se dedicará a cada uno
de ellos.
Además, es conveniente familiarizarse con la modalidad del docente que
evaluará, prestar atención a cómo organiza las ideas, el énfasis en
determinados temas, la inclusión de ejemplos ilustrativos, tomar nota de las
preguntas que éste formula en las clases, resolviendo las dudas expuestas, los
puntos y datos que resalta, dado que éstos pueden ser guía para el estudio.
Es importante realizar averiguaciones sobre el tipo de examen a realizarse
(memorístico, de aplicación de conceptos, de relación; presencial, domiciliario;
escrito, oral, etc.), no sólo en relación a las temáticas específicas sino también
en cuanto a las modalidades del mismo; por ejemplo, los formatos de pruebas,
si suele utilizar el múltiple choice, la contestación verdadero-falso, ensayo, etc.,
y en cuanto a qué tendrá en cuenta el docente a la hora de evaluar
(presentación, ortografía, extensión, etc.).
Revisar las pruebas anteriores para actualizar el conocimiento de la modalidad
del profesor en la formulación de las preguntas, el tipo de bibliografía que suele
solicitar, y recuperarlas no sólo para utilizarlas en este examen sino para
corroborar el aprendizaje, enriqueciéndolo con ejemplos propios, teniendo
opinión sobre temas determinados, relacionando con la lectura asignada, con
otras clases y con las propias actividades e intereses.
Preguntas de años anteriores servirán a modo de orientación, o realizar un
cuestionario en base a las ideas principales de los textos trabajados. La
respuesta obtenida deberá tener una argumentación lógica cuyos pasos claves
pueden anotarse en forma de esquema.
Los especialistas de la pedagogía coinciden en afirmar que la planificación es
una estrategia importante a la hora de responder una pregunta, por eso no está
de más emplear tiempo durante el repaso en escribir planes para las
respuestas. Es habitual que en los exámenes se pida relacionar los conceptos
estudiados y describirlos en una forma nueva. Para ello es aconsejable, luego
de tener claros los conceptos principales, tratar de organizarlos buscando
nuevas asociaciones de ideas o planteando los temas desde distintos puntos
de vista. Esta modalidad de reorganizar el conocimiento es además una ayuda
para la memorización.
A su vez, es importante comprender que afrontar una situación de examen
requiere, adermás de la preparación en sí, de tres etapas fundamentales que
deben ser consideradas:
1) El día anterior al examen
Es bueno asegurarse de tener todo lo que se va a necesitar: hojas en blanco,
lapiceras, útiles, reloj, etc. y revisar el material de estudio, es decir, los apuntes
ya organizados.
El día anterior al examen debería ser fundamentalmente un día de revisión
general de la materia y de repaso:
- El repaso estará centrado en realizar aquello que se deberá hacer a la
hora de rendir: recordar, fijar, reorganizar y expresar los conocimientos ya
adquiridos, ya sea en forma oral o escrita.
- Para reorganizar lo aprendido se recomienda repasar todo el material
del que se dispone sobre un mismo tema utilizando estrategias básicas de
relectura. Esto hace posible que surjan nuevas ideas que antes no estaban tan
claras. Puede ser esclarecedor repasar dos o tres temas relacionados y, de
este modo, conseguir abordar los distintos temas bajo una nueva mirada
formando otro conjunto de asociaciones.
- Conviene dedicar los primeros minutos de estudio a recordar lo
anteriormente visto y los últimos minutos a repasar lo aprendido durante ese
día porque de este modo se relacionan las ideas anteriores a la luz de los
nuevos conocimientos adquiridos.
- Para sentirse motivado y mantener el interés en una sesión de estudio
es conveniente repasar varios temas en un mismo día, en lugar de dedicarle
todo el día al mismo tema.
- Se recomienda retomar el esquema previamente confeccionado, sin la
información conceptual agregada a través de la síntesis o el resumen. Es decir,
ir recorriendo el esquema, evocando los contenidos leídos y memorizados,
rellenándolo mentalmente con los contenidos conceptuales y consultando
aquellos puntos que no se recuerden bien.
- Además de poner el acento en recordar y reorganizar los
conocimientos será conveniente, también, practicar las respuestas a las
posibles preguntas del examen.
- Conectarse con otros compañeros y formar un grupo de repaso
fomenta el compromiso y permite tener mayor objetividad de las apreciaciones
sobre lo estudiado. Además, el tener que ayudar y enseñar a los demás, es
otra vía importante de aprendizaje.
2) El día del examen
Para tener un óptimo rendimiento académico es necesario sentirse en buenas
condiciones psicofísicas. Para ello, será importante concentrarse en uno mismo
teniendo confianza en que se hizo todo lo posible (de no ser así, saber que no
es el momento de lamentarlo).
Sin pre-ocuparnos, sino ocupándonos ante la oportunidad de avanzar hasta la
meta, recordemos que un monto de ansiedad nos energiza para avanzar. Estar
medianamente tenso y nervioso ante el desafío es estar preparado. Sabemos
que la ansiedad nos podrá hacer dudar una y mil veces generando
pensamientos negativos (por ejemplo, predecir un posible fracaso o sentir baja
autoestima), los cuales terminarán obstaculizando las probabilidades y
potencialidades de éxito.
Por ello es muy importante, para enfrentar la situación de examen, encauzar
los pensamientos hacia el objetivo: rendir sin rendirse y aprobar el examen.
Para ello, será conveniente concentrarse en uno de los temas posibles de ser
evaluados organizando la respuesta esquemáticamente en tu mente o repasar
aquellos temas en los que te sientas más inseguro.
Los psicólogos educacionales afirman que la concentración en el repaso
ayudará a transformar la preocupación inútil en la ocupación útil. La
concentración devendrá, entonces, en relajación corporal y mental.
3) Después del examen
Independientemente de los resultados obtenidos, hay que tomar conciencia del
esfuerzo considerable realizado y por ello, es merecido un tiempo de
gratificación. Hay quienes hacen, por ejemplo, todo aquello que debieron
postergar por estar preparando el examen, como ir al cine, visitar amigos, etc.
Otros realizan un descanso reparador hasta el próximo desafío.
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