Hace quince años apareció un ensayo que ha merecido muchos

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ACERCA DE LA SOLUCIÓN UNITIVA.
Hace quince años apareció un ensayo que ha merecido muchos elogios. Se trata de un texto que aborda
desde una perspectiva filosófica marxista la cuestión del pensamiento poético de Lezama. Esta obra nos
parece digna de elogio en cuanto a los aspectos que toca. No obstante, nos proponemos aquí hacerle
algunas observaciones. Hay cuatro cuestiones que nos parecen dignas de ser revisadas por nuestra
investigación literaria sobre el tema.
La primera de ellas sería que reduce su concepción del mundo a una concepción de la imagen. Valora la
poesía como un hecho estrictamente literario y no como una manera de comprender la realidad. No hurga,
por tanto, en las verdades filosóficas que pueden estar latentes en esa concepción del mundo, en esa
pretensión, si se quiere, de sistema. No se puede abordar un hecho literario que pretende ser más que
literatura en sentido estricto como aquello que precisamente no busca ser.
A causa justamente de la anterior perspectiva, aparece la segunda. Se presenta la solución unitiva casi
como una manía estilística. No se permite apreciar detrás de ese anti-maniqueísmo la verdad metafísica
que está latente. La solución unitiva no es un fin per se. Se trata de un descubrimiento del mundo, es decir,
de la realidad como algo donde el maniqueísmo no es más que una estructura gnoseológica impuesta por
el hombre a las cosas y no como una propiedad de ellas. Esto no es, sin dudas, un hallazgo novedoso. Se
trata de mover verdades filosóficas no buscar empeños estilísticos que no son más que raíces de una
tradición de pensamiento.
La tercera se ocupa del modo mediante el cual se presenta la religiosidad de Lezama como heterodoxa.
Esta última cualidad del cristianismo lezamiano es evidente. La cuestión está en la manera cómo se la
entiende. Resulta muy fácil entenderla como un eclecticismo religioso tan propio de la religiosidad
popular cubana. La religiosidad de Lezama sería entonces tan típica como la de cualquier comadre de
barrio lo cual no quiere decir que se debe buscar las diferencias entre el autor de Paradiso y las señoras
cubanas a ultranza. Se trata de que esa manera de entender la religiosidad ha sido tan recorrida por la
crítica marxista que nos parece quedarse en la superficie al no buscar más allá de las fórmulas
preelaboradas.
Las otras creencias no católicas que aparecen en Lezama se dan cristianizadas. Las trae a su credo de lo
pagano para lograr expresarse con más claridad pero el misterio católico está latente es la sustancia misma
y eso tiene en común quizás con Santo Tomás de Aquino. La heterodoxia de Lezama ha de buscarse por
analogía con la de esos filósofos de izquierda católicos que se exiliaron con el franquismo. Detrás de ese
exilio filosófico republicano y de su heterodoxia católica ha de buscarse la religiosidad de este cubano. Si
Vitier y García Marruz sintieron los límites de esos vínculos entre la catolicidad y la izquierda que ofreció
la República Española y buscaron más allá en la teología de la liberación. Lezama se contentó con la
Zambrano y compañía. Se trata, en resumen, de una heterodoxia que lo es porque no responde a la
ortodoxia católica en términos de aceptación fervorosa del Magisterio. Esta necesidad llevó a Arcos a
realizar la compilación de los escritos de la discípula de Ortega y Gasset en Cuba aparecida hace algunos
años en España. No obstante, allí queda mucho por profundizar en los nexos de esa heterodoxia y las
causas de esa acogida en Cuba.
El cuarto y último aspecto digno de señalar es que no deja claro como resuelve ese rechazar a Aristóteles
y, al mismo tiempo, aceptar al Aquinate cuando ambos se funden en el pensamiento tomista. ¿Siendo
partidario de un tomismo genérico como es anti-aristotelista? ¿Qué pasa con el dinamismo interno de la
filosofía aristotélico-tomista? Acoge la solución al problema del movimiento expresado en la vieja
contradicción entre Parménides y Heráclito también aristotélica no tomista por cierto pero rechaza su
teoría de la causalidad. ¿Por qué lo hace? ¿Es verdaderamente la solución unitiva una noción tomista o es
una reacción aristotélica frente al maniqueísmo platónico de su teoría del mundo de las ideas? Esta última
pregunta es obviamente retórica.
Nuestra crítica al profundo ensayo de Arcos deja abierta la necesidad de enfrentar el problema del
pensamiento lezamiano desde otras perspectivas epistemológicas teniendo en cuenta las observaciones que
hemos realizado con anterioridad. Es necesario que se profundice en el tema que este agudo investigador
ha abierto.
Amauri Francisco Gutiérrez Coto (La Habana, 1974)
Joven poeta y ensayista.
Ha publicado Acerca de lo negro y la africanía
en Motivos de Son y Diario de un intruso.
Tiene en proceso editorial su compilación
Ferrater Mora en Cuba.
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