Los desafíos de la Seguridad y Defensa en América del

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Centro Argentino de Estudios Internacionales
Programa Defensa y Seguridad
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Los desafíos de la Seguridad y Defensa en América del
Sur desde la educación
por Miguel Ángel Barrios 1
INTRODUCCIÓN
La globalización es un fenómeno de carácter multidimensional de matriz histórica que
ha tenido tres grandes oleadas: a) los descubrimientos geográficos y la expansión
mercantil (siglos XV-XVI-XVII ), b) la revolución industrial inglesa (siglos XVIII y XIX )
y c) la emergencia de la sociedad digital (siglo XX ). Este fenómeno fue articulando el
actual sistema mundial creando centros y periferias producto de los distintos grados de
desarrollo desde una visión plurihistórica 1 .
La globalización en su fase actual ha puesto en crisis al estado clásico en su carácter
de organización reguladora de la sociedad dentro de la dinámica de la velocidad del
sistema financiero global. Sin embargo podemos afirmar en nuestra opinión que antes
que ante el fin del Estado 2 , nos situamos ante una dinámica de globalización
regionalizadora, es decir donde los Estados Supranacionales o Estado Continentales
surgen como los nuevos actores soberanos del sistema mundial en respuesta a la
homogenización de la mundialización.
Podemos afirmar que nos encontramos ante la crisis irreversible de la viabilidad de los
Estados clásicos y solo serán actores globales en el siglo XXI, aquellos Estados que
logren organizarse en un bloque supranacional, ya que en el sistema mundial existe
igualdad jurídica formal , pero a su vez poderes reales que reflejan distintos grados de
soberanía 3 .
La posguerra fría iniciada a partir de la caída de la U.R.S.S., abre una etapa de
interregno sobre la nueva lógica de la política internacional donde se combinan en el
gobierno de Bill Clinton simultáneamente factores realistas e idealistas sin configurarse
nítidamente el nuevo rol de los Estados Unidos como superpotencia mundial.
1
Dr. en Ciencias de la Educación -Universidad Tecnológica Intercontinental- UTIC, Asunción,
Paraguay, Dr. en Ciencia Política –Universidad del Salvador- USAL, Buenos Aires, Argentina,
Especialista en Geopolítica –Escuela Superior de Guerra de la Nación “Teniente General Luis
María Campos”- Buenos Aires, Argentina y Diplomado Superior en Relaciones Internacionales –
Universidad Complutense de Madrid- Madrid, España.
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Sin embargo los atentados del 11-9, que por supuesto han merecido y merecen el
repudio de la sociedad y la obligación de las democracias de unirse cooperativamente
ante el fenómeno terrorista- de cualquier orden, interpretado este fenómeno como una
táctica de ataque a la sociedad civil ya sea de un actor no estatal o de un estado-, ha
sido vector catalizador de los EE. UU. de un viraje hacia un unilateralismo radical de
alcance e impacto mundial y por supuesto en América latina.
En un mundo complejo y asimétrico, la administración norteamericana ha definido una
doctrina con un fuerte sello unilateralista.
El nuevo diseño de la política de defensa y seguridad de la administración Bush fue
dado a conocer a finales de septiembre del 2002, por medio del documento “The
National Security Strategy of the United States of America” . Este es un documento
que define la política gubernamental de los EE.UU. en materia estratégica 4 .
El aspecto medular está fundado en el reemplazo de la Estrategia de contención de la
guerra fría por la Estrategia de Primacía post 11 de septiembre, la reconversión de la
doctrina de disuasión de la Guerra Fría por la guerra por el de la guerra preventiva,
los instrumentos de apoyo de la guerra fría como la OTAN son suplantados por
coaliciones flexibles ad-doc y la nueva lógica hemisférica se traduce en el reemplazo
de la Doctrina de Seguridad Nacional hacia un incipiente e imprecisa Doctrina de la
Inseguridad Nacional 5 .
La Estrategia Nacional de Seguridad de septiembre de 2002 se complementa entre
otros documentos estratégicos con el recientemente publicado en referencia a la
estrategia Nacional de Defensa.
La EDN busca establecer una serie de objetivos generales que orientan las actividades
del Departamento de Defensa, brinda dirección a la estrategia militar de los EE. UU. y
facilita la coordinación entre sus agencias estatales de seguridad.
En esta oportunidad, el documento define categóricamente que “Estados Unidos es una
nación en guerra”. Esta introducción, nos dice Tokatlián, sienta el tono y la vigencia de
una “defensa activa” 6 .
Se deja de lado definitivamente la concepción militar de la era Clinton, que buscaba
prepararse para combatir en “los grandes teatros de guerra” y se adopta el ambicioso
plan conocido como 1-4-2-1. Esto significa defender totalmente el país, conducir
operaciones de combate en cuatro regiones (Europa, el nordeste de Asia, Asia del este
y Medio Oriente), derrotar simultáneamente a dos opresores en esas regiones y vencer
decisivamente en uno de esos dos conflictos mediante la ocupación de un país y la
sustitución del régimen existente.
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En cuanto al despliegue militar, la nueva estrategia subraya la importancia de expandir
la presencia de tropas y soportes militares alrededor del globo con el objeto de tener
cobertura especial y mayor flexibilidad operativa.
“En breve, la resultante de este planteamiento estratégico – militar es que se concibe
la figura del soldado global - no ya la del policía global- probablemente en desmedro
del diplomático internacional” 7 . En este marco de configurar y proyectar un soldado
global, la END reitera el criterio de evitar que las tropas estadounidense puedan ser
sometidas a la Corte Penal Internacional.
Lo expuesto hasta el momento en esta introducción nos aproxima a una reflexión
provisoria: “la cuestión de la Defensa y la Seguridad vuelven a ocupar el centro de la
escena” 8 .
En consecuencia no resulta sorprendente que el presupuesto militar estadounidense
para 2003 (401.000 millones de dólares) fuese similar a la suma de los 21 países que
le seguían en términos de gastos de Defensa: Rusia, China, Japón, Reino Unido,
Francia, Alemania, Arabia Saudita, Italia, Inglaterra, Corea del Sur, Brasil, Taiwán,
Israel, España, Australia, Canadá, Holanda, Turquía, México, Kuwait y Ucrania 9 .
El impacto inmediato del cambio de estrategia de los EE.UU. en América del Sur
constituye el fortalecimiento del Comando Sur ubicado en Miami (Florida). Este
organismo tiende a ser el principal interlocutor de los gobiernos del área y eje de la
política exterior y defensa estadounidense en la región. El Comando Sur tiene en el
presente más empleados trabajando sobre América Latina que la suma de los
Departamentos de estado, Agricultura, Comercio, Tesoro y Defensa 10 .
Esta nueva situación creada en Sudamérica a partir del 11-9 creó una agenda de
seguridad trazada desde la óptica geoestratégica unilateral norteamericana.
El teniente general Bant Braddock nuevo comandante del Comando Sur designado a
fines de 2004 declara en el Senado de su país que el problema y foco de preocupación
principal en Sudamérica “constituyen los Estados débiles en donde la transición hacia
formas de gobierno democráticas no han terminado de satisfacer las expectativas
económicas y sociales de la ciudadanía, el narcoterrorismo, los secuestros y el crimen
organizado” 11 .
Esta agenda germinadora de una “doctrina de inseguridad nacional”, a partir de la
“diseminación” de “espacios sin gobierno” que serían caldo de cultivo y de fecundación
del terrorismo, sin precisar y delimitar el alcance a este fenómeno , lo que podría
englobar desde una célula de Al Qaeda a los denominados “populismos contestatarios”
nos obligan a ir trazando nuestra propia agenda urgente.
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Las declaraciones del Comando Sur se hallan en perfecta sintonía con el discurso
pronunciado por el Secretario de Defensa de los EE.UU., Donald Rumsfeld en la
Conferencia Anual del Consejo de las Américas al afirmar con respecto a las amenazas
de seguridad en la región “que hay elementos antisociales peligrosos como pandilleros
violentos, narcotraficantes y terroristas que sacan ventaja de las áreas ingobernadas y
que representan un gran peligro en parte porque atacan la confianza de la ciudadanía
en su sistema de gobierno y desestabilizan la democracia” 12 .
Todo lo antedicho nos conducen al siguiente interrogante ¿Cuáles son los efectos
inmediatos en esta nueva política estadounidense de imposición unilateral de una
agenda de seguridad?.
Podemos responder que existen tres tendencias: a) menor espacio para la agenda de
América Latina en Estados Unidos, b) bilateralización de la agenda comercial y c)
secularización de la agenda multilateral 13 .
Esto nos lleva al planteo de fondo de nuestro trabajo: América del Sur solo en la
medida en que articule un bloque supranacional que vaya más allá de la
proyección económica y sea núcleo de un Estado subcontinental con
mecanismos de institucionalidad basado en acuerdos políticos, educativos,
culturales, de seguridad y defensa podrá buscar una agenda alternativa a la
posibilidad de ser considerado “Estados fallidos” o “Estados colapsados” 14 .
La nueva centralidad que toma la geopolítica en la globalización le proyecta vitalidad al
núcleo de poder duro del Estado.
Sin embargo y aquí la hipótesis central de nuestro trabajo luego de una
introducción sobre el diagnóstico situacional del escenario mundial y su
impacto en América del Sur post 11 de septiembre nos permite precisar que
ante un enorme déficit que si no erradicamos de raíz nos convertiría en meros
segmentos del mercado mundial según la permanente sentencia de Helio
Jaguaribe.
El obstáculo fundamental en nuestra opinión radica en que, no habrá éxito de
una política de acuerdos cooperativos en el área de seguridad regional para
pasar de la frontera separación a la frontera cooperación, si no se
implementan inmediatamente planes de reconversión en el sistema educativo
de las Escuelas y Academias militares y policiales sobre el itinerario de los
encuentros y desencuentros de la historia de América del Sur.
Los libros blancos de Defensa de los países del subcontinente, los planes de estudios
de las Escuelas de Defensa, Institutos Policiales, Institutos Estratégicos de los países
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sudamericanos se hallan impregnados de una visión declamativa sobre la importancia
del escenario regional, pero sin una visión geoestratégica concreta de integración real.
Lo dicho no desconoce los enormes avances operativos a nivel FF.AA. en lo que
respecta a medidas de confianza mutua o cierto intercambio de inteligencia en materia
policial pero no habrá política estratégica de integración de un bloque subcontinental
sin una nueva lógica que nos explique como un todo, porque somos un todo que debe
autonacionalizarse, de ahí que mientras urge una política de seguridad y defensa
regional subsistan incluso conflictos sobrevivientes de épocas anteriores ( ej:
Limítrofes).
Nuestro enfoque a desarrollar partiendo de nuestra hipótesis de redescubrimiento
histórico que debe partir de donde más se expresa por su oportunidad- Fuerzas
Armadas y Fuerzas de Seguridad- reiteramos, pasa por encaminar hacia una profunda
coordinación en los planes de estudio , de lo contrario , todo se reduce a “discursos
formales” en la práctica y a “ineficacia” en la acción.
DESARROLLO
Esta hipótesis se potencia a partir de un supuesto erróneo desmentido por la dinámica
histórica, las soberanías de los países subdesarrollados como los nuestros son
intangibles, cerradas en sí mismas, obviamente perennes. Son el resultado de la
historia e inamovibles en su ser para siempre.
Sin embargo, un proceso de integración que parte de la idea de un mercado común
afecta a la vida de los pueblos que lo componen, en nuevas lógicas culturales, y más
aún en las áreas vitales del poder duro de esos Estados.
Pero la necesidad de “integración” entre nuestros países sudamericanos implica
impostergablemente el nacimiento de una nueva historia sudamericana , que genera
justamente el movimiento inverso al proceso de fragmentación de la independencia de
nuestros Estados resultantes en el primer tercio y que se consolida en su último tercio.
Solo Brasil contuvo su fragmentación.
Esta reinterpretación integral de una nueva periodificación a partir de nuestros
interrogantes
actuales,
debe
constituir
el
factor
cultural
cohesivo
del
estado
supranacional, único actor de la política internacional del siglo XXI, para fortalecer sus
dimensiones: cultural, tecnológica, económica y militar 15 , traducidas como resultante
en poder político.
Esta afirmación nos remite necesariamente a una reflexión estratégica sobre nuestro
horizonte global mundial contemporáneo, que nos determina a todos ¿Qué implica para
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los Estados la “globalización” cada vez más intensa que abre el siglo XXI para jugar en
el rol de actor?.
Kissinger, Brzezinski y Hungtington, por citar a algunos de los más importantes
geopolíticos del centro mundial, lo perciben con claridad. Anuncian la emergencia de
Estados
claves
Continentales
16
cuya
característica
esencial
es
la
afirmación
de
los
Estados
como jugadores estratégicos decisivos.
Esto nos orienta nuevamente a la proposición medular de esta ponencia , no
podrá existir, ratificamos, una política de sustentabilidad sudamericana sin
una reorientación de sus ejes enmarcadores históricos básicos. Pero más aún,
en el área del poder duro del Estado esta realidad se hace más difícil, a pesar
de acuerdos de defensa mutua o de intercambios tácticos operativos, quizás
debamos recrear una cultura de la cooperación a partir de la implementación
urgente de una cátedra unitaria de Historia de América Latina que nos brinde
un elemento moral de espiritualidad común vital para el éxito de una política
de fortalecimiento en Defensa y Seguridad.
Además de la argumentación histórica lo antedicho ha sido comprobado por el
suscripto en cursos permanentes en Escuelas y Academias de la región, donde no se
conoce la existencia de una visión geopolítica de un espacio regional.
Por consiguiente proponemos para el enriquecimiento una propuesta de
cátedra común de la historia política de América del Sur como conjunto para
los planes de nuestras Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad.
Primero fundamentaremos el justificativo de la cátedra común.
Sin conciencia histórica común, no hay integración. Sin revisión histórica , no hay
integración. No hay integraciones que sean epidémicas, solo las hay profundas. Esto le
está exigido a los países sudamericanos y en especial a sus países principales: el
lusoamericano-Brasil- y el hispanoamericano – Argentina-.
Es la historia la que exige innovaciones económicas y estas a su vez cambian la
historia. Nunca hay economía sola.
Todos los grandes giros de la historia requieren siempre un giro proporcional en la
conciencia histórica. Un futuro Estado supranacional sudamericano como horizonte y
posibilidad estratégica no puede ser sostenido ni alimentado con las historias al uso
actual de sus componentes.
Con la antigua situación, quedan atrás las versiones históricas que la acompañaban. Es
ingenuo quién crea que el MERCOSUR por ejemplo, puede ahondar sin modificar y
cuestionar los parámetros históricos que configuran nuestra arraizada intimidad.
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Al cambiar las perspectivas, hechos y significaciones antes postergados o borrosos
pasan ahora a primer plano. Cambia todo el paisaje, aunque muchas veces no se
perciba. El nuevo paisaje de nuestra actualidad genera la necesidad de ser
comprendida y sostenida por otra historia que la de antaño. Hay que hacer inteligibles
las dinámicas profundas que lo sostienen, para percibir incluso mejor, el nuevo
horizonte que nos moviliza y nos reordena.
Un nuevo mañana exige un nuevo ayer. Y en cierto sentido, tanto más verdadero el
nuevo ayer que el viejo ayer. El nuevo ayer está siempre soterrado en el viejo ayer.
Nuestras historias recibidas fueron vistas y pensadas desde otras perspectivas y para
responder a otras necesidades de nuestras respectivas comunidades.
No se trata de un ejercicio teórico de incorporar u omitir tales o cuales hechos. Omitir
hechos reales de enemistad, es peor. No se trata de edulcorar la historia. Se trata de
encontrar una nueva lógica profunda que las unifique, que abarque y explique las
antiguas historias, que abra y potencie el futuro.
Una nueva lógica histórica a la altura de nuestro tiempo, nos exige un nuevo descenso
a las raíces. Solo grandes raíces pueden sostener un vasto horizonte, en el caso, que
abarquen a América Latina en América del Sur.
Una revisión de la historia desde la unidad, no puede sino abarcar virtualmente a toda
América latina. He aquí, un pequeño esbozo de propuesta de una historia común para
todos los ámbitos, pero iniciando como manera de experimentación en los planes de
estudios de nuestras FF. AA. y Fuerzas de Seguridad para recrear una geopolítica de la
seguridad estratégica regional en la globalización.
Tres ebulliciones totalizadoras
América Latina tuvo tres grandes ebulliciones “totalizantes” que la configuraron y la
están configurando.
Digo “totalizadora” porque en sus inmensos espacios, en este medio milenio último, de
golpe, casi sorpresivamente, toda ella entró en ebullición solo tres veces.
¿Podríamos
contar
las
ebulliciones
generales
de
Europa?
Muchas
más.
Pero
espacialmente era mucho más pequeña y concentrada.
Ahora estamos en plena “tercera ebullición” general latinoamericana. Nuestras dos
ebulliciones generales anteriores fueron pocas décadas. Luego les siguió una larga
calma, durante la cual esas ebulliciones se fueron como disgregando, digiriendo,
agotándose y recreándose lentamente como para la nueva sucesiva ebullición general,
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mucho tiempo después. Ahora nuestra “tercera ebullición” tiene características
muy
distintas a las anteriores.
Ahora veamos la periodificación de la historia común en relación a nuestro itinerario
del conjunto buscando como objetivo final de esta cátedra común una visión
estratégica del todo del subcontinente, vital ara pensar una política de defensa y
seguridad común.
1- Primera Ebullición General: Nacimiento de América Latina.
Tras una etapa preparatoria en las Antillas y en América Central de 1520 a 1560
aproximadamente, es la conquista y colonización de lo que comenzará a ser un nuevo
pueblo, mestizo, en la historia: América Latina.
Todas sus partes entran en relación, en conflagración, luego de milenios de dispersión,
de comunicaciones fragmentarias. En pocas décadas se funda la red de villas y
ciudades esencial de América Latina que incluye casi todas las que serán sus capitales.
Antes de ese ciclo (1520-1560) solo se habían configurado dos Imperios, el Azteca y el
Inca, que al estar hechos “a pié” quedaron muy lejos de agitar todo el conjunto de lo
que luego sería América Latina. Se ignoraron. Los dos imperios –como movimiento de
concentración- duraron apenas un siglo y fueron arrancados de cuajo por la vorágine
totalizante de la conquista y la colonización, que tuvieron una velocidad inédita,
combinada, del barco oceánico y los caballos.
Esa ebullición general, la primera “latinoamericana” fue a la vez el primer fruto del
comienzo de la globalización , encabezada desde Europa por Castilla y Portugal en los
tiempos de la “Alianza Peninsular” (1580- 1640).
Luego le seguirían a partir de sus tres núcleos, México (con América Central y las
Antillas), Perú y Brasil (las partes castellanas y portuguesa de América del Sur), casi
250 años de estabilización dispersa, comunicándose mas, que entre sí, con los centros
metropolitanos.
América Latina (ibérica o hispánica en su sentido original) fue como dividiéndose por
paulatina complejización y madurando un nuevo y vasto “círculo histórico- cultural”
que hoy somos nosotros, desde nuestras raíces.
Mestizaje, hijo de la Cristiandad Latina en su último gran despliegue barroco y primero
nuestro. Es la primera ebullición fundadora de América Latina. Todo se junta con todo
y luego va partiéndose.
2- Segunda Ebullición General: Independencia de América Latina
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Siempre hay signos preparatorios. Pero la ebullición estalla desde 1808 y se prolonga
hasta 1830. La dilatada América española entra toda ella en efervescencia, se vuelve a
interpretar con intensidad inusitada en todos sus fragmentos y Bolívar busca
culminarla en un Gran Congreso, que fracasa, en 1826 en Panamá.
En la medida que se independiza, América Latina va separándose en múltiples
“Estados-Ciudad” que encabezan la periferia agraria de la división internacional del
trabajo.
Estados-Ciudad como de una Gracia primitiva gigante. Lo opuesto de los EstadosNación emergentes de la modernidad europea o de la “Nación de repúblicas”
confederadas como quiso Bolívar. Solo Brasil, entonces mucho más pequeño y menos
dilatado que la América española, mantuvo la unidad ¿quién podía controlar la
Amazonia entonces?.
El espectáculo final de la segunda efervescencia hizo exclamar a Bolívar: “¡ Hemos
perdido todo menos la Independencia!” 17 . Es decir , hemos perdido las condiciones de
independencia.
América Latina fue formada por barcos y jinetes. La Independencia fue gesta solo de
jinetes.
Entreveros.
Lo
que
volvió
desmesurada
a
América
Latina
para
los
latinoamericanos, que no pudieron controlar sus espacios.
Nuestros marinos no eran criollos, sino irlandeses, ingleses y norteamericanos . Los
barcos eran ingleses. Y nos volvimos periféricos de la Revolución Industrial inglesa del
siglo XIX. Daca Estado parroquial perdió contacto con su vecindad, salvo caso de los
tres conflictos vecinales, graves, pero localizados. Cada País se fue volviendo un “en sí”
(hoy de 170 a 180 años): su afirmación era la exclusión del vecino y el éxtasis con los
centros franceses, luego norteamericanos.
3- Tercera Ebullición General: Desde el MERCOSUR
Desde comienzos del siglo XX los medios de comunicación latinoamericanos empiezan
su paulatino acrecentamiento e intensificación. Por mar, tierra y aire.
La globalización avanza, pero la cercanía vecinal y sudamericana con marchas y
contramarchas, también. Está naciendo definitivamente la política sudamericana ( que
solo hubo en el fugaz momento de la independencia). La política sudamericana ,
novedad de nuestros días, vino para quedarse definitivamente, nos guste o no – a
nosotros o a las grandes potencias-. Es ya irreversible. Esta es la diferencia con las
dos ebulliciones generales anteriores.
La tercera ebullición general, ha venido para quedarse y volverse- en relativamente
poco tiempo, más a escala histórica- normalidad.. Desde la década del 90 en adelante,
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la ebullición general ya es y será normalidad. No hay más regreso a los “en sí”
imaginarios, de la patrias chicas. La conjugación latinoamericana de América del Sur
ya es irreversible, es destino.
Una ojeada a sus preparaciones y eclosiones se hace ineludible para generar una
estrategia de la integración para no quedar atrapados en los viejos conflictos o en los
nuevos desafíos que demanda la globalización 18 .
Este se abre con la ebullición general de los intelectuales, su “latinoamericanización”.
La generación del 900 con Rodó, Ugarte, García Calderón, Blanco Fombona, etc,
repone en el horizonte a la “Patria Grande”, retoma la herencia de San martín, Bolívar
y Artigas.
Luego serán los estudiantes universitarios . Luego los impactos industrializadorescamino hacia adentro- de los movimientos nacionales populares. Estos todavía por
separado, se sintetizan en tres consignas: Democratización, Industrialización, (
creencia y tecnología ) e Integración. La primera no es sin la segunda, la segunda no
será plena, eficaz, sin la tercera. En la tercera, es la vencida.
A la unidad no se llega por una declamación abstracta, sino a través de “regiones
concretas”. Y vino la primera oleada regionalista en los años 60, simbolizada en
Prebisch y Felipe Herrera, la ALALC, el Pacto Andino del 69. luego el reflujo.
Desde el 85 la segunda oleada se levanta desde el ensamble de Brasil y Argentina.
América del Sur hacía su cortocircuito fundamental: la alianza de Argentina y Brasil. Ya
la habían intentado Perón, Vargas e Ibáñez (1951-54). Ese es el camino principal y
decisivo para América del Sur: “el núcleo básico de aglutinación” al decir de Perón.
Es como la alianza de Alemania y Francia para Europa. Ese es el cortocircuito que pone
todo en ebullición. Esto es lo decisivo para la combustión y unión de los pueblos de
América del Sur. La alianza argentina-brasilera debe ser el núcleo regionalizador
fundante de América del Sur.
Hoy geopolíticamente, América Latina tiende a separar sus dos regiones básicas.
México, América Central y las Antillas caminan hacia el NAFTA- ALCA. Es seguramente
América del Sur, lo más importante de América Latina, se vuelve inexorable el centro
de ebullición de si misma.
Lo real es que si el MERCOSUR no se realiza por lo menos en el Cono Sur, le sería
difícil ingresas en diez o quince años más en el concierto de los Estados Continentales.
Otras zonas del mundo como la africana o los países musulmanes , si no logran
construir en los próximos años , tres o cuatro nuevos Estados Continentales, quedarán
también en los arrabales de la historia global, cada vez menos apta para la “soberanía”
de Estados medianos y pequeños 19
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Pero debemos señalar y ese es el fin último que perseguimos en este trabajo que la
unidad sudamericana real, premisa básica para una política subcontinental donde la
defensa y seguridad deben jugar una centralidad gravitante, implica la mayor
“revolución cultural” que empieza por la educación.
Los imaginarios básicos de los países integrantes, deben reformularse paulatinamente
en un solo y común imaginario subcontinental, a la altura de la nueva estatura
histórica.
La realidad es que somos una Nación, solo que fragmentada, pero en trance necesario
de nueva conjugación.
CONCLUSIÓN
Podemos señalar una vez esquematizado nuestro esbozo de propuesta de una
educación esencialmente reconceptualizada, que encierra esencialmente: Educación
significa adquisición de competencias para la toma de decisiones en tiempos
de incertidumbre 20 .
Es bastante difícil que el nuevo “orden” mundial naciente luego de la posguerra fría sea
el “equilibrio de poder” o basado “en la solidaridad de las naciones”, la supremacía
unipolar de los EE.UU. resulta incontestable 21 . Lo que está abriendo paso a un nuevo
orden hegemónico 22 .
Sin embargo este orden en construcción polar o multipolar tendrá de eje a los estados
continentales o supranacionales ya que las “periferias turbulentas” o “Estados
colapsados” o “fallidos” son objetivos imperializables 23 .
En este orden la maduración de un bloque sudamericano lleva necesariamente a una
alianza “más allá de la economía” donde se hace perentorio un acuerdo de seguridad
regional en el espacio del MERCOSUR, donde el instrumento militar no será la cara
fuerte de la alianza política 24 .
Esta será imposible según nuestra hipótesis sin una implementación de una visión
educativa regional superadora de las fronteras estatales que expulse los fantasmas del
pasado de nuestros países y nos fortalezcan en nuestros reales problemas como la
licuación del poder estatal en la región andina y los conflictos remanentes
interestatales para crear una agenda alternativa de “amenazas” desde lo propio 25 o
sea desde nuestra propia problemática.
Sostenemos que una política de defensa y seguridad de un país supera las fronteras
propias abarcando una estrategia consensuada de su bloque en el medio regional y
mundial y de ser parte de su política exterior.
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De esta concepción geopolítica y geoestratégica resultante en nuestra opinión
únicamente a través de la reeducación para la integración podemos concluir que se
podrá hacer factible la materialización compartida del MERCOSUR de los puntos vitales
para la viabilidad de una región en el siglo XXI : a) Poder alimentario, b) Agua, c)
Energía, d) Población, e) Renta estratégica 26 .
Desde estas dimensiones no podemos simplificar la repetida afirmación de que América
del Sur carece de importancia estratégica, concepto criticado por Tokatlián y que
compartimos 27 porque nos autocriminamos peligrosamente de carecer de relevancia
estrategia. América del Sur como un todo geopolítico y geoeconómico- no América
latina concepto difuso- y entendiendo a Sudamérica en su núcleo fundante a la alianza
argentino-brasilera, está compuesta por doce países, dentro de un espacio contiguo,
tiene 360 millones de habitantes, cerca del 67% de toda América Latina y el
equivalente al 6% de la población mundial, con integración lingüística, dado que casi la
totalidad habla portugués y castellano.
Su población es mayor que la de Estados Unidos ( 293.027.771), su territorio cerca de
17 millones de kilómetros cuadrados, es el doble del territorio estadounidense
(9.631.418 km cuadrados) y posee una de las mayores reservas de agua dulce y
biodiversidad del mundo , e inmensas riquezas minerales , pesca y agricultura.
La integración del MERCOSUR, con un PBI de 1.000 millones de dólares y la CAN más
Chile, hacen de la Comunidad Sudamericana de Naciones una potencia mundial con
una masa económica mayor que la de Alemania y muy superior a la suma De los PBI
de México y Canadá 28 .
El resultado contrario y opuesto a la generación de una geopolítica de la integración
donde la seguridad y defensa se conviertan en la cara visible de un bloque sólido en su
política exterior será en consecuencia como fruto del proceso de globalización
y
unilateralismo, la “de convertirnos en menos segmentos indiferenciados del mercado
internacional y, por otro, en provincias del Imperio norteamericano. Los países
europeos escapan a ese destino por haberse integrado como Unión Europea. Países
continentales como china e india, disponen de masa crítica para asegurarse su
supervivencia histórica”.
Si ni se alcanza una alianza sólida, confiable y provechosa, a partir de la cual se
consolide el MERCOSUR y la Comunidad Sudamericana de Naciones- que es factiblenuestros países “se volverán rápidamente meras expresiones geográficas, controladas
a nivel local por las grandes multinacionales y dirigidas internacionalmente por
Washington, aunque conserven, las apariencias formales de la soberanía- bandera,
himno,
ejército
para
desfiles
y
hasta
elecciones-.
Elecciones
en
las
que
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independientemente de quién se elija, los elegidos se verán obligados, lo quieran o no
. a seguir las directrices del mercado internacional y de Washington”
“La historia es implacable con los estúpidos. Es hora de una alianza argentina-brasileña
o de la irreparable pérdida, para ambos países, de su destino histórico” 29
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