Deterioro cognitivo ¿Qué es

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Deterioro cognitivo en esquizofrenia y bipolares ¿Qué es?
¿Qué entendemos por el concepto de “deterioro cognitivo”? Cuando hablamos de él,
nos referimos a la pérdida de capacidad en funciones tan primarias de la mente como
son la atención, la memoria, el razonamiento y la planificación, la flexibilidad mental, la
psicomotricidad o la fluidez verbal y el lenguaje. Como es de suponer, el deterioro en
cualquiera de estas áreas (ya sea en una especifica, o como sucede más normalmente, en
varias) se verá reflejado, interfiriendo en mayor o menor grado, en la capacidad
intelectual general del sujeto.
Actualmente, es un hecho más que probado la existencia de este deterioro cognitivo en
la gran mayoría de los pacientes que padecen trastorno esquizofrénico y trastorno
bipolar. Estos déficits están presentes (no siempre en igual intensidad) en los diferentes
subtipos clínicos de ambas enfermedades y aunque están principalmente estudiados en
el marco de la esquizofrenia (el deterioro cognitivo en la esquizofrenia ha sido
largamente documentado pese a que ha sido en las últimas décadas cuando ha
comenzado su estudio sistemático y en profundidad) también son observados en el
desorden bipolar, si bien, tienden a mostrar un deterioro más suave que en los sujetos
con esquizofrenia. En ambas patologías, el grado de deterioro cognitivo se ha
relacionado con un peor ajuste en la calidad de vida del paciente.
En esquizofrenia, estas disfunciones están presentes desde el inicio de la sintomatología
psicótica (aparición de sintomatología positiva aguda, delirios y/o alucinaciones que,
muy normalmente, requieren internamiento) y en muchos casos, incluso antes (muchos
pacientes afirman haber tenido serios problemas de atención y concentración durante
años antes de sufrir su primer brote). Hoy por hoy, pese a existir prometedoras
investigaciones, no podemos explicar con precisión y total seguridad el mecanismo que
origina esta situación, pero si es un hecho más que demostrado el que el deterioro se
agudiza tras las crisis psicóticas en un altísimo porcentaje de casos (aún así, es
conveniente señalar que se estima que un pequeño porcentaje de pacientes no llega a
desarrollarlo o, al menos, no tan intensamente). En muchos casos, estos nuevos déficits
pueden verse reducidos o estabilizados tras la toma de la medicación y la estabilización
de los síntomas, pero también, especialmente en caso de proseguir las crisis, pueden
dejar nuevas secuelas de deterioro cognitivo o agravar uno ya existente.
En las áreas cognitivas más afectadas a largo plazo por el deterioro en la esquizofrenia
encontraríamos la atención, la memoria y la capacidad de razonamiento y planificación
de tareas complejas, también se ve, aunque no de un modo tan generalizado, una
afectación en el lenguaje y de la capacidad motora. Además, el efecto de un deterioro
continuo en todas estas áreas puede ir desembocando en nuevos problemas asociados
como sería una alta fatiga ante tareas de concentración, problemas en el control y la
finalidad de la conducta, incremento del olvido, problemas de abstracción y de
desarrollo de comportamientos sociales eficaces.
En el marco del trastorno bipolar no parece existir un deterioro previo, sino que está
más vinculado a la aparición de episodios afectivos/psicóticos. Los pacientes de
sintomatología afectiva sin crisis psicóticas presentan alteraciones cognitivas, pero estas
no llegan a mostrar unos déficits tan agudos como en la esquizofrenia. Hay que señalar
que un grupo considerable de pacientes bipolares sigue presentando deterioro cognitivo
incluso en la remisión del episodio, lo que implica que los déficits no se producen solo
durante los episodios de la enfermedad sino que continúan existiendo fuera de los
estados depresivos y maniacos. En los pacientes bipolares que también padecen crisis
psicóticas el deterioro se muestra muy superior tras estas al de los pacientes con
síntomas únicamente afectivos.
Al igual que ocurre con la esquizofrenia, las disfunciones cognitivas más frecuentes
aparecen principalmente en el marco de la atención, de la memoria y en ocasiones, pero
no de un modo tan generalizado como en la esquizofrenia, del razonamiento y
planificación ante tareas complejas. En este sentido, la principal diferencia entre los
deterioros de ambas enfermedades se observa en la intensidad del mismo.
Enumerando rápidamente algunos de los principales factores que influyen en el grado
de deterioro y en el curso del mismo, además de la predisposición biológica, podríamos
considerar primeramente el número de episodios psicóticos/afectivos sufridos y la edad,
pero también existen otros que pueden ayudar a evitarlo, como son la toma de
medicación y una buena relación terapéutica, la presencia de redes sociales (familiares,
amigos y la presencia de lazos afectivos), la actividad y los planes de vida y el
abandono, de existir, del consumo de drogas, asimismo, la personalidad del sujeto y sus
estrategias adecuadas para el afrontamiento de la ansiedad y del estrés puede también
actuar de un modo protector.
Actualmente, procedentes de disciplinas tales como la neuropsicología o la logopedia,
existen programas de rehabilitación centrados en el trabajo con estos déficits en los que
se pueden producir una importante mejoría y va abriéndose un nuevo campo en el
desarrollo de nuevas técnicas orientadas a la restauración, sustitución y/o compensación
de este deterioro. Aún así, si que podemos concluir que siempre es más prudente y más
sabio el prevenir que el curar, así que la buena adherencia al tratamiento, la correcta
toma de la medicación, la asistencia a las sesiones terapéuticas y un hábito de vida
saludable, siguen siendo las mejores bazas de las que se disponen estos pacientes para
evitar con eficacia un deterioro generalizado y constante en su capacidad mental.
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