Información acerca de CaniLeish®Virbac Vacuna canina contra Leishmania infantum y Leisguard®Esteve como tratamiento preventivo contra la Leishmaniosis canina La Leishmaniosis canina es una enfermedad parasitaria con un elevado número de perros y gatos afectados en la cuenca mediterránea, que en los últimos años ha sufrido una gran extensión territorial progresiva, habiendo cada vez más casos de animales infectados. Está causada por diferentes especies de protozoos del género Leishmania, y dentro de ella con mayor frecuencia en nuestra zona la especie Leishmania infantum. Nuestras mascotas son susceptibles de contagio a través de la picadura de un díptero muy similar al mosquito, llamado Phlebotomus, aunque recientes estudios revelan otras posibles vías de contagio, como la transplacentaria, venérea e incluso a través de transfusiones de sangre procedentes de pacientes infectados. El hecho que el animal desarrolle clínicamente la enfermedad, una vez infectado, depende fundamentalmente de la respuesta de su sistema inmune. En función del tipo de respuesta inmunitaria que desarrolle su organismo, la infección evoluciona hacia la enfermedad, o bien se obtiene una eficaz respuesta inmune de tipo celular que consigue controlar la infección. Es por ello que un gran porcentaje de perros infectados, no manifiestan signos clínicos de enfermedad. A principios de 2012 ha sido comercializada por laboratorios Virbac una vacuna sintetizada a partir de proteínas obtenidas de Leishmania infantum. Dicha vacuna está autorizada para su comercialización en toda la Unión Europea, y aprobada por la Agencia del Medicamento Española y la Comisión Europea del European Medicine Agency. ¿Cómo actúa la vacuna ? La vacuna no impide la infección, o lo que es lo mismo, que el parásito entre en el cuerpo. Su mecanismo de acción tiene como objetivo la reducción de las probabilidades de que el perro desarrolle enfermedad activa, reduciendo unas 4 veces la probabilidad de enfermar respecto a perros no vacunados, según los resultados de los estudios efectuados por el laboratorio. Pero se debe ser consciente de que algunos animales vacunados podrían padecer la enfermedad. Al inocular la vacuna, el sistema inmunitario de los perros reconoce estas proteínas como un “cuerpo extraño”, y crea defensas que aceleran la actuación contra el parásito en caso de ser infectado. La vacuna debe utilizarse únicamente en perros que estén clínicamente sanos y no hayan sido infectados. No se ha investigado en perros ya infectados, por lo que no se recomienda su uso. Por otro lado, no hay que olvidar la primera barrera de contención, que sigue siendo evitar la picadura del Phlebotomus. Por tanto, tanto el propio laboratorio como los veterinarios insistimos en la importancia de continuar utilizando los repelentes externos ya sean en spot – on (Advantix®) y/o collares (Scalibor®), ya que la vacuna no protege contra la picadura del insecto que transmite la enfermedad. Requisitos que debe reunir el perro para ser vacunado El perro ha de pasar por una revisión veterinaria, y no mostrar signos de enfermedad en el examen. Ha de realizarse una analítica específica para comprobar que es “negativo” a la infección de Leishmania. Asímismo, es recomendable descartar la presencia de otras enfermedades cerciorándose así de que es un animal completamente sano. Debe estar correctamente desparasitado frente parásitos internos y externos. La administración de la vacuna debe estar separada como mínimo 2 semanas del resto de vacunaciones, ante la ausencia de pruebas que demuestren su compatibilidad. Se puede vacunar a partir de los seis meses de edad. ¿Cómo se administra la vacuna ? La vacuna se administra por primera vez en forma de tres inyecciones subcutáneas, separadas entre ellas tres semanas. La revacunación anual consta de una sola dosis. Se tiene que tener en cuenta que un perro no se considera correctamente inmunizado hasta un mes después de la administración de la última dosis. Esto significa, en términos más prácticos, que desde que se inicia la pauta de primovacunación (3 dosis) hasta que el perro ha adquirido la inmunidad habrán pasado aproximadamente 2,5 meses (10 semanas). ¿Cuál es el riesgo de la vacuna ? Se consideran normales el endurecimiento de la zona donde se aplica, junto con molestia , enrojecimiento y picor. Esta reacción desaparece en un plazo entre dos días y dos semanas. También puede presentarse hipertermia ( aumento de la temperatura corporal ) , apatía y trastornos digestivos que pueden tener una duración de entre uno y seis días. Estos signos considerados como normales van disminuyendo en las vacunaciones posteriores. Como cualquier vacuna o fármaco, no está exenta de riesgo de reacciones de moderadas a graves de hipersensibilidad, pero no se dispone de datos todavía. Dada la gran variedad de signos que puede presentar la enfermedad, y las diferentes respuestas del sistema inmune de cada perro, raza, etc.., desconocemos si la vacunación en un futuro puede producir alteraciones sobre la salud de su animal. Leisguard® Esteve: otro enfoque de prevención y tratamiento Con el objetivo común de estimular el sistema inmune del perro hacia una respuesta celular efectiva contra el parásito, los laboratorios Esteve han lanzado Leisguard®, una suspensión oral con el principio activo domperidona. Esta molécula provoca pequeños picos de producción de una hormona llamada prolactina, la cual además de participar en la regulación hormonal de la función reproductora, tiene la capacidad de estimular la respuesta inmunitaria de tipo celular, incrementando así la capacidad para destruir el parásito. Puede tratarse de una buena herramienta de prevención en casos en los que no esté indicado o no se desee vacunar contra la leishmaniosis. También puede utilizarse como complemento en el tratamiento de animales que ya hayan sido infectados por el parásito y muestren signos de enfermedad, o bien sean infectados asintomáticos y se busque un refuerzo inmunitario para evitar la evolución hacia la enfermedad. La pauta de administración es una dosis diaria calculada a partir del peso del paciente durante un mes, repitiendo la pauta cada 4 meses para asegurar su efectividad a lo largo de todas las estaciones del año. Se recomienda haber realizado previamente una analítica sanguínea para concretar la pauta con objetivos preventivos o terapéuticos en función del resultado obtenido. Sea cual sea el método de prevención que se pretenda utilizar, nuestro deber es insistir en la importancia del diagnóstico precoz de la leishmaniosis. Esta enfermedad cursa con una gran variedad de síntomas, y no siempre resulta tan fácil de detectar. No hemos de olvidar que cualquier perro infectado con el parásito es una fuente potencial de contagio (aunque a priori sea necesaria la presencia del insecto para transmitirla) aunque no muestre signos de enfermedad; por tanto, cuanto antes sea detectada mayores serán las probabilidades de éxito en su tratamiento, mejorando su calidad de vida y disminuyendo el riesgo de expansión de esta enfermedad.