Reflexiones sobre Historia y Muerte

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Reflexiones sobre Historia y Muerte 
por Leopoldo Montesino Jerez1
Algunas experiencias anteriores
Al efectuar una reflexión sobre el tema de Historia y Muerte cabe establecer,
en primer lugar, la relevancia que este tiene o ha tenido o, al menos, el interés
que ha despertado en otras comunidades académicas. Al margen de más
antecedentes a la mano y los que uno puede encontrar en su biblioteca
personal, una pequeña vuelta por Internet por lo menos nos da una idea rápida
de otros eventos o encuentros acaecidos en otros lugares, así como de algunos
textos o documentos relacionados con el tema que nos preocupa.
Nada más que en España, por ejemplo, se detectan al menos los eventos:
(a) Entre la vida y la muerte. Mentalidades en la Castilla Barroca
Cervantina, efectuado los días 20 y 21 de septiembre del 2005 en Valladolid
y coordinado por el profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de
Valladolid, don Máximo García Fernández.
Entre los objetivos del encuentro destaca: “profundizar en el conocimiento
histórico de las prácticas funerarias pasadas y de su evolución en los distintos
ámbitos castellanos durante el fecundo siglo XVII”.
Entre las conferencias anotadas se incluyeron:
- El Barroco: de la religiosidad popular humanista a la muerte ilustrada, a
cargo de María José de la Pascua Sánchez, profesora titular de Historia
Moderna de la Universidad de Cádiz.
- Guerra e imagen ritualizada de la muerte en los territorios hispánicos, a
cargo de David González Cruz, profesor titular de Historia Moderna de la
Universidad de Huelva.
- La fiesta popular. Entre el regocijo y el luto., a cargo del profesor Francisco
Lorenzo Pinar, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de
Salamanca.

Ponencia inscrita en el Registro de Propiedad Intelectual, Santiago de Chile, junio del
2006.
1
Profesor de Historia y Economía del Instituto Profesional Valle Central de Santiago.
1
- La muerte en Galicia durante la Edad Moderna, a cargo del profesor
Domingo González Lopo, profesor titular de Historia Moderna de la
Universidad de Santiago de Compostela.
(b) La Muerte y el Morir Humanos, efectuado con motivo de las Segundas
Jornadas de Misterios de la Ciencia, en Tenerife, octubre de 1996.
Entre los objetivos de este evento estaba el de aprender más sobre como
enfrentar la muerte, a aprender a no tener que esperar experiencias dolorosas,
como muertes de seres queridos afectados por alguna enfermedad terminal.
Además, se pretendía en este evento y partir de las reflexiones planteadas, dar
un nuevo sentido a la vida en función de las experiencias que resultaran del
encuentro.
Entre los antecedentes que se comentan sobre el tema y para estimular el
interés sobre las materias a tratar estaban:
- La muerte, tal como la vida, tiene distintas caras y causas, como problemas
físicos, accidentes, atentados, guerras, inanición, suicidios, etc.
- Los occidentales se plantean la muerte como el final de una línea recta que
ha comenzado con el nacimiento y acaba con la muerte. Los budistas, en
cambio, consideran la muerte como un todo único, dividiendo su existencia en
cuatro realidades entrelazadas: la vida, el morir y la muerte, después de la
muerte y el renacimiento.
(c) La Muerte en la Navarra Medieval, un proyecto de investigación
efectuado entre los años 1999-2002 por un equipo interdisciplinario,
financiado por el Ministerio de Educación y Cultura, el Gobierno de Navarra
y la Fundación “The Friendly Hand”. El investigador principal anotado en la
referencia fue el profesor Julio Pavón Benito, de la Universidad de Navarrra,
acompañado el Doctor Javier Martínez, de la Universidad Rovira i Virgili de
Tarragona, la Doctora Angeles García, de la Universidad de Navarra y otros
especialistas.
Entre los objetivos de este proyecto de investigación estaba el de integrar
desde diversas perspectivas el concepto de muerte para la Navarra Medieval,
en particular desde las representaciones mentales y actitud frente a la muerte,
las manifestaciones artísticas sobre la muerte y las costumbres funerarias.
2
El proyecto de investigación en referencia ha incluido el desarrollo de cursos,
actividades y conferencias, como por ejemplo una dictada el 17 de enero del
año 2000 por el Dr. Ariel Guiance, del Consejo de Investigaciones Científicas
y Tecnológicas de Argentina, titulada: Los discursos sobre la muerte en la
Castilla Medieval.
(d) VIII Congreso Nacional de Paleopatología, sobre técnicas, métodos y
proyectos de investigación realizado entre los días 15 y 19 de enero del año
2005 en la ciudad de Cáceres, España. Uno detecta aquí áreas de enorme
interés en materia de investigación sobre algunos aspectos de la Historia
Universal. Se trata de investigaciones multidisciplinarias, con participación de
historiadores, arqueólogos, bioquímicos y médicos principalmente.
Las conferencias estaban divididas por bloque y secciones, como por ejemplo
el bloque de las Sociedades Prehistóricas Peninsulares. En la sección I,
denominada Enfermedades, muerte y cultura en las sociedades paleolíticas,
mesolíticos y neolíticas peninsulares, participaron destacados profesores
doctorados expertos de diversas universidades españolas. Así, el Dr. Ignacio
Martínez expuso Enfermedad y muerte en los homínidos mesopleistocenos
de la Sima de Los Huesos, Sierra Atapuerca y el Dr. Víctor Goncalves trató el
tema Cultura y vida cotidiana en las sociedades del Neolítico y su relación
con los estados de enfermedad y muerte.
Para otros bloques y otras secciones la lista de temas específicos es larga y
anoto sólo algunos de ellos:
- Enfermedad y muerte en el calcolítico peninsular, Dra. Ana María Silva.
- Cultura y vida cotidiana de las sociedades romanas y su influencia en los
estados de salud, enfermedad y muerte, Dr. J. M. Alvarez.
- Estado de salud y esperanza de vida de la mujer en el medioevo, Dra. Rosa
Maroto.
- Patología ósea de la violencia humana en un contexto forense, Dr.
Conrado Rodríguez.
- Utilidad de la endoscopia en los estudios de las momias egipcias, Dr. Albert
Isidro.
(e) En otra dimensión, diferente a la histórica, se anota el IV Congreso
Internacional sobre el Coma y la Muerte, celebrado en el Palacio de las
Convenciones, La Habana, entre el 9 y 12 de marzo del año 2004.
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El Dr. Calixto Machado Curbelo, Presidente del Simposio, explica que el
objetivo principal de éste ha sido promover un medio adecuado para promover
las discusiones en todos los tópicos relacionados con la muerte humana. Los
organizadores consideran que toda motivación para engrandecer los
conocimientos acerca de la muerte, y por lo tanto de la vida, está vinculado a
lo más digno del ser humano.
La lista de conferencistas es bastante larga, con expertos de diversos países del
mundo como: Reino Unido, España, Suecia, Estados Unidos, Japón, Canadá,
Cuba, Francia, Uruguay, Gales, Italia, Bélgica, Brasil, México, Rusia. De
Chile no se aprecian participantes. La mayoría, al observar en detalle la lista,
era de Estados Unidos. Los temas principales a tratar se anotaron en dos
grupos:
Grupo 1 (Muerte) – Definiciones de la muerte en el ser humano – Criterios
diagnósticos de la muerte encefálica en distintos países y estados – Pruebas
confirmatorias de la muerte encefálica – Muerte encefálica en el niño –
Consideraciones legales sobre la muerte encefálica y estados relacionados –
Consideraciones filosóficas, históricas y culturales sobre la muerte en el ser
humano.
Grupo 2 (Coma) – Mecanismos neurofisiológicos para la generación de la
conciencia – Diferentes etiologías sobre el coma: trauma craneal, accidente
vascular encefálico, metabólico, etc. – Pruebas instrumentales para predecir el
curso evolutivo del coma – Cuidados neurointensivos – Neuroprotección.
En este simposio los idiomas de trabajo fueron el inglés y el español.
(f) Por otra parte, los trabajos y publicaciones sobre el tema de la muerte nos
revelan otra faceta de aproximación a este tema. Entre muchos otros libros que
puedan ser citados tenemos, por ejemplo:
- Historia de la Muerte en Occidente, de Philippe Ariès, Editorial El
Acantilado, Barcelona, publicado el año 2000.
El contenido abarca desde la Edad Media y hasta nuestros días, incluyendo
actitudes frente a la muerte, la propia muerte y la muerte de otros. Se tratan
materias como la riqueza y la pobreza frente a la muerte en la Edad Media, los
milagros de los muertos, sentimientos de la familia, testamentos, tumbas,
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contribución al estudio de culto, el enfermo, la familia y el médico, y un largo
etcétera.
- Dimensión Histórica de Chile Nº 10 Salud y Muerte, revista del
Departamento de Historia y Geografía de la Universidad Metropolitana de
Ciencias de la Educación.
Se trata de un trabajo sobre salud y muerte efectuado por varios investigadores
y profesores de la institución antes mencionada, en general sobre el siglo XIX
a excepción del suscrito que efectuó un ejercicio sobre los años 90 del siglo
XX. En la lista aparecen:
- Estado y salud en Chile: un estudio jurídico 1800-1832, por Gonzalo
Piwonka..
- Salud y muerte en las sociedades de socorros mutuos de Santiago, 18801930, por Dina Escobar Guic.
- La epidemia de cólera en Santiago 1886-1888, por Álvaro Góngora
Escobedo.
- Consideraciones médicas decimonónicas en torno a género, salud y
educación, por Diana Veneros Ruiz Tagle.
- Historia, salud, muerte y medio ambiente, por Leopoldo Montesino Jerez.
La obra incluye una introducción explicativa y fichero bibliográfico a cargo de
Claudia Carrillo y Pamela Figueroa sobre La salud en Chile durante el siglo
XIX. La lista incluye 623 títulos de obras o documentos relacionados con
historia y muerte, algunos de ellos títulos llamativos o curiosos: De la anemia,
Francois Amable; Memoria de la casa de orates en Santiago 1895-1928,
anónimo; Sobre las causas del enfriamiento más o menos lento de los
cadáveres (1976), anónimo; La peste bubónica en Viña del Mar (1911), de
Ricardo Dávila y Carlos Altamirano; Una charla sobre cementerios. Lo que
podríamos aprender de los alemanes, (1935) Ernesto Greve.; Una autopsia en
Chile en el siglo XVII, Enrique Laval, en Historia Nº 2 (1962-1963); Historia
de la peste en Chile, (1932) Atilo Machiavello; Sepulcros y diferentes noticias
históricas sobre el Cementerio de Santiago (1888), Justo Abel Rosales.
- Colección de trabajos de investigación presentados en el Simposio
Enfermedades Epidémicas en Londres: desde la muerte negra al cólera,
desarrollado en el Instituto de Investigaciones Históricas del Centro de
Historia Metropolitana, el 19 de marzo de 1992 en Londres.
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Se trata de seis papers que reflejan diversos enfoques de las epidemias vividas
en Londres desde 1500 a 1700 aproximadamente y se incluye una sobre la
respuesta de las autoridades a las necesidades de higiene en el siglo XVIII.
La lista de los papers incluidos fue: La plaga de Londres, aspectos espaciales
y temporales de la enfermedad (Dr. Grhaham Twigg); Conversaciones sobre
la plaga en Londres al comienzo de la época moderna (Dra. Margaret
Healy); Epidemias y el medio ambiente construido en 1665 (Dr. Justin
Champin); Entierros de los muertos por la plaga en Londres al comienzo de
la época moderna (Dra. Vanesa Harding); La respuesta médica a las
enfermedades epidémicas durante el siglo XVIII (Dra. Anne Hardy) y
Epidemias y poblaciones esqueléticas: problemas y limitaciones, (Dra.
Margaret Cox).
La amplitud del tema (1)
Un panorama general
La palabra muerte significa sencillamente “cese de la vida”, pero suele
representar una serie de acepciones según el contexto. También se le asocia a
la idea de aniquilamiento, destrucción, ruina de ciudades y pueblos. Por otra
parte se habla de muerte natural, la que viene por enfermedad o por una
lesión accidental, a diferencia de la muerte violenta, en que alguien pierde la
vida a causa de una agresión externa. También se habla de muerte real o
somática en contraposición a muerte aparente: la primera se refiere al
término de la vida comprobado y cuya manifestación principal es la
putrefacción del cuerpo, mientras que en la segunda las manifestaciones como
la respiración, la circulación, el calor del cuerpo, etc. son poco o nada
perceptibles. También tenemos el concepto de muerte súbita, la que
sobreviene repentinamente sin causa aparente, la muerte negra o
denominación de la antigua peste negra y la muerte senil, que sobreviene por
vejez.
También la palabra muerte se ha utilizado para denotar ciertas ideas o reforzar
imágenes en determinados contextos del lenguaje. Por ejemplo tenemos
expresiones como: muerte pelada, para referirse a una persona de poco pelo o
calva; duelo a muerte, combate entre dos rivales hasta la muerte de uno de
ellos; buena muerte, aquella en que un cristiano fallece sereno y en paz con
Dios; de mala muerte, por otra parte, se refiere a una construcción o un
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servicio de baja calidad; y así podemos seguir, hasta expresiones jocosas como
hacerse el muerto, más muerto que vivo o chilenismos propios como creerse
la muerte, es decir jactarse de ser el mejor, tal vez un sinónimo de la muerte
en bote; o nuestro típico morir pollo, es decir quedarse callado.
Muerte, Universo, Vida
El primero de los términos, el cese de la vida, ya nos atañe como historiadores
de la antigüedad al tratar de comprender nuestros orígenes. La pregunta
¿Quiénes somos y por qué estamos vivos?, nos obliga a pensar sobre épocas
pasadas más allá de la existencia animal y humana. Los nuevos libros de
Historia Universal comienzan tratando este tema: por ejemplo el tomo 1 de la
colección Salvat año 2005 titulado Los Orígenes. La hipótesis de una gran
explosión llamada Big Bang, acontecida hace unos 15.000 millones de años,
daría origen a la expansión del Universo. El surgimiento del sistema solar y
nuestra tierra, en particular, habría ocurrido hace entre unos 5.000 y 4.600
millones de años.
El origen mismo de la vida no está resuelto y, paradójicamente, se sabía que
algunos de los elementos necesarios para la existencia de la vida deben ser
producidos por seres vivos, lo que se ha transformado en un dilema. Entiendo
que se ha logrado conseguir estructuras moleculares que simulan la vida y
producen algunos de los 29 caracteres que componen el alfabeto de la vida.
Según la mayoría de las religiones, la vida tiene un origen sobrenatural, sin
explicación físico-química. Dios habría creado al hombre y los organismos
superiores mientras que los inferiores surgieron de una manera espontánea.
Por otra parte, ciertos autores, la vida en la tierra procede desde el espacio,
debido a la meteorización, lo que se ha constituido en la teoría llamada
panespermia (en griego, mezcla de todas las semillas o semillas por todas
partes). En otras palabras, una idea es que el origen de la vida en la tierra es
extraterrestre y se atribuye al pensador griego Anaxágoras, del siglo V a. de C.
La formulación moderna se debe al químico sueco Svante August Arrhenius y
otros científicos más recientes.
Muerte antes del hombre
Con el surgimiento de la vida en nuestro planeta, también apareció la muerte
de los seres vivos. Mucho antes del hombre surgió la vida, inicialmente tal vez
de manera anaeróbica, sin necesidad de oxígeno y, más tarde, hace unos tres
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mil millones de años, vida aeróbica que sí requería oxígeno. Las primeras
formas de vida en la tierra son, según las fuentes, de difícil interpretación. La
prueba posible más antigua de es una cantidad de inclusiones semejantes a
células, halladas en rocas provenientes de Isua, Groenlandia, de una edad
estimada de 3.800 millones de años. La mejor evidencia probable proviene de
rocas de 3.500 millones de años de antigüedad ubicadas en Pilbara Block de
Australia y en Barbenton Mountain Land, en Swazilandia (sur de Africa). Sin
embargo, las pruebas más antiguas seguras de vida sobre la tierra son fósiles
de unos 2.700 millones de años, provenientes de Slave Province y del lago
Step Rock de Canadá. Estos estarían bastante bien conservados y su origen es
orgánico.
Otros hallazgos se deben a Stanley Tyler y Elso Barhoorn, de las
Universidades de Wisconsin y Harvard respectivamente, quienes mediante
procedimientos radio-métricos han detectado formas distintas de organismos
unicelulares: dos algas y dos hongos, más una forma indeterminada. Tales
hallazgos señalan que se trata de organismos vivos muy pequeños, de una
milésima de milímetro aproximadamente, bien conservados y semejantes a
organismos conocidos de la actualidad. Su edad, unos 2.000 millones de años.
Todas las primeras formas de vida señaladas con anterioridad indudablemente
debieron constituir, a su vez, los primeros organismos que murieron en
nuestro planeta. Por tanto, queda claro que la idea de muerte en el pasado y en
nuestro planeta alcanza una dimensión que va más allá de la existencia del
propio ser humano.
Muerte y evolución
Los cambios que ocurrían con los organismos vivientes estaban y siguen
estando asociados al concepto de evolución, de adaptación al medio hostil,
tema propuesto y muy audaz para su época, expuesto a mediados del siglo
XIX por el genial científico inglés Charles Darwin. Para que las células, y
más tarde los animales, puedan vivir y adaptarse al medio, necesariamente
deben morir. Este punto, que a veces pareciera ignorado por quienes intentan
prolongar la vida más allá de lo posible, tal vez merezca una reflexión más
profunda respecto al tema del envejecimiento y muerte en el ser humano. El
recordado profesor Jacques Cousteau, en uno de sus libros titulado “Mundo
Submarino” (RBA Editores, Barcelona, 1992, Volumen 1, p. 15), incorpora
un apartado titulado Morir para sobrevivir. Lo cito textualmente:
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“Imaginemos un animal inmortal. Sus glándulas y sus órganos han evolucionado de tal
manera que sus partes se reemplazan a sí mismas en cuanto dejen de funcionar. Es
invulnerable al cáncer y a cualquier forma de infección virósica, microbiana o bacteriana.
Armoniza a la perfección con su ambiente. No tiene ningún motivo para morir y por eso no
muere sino que vive eternamente a lo largo de los años. Quizá se aburra un poco, pero los
animales parecen aceptar casi siempre que, en cualquier caso, la vida es mejor que la
muerte. ¿Acaso la evolución ha producido alguna vez una criatura tan favorecida?...
Sabemos que hay algunas plantas, como los líquenes por ejemplo, y las coníferas del
bosque Inyo, en California, que viven varios miles de años, aproximándose a la
inmortalidad. Pero el animal más viejo del que se tengan datos parece ser una tortuga que
logró sobrevivir unos ciento treinta y cinco años más o menos, lo cual no es mucho más de
lo que viven algunos hombres de edad avanzada.”
“Paradójicamente, si alguna vez nos hemos aproximado a la inmortalidad, se ha eliminado
enseguida, por el simple hecho de que la inmortalidad no puede sobrevivir. Porque la
tierra cambia constantemente y los animales tienen que estar dispuestos a adaptarse a
estos cambios…”
“El mecanismo que le permite a cada especie responder a los desafíos de un medio
ambiente en permanente cambio está en los nacimientos y las muertes de los individuos de
la especie. En todo grupo numeroso existe algún individuo con la piel más gruesa, otro con
un hocico más flexible, otro con cerebro más grande, otro con tendencia a procrear
mellizos, otro con un oído más agudo. Y así sucesivamente. Es decir, las especies no
aparecen en el ambiente representadas por un ejército de individuos perfectos, sino por
una variedad de características diferentes repartidas entre todos sus miembros. De este
modo, cuando el ambiente desafía a la especie, ésta tiene la oportunidad de encontrar una
respuesta”.
“El hecho de que el hombre constituya una excepción entre los animales es un fenómeno
reciente. El ser humano es lo que es porque innumerables legiones de animales han vivido
y perecido desde que las primeras células minúsculas comenzaron a moverse en los
océanos hace unos tres mil millones de años…. Billones de generaciones, billones de
muertes, cada una de las cuales constituye un pequeño eslabón de la cadena evolutiva (han
constituido) una garantía de supervivencia para el hombre. .. Dentro de pocas
generaciones, las ciencias biológicas estarán capacitadas para intervenir conscientemente
en genética con el fin de producir la juventud eterna. Si logramos ser lo suficientemente
razonables como para evitar un holocausto nuclear y controlar la población, la
inmortalidad dejará de ser un sueño utópico”.
Muerte y pensamiento sobre el más allá
En el ser humano, se acepta que nuestro antepasado, o probable antepasado,
conocido como el hombre de Neandertal, habría establecido las primeras
manifestaciones de una conciencia que pensaba en asuntos del más allá. De
hecho se ha comprobado que enterraban a sus muertos, a diferencia del más
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antiguo Homo Erectus, junto con ciertos objetos que suponen la realización
de algún rito relacionado con esta materia. En el año 1908 de nuestra era, en
La Chapelle-aux-Saints, Francia, se encontró la sepultura de un anciano
apoyado en una especie de almohada de piedra y, junto a él, un hueso de un
pedazo de carne. La solemnidad de este y otros enterramientos en cavernas
prueba que los Neandertales meditaron sobre el significado de la vida y la
muerte.
También en Francia en un lugar llamado La Ferrasie, al año siguiente en 1909,
se encontró una extraña sepultura circular que formaba parte de otras ocho
más y que estaban ordenadas en grupos de a tres. A pesar de que ocho de las
nueve tumbas estaban vacías, se encontraron cinco esqueletos en las cercanías,
en otras fosas de la misma caverna, que con toda probabilidad habían sido
preparadas para celebrar solemnemente los entierros.
Por ejemplo, la cabeza y la parte inferior de un niño habían sido enterrados en
una fosa de suave pendiente, pero separados por una distancia de casi un
metro. La razón de esto, según un prehistoriador especialista francés, el abate
Bouysonnie, es que el niño fue decapitado por algún animal salvaje. De este
modo, el declive permitiría que, en el más allá y poco a poco, la cabeza
separada se volviera a unir al tronco.
Muerte y conflicto en los inicios de la Historia: Jericó, Catal Huyuk, Sumeria,
Egipto
En ciudades famosas de la antigüedad como Jericó, Catal Hüyük y Ur, entre
otras muchas, también apreciamos el concepto de muerte en otra perspectiva
histórica. En Jericó, una ciudad sorprendente, quizás la más antigua
descubierta y cuya muralla más antigua ha sido fechada hacia el 8.000 a. de
C., Kathleen Kenyon y su equipo de arqueólogos en 1953 encontraron siete
cráneos en una pared revestidos de yeso, con conchas marinas incrustadas en
los ojos. Los expertos opinan que se trataría de un primitivo culto a los
antepasados de los habitantes del lugar, una creencia en que este rito
aseguraba la inmortalidad del fallecido conservando los rasgos de su rostro.
En Catal Hüyük, ciudad que estaba ubicada en lo que hoy es la actual Turquía
y cuyo nombre significa “bifurcación-montículo”, cuya edad se estima en
unos 8.500 años, es decir hacia el 6.500 a. de C. aproximadamente, al margen
de inestimable material como joyas y armas ubicados en tumbas de sus
antiguos habitantes, se ha encontrado el llamado Santuario del Buitre, el cual
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aporta una buena cantidad de antecedentes acerca de la vida y la muerte en esa
ciudad. Según la interpretación de James Mellaart, descubridor del sitio, las
figuras humanas que aparecen sin cabeza en los frescos de las paredes del
Santuario simbolizan a los hombres fallecidos, en tanto los buitres que los
atacan limpian las osamentas. De este modo, una vez que sólo quedaban los
esqueletos, estos eran enterrados en otros santuarios o en viviendas familiares.
Los enterramientos incluían una gran variedad de objetos, los que estaban
destinados, probablemente, al individuo fallecido en el más allá, lo que se ha
interpretado como una creencia en la otra vida.
En la antigua Sumeria, tenemos la aparición de un fenómeno social nuevo que
ha acompañado al concepto de muerte hasta nuestros días. Se trata de la
guerra, el monstruoso hermano gemelo de la civilización. Las fuentes señalan
que los primeros conflictos de violencia organizada se habrían producido en
estos lugares, ya no solo como invasiones esporádicas de tribus salvajes
atrasadas que veían en las ciudades un botín potencial, sino como luchas entre
las propias ciudades. Estas disputas se habrían originado por derechos de
agua, por problemas de límites de tierras que se producían a causa del
movimiento de alguna piedra que indicaba dicho límite territorial.
Las matanzas famosas de los asirios y sus descripciones que nos han dejado
escritos referentes a reyes famosos como Tiglat Pileser I o Assurnassirpal II,
quienes mataron y degollaron a pueblos enteros. Algunas inscripciones
encontradas en Mesopotamia expresan lo siguiente:
“Combatí con sus veinte mil guerreros y
cinco reyes … y los derroté. … Dejé que su
sangre corriera por en los valles y en los
altos niveles de las montañas. Los decapité,
y fuera de sus ciudades, como montones de
grano, apilé sus cabezas … Incendié sus
ciudades con fuego, las demolí y las arrasé
…”.
Tiglat Pileser I – siglo XI a. de C.
“He quemado a muchos enemigos. A otros
les he perdonado la vida. He cortado los
brazos o manos de algunos de ellos. A otros
le he cortado la nariz y las orejas. He
arrancado un ojo a muchos hombres”.
Asurnasirpal II – siglo IX a. de C.
Por otra parte, las tumbas reales de Ur, de la antigua Sumeria son otro
testimonio de las costumbres de hace más de 4.500 años. Al estudiar los
hallazgos de las muchas tumbas encontradas por Leonard Charles Wooley en
Sumeria, en la primera mitad del siglo XX, se descubrió que cuando moría un
rey o una reina, lo seguían a la muerte sus servidores cercanos. Estos últimos
probablemente murieron envenenados voluntariamente, por lealtad a su
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gobernante. En los cadáveres de servidores, muchachas y soldados no se
encontró señal de violencia, pues tal vez para ellos seguirlo hacia el más allá
constituía un verdadero honor.
El antiguo Egipto, en tanto, ha sido llamado el país de las tumbas. Su clima
caluroso y más bien seco ha preservado con facilidad los restos del pasado,
incluyendo objetos frágiles o perecederos como vestidos, muebles, papiros.
Pero un factor de conservación adicional ha sido la religión egipcia, su sistema
de ideas sobre el más allá y las tumbas en mastabas donde se han encontrado
numerosos objetos de arte y las momias, resultado de un proceso de
embalsamar el cadáver al cual se le extraía el cerebro y las entrañas, se lavaba
con vino de palma y se sumergía en natrón.
Sus creencias sobre el comportamiento de una persona en vida y su
posibilidad de que en el más allá el espíritu del Ba retorne al Ka, después de
que el tribunal de Osiris, acompañado de 42 demonios representativos de sus
regiones, encontrase al primero libre de pecados y con méritos para alcanzar
un destino en un lugar paradisíaco y de vida feliz en el más allá.
La amplitud del tema (2)
La muerte se nos presenta a través de la Historia Universal en todas las
épocas, en diversas manifestaciones y con alcances también diferentes. Por un
lado están las muertes individuales o de grupos pequeños de personas, desde
ejecuciones a condenados, pasando por muertes de héroes famosos y hasta
crímenes debidos a venganzas o desquites por razones inconfesables o a veces
masacres incomprensibles. Aún así, es posible enumerar algunos hechos
relevantes.
Muerte en Grecia y Roma
En la Grecia clásica, se recuerda la muerte de Sócrates establecida por la
Heliaia, o tribunal de jueces elegidos por sorteo, por corromper a los jóvenes.
Fueron tres ciudadanos, Melitos, Anitos y Licón, quienes presentaron dicha
acusación expresando que Sócrates enseñaba creencias contrarias a la religión
del Estado. La acusación tenía escasa consistencia y habría quedado en nada,
si Sócrates hubiese hecho alguna concesión a los jueces. Por una pequeña
mayoría, Sócrates fue declarado culpable. Podía marcharse al destierro o
proponer una pena adecuada al veredicto. En vez de esto, aún cuando estaba
dispuesto a pagar una multa de tres mil dracmas, expresó orgullosamente que
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se sentía merecedor de ser alimentado a expensas públicas en el Pritaneo,
como se hacía con los hombres beneméritos de la ciudad. Esto motivó que, en
una segunda votación, una mayoría aún más fuerte apoyara la condena a
muerte.
A pesar de que sus amigos organizaron su fuga, se rehusó. El motivo de esta
negativa fue que Sócrates quiso con su muerte dar un testimonio decisivo a
favor de su enseñanza. Había vivido enseñando la justicia y el respeto a la ley,
no podía ser, por tanto, injusto hacia las leyes de su ciudad y desmentir, de ese
modo, su obra como maestro.
En la Grecia clásica de verificó, en otro ámbito, la famosa peste de Atenas,
narrada por Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso.
Este hecho se trató de una terrible calamidad que cayó sobre Atenas en el año
430 a. de C., tal vez la peste bubónica o quizás el tifus exantemático. El
propio Tucídides fue afectado por la enfermedad. En momentos en que
Arquídamo, hijo de Zeuxídamo rey de los lacedemonios acampaba y sitiaba a
la ciudad, se desató la peste. El mal habría comenzado en Etiopía, más tarde
en Egipto, Libia y buena parte del imperio persa. En Atenas cayó de
improviso, primero afectando el puerto del Pireo y luego la parte alta de la
ciudad.
Las manifestaciones físicas de la enfermedad eran: fuerte fiebres de cabeza,
rojez e inflamación de los ojos, garganta y lengua inyectadas en sangre,
respiración irregular y aliento fétido. Después de estos síntomas sobrevenían
estornudos y ronquera, fuerte tos, vómitos, diarreas y un gran malestar. En
algunos casos no había vómitos, pero sí fuertes espasmos. El cuerpo no estaba
muy caliente al tacto ni tampoco pálido, sino rojizo y lleno de pequeñas
úlceras. Los enfermos se sentían mal en el contacto con vestidos o sábanas
ligeras y, si pudiesen, se habrían sumergido en baños de agua fría. Además,
los enfermos sufrían de una sed inextinguible y de una angustia continua. La
mayoría de los afectados moría a los siete o nueve días una vez contraída la
enfermedad. La plaga provocó muchas muertes y desórdenes, pues había
quienes obtenían los bienes de los fallecidos.
En la historia de Roma la muerte se manifestó principalmente como una
consecuencia de sus interminables batallas y conquistas que la llevaron desde
una época de monarquía, a constituir luego una República y finalmente un
Imperio. Ya en la leyenda de Rómulo y Remo tenemos la muerte éste último a
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manos de su hermano, quien marcó los límites de la naciente ciudad y fue su
primer rey. Durante la República, por otra parte, Roma debió enfrentar
innumerables desafíos y mucha sangre y muchos muertos hubo a causa de
todos ellos. Las luchas contra bárbaros, sabinos, ecuos, volscos, etruscos,
veyenses, samnitas, griegos, tan detalladamente descritas por Theodor
Mommsen en su libro sobre Roma, así como las guerras contra cartagineses y
las propias guerras civiles en tiempos de Mario y Sila, la conquista de las
Galias por César y después de la consolidación del imperio por Augusto.
A partir de la construcción del Coliseo por Flavio Vespasiano, en los inicios
del imperio, la muerte adquiere otra dimensión, en su época diversión,
entretención del público a costa de innumerables desdichados, prisioneros de
guerra, esclavos, cristianos y miles de animales salvajes que morían, día a día
durante los espectáculos, en cantidades hasta aproximadas a las que se
verificaban en el propio campo de batalla. Se podría decir que la gran
civilización romana mostraba su faceta más morbosa del concepto de muerte,
la de ver sufrir a un semejante por torturas o muerte violenta para generar
momentos de deleite popular, de risas, de júbilo por la desgracia ajena y
admiración por la brutalidad del pseudo héroe triunfador.
Lamentablemente aún se reconoce hoy en día, en nuestros tiempos, la
expresión “pan y circo” (panem et circenses), acción por la cual los
emperadores aprovechaban esta malsana pasión del ocioso pueblo romano
para entretenerlo y evitar que recordara las carencias cotidianas. Y
lamentablemente aún hoy en día, en países latinos como México, Perú y hasta
en la propia España, se mantiene este circo romano que ha alcanzado el siglo
21, como es la corrida de toros. Espectáculo salvaje de muerte, sangre e
indignidad para un magnífico animal, que no merece tal destino.
En una dimensión menor se encuentran muchos circos que trabajan con
animales, en que los reflejos y acciones realizadas son forzadas, antinaturales
e incómodas para muchos de ellos, viviendo en la práctica una verdadera
muerte en vida por tratarse de animales no domésticos. El comercio ilegal de
animales ha sido y es otra historia de muerte y falta de conocimiento de la
población, que esconde dimensiones trágicas insospechadas.
Muerte en el Medioevo
La caída de Roma y los inicios del medioevo darán paso a la época conocida
como el oscurantismo. Pero no se tratará de sólo de un regreso a la vida en el
14
campo, por la destrucción de Roma y otras ciudades del imperio, por
numerosas hordas de pueblos bárbaros. Fue una época de destrucciones
violentas, de luchas interminables por conquistas que desde el presente
asombran incluso a quienes conocen de estos temas. Los visigodos, los hunos,
los vándalos, los vikingos, los musulmanes, los cruzados, los bizantinos, los
francos de Carlomagno y otros pueblos participaron en luchas crueles y
sangrientas que dejaron miles y miles de muertos en el camino. El hambre, la
peste, las enfermedades y hasta la propia ignorancia, el analfabetismo
generalizado de la época feudal, constituían otro tipo de muerte, la muerte de
la mente, de la imaginación, de la creatividad que, a pesar de todo, lograría
renacer hacia lo que conocemos como la época moderna.
Muerte, revoluciones y guerras mundiales
Las revoluciones corresponden a otra manifestación de violencia y muerte sin
control. En todas ellas han ocurrido hechos sangrientos que, quizás para
algunos, no sea bueno recordar. La revolución francesa, en que las cabezas
rodaban tras la acción de una guillotina que paradójicamente fue construida
para evitar el dolor y la imprecisión en el uso del hacha por el verdugo. La
revolución rusa, en respuesta a una realidad social dura y difícil, con tragedias
como la del Zar Nicolás II y su familia que terminaron siendo masacrados. Las
revoluciones de la Independencia de América, o de la propia Grecia ante el
dominio turco, se tradujeron en ríos de sangre y dolor.
Para qué decir de las guerras mundiales, sólo en la primera guerra las pérdidas
en vidas humanas alcanzaron cifras significativas. En cuanto a soldados y en
cifras redondas para las principales naciones beligerantes, unos 900.000 del
Imperio Británico, 60.000 australianos, 1.200.000 franceses, 50.000
norteamericanos estadounidenses, 650.000 italianos, 330.000 rumanos,
1.700.000 rusos, 1.200.000 austrohúngaros, 300.000 turcos y 1.760.000
alemanes. Con relación a los civiles, los muertos alcanzaron cifras como:
760.000 alemanes, 300.000 austrohúngaros, 275.000 belgas, 132.000 griegos,
275.000 rumanos, 3.000.000 de rusos, 650.000 serbios y 1.000.000 de turcos.
Se calcula que la primera guerra mundial produjo aproximadamente ocho
millones de muertos y seis millones de inválidos. Francia fue el país más
afectado, proporcionalmente: 1,4 millones de muertos y desaparecidos,
equivalentes a un 10% de la población activa masculina, acompañada por un
déficit de nacimientos. El estancamiento demográfico francés se prolongó, con
un envejecimiento de la población que sólo logró crecer con la inmigración.
15
Ésta última participó de la reconstrucción de un país donde el norte estaba en
ruinas: casas, puentes, vías férreas, fábricas, etc.
En la segunda guerra mundial se contabilizaron más de 56 millones de
muertos, sin contar con los heridos y trastornados hasta la locura por la propia
locura demencial de un tipo de guerra nunca antes visto. Las naciones más
afectadas de esta conflagración generalizada fueron la entonces Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, con unos 13.600.000 soldados y 7.700.000
civiles, China con 1.300.000 soldados y unos 10.000.000 de civiles, Alemania
con 3.250.000 soldados y 3.800.000 civiles. Polonia también fue altamente
afectada con respecto a los civiles, uno 7.000.000.
La lista de bajas, tanto militares como civiles es larga y no es necesario
detallarla aquí. Naciones como Japón, Yugoslavia, Rumania, Francia,
Hungría, Austria, Grecia, Estados Unidos, Italia, Checoslovaquia, Reino
Unido, Bélgica, Finlandia, Canadá, los Países Bajos, Nueva Zelandia,
Noruega, España, Luxemburgo y Dinamarca también sufrieron pérdidas
relevantes para sus tamaños. En esta guerra, la muerte estuvo acompañada
además del horror que significaron los campos de concentración alemanes, los
efectos de los numerosos bombardeos de ciudades por la aviación y en
particular, el lanzamiento de dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki,
en Japón.
Podríamos afirmar que, para la primera mitad del siglo XX, el concepto de
muerte, que nos preocupa en esta jornada de reflexión, se constituyó en una
hija terrible de la locura y de la estupidez humana.
Muerte y demografía
La demografía es el estudio de las poblaciones. Sin embargo, está orientada a
poblaciones más bien estables, que perduran en el tiempo, no necesariamente
eternas pero en ningún caso de carácter temporal, como asociaciones de
individuos de carácter ocasional. El profesor Máximo Livi-Bacci, de
nacionalidad italiana, en su libro “Introducción a la Demografía” de la
editorial Ariel Historia, Barcelona, 1993, nos muestra otra dimensión en la
cual el concepto de muerte, de individuos que fallecen a lo largo del tiempo y
en distintas etapas de sus vidas.
16
Según Livi-Bacci, las poblaciones no son meras sumas de individuos, debido
a que en su formación intervienen procesos de cohesión que reúnen a los
individuos en parejas, familias, comunidades o grupos de cierta complejidad.
Estos conjuntos de individuos se ven también afectados en su crecimiento por
fenómenos como la nupcialidad, la fecundidad y la movilidad de personas que
concurren a formar parte de ellos. Pero también estos mismo grupos de
individuos pueden verse afectados por fenómenos que provocan una caída en
su tamaño, es decir en un decrecimiento. Estos son la ruptura matrimonial,
separación o divorcio, la emigración de individuos hacia otros lugares y la
mortalidad.
Las fuerzas o variables que determinan el comportamiento de la nupcialidad,
la fecundidad, la mortalidad, etc. son de variada naturaleza. Elementos de
carácter económico, social e incluso político pueden afectar la alimentación y
con ello la natalidad y mortalidad a la vez, así como la morbilidad, es decir,
los efectos que generan enfermedades en la población. Todo esto nos da
cuenta de que la demografía tiene un alto componente social, histórico,
estadístico cuantitativo y también biológico.
En tres extensos y complejos capítulos de su libro, el profesor Livi-Bacci nos
enseña el concepto de tabla de mortalidad (capítulo 6), interpretación y uso
de las tablas de mortalidad (capítulo 7) y otros problemas de análisis de la
mortalidad (capítulo 8). Un mundo nuevo se abre aquí al cientista social o
estudioso de fenómenos relacionados con la evolución de las poblaciones en el
tiempo pasado o presente.
Una tabla de mortalidad es el instrumento lógico más completo para el análisis
estadístico de la muerte, de su incidencia por edad y sexo. Su principio lógico
es elemental: la tabla describe la desaparición por defunción de una
generación de nacidos hasta la extinción de su último componente. Por
ejemplo, en Italia, hasta el siglo pasado, de 1.000 recién nacidos solamente
quedaban con vida 2/3 en el momento de su 5º aniversario, menos de la mitad
cuando cumplían 35 años y menos de 1/3 cuando se llegaba al 60º aniversario.
En el año 1985, en cambio, para que se produzca una reducción análoga es
necesario espera 70 años para que sólo queden con vida 2/3 de los 1000 recién
nacidos, 75 años para que sólo sobre viva 1/3 y 81 años para que menos de 1/3
de ellos aún sobreviva, en el caso de los hombres. Para las mujeres, los años
respectivos son 77, 82 y 86. Las cifras del año 1985 también muestran que
17
prácticamente nadie quedaba con vida al traspasar el siglo de existencia,
apenas el 0,5% para las mujeres y el 0,1% los hombres.
El libro del profesor Livi-Bacci explica además otras funciones de las tablas
de mortalidad, como la probabilidad de muerte, definida como la probabilidad
de que un individuo que llega a la edad exacta x muera antes de llegar a la
edad exacta x + 1 (la edad se refiere por tanto a un intervalo). Otros conceptos
e ideas que aparecen son: la vida probable o también llamada edad mediana de
las defunciones; la relación entre la tasa de mortalidad y las probabilidades de
muerte; las relaciones entre geografía y tendencias de la mortalidad;
variaciones y comparaciones de la mortalidad según edad y sexo; variaciones
de las probabilidades de muerte y esperanza de vida en modelos aditivo y
multiplicativos; el alargamiento de la esperanza de vida y la longevidad; tablas
de mortalidad por generaciones; medidas de mortalidad infantil; riesgo de
muerte después del nacimiento; estructura de la mortalidad infantil;
mortalidad en poblaciones muy ancianas; mortalidad por causas y mortalidad
diferencial.
El autor termina esta parte explicando que el estudio de la mortalidad por
causas y mortalidad diferencial es extremadamente entretenido pero muy
difícil de trabajar, al considerar relaciones complejas de carácter económico,
sociales, biofisiológicas, ecológico-ambientales y hábitos de vida..
La elección de un tema específico
Con motivo de una invitación que me hiciera la entonces Directora del
Departamento de Historia de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la
Educación (Umce), la Sra. Patricia Arancibia Clavel, a participar con un
artículo en la revista de la Escuela de Historia y Geografía, es que entregué un
trabajo sobre Historia, salud, muerte y medio ambiente y que quisiera resumir
brevemente aquí.
Historia, salud, muerte y medio ambiente
La elección del tema se debió quizás a una coincidencia, pues en aquellos años
1990-1991 aproximadamente, me había tocado trabajar temas de investigación
relacionados con empresa y medio ambiente. Por tanto, presenté un trabajo
que relacionara estas dimensiones y que pudiera, a la vez, abrir una nueva
senda pensando en investigaciones futuras. El trabajo consistió básicamente en
un pequeño ensayo, con algún apoyo bibliográfico y documentos de prensa.
18
Al tratarse de un trabajo prácticamente exploratorio, lo que hice fue revisar
antecedentes en el pasado sobre muerte y enfermedades, muerte y desastres
naturales o provocados por la mano del hombre, en fin, una especie de base
teórica mínima para empezar. El artículo, y que ustedes pueden leer en la
revista Dimensión Histórica de Chile Nº 10, años 1993-1994, destaca aspectos
de la historia ambiental mundial en el pasado, a grandes rasgos.
Historia de muerte en Chile. mentalidades y acontecer infausto, desastres
naturales
Ejemplos clásicos sacados de la historia como la peste de Atenas, que hemos
comentado, las enfermedades epidémicas que sufrieron los indígenas de
América después de la llegada de los españoles, así como los relatos que
efectuó el extinto profesor Rolando Mellafe, Premio Nacional de Historia,
sobre el carácter infausto del chileno en el contexto de una historia de las
mentalidades, son algunas de las referencias a las que recurrí.
El profesor Mellafe ha expuesto dicho carácter sufrido del chileno, como
muestra la siguiente cita aparecida en su libro “Historia Social de Chile y
América. Sugerencias y Aproximaciones” (Ed. Universitaria, 1986):
“Un simple recuento aritmético de los desastres ocurridos en Chile nos deja aterrados.
Dejamos de lado las guerras, revoluciones, devastaciones y destrucción de ciudades enteras,
las incursiones de piratas y corsarios (que muchas veces paralizaron el comercio por varios
años), las plagas que atacaron a animales y vegetales, etc. Nos concentramos solamente en:
terremotos, años diluviales y de inundaciones, grandes sequías, epidemias que atacaron al
hombre y plagas de langostas y ratones. Aún sólo registrando los fenómenos
verdaderamente importantes, los que por lo menos asolaron a un tercio del territorio
habitado, obtenemos una estadística increíble. Nuestro cómputo comienza a la llegada de
Almagro, en 1520, ya que tenemos testimonios de un espantoso terremoto que los indios
narraron a los primeros conquistadores. Probablemente hubo también una primera epidemia
de viruela, pero ésta no la registramos por la inseguridad del dato. Nuestro cómputo termina
en 1906, con el terremoto de Valparaíso. En esos 386 años hubo 282 desastres, el 73% de
nuestros años de historia han sido nefastos: 100 terremotos, 46 años en que todo se inundó,
50 años de sequía absoluta, 82 años de diferentes epidemias generalizadas y 4 años de
insectos y roedores que se comieron hasta los árboles. Creo que este cómputo no es exacto,
pero si tiene errores, es debido a omisiones, de modo que los años infaustos fueron
seguramente más. De todos modos nuestros antepasados sufrieron un terremoto cada 3,8
años, un temporal con inundaciones cada 7 años, un año muy seco cada 7 y una epidemia
cada 4”.
19
A los antecedentes anteriores del profesor Mellafe agreguemos otros datos
semejantes para el lapso 1582 – 1985 que aparecen en un libro de Rosa
Urrutia y Carlos Lanza, titulado “Catástrofes en Chile 1541-1992” (Editorial
la Noria, Santiago, 1993). En este libro, al margen de datos y situaciones
similares a las descritas por Mellafe, sobre epidemias, inundaciones, sequías,
terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, etc. aparece interesante
información histórica sobre incendios urbanos, despoblamientos, hambrunas y
contaminación ambiental a partir del año 1945.
En el tema medioambiental la muerte ha estado presente históricamente. Por
tratarse de un ensayo, mi preocupación fue intentar un ejercicio de algunos
hechos trágicos ocurridos en un año particular con el objeto de ordenar el
material e intentar algunas conclusiones que permitieran arriesgar eventuales
futuras hipótesis de trabajo más interesantes.
Desastres provocados o por errores humanos – Muerte urbana
Otra área de investigación posible en el tema de la muerte, son los desastres
que ocurren debido a la intervención de la mano del hombre y las muertes en
la ciudad causadas principalmente por accidentes de tránsito, incendios y
asaltos con violencia.
En determinadas circunstancias, ha ocurrido que un desastre natural ha sido
mal enfrentado por la sociedad, lo que ha motivado una cantidad de muertes
mayor a lo que pudo haber sido. Un caso de este tipo sucedió en el año 1993
cuando se produjo un aluvión en la quebrada de Macul, afectando modestos
habitantes de las comuna de La Florida, La Reina, Macul, Peñalolén y Lo
Barnechea en Santiago. La tragedia se originó por un desborde del canal Las
Perdices, una riada que provocó de lodo, ramas, barro y piedras que arrasó con
construcciones, vehículos y, en general, millonarias pérdidas para la propiedad
pública y privada.
El fenómeno antes descrito provocó gran conmoción. El entonces Director del
Instituto de Geografía de la Universidad Católica, Jorge Villagrán, en un
extenso artículo publicado por el diario El Mercurio el martes 4 de mayo de
1993, comentaba lo sucedido diciendo que todo el mundo sabía cómo se
generó el evento y también que podía volver a repetirse. Sin embargo, se actuó
y se siguió actuando con un criterio denominado “determinismo ambiental”.
Esto último significa mantener una actitud que fija a la comunidad,
20
autoridades, medios de comunicación y afectados, en la que no se puede hacer
nada, salvo ayudar después que pasen el agua y el barro.
En otro reportaje en el mismo diario El Mercurio pero del día 9 de mayo de
1993, el periodista Mauricio Gallardo incluyó algunos análisis y comentarios
que dan a entender que la inacción preventiva del hombre contribuyó a
empeorar las cosas. Cito textualmente:
“Aunque de menor intensidad, tres aluviones semejantes sucedieron en 1982, 1986 y 1987,
en la misma quebrada: tuvieron semejantes causas y afectaron a las mismas poblaciones
que las del lunes último. Al menos dos de ellos (los de 1982 y 1986) fueron originados por
entradas de frentes calientes y alza de la isoterma cero. Esta vez la Dirección
Metereológica supo, unas 12 horas antes del aluvión, que la isobara cero estaba a casi mil
metros sobre lo normal. Lo informó la Onemi el día domingo, pero eso no dio origen a
ningún plan de emergencia, pues nadie relacionó los fenómenos. La catástrofe, al menos en
su costo de vidas, pudo ser minimizada si los expertos hubiesen tenido una instancia de
análisis y coordinación. Se dio la paradoja de que quienes sabían lo que sucedía en el cielo
no sabían lo que podía pasar en la tierra y los que conocían que podía pasar en la tierra, no
sabían lo que pasaba en el cielo”.
En otro caso, ocurrido a comienzos de marzo en el mismo año 1993, en la
bahía de San Vicente en Talcahuano, una mancha de petróleo derramada por
algún barco en la bahía recibió una chispa inesperada que generó un incendio
gigantesco, el cuidador de una embarcación murió, hubo varios heridos, se
quemaron innumerables botes y pequeños barcos, además de instalaciones
portuarias. Para apagar el incendio debieron concurrir 11 compañías del
puerto y 8 de Concepción, además de unos 500 voluntarios de bomberos. Las
pérdidas en valor monetario alcanzarían, según autoridades entrevistadas, en
alrededor de unos 50 millones de dólares.
Vemos claramente que en casos como este último, que la intervención de la
mano del hombre, generando un problema ambiental por derrame de petróleo,
ha provocado muerte y destrucción inesperados.
Otra faceta de la muerte urbana o entre ciudades es la cantidad de fallecidos
por accidentes de tránsito. Según datos de la Comisión nacional de Seguridad
del Tránsito (Conaset) el número total de accidentes entre los años 1990 y
2001 osciló entre unos 40.000 y 50.000 al año, con una cantidad de víctimas
fatales que varió entre unas 1.500 y 2.000 al año aproximadamente. Más
específicamente, en Chile y para el año 2001, la estadística señala que sólo en
buses de locomoción colectiva hubo 225 muertos, 1.176 accidentes graves,
21
1.357 accidentes leves, un total de 9602 lesionados y un total de 9.571
accidentes. La mayor cifra de muertos, sin embargo, correspondió al caso de
los automóviles y camiones, con 439 y 437 muertos respectivamente.
Sin embargo, el número total de accidentes más significativo fue el de los
automóviles, con 22.773, seguido de buses de locomoción colectiva con 9.571
y camionetas, con un total de 9942 accidentes. Cabe destacar las cifras de
furgones de transporte escolar que, en dicho año 2001, no tuvo víctimas
fatales aunque sí un total de 243 accidentes en todo Chile y con 42 heridos
graves.
En la década de los noventa la primera cifra fue para 1990 con 39.479
accidentes, luego el ciclo fue al alza con un peak en 1996 (57.209 accidentes)
y hacia la baja en el 2000 (40.926 accidentes). Las estadísticas podrían seguir
para años de nuestra historia más reciente y la eficiencia de las políticas
aplicadas puedan ser materia de polémica (para el año 2004 se anotaron
46.620 accidentes). Quisiera destacar, sin embargo, que la muerte o los
heridos por este tipo de siniestros conlleva una serie de costos para la
sociedad. La propia Conaset, por ejemplo, entrega abundante información
cuantitativa que obtiene de Carabineros de Chile sobre este tema. Divide los
costos en directos (por el siniestro o accidente) e indirectos (relacionados con
las consecuencias del accidente):
Costos sociales relacionados con siniestros de tránsito (Año 2004)
Costo social total
Tipo de
Costo social
Siniestros
siniestro
(UF)
UF
$ Ch
Atropellos
8.068
352,37
2.842.921,16
49.273.452.686,70
Caídas
1.338
320,22
428.454,36
7.425.962.398,43
Colisiones
23.945
286,11
6.850.903,95
118.739.730.243,32
Choques
10.608
125,16
1.327.697,28
23.011.622.703,01
Volcaduras
2.404
685,02
1.646.788,08
28.542.098.066,80
Otros
257
276,11
70.960,27
1.229.881.980,43
Total
46.620
Valor UF (16 Mayo 2005)
17.331,98
Valor Dólar (16 Mayo 2005)
577,45
$ US
85.329.383,82
12.859.922,76
205.627.725,77
39.850.415,97
49.427.825,90
2.129.850,17
Costos sociales relacionados con las consecuencias de los siniestros de tránsito (Año 2004)
Costo social total
Costo social
Consecuencia
Nº
(UF)
UF
$ Ch
$ US
Fallecidos
1.757
1.250,07
2.196.380,02
38.067.614.544,38
65.923.654,94
Graves
7.166
637,69
4.569.715,20
79.202.212.521,42
137.158.563,55
Menos graves
5.332
158,71
846.231,06
14.666.859.737,97
25.399.358,80
Leves
34.012
37,04
1.259.940,53
21.837.264.032,49
37.816.718,39
Nota: Conaset obtiene esta información de Carabineros de Chile (ver www.conaset.cl).
22
Conclusiones: importancia del tema, significado de la vida ante
la muerte y propuestas para una mejor calidad de de vida
La importancia del tema, reflexiones sobre historia y muerte, en mi opinión,
queda reflejada no sólo en los hechos, estudios y lecciones del pasado antiguo
o reciente, sino además sobre el significado de la vida como nuestro bien más
preciado. Me parece que, bajo esta última perspectiva, cabe al menos destacar
dos líneas de análisis o de investigación futura a quienes se interesan por
problemas de carácter social de la humanidad en general:
La vida como nuestro bien más preciado 1:
Un campo con una enorme tarea por delante en la actualidad es cómo mejorar
las relaciones internacionales entre países o con regiones independentistas que
ven en la violencia armada o en la guerra la solución a sus aspiraciones de
diversa naturaleza.
Las cifras son muy decidoras. Sólo a fines del siglo XX, sin considerar lo que
va del siglo XXI, desde el término de la segunda guerra mundial han ocurrido
más de 120 conflictos armados en el mundo, con un total de 20 millones de
personas asesinadas. En términos de valor, la segunda industria más
importante del mundo después del petróleo es la de armamento.
Recordemos algunas: Guerra de Corea - Rebelión Mau-Mau - Lucha en
Vietnam contra el dominio de Francia - Guerra de Suez en Medio Oriente Rebelión en Hungría - Lucha por la independencia en Argelia - Guerra civil en
el Congo - Conflicto de Chipre - Guerra de Vietnam - EE.UU. Intervención en
R. Dominicana - Guerra de los Seis Días - Guerra Civil en Biafra - Rebelión
en Checoslovaquia - Guerra Civil en Angola - Guerra Civil en el Líbano Intervencion rusa en Afganistan - Una larga guerra entre Irak-Irán - Ataque
israelí a Irak – Guerra de las Malvinas en el Atlántico Sur - Intervención de
EE.UU. en Grenada - Incidentes de EE.UU. con Libia - Primera Intifada árabe
en Palestina - Guerras de secesión en Yugoslavia - Primera Guerra del Golfo Rusia y el conflicto de Chechenia - Kosovo y la intervención de la OTAN Segunda Intifada palestina - Invasión a Agfanistán - Invasión a Irak.
Unos 150 millones de africanos pertenecientes a 16 países sufren los efectos
de las guerras, no sólo con muertos de manera violenta, sino además con
innumerables heridos, discapacitados, niños huérfanos y millones de
refugiados o desplazados que han perdido sus casas, sus bienes, su dignidad,
23
sus derechos de seres humanos. Alrededor de un millón de niños han sido
utilizados como soldados en 87 países en todo el mundo y a unos 300.000 de
ellos se les entrena para matar. Las cifras y datos curiosos suman y siguen:
desde soldados en misión humanitaria acusados de organizar auténticas orgías
con niñas menores de edad en Eritrea y Etiopía, la contratación de
mercenarios de países neutros, maltratos en cárceles de prisioneros de guerra y
hasta ataques a blancos civiles, entre otros muchos.
En resumen, en la actualidad la economía como ciencia fundamentada en la
historia, al menos en parte, jamás podría proponer como una solución a
problemas de carácter económico o social a las funestas guerras. Al contrario,
la paz es la que trae el progreso, el comercio libre, el desarrollo de las artes, el
bienestar, la calidad de vida. Simplemente menos cañones y más mantequilla.
La vida como nuestro bien más preciado 2:
Una segunda línea de análisis es la búsqueda de cómo alcanzar un mayor
bienestar cotidiano a través de planes preventivos y conductas o acciones de
carácter ético masivos en favor de grupos en situaciones de desmedro social.
Los planes de prevención con relación a accidentes, incendios, derrumbes,
desastres naturales, e incluso en casos tan impensados como muertes en
actividades lúdicas o de entretención, son acciones necesarias en que las
autoridades de gobierno o de instituciones privadas pueden impulsar.
Finalmente, ante personas enfermas que requieren de cuidados y afecto, así
como de personas de edad en la última etapa de la vida y cercanas al momento
demorar, la sociedad toda puede hacer aún más. Muchos ancianos viven en el
absoluto abandono, en una etapa triste de sus vidas y que no tiene por qué ser
así. De allí que la labor formativa, de carácter ético y a todo nivel en el sentido
de comprender el mundo de los adultos mayores, también forma parte de un
calendario de acción que puede ser tratado a nivel de políticas sociales
aplicables en nuestro país y el resto del mundo.
Muchas Gracias
24
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