Una mirada atrás Supongo que lo apropiado debiera ser empezar por el principio En fin... Antes de nacer ya estaba metido en líos, y ésta ha sido la línea de toda mi vida, al menos así es hasta el día de hoy. Mi padre y mi madre me engendraron en medio de todo aquel jaleo que se montó en Mayo de 68, en aquel viejo Paris, y a finales de Enero del 69, antes de salir de cuentas, ya empecé a dar problemas por mí mismo, la verdad es que no sabía si quería nacer o no, pero el que sí tenía las ideas claras en ese momento, era el doctor, que cogiendo unos fórceps que tenía a mano para tales ocasiones, y sin previo aviso, me nació en contra de mi voluntad. Y allí me encontraba yo; llorando, y preguntándome qué era todo aquello, un lugar extraño, y bastante tétrico, un lugar que nunca antes había visto, ni siquiera en mis más espantosas pesadillas. Supongo que después de ese mal trago, y durante algún tiempo, viví la vida como un niño normal, que nació en el exilio; rodeado de españoles, en aquella nación francesa. Una vez que Franco estaba en la lista de los que han de fallecer por si mismos, mis padres decidieron volver a su tierra, y de este modo me encontré nuevamente sin entender nada de nada, viajando en sucios trenes que iban hacia el sur, y durmiendo en algún que otro banco cercano al andén. Eso sí, sin soltar en ningún instante mi pequeña maleta de mimbre, en la que llevaba mis pequeños juguetes, ya que si tenía que regresar a España, estaba decidido que no podía emprender aquella aventura sin mis juguetes, con los que había pasado tatas horas de diversión; y para conseguirlo, estaba dispuesto a montar todo el espectáculo que fuera necesario, hasta que se me concediera el permiso; incluso, estaba dispuesto a cargar con ellos los tres días que duraba el viaje, tal y como así fue. Llegue a la vieja Zamora, una de las ciudades más grandes de España, aunque prácticamente despoblada, pero con muuuucha historia. Ufff... (Su bandera es una de las más antiguas del mundo, se remonta a finales de la era Romana, cuando se llamaba Ocellum Durii –Ojos del Duero- Y los visigodos ya la llamaban Semuret –Viejos Muros- Aunque su nombre actual se lo pusieron los árabes Çamora Sentica –Mina de Esmeraldas-) En fin... La cuestión es que el día era gris, no recuerdo muy bien el mes, tal vez fuera Octubre, de lo que sí estoy seguro es que aquí la vida se me complicó mucho: Los alumnos que me tocaron de compañeros, no aceptaron que aquel niño que se había incorporado tarde al curso escolar, tuviera un acento distinto, y decidieron que yo debía ser el destino de sus puños, sí sí, he dicho bien, de sus puños, con 5 o 6 años los niños saben pegar, y cuando lo hacen en grupo, llegan a traspasar los límites de una forma asombrosa. Fui llevando aquello como pude, y entendí que nunca se debe usar la fuerza para conseguir nada, ningún objetivo es lo suficientemente valioso, si hay que derramar una sola gota de sangre; -Eso llegué a comprenderlo bien- Quizá por ello, se me atragantaba la sola idea de vestir de verde, cuando se acercaba la hora de coger un fusil para ir al ejercito; en donde según las gentes me harían todo un hombre. Por mi parte llegué a la conclusión, que si debía ser un hombre, eso sería una cuestión que no tendría nada que ver, con aprender a matar. Creía firmemente, por mucho que algunos me discutían, que con una pistola sólo se puede matar; por ello escogí la pluma, que en definitiva es más poderosa que la bala, pero no derrama sangre, a menos claro está, que lo que se firme no sea una sentencia de muerte. Y aquí es cuando de verdad comencé a andar mi camino: Me importaba tanto no incorporarme a filas, que me junté con otro puñado de locos con mis mismas intenciones, que tampoco tenían muchas ilusiones por pertenecer al cuerpo militar, y desde aquella pequeña ciudad, formé parte de un movimiento nacional, en contra de la obligación a ingresar en el ejercito; y me impliqué de tal modo en este movimiento, que antes de cumplir los 18 ya me seguía la secreta. En alguna ocasión, mientras iba camino al instituto, me tiraron contra pared para cachearme, en otra, varios furgones se paraban delante de mí, con el único propósito de pedirme la documentación, aunque sabían perfectamente quien era. O al término de las reuniones que teníamos todos aquellos antipatriotas, en las que estábamos no más de 8 o 9 personas, nos esperaban a la salida 3 o 4 de estos furgones, 15 o 20 Nacionales, donde alguno de ellos hacía fotografías de muy cerca, supongo que todo aquello estaba dirigido a intimidarnos. En fin... Tengo que admitir pasado el tiempo, que lograron al menos el objetivo de la maniobra: "Acojone del desierto" aquel despliegue desproporcionado de medios represores, y toda la fama que precedía en aquellos tiempos a los de uniforme, provocaron junto con mi corta edad, que inevitablemente me templaran las rodillas; pero de ningún modo consiguieron, que diéramos un solo paso atrás. Unos pocos abogaban por la insumisión, pero esta vía no me parecía acertada, porque se basaba en un fanatismo que no seguirían muchas personas, y por esto mismo sería sin duda una vía ineficaz; por otro lado teníamos la objeción de conciencia, que todavía era tan ilegal como la insumisión, pero se veía claramente que tarde o temprano sería admitida como una opción legal. Al poco tiempo esto se logró, de forma que inicialmente se concedía con grandes restricciones, sólo a Testigos de Jehová o similares; poco tiempo después, sólo se exigía que hicieras un escrito, explicando las razones que te impulsaban a objetar al Servicio Militar, razones que valoraría un tribunal, que aunque nadie sabía a ciencia cierta quien lo componía, era el encargado de darte o no la objeción solicitada; cuestión completamente anticonstitucional, puesto que en alguna parte de nuestra Constitución Española, se lee claramente que nadie tiene la obligación a declarar sobre su ideología, y en ningún apartado matiza que los objetores de conciencia al ejercito, sí debían hacerlo; con tal artículo constitucional se consiguió que esta condición, se le concediera a todo aquel que la solicitaba, sólo por el mero hecho de ser solicitada. Por último, cuando los objetores llegaban a los ayuntamientos, a los colegios, a todos las distintas entidades colaboradoras que admitían objetores, se promovió que dieran la lata, y que denunciaran todo lo que veían, basándose por ejemplo; en el principio que ningún objetor podía quitar un puesto de trabajo. Recuerdo que en cierta ocasión la UGT de Zamora, pretendió que los objetores que tenían prestando servicio en su organización, les pintaran la fachada de su sede, lógicamente aquello no se podía consentir de ninguna forma. Aparte de todo este caos que le organizábamos a los organismos públicos, se prepararon de forma paralela numerosas tapaderas, asociaciones como en la que yo presté mi servicio: CIDAO, (Centro de Investigación y Desarrollo de Actividades para el Ocio, casi na...) en la que obviamente nadie tenía que hacer absolutamente nada, e incluso, en ocasiones algunas personas ni siquiera estaban en el territorio nacional. De este modo vieron otros muchos que la tediosa mili, podía ser saltada sin correr ningún riesgo, y ese fue el éxito, nadie, o casi nadie; bueno... quizá en aquel tiempo aquellos cuatro locos, pero por lo demás, nadie quiere ser crucificado, ni siquiera apaleado, por ello el éxito llegó gracias a que utilizamos hábilmente nuestras mentes, para acabar siendo cientos de miles; hasta que un día, el patético Aznar salió en la televisión, anunciando que había decidido terminar con el Servicio Militar Obligatorio, aquello en principio me sentó como una puñalada trapera, porque aquel tipo se estaba adueñando de algo que no le pertenecía, algo que era nuestro, algo a lo que se vio obligado, debido a la cantidad de expedientes de reclamación, a las numerosas inspecciones que el estado forzosamente tenía que atender. Tal circo se había montado, que costaba más mantener todo aquel tinglado, que ceder de una vez por todas. Por ello: Este derecho, el de no coger un fusil si no quieres, es patrimonio en primera instancia de cuatro locos, y luego, un avance del pueblo. Naturalmente, pasado un mes, o quizá dos, me alegré mucho. Aunque admito que todavía el trabajo está incompleto, porque al ejercito; me refiero a la tropa, no a los cargos de oficial, sino al puesto de soldado, sólo van los pobres. La gente que el Estado califica de meros peones, y que su pérdida en una lucha de poder, carece completamente de toda importancia. Esta, debiera ser la siguiente lucha; que la tropa sea nutrida por los hijos de los banqueros, de los políticos, y demás gentes de mal vivir; estoy seguro que si somos capaces de conseguir esto, nunca habrá más guerras. Ojalá seamos capaces de conseguirlo pronto, porque lograr ir alguna vez a la Luna, no será tan importante, como conseguir la paz en el mundo. Entre tanto, también estaba en rebeldía con las instituciones de enseñanza, por lo que refundé la Federación de Asociaciones de Alumnos de Centros Públicos de la Provincia de Zamora, y como presidente estuve algunos años, en los que me recorrí toda la provincia, informando a los estudiantes de sus derechos, y me encontré con un escenario patético; había tantas carencias, que me resultaba triste. Me acuerdo que en una de estas visitas, concretamente al Instituto concertado de Muga; le pregunté al director de aquel centro: ¿Dónde está el departamento de orientación? La respuesta: ¿Para qué quieres aquí eso? Estos lo único que quieren es acabar esto..., su futuro son las vacas y las cabras. Para qué más palabras. Eso sí, ese director tuvo que poner en funcionamiento este servicio al alumno, o se quedaba sin pasta del estado, al menos deseo que alguno de aquellos chicos fueran debidamente informados, y cambiara así el destino que otros les habían marcado. Mi carrera de rebelde continuó con la participación en alguna que otra ocupación, incluyendo un cuartel militar que hacía años estaba cerrado, y allí se asentó un desarrollo cultural importante, como nunca se recordaba en aquella pequeña ciudad limítrofe con Portugal; en donde se organizaban diversas actividades, desde grupos de alpinismo, hasta teatrales, y desde clases de manualidades, a tiro con arco; y sobre todo, en los casi cuatro años que duro aquella ocupación, aprendí a dirigir a muchas personas, con ideas dispares, pero aún así, se consiguió una buena convivencia, y un trabajo común en las labores de organización, limpieza, y reparación de aquel edificio ocupado. En esta ocasión ya no era uno más del grupo, sino que me convertí en lo que se podía denominar "El cabecilla" Conseguí que me hicieran caso, y de alguna forma me siento orgulloso, porque es sencillo que si tú le pagas un sueldo a alguien, éste tiene la obligación de obedecerte, por lo que me enorgullece tremendamente, que todas aquellas personas que allí estaban, aceptaban mi palabra, no por la obligación del criado, sino por el liderazgo que me había ganado. Era sin duda algo muy bonito, no sé si será vanidad, o quizá sea ese sentido del poder por el que algunos venden su alma, pero que tanta gente te obedezca sin nada a cambio, es una sensación impresionante. Por otro lado creo haber aprendido a dominar ese sentido de liderazgo; nunca pedí a nadie, nada que no me hubieran visto hacer antes a mí, y desde luego, nunca pedí nada que no me pudieran dar con facilidad; ya que he visto como grandes mentes, han sido abandonados en el momento en el que empezaban a pedir imposibles; nunca el 110%, eso es inconsciente, ni siquiera el 100%, ni tan siquiera el 70%, que cada cual aporte lo que tenga y quiera, de este modo se acercarán muchos: El 1% de miles, te da el apoyo de toda una multitud. Otro gran pilar es la constancia: Que siempre te vean hacer lo mismo que dices, si tu le pides a alguien que te dé algo, y ve como tú en algún momento no lo aportas, entonces no te seguirá. Ese dicho de la iglesia: “Haz lo que digo, y no lo que hago” ya no sirve, y la gente está cansada de tantas palabras vacías, y de tantas mentiras interesadas. Lo siguiente fue una lucha individual, que terminó en fracaso, supongo que aún así debo contarlo, creo que ser uno de aquellos locos dueños del fin del servicio militar, y colaborar en transformar un viejo caserón militar en facultades, son grandes logros, y un fracaso no empañará en absoluto lo conseguido anteriormente. Esto fue...: Un día que me cansé. Bueno... creo que más bien exploté; harto de pedir al Ayuntamiento, y a las distintas instituciones públicas, ayudas para la realización de actividades culturales; quizá negadas por ser yo un rebelde con fuerza y talento, quizá por ser ellos del PP. De cualquier forma, y de manera reiterada, me negaban constantemente las ayudas públicas, que sí le concedían a otros. El detonante fue cuando un día me encontré con el concejal de cultura del Ayuntamiento de Zamora, que después de exponerle que el mismísimo Paco Rabal me había confirmado, que iba a participar en un cortometraje que yo mismo iba a producir y dirigir, me dijo sin ningún rasgo de emoción, de ningún tipo: “Rodar un cortometraje no es de interés cultural” ¡Qué barbaridad! Me acuerdo perfectamente de ese día; la Plaza Mayor estaba espléndida, y el sol brillaba con fuerza, y allí mismo pocos días después de haber recibido la llamada de Paco Rabal, me encontré con aquel insulso concejal de cultura; llamado Pedro Roda, al que le comuniqué la buena nueva, esperando que se alegrara, y que me dijera: “Muy bien chaval: Dime que te hace falta” Pues no, me dijo aquella falta de respeto a todo, y tras darme una palmadita en la espalda, me dejó con cara de gilipollas, y continuó su camino junto al director del Teatro Principal. Todavía hoy recuerdo aquella sensación, en la que el tiempo se detuvo durante unos cuantos segundos, luego apareció la rabia, y al lunes siguiente me presenté enfrente de aquél ayuntamiento con mi furgoneta, en la que me subí para leer una manifiesto, y era tanta la rabia, que aquello lo hice todos los lunes a partir de aquel día, siempre a la misma hora de su reunión semanal, y durante todo un año. Por un lado debo reconocer que esto les reventaba, pero por otro no hacían nada de nada, excepto que la Policía Municipal me incordiaba de vez en cuando, no sé si por propia iniciativa, o por sugerencia de algún político, por lo demás no hubo grandes dificultades; hasta que una 20 de Noviembre de 2000, cansados de aquel toca huevos, ordenaron que me detuvieran y me llevaran esposado al cuartelillo; eso sí, en cuanto me soltaron, volví, y termine de leer el panfleto en el punto en el que me habían cortado, y al lunes siguiente, allí estaba a la hora de siempre, en el mismo lugar de costumbre; aunque a partir de ese día lo hice sin furgoneta, subiéndome en una pequeña mesa de escuela. Esto duró todo un año, un año en el que llegaba siempre sólo, (Porque no quería que nadie se quemara conmigo) pero en prácticamente todas las ocasiones, detenían su caminar numerosas personas, y se unía de forma improvisada para dar ellos también, alguna que otra voz. Digo que esto fue un fracaso, porque no se consiguió nada, eso sí, yo rodé mi cortometraje, aunque con muchas dificultades en las tomas de calle, pero era tal el apoyo popular, -Vamos..., digo del pueblo, no del Partido Popular- que no pudieron evitarlo. Incluso la asociación de vecinos del barrio en donde se rodaban los exteriores, con su presidenta a la cabeza, estuvieron en todo momento vigilantes para que la Policía Municipal no lo impidiera. De todos modos, me di cuenta que en aquella pequeña ciudad de provincias, donde los señores feudales tienen todo el poder, no podría seguir creciendo, así que busque nueva sede para la revolución; y claro..., Madrid, este era el sitio. Hoy creo que Zamora fue mi entrenamiento, y Madrid mi destino; no lo digo en sentido místico, sino que este era el lugar a donde tenía que acabar llegando, y cuando estuviera aquí, debía estar preparado. Bueno... hubo..., una especie de calentamiento en la asociación Culturas Unidas, pero esta asociación está total y completamente corrompida, los dineros desaparecen de una forma asombrosa, y las subvenciones que se reciben, prácticamente nunca van al destino para el cual se pidieron, y esto es algo que no se puede consentir, por eso no podía pertenecer a una entidad de esas características; y en algún momento, antes de que se acabe el año 2006, debo denunciar todas las corruptelas de las que tengo conocimiento, para que no queden impunes las estafas que hacen de forma continuada, y debo hacerlo de modo que esto sirva de ejemplo, para que todos los otros que sé que lo hacen, cambien su actitud. Eso sí, este año y medio me ha servido para conocer la ciudad, ahora estoy listo para la siguiente aventura. www.tholma.com
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