Facultad de Periodismo y Comunicación Social 4 de junio de 2011 Configuraciones actuales de los estudios de juventud. IV Jornadas de Formación en juventud del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios Documento final Por Lic. Paloma Sánchez y Lic. Guillermo Romero El sábado 4 de junio de 2011 se realizaron las IV Jornadas de Formación del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, con la participación de más de cien investigadores pertenecientes a diversos observatorios del país y a universidades nacionales de Córdoba, Quilmes, Cuyo, Rosario, Misiones, Tucumán, La Plata y de la Universidad de Buenos Aires; también asistieron miembros de reparticiones públicas de los municipios de Olavarría, Florencio Varela, La Plata y Rosario. La apertura del encuentro estuvo a cargo de la Decana de la Facultad y Directora del Observatorio Dra. Florencia Saintout, quien realizó un recorrido sobre la constitución histórica del campo de estudios de juventud, la emergencia y transformaciones de los jóvenes como actores sociales diferenciales en Argentina y los desafíos actuales para los investigadores de la temática. Disertación de la Dra. Florencia Saintout En primer lugar quiero destacar que estas son las primeras Jornadas del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios abiertas; no porque las anteriores estuvieran cerradas, sino porque antes necesitábamos juntarnos los que lo integrábamos y ahora, en cambio, decidimos abrirlo a otros que también están trabajando en cosas similares. Lo primero que habría que resaltar es la necesidad de replantear algunas de las que han sido las agendas más fuertes en el campo de la investigación en Juventud. Estamos ante un contexto que tiene mucho de lo anterior, lógicamente, no nace de un vacío, pero que tiene algunas dimensiones nuevas, que han cambiado respecto del contexto neoliberal y que exige repensar nuestras agendas. 1 En nuestro caso, hemos creado la figura del Observatorio y no de Centro de investigación -esto fue una discusión importante en su momento-, porque creemos que la investigación tiene que estar fuertemente vinculada a la intervención. Es esta una relación compleja, problemática, por la infinidad de cuestiones que esto trae sobre la mesa: las múltiples formas de la intervención, las múltiples formas de ligazón entre la intervención y las ciencias sociales, incluyendo la variante que puede afirmar que la ciencia social es en sí misma un modo de intervención en el mundo, hasta formas más directas como la problematización, el análisis, la reflexión para incidir en las políticas públicas. A quienes creemos que la investigación tiene que estar ligada a la intervención, este contexto nos demanda nuevos desafíos, entre los que se encuentra repensar las viejas agendas que teníamos. La “irrupción” de la Juventud A mediados de los `60 es el momento en el cual los jóvenes irrumpen en el espacio público, en el espacio político. Irrumpen de múltiples maneras, pero en América Latina lo hacen ligados al espacio de lo político. Incluso, podemos decir, al espacio de la política. Más allá de los relatos hegemónicos que han vinculado fuertemente la Juventud a la Cultura o al Arte, la Juventud emerge en relación a la Política, en relación al Estado. Además irrumpe a partir de lo que los posmodernos llamarían los Grandes Relatos, pero que yo nombraría como Grandes Colectivos, a partir de dimensiones estructurales, de un posicionamiento antiimperialista, de inscribirse en proyectos nacionales, es decir, de construir una historia y además de plantearse como sujetos de esos proyectos nacionales en toda la región. Por otra parte, irrumpen problemáticamente como jóvenes. Es decir, se hace muy difícil decir que lo que emerge ahí pueda ser visto como una cosa de jóvenes únicamente, aunque muchas veces sean los jóvenes los que vayan a protagonizar la política. Son jóvenes que cuestionan el orden hegemónico, pero no lo cuestionan solamente por ser un orden adultocrático, sino que cuestionan un orden claro de Poder, incluso desde una postura antiimperialista. No es solamente reafirmarse como jóvenes, sino también como antiimperialistas, peronistas, antifascistas, que plantean que este orden del mundo es injusto, que lo piensan transformar más o menos radicalmente, pero no hay una demanda en términos de exclusividad como jóvenes. Este es un momento donde, si bien hay algunos trabajos sobre Juventud, si lo comparamos con las décadas siguientes los jóvenes son más bien sujetos de la historia que objetos de estudio. Son jóvenes que pueden aparecer en las crónicas, en las biografías pero que, en Latinoamérica fundamentalmente, están más bien en las calles y poniendo en discusión un orden hegemónico desde muchos planos. En este período, los jóvenes están a la cabeza de la creación de un orden nuevo. El eje articulador de estos jóvenes en la calle va a ser la igualdad. Como decíamos, la igualdad en términos de la sociedad toda, no simplemente de poner a los jóvenes en igualdad con los adultos. 2 En la actualidad, muchas veces aparece la pregunta acerca de cómo los mejores intelectuales, que eran adultos, se dejaron conducir por jóvenes. Cómo Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, se dejaron conducir por pibes. Esto da para muchas reflexiones, lo dejo como pregunta, pero lo que muestra es que lo que está en juego no es solamente un problema de trasvasamiento generacional. Las décadas de la derrota Las décadas que siguen pueden ser vistas como las décadas de la derrota. Los jóvenes aparecen de la mano de la derrota, no de los jóvenes, sino de la derrota de los proyectos de liberación, de los proyectos populares en toda la región. Lo que hubo fue un exterminio de gran parte de esa generación. No de todos los jóvenes, sino de gran parte de los que han estado levantando estos proyectos. Ante estas derrotas, lo que emerge es la visibilidad de los jóvenes, ya no como antiimperialistas, en la calle, sino que hay una transformación y aparecen sobre todo de dos formas. En primer lugar, como un tema de preocupación. Los jóvenes ligados a una agenda del deterioro. Se asocia juventud a deterioro desde dos grandes corrientes que tienen poco que ver entre sí, pero que tienen este punto en común. Por un lado, como decíamos, como tema de sentido común, que va siendo modelado por los medios masivos de comunicación. Discursos ligados, digámoslo así, a la “seguridad ciudadana”. Aparecen entonces los jóvenes como causantes del deterioro, del malestar social. Es una agenda cargada de estigmatizaciones, claramente clasista, racista. Una agenda que no es solamente adultocrática. Por otro lado, esta agenda del deterioro va a ser tomada en estos años por una corriente que incluso podríamos denominar crítica, una agenda muy ligada a una epistemología de la devastación, que va a ser tomada no sólo por las ciencias sociales, sino también por el mejor periodismo. Una agenda ligada a la idea de la devastación, de la desarticulación. Hay una denuncia de todo aquello que se ha roto: la escuela, el trabajo, la familia. La agenda de las “D”, que trastoca las ideas de desarrollo, de la denuncia de la dependencia: acá aparece la idea de la desafiliación, de la devastación, de la derrota. Ya no se responsabiliza a los jóvenes del deterioro sino que se denuncia el deterioro, la devastación. Y se denuncia a unos jóvenes “saturados de poder” ante esa devastación. Jóvenes que no saben qué hacer en la escuela, que no tienen lugar en la política, que no les interesa la política, que no pueden transformar el mundo en el cual viven, que están sueltos. La agenda de la devastación va a ser muy rica en el campo del conocimiento. Se produce mucho ensayo, mucha crónica periodística. Las mejores crónicas, en Argentina, están ubicadas en esta corriente, pero no solamente en Argentina. Pienso en los trabajos de Alonso Salazar, de Cristian Alarcón, de Leila Guerriero. Lo que tienen en común estas dos líneas es que los jóvenes aparecen como víctimas. Son jóvenes sin agencia, sin capacidad de intervención en el mundo, de ejercer un poder, de marcar una diferencia. En segundo lugar, la otra cara que pondría en una misma moneda para estos años va a ser la conversión de los jóvenes ya no sólo en un tema sino también en un objeto de 3 estudio de unas ciencias sociales impregnadas de los aires neoliberales, que a veces resisten, para ser justos, pero que también se van adecuando. Unas ciencias sociales que se van institucionalizando como nunca para estos años. Van institucionalizando temas, objetos, tradiciones, modos de hacer, carreras académicas, recorridos posibles. En esta perspectiva aparece una fuerte preocupación por la relación de los jóvenes y la cultura. Una perspectiva muy ligada a los estudios culturales, que en algunos casos produce cosas muy ricas y en otras algo muy banal. La fragmentación social y la fragmentación epistemológica Aquí me interesa problematizar que durante este período los jóvenes aparecen solamente como jóvenes. Desde la plataforma de la devastación los jóvenes aparecen, en el mejor de los casos, resistiendo; pero se trata de una resistencia con “r” minúscula, donde pueden crear sus propias identidades. Entonces todo el mundo va a hablar de las identidades. Esto se da en muchos campos, pero con mucha fuerza en los estudios de juventud, donde la pregunta por la identidad va a ser el motor de las investigaciones. Si el eje en los primeros jóvenes, los de los ´60 y ´70, tenía que ver con la igualdad, acá el eje va a ser la diversidad. Se enfatiza la idea de jóvenes en plural. Esto se da en paralelo con otros procesos, como por ejemplo el reemplazo del gran movimiento obrero por una multiplicidad de movimientos sociales, donde el espacio social va a ser ocupado a partir de la pregunta por la diversidad, por la fragmentación, donde se enfatiza la desaparición de las estructuras. Las estructuras, que eran concebidas como conjuntos de elementos en relación, al dejar de existir, dejan a los elementos sueltos y sólo quedan fragmentos. Lo que aparece entonces es un fuerte énfasis en la diversidad. Todo este proceso diferenciador es acompañado por las ciencias sociales, que van dando cuenta del sentido babélico de la historia, donde Babel dejó de ser un castigo para pasar a ser celebrado. Es evidente que el fuerte triunfo del Capital en estos años condicionó estos estudios y promovió ciertas agendas en desmedro de otras. El poder de inscripción de las agendas neoliberales sobre los espacios intelectuales fue tan fuerte que naturalizó ciertas miradas e impidió ver algo que se estaba incubando y que irrumpe con la muerte de Kirchner, por ejemplo, donde aparece la duda respecto de dónde estaba esto. Lo mismo puede plantearse más allá de la Argentina. El regreso de la política El pos 2001 en Argentina, que en algunos casos será 2002, 2004, 2006 dependiendo del país, irrumpe en numerosos espacios, no sólo académicos, pero especialmente en los espacios académicos como una gran sorpresa. La pregunta común, repetida al infinito por los medios de comunicación, va a indagar acerca de dónde estaban estos jóvenes que interesados en la política, algo que parecía terminado. Se trataba de una de las grandes enunciaciones: la muerte de la política. 4 Sin embargo, quedó claro que los jóvenes no estaban por fuera de la política. Respecto de la relación con lo político ya se había dado cuenta desde la agenda de los estudios culturales, con trabajos que en algunos casos reducían la política a un gesto cultural. Lo que aparece entonces, en estos años, es una recuperación de la ligazón entre los jóvenes y la política, que con anterioridad no era algo interesante de observar. Pero en ese momento irrumpe un movimiento, un tiempo histórico que señala, una vez más, que las luchas no han terminado. Esto es llamado de diferentes maneras: algunos van a hablar de las nuevas izquierdas latinoamericanas, otros no se van a animar a tanto y van a hablar de los nuevos progresismos o de los gobiernos progresistas -reduciendo el asunto a una cosa de gobiernos. Lo cierto es que estamos en un momento histórico que, señalando las múltiples diferencias, se caracteriza por la aparición de proyectos políticos que se sitúan desde abajo hacia arriba, proyectos populares que tienen una fuerte pregunta por las mayorías, que se inscriben retomando la pregunta por la nación, otra cosa que parecía haber terminado, los proyectos nacionales, la idea de patria, la nación como patria, algo que parecía haber sepultado la globalización. Si revisamos nuestras bibliografías, de hecho, podremos ver cuánto hemos aprendido sobre globalización y qué poco sobre proyectos nacionales. Estos proyectos nacionales retoman una idea de la universalidad, pero una universalidad que no implica la distribución de recursos materiales únicamente, sino también la redistribución de los bienes simbólicos. Esto aparece con fuerza en el debate en torno a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Y por otro lado, esta idea de universalidad se propone asimismo el respeto por la diversidad, lo que aparece con mucha claridad, por ejemplo, en el proceso boliviano. En todos estos casos aparecen los jóvenes protagonizando la política como herramienta de transformación social, contradiciendo las agendas académicas hegemónicas. Los ojos ciegos bien abiertos Tal vez estas agendas habían dado demasiado por sentado el fin de la historia, por lo cual no pudieron ver, por ejemplo, que muchos jóvenes habían estado al frente de fuertes luchas por el trabajo. No vieron que cortaban puentes, que eran protagonistas de los “movimientos sociales” que no eran solamente sociales, sino también políticos y que estaban profundamente ligados al mundo del trabajo. Lo que estas agendas no pudieron ver es que en las sociedades no siempre se rompe todo, sino que mientras existen rupturas, hay también estos hormigueos silenciosos que muchas veces es necesario ver con una epistemología del topo, del que va por abajo, de lo que se mueve, de lo que no aparece en la superficie. En parte, estas ciencias sociales no pudieron ver este proceso porque estaban demasiado orientadas a mirar sólo lo nuevo y no lo que se continuaba. Además, la moda era mirar los fragmentos, de modo que a los jóvenes sólo los mirábamos en tanto jóvenes, no en relación a la sociedad toda. No es que de todo esto no haya servido nada. De hecho, hay cosas muy valiosas que es necesario recuperar. Ahora, creo que el desafío actual es pensar la reconstrucción. Y si 5 pensamos en nuevas agendas plantearía tres lugares para ubicar unos nuevos modos de ver. Una agenda de la reconstrucción En primer lugar, es necesaria una epistemología de la esperanza, en contraposición a la epistemología de la devastación. No se trata de una mirada romántica, sino de pensar lo que se va reconstruyendo de lo que se fue devastando. En segundo lugar, en torno a los ojos ciegos bien abiertos que tuvimos durante estos últimos años, porque nunca hubo tanta investigación sobre juventud, pero ello no nos permitió ver lo que se venía incubando, prestar atención a una epistemología que pueda ver las rupturas pero también las continuidades. Sin lugar a dudas, en este nuevo momento histórico hay prácticas emergentes, hay cosas nuevas, pero lo nuevo nunca sale del vacío, de la nada, sino que siempre es algo que rompe, que se recrea, por lo que hay que verlo en relación a sus continuidades. Recuerdo siempre esa frase de Walsh que conocí cuando entré a la Facultad, que me convocó siempre y que me convoca todavía más en estos últimos tiempos, aquellas palabras que dicen que nuestras clases dominantes han procurado que los trabajadores –podríamos decir que los jóvenes, que las mujeres, que los homosexuales- no tengamos historia, porque así las lecciones se olvidan, las lecciones colectivas se pierden. Y así, la historia es patrimonio de unos pocos, de los que son dueños de todas las cosas. Este es un momento histórico, después de muchísimo tiempo, en el que pareciera ser que la historia no es patrimonio de unos pocos; y no ocurre sólo en Argentina, es una Latinoamérica que se vuelve a preguntar por los todos, por la estructura. En tercer lugar, una epistemología de los jóvenes que no piense más en los jóvenes solamente como jóvenes. Por supuesto que hay particularidades en lo que llamamos jóvenes, pero estas particularidades no deben impedirnos ver las articulaciones. En este momento el gran desafío es la articulación. Pensemos lo trascendente del matrimonio igualitario. ¿Por qué nos encontramos tantos en esa discusión? Porque no fue una lucha de las lesbianas, de los homosexuales, de las chicas trans, fue una lucha por la igualdad luego de haber recorrido el territorio de la diversidad. No se trata de tirar a la basura la idea de la diversidad. Pero la particularidad no existe en el vacío social, no puede ser pensada por fuera de la historia. Frente a los modos de institucionalización de las agendas, que tienden a focalizar sobre los fragmentos, creo que una de las grandes tareas consiste en descentrar la agenda de los jóvenes. Esto es particularmente importante si nos situamos en nuestra región, en nuestro momento histórico, ya que a las academias dominantes se les ha pedido siempre que piensen el mundo, la totalidad, en cambio a nosotros sólo se nos permite hacer preguntas sobre nuestro pedacito del mundo que es sobre lo único que podríamos decir algo. Poder descentrar esto es uno de los grandes desafíos en relación a nuestras agendas de investigación, en este caso en relación a los estudios de juventud. 6 Apertura del Lic. Federico Rodrigo Coordinador del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios Quisiera decir algo respecto de las Jornadas de Formación que preceden a esta, ya que estas son las IV Jornadas y las primeras las hicimos en el 2008. Los tres encuentros anteriores cumplieron un rol muy importante en la formación de los más jóvenes del por entonces naciente Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios. Nos juntábamos en ronda unas veinte o treinta personas y cada uno iba exponiendo sus avances, sus preguntas, sus problemas, las dificultades que se nos aparecían. Tenía una composición muy variada, había tesistas de grado, de posgrado, becarios, incluso alumnos para nada avanzados pero que traían algún trabajo para compartir, y luego de la instancia individual se abría la instancia colectiva donde quienes tenían algo para aportar, para preguntar, para cuestionar lo hacían. Por supuesto había quienes aportaban en una dirección, otros en la contraria, entonces se armaban discusiones que excedían por mucho a la exposición planteada, pero justamente el espíritu de esas jornadas era el de ser una instancia de diálogo, de intercambio. Pretendía ser un espacio de interlocución que nutriera los procesos de cada uno de los que formábamos parte del Observatorio en ese momento. La idea de las nuevas Jornadas es distinta. No se trata ya de discutir el trabajo específico de cada uno, sino de construir en conjunto una reflexión crítica sobre el campo de estudios de juventud y de algunos espacios sociales en los que estamos inmersos. En un sentido práctico, entonces, las Jornadas son diferentes. Sin embargo, el espíritu se mantiene intacto. La diferencia es que decidimos ampliar el abanico de voces. Sabemos que los estudios de juventud están constituidos por multiplicidad de tradiciones, entonces apostamos a superar esa multiplicidad aportando a una reflexión más abarcativa del conjunto. El objetivo es elaborar una mirada integradora sobre algunos aspectos transversales al campo de estudios de la juventud. La idea que nos inspira se parece a aquella noción de Bajtín de heteroglosia para pensar la novela. Nos proponemos articular una cantidad de jergas, lenguajes, experiencias para que en una misma situación enunciativa podemos realizar una síntesis superadora. Buscaremos tener una idea de totalidad frente a esta multiplicidad de fragmentos que constituyen el campo. El dispositivo que pensamos para desarrollar la jornada es el de las mesas de trabajo. En cada una de ellas los coordinadores propondrán ejes de discusión. Intentaremos que cada uno pueda presentarse y exponer mínimamente las líneas de trabajo que viene desarrollando, pero luego nos interesa ingresar a estas reflexiones más generales. 7 Modalidad de trabajo La modalidad propuesta fue el diálogo en tres mesas de trabajo que respondían a ejes transversales a las diferentes líneas de investigación de los asistentes y participantes: 1-. Lo político y la política en los estudios de juventud. Coordinada por Lic. Kevin Morawicki y con la participación de la Dra. Miriam Kriger. 2-. Estructura social y marcas epocales de la generación contemporánea. Coordinada por: Lic. Ayelen Sidún y Lic. M. Paula González Ceuninck. 3-. Abordajes metodológicos y epistemológicos en los estudios de juventud y construcción de categorías de análisis. Coordinada por: Lic. M. Paz Echeverría y Mg. Rocío Quintana. Como cierre de las Jornadas se realizó un plenario general, coordinado por la Prof. Karina Vitaller y el Lic. Agustín Martinuzzi, donde se pusieron en común los principales debates y aportes de cada una de las mesas de trabajo. Síntesis de los ejes abordados 1. Lo político y la política en los estudios de juventud. El objetivo de la mesa fue problematizar los múltiples entrecruzamientos entre Juventud y Política presentes en los objetos de indagación, visibilizando un área de conocimiento ausente en los estudios de juventud hasta hace poco tiempo. Principales diálogos: Reiteradas menciones a los años `70 como unidad epocal y a ciertas relaciones sociales y unos tipos de instituciones donde aparecía la relación política/juventud con cierta claridad. Lo político supone “la política” en el caso de las sociedades democráticas, so riesgo de caer en una sustancialización de lo político. La importancia de historizar los procesos políticos vinculados a los jóvenes. En los `90 la despolitización fue posterior a la deshistorización. Necesidad de historizar los debates ya que hoy los jóvenes participan –incluso de maneras novedosaspero desde viejas trayectorias. Necesidad de mirar el presente pero con densidad histórica y de analizar cómo se apropian los jóvenes de las viejas trayectorias prácticas en los actuales contextos históricos. Articular la investigación dentro del campo de estudios de juventud como en relación a otros campos. No se puede “aislar” lo juvenil. 8 Revisión –en clave de autocrítica- respecto a cómo muchos enfoques o temas de investigación nos llevan a eludir el conflicto, los antagonismos, es decir la fibra misma de lo político. De la mano de Chanttal Mouffe, no quedar atrapados en las agendas liberales. Cuestionamiento a que la etapa de lo político y las múltiples politicidades en los jóvenes haya quedado atrás. Los jóvenes siguen buscando, sobre todo, ser reconocidos. Centralidad en la lucha por la pertenencia. Se propuso otro sentido posible del término “pertenecer” que implica transformar. Nueva lógica hoy: pasamos de los `90 con un anclaje en lo moral a un anclaje actual en lo ético (o que habría que acompañar para situar ahí la política y los jóvenes): más allá de “la corrupción” y más acá de los proyectos colectivos, la direccionalidad de la investigación y de las políticas juveniles no debería no apuntar a la participación en procesos colectivos. Espacio público. Hay nuevos procesos juveniles y nuevos “espacios públicos” que necesitamos investigar. En esta dirección, aparece la pregunta sobre los espacios virtuales y las nuevas tecnologías en la emergencia de lo políticojuvenil. Se cuestionó que la relación nuevas tecnologías/subjetividad política sea “un tema juvenil”, dado que se está dando en toda la sociedad. Los grafitis como tema de investigación han articulado el estudio de las prácticas juveniles con el espacio de la ciudad, dando cuenta que lo que ahora “explota” en términos “imprevistos”, ya se venían mostrando desde hace tiempo. Pensar la irrupción de los jóvenes en las instituciones formales sin la mirada homogenizadora de Buenos Aires: en las ciudades y pueblos del interior y en el resto de las provincias, hace tiempo que los jóvenes están siendo protagonistas. Algunos participantes en carácter de “asistentes” aportaron sus experiencias acerca de lo que está sucediendo en clave de cultura política juvenil en procesos políticos partidarios. Los jóvenes están participando en alineación con las estructuras partidarias y, lo que es más interpelador para la investigación, lo están haciendo articulando la formación política con la subjetividad: con pasión y fervor. 2. Estructura social y marcas epocales de la generación contemporánea. El objetivo de la mesa fue debatir acerca de las características distintivas de las juventudes contemporáneas y de los componentes de la estructura social que inciden en su desarrollo. Para abordar el trabajo en la Mesa, se agruparon a los ponentes de a cuatro y se propusieron los siguientes ejes de discusión: la vulnerabilidad e incertidumbre del riego social, la sociedad de consumo, la presencia del Estado y las nuevas tecnologías. Luego del debate realizado al interior de los grupos se realizó una puesta en común abajo puntualizada: 9 a. Vulnerabilidad y riesgo social La cuestión de la vulnerabilidad y riesgo social fue pensada desde el Estado. Las políticas de Estado consideran a la juventud como un riesgo y tienen un carácter normalizador. El Estado no logra dar cuenta de otras formas de socialización de jóvenes (por ejemplo las políticas de finalización de la escuela que toman como epicentro a la misma escuela que ya fue abandonada). Las redes informales sí han logrado contener estas prácticas. El Estado propone políticas contradictorias en torno a la juventud. b. Presencia del Estado. La reposición del Estado como regulador de las políticas públicas y del espacio público. La percepción de los jóvenes de un Estado presente, ya sea para reivindicarlo o para criticarlo, pero el Estado ya no está ausente. La recomposición de la política estatal en torno a la reconstrucción de la memoria y los derechos humanos. Lo que permite a los jóvenes pensar a los derechos humanos no sólo desde el pasado, sino también asociados a aspectos del presente. c. Sociedad de consumo Surgió fuertemente la noción del exceso: Como efecto de las sociedades de vulnerabilidad y riesgo. Como una forma de descubrimiento. Como apertura al mundo. Como práctica de resistencia a las prácticas institucionales. No está contenido en los mecanismos institucionales. El exceso no está contemplado en el dispositivo institucional. La sociedad de consumo como una forma de construirse identitariamente. d. Nuevas tecnologías: Se criticó el concepto de nativos digitales como noción para entender una marca de época. Para los jóvenes actuales los dispositivos tecnológicos no son un obstáculo, pero sí son un mandato social. La masividad es el indicador del éxito, más allá del difundido uso de las nuevas tecnologías. Debate democratización/masividad, masividad/distinción, igualación/distinción. ¿Lo masivo lo hace democrático? 10 e. Apuesta a la reconstrucción de los vínculos Frente a los discursos de la vulnerabilidad y la fragmentación, las redes como modos de organización. 3. Abordajes metodológicos y epistemológicos y construcción de categorías de análisis en los estudios de juventud Interrogantes generales ¿Qué entendemos por jóvenes? ¿Cómo los caracterizamos? ¿Qué implica hablar hoy de jóvenes? ¿Qué es lo joven? ¿Y lo juvenil? ¿Es la definición de “cultura juvenil” transclasista, transregional, etc? ¿Quiénes son esos sujetos concretos? ¿Cuáles son las diferencias entre ellos sobre –por ejemplo- las lecturas y las nuevas tecnologías? ¿Cuáles son sus prácticas? ¿Y sus discursos? ¿Sus identidades? ¿Cómo los ven los medios? ¿Quiénes representan para ellos las figuras de autoridad? ¿Hay algún tipo de corrimiento entre las representaciones que los jóvenes tienen sobre su mundo y el mundo de acuerdo a cómo cambian las agendas? ¿Qué fue lo que cambió? ¿Cuál es el correlato o la implicancia metodológica de estas nuevas agencias? Indagaciones metodológicas ¿Cuál es el rol de la academia? ¿Cómo nos corremos –los investigadores- de nuestras miradas etnocéntricas para ver al otro? ¿Cuáles son los sentidos comunes de la academia? ¿Cómo nos corremos de nuestras propias certezas? ¿Es real que las herramientas cuantitativas no sirven para el análisis en ciencias sociales? ¿Qué habilitan los datos? ¿Es adecuado hablar de “impactos” a la hora de hablar de resultados? ¿Qué entendemos por categorías? A la luz de los nuevos acontecimientos: ¿Tenemos que repensar las categorías con las que trabajamos? ¿Cómo construimos nuevas categorías / técnicas / indicadores, etc…? ¿Cuáles son las técnicas de análisis que reconocemos? 11