El Rol de la Corte Suprema

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EL ROL DE LA CORTE SUPREMA: NECESIDAD DE CAMBIOS
Por el Dr. Francisco A. Távara Córdova
Jefe de la Oficina de Control de la Magistratura
Vocal Titular de la Corte Suprema de Justicia
Agradezco a la Universidad de Florida, a la Pontificia Universidad
Católica del Perú, al Instituto de Defensa Legal y al Consorcio
“Justicia Viva”, por haberme invitado a participar en este importante,
en el que se ha de tratar la insistente problemática de la reforma
judicial, concretamente, el de la Corte Suprema de Justicia.
Parafraseando al jurista español Alejandro Nieto1, podemos decir
que:
“Algo debe estar pasando” con las reformas judiciales en
el Perú, pues el Poder Judicial sigue sumido en el
desconcierto. Se le ha acusado de retraso, sobrecarga y lo
más
grave,
de
corrupción;
sin
embargo,
en
tales
acusaciones debieran estar comprendidas también, la
salud, la educación, la seguridad social, etc., pues ellas
también sufren de tales males. Por ello la reforma judicial
no es un problema, sino una problemática, que tiene que
ver con las estructuras mismas de nuestra sociedad.

Ponencia sustentada en la “Séptima Conferencia Anual sobre Asuntos Legales y de
Políticas Públicas en las Américas”, organizada por la “Universidad de Florida”, y que
fuera realizada en el “JW Marriott Hotel Lima”, el día 26 de mayo del 2006.
1 NIETO, Alejandro. El Desgobierno judicial. Madrid. Trotta. 2004. pág. 13
1
El Perú, constituye un país ahíto de fe, cuyo esfuerzo se arroja, de
modo denodado, hacia el futuro; construye su porvenir, sobre el
torbellino del presente...
Digo esto, porque el Perú, como un país subdesarrollado, o
eufemísticamente llamado en vías de desarrollo, o emergente,
aparece como una nación aquejada por graves y grandes problemas,
como la pobreza, el desempleo, la falta de vivienda, la falta de
seguridad social adecuada, la problemática de la salud y la
educación, etcétera, entre muchos otros, que han llevado a que se
planteen, como punto principal de agenda, la reforma general del
Estado. Quiero decir con esto, que el problema de la justicia o del
Poder Judicial, está ligado a los problemas estructurales del país, no
es un problema aislado o insular, las deficiencias del servicio de
justicia tienen un escenario similar y tal vez, hasta se explican, por
la problemática del Estado y de la sociedad peruana en general.
Sin
duda,
esta
bitácora
reformadora
del
Estado,
ha
de
comprender, la ineludible reforma o reestructuración, como quiera
llamarse, del Poder Judicial, y dentro de ella, el de la Corte Suprema
de Justicia. Es esta la razón que me trae aquí, y aunque si bien,
2
durante varios años, he ocupado el cargo de Jefe la Oficina de
Control de la Magistratura, para quienes nos visitan del extranjero,
aclaro que esta Oficina pretende, controlar disciplinariamente, a
cerca de mil novecientos magistrados y doce mil empleados o
auxiliares jurisdiccionales. Empero, esto no impide, que en mi
condición de Magistrado de la Suprema Corte, pueda exponer mi
punto de vista personal, sobre el tema propuesto.
Conviene, antes de reflexionar sobre la problemática de la Corte
Suprema, dar un breve repaso, al diseño estructural y competencial
de la misma. Esto nos ha de servir, para entender, en mayor grado,
las propuestas, que se han de formular al respecto.
La Corte Suprema, estuvo compuesta hasta hace poco por ocho
Salas, de cinco miembros cada una, actualmente son 7, y son las
siguientes:
1. Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente
2. Sala de Derecho Constitucional y Social Transitoria.
3. Sala Civil Permanente
4. Sala Civil Transitoria
3
5. Sala Penal Permanente
6. Primera Sala Penal Transitoria
7. Segunda Sala Penal Transitoria
Formalmente se encuentra, asimismo, integrada, conforme al
artículo 29 del Texto Único Ordenado de La Ley Orgánica del Poder
Judicial, cuya vigencia fuera restablecida por la Ley N° 27362, por
dieciocho vocales supremos, sin embargo, a la fecha, solo hay trece
vocales supremos titulares - incluido el Señor Presidente del Jurado
Nacional de Elecciones - entre quienes fueron designados por el
Consejo Nacional de la Magistratura, y quienes fueron nombrados,
mediante otros sistemas de selección judicial.
A la fecha, un magistrado supremo ocupa el cargo de
Presidente de la Corte Suprema de Justicia y del Poder Judicial, el
Dr. Walter Vásquez Vejarano; dos magistrados supremos integran el
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, otro ocupa el cargo de
Presidente del Jurado Nacional de Elecciones, y quien expone, ha
asumido la responsabilidad de conducir la Oficina de Control de la
Magistratura (OCMA). De esto se desprende, que en el ejercicio
4
jurisdiccional, se desempeñan a la fecha, solo 8 magistrados
supremos titulares.
A fin de completar las salas supremas permanentes, y las
creadas
con
carácter
provisional,
se
han
designado
aproximadamente 28 vocales supremos provisionales. Empero hay
que destacar, que la titularidad en el cargo, supone, que el órgano
habilitado competencialmente para la designación judicial – Consejo
Nacional de la Magistratura - ha valorado la experiencia y destrezas
del postulante, su idoneidad, con carácter ad hoc para una plaza
judicial concreta, y esta es la de Vocal Supremo. Ciertamente, no
sucede lo mismo, con los Vocales Supremos Provisionales, quienes,
ascienden de grado judicial, pero en su calidad de Vocales
Superiores, y como su nombre mismo señala, lo hacen de modo
provisorio, careciendo por ende, de la permanencia que otorga la
titularidad, y en consecuencia, de la posibilidad de madurar aún
más, su formación jurídica, y con ello, contribuir de modo valioso a
sentar jurisprudencia, más aún, cuando cabe reconocer la gran
calificación de los vocales supremos provisionales.
5
Se desprende entonces, que las Salas Provisionales, dado el
estado actual de cosas, han adquirido el carácter de “Salas
Permanentes”, lo que desnaturaliza la función jurisdiccional de la
Corte Suprema. Por tal razón, aparece claro que tenemos una Corte
Suprema hipertrofiada y atiborrada de expedientes. Este es uno de
los problemas que hay que enfrentar.
Expresó hace muchos años, nuestro más grande vate, Cesar
Vallejo, en una carta dirigida a su abogado, cuando afrontaba un
injusto proceso penal, lo siguiente:
“....ME QUEDO LLENO DE INQUIETUD PUESTO QUE SÉ
QUE TODO ES POSIBLE EN MATERIA JUDICIAL...”2
Con ello, nuestro poeta, columbró un problema medular de la
justicia peruana: la falta de predictibilidad y con ello, de
seguridad jurídica.
Es de mayoritario consenso, que la reforma de la Corte
Suprema, ha de empezar por limitar los casos que lleguen a la
Citado por ORBEGOSO, Sigifredo. Historia y Constitución: Temas polémicos. Trujillo.
Ediciones Vallejianas. p. 141
2
6
misma,
lo
que
comprende
ciertamente,
disminuir
la
actual
sobrecarga procesal que pesa sobre ella. Si no se logra cumplir, esta
primera condición, resultaría sumamente difícil, que la Corte pueda
cumplir
con
una
de
sus
funciones
esenciales,
la
de
fijar
jurisprudencia. A ello se aúna, el de establecer el marco y los
procedimientos
que
permitan
que
estos
precedentes
sean
efectivamente vinculantes.
Recordemos, solo por citar un ejemplo, que la Sala Civil
Permanente de la Corte Suprema, tuvo una producción jurisdiccional
ascendente a 3,324 resoluciones, durante el año dos mil cinco, y ese
mismo año, ingresaron 1,485 recursos de casación, a lo que se
agregan apelaciones, quejas de casación, entre otros procesos,
sumando un carga de 1, 973 expedientes,
a lo que se añade los
procesos judiciales de años anteriores. Es evidente, que se requiere
entonces, la descongestión judicial urgente de la Corte Suprema, a
fin de que pueda cumplir su rol vertebral: de fijar precedentes
jurisprudenciales.
Este solo aspecto, constituye un punto cardinal, de ahí la
suma importancia de las propuestas que se presenten al respecto. Se
7
hace necesario racionalizar la actividad de la Corte Suprema, para
que esta se convierta en un órgano de difusión de las tendencias
sociales y políticas más trascendentes de la sociedad. Para todo esto
se requiere una actuación cuantitativamente disminuida respecto de
la que tiene ahora.
CERIAJUS, el intento más serio de reforma judicial, ante esta
problemática, ha propuesto, dentro de su Plan Nacional de Reforma
Integral de la Administración de Justicia: la reducción de la Corte
Suprema a una Corte única (o Sala única), compuesta por once
miembros, cuya función principal sería la de conocer sobre recursos
de casación, a lo que se agregaría, los derivados de procesos de ante
- juicio contra altos dignatarios del país, (levantamiento de
inmunidad) y otras competencias concretas. El recurso de casación,
conforme a lo señalado por CERIAJUS, no tendría efecto suspensivo,
ello por considerar, que es precisamente este efecto, el que es
aprovechado por los malos litigantes, para dilatar el proceso, esto al
no tener ni el derecho ni la razón de su parte. Sin embargo, establece
como excepción, el ofrecimiento, por el impugnante, de una caución
dineraria por el monto de la ejecución, aunque el jurista Javier de
8
Belaunde, haga hincapié a una caución juratoria, esto en su más
reciente obra, que fuera entregada en este certamen.
Nos preguntamos: ¿El ofrecimiento, de caución dineraria, puede
constituir un elemento para desincentivar el uso indebido de la
casación?. En términos generales sí, sin embargo habría que
reflexionar lo siguiente: existen procesos judiciales en los que el
monto dinerario de lo debatido, constituyen sumas ingentes,
situación que haría sumamente difícil, que el impugnante pueda
cumplir con dicha caución, máxime cuando por lo general,
cantidades de tal magnitud, se hayan capitalizadas. Ante tales
situaciones, la caución dineraria haría demasiado onerosa, casi
inviable, la interposición del recurso de casación. Con esta medida,
se estaría exigiendo, la realización en dinero, de los capitales
pertenecientes al impugnante, a fin de cumplir con la caución
dineraria. Entonces debemos reflexionar aún más esta opción. Hay
evidentemente, otros tipos de medidas, que sin gravar en extremo el
recurso de casación, puedan satisfacer esta misma finalidad de
limitar el uso abusivo de este medio impugnatorio.
9
Por ello, propongo que sea, una garantía real, como podría ser
una garantía mobiliaria o inmobiliaria, aparejada ciertamente, de
una normatividad, que de modo taxativo, disponga un iter judicial,
que implique la ejecución inmediata y expeditiva de tal garantía, a fin
de no dejar ningún resquicio, que haga posible, invocaciones
procesales que dilaten el ofrecimiento de tutela procesal efectiva. Se
hace necesario, reflexionar no de manera aislada, sino considerando
nuestra realidad social, en la que existe una escasa convicción
ciudadana por la observancia de la legalidad e igualmente, por
cumplir la palabra empeñada. Hablo de la devaluación de la Caución
Juratoria.
Sí entonces, a la no suspensión de la ejecución de la sentencia
impugnada en casación, salvo garantía real suficiente. Coincidimos
con CERIAJUS, destacando la atingencia anotada.
Pero también, se requiere que el recurso de casación, tenga un
ámbito material reducido, y para ello, resulta adecuado el criterio de
la cuantía. Esto es, que sólo pretensiones que superen un monto
adecuado, a determinar, lleguen en casación a la Corte Suprema.
Esto limitaría aún más, el número de pretensiones, sometidas a
10
conocimiento de la Corte. Ciertamente, la cuantía constituiría un
requisito de admisibilidad para la interposición y concesión del
recurso de casación, de observancia obligatoria a nivel de la Sala
competente de la Corte Superior respectiva.
No considero, que con ello se afecte el principio-derecho de
igualdad, en tanto se plantea un fundamento objetivo y razonable,
para sentar tal diferenciación, y es el de que la distribución de
competencia por el grado, admite perfectamente el elemento de la
cuantía, tal como a la fecha se sigue respecto del recurso de casación
en materia laboral, o asimismo, existen materias, que vistas a nivel
de juzgado de paz letrado, las mismas finiquitan en el despacho de
un
Juez
Especializado.
Existen
antecedentes
legislativos
que
refuerzan esta propuesta.
No se intenta, formular dos justicias, dentro de una visión
patrimonialista de la misma, sino de adoptar con seriedad, de si se
quiere o no descongestionar la Corte Suprema, y para ello, se debe
adoptar posturas definidas, y no ambiguas, lo más coherente es
entonces, limitar los casos que llegan a la Corte Suprema, a través
del criterio de la cuantía. Esto significa seguir modos de resolver
11
similares a los ya planteados en la jurisdicción constitucional, en el
que se ha optado por el amparo residual, y asimismo, nos sirve de
ejemplo, la sentencia expedida por el Tribunal Constitucional, en el
caso Anicama3, con la que se busca limitar la carga en los procesos
constitucionales, utilizando el criterio de afectación o no al contenido
esencial de los derechos fundamentales, en el caso citado, del
derecho a la pensión. No olvidemos, que con esto se consiguió
descongestionar
en
parte,
la
carga
procesal
del
Tribunal
Constitucional. Sin embargo esta decisión del Tribunal ha provocado
que se deriven gran cantidad de procesos judiciales a los Juzgados
Contencioso Administrativo, con un efecto notoriamente negativo,
que es el de ocasionar sobrecarga procesal
La razonabilidad de tal medida, radicaría en que, los asuntos en
materia civil, son en gran parte, cuantificables, y ciertamente, a corto
y mediano plazo, se podría contar con una Corte que pueda fijar
precedentes jurisprudenciales, y con ello asegurar la predictibilidad
de la justicia, a nivel de la judicatura ordinaria, con lo que se
beneficiaría a la nación en su conjunto, al contar con una justicia
cierta, que provoque convicción de seguridad jurídica.
STC N° 1417-2005-AA/TC, de fecha 8 de julio del 2005, expedida en el Proceso de
Amparo
seguido
por
Manuel
Anicama
Hernández.
En:
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/01417-2005-AA.html
3
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A esto, debemos sumar la posibilidad - luego de un estudio serio de implementar la facultad del certiorari, por el cual, la Corte
Suprema, a petición de parte, o de oficio, pueda entrar a resolver
sobre
un
asunto,
de
legalidad
ordinaria,
que
ostente
tal
trascendencia, que se encuentre quebrantando la seguridad jurídica
para un sector de la nación u otros supuestos excepcionales. Esto a
fin, resolver asuntos, cuyo clamor de justicia, no pueden ser dejados
de lado. Naturalmente, esta facultad del certiorari, será inmotivado,
como acaece en Argentina, de lo contrario, la motivación de tales
resoluciones
aumentaría
la
carga
procesal,
pues
sería
ello
equivalente a declarar la procedencia o improcedencia de un recurso
de casación, expresándonos en términos de símil.
Ahora bien, me pregunto: ¿ante un recurso de casación planteado
en estos términos, que limite la carga procesal, resulta más
conveniente una Corte de Sala única?. Por ahora, considero que no,
pues una reforma judicial antes que todo, debe ser adecuada a
nuestra realidad social, y no, ser una importación pasiva de
instituciones jurídicas del Derecho comparado. Muchas veces, la
ausencia, de un criterio práctico, y la confluencia de los puntos de
13
vista de los mismos afectados, que hagan sentir su voz, hace que
continuemos,
indefinidamente,
reformando
las
reformas.
Las
abstracciones jurídicas, se validan en la realidad, y existen, para
servir a la persona, por lo que se debe implantar instituciones que
sean útiles para nuestra realidad nacional.
Debemos ser imaginativos, creativos, innovativos, debemos ir en
busca de soluciones a los problemas concretos de nuestra realidad
judicial.
Estimo que la idea de una Corte Suprema de Sala única, como la
existente en Estados Unidos o, en Argentina, resulta adecuada para
Tribunales Supremos que tienen competencia última y definitiva en
materia constitucional, esto es, que tienen competencias propias de
un Tribunal Constitucional. Para una Corte, que ha de concentrar su
trabajo, en el profuso ámbito de la legalidad ordinaria, con parcelas
sumamente técnicas, como la penal, la civil, la constitucional
(parcialmente), la contencioso – administrativa, entre otras, y para
garantizar, con ello, una jurisprudencia de mayor calidad, poniendo
énfasis a la especialización jurídica, se requiere entonces una Corte
de Salas múltiples o más concretamente, integrada por tres Salas:
14
Civil, Penal y Constitucional. ¿No es acaso que se desea una
jurisprudencia, cualitativamente calificada, que sirva de marco
general a la judicatura ordinaria? Entonces se debe optar por
posiciones concretas y delimitadas, al menos a corto y mediano
plazo.
La ratificación de una Corte Suprema, compuesta por Salas, y con
énfasis en la especialización jurídica, exige, lógicamente, que los
precedentes jurisprudenciales sean fijados por cada Sala, y no por el
pleno de la Corte. Esto es lo más coherente, pues si se divide la
Corte, por Salas, en razón de especialidad, resultaría inconveniente,
que magistrados de salas distintas, decidan sobre materia diferente a
su tarea jurisdiccional especial. Estamos planteando pues la
modificación del artículo 400 del Código Procesal Civil, para hacer
viable la realización de plenos casatorios y con ello, los fines de la
casación.
Esta
disposición,
de
sentar
jurisprudencia,
conforme
a
la
especialidad jurídica, ya se esta dando, en materia Penal, pues allí,
tenemos el artículo 301- A, incorporado al Código de Procedimientos
Penales a través del D. Leg. 959, de fecha 17 agosto de 2004, por el
15
cual, las resoluciones de las Salas Penales constituyen precedente de
cumplimiento obligatorio cuando así se exprese en las mismas. Sólo
la
Sala
Penal
puede
apartarse
del
criterio,
expresando
los
fundamentos de hecho y de derecho que lo motivan. Es decir cuenta
con jurisprudencia vinculante de carácter normativo, que por cierto
ya han venido estableciendo, las dos Salas Penales de nuestra Corte
Suprema, y asimismo, el pleno Jurisdiccional de ambas Salas, que
por ejemplo, han expedido la Sentencia Plenaria N° 2-2005/DJ-301A(4). Conviene aquí, resaltar la labor desplegada por el Dr. Cesar San
Martín Castro y otros Señores Vocales Supremos, que impulsaron la
dación del Decreto Legislativo N° 959.
Dentro de esta misma lógica, es pertinente aumentar ligeramente
el número de vocales supremos, a fin de que las Salas sean
integradas exclusivamente por magistrados supremos titulares, para
que haya coherencia, entre el número de vocales que ocupan cargos
jefaturales en instituciones como el Jurado Nacional de Elecciones, y
el número que se requiere para completar las salas de la Corte. Esto,
como se sabe, es ya una facultad explícita, prevista en el Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, inciso 2) del artículo
4www.pj.gob.pe/cortesuprema/penalpermanente/
documentos/SENTENCIA_PLENARIA_N2_2005_DJ_301_A.doc
16
82, que dispone que el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, puede
fijar, y con ello aumentar, el número de vocales supremos. Esto
resultaría una medida adecuada.
No creemos que el número de vocales supremos deba estar fijado
en la Constitución
Junto a ello, sería conveniente, elevar a rango constitucional, la
noción estabilidad en cargo judicial según la especialidad, pero con
la admisión de supuestos de excepción.
Creemos
también
que
podría
regularse
normativamente,
la
posibilidad de que cuando se declare procedente un recurso de
Casación, por causal in procedendo – inciso 3) del Artículo 386 del
Código Procesal Civil - pueda y deba ser resuelta en una sola
audiencia, pues la praxis así lo aconseja, tal como ocurre en materia
laboral. Esto haría más célere la resolución del recurso.
Ahora bien, la Corte Suprema, no sólo es el órgano máximo a nivel
jurisdiccional, sino también lo es, como órgano máximo de
deliberación del Poder Judicial, cuando se conforma en Sala Plena;
17
de ahí su rol trascendente de fijar la política jurisdiccional y judicial
del país, por ello, lo que la Corte representa o deba representar para
su sociedad, está en relación directa con lo que el judicial signifique
como poder político para un Estado. Es ella, que con tal facultad,
aprueba la Política Judicial propuesta por el Consejo Ejecutivo del
Poder Judicial. Las críticas contra esta estructura han sido, también,
muchas; los “expertos” sostienen que existe “superposición de
funciones”, “delimitación no clara de competencias”, hasta sostener
la inutilidad de las Sala Plena de la Corte Suprema, afirmación que
rechazamos enérgicamente.
En tal sentido, proponen, que el redimensionamiento del rol de la
Corte Suprema, en este aspecto, necesita de una redefinición de la
estructura judicial, lo que sin duda pasa por la obligatoriedad de
replantear la estructura de Gobierno y Administración del Poder
Judicial, para permitir un funcionamiento institucional eficaz y
eficiente.
Por ello el problema del Gobierno Judicial no se encuentra en
establecer si es que debe o no existir funciones de gobierno y
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administración al interior del Poder Judicial, sino sobre cómo y
quién debe ejercer tales funciones.
Así por ejemplo, La CERIAJUS, ha propuesto, la creación del
Consejo de Gobierno del Poder Judicial, eliminando la Sala Plena, y
dejando a la Corte Suprema como Corte de Casación, al estilo
español o italiano. Sobre esto ya hemos adelantado nuestra posición.
Sin embargo, si labor de la Sala Plena es aprobar y no diseñar la
política judicial, su participación es vital no sólo por aprobar, sino
por debatir, y someter a una consideración mayor y mejor, la política
judicial del Poder Judicial. Esta importantísima función no se
contrapone con las labores jurisdiccionales de los Vocales de la Corte
Suprema, más aún cuando las sesiones para ello se producen
cuando menos dos veces por año, en sesiones ordinarias y, en
sesiones extraordinarias cuando lo convoque el Presidente de la
Corte Suprema o cuando lo solicite por lo menos un tercio de sus
miembros o cuando lo acuerde el Consejo Ejecutivo
Es importante mantener la Sala Plena por ser ésta, quien debe
orientar y liderar la reforma de la justicia en el País, promoviendo la
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participación de las instituciones de la sociedad y del poder político,
para lograr consensos, ello no sólo permitiría mantener y proteger la
autonomía del Poder Judicial, respecto a los demás poderes del
estado sino además, consolidarlo realmente como un Poder del
Estado.
Quién si no la Sala Plena es la llamada para ejercer la
defensa del Poder Judicial. Recordemos que la Sala Plena fija
posiciones institucionales, así lo demostró con ocasión del acuerdo
tomado frente a la llamada Justicia Militar. Por ello una Corte sin
Sala Plena sería una Corte inanimada
La Constitución de 1993 distingue entre funciones de gobierno y
administración. Además de ello, se sigue de la Carta Política, que las
funciones de gobierno no están concentradas en un sólo ente, sino
que se encuentran distribuidas entre la Sala Plena de la Corte
Suprema, el Presidente de la Corte Suprema y del Poder Judicial, el
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial y el Consejo Nacional de la
Magistratura.
Debemos
entender,
asimismo,
que
entre
gobierno
y
administración existe una relación de subordinación. El Gobierno
judicial, implica tomar las decisiones más relevantes, de carácter
20
estratégico y que impacten el desempeño global tanto actual como
futuro de los tribunales. Entre estas decisiones se encuentran las de
planificación y desarrollo institucional; las de introducir reformas a
la estructura, funcionamiento y procesos y procedimientos más
relevantes de operación de los tribunales (número y localización de
tribunales, competencias asignadas, roles, funcionarios, etc.) la de
definir los criterios que se emplearán para la asignación y gastos de
recursos; y las decisiones respecto de la carrera judicial, tales como
designaciones, evaluación, y control disciplinario de los miembros
del Poder Judicial. Gobierno es decidir la marcha institucional del
Poder Judicial. Y decidir implica gobierno, he ahí la importancia de
la Sala Plena, ella decide como órgano máximo de deliberación del
Poder Judicial las políticas que le somete a su consideración el
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, órgano de gobierno y ejecución,
al cual es necesario dinamizarlo y hacerlo ágil. Más ejecutivo 5.
Habría que agregar a las políticas publicas en el tema de justicia,
una que de hecho es sumamente importante: la necesidad de una
política de transparencia tanto en el ámbito administrativo como en
el ámbito jurisdiccional; por ejemplo, publicar la información sobre
En: Estudio Comparado sobre Gestión Presupuestaria y Gestión administrativa de
Cortes y Tribunales y tratamiento estadístico de la información sobre el funcionamiento
del Sistema Judicial. CEJA – JSCA. pág. 7
5
21
la carga y producción jurisdiccional de la Corte Suprema, así como
de los aspectos económicos y presupuestarios de la misma.
Publicitar asimismo, a través del portal web del Poder Judicial, las
resoluciones que emitan las distintas Salas especializadas de la
Corte Suprema de Justicia.
Por su lado administración implica ejecución y aplicación de las
políticas generales establecidas por los órganos gubernativos. El
órgano administrativo del Poder Judicial, es entonces, la
Gerencia General, que ejecuta las políticas acordadas por el
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial.
Que la Sala Plena apruebe políticas, debe entenderse, alejado
absolutamente de su sentido partidario, y más bien entenderlo como
el involucramiento del judicial en los destinos de la sociedad
organizada,
a
través
de
sus
funciones
y
con
herramientas
especificas.
La Sala Plena como dijimos, delibera y aprueba lo que el Consejo
Ejecutivo del Poder Judicial le propone como proyecto de la política
judicial de nuestro país. En tal sentido, a quien más, si no es a la
22
Sala Plena, a quien se le debiera encargar la marcha institucional del
Poder Judicial. Por ello no creemos que la incorporación de un
Consejo de Gobierno Judicial, sea la solución al problema del
gobierno judicial, más aún cuando este ya existe, me refiero al
Consejo Ejecutivo, y lo que conviene, es fortalecerlo, a fin de que
opere con mayor dinamicidad.
Además, dentro del problemática del gobierno judicial, se necesita
afrontar aspectos como la falta de información oportuna y de calidad,
que sustente adecuadamente decisiones fundamentadas, como son
las de fijación de objetivos y metas para los distintos órganos y áreas.
Asimismo reitero; es imprescindible atacar la carencia de información
y de estadísticas confiables respecto del tema judicial. Para que con
ello
sea
posible
asumir
los
desafíos
referidos
a
la
marcha
institucional del Poder Judicial.
En este mismo derrotero, la Sala Plena de la Corte Suprema ha
de
tener,
considero,
la
facultad,
de
promover
procesos
inconstitucionalidad, contra aquellas normas legales que invadan
sus
fueros.
Esto
resulta
coherente
con
la
defensa
de
la
independencia externa o autonomía judicial. Ciertamente, resultaba
23
oportuna, por ejemplo, el ostentar tal facultad, cuando se emitió la
Ley sobre jurisdicción militar. Convenía, en esa ocasión, no solo un
liderazgo institucional, en el foro público, sino también, la ejecución
de procedimientos concretos, como hubiese sido, por excelencia, el
proceso de inconstitucionalidad.
Debe destacarse, en este sentido, que existe ya un Proyecto
presentado por quien expone estas ideas, y que se encuentra
pendiente de ser visto en la Sala Plena de la Corte Suprema. Con tal
propuesta lo que se pretende es que ella ejerza una facultad que le
fue arrebatada por la Constitución fujimorista.
Respecto al problema del control disciplinario, debo decir que este
debe ser tratado dentro de una ponencia especial, situación que la
naturaleza del evento no lo permite, por lo que solo he de decir, por
ahora, que con un Poder Judicial aquejado por los males de la
morosidad
y
las
manifestaciones
de
corrupción,
el
control
disciplinario de la Magistratura y de los auxiliares de justicia, merece
atención preferente. Debe potenciarse realmente los órganos de
control.
24
Finalmente, debo decir que es mi compromiso, y estoy seguro, de
todo el pleno de Vocales Supremos; reimpulsar la Reforma Judicial,
pero también es necesario asumir que tal propósito, no se agota
solamente en la dimensión estructural y normativa, no implica
únicamente el proveer de recursos, que resultan sumamente
necesarios, sino que además se requiere la participación de la
sociedad civil e instituciones democráticas, articuladas a partir de la
Corte Suprema, que ha de liderar tal proceso de cambio. La reforma
de
lo
judicial
es
una
responsabilidad
de
todos.
Por
ello
parafraseando a nuestro gran poeta peruano, ya citado, Cesar
Vallejo, diremos:
¡Hay hermanos, muchísimo que hacer!
Muchas gracias.
25
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