GRADUADO, COMPROMISO, UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD Rodolfo Antonio Iribarne Profesor Regular Asociado Facultad de Ciencias Económicas Universidad de Buenos Aires [email protected] Tres cuestiones nos plantea el tema del compromiso del graduado y la Universidad. Una es la relativa al tema de la educación permanente. Otra cuestión surgió de debates en el Consejo Directivo de la graduado en el gobierno de la universidad, en la estructura de las universidades Facultad de Ciencias Económicas de la UBA acerca de cuál es el verdadero rol del publicas en las que los graduados intervienen. Por encima de ellas, el abordaje del tema exige que nos ocupemos de uno superior: el graduado en la sociedad. UNIVERSIDAD - EDUCACIÓN PERMANENTE Debemos dar una suerte de definición de la universidad para precisar los conceptos sobre el objeto sobre el cual vamos a realizar nuestro aporte. Es común la definición de la universidad a partir de su raíz. La universidad es una categoría histórica de Occidente que apareció a principios del último milenio. Es algo estrechamente ligado por su origen y por su desarrollo a la Iglesia. Tanto el concepto de catolicidad como el de universidad son en cierto sentido homólogos, se yuxtaponen, en tanto y en cuanto ambas se refieren a una totalidad, a un universo. En la universidad el conocimiento, en la catolicidad el hombre y los espacios. En este año de Jubileo porque adviene el nuevo milenio, la idea de la universidad esta estrechamente ligada a una de las ideas que también presiden este advenimiento del nuevo milenio que es la globalización. La universidad que es previa a la globalización, es también una sociedad global, una suerte de sociedad que pretendía abarcar una globalidad y que interactuaba incluso más allá de las fronteras y más allá de las particularidades. La universidad tiene por su esencia una vocación global. En este sentido vivimos, en mayor o menor medida y como signo, también, de los tiempos, en una era en la cual el conocimiento es uno de los factores determinantes de la riqueza de las naciones y de su nivel de desarrollo. Lo que caracteriza hoy a las sociedades que pueden brindar a sus pueblos mejores niveles de vida, mejores niveles de distribución, es decir de justicia social, y mayores posibilidades de desarrollo personal, son precisamente lo que se ha llamado o denominado sociedades del conocimiento. La sociedad del conocimiento es inescindible, también, a la idea de universidad, que es la generadora de buena parte de esos conocimientos de los cuales la sociedad del conocimiento está informada. Entonces, nos marca el rol de la universidad como investigadora y generadora de conocimiento; el rol de la universidad como formadora de los hombres que viven en la sociedad del conocimiento. Y es ahí donde entramos al tema que nos ocupa, que es el tema del graduado. Al graduado universitario lo podemos ver, en una primera dimensión, en la 1 estructura clásica de la universidad: es el que egresó del curso de grado; tanto grado y graduado provienen de idéntica raíz y graduado es precisamente el que recibió el grado. Entonces, si nos limitáramos a considerar la figura del graduado como la del que recibió el grado, deberíamos empezar por preguntarnos hoy, si el grado es el agotamiento de la universidad o es una mera instancia de la vida universitaria en la sociedad del conocimiento. Actualmente la universidad es una pertenencia que parece no a agotarse en el título de grado; ya que si fuera así, hubiese sido muy pobre la universidad del graduado. Tenemos necesariamente que considerar que el grado es un paso, es uno de los pasos que se transita para la adquisición del conocimiento y que la idea misma de la sociedad del conocimiento está directamente vinculada a la de la educación permanente. Se dice hoy que todo el conocimiento acumulado en los últimos 300.000 años constituyen equis cantidad de bytes, y que todo ello va a ser duplicado en el próximo año y medio. Estos datos son espectaculares, muy marketineros de la revolución informática, pero nos están indicando que el proceso formativo es un proceso que evidentemente concluye con la vida del hombre y que en la medida que concluye con la vida del hombre es permanente y en el cual el que recibió el grado, el graduado, en la medida en que siga formando parte de la sociedad del conocimiento, en la medida en que no sea un excluido, sea por ser un autoexcluído de la sociedad en la que vive o porque la sociedad lo excluya, va tener que estar directamente ligado a la entidad que genera ese conocimiento que es la universidad. Entonces, sea a través del especifico postgrado, sea a través de su participación en la investigación, sea a través de su existencia como operador de un sistema de extensión universitaria, el vínculo del graduado con la Universidad aparece hoy no ya como un mero vínculo de reconocimiento, de aporte, si se nos aparece como necesario y hasta imprescindible para el mismo graduado. El que hoy se gradúa en una universidad y con el sólo hecho de obtención de un título profesional se aleja definitivamente de ella, parecería ser, no un graduado en una universidad, sino en una mera escuela de grado. Y como graduado en una escuela de grado va a tener que vincularse a la universidad, aunque no sea la de origen, para intentar formar parte de la sociedad del conocimiento. Esta es una primera aproximación a la cuestión que nos ocupa, que está dada por el hecho del desarrollo del conocimiento en el estadio actual de las civilizaciones. Es la universidad la que genera buena parte del conocimiento, es la universidad la que forma para la sociedad del conocimiento y su vínculo y su presencia y su interrelación con las personas que viven en la sociedad del conocimiento es indispensable para formar parte de ésta. La universidad que tiene todas estas virtudes a las que nos hemos referido, como generadora de conocimiento, ha tenido también si la observamos históricamente algunos vicios propios, como estar muchas veces encerrada en sí misma e ignorar los fenómenos que ocurrieron u ocurren en su derredor. Por ejemplo, el Renacimiento, que fue muy importante, no se produjo en las universidades. Al contrario, ante el Renacimiento las universidades tomaron una actitud distante, ante hombres o fenómenos que se dieron en el Renacimiento que no sólo son las letras y las artes.1 1 Que a un fraile se le ocurriera generar un método para hacer mejores negocios y de ahí naciera la contabilidad es el aporte de Fray Luca Paccioli, quien hizo algo menos aburrido que la partida del 2 El sistema universitario. Así como entre las sociedades de inevitable pertenencia del hombre se encuentran la familia y el municipio, para los universitarios, el sistema universitario es una pertenencia inevitable. Para los hombres que viven en la sociedad del conocimiento, el sistema educativo es una pertenencia a la que uno entra en el jardín de infantes y no se va nunca, se permanece siempre. Desde ese punto de vista, el sistema universitario debe generar los mecanismos de la permanencia de la educación, más los compromisos de realimentación por parte del graduado, personaje de un estadio de la etapa de curso de la vida educativa, pero de un modo indudable, por que si no lo que está haciendo es clausurando y convirtiéndose en una mera etapa. Digamos que no hay asociaciones de exalumnos de jardines de infantes. Y si lo cerramos, lo convertimos en una etapa como el jardín. Si el postgrado que ofrezco o la educación permanente que ofrezco es mala, si el graduado se da cuenta, se va a dar cuenta también que es malo su título. Y el día que exista la suficiente circulación de información2, el nivel de calidad de enseñanza mejorará. Ya que respecto de sus orígenes medioevales la universidad perdió un poco de una de sus peculiaridades más valiosas cual fue el rol del alumno como demandante de conocimiento. El día que haya suficiente circulación de información se le va a hacer muy difícil a las malas universidades su subsistencia porque, el día que haya mas circulación de información se pueden vencer algunos prejuicios como que las universidades públicas buenas, hacen respecto a las malas, que en materia presupuestaria se callan la boca y no les señalan sus falencias. Lo mismo hacen las privadas entre sí. Es que en lo que se refiere a la problemática universitaria, la distinción entre lo público y lo privado es algo totalmente superado en la Argentina. Cuando hablamos de defectos, la mayor parte nos son comunes; ello es una carga, aunque muchas veces las universidades privadas creen que no los tienen y cuando hablamos de virtudes, también nos son comunes, aunque muchas veces los que pertenecemos a las universidades públicas creemos que no las tienen las privadas. GRADUADOS-GOBIERNO-COLEGIOS PROFESIONALES En la Universidad de Buenos Aires, desde 1956, los graduados participan de su gobierno, aunque con algunas características que objetivamente limitan la extensión de esa participación. Una de las características de la participación de los graduados en la UBA es que el claustro representa también a los auxiliares de la docencia –ayudantes de 2ª, de 1ª y jefes de trabajos prácticos–, generándose una suerte de dialéctica auxiliares vs. profesores. debe y el haber que fue mediante ella dotar de un instrumento para posibilitar el comercio, generar riqueza y mejorar el nivel de vida de la gente. Ello es superior al debe y el haber. Todos los que no somos contadores debemos entenderlo y no reducirlo a lo que es el debe y el haber. Es mucho más importante que el debe y el haber generar ese instrumento científico de una de las ciencias económicas que es la contabilidad. Este proceso no pasó por la universidad. 2 Tema que genera un debate que quizás es muy institucional, pero que tiene que ver con los intereses reales de la educación argentina. 3 Así muchos consejeros por los graduados se convirtieron en profesores y hasta en consejeros por los profesores. Así, por ejemplo, uno de los actuales representantes de los profesores en la Facultad de Medicina, por la minoría, fue antes representante de los graduados, en su Consejo Directivo, y en esa función concursó como profesor, existiendo casos análogos en diversas facultades. Mas allá de los legítimos derechos de todo auxiliar de la docencia a concursar y de todo profesor pueda tener a formar parte de los órganos de gobierno de su facultad, existe esa dialéctica del graduado-ayudante versus profesores, más allá de los debates de ideas que a veces no son sino estas cuestiones. Esta dialéctica se ve alimentada por la cuestión relativa al tema del límite de edad de los profesores universitarios que prevé el art. 51 del Estatuto de la UBA. Es cierto que si tiene un determinado nivel, el profesor mayor de 65 años puede ser designado consulto o emérito, pero si sigue al frente de una cátedra, es claro también está taponando el recambio generacional. Y lo que va a generar es que haya algún tipo de revolución y lo tiren por la ventana como vino ocurriendo muchas veces en la historia universitaria argentina o el profesor que llegue a una determinada edad y vea taponada su cátedra por la larga permanencia y la buena salud su titular, se vaya. Se vaya a otra universidad o deje la enseñanza universitaria, cosa que en determinadas áreas va a implicar perdidas serias de recursos humanos, significando una traba para el desarrollo de la buena gestión de las universidades. Habría que interrogarse, si las hubiere, si en las universidades que adaptaron sus estatutos a la nueva ley de educación superior e incluyeron graduados en sus claustros directivos se superó esta dialéctica, ya que la ley hace todo del claustro docente un único claustro. Es decir, los auxiliares de docentes pasan a formar parte de un único claustro docente, no ya claustro de profesores y dejando, por ende, de ser representados por los graduados. Representación y participación de los graduados. La otra cuestión que plantea la representación de los graduados en la universidad es la relativa a su relativa o escasa participación. Las profesiones más significativas en cuanto a su número: ciencias económicas, abogacía y medicina muestran que incluso en facultades con un alto nivel de participación, como puede ser precisamente la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, tienen una escasa participación de votantes. Por lo pronto sólo están empadronados el quince por ciento de los profesionales de ciencias económicas que están inscriptos en el Consejo Profesional, es decir que pueden ejercer la profesión a lo cual ese quince por ciento es menor que el número de profesionales existentes, por que puede haber algunos profesionales que no estén empadronados, que trabajen en relación de dependencia y no estén inscriptos en el Consejo. En cuanto a los votantes, su número es pequeño. Incluso con altos niveles relativos de participación, ha habido cinco o seis mil votantes, lo cual es muchísimo para una elección de graduados en la Universidad de Buenos Aires; estamos hablando sólo del diez por ciento de los empadronados en una elección del Consejo Profesional y eso se logra con unos esfuerzos sobrehumanos por parte de todos los grupos participantes en la vida profesional para la participación de los votantes. Esos cinco o seis mil votantes en la Facultad son la quinta parte o la cuarta parte de los que votan en la elección del Consejo Profesional. 4 Lo expuesto nos muestra que el graduado tiene un vínculo más estrecho con lo que de alguna manera constituye lo gremial, lo que se refiere al desarrollo profesional, que con la universidad. A partir de eso, una de las cuestiones en debate es ¿cuál es el rol de los consejos profesionales?. Si tienen que tener algún rol en las universidades públicas. Hace muchísimos años, en 1974, desarrollando actividad política, propuse cuando se trató la ley Taiana que la representación de los graduados fuera a través de los colegios profesionales. Mi experiencia personal3, pasados cinco lustros, confirma en cierto sentido de lo que fue mi tesis juvenil de que eran los colegios los que podían llevar adelante la representación de los graduados en el gobierno universitario. Más allá incluso de la admisión de los principios de participación política, en estos niveles no pueden basarse en el voto obligatorio. No se puede obligar al graduado a participar de lo que no quiere participar. El mecanismo de participación actual que es que el graduado se anote en un padrón y pueda votar, no garantiza una verdadera participación del graduado. Hay facultades donde la participación del graduado es mucho menor. En el caso de la Facultad de Medicina con alto grado de politización, acusaciones mutuas entre listas de graduados, votan una ínfima porción de los médicos recibidos en ella. Incluso el Estatuto de la UBA tiene una cláusula que permite la participación de los graduados que no son egresados de la UBA pero que tienen dos años de ejercicio en la ciudad. El que participen graduados fuera de la universidad lo que esta planteando es una apertura análoga a lo que son los consejos sociales en las universidades españolas y es ahí en donde el rol del graduado en la gestión universitaria aparece como más interesante de ver en qué dimensión puede aportar una verdadera fecundidad. Vínculo con la sociedad. Las universidades necesitan tener un vínculo de realidad, un vínculo con la sociedad en la que viven. Un vínculo con la realidad social y económica que la circunda, porque como todo grupo endógeno tiene tendencia a preservar determinado nivel de conocimiento, determinado status de permanencia, en un mundo impermanente. Desde ese punto de vista, toda universidad, y esto trasciende las peculiaridades históricas de su gestión, trasciende lo que es la gestión de las universidades publicas, las que en la medida en que se comprometen fondos públicos, el estado puede y tiene además el modo de generar mecanismos para que tengan la mejor gestión o lo que entiende el estado como su mejor gestión. Por su parte, si las universidades privadas no tienen en su conducción alguna referencia externa de lo que ocurre a su alrededor pueden correr riesgos de obsolescencia o de hacer lo que, es una frase que se usó muchas veces en Argentina pero que se usa en el idioma, en la critica, en la discusión, sobre cualquier universidad del mundo que es el efecto caja de cristal. En Argentina se hablaba mucho en los setenta, pero se observa viendo críticas al sistema universitario en EEUU y en Europa, que el tema de la caja de cristal es uno de 3 He tenido actuación gremial profesional en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y compartí con el Dr. Horacio López Santiso, ex presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas, cuatro años de Consejo Directivo en la FCE, con lo cual tengo una experiencia de lo que es el rol de un dirigente gremial profesional, de una enorme envergadura en función del gobierno de la Universidad. 5 los males que tiene la universidad. ¿Cómo se evita la caja de cristal? Es con la vinculación con la realidad. Uno de sus caminos es la prestación de asistencia técnica, que coloca a la Universidad en interacción con la sociedad. Otro, es oír al mayor número de voces en la deliberación decisional. A quien uno deba oír dependerá de la peculiaridad de cada universidad. Por lo pronto, en el caso de las universidades privadas, el dueño o el titular de la universidad una cosa es que deba oír, otra cosa es que deba obedecer al que oye. En el caso de las universidades privadas es obviamente claro que es el que conduce la universidad, el que tiene derecho por sus estatutos a manejarla, va a hacer mejor gestión si oye y en todo lo que tiene que oír lo que viene de afuera y ¿qué viene de afuera? Viene la realidad. En esta realidad los graduados, ya no como miembros de la comunidad universitaria que tienen que ser graduados para ser después postgraduados, para después seguir en el curso de actualización o miembros de la comunidad universitaria como investigadores, profesores, etc. Una de las realidades son los graduados como profesionales, desde afuera. Son gente a escuchar y son gente quizás que como profesionales puedan tener algún grado de participación en la gestión en el caso de las universidades públicas de modo orgánico y no de modo inorgánico. En algunas provincias casi la totalidad de las profesiones de ejercicio liberal tienen colegios profesionales. Son quienes organizan, ejercen la policía de las profesiones, velan por el buen ejercicio de esas profesiones, y están en condiciones de aportar a la gestión universitaria, con modo la legitimidad de origen que les otorga esa participación. Hay que advertir previamente los peligros o por lo menos los problemas que esto puede generar. Uno de ellos es la posición, a veces demasiado estrecha, en el tema de las incumbencias. La interdisciplinariedad necesaria para la genérica solución de problemas. La misma volatilidad de algunos conocimientos prácticos lleva a la defensa de las incumbencias a convertirse en una suerte de negación de hechos evidentes. Por más que un organismo le otorgue incumbencia o le niegue incumbencia a alguien para determinados tipos de acciones o le quiera exigir una pretendida diplomatura profesional para determinado tipo de actos, si éstos pueden realizarse con similar o mayor eficacia y menor costo sin recurrir al profesional matriculado, la incumbencia se convertirá en un sobre costo social intolerable4. Ello llevará a la desregulación ─a veces igualmente irrazonable─ de las profesiones. Los cambios sociales y el desarrollo de la ciencia y la técnica provocan que algunos profesionales se queden sin trabajo por más incumbencias que les atribuyan. Los gastroenterólogos disminuyeron su actividad con el tratamiento antibiótico a la bacteria que produce la úlcera. Los abogados expertos en locaciones redujeron al ínfimo sus juicios al liberalizarse el mercado de alquileres. Hay actividades profesionales que por más que se quiera preservar la incumbencia la realidad hace desaparecer. En materia de incumbencias se puede crear o se puede defender incumbencias si 4 Una provincia argentina quería generar un sistema de consulta de expedientes por Internet y el Colegio de Abogados planteó que si hacemos un sistema de consulta de expedientes por Internet ya deja de ser abogado el que tiene derecho de consultar el expediente y dar el consejo profesional ya que cualquiera que vea el expediente por Internet va a poder dar consejo. Los anuncios de privatización de los sistemas de percepción de impuestos están directamente vinculados al arcano que resulta pagarlos sin intervención de contadores. 6 son para presentarse a hacer un juicio, o para firmar un balance o para construir un edificio, puedo exigir determinado tipo de incumbencia ya que ello importará interactuar con el Estado. Pero exigir incumbencias, por ejemplo, para asesorar negaría la realidad. No se puede ir contra Internet o el teléfono. Hace 15 años se hablaba del flujo de datos transfrontera y de la soberanía de los países que mantenían ocultos sus cálculos de producto bruto o sus tasas de inflación o nivel de reservas. Todos esos cayeron al basurero de la historia. Los cambios, en positivo, deben llevar a los organismos profesionales a visualizar nuevos horizontes de acción e influir en las universidades para evitar la obsolescencia en la formación. De allí que estas instituciones, como representativas del interés de las profesiones, tienen que decir en la gestión de las universidades. Ello nos parece incontrastable. Que el graduado participe del gobierno universitario sea cual fuere la universidad fomenta el compromiso del graduado con la universidad. Ello no aw logra sólo haciendo un club de egresados. Institucionalmente tiene que haber en la universidad un órgano de articulación con los graduados. Otra de las cosas que hay que desarrollar en la República Argentina y que el sistema pedagógico en general no lo hace, por que ningún ejemplo refiere, es el hecho de la filantropía.5 El desarrollo de la filantropía en el sistema pedagógico servirá de ejemplo para que haya filántropos y que puedan contribuir al desarrollo de todas nuestras universidades. GRADUADO Y SOCIEDAD Por último habremos de abordar el rol del graduado en la sociedad. Respecto de ello, creo que hay una cosa para decir, en forma liminar: lo que nos pasa es culpa nuestra y los dirigentes somos nosotros y si no lo somos, deberíamos haberlo sido desde siempre. Hablando del graduado en la universidad, la Argentina tiene un histórico desapego por la inteligencia. Fueron muy pocos los momentos en que en la Argentina la inteligencia se apreció. Quizás se dejo de apreciar cuando en 1880 se produjo un quiebre. Después de Avellaneda, que fue Rector de la Universidad, el aprecio a la inteligencia habría que volverlo a encontrar en las verbalizaciones de Perón respecto a la materia gris. Posteriormente, verdadero aprecio por la inteligencia no hubo por parte de los gobernantes. La actitud Argentina hacia la propiedad intelectual no a sido nunca de aprecio.6 5 Yo recuerdo que de niño en las escuelas se enseñaba quien era Roger Balet, del Bazar Dos Mundos, que regalaba escuelas. Hoy en día debe haber alumnos de la UCA que no saben quién era Alicia Pérez Companc por dar el caso de una filántropa, cuya importante obra no ha sido debidamente difundida. 6 Las leyes de propiedad intelectual de materia de libros, la ley 7092, la primer ley de derecho de autor, se sancionó porque Clemenceau, que fue primer ministro de Francia a principios del siglo XX, de visita en la Argentina se quejó porque lo pirateaban. Entonces le dictaron una ley que no servia para nada. La ley 11723, la actual ley vigente, se dictó cuando el tango empezó a ser negocio y hubo una presión real de los músicos. El tango es hoy uno de nuestros grandes productos de exportación, en un mundo de servicios. El plagio no tiene en Argentina una sanción demasiado contundente. Todo el conflicto de la ley de patentes fue en el fondo, más allá de las consideraciones económicas, por cierto desapego por la inteligencia o por el saber y eso forma parte de la devaluación que nosotros mismos podemos sentir en nuestro saber. 7 El hecho real es que hay roles que deberían ser cumplidos por los universitarios y en este momento hay lugares donde los universitarios desertan. El grado de desarrollo o la cantidad de profesionales que hay en la Argentina hacen inaceptable que, por ejemplo, en el Congreso hayan la cantidad de legisladores que no son profesionales. Son fallidos alumnos quienes ocupan en este momento la presidencia de ambas cámaras del Congreso. Ninguno de los dos es universitario y eso es culpa nuestra. Creo que hay una responsabilidad de conducción. En todos lados se llega a los cargos a través de los partidos, pero Chirac, el presidente de Francia, es egresado de la Escuela de Administración Pública y a presidente de la Cámara de Diputados de Francia no puede llegar alguien sin la formación adecuada. No es fácil, lo que significa que no es imposible. Hay un tema que nos tiene que llevar a otra reflexión. Muchos de nosotros, por formación, por pensamiento y porque vivimos con bastante rechazo el proceso de degradación del nivel de las universidades que se vivió por diversos avatares históricos, nos hemos planteado ─otros pueden provenir de otra veta y haber planteado otro tipo de perspectiva─ el tema de que la universidad no era para cualquiera y que ante la imposibilidad de brindar enseñanza de alto nivel, tendríamos que restringir el acceso a la universidad para evitar la degradación del sistema universitario. Hoy el planteo del tema en estos términos es absolutamente obsoleto. Sea que nos planteáramos el tema de que tenemos que popularizar, democratizar o el adjetivo que le queramos adherir a la universidad para que sea para cualquiera, eso es una cosa absolutamente vieja, obsoleta y falsa y perversa tanto como el plantear que la universidad no puede ser para cualquiera, razón por la cual por que le queramos poner el adjetivo que sea, el reservorio de la cultura, último bastión de la cultura occidental o el que queramos. No nos podemos imaginar una sociedad o mejor dicho las sociedades que nos imaginemos con escasos grados de difusión de la educación terciaria, de la educación superior van a ser sociedades pobres, sociedades de retraso. Necesitamos difusión de la educación superior, lo que no quiere decir que necesitemos degradar las instituciones de formación superior a nivel de que sean como son, con grave detrimento y con grave discriminación, algunas instituciones escolares en las cuales y especialmente los más necesitados, los más pobres o los más desprotegidos de la sociedad, son a los cuales los discriminamos haciéndolos aprobar sin saber.7 También es cierto que la educación superior, que los bienes de la universidad tienen que ser cada vez más universales para no excluir a nadie de la posibilidad de acceso a esta sociedad del conocimiento y que la presencia del graduado en la universidad es condición necesaria, el vínculo del graduado con la universidad o con el sistema universitario es condición necesaria del graduado para la pertenencia al sistema de generación de conocimiento y de sociedad de conocimiento en la cual estamos 7 Uno de los conceptos que más me llamó la atención en uno de los debates entre los candidatos presidenciales de EEUU es que cuando Geroge W. Bush habló de la discriminación que importa para un chico pobre aprobar, hacerlo aprobar sin que sepa y es verdaderamente perverso y criminal hacerle creer a un chico pobre que aprobó el grado si no lo aprobó. No es un acto de justicia social, es un acto de suma y grave injusticia social al niño que ni siquiera tiene la posibilidad de que sus padres puedan chequear si la aprobación que le dieron en la escuela es buena, se la den por buena es absolutamente estafatorio y es absolutamente contrario a cualquier tipo de principio de justicia social. 8 viviendo. Dicho esto tendremos que entrar a analizar algunos datos de la situación Argentina y dichos datos nos hacen plantearnos el problema de cuáles son nuestras responsabilidades sociales. En la región de Capital Federal8 de 100 niños que nacen 94 acceden al primario, finalizan 89; 65 al secundario, finalizan 51; 28 al nivel superior y finalizan 20. Es decir, de cada 94 chicos que entraron al nivel primario, 20 se reciben en la universidad o terminan la educación superior, contando profesorados y demás. Mientras esto pasa en la Capital Federal, en el ámbito nacional 93 entran al primario, terminan 74; 39 ingresan al secundario, finalizan 26; 11 entran a la universidad, finalizan 8. Hay regiones por lo tanto, dada la perfomance de la Capital, el acceso a la educación superior es menor. El que sea menor marca, por ejemplo, lo que conocemos en materia de desocupación: el cuarenta y uno por ciento de los que son primaria incompleta están desocupados; más allá de que algunos trabajen de taxistas, el cuatro por ciento de los que completaron la educación superior están ocupados. Eso marca que ya estamos hablando de los que terminaron la educación superior incluso con niveles de deficiencia o de disfuncionalidad o para la sociedad del conocimiento que vivimos, o para nivel de deficiencia o disfuncionalidad por pura y simplemente la evolución de los hechos. Es decir, el que trabajaba de cirujano gastroenterólogo tiene que hoy en día reciclarse en otra actividad de la medicina, por que el simple descubrimiento de que la úlcera es tratable con un determinado tipo de antibiótico por que es una bacteria la que la produce determinó que la cantidad de gente que se dedicaba a operar úlceras haya perdido el empleo por que desapareció dicha necesidad. El recicle o la necesidad del permanente recicle es otra de las causas que hace que el planteo del problema del vinculo graduado-universidad deba ser un vinculo que lo tengamos que ver por lo menos en cuento a graduados-sistema universitario como el vínculo que uno adquiere en la medida que forma parte del sistema y en la medida que quiera seguir formando parte del sistema sólo el que se vaya del sistema no va tener vínculo con el sistema universitario. Una de las muestras también que apunta al tema de la responsabilidad social o de los aspectos de la responsabilidad social del graduado es cómo se refleja el ser graduado en nuestras familias, qué efecto genera el ser graduados en nuestros hijos. El Ministerio de Educación recién en la década del noventa a hecho pruebas a nivel nacional de comprobación de la calidad de la enseñanza. Con todas las criticas, son las que tenemos. Sobre la calidad de la enseñanza que imparten nuestra escuela primaria, nuestra escuela secundaria nos permite determinar una serie de informaciones que nos son útiles sobre, por ejemplo, que tiene que ver con el rendimiento, el tipo de colegio, el nivel socioeconómico de los padres, la característica del colegio, las características del nivel socioeconómico de la zona donde está el colegio, los edificios, los laboratorios y demás, y uno de los factores determinantes o el factor más determinante del resultado es que los padres sean, tengan nivel de terciaria completa. Los chicos que son hijos de padres con terciaria completa son los que tienen mejores performances. Entonces es evidente que esto genera, por un lado que en la medida que no ampliemos la base estamos generando una verdadera oligarquía en la sociedad del conocimiento en la cual va a ver quienes van a quedar afuera. Van a quedar afuera muchos. Pueden quedar afuera los suficientes como para que nos devoren. 8 Esta información y la subsiguiente provienen de la obra de Llach, Juan Jose; Montoya, Silvia y Roldán, Flavia, Educación para todos, IERAL, Córdoba, 1999. 9 Esto genera dos cosas: por un lado un problema de justicia, de obligaciones; pero también nos puede generar un problema, lo podemos analizar no ya desde el punto de vista de la moral, de la fe, sino desde el punto de vista darwiniano. Más allá de que los que están en la sociedad del conocimiento puedan ser más aptos, por más que sean los más aptos, recordemos los sabios de Bizancio eran los más capaces, pero los turcos eran más. Si los profesionales o los graduados universitarios tienen la ventaja primero de ser pocos. Es decir, de cada 100 chicos que nacen sólo 8 van a terminar sus estudios superiores. Si además esos 8 van a tener una fuerte carga de que los mejores preparados van a ser los hijos de graduados; ello plantea, por lo pronto, una responsabilidad muy grande. La responsabilidad de los que están en la sociedad del conocimiento y desde ahí manejar la amplitud de esa sociedad del conocimiento a más miembros o más personas y a los que están afuera de esa sociedad del conocimiento: Que vivan en condiciones de mínima dignidad humana. Esto trae una serie de obligaciones. Algunas que son claramente obligaciones sociales. Respecto de las obligaciones sociales hay una cosa que tenemos que tener también en claro: la universidad es noética. El campo de la universidad es el conocimiento, es el estudio de la verdad. La universidad no es un movimiento político. Nuestra función como universidad es generar conocimiento en la investigación, difundir los conocimientos de la investigación, generar en nuestros graduados obligaciones como dirigentes, pero no es la universidad la que tiene que ocupar el espacio que tiene que estar destinado a la política. Por último habré de plantear una cuestión que surgió en uno de las fuentes que consulté para tratar estos problemas. Fue un libro que se editó en 1975 sobre un congreso de profesionales, una reunión nacional de profesionales católicos. Se hizo una reunión en Mar del Plata 1973 y Santa Fe 1972 y finalmente dos congresos, uno en San Juan y en Córdoba año 1974 y 1975, y entre otras cosas leí la disertación de Pedro J. Frías9, en la que habla de los pecados personales: la falta de iniciativa; hemos buscado la participación en los frutos y no en los deberes de la vida social; hemos renunciado al riesgo, la iniciativa, la expansión razonable, hemos jugado, llevado hasta la improvisación a la especulación al peculado, hemos desestabilizado la función pública y no sólo en lo político sino en lo técnico económico, no hemos llegado al record de la duración negativa no estamos obligando a los funcionarios a hacerse cargo sin información suficiente, tomar decisiones sin estudios... Los profesionales católicos hace 25 años venimos diciendo esto. Además de hacer un mea culpa, propongo un tema de debate y reflexión: cómo poder hacer realidad lo que nos decía Ortega de ¡Argentinos, a las cosas!. 9 Pedro José Frías, Entre la Argentina que somos y la Argentina que queremos, en Domingo Basso, Carmelo Giaquinta, Ildefonso María Sancierra, Enrique J. Laje, José Erro, Pedro José Frías, Manuel Moledo y Raúl Francisco Primatesta, Renovación y compromiso profesional, pág. 107 y ss. Editorial Claretiana, Buenos Aires, 1976. 10