INTEGRACIÓN ECONÓMICA, DESARROLLO

Anuncio
2.4. MIGRACIÓN INTERNACIONAL, INTEGRACIÓN
Y CONVERGENCIA ECONÓMICAS
Francisco Alba1
I.
EL CONTEXTO ANALÍTICO
Parece existir en la actualidad un consenso que postula que el desarrollo pasa por la
integración económica al mundo. Este consenso ha encontrado un profundo eco en el campo
migratorio, al menos en gran parte de los países desarrollados, destino de los migrantes de
países en desarrollo (The Trilateral Commission, 1993). La actual Comisionada del INS
escribió, con anterioridad a su nombramiento, que la estrategia más exitosa para el desarrollo
ha sido la integración económica (Meissner, 1992). Esta posición consensual, afín al
“Consenso de Washington”, implícitamente descansa en una perspectiva del desarrollo
internacional como “proceso restaurador de equilibrios” ya que se supone que la integración
conduce a la “convergencia”. El mecanismo principal de ese proceso que cierra la brecha entre
los países pobres y los ricos es la acumulación de capital; las inversiones fluirían hacia los
países emisores de migrantes en condiciones de apertura a los mercados mundiales.
Una perspectiva similar está detrás de la Comisión Asencio que analizó las relaciones entre
desarrollo y migración en América del Norte, con el propósito de promover el primero para
frenar la segunda (U.S. Commission for the Study of International Migration and Cooperative
Economic Development, 1990). Esta Comisión les proponía a los países expulsores del área la
liberalización comercial de bienes y servicios y abrirse a los flujos de inversión extranjera
directa a fin de crear más empleos y mejorar su retribución, lo que reduciría los incentivos
para migrar. Ciertamente esa Comisión consideró que el desarrollo provocaría más migración
en el corto plazo pero en el largo plazo los mecanismos del mercado y la apertura económica
conducirían a la convergencia y facilitarían la reducción de las presiones migratorias.
En el pasado, en México se tendió a ver el futuro de la migración como una mera prolongación
de las condiciones presentes. El fenómeno migratorio se percibió desde los años de los
Programas de Braceros hasta antes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) como algo inevitable, a lo que no se le veía fin (Alba, 1999a). Con el Tratado, la
posición mexicana se conformó a la perspectiva consensual. Con base en el supuesto de que
el libre movimiento de bienes y capitales puede ser un sustituto de la movilidad de la fuerza de
trabajo, las posturas mexicana y estadunidense coincidieron durante los años de la negociación
del TLCAN en señalar que éste permitiría generar empleos y retribuciones ascendentes, al
punto que las expectativas de menores presiones migratorias como resultado de la
liberalización comercial jugaron a favor de su aceptación (Alba, 1993a). El marco analítico de
la convergencia económica es central al argumento de las relaciones entre integración,
desarrollo y migración.
1
Profesor-investigador de El Colegio de México (e-mail [email protected]).
2.4.1
Sin embargo, la actual adherencia a los mercados mundiales no conduce ni automática ni
inevitablemente en el corto, mediano o largo plazos a la “convergencia” y, de ahí, a la
reducción de los flujos migratorios. Las críticas a la argumentación anterior surgen, en mi
opinión, de dos ámbitos principales: del de los estudios sobre integración económica y
desarrollo y del de los estudios sobre las migraciones internacionales.
En el ámbito de la integración económica y el desarrollo, una de las posturas críticas se da, en
los términos del marco predominante de la disciplina económica, al introducirse en el análisis
el factor cambio tecnológico. Según esta postura, la división de las economías provocada por
el avance tecnológico se interpone en el camino de la convergencia entre una pequeña parte
del mundo que es tecnológicamente innovadora y próspera, otra mayor que es, al menos,
capaz de adoptar, absorber o adaptar la tecnología moderna y el resto que no es capaz ni de lo
uno ni de lo otro.
Las nuevas teorías del crecimiento económico endógeno surgen para explicar precisamente las
divergencias entre los países. Ello se debe, entre otros supuestos, a que en los modelos
derivados de esas teorías se postulan rendimientos crecientes de los factores y externalidades
asociadas con el avance científico y tecnológico (Romer, 1986; Lucas, 1988). La creciente
integración económica en el mundo desencadena procesos tanto de convergencia como de
divergencia, cuya resultante final no es fácilmente predecible. En condiciones de asimetrías
económicas y tecnológicas muy pronunciadas entre países e intra países la apertura de
mercados puede producir una tendencia de divergencia acumulativa, debido al predominio de
los efectos de escala, de aglomeración y de cambio tecnológico autosostenido, entre otros.
Dentro de este mismo ámbito de los estudios sobre integración y desarrollo, otra crítica
analítica a la tendencia hacia la convergencia descansa en la perspectiva histórica del
desarrollo como un proceso de cambios y transformaciones económicos y sociales que tienden
a incentivar más que a desincentivar la migración (Massey, 1988). La expansión de los
mercados y la entrada de tecnologías de producción intensivas en capital a las regiones
periféricas altera las condiciones sociales y económicos existentes y provoca que los
individuos cambien su modo de vida tradicional, creando una población móvil de trabajadores
que buscan maneras nuevas de obtener ingresos, manejar riesgos y adquirir capital. 2 En esta
perspectiva, las migraciones internacionales e internas son un componente del propio
desarrollo (Skeldon, 1997).
La argumentación consensual es también criticada desde el ámbito especializado de los
estudios sobre las migraciones internacionales que señalan la complejidad y diversidad de los
factores que impulsan la emigración tales como la demanda de trabajadores, la oferta de los
mismos y las redes sociales entre países. Además, los precios del transporte, la abundancia de
las comunicaciones y una cultura transnacional facilitan cada vez más los movimientos
internacionales de personas y los hacen menos costosos. Los mercados de trabajo segmentados
en los países desarrollados atraen inmigrantes, quienes una vez que acumulan un buen capital
social refuerzan los vínculos que conectan las áreas de origen con las de destino, lo que
imprime a la migración un carácter de continuidad y regeneración (Massey et al., 1993;
2
Los mayores ingresos que el desarrollo proporciona facilitarían tambíen la migración.
2.4.2
Castles y Miller, 1993), si bien hay que recelar de estas conjeturas en ausencia de una teoría
consensual sobre la migración internacional (Portes, 1997).
La globalización y la integración económicas son el contexto en el que se desenvuelven en la
actualidad todos los países. El resultado de este proceso no está predeterminado ni en cuanto a
la convergencia económica ni en cuanto al tipo o carácter de las migraciones. Los procesos de
desarrollo internacional tienen sus patrones migratorios específicos. Esquemáticamente, a las
transiciones de la modernización la industrial y tecnológica, la demográfica, la política y de
valores corresponderían patrones migratorios asociados a la transformación de economías de
emigración excedentarias de trabajo y caracterizadas por bajos salarios a economías de
inmigración deficitarias de trabajo y con predominio de altos salarios. No obstante esta
“transición migratoria” de tipo internacional, el proceso hacia la convergencia no autoriza a
suponer la supresión de las migraciones ni de la movilidad; la evolución sería, en todo caso,
hacia patrones diferentes y peculiares de migración y movilidad.
II. MIGRACIÓN, CONVERGENCIA Y DESEQUILIBRIOS EN MÉXICO Y
CENTROAMÉRICA
En el último cuarto del siglo XX los sistemas migratorios en América del Norte han
experimentado cambios significativos. La corriente de mexicanos a Estados Unidos posee tres
características que antes no exhibía o sólo las detentaba en grado menor: la emigración es
definitiva; la difusión geográfica del origen y destino de los migrantes se expande; y su
experiencia ocupacional se diversifica.
Los flujos se han vuelto menos cíclicos o circulares y más de carácter permanente. En la
actualidad el indicador crecientemente utilizado del fenómeno migratorio es el número de
mexicanos que establecen residencia “permanente” en Estados Unidos; de menos de 30 mil
migrantes anualmente en los años sesenta a más de 300 mil en los noventa. Producto de lo
anterior, los mexicanos en Estados Unidos rebasan 7 millones en 1996, cuando en 1970 no
sumaban un millón (SRE/CIR, 1997). Al mismo tiempo, el número de mexicanos deportables
supera el medio millón por año a principios de los setenta, se aproxima al millón a fines de ese
mismo decenio y al millón y medio hacia mediados de los ochenta, estabilizándose alededor
de esta última cifra desde entonces.
El patrón de concentración geográfica del fenómeno en el centro y norte del país no ha
desaparecido ni tal vez disminuido significativamente, pero llama la atención la incorporación
de migrantes de los estados mexicanos del centro y sureste. Algo parecido acontece respecto
de las áreas de destino en Estados Unidos que se han extendidio del suroeste hacia el centro y
el este.
El predominio de las actividades agrícolas sigue siendo mayoritario entre los migrantes
temporales; sin embargo se observa una progresión constante de experiencia laboral en
México e inserción laboral en Estados Unidos en actividades ligadas a la industria y los
servicios que absorben respectivamente alrededor de un tercio y la mitad de los mexicanos
residentes en aquel país (SER/CIR, 1997).
2.4.3
Entre México y Estados Unidos se han incrementado también los movimientos en el sentido
contrario. Un indicador de las tendencias más recientes son las entradas temporales de
personas de negocios de Estados Unidos y Canadá (visa FMN) cuyo número alcanzó casi 100
mil en 1996 (Instituto Nacional de Migración, 1997).
También en el último cuarto de siglo ha habido una intensificación de la integración de
México a la economía mundial y a la de Estados Unidos en particular. La integración en el
ámbito financiero es aceleradísima y profunda en los años setenta; y desde la segunda mitad
de esa década la integración se profundiza por la explotación de los recursos petroleros. Sin
embargo, más significativo que lo anterior son el abandono del proceso de desarrollo mediante
la industrialización sustitutiva (ISI) y el acelerado proceso de apertura económica desde
mediados de los años ochenta. Este proceso de integración se institucionaliza sólidamente en
los años noventa con el TLCAN y otros tratados de libre comercio.
Los años ochenta y noventa son de una reestructuración económica profunda cuyas
consecuencias han significado, hasta ahora, desequilibrios y disparidades, en el ámbito laboral,
por un lado, y en el ámbito regional, por otro, más que una tendencia sostenida y consistente
hacia la convergencia tanto en términos internacionales como internos. El por qué de estas
tendencias requeriría una respuesta suficientemente compleja como para ser intentada en este
documento; tan solo se harán algunas consideraciones sobre supuestos vínculos con las
recientes tendencias migratorias.
Tendencias en el ámbito laboral. La apertura económica implicó una modernización acelerada
de la planta productiva, con modificaciones en la composición de la demanda laboral. Se
considera que la reestructuración afecta de manera particular los mercados de trabajo. Al
respecto un estudio reciente sobre la emigración mexicana resume las vías principales de la
reestructuración como: una caída en la generación de empleo a partir de 1982 que no se ha
recuperado y ha producido un aumento en el desempleo pero, sobre todo, en el empleo no
protegido e informal; un descenso sistemático de los salarios debido a la inestabilidad
económica, el impulso para atraer inversionistas extranjeros, la necesidad de reducir el gasto
del sector público, y la política de aumentar las exportaciones, ampliando así la brecha salarial
entre México y Estados Unidos; la desregulación de la economía rural ha desestabilizado los
sistemas de trabajo, la organización de éste y las estrategias de sobrevivencia de un gran
número de familias y comunidades rurales y urbanas (Escobar Latapí, Bean y Weintraub,
1999, pp. 9-10).
Ciertamente ha cambiado la dinámica de la demanda laboral de manera diferenciada
sectorialmente y por categorías ocupacionales y niveles de calificación. Así, por ejemplo, la
demanda es aparentemente más dinámica por determinados profesionistas y trabajadores
calificados cuya oferta es limitada, por lo que sus salarios parecen experimentar una mejoría
generalizada. Sin embargo, a nivel agregado, no se ha experimentado una tendencia hacia la
convergencia en el ámbito salarial factor central explicativo de la migración en la perspectiva
teórica consensual. Los salarios manufactureros, después de desplomarse en 1982, aún se
encuentran, casi 20 años más tarde, a las tres cuartas partes del nivel de 1980. Indudablemente
que este desempeño no es atribuible de manera simplista a la integración.
2.4.4
Por su lado, el TLCAN ha intensificado y profundizado la integración económica regional en
lo comercial, lo financiero y las inversiones con sus componentes de difusión tecnológica.
Sin embargo, el periodo que ha transcurrido desde la puesta en marcha del TLCAN poco más
de seis años es muy breve como para poner a prueba los supuestos efectos de la apertura
comercial sobre la convergencia económica y las tendencias migratorias. Aislar los efectos del
TLCAN de los otros factores no es, además, tarea metodológica fácil, máxime en el contexto
de una gran demanda de mano de obra derivada de un crecimiento económico sostenido en
Estados Unidos, de una recesión profunda, como la de 1995, en México,3 y de seculares
patrones migratorios mexicanos a aquel país.
Los parámetros fundamentales de oferta y demanda del mercado laboral mexicano y otras de
sus condiciones de carácter institucional, tales como el tipo de sindicalismo controlado y las
modalidades de afiliación con exclusión siguen caracterizando a este mercado como uno de
bajos salarios. En todo caso, más de un decenio después de reformular la apertura e
integración económicas no existen indicadores sólidos que demuestren tendencias de
convergencia económica ni que la migración esté disminuyendo entre México y Estados
Unidos.
Hay que advertir, sin embargo, que la economía en su conjunto encierra una profunda
heterogeneidad, por lo que los efectos de la apertura son muy diferenciados en razón de dicha
heterogeneidad. Una parte minoritaria del aparato productivo se encuentra vinculada con la
modernización tecnológica y organizativa; la otra mayoritaria constituida por gran parte de
las unidades económicas en el sector agrícola, la microindustria, el pequeño comercio y los
servicios personales tiene baja capacidad para absorber y adaptarse al cambio tecnológico. A
raíz de la apertura, sobre todo con posterioridad al TLCAN, miles de micro, pequeñas y
medianas empresas han sido liquidadas y muchas otras han emprendido ajustes de personal.
Paralelamente, en la agricultura se ha experimentado estancamiento en la generación de
empleos y salarios bajos (Yúnez-Naude, 2000).
Tendencias en el ámbito regional. El proceso de apertura está produciendo un reordenamiento
espacial de las actividades productivas una relocalización industrial significativa de tal
forma que son la frontera norte, ciertas áreas del centro y algunas ciudades de los litorales
las que tendrán mayores oportunidades de desarrollo, mientras que otras zonas del altiplano y
el sur tienden a distanciarse de las anteriores en términos de inversiones, oportunidades
ocupacionales en sectores modernos y posibilidades locales de movilidad económica y social
(Alba, 1999b). En términos concretos, dadas las disparidades regionales prevalecientes al
inicio de los años noventa, el escenario anterior se traduce en que la inversión productiva
tendería a concentrarse primordialmente en las regiones del Norte y Centro del país y, por
último, en las del Sur, ya que ese gradiente refleja, en general, las condiciones de la
infraestructura física y humana y las ventajas geopolíticas.
Como una aproximación al comportamiento regional de la inversión productiva en México un
somero análisis de la inversión extranjera directa (IED) en el periodo 1994-1998 revela que su
3
La disminución del PIB de México en 1995 (menos 6.2 por ciento) tiene una influencia decisiva sobre el
comportamiento de los años posteriores a la entrada en vigor del TLCAN. Por otro lado, éste permitió a México
recuperarse rápidamente de dicha recesión.
2.4.5
distribución estatal corresponde aceptablemente bien con algunos de los indicadores
generalmente utilizados para medir las diferencias estatales en materia de condiciones
económicas, recursos humanos e infraestructura. Todas las variables consideradas resultaron
significativamente asociadas con la IED, incluída la variable Zona Norte que pretende capturar
de manera explícita el efecto de la brecha entre el norte y el resto del país, con excepción del
Producto Estatal Bruto per cápita. De ese ejercicio se desprende que la “gran política” de la
apertura comercial y la integración económica está actuando como una política regional
regresiva al favorecer a las regiones con mejor o más abundante disponibilidad de recursos y
menores costos de transacción e información.
En general, se identifican dos fases claramente diferenciadas del proceso de convergencia
regional: la primera de ellas, de 1940 a 1960, se caracterizó por un proceso relativamente
rápido de convergencia; durante la segunda fase, de 1960 a 1995, este proceso se detuvo e
incluso mostró cierta tendencia a revertirse. Las disparidades regionales son de tal magnitud
que sorprende a los expertos la baja sensibilidad de la migración interestatal a los diferenciales
de ingreso (Esquivel, 1999), incluso en contraste con la alta movilidad internacional de los
trabajadores mexicanos (OCDE, 1998).
La restructuración económica concomitante con la apertura de la economía y la integración a
los mercados mundiales de inversión y capital reorganizan los patrones migratorios internos e
internacionales. Por un lado, cambia la capacidad de absorción laboral de los tradicionales
centros urbanos mexicanos y se estanca el potencial de absorción rural. Por otro, el proceso de
urbanización (concentración de la población) continúa con una población más móvil, en un
inédito contexto de inseguridad laboral.
No es que se produzca estancamiento de la economía; por el contrario, ésta se dinamiza al
conformarse como una “extensión del núcleo central” del espacio económico regional de
América del Norte. Sin embargo, la reestructuración no sólo fue apresurada y poco preparada,
sino que tampoco fue acompañada por políticas de amortiguamiento por lo que se han
mantenido e intensificado las proverbiales desigualdades sociales y disparidades regionales del
país, como se ejemplificó arriba. Estas tendencias podrían explicar tanto los cambios de los
patrones migratorios internos como las emergentes características las corrientes migratorias
internacionales. Desde esta perspectiva, los patrones de movilidad son de emigración e
inmigración.
El futuro de la migración será consecuencia, por lo demás, no sólo de las transformaciones
vinculadas a la reestructuración económica y tecnológica sino también de las transiciones de la
modernización de carácter demográfico, social y político del país. Estas transformaciones y
transiciones unas y otras están todavía por completarse. En general, todas las
transformaciones anteriores se encuentran asociadas con presiones migratorias de mayor o
menor importancia, algo observado históricamente, lo que sugiere que el fenómeno migratorio
de mexicanos a Estados Unidos todavía persistirá por un periodo prolongado.
Al abrirse el siglo XXI México se encuentra a mitad de camino de las múltiples
transformaciones y transiciones de la modernización económico-tecnológica, social y política.
La transición demográfico-urbana está bien avanzada, pero no ha concluido, y los escenarios
2.4.6
de su recorrido futuro ampliamente modelados indican, con una buena dosis de
confiabilidad, que el crecimiento de la población continuará moderándose y las entradas al
mercado laboral (cohorte de 15 a 44 años), aunque cuantiosas todavía por una generación más,
irán disminuyendo del año 2010 en adelante. La población mexicana es ya mayoritariamente
urbana, pero alrededor de un tercio es todavía rural. La transición hacia una economía
industrial tecnológicamente avanzada adelanta y se extiende, pero su recorrido es todavía
incierto y las modalidades que debería seguir no cuentan con un consenso en el país, ni se
avizoran progresos espectaculares, dadas las deficientes condiciones educativas y limitantes
científico-tecnológicas. La transición política ha dado un gran paso el 2 de julio del 2000, pero
las futuras instituciones y la instauración de una cultura democrática, con espacios de
representación plural y rendición de cuentas (no sólo por parte de los agentes públicos sino
también de los privados) están por diseñarse, implantarse y consolidarse.
A todas estas transiciones les tomará tiempo y todas encierran, por las tensiones que generan,
potenciales implicaciones migratorias internas e internacionales de importancia. En esas
condiciones, la intensificación y multiplicación de los intercambios y las relaciones
económicas, laborales y sociales con Estados Unidos continuarán impulsando e incentivando
la migración a ese país en el corto, mediano y largo plazos (Tuirán, 2000).
Por lo que se refiere a Centroamérica, en sólo un par de décadas se consolida un sistema
migratorio de proporciones masivas hacia Estados Unidos. Los centroamericanos apenas si
figuraban en las estadísticas del INS con anterioridad a 1970; el censo de Estados Unidos de
ese año enumeró 114 mil. Veinte años después, el censo de 1990 enumeró una población
centroamericana diez veces mayor de 1 millón 134 mil.
Las corrientes migratorias de centroamericanos hacia Estados Unidos se originan en una
combinación de las causas enumeradas en la convocatoria de este simposio tales como: las
crisis económicas de gran envergadura, las convulsiones sociopolíticas, las transformaciones
de los ecosistemas y los enormes desastres naturales. Todos estos factores contribuyen a
incrementar los desplazamientos al interior de los países, intrarregional y extrarregionalmente,
con un nítido predominio de los Estados Unidos como país de destino. Hasta los años setenta
los movimientos fueron ante todo temporales y a corta distancia. En las dos décadas siguientes
los patrones migratorios han cambiado radicalmente. El proceso de urbanización se aceleró,
los movimientos se extendieron entre los países y fuera de la región, los grupos sociales
participantes se ampliaron y las causales políticas se fueron mezclando con las económicas.
Con mercados internos estancados y una integración a los mercados mundiales de carácter de
proveedor primario e industrialización regionalmente contenida, los mercados laborales
locales no han absorbido la ola creciente de ingresantes a las cohortes laborales (Castillo
García y Palma Calderón, 1999).
Las anteriores circunstancias han propiciado que las economías centroamericanas se hayan
convertido en proveedoras de mano de obra dentro del espacio económico de América del
Norte. Las corrientes emigratorias no tienen contrapartida en corrientes inmigratorias
significativas de otros países del área. La funcionalidad de este papel se manifiesta en la
importancia que han adquirido las remesas dentro de estas economías. De ser casi inexistentes
a principios de los años ochenta, en 1998 representaban el 19 por ciento del PIB de El
2.4.7
Salvador y el 9 por ciento del de Nicaragua y equivalen a aproximadamente la mitad y un
tercio de las exportaciones de esos países y alrededor de un tercio y una octava parte de las
importaciones respectivas (CEPAL, 2000).4
El sistema migratorio centroamericano se encuentra en etapa de crecimiento y consolidación.
Posiblemente las presiones migratorias se mantendrán intensas en el futuro inmediato y
mediato ya que las transiciones de la modernización y las reestructuraciones de su integración
a los mercados mundiales son aún incipientes y prometen incrementar la movilidad de la
población.
III.
LOS DILEMAS DE POLÍTICA: UNA INTEGRACIÓN CONTROLADA Y
SELECTIVA
A raíz del TLCAN se abre en la región, en particular en México, un debate sobre el
paralelismo, o su carencia, entre las políticas comerciales y las políticas migratorias en el
proyecto y proceso de integración económica. Entre las posiciones, una considera que la
liberalización comercial debería complementarse con una liberalización del flujo laboral; 5 otra
parecida estima que una vez aceptada la conveniencia de una mayor integración económica en
la región, ello conduciría a una actitud más abierta en torno a la conveniencia de liberar la
movilidad del trabajo (Alba, 1993b).
Sin embargo, los diferentes de hecho opuestos objetivos de los países receptores y de los
emisores muestran la complejidad de hacer concurrir las políticas migratorias con las políticas
comerciales al interior de los espacios económicos creados por los acuerdos de libre comercio.
En general, los países receptores, prósperos y avanzados, esperan que la liberalización
comercial acelere el desarrollo de los países de emigración y ello aminore los flujos
migratorios; los países emisores, mediante su reestructuración económica también esperan
acelerar su desarrollo con esas políticas, sin que reducir los flujos figure como uno de sus
objetivos principales.
Una revisión de diferentes casos de integración regional constata, por un lado, que existe una
gran diversidad de acuerdos y condiciones respecto a la concurrencia o no concurrencia de las
políticas de liberalización comercial y de inversiones con las de liberalización migratoria y,
por otro, que el prerrequisito de la convergencia económica se interpone generalmente en el
camino de la liberalización de la movilidad de las personas y del trabajo (Alba, Garson y
Mouhoud, 1998). La tendencia general es a no asociar ambas políticas. Los países concluyen
acuerdos y zonas de libre comercio de manera creciente, pero sólo excepcionalmente zonas o
áreas de mercados laborales únicos. México no es una excepción; ninguno de sus tratados de
libre comercio, con países contiguos o lejanos, se orientan a la liberalización de la movilidad
laboral y de las personas.
4
En México, el volumen de remesas en 1999 se estima en alrededor de 6 mil millones de dólares. Este rubro es
importante por la cuantía misma y es comparable a otros rubros como el turismo, la inversión extranjera directa o
el petróleo. Sin embargo, la importancia relativa en el conjunto de la economía sólo excede ligeramente el 1 por
ciento. En estados y regiones de intensidad migratoria el peso económico de las remesas se acrecienta
significativamente.
5
Ésta parece haber sido la posición mexicana al inicio de las negociaciones.
2.4.8
La creación de mercados laborales únicos al igual que en otros ámbitos nacionales sensibles
requiere de visiones compartidas y voluntades políticas tenaces que sólo parecen conjuntarse
en circunstancias excepcionales tales como en el caso de la actual Unión Europea. En esos
casos, se suelen establecer importantes políticas de acompañamiento para acelerar la
convergencia económica entre los países o regiones miembros. En ausencia de esas
circunstancias excepcionales, la cuestión de la libre movilidad del trabajo se pospone hasta
que se haya alcanzado un “nivel adecuado de convergencia económica” que prevenga la
materialización de flujos masivos.
En el contexto de América del Norte, la entrada en vigor del TLCAN ha contribuido a que
tanto el gobierno como la sociedad mexicanos acepten abiertamente la emigración y
demanden una mayor movilidad del trabajo en aras del emergente “espíritu del TLC” (Alba,
en prensa; Verea, 1997). Del lado de Estados Unidos, en cambio, se realizan esfuerzos tenaces
para instrumentar medidas legales y dedicar grandes recursos para controlar la migración que
proviene de México.
Desde 1993 la Patrulla Fronteriza ha más que duplicado su tamaño y sus recursos y los
“operativos de control” buscan cubrir la mayoría de los puntos de cruce más concurridos entre
el Océano Pacífico y el Golfo de México. Vehículos utilitarios, sensores electrónicos, visores
nocturnos, luces potentes y “cercas infranqueables” conforman un nuevo panorama en la
frontera, con todos los adelantos de la tecnología al servicio del control migratorio, lo que
sugiere con claridad que el énfasis se ha puesto en el segundo de los términos de la estrategia
de facilitation and control. La meta declarada es dificultar el cruce de la frontera lo suficiente
como para disuadir a los migrantes de intentarlo siquiera. El número de detenciones en las
áreas y sectores donde se concentran los recursos permite interpretar que se ha obtenido éxito
al perturbar las rutas tradicionales de los migrantes mexicanos no autorizados. Sin embargo,
no parecería que la mayor dificultad para el ingreso haya logrado desalentar el flujo a Estados
Unidos (General Accounting Office, 1997; Suro, 1998). En 1996, entra en vigor en ese país la
Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante (IIRIRA), pieza
principal de la estrategia legislaltiva dirigida a crear condiciones más difíciles para la
inmigración, en general, y para la inmigración no autorizada, en particular.6
En Estados Unidos existe una profunda ambigüedad respecto a la migración en general y
mexicana en particular. La demanda de trabajadores inmigrantes no descansa tan sólo en los
requerimientos asociados a las fases de crecimiento del ciclo económico sino que ha adquirido
un carácter estructural. Sin embargo, su política migratoria parecería orientarse ante todo hacia
el control de la inmigración, como sucede en casi todos los países prósperos y avanzados,
aunque ello se vuelva casi imposible de lograr (Cornelius, Martin y Hollifield, 1994).
La globalización a fines del siglo XX y en los albores del XXI no es la del XIX, cuando la
convergencia económica salarial entre los países trasatlánticos de origen y destino fue
apoyada en buena medida por un contexto de libre comercio y libre movilidad del trabajo
(Williamson, 1996). A principios del siglo XXI se acepta lo primero, mas no lo segundo, al
menos no en la medida experimentada en el siglo XIX. Ciertamente, las circunstancias
6
Las otras piezas son la Ley del Antiterrorismo y la Pena de Muerte y la Ley de Responsabilidad Personal y
Oportunidad de Empleo (ley que reforma la asistencia social).
2.4.9
difieren; si bien los especios vacíos casi no existen, en cambio los transportes, las
comunicaciones, la información, la integración hacen del mundo un solo espacio.
Los dilemas migratorios en la región son un rompecabezas difícil de armar. Para armarlo
correctamente se requiere adoptar una perspectiva “generosa” sobre la integración
internacional como proceso deliberado para lograr la convergencia económica por otros
medios además del comercial. De ocurrir esa convergencia, entonces tal vez sí sería válido
sostener que ”If the sending country is ultimately integrated into the international market as a
developed, urbanized economy, net migration ceases and the former sending country may
itself become a net importer of migrant labor”. (Massey et al., 1994, p. 741). Por lo pronto, el
actual escenario de integración económica entre los países la globalización parece estar
acrecentando la movilidad de los trabajadores más allá de las fronteras nacionales, más que
estarla constriñendo (Stalker, 2000). A largo plazo, incluso la convergencia económica
difícilmente habrá eliminado la cuestión sobre las modalidades de integración económica y los
patrones de movilidad; sin embargo, tal vez en esas circunstancias esos patrones serán menos
conflictivos que los actuales.
BIBLIOGRAFÍA
Alba, Francisco (en prensa). “De la aceptación velada a la aceptación abierta de la emigración
de mexicanos”, Al filo del siglo XXI: cambio y resistencia en México (1968-2000),
Editorial Oceano, México.
Alba, Francisco (1999a), “La política migratoria mexicana después de IRCA”, Estudios
Demográficos y Urbanos, vol. 14, núm. 1, enero-abril, pp. 11-37.
Alba, Francisco (1999b), “La cuestión regional y la integración internacional de México: una
introducción”, Estudios Sociológicos, vol. 17, núm. 51, septiembre-diciembre, pp. 611631.
Alba, Francisco (1993a), “La migración mexicana y la iniciativa del Tratado de Libre
Comercio: el juego de las expectativas”, en Gustavo Vega (coord.), Liberación
económica y libre comercio en América del Norte: consideraciones políticas, sociales
y culturales, El Colegio de México, pp. 273-289.
Alba, Francisco (1993b), “El acuerdo comercial: ¿un paso hacia la convergencia sobre la
cuestión migratoria?”, en Gustavo Vega (comp.), México, Estados Unidos, Canadá,
1991-1992, El Colegio de México, pp. 161-175.
Alba, Francisco, Jean-Pierre Garson y El Mouhoub Mouhoud (1998), “Migration policies in a
free trade area: The issue of convergence with the economic integration process”,
Migration, Free Trade and Regional Integration in North America, OCDE, París, pp.
261-277.
2.4.10
Castillo García, Manuel Ángel y Silvia Irene Palma Calderón (1999), “Central American
International Emigration: Trends and Impacts”, en Reginald Appleyard (ed.),
Emigration Dynamics in Developing Countries, Volume III: Mexico, Central America
and the Caribbean, Ashgate Publishing Ltd., Aldershot, England, pp. 285-331.
Castles, Stephen y Mark J. Miller (1993), The age of migration: international population
movementes in the modern world, Macmillan, London.
CEPAL-Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2000), Uso productivo de las
remesas en Centroamérica, Estudio regional, México.
CEPAL/INEGI-Comisión Económica para América Latina y el Caribe/Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática (1993), La Pobreza en México. Apéndice
Metodológico, Aguascalientes, México.
Cornelius, Wayne A., Philip Martin and James E. Hollifield (eds.) (1994), Controlling
Immigration. A Global Perspective, Stanford University Press, Stanford, California.
Escobar Latapí, Agustín, Frank D. Bean y Sidney Weintraub (1999), La dinámica de la
emigración mexicana, CIESAS/Miguel Ángel Porrúa, México.
Esquivel, Gerardo (1999), “Convergencia regional en México, 1950-1995”, El Trimestre
Económico, vol. LXVI(4), núm. 264, octubre-diciembre, pp. 725-761.
General Accounting Office (1997), Illegal Immigration. Southwest Border Strategy Results
Inconclusive: More Evaluation Needed, Report to the Committees on the Judiciary,
U.S. Senate and House of Representatives, GAO/GGD-98-21, diciembre.
Instituto Nacional de Migración (1997), Estadística Migratoria (del Sistema de Información
Migratoria), Secretaría de Gobernación, México.
Lucas Jr., Robert E. (1988), “On the Mechanics of Economic Development”, Journal of
Monetary Economics, vol. 22, núm. 1, julio, pp. 3-42.
Massey, Douglas S. (1988), “Economic Development and International Migration”,
Population and Development Review, vol. 14, pp. 383-413.
Massey, Douglas S. et al. (1994), “An evaluation of International Migration Theory: The
North American Case”, Population and Development Review, vol. 20, núm. 2, pp. 699751.
Massey, Douglas S. et al. (1993), “Theories on International Migration: A Review and
Appraisal”, Population and Development Review, vol. 19, pp. 431-466.
Meissner, Doris (1992), "Managing Migrations", Foreign Policy, No. 86, Spring, pp. 66-83.
2.4.11
OCDE-Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (1998), Desarrollo
regional y política estructural en México, México.
Portes, Alejandro (1997), “Immigration Theory for a New Century: Some Problems and
Opportunities”, International Migration Review vol. 31, núm. 4, pp. 799-825.
Romer, Paul M. (1986), “Increasing returns and Long Run Growth, Journal of Political
Economy, vol. 94, octubre, pp. 1002-37.
Skeldon, Ronald (1997), Migration and Development. A Global Perspective, Longman Ltd.,
Essex, England.
SRE/CIR-Secretaría de Relaciones Exteriores/Commission on Immigration Reform (1997),
Estudio Binacional México-Estados Unidos sobre Migración, México.
Stalker, Peter (2000), Workers Without Frontiers. The Impact of Globalization on
International Migration, Lynne Rienner Publishers Inc., Boulder, Colorado.
Suro, Robert (1998), “Tightened Controls and Changing Flows: Evaluating the INS Border
Enforcement Strategy”, Research Perspectives on Migration, vol. 2, núm. 1.
The Trilateral Commission (A Report to...) (1993), International Migration Challenges in a
New Era, Nueva York, París, Tokio.
Tuirán, Rodolfo (coord.) (2000), Migración México-Estados Unidos. Presente y futuro,
Consejo Nacional de Población, México.
U.S. Commission for the Study of International Migration and Cooperative Economic
Development (1990), Unauthorized Migration: An Economic Development Response,
Washington, D.C., GPO.
Verea, Mónica (1997), ”La Propuesta 187: el debate en México”, documento de trabajo
preparado para el Estudio Binacional México-Estados Unidos sobre Migración.
Williamson, Jeffrey G. (1996), “Globalización, Convergence, and History”, The Journal of
Economic History 56, núm. 2, pp. 277-306.
Yúnez-Naude, Antonio (2000), “Cambio estructural y emigración rural a Estados Unidos”,
Comercio Exterior, vol. 50, núm. 4, abril, pp. 334-339.
2.4.12
Cuadro 1
POBLACIÓN MEXICANA EN ESTADOS UNIDOS 1960-96
Años
1996
Nacida en México
(miles)
6.679
De origen mexicano*
(miles)
18.039
1990
4.298
13.393
1980
2.199
8.740
1970
759
4.532
1960
576
1.736
Fuente: Secretaría de Relaciones Exteriores/Commission on Immigration Reform, Estudio Binacional MéxicoEstados Unidos sobre Migración, México, 1997.
* Incluye tanto a la población nacida en México como a la nacida en Estados Unidos de ascendencia mexicana.
Cuadro 2
EMIGRACIÓN NETA DE MEXICANOS, 1960-1996
Periodos
1990-96
Emigración neta media anual
277,000-315,000
1980-90
219,000-260,000
1970-80
120,000-155,000
1960-70
27,000- 29,000
Fuente: Secretaría de Relaciones Exteriores/Commission on Immigration Reform,
Estudio Binacional México-Estados Unidos sobre Migración, México, 1997.
2.4.13
Cuadro 3
DIEZ PRINCIPALES ESTADOS DE LOS MIGRANTES CON DESTINO A ESTADOS
UNIDOS
Años
Entidad federativa
de residencia
Chihuahua
Durango
Michoacán
Guanajuato
Jalisco
San Luis Potosí
Zacatecas
Nuevo León
Tamaulipas
Coahuila
Otros
1968-1970
Porcentajes
18,5
9,9
8
8
8
7
7
6
5,10
4,90
17,20
Años
Entidad federativa
de residencia
Guanajuato
Michoacán
Chihuahua
Jalisco
Zacatecas
Coahuila
Durango
Sinaloa
Tamaulipas
Oaxaca
Otros
1993-1994*
Porcentajes
12,9
10,8
9,6
8
7
5,4
5,3
4,7
4,00
3,80
28,40
Fuente: 1993-1994: Secretaría del Trabajo y Previsión Social/Consejo Nacional de Población/El Colegio de la Frontera Norte, Encuesta sobre
Migración en la Frontera Norte de México, 1983-1994
1968-1970: Julián Samora, Los Mojados: The Wetback Story, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Ind., 1971.
* Migrantes mayores de 12 años.
Cuadro 4
ESTIMACIONES OFICIALES DE LA POBREZA EN MÉXICO DURANTE LA
REESTRUCTURACIÓN (Millones y porcentajes)
Pobreza extrema
Individuos
Hogares
Pobreza*
Individuos
Hogares
1984
1989
1992
11
(15.4)
1,6
(11.4)
14,9
(18.8)
2,3
(14.1)
13,6
(18.1)
2,1
(18.1)
30,4
(42.5)
4,7
(34.2)
37,8
(47.7)
6,3
(39.4)
37,2
(44.0)
6,4
(35.9)
Fuente: CEPAL/INEGI, 1993: 110-111. Tomado de Escobar Latapí, Agustín, Frank D. Bean y Sidney Weintraub,
La dinámica de la emigración mexicana, CIESAS, México, 1999.
* Incluye pobreza extrema y moderada.
2.4.14
Cuadro 5
INDICADORES SOCIOECONOMICOS ESTATALES
I
2.4.15
Ags
BC
BCS
Camp
Coah
Col
Chis
Chih
DF
Dgo
Gto
Gro
Hgo
Jal
Mex
Mich
Mor
Nay
NL
Oax
Pue
Qro
QRoo
SLP
Sin
Son
Tab
Tamps
Tlax
Ver
Yuc
Zac
E
D , 1994-1998 (a)
P
E
B ,
1 9 9 3 (b) PEA Manufactura, 1990 Población con primaria completa, 1990 (c)
Líneas telefónicas, 1993
Prom. Anual
per capita US$
Rango
Per capita
Rango
Porcentaje
Rango
Porcentaje
Rango
Por mil habts
Rango
35,24
239,46
67,06
1,37
51,11
46,76
0,12
169,48
592,03
10,21
2,70
4,50
6,13
27,28
37,16
3,33
30,62
4,64
253,25
0,28
20,34
54,96
40,91
15,31
16,74
61,38
0,72
132,35
11,43
2,40
17,72
9,62
13
3
6
29
9
10
32
4
1
21
27
25
23
15
12
26
14
24
2
31
16
8
11
19
18
7
30
5
20
28
17
22
61,03
70,53
76,56
212,04
79,26
76,00
29,78
62,42
156,63
49,30
45,88
39,79
44,87
65,57
54,91
34,45
68,38
47,70
108,19
30,46
41,06
68,73
128,65
48,20
53,25
77,25
57,18
58,27
37,64
42,91
47,29
35,64
14
9
7
1
5
8
32
13
2
19
23
27
24
12
17
30
11
21
4
31
26
10
3
20
18
6
16
15
28
25
22
29
24,18
22,68
8,52
9,05
24,83
9,75
5,79
25,59
20,72
16,37
24,19
8,85
14,95
23,45
27,52
14,77
15,67
9,76
28,99
9,79
17,35
24,58
6,21
16,90
10,42
15,67
8,17
18,28
24,58
11,17
15,23
8,48
8
10
28
26
4
25
32
3
11
15
7
27
19
9
2
20
16
24
1
23
13
5
31
14
22
17
30
12
6
21
18
29
66,15
75,99
94,61
55,20
71,82
63,98
37,92
69,14
83,23
60,51
83,43
73,13
54,27
64,08
71,26
51,44
66,02
58,33
76,82
43,30
55,10
63,40
61,20
55,49
62,60
70,82
55,06
67,85
66,40
52,44
52,18
50,87
13
5
1
23
7
16
32
10
3
20
2
6
26
15
8
29
14
21
4
31
24
17
19
22
18
9
25
11
12
27
28
30
94,27
148,76
130,64
52,82
116,34
106,99
24,76
115,47
241,38
57,83
58,82
50,59
44,16
120,02
78,94
54,70
103,07
67,75
169,65
25,60
55,64
76,14
94,60
58,22
85,56
113,84
47,09
107,87
39,85
53,23
78,35
35,07
13
3
4
25
6
10
32
7
1
21
19
26
28
5
15
23
11
18
2
31
22
17
12
20
14
8
27
9
29
24
16
30
Fuentes: IED: Inversión Extrajera Directa, SECOFI, Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras.
PEB: Producto Estatal Bruto, INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de México. Tomado de Crescencio Ruiz Chiapetto, "Desigualdades Regionales en México, 1900-1993", Estudios
Demográficos y Urbanos, Vol. 15, núm. 3, 2000, en prensa.
PEA: Población Económicamente Activa, INEGI, XI Censo General de Población y Vivienda, México, 1990. Población con primaria completa: CONAPO, "Indicadores Socioeconómicos e
Indice de Marginación Municipal, 1990". Tomado de: Horacio Sobarzo, "La cuestión fiscal y el nuevo federalismo" Estudios Sociológicos, vol. XVII, núm. 51, 1999, pp. 743-786. Líneas
Telefónicas: Grupo Financiero Banamex, México Social 1994-1995, México 1996, p. 266.
Notas:
a. Montos notificados al RNIE más importaciones de activo fijo por parte de maquiladoras. Para el cálculo del promedio anual por habitante (1994-1998) se utilizó la población del Conteo de
Población de 1995.
b. Producto Estatal Bruto a precios de 1980.
c. Población de 15 años o más.
Cuadro 6
Coeficientes r de Pearson (a)
IED/cápita
2.4.16
IED/cápita
Signif.
N
PEB/cápita
Signif.
N
PEA en Manufactura
Signif.
N
Pob c/prim comp
Signif.
N
Zona Norte
Signif.
N
Lin tel mil hab
Signif.
N
PEB/cápita
PEA en Manuf
Pob c/ prim comp
Zona Norte (b)
Lin tel mil hab
1,000
0,237
0,199
31
.504**
0,004
31
.493**
0,005
31
.659**
0,000
31
.802**
0,000
31
1,000
-0,037
0,841
31
0,204
0,270
31
0,140
0,453
31
0,361*
0,046
31
Fuentes: Ver Cuadro 5.
Notas: (a) Se excluye el D.F. de los cálculos.
(b)Zona Norte: BC, BCS, Coah, Chih, Dgo, NL, Sin, Son y Tamps.
** Correlación significativa al 1%
* Correlación significativa al 5%
1,000
0,455*
0,010
31
0,262
0,155
31
0.459**
0,009
31
1,000
.521**
0,003
31
.688**
0,000
31
1,000
.650**
0,000
31
1,000
Descargar