“El desarrollo de la identidad norteamericana: de la Por Nerio Pace

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Centro Argentino de Estudios Internacionales
Programa Teoría de las Relaciones Internacionales
www.caei.com.ar
“El desarrollo de la identidad norteamericana: de la
Guerra Fría a la Guerra de Irak”
Por Nerio Pace
Universidad del Salvador
” Los deliberados y mortíferos ataques que fueron perpetrados el día de
ayer contra nuestro país fueron más que actos de terror. Fueron actos de
guerra.
Esto requerirá a nuestro país unirse en una firme determinación y
resolución...
La Libertad y la Democracia están bajo ataque...
El enemigo atacó no sólo a nuestra gente sino a toda la gente
amante de la libertad, en todas partes del mundo....
Esta será una lucha monumental del Bien contra el Mal.
Pero el Bien prevalecerá. ”
—Presidente George W. Bush, 12 de Septiembre de 20011 -
1
George Bush, “Observaciones del Presidente”, 12 de septiembre de 2001, Disponible en el
sitio Web de la Casa Blanca en:
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2001/09/20010912-4.html.
Introducción
El objetivo del presente trabajo es analizar el desarrollo de la identidad
norteamericana desde el inicio de la Guerra Fría hasta la Guerra de Irak, tomando
como base teórica al Constructivismo, teoría cuyos principales aportes fueron
realizados por Alexander Wendt.
En la primera parte del trabajo, titulado “La identidad de Estados Unidos durante la
Guerra Fría”, se busca entender el proceso de conformación de la identidad
colectiva occidental después de la Segunda Guerra Mundial y su consolidación y
posterior institucionalización como consecuencia de la aparición del “Otro”,
representado por la amenaza soviética.
En la segunda parte, se analizará la ampliación de esta identidad colectiva
occidental y principalmente, su relación con Medio Oriente durante la Guerra Fría.
En la tercera parte, denominada “El Fin de la Guerra Fría y la crisis de identidad
norteamericana: Hacia nuevas amenazas,” se podrá ver como, a partir de nuevas
prácticas, la Unión Soviética inicia un proceso de cambio en su rol dentro del
sistema internacional que desembocaría en la finalización del conflicto con
Occidente. Por otra parte, se analizará como la ausencia del conflicto Este-Oeste
generó una crisis de identidad en ambas potencias que tendrá, por el lado de
Estados Unidos, una respuesta dirigida hacia la construcción de un nuevo “Otro”
identificado principalmente con el Islam y el fundamentalismo islámico.
En la última parte del trabajo se analiza el impacto de los ataques del 11 de
septiembre en la identidad norteamericana y los mecanismos de respuesta
implementados
por
la
administración
de
George
Bush
que
finalmente
desembocarán en el inicio del conflicto con Irak.
2
La identidad de los Estados Unidos durante la Guerra Fría
Para el constructivismo la política mundial está “socialmente construida” lo cual
significa que las estructuras fundamentales de la política internacional están
socialmente en lugar de materialmente construidas y que, estas estructuras,
forman
las
identidades
e
intereses
de los
actores
en
lugar
de
sólo
su
comportamiento. La identidad es, por tanto, el resultado de una construcción
social.
Las identidades no están basadas en propiedades intrínsecas y como tales solo
existen en relación a los “Otros”.2 Asimismo, las identidades son la base de los
intereses.3 La identidad de los actores implica interés y es la precondición de los
intereses. No obstante, la identidad no se compara con y no puede reducirse al
interés sino que se combina con el interés para construir la acción de los actores.
Sin intereses las identidades no tienen ningún motivo y sin identidades los
intereses no tienen ninguna dirección.4
La extensión de la identidad incluye dos aspectos, la aceptación de otra identidad e
interés y una especie de tolerancia a la diferencia entre uno y el “Otro”.
El
resultado del proceso de socialización de la identidad es la aparición de la identidad
colectiva internacional.
Aunque la identidad colectiva internacional es una estructura conceptual, el factor
material desempeña un rol constitutivo. Wendt mantiene que los factores
materiales tales como el poder nacional no pueden convertirse en factores
conceptuales culturales y sólo pueden ejercer impactos en el comportamiento de
los actores a través de la estructura social, pero no podemos negar por esta razón
el valor de factores materiales socializados para la construcción de la identidad
colectiva internacional. Para el constructivismo el rol de los grandes poderes no
descansa en la disuasión o la persuasión, sino en la atracción a la autoridad. Es
decir, un campo magnético de autoridad resultado del progreso político, el
desarrollo económico y la responsabilidad de seguridad atrae a otros países a
incorporarse a la comunidad dominada por los países núcleo, uno después del otro.
2
Alexander Wendt, Social Theory of International Politics,
Press, 1999, pág. 227.
3
Alexander Wendt, “Anarchy is What States Make of it:
Politics,” International Organization, Vol. 46, Nro. 2, 1992,
4
Alexander Wendt, Social Theory of International Politics,
Press, 1999, pág. 227.
Cambridge, Cambridge University
The Social Construction of Power
págs. 391-425.
Cambridge, Cambridge University
3
En este sentido, luego de la Segunda Guerra Mundial, fueron los Estados Unidos
quienes surgieron como la nación más poderosa del planeta creando junto a Gran
Bretaña y Francia, sus aliados en tiempo de guerra, este polo magnético al cual
fueron atraídos la mayoría de los países Occidentales que compartían la identidad
nacional estadounidense. Esta identidad, explica Samuel Huntington5, “se ha
definido culturalmente por la herencia de la civilización occidental y políticamente
por
los
principios
del
credo
norteamericano
en
el
que
coinciden
los
estadounidenses: libertad, democracia, individualismo, igualdad ante la ley,
constitucionalismo y propiedad privada”. Luego de la Segunda Guerra Mundial esta
identidad norteamericana, “inseparable de su compromiso con los valores liberales
y democráticos”, era comúnmente equiparada con la identidad de la mayoría de las
democracias occidentales.
Analizar la construcción social de la política internacional es analizar como los
procesos de interacción producen y reproducen las estructuras sociales –
cooperativas o conflictivas – que forman las identidades e intereses de los Estados
y dan significado al contexto material. En este sentido, la negativa de Moscú a
sumarse al proyecto liberal norteamericano ejerció un doble efecto:
Por un lado,
consolidó el sentido de propósito común entre los aliados, quienes
crearon una “comunidad de seguridad”
6
, entendida como una estructura social
compuesta por conocimiento compartido en el cual los estados confían los unos a
los otros para resolver las disputas sin guerra, la cual respondía a la amenaza
soviética percibida. Esta comunidad fue, posteriormente, institucionalizada a través
de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Por otro parte, creó dentro del sistema un “Dilema de seguridad”7, entendido como
una estructura social compuesta por entendimientos intersubjetivos en los cuales
los estados son tan desconfiados que asumen el peor escenario acerca de las
intenciones de los otros, y como resultado definen sus intereses en términos de
auto-ayuda.
Las administraciones de Franklin D. Roosevelt y Harry S. Truman intentaron al
principio acomodar la visión soviética pero gradualmente fueron abandonando esa
5
Samuel P. Huntington, “El Choque de Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”,
Paidós, 1997, pág. 366.
6
Alexander Wendt, Constructing International Politics, International Security, Center for
Science and International Affairs, Harvard University, Vol. 20, Nro. 1, 1995, pág. 73.
7
Alexander Wendt, Constructing International Politics, International Security, Center for
Science and International Affairs, Harvard University, Vol. 20, Nro. 1, 1995, pág. 73.
4
idea en favor de políticas más duras. A su vez, el comportamiento de Stalin en
Europa del este y otras partes - independiente de si fue motivada por
preocupaciones genuinas de seguridad o intenciones agresivas - reforzó la
percepción de amenaza de Occidente.
Las estructuras sociales son definidas, en parte, por entendimientos compartidos,
expectativas o conocimiento. Esto constituye a los actores en una situación y la
naturaleza de su relación, sea cooperativa o conflictiva.
8
En este sentido, fue el
comportamiento de Stalin lo que ayudó a crear una rivalidad estratégica duradera,
la sería posteriormente denominada como la “Guerra Fría”. El conflicto emergente
fue lanzado en términos ideológicos como una invasión o deslegitimación de orden
social del "Otro".
La interpretación liberal de las prácticas de Stalin transformó la Unión Soviética de
un aliado de tiempo de guerra a un opositor, el "Otro".
El comportamiento
soviético, las respuestas de Estados Unidos, el choque de las visiones del mundo y
las amenazas mutuas se reforzaron para crear el conflicto Este-Oeste.
Wendt9 analiza tres culturas anárquicas, cultura Hobbesiana, cultura Lockeana y
cultura Kantiana, sobre las cuales los estados construyen diversas identidades
colectivas: enemigo, rival y amigo.
La Guerra Fría simbolizó la interacción de
ambas superpotencias en términos de una cultura Hobbesiana en la cual, los
estados ven a los otros estados como enemigos mortales.
La identidad del
enemigo significa que el actor no reconoce el derecho del “Otro” a existir como
sujeto libre. La existencia de un estado presupone la muerte de otros estados, así
que este tenderá a responder a los enemigos actuando como un profundo
revisionista, es decir, intentará destruirlos o conquistarlos. Este comportamiento
creará
asimismo
expectativas
sobre
el
futuro.
Los
estados
se
armarán
vigorosamente y la guerra, si es que todavía no ha comenzado, claramente lo
hará.10
Para el constructivismo, la identidad del enemigo es construida a través de las
representaciones del “Otro”. Una vez que la forma cultural conocida como la Guerra
Fría fue establecida, los Estados Unidos y la Unión Soviética tenían la creencia
8
Alexander Wendt, Constructing International Politics, International Security, Center for
Science and International Affairs, Harvard University, Vol. 20, Nro. 1, 1995, pág. 73.
9
Alexander Wendt, “Anarchy is What States Make of it: The Social Construction of Power
Politics,” International Organization, Vol. 46, Nro. 2, 1992, págs. 391-425.
10
Alexander Wendt, Social Theory of International Politics, Cambridge, Cambridge University
Press, 1999, págs. 330-331.
5
compartida de que eran enemigos, lo que ayudó a constituir sus identidades e
intereses en cualquier situación dada y por tanto, actuaban alternadamente de
formas que confirmaron al “Otro” que eran una amenaza, reproduciendo así el
conflicto.11 Cuando la enemistad domina un sistema, aparece el modelo de la
relación “de guerra de todos contra todos”12, que es el que dominó la política
mundial durante la Guerra Fría.
En resumen, la Guerra Fría se desató cuando chocaron las ideas fundamentales
acerca cual orden doméstico e internacional dominaría la era de la Posguerra. Las
democracias occidentales percibieron una amenaza a sus valores fundamentales
como resultado de la "Sovietización" de Europa del este. Como consecuencia, el
sentido de comunidad creado entre las democracias occidentales durante la
Segunda Guerra Mundial fue consolidado por la amenaza soviética percibida,
fortaleciendo su pertenencia a la identidad colectiva liberal democrática. Para esta
identidad colectiva y sus opiniones sobre qué constituía un orden doméstico e
internacional “justo”, el comportamiento y el rechazo de Stalin a unirse al orden
liberal confirmaba que la Unión Soviética no podría ser de confiar.
La formación de la OTAN institucionalizó la comunidad transatlántica de seguridad
para hacer frente a dicha amenaza, expresó la identidad colectiva de las
democracias liberales y desarrolló nuevas prácticas de defensa colectiva. Además
de la OTAN, el desarrollo de la identidad liberal democrática occidental y la
concentración de poder en manos de Estados Unidos, facilitaron el diseño del nuevo
sistema político y económico internacional. La cooperación internacional entre los
países avanzados e industrializados fue mucho mayor luego de la Segunda Guerra
Mundial permitiendo que se crearan una serie de instituciones internacionales,
entendidas como “conjunto de reglas (formales e informales) persistentes y
conectadas, que prescriben papeles de conducta, restringen la actividad y
configuran expectativas”13. En el plano económico, los acuerdos de Bretón Woods,
el GATT, el FMI y la OMC, establecieron el marco para el sistema económico
internacional. Por su parte, el nuevo sistema político se organizó en torno de la
Organización de las Naciones Unidas y del sistema institucional internacional creado
en torno de ella. Al mismo tiempo, a nivel regional, se fueron formando zonas de
libre comercio y uniones aduaneras, que irán a encontrar en la Unión Europea su
forma más avanzada.
11
Alexander Wendt, Social Theory of International Politics, Cambridge, Cambridge University
Press, 1999, pág. 233.
12
Alexander Wendt, Social Theory of International Politics, Cambridge, Cambridge University
Press, 1999, pág. 328.
13
Robert O. Keohane; “Instituciones Internacionales y Poder Estatal”, GEL, 1993.
6
La
creación
de
estas
instituciones
internacionales
basadas
en
normas,
desempeñaron un profundo papel en la regulación del comportamiento de los
estados.
Para
el
constructivismo,
las
instituciones
no
sólo
“regulan”
el
comportamiento un estado sino que también “constituyen” las identidades del
estado y sus intereses. Una vez que una institución internacional está instalada, se
convierte en la cultura compartida de la sociedad internacional. Según señala
Wendt, “El conocimiento socialmente compartido desempeña un rol fundamental en
hacer interacciones relativamente predecibles a través del tiempo, generando
tendencias
homeostáticas
compartida
(cultura
que
estabilizan
occidental),
el
representó
orden
las
social”14.
normas
Esta
cultura
internacionales,
instituciones internacionales y reglas internacionales compartidas por diversos
estados a través la interacción de estado a estado y el aprendizaje social, que
incluyó criterios de conocimiento tales como el derecho internacional y los
mecanismos y prácticas internacionales. Es decir, la cultura se refiere al
conocimiento compartido construido socialmente. Asimismo, la cultura construye la
identidad
de
los
actores
estatales
construyendo
conceptos
compartidos
o
conocimiento. Los estados prueban entre ellos características de la identidad en el
proceso de interacción social, confirmando el límite del Yo y del Otro y de sus
respectivos intereses y construyendo normas de comportamiento.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la identidad colectiva construida por una
cultura positiva condujo a las relaciones internacionales positivas y cooperativas
(identidad colectiva occidental), mientras que la identidad colectiva construida por
una cultura negativa condujo a las relaciones negativas y hostiles (la Guerra Fría).
14
Alexander Wendt, “Anarchy is What States Make of it: The Social Construction of Power
Politics,” International Organization, Vol. 46, No. 2, 1992, pág.187.
7
La identidad Occidental y Medio Oriente durante la Guerra Fría
Durante la Guerra Fría, la identidad colectiva liberal democrática se ha ido
ampliando, incorporando aquellas naciones en las cuales los Estados Unidos han
promovido
la
democratización
(Japón,
Grecia,
Filipinas,
Tailandia,
Taiwán,
Nicaragua, Haití, entre otras). Desde mediados de los años setenta, el sistema
democrático ha ido avanzando en diferentes regiones, Europa meridional (Grecia,
Portugal y España), América latina en los años 80´ y, posteriormente, el sur de
Asia oriental y África. Asimismo, la derrota del comunismo en 1989 mostró la teoría
del dominó funcionar a la inversa haciendo que, paulatinamente, los países del este
que eran liberados del dominio Soviético fueran adoptando el sistema democrático.
En este sentido, podría decirse que la extensión de la democracia en Europa del
este y en Rusia simboliza, más que cualquier otra cosa, la victoria de la democracia
occidental y del sistema de libre mercado capitalista. No obstante el proceso
descrito, la democracia no alcanzó a los países de Medio Oriente.
Si bien durante la Guerra Fría los Estados Unidos han apoyado los procesos de
democratización
en
algunos
países
también
han
promovido,
en
otros,
el
mantenimiento en el poder de aquellos regímenes autoritarios que demostraban
enajenación
contra
el
comunismo.
Asimismo,
han
realizado
numerosas
intervenciones militares, ya sea para mantener o bien para crear estos tipos de
régimen (Guatemala en 1954, Líbano en 1958, Haití en 1959, Chile entre 1964 y
1973, Vietnam entre 1963 y 1973, Nicaragua 1981, entre otras).
Desde 1989, Estados Unidos se libró de la presión estructural que limitó su
comportamiento durante la Guerra Fría respecto de la promoción de la democracia,
substituyendo la doctrina de la contención por la democratización.
Los Estados Unidos se sintieron más confidentes en promover la democracia en
países en vías de desarrollo sin el riesgo que la misma trajera a grupos radicales al
poder. En general, los Estados Unidos comenzaron a brindar apoyo a la
democratización cuando estuvo claro que los dictadores locales que le eran leales,
ya no podían soportar la presión interna por las reformas políticas y que estas
reformas no eran impulsadas por grupos marxistas.
En Medio Oriente, a pesar del cambio estructural experimentado luego del fin de la
Guerra
Fría,
las
administraciones
norteamericanas
percibieron
que
la
democratización de la región seguía constituyendo una amenaza.
8
Luego de la Guerra Fría, los Estados Unidos siguieron prefiriendo cooperar con las
monarquías y otros dictadores de Medio Oriente ya que, en virtud de la asociación
entre cultura islámica y fundamentalismo, la democracia no podría ni debería ser
promovida. La dudas americanas en promover la democracia en Medio Oriente se
basaron en su percepción cultural que asume que la democratización traerá al
poder
a
grupos
fundamentalistas
islámicos
que
minarán
los
intereses
norteamericanos y que podrían incluso unir el mundo islámico en un imperio
islámico que emergería como el desafío principal de Occidente.
El constructivismo sostiene que la realidad esta socialmente construida, el mundo
real es una reflexión del modo en que pensamos acerca de él. En este sentido, la
comprensión norteamericana del peligro de la democracia en la cultura islámica
dado el componente fundamentalista, no ha sido un efecto sino una causa
importante para la carencia de la democratización en Medio Oriente.
La percepción occidental de la cultura islámica no ha sido formada simplemente por
estímulos externos, tales como la revolución en Irán, sino que se basa en
elementos más profundos de rechazo de la cultura islámica, no debido a lo qué los
musulmanes hacen sino, fundamentalmente, debido a quienes son. De esta forma,
la visión occidental de los musulmanes ha ido formando la política exterior de
Estados Unidos en Medio Oriente y ha condicionado su democratización.
El fundamentalismo islámico se percibe en occidente como la amenaza primaria
para la estabilidad de Medio Oriente y, por lo tanto, como un elemento de
desestabilización en el mundo dados los vitales intereses económicos y estratégicos
occidentales en la región.
Como ha señalado Samuel Huntington15, el conflicto del siglo XX entre la
democracia liberal y el marxismo-leninismo es sólo un fenómeno histórico fugaz y
superficial comparado con la relación continuada y profundamente conflictiva entre
el Islam y el cristianismo. Cada uno de ellos ha sido el “Otro” del “Otro”.
Los
esfuerzos
simultáneos
de
Occidente
por
universalizar
sus
valores
e
instituciones, mantener su superioridad militar y económica e intervenir en
conflictos en el mundo musulmán generan un profundo resentimiento entre los
musulmanes. Como resultado, desde aproximadamente los años 60´, los símbolos,
15
Samuel P. Huntington, El Choque de Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial,
Paidós, 1997.
9
creencias, practicas, instituciones y organizaciones islámicas cobraron un interés y
un apoyo cada vez mayores y el slogan “Islam huwa’l-hall” (“el Islam es la
solución”) se ha vuelto cada más popular entre los árabes y las masas
musulmanas.
Huntington afirma que esta llevándose a cabo un Resurgimiento Islámico, el cual
seria la última fase del reajuste de la civilización islámica ante Occidente, un
esfuerzo por encontrar la solución, no en ideologías occidentales, sino en el Islam.
Este Resurgimiento encarna la aceptación de la modernidad, el rechazo a la cultura
occidental y el renovado interés por el Islam como la guía cultural, religiosa, social
y política para la vida en el mundo moderno. El Resurgimiento islámico es el
esfuerzo de los musulmanes por alcanzar esta meta. Es un amplio movimiento
intelectual, cultural, social y político extendido por todo el mundo islámico. Es
además una reacción ante la influencia de Occidente. Habiéndoles fallado las
soluciones occidentales, los musulmanes sintieron la necesidad de volver a sus
raíces y de confiar en que las ideas, prácticas e instituciones islámicas proporcionen
el rumbo y el motor de la modernización. Este alejamiento respecto a Occidente se
vio incrementado aun más por una interacción cada vez más intensa con Occidente,
que ha hecho patentes las diferencias en valores e instituciones entre las dos
civilizaciones.
Desde los años setenta, ha existido una tendencia antioccidental bastante
constante, marcada por el nacimiento del fundamentalismo, los cambios en el
poder dentro de los países musulmanes, de gobiernos más prooccidentales a más
antioccidentales, la declaración de una cuasi guerra entre algunos grupos islámicos
y Occidente y el debilitamiento de los vínculos de seguridad de la Guerra Fría que
existían entre algunos Estados musulmanes y los Estados Unidos.
El creciente antioccidentalismo musulmán ha ido paralelo a la inquietud occidental
cada vez mayor por la amenaza islámica que supone particularmente el
fundamentalismo islámico. El Islam es considerado fuente de proliferación nuclear y
de terrorismo.
Aún antes del 11-S, el terrorismo era percibido con el terrorismo Islámico. Como el
terrorismo es automática y naturalmente tratado como sinónimo con el terrorismo
Islámico, en el mundo musulmán está constantemente ganando terreno la
convicción de que la meta real de la guerra global no es derrotar al terrorismo sino
que la agenda oculta es en contra del Islam y contra el mundo musulmán.
10
La convicción creciente de que el Islam está enfrentando una amenaza de muerte
por el arrollador poder militar occidental ha tenido muchas repercusiones. Los
terroristas encuentran admiración entre la población musulmana porque ellos esta
listos para sacrificar sus vidas en virtud de lo que cada vez más y más musulmanes
perciben como una amenaza de muerte a su religión. Por lo tanto, los últimos años
han sido testigos de ansiedades crecientes, prejuicios negativos y agresiones contra
el otro desde ambas partes, tanto desde el mundo musulmán como desde
Occidente. Para ambos la cultura del “Otro” es vista como irreconciliable con la
cultura propia y por lo tanto, constituye una seria amenaza a la seguridad de cada
uno.
11
El Fin de la Guerra Fría y la crisis de identidad Norteamericana: Hacia
nuevas amenazas
Para entender el fin de la Guerra Fría utilizaré la explicación de Alexander Wendt
sobre el proceso de cambio de roles emprendido por la Unión Soviética que
desembocó en el fin de las relaciones conflictivas de la Guerra Fría.
Wendt argumenta que los actores poseen la capacidad de planificar concientemente
y transformar sus roles en el sistema internacional. El cambio de rol, no obstante,
posee dos precondiciones. La primera, es que debe haber una razón para pensarse
asimismo en nuevos términos. La segunda, es que los costos esperados por un
cambio de rol internacional no sean mayores que las recompensas. Cuando se dan
estas condiciones, los actores pueden emprender la autorreflexión y las prácticas
diseñadas específicamente para transformar sus identidades y sus intereses y, así
“cambiar los juegos” en los que estaban implicados. La política de “Nueva Manera
de Pensar” de Mijail Gorbachov de fines de los años 80 explica como la Unión
Soviética logró transformar un sistema de seguridad competitiva en uno de
seguridad cooperativa que puso fin al enfrentamiento de la Guerra Fría. Wendt
identifica diferentes etapas en la cuales se dieron estos cambios:
“La primera etapa de la transformación internacional es la crisis del
consenso sobre los compromisos identitarios. En el caso soviético, los
compromisos identitarios se centraban en la teoría leninista sobre el
imperialismo, que afirma que las relaciones entre estados capitalistas y
socialistas son conflictivas en sí mismas, y en las alianzas que esta creencia
generaba. En los años ochenta, el consenso dentro de la Unión Soviética se
rompió por varias razones entre las que destacan lo que parece haber sido
la incapacidad del estado en seguir el desafío económico-tecnológico y
militar de Occidente, la perdida de legitimidad interna del gobierno y la
promesa de Occidente de no invadir la Unión Soviética, una promesa que
redujo los costes externos del cambio de rol.
La ruptura del consenso hizo posible la segunda etapa consistente en el
examen crítico de viejas ideas sobre el yo y el otro y, por extensión, de las
estructuras de interacción en las que se basaban estas ideas. El resultado de
esta crítica debería ser la identificación de “posibles yoes” nuevos y nuevas
aspiraciones. La “Nueva Manera de Pensar” encarna esta teorización crítica.
Gorbachov quiere liberar a la Unión Soviética de la lógica social coercitiva de
la guerra fría y emprender junto a Occidente una cooperación de largo
12
alcance. Con este propósito, rechaza la creencia leninista sobre el conflicto
de intereses inherente a la relación entre estados socialistas y capitalistas y,
lo que quizás sea más importante, reconoce el papel crucial que las
prácticas agresivas soviéticas jugaron en este conflicto.
Este replanteamiento facilita el comienzo de una tercera etapa con
prácticas nuevas. En la mayoría de los casos, no basta con replantearse las
ideas sobre el yo y el otro, ya que las identidades antiguas han sido
sostenidas por sistemas de interacción con otros actores, cuyas prácticas
continúan siendo un hecho social para el agente transformador. Por eso, a
menudo, para poder cambiar el yo es necesario cambiar las identidades y
los intereses de los otros que ayudan a mantener esos sistemas de
interacción. El medio para inducir este cambio es la propia práctica, y, en
concreto, la práctica del “altercasting” − una técnica de control entre
actores en la que ego utiliza técnicas de autopresentación y de control del
escenario intentando encuadrar las definiciones de alter de las situaciones
sociales, de tal modo que va creando el papel que ego desea que alter
represente. De hecho, con esta práctica, ego intenta inducir a alter a
adoptar una nueva identidad (y por lo tanto, a unir a alter al esfuerzo de
ego por cambiarse a sí mismo) tratando a alter como si ya tuviese esa
identidad. La lógica que se deduce de esto sigue la teoría del espejo de la
formación de identidades, en la que la identidad de alter es un reflejo de las
prácticas de ego; si se cambian estas prácticas, ego comienza a cambiar la
concepción de sí mismo que tiene alter. La forma más rápida de conseguirlo
es llevando a cabo iniciativas unilaterales y autoimponiéndose compromisos
de tal magnitud que el otro estado “no pueda rechazar la oferta”. Gorbachov
ha tratado de hacer esto, por ejemplo, retirándose de Afganistán y de
Europa del Este, implementando cortes asimétricos en las fuerzas nucleares
y convencionales. Además, ha sido muy hábil adjudicando a Occidente la
obligación moral de ayudar a la Unión Soviética, enfatizando el destino
común de la Unión Soviética y Occidente e indicando que la posibilidad de
seguir avanzando en las relaciones Este-Oeste está ligada a la asunción por
parte de Occidente de la identidad que se le estaba proyectando. Estas
acciones
son dimensiones del altercasting, cuya intención es hacer
desaparecer cualquier “excusa” occidental para desconfiar de la Unión
Soviética; lo que, según Gorbachov, ha ayudado a mantener identidades
competitivas en el pasado.
Aun así, para que la práctica estratégica crítica pueda transformar las
identidades competitivas, debe ser “recompensada” por alter que así,
13
animará a ego a emprender nuevas prácticas. Con el paso del tiempo, se
institucionalizará una identificación positiva en lugar de una negativa entre
la seguridad del yo y la seguridad del otro, y así se proporcionarán unas
bases intersubjetivas firmes para lo que inicialmente era un intento de
compromiso con una nueva identidad y unos nuevos intereses.”16
En resumen, la distribución de poder siempre afecta a los cálculos de los Estados
pero, como lo hace, depende de los entendimientos intersubjetivos y las
expectativas en la “distribución de conocimiento” que constituye sus concepciones
del Yo y del Otro. Si Estados Unidos y la Unión Soviética deciden que ya no son
más enemigos, “La Guerra Fría termina”. Son los significados colectivos los que
construyen las estructuras que organizan nuestras acciones.
Las estructuras sociales existen, no en la mente de los actores ni en las
capacidades materiales sino en las prácticas. La Guerra Fría fue una estructura de
conocimiento compartido que gobernó las relaciones de los grandes poderes y que
terminó en el momento en que ambos dejaron de actuar sobre esta base.
La estructura doméstica soviética y los valores promovidos por el comunismo eran
extraños para la comunidad liberal occidental, resultando en una percepción de
amenaza de la Unión Soviética como un enemigo potencial. La democratización del
sistema soviético iniciado por Mijail Gorbachov y continuado por Boris Yeltsin
comenzó a terminar la Guerra Fría para los ojos occidentales alterando la
percepción del sistema soviético como el “Otro”.
La revolución de Gorbachov
consistió sobre todo en abrazar los valores liberales occidentales. Mientras que el
"Glasnost" introdujo publicidad en el sistema político soviético, la "Perestroika" lo
democratizó. En respuesta, la percepción occidental de la amenaza soviética fue
disminuyendo gradualmente.
Como había afirmado anteriormente, las identidades son la base de los intereses.
Los actores no tienen una “agenda” de intereses que transportan consigo
independientemente del contexto social en el que estén, los actores definen sus
intereses dentro del mismo proceso en el que se definen las situaciones17. No
obstante, sin las atribuciones de amenaza y hostilidad mutua de la Guerra Fría para
respaldar la definición de sus identidades, Estados Unidos y la antigua Unión
16
Alexander Wendt, “Anarchy is What States M ake of it: The Social Construction of Power
Politics,” International Organization, Vol. 46, Nro. 2, 1992, págs. 391-425.
17
Acerca de la idea "agenda de intereses”, véase Barry Hindess, Political Choice and Social
Structure, Edward Elgar, Aldershot, U.K., 1989, págs. 2 y 3.
14
Soviética experimentaron una crisis de acerca de cuáles deberían ser sus
“intereses”.
Muchos intereses de la seguridad nacional dependen de una construcción particular
de la identidad de uno mismo en relación con la identidad concebida de los otros.
Los actores no puede decidir a menudo cuáles son sus intereses hasta que saben
que están representando – “quiénes son” - que a su vez depende de sus relaciones
sociales. Como afirma Juan Tokatlian, “La construcción del enemigo ha sido vital
para la formulación de la política exterior de los Estados Unidos durante buena
parte del siglo XX, y ha sido una construcción fundamental para que Estados
Unidos tuviera una política consistente. Cuando careció de enemigos, se dispersó y
tuvo políticas erráticas”18.
Esto explica la ambigüedad en la definición de los intereses nacionales de Estados
Unidos después de la Guerra Fría. El derrumbamiento del imperio soviético como el
"Otro" dominante ocasionó una inestabilidad en la concepción acerca de sí mismo
de los Estados Unidos. Correspondientemente, el cambio en la identidad precipitó
un cambio substancial en los intereses que formaron la política de la seguridad
norteamericana. La redefinición de la identidad soviética, y de la relación de
Estados Unidos-Unión Soviética, precipitó nuevas representaciones del Yo y de los
Otros, diferentes de las resultantes del “Dilema de Seguridad” entre
Este-Oeste
formado luego de la Segunda Guerra Mundial.
Del lado Occidental la respuesta inicial ante el desafío creado por la crisis de
identidad fue la creación por parte del presidente George Bush padre, del “Nuevo
Orden Mundial”, el cual estaría fundado en el respeto de las leyes y las
instituciones, tales como Naciones Unidas. Este enfoque multilateralista de la
política mundial se "internalizó" como parte constitutiva de las identidades de
muchos estados, los cuales desarrollaron un interés en participar y promoverlo.
Esta nueva identidad norteamericana fue complementándose fundamentalmente
por
dos
importante
consecuencias
que
trajo
consigo
el
hundimiento
del
comunismo:
- Por un lado, reforzó en Occidente la opinión de que su ideología, el liberalismo
democrático, había triunfado a escala mundial y que, por tanto, era universalmente
18
Juan Tokatlian, “No debemos buscar rivales, sino socios” artículo en del diario La Nación
del 10/12/05 disponible en:
http://www.lanacion.com.ar/EdicionImpresa/politica/nota.asp?nota_id=763535.
15
válida. Como afirma Huntington, “el hundimiento de la Unión Soviética generó en
Occidente, particularmente en los Estados Unidos, la creencia de que estaba en
marcha una revolución democrática a escala mundial y de que en un plazo breve de
tiempo las ideas occidentales sobre derechos humanos y las formas occidentales de
democracia política prevalecerían en todo el mundo. Promover esta difusión de la
democracia se convirtió, por tanto, en un objetivo con prioridad absoluta para los
occidentales, Esto lo confirmó el gobierno de Bush cuando el secretario de Estado
James Baker declaró en abril de 1990 que “Tras la contención viene la democracia”
y que, para el mundo de posguerra fría, “el presidente Bush ha determinado que
nuestra nueva misión sea la promoción y consolidación de la democracia”19.
Por otra parte, el fin de la Guerra Fría incrementó las referencias y la preocupación
por la existencia de “nuevas amenazas”, encarnadas por problemáticas tales como
el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado. En regiones como Medio
Oriente, los riesgos a la estabilidad internacional derivaban de la presencia de
“Estados fuera de la Ley” o “Villanos” dotados de armas no convencionales y lazos
con redes del terrorismo internacional. Esta combinación pasó a ser el centro de la
preocupación de los Estados Unidos.
Habiendo quedado fuera de la escena internacional la percepción del enemigo
común que encarnaba la Unión Soviética entre Occidente y el Islam, ambos se
convirtieron en la principal amenaza a la vista del otro. Pareciera ser que la imagen
del Viejo enemigo de la Guerra Fría hubiese sido simplemente adaptada para
conceptualizar los nuevos enemigos del mundo globalizado, y como si la palabra
“Soviético” hubiese sido simplemente reemplazada por el término “Islámico”. No
obstante, como señala Wendt, “Los dilemas de Seguridad no son actos de Dios: son
efectos de prácticas. La historia importa”20. En este sentido, los antecedentes
conflictivos entre ambas culturas descriptos en el capítulo anterior, el llamado
“Resurgimiento Islámico”, la aparición de la amenaza fundamentalista y las
tendencias
antioccidentales
de
las
sociedades
islámicas
sumadas
al
comportamiento revisionista de Irak en Medio Oriente, contribuyeron a crear la
imagen del “Otro” sobre una cultura negativa de conflicto, la cual tendría su primer
enfrentamiento en la Guerra del Golfo Pérsico iniciada tras la invasión Iraquí a
Kuwait el 2 de agosto de 1990.
19
Samuel P. Huntington, “El Choque de Civilizaciones y la reconfiguración del orden
mundial”, Paidós, 1997, pág. 217.
20
Alexander Wendt, Constructing International Politics, International Security, Center for
Science and International Affairs, Harvard University, Vol. 20, Nro. 1, 1995, pág. 77.
16
Para Wendt, los estados van a la guerra por una profecía autocumplidora, y esto es
debido a que los que los estados se hacen los unos a los otros afecta la estructura
social de la cual forman parte, por la lógica de la reciprocidad. Si uno militariza, los
otros se sentirán amenazados y se armaran a sí mismos, creando un dilema de
seguridad en términos en los cuales se definirán identidades e intereses egoístas.
La habilidad de los estados revisionistas para crear una guerra de todos contra
todos depende de la estructura de conocimiento compartido al cual pertenezcan. Si
interacciones
pasadas
han
creado
una estructura
en
el
cual
los
estados
statuquoistas confían e identifican los unos con los otros, los estados predadores es
más probable que tengan que enfrentar respuestas de seguridad colectivas como
en la Guerra del Golfo.
La invasión iraquí a Kuwait violaba las normas de derecho internacional que la
comunidad occidental había construido durante la Guerra Fría y desafiaba el
enfoque pacífico del “Nuevo Orden Mundial”, activándose en consecuencia los
mecanismos multilaterales de respuesta ante la agresión externa. Precisamente, en
oposición de la invasión Iraquí, George Bush padre buscó las justificaciones para
apoyar la acción militar apelando principalmente a la Carta de Naciones Unidas,
particularmente a los artículos sobre el derecho fundamental de la soberanía
nacional y de defensa contra la agresión.
En la respuesta ofrecida por las democracias occidentales a la invasión a Irak,
formó parte un nuevo integrante que se encontraba en ese momento en pleno
proceso de cambio de rol en el escenario internacional, la Unión Soviética. De
hecho, lo que finalmente persuadió a George Bush padre que los cambios en las
prácticas de Gorbachov eran verdaderos fue la reacción soviética a la invasión de
Irak de Kuwait. La Unión Soviética respaldó las resoluciones del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas previstas para inducir el retiro de Irak, apoyo la
oferta de Estados Unidos para un embargo de armas (siendo la Unión Soviética un
proveedor importante de armas a Irak) y apoyó el embargo comercial total, con un
bloqueo naval de los buques petróleros iraquíes. Como Irak, a pesar de estas
medidas, seguía rechazando retirar sus fuerzas de Kuwait, el Consejo de Seguridad
publicó la resolución 678 que autorizaba el uso de “todos los medios necesarios”
para detener la invasión
Iraquí, un claro eufemismo para el uso de la fuerza
militar. Se dio a Irak hasta el 15 de enero de 1991 para retirarse. La Unión
Soviética se unió a los otros tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad
que votaron a favor de la resolución -los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia mientras que China se abstuvo.
17
La Operación Tormenta del Desierto - la primera guerra contra Irak - comenzó el
16 enero de 1991, el día después de la expiración de la resolución del Consejo de la
Seguridad. Treinta y tres países participaron de la guerra, pero los Estados Unidos
dominaron claramente la campaña militar, la cual finalizó el 28 de febrero de 1991
con la rendición Iraquí.
El fin de la Guerra del Golfo Pérsico se suponía que terminaría con el conflicto entre
Irak y la coalición liderada por Estados Unidos. No obstante, Tormenta del Desierto
fue sólo el comienzo. En los años que siguieron a la Guerra del Golfo, Estados
Unidos y sus aliados usaron repetidamente la fuerza limitada contra Irak,
mantuvieron fuertes sanciones, condujeron inspecciones sobre las armas de
destrucción masiva Iraquíes y apoyaron a la oposición Anti-Saddam.
En general, los Estados del Golfo y Turquía soportaron la línea dura contra Irak,
pero en varias oportunidades criticaron y se opusieron a elementos claves de la
política de Estados Unidos como las sanciones o los ataques militares. En cuanto a
los grandes poderes, sólo Gran Bretaña estuvo sólidamente detrás de Estados
Unidos. Francia, Rusia y China criticaron la política de Estados Unidos, reclamando
que era inefectiva e injusta.
Durante este período Estados Unidos logró cumplir con uno de sus objetivos más
importantes: mantener a Irak contenido. Debido a la presencia militar de Estados
Unidos, las sanciones y otras medidas, Saddam no fue capaz de atacar a sus
vecinos u otros aliados de Estados Unidos. No obstante, los programas de
inspección de armas de destrucción masiva han tenido menos éxito y el objetivo
más ambicioso, remover a Saddam del poder y promover un régimen democrático
en Irak, ha fracasado.
Desde el Fin de la Guerra del Golfo, la relativa prioridad de las metas de Estados
Unidos en la región ha ido cambiado conforme al paso del tiempo respecto de las
preocupaciones acerca de las armas de destrucción masiva y un énfasis dado al
cambio de régimen en Bagdad que subieron en importancia respecto de las metas
de contención de Irak y la preservación de la estabilidad regional.
En cuanto a las armas de destrucción masiva, inicialmente se creyó que los ataques
conducidos como parte de Operación Tormenta del Desierto habían destruido gran
parte del arsenal de Irak. No obstante, Estados Unidos fue elevando el problema
casi al tope de sus prioridades.
18
El 4 de abril de 1991, los Naciones Unidas adoptaron la resolución 687, que
requería la destrucción de los programas de armas de destrucción masiva en Irak
como condición para concluir con las sanciones. Irak debía declarar sus armas
ilegales inmediatamente y destruirlas dentro de un año. En los años que siguieron,
las inspecciones de la UNSCOM (Comisión Especial de Naciones Unidas para
limitación de armas en Irak) ayudaron a reducir el arsenal de Irak destruyendo una
gama de los sistemas de armas y equipos de producción. Las inspecciones, sin
embargo, hicieron poco para solucionar el problema a largo plazo y obstaculizaron
ocasionalmente el uso de la fuerza eficaz contra Irak. En este sentido, Saddam fue
ganando con el tiempo la complicidad de funcionarios en las Naciones Unidas y su
ayuda tácita y ocasionalmente abierta de varios países occidentales (Francia, Rusia,
y China fueron altamente críticas de las inspecciones y el régimen de sanciones).
Otros elemento que ha ido erosionando la legitimidad de Estados Unidos en Irak
fueron las sanciones. Las sanciones fueron impuestas inicialmente como una táctica
de presión que seguía la invasión Iraquí de Kuwait. Una vez que la guerra del Golfo
terminó, la justificación para mantener las sanciones fue cambiada hacia los
programas de armas de destrucción masiva de Irak, aunque la opinión común era
en ese entonces que las sanciones continuarían mientras Saddam permanecía en el
poder. Bajo las restricciones, las Naciones Unidas debían aprobar las compras de
Irak, reduciendo la capacidad de Bagdad de obtener las armas o las tecnologías
relacionadas con sus programas de armas de destrucción masiva. No obstante, se
generó también alrededor de las sanciones una oposición considerable, ya que eran
consideradas por muchos países occidentales como crueles y sin sentido, y que
hacían poco para remover a Saddam del poder. Por su parte, debido a los efectos
de las sanciones en la economía iraquí pero también debido al sentimiento de
hostilidad hacia Occidente, muchos gobiernos árabes fueron tomando posturas
cada vez más críticas de las políticas de contención de Estados Unidos.
Los Estados Unidos intentaron preservar la alianza contra Irak durante la Guerra
del Golfo ya que varios elementos del núcleo de la contención y en contra de las
armas de destrucción masiva iraquíes, particularmente las sanciones y las
inspecciones de la ONU, dependían en buena medida de la ayuda internacional. Sin
la ayuda de otras fuerzas importantes, las sanciones tendrían poco o ningún
impacto.
Asimismo,
Washington
necesitaba
el
consenso
internacional
para
aumentar la legitimidad de sus políticas, ayudando a sostener el apoyo de los
estados regionales dominantes tales como Arabia Saudita y Turquía. Mantener una
19
alianza internacional, sin embargo, puso límites a la libertad de acción de Estados
Unidos.
Luego de la Guerra del Golfo, y con excepción de Gran Bretaña, los aliados han
tendido a ser más escépticos de la necesidad de utilizar la fuerza contra Irak. Los
aliados de Estados Unidos también han sido más críticos del impacto humanitario
de las sanciones, y varios estados renovaron sus lazos comerciales. Los Estados
Unidos también han intentado limitar el impacto de las sanciones económicas en
respuesta a la crítica de las líneas humanitarias. En este sentido, Washington apoyo
la resolución 986 del Consejo de la Seguridad de Naciones Unidas que permitió que
Irak vendiera Petróleo para comprar alimento, medicina, y otros artículos
humanitarios.
En cuanto a Saddam Hussein, con el fin de la Guerra del Golfo, los aliados
asumieron que la combinación de derrota militar y presión interna conduciría a su
caída en el poder, no obstante, al ver que no era suficiente, los Estados Unidos
utilizaron una variedad de instrumentos para forzarla. Por muchos años después de
la guerra del Golfo, Washington intentó fomentar un golpe en Bagdad y ha utilizado
los ataques militares para desacreditar a Saddam y debilitar las fuerzas de
protección del régimen. También esperaba que las sanciones fomentaran el
malestar popular desestabilizando el régimen. Por último, el instrumento más
importante para quitar a Saddam del poder que fue utilizado en años más recientes
por Estados Unidos ha sido el apoyo a la oposición de iraquí. No obstante estas
herramientas, la política de Estados Unidos para derrocar a Saddam Hussein
fracasaron y al momento de producirse los atentados del 11-S continuaba en el
poder.
20
El 11 de septiembre, la construcción del enemigo y la Guerra de Irak
El constructivismo mantiene que las normas sociales tales como la legitimidad
importan ya que forman y dirigen el comportamiento de los Estados de diferentes
maneras. Por tanto, el constructivismo investiga el contexto social construido de las
amenazas y sugiere que las identidades y las normas influencian cómo los intereses
(y las amenazas militares) son definidos. Entiende que no son sólo las acciones
racionales y las capacidades materiales de un estado son las que forman sus
intereses de seguridad y los introducen en el sistema internacional sino que
debemos ver en como las amenazas son construidas socialmente. En este sentido,
para analizar la Guerra de Irak es importante reflexionar en la forma en que
Saddam Hussein y sus armas de destrucción masiva fueron construidas como
amenazas a los Estados Unidos. ¿Qué cambio después de todo, entre el fin de la
primera Guerra del Golfo y la invasión del 2003? ¿Por qué las administraciones de
George Bush padre y de Bill Clinton creyeron que podrían prevenir que Saddam
Hussein adquiriera armas de destrucción masiva a través del régimen de sanciones
o disuadirlo de usar las mismas llegado el caso? ¿Y por qué el actual presidente
George Bush no creyó esto y trató de convencer a muchos otros de lo mismo? La
respuesta puede encontrarse en las palabras del propio Presidente Bush que en
respuesta a una acusación de que siempre había querido invadir Irak declaraba:
“Aantes del 11 de septiembre, estábamos discutiendo sanciones ingeniosas...
Luego del 11 de septiembre, la doctrina de la contención simplemente no sostiene
ningún agua... Mi visión se transformó dramáticamente luego del 11 de septiembre
porque ahora me doy cuenta que el mundo ha cambiado.”21
Para entender como la administración de George Bush ha construido la amenaza de
Irak luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre utilizaré el modelo
constructivista de Peter Kratochvíl22.
Según Kratochvíl, cada fenómeno que hace peligrar la identidad social del Yo, debe
ser percibido como amenazante. Las amenazas al Yo (amenazas a la “seguridad
nacional”) son básicamente descubiertas por el Yo social a través de la interacción
con los otros. El Yo social se esfuerza por crear un autoentendimiento positivo. Para
21
New York Times, 1 de febrero de 2003.
Peter Kratochvíl, The Balance of Threat Reconsidered: Construction of Threat in
Contemporary Russia, Instituto de Relaciones Internacionales – República Checa, Praga Paper presentado durante la quinta Conferencia Pan-Europea, Holanda, La Haya, del 9 al 11
de septiembre de 2004.
22
21
apoyar esta autoimagen, el Yo juega un número de roles a través de los cuales
interactúa con los otros. El Yo trata de mejorar su status modificando aquellos roles
que no son considerados satisfactorios para el Yo y enfatizan aquellos roles que son
percibidos como ventajosos. Si uno de los otros hace un movimiento que es
interpretado como no conforme con el rol identidad del Yo, tal acción es declarada
una amenaza.
Los ataques terroristas del 11-S confirmaron a Estados Unidos la amenaza a su
identidad que representaban los “Estados fuera de la Ley” o “Villanos” en Medio
Oriente, los cuales se presumía que estaban dotados de armas no convencionales y
que tenían vinculaciones con las redes terroristas internacionales que habían
perpetuado los atentados.
El 11 de septiembre llevó a la administración de George W. Bush a reconsiderar la
aceptación tradicional de las autocracias Árabes como socios útiles e involucrarse
más seriamente que ninguna otra administración con el tema de cómo Estados
Unidos puede promover la democracia en Medio Oriente.
Las declaraciones y acciones de la administración post 11-S han seguido dos líneas
distintas, una suave y otra dura. La línea dura buscó un cambio de régimen en
aquellos casos cuyos gobiernos son hostiles a los Estados Unidos. Las acciones
contra Saddam Hussein fueron principalmente motivadas contra las preocupaciones
de seguridad de los Estados Unidos pero también atraídas por la posibilidad de
crear una democracia en Irak y estimular la desestabilización (y posterior
democratización) de otros regímenes hostiles en la región, como Irán y Siria. La
línea más suave estuvo dirigida a los gobiernos árabes con quienes los Estados
Unidos tiene relaciones amistosas, teniendo Estados Unidos el rol de facilitador para
una transición gradual al sistema democrático en la región, a través de una
combinación de ayuda y presión diplomática. En este sentido, el 26 de febrero de
2003, Bush justificó la guerra que asomaba demandando: “El mundo tiene un
interés claro en la extensión de valores democráticos, porque las naciones estables
y libres no crían ideologías del asesinato. Animan la búsqueda pacífica de una vida
mejor... Un nuevo régimen en Irak serviría como ejemplo dramático e inspirante de
la libertad para otras naciones en la región... Por la resolución y el propósito de
América, y de nuestros amigos y aliados, haremos esto una edad de progreso y de
libertad. La gente libre fijará el curso de la historia, y la gente libre guardará la paz
del mundo”23.
23
George Bush, “Discursos del Presidente sobre el futuro de Irak” 26 de febrero de 2003,
Disponible en el sitio Web de la Casa Blanca en:
22
Según Kratochvíl, para averiguar cuán importante una amenaza puede ser, es
importante analizar tres factores: la percibida importancia del otro (¿hasta donde
influye la relación con el otro nuestra autopercepción?), el enemigo percibido
(percepción del intento de interrumpir una o más roles identidades), y el grado de
sedimentación del rol identidad.
La importancia percibida es claramente dependiente de la posición del rol específico
acerca del otro en la jerarquía de los roles identidades del Yo. En este sentido, el
conflicto continuado y sostenido en el tiempo que mantuvieron los Estados Unidos
contra el régimen de Saddam Hussein en Irak el cual fue descrito en el capítulo
anterior, señala claramente que la importancia del rol de promotor del liberalismo
democrático en Medio Oriente fue uno de los rasgos clave de los Estados Unidos
desde el fin de la Guerra Fría y la importancia de Irak para los norteamericanos fue
alta.
El enemigo percibido depende en cuanto el otro se ha desviado del camino deseado
por el Yo. Irak claramente constituía un caso que estaba fuertemente desviado del
modelo deseado para la región, como he explicado en el capítulo anterior, la
administración norteamericana había estado tratando de derrocar al régimen de
Saddam Hussein desde la Guerra del Golfo, no habiendo logrado los resultados
deseados finalmente logrados a través de la invasión del 2003.
Por último, el grado de sedimentación es también un fuerte impacto en la amenaza
percibida. Los roles identidades más sedimentados son más resistentes al cambio,
no importa si la situación del Yo fuese a mejorar o no. Si el otro desafía un rol
identidad profundamente sedimentado, su “naturaleza” causará una reacción
negativa del Yo. En este sentido, se ha analizado en el presente trabajo la identidad
liberal democrática norteamericana y su compromiso “civilizador” con el resto del
mundo, constituyendo el mismo un rol profundamente sedimentado. Por este
motivo, la permanencia en el poder de Saddam Hussein constituía un ataque y
abierto desafío a la naturaleza primordial de los norteamericanos. Para Kratochvíl,
cuando se produce este tipo de ataque desestabilizador del otro sobre la autopercepción, el Yo trata de afirmar su propia su propio rol identidad. Para ello, el yo
tiene un amplio rango de herramientas, la más pasiva es ser indiferente hacia el
otro, pero el Yo a veces adopta una posición más agresiva y puede hasta atacar
físicamente al otro para convencerlo de aceptar el rol identidad preferido por el Yo.
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2003/02/20030226-11.html.
23
El 6 de noviembre de 2003 en un discurso en el National Endowment for
Democracy (NED)24, el Presidente George Bush explicó cuál sería su respuesta ante
el desafío planteado por Medio Oriente: democratización de la región como primera
prioridad de la estrategia de Estados Unidos. Era el reacondicionamiento más
ambicioso de la política para la región desde el compromiso del Presidente
Eisenhower25 para defender a Medio Oriente contra el Comunismo Soviético.
Asimismo, el presidente Bush añadió durante otro párrafo del mismo discurso,
“Sesenta años de naciones occidentales excusando y acomodando la carencia de
libertad en Medio Oriente no hicieron nada para hacernos más seguros. A largo
plazo, la estabilidad no puede ser comprada a expensas de la libertad. Mientras que
Medio Oriente siga siendo un lugar en donde la libertad no prospere, seguirá siendo
un lugar de estancamiento, de resentimiento y de violencia lista para ser
exportada. Con la extensión de las armas que pueden producir daños catastróficos
a nuestro país y a nuestros amigos, sería imprudente aceptar el status quo. Por lo
tanto, los Estados Unidos han adoptado una nueva política, una estrategia de
libertad en Medio Oriente.”
El modelo de comportamiento del Yo puede ser simplemente resumido de la
siguiente manera: El Yo interactúa con el ambiente y esto causa la aparición de
otros diferentes con los cuales el Yo se compara, compite o coopera. El
consiguiente rol identidad es en algunos casos percibido positivamente por el Yo,
sin embargo en otros casos el Yo no está satisfecho e intenta un cambio del rol
identidad. No obstante como afirma Wendt,”Algunas veces hay situaciones que no
tienen precedentes en nuestra experiencia, y en estos casos, tenemos que
construir el significado y por lo tanto nuestros intereses, por analogía o inventarlos
desde cero.”26.
El 11 de Septiembre representó claramente una situación sin precedentes en la
historia norteamericana. Estados Unidos fue construyendo su significado a partir de
analogías (sobre la Guerra Fría y el sentimiento de temor ante el enemigo
24
George Bush, Discurso en el National Endowment for Democracy, 6 de noviembre de
2003. Disponible en el sitio Web:
http://www.ned.org/events/anniversary/oct1603-Bush.html.
25
La doctrina de Eisenhower, reflejaba las preocupaciones estratégicas de Estados Unidos
sobre Medio Oriente durante la Guerra Fría: mientras que los estados de Medio Oriente
cooperen con Estados Unidos, eviten el comunismo y los regímenes teocráticos más adelante
rechazados - por lo menos nominalmente, los Estados Unidos no harían caso de sus políticas
domésticas, y los apoyarían - vía ayuda exterior, tecnología militar y personal. Éste era el
status quo que caracterizó la política de Estados Unidos hacia el Oriente Medio.
26
Alexander Wendt, “Anarchy is What States Make of it: The Social Construction of Power
Politics,” International Organization, Vol. 46, Nro. 2, 1992, págs. 391-425.
24
soviético) y desde cero a partir del “nuevo” enemigo islámico asociado al
fundamentalismo. Sobre esta base, fue moldeando al enemigo, mediante discursos
y documentos oficiales que fueron producidos con posterioridad a los ataques del
11 de septiembre, parte de los cuales me propongo analizar a continuación. Es
importante destacar que el “discurso” utilizado en los documentos que serán
citados no contiene en su mayoría un lenguaje diplomático en el cual puedan
hallarse mensajes ocultos, por el contrario, se caracteriza por contener un lenguaje
claro y explícito sobre cuál es la auto-percepción norteamericana, que o quienes la
amenazan y quien es el Otro que Estados Unidos identifica negativamente como el
enemigo.
La misma noche de los ataques del 11 de septiembre, el presidente Bush se dirigió
a la nación declarando: "Los Estados Unidos buscarán y castigar a los responsables
de estos actos cobardes," agregando, "la resolución de nuestra gran nación está
siendo probada. Pero no cometan errores: Demostraremos al mundo que
pasaremos esta prueba”27
Desde el principio, entonces, fue claro que los Estados Unidos utilizarían la fuerza
para responder a los ataques, no obstante, dado que los responsables materiales
habían muerto, la pregunta era, ¿Contra quien? El 13 de septiembre de 2001, el
presidente Bush dio los primeros indicios al anunciar que, "los que ayudaron o
abrigaron a los terroristas serán castigados. La enormidad de su mal lo exige así."28
Al día siguiente, durante los Servicios Fúnebres Nacionales, Bush amplió la gama
de blancos potenciales declarando que, "nuestra responsabilidad en la historia está
clara: responder a estos ataques y librar al mundo de mal”29. Posteriormente, fue
más explícito en extender el objeto de la respuesta americana más allá de los
perpetradores inmediatos de los atentados al declarar, "después de todo, nuestra
27
“Discursos del Presidente durante su arribo a la Base Aérea de Barksdale” 11
Septiembre
de
2001,
Disponibleen
el
sitio
Web
de
la
Casa
Blanca
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2001/09/20010911.1-html.
28
“Discursos del Presidente durante el Día Nacional de la Plegaria y el Recuerdo por
víctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001”, 13 de septiembre
2001, Disponible en el sitio Web de la Casa Blanca en:
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2001/09/20010913-7.html.
29
“Discursos del Presidente durante el Día Nacional de la Plegaria y el Recuerdo por
víctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001”, 13 de septiembre
2001, Disponible en el sitio Web de la Casa Blanca en:
http://www.whitehouse.gov/news/releases/2001/09/20010913-7.html.
de
en
las
de
las
de
25
misión no es sólo con Osama Bin Laden y la organización Al Qaeda. Nuestra misión
es luchar terrorismo"30
Durante su discurso sobre el Estado de la Unión del 20 de septiembre, identificó a
los nuevos enemigos de Estados Unidos nombrando a Al Qaeda y al régimen
Talibán como los objetos de preocupación inmediata, he hizo algunas peticiones
muy específicas para este último a riesgo de enfrentar militarmente a los Estados
Unidos.31 Los Talibanes rechazaron estas demandas, y posteriormente los Estados
Unidos atacaron Afganistán removiéndolos del poder.
Como
los
enemigos
que
la
administración
norteamericana
había
definido
previamente eran más que estos dos grupos, el presidente Bush identificó a los
estados que abrigan o apoyan terrorismo como “regímenes hostiles” y en esta
dirección fue más lejos al declarar, “cada nación en cada región ahora tiene una
decisión a hacer” “o están con nosotros o están con los terroristas.”32 De esta
forma Bush describió la nueva guerra contra el terror como una guerra por el bien
de la humanidad, "Esto no es, sin embargo, la lucha de norteamérica solamente…
lo que está en juego no es sólo nuestra libertad. Ésta es la lucha del mundo, ésta
es la lucha de la civilización, ésta es la lucha de todos los que crean en el progreso,
el pluralismo, la tolerancia y la libertad"33. Con estas declaraciones el presidente
Bush transformó un ataque contra un país en un ataque contra la identidad
colectiva occidental, fomentando la diferenciación entre “nosotros” y los “Otros”.
Asimismo, dentro de estas descripciones enfrentadas entre la identidad colectiva
occidental y el enemigo que estaba tomando forma, fue interpolada información
sobre lo que haría exactamente Estados Unidos para ganar la guerra contra el
“terror”. La más importante fueron sus referencias de que el uso de la fuerza
militar era inminente y que la misma estaría dirigida contra el terrorismo. Por otra
parte, el presidente Bush prometió consolidar una coalición multilateral para
alcanzar
30
estos
objetivos,
que
estaría
unida
no
solamente
“Discursos del Presidente a los empleados del Pentágono”, 17
Disponible en el sitio Web de la Casa Blanca en:
http://whitehouse.gov/news/releases/2001/09/20010917-3.html.
31
George Bush, “Discursos del Presidente sobre el terrorismo
septiembre de 2001, Disponible en el sitio del New York Times en:
www.nytimes.com/2001/09/21/national/21BTEX.html.
32
George Bush, “Discursos del Presidente sobre el terrorismo
septiembre de 2001, Disponible en el sitio del New York Times en :
www.nytimes.com/2001/09/21/national/21BTEX.html.
33
George Bush, “Discursos del Presidente sobre el terrorismo
septiembre de 2001, Disponible en el sitio del New York Times en :
www.nytimes.com/2001/09/21/national/21BTEX.html.
por
conceptos
de septiembre de 2001,
en el Congreso” 21 de
en el Congreso” 21 de
en el Congreso” 21 de
26
compartidos sino también por la vulnerabilidad compartida frente la amenaza del
terrorismo. En este sentido, Estados Unidos enmarcó el conflicto contra el
terrorismo como un nuevo “Dilema de seguridad” que al igual que el enemigo
soviético durante la Guerra Fría, necesitaba de la comunidad occidental para ser
contenido. Por un lado estaban Al Qaeda y los otros “enemigos de la libertad”,
quienes tenían la meta de “rehacer el mundo y de imponer su creencia radical ante
la gente en todas partes”. Por otro lado estaban los Estados Unidos, con sus
propias ideas sobre cómo el mundo debía ser: “Mientras los Estados Unidos sean
determinados y fuertes, ésta no será una era del terror. Ésta será una era de la
libertad aquí y a través del mundo... En nuestra pena y cólera, hemos encontrado
nuestra misión y nuestro momento. La libertad y el miedo están en guerra. El
avance de la libertad humana, el gran logro de nuestro tiempo, ahora depende de
nosotros. Nuestra nación, esta generación, se levantará contra la amenaza oscura
de la violencia de nuestra gente y de nuestro futuro. Reuniremos el mundo en esta
causa por nuestros esfuerzos, por nuestro valor... La libertad y el miedo, la justicia
y la crueldad, han estado siempre en la guerra. Y sabemos que Dios no es neutral
entre ellas”34
Posteriormente, el presidente Bush incorporó dos dimensiones significativas.
La
primera es la asociación del “enemigo” con aquellos que desarrollen Armas de
Destrucción Masiva. Su primera referencia a esta amenaza fue mencionada en su
discurso ante las Naciones Unidas, el 9 de noviembre de 2001, “La civilización en sí
mismo, la civilización que nosotros compartimos, está amenazada”35.
El presidente Bush continuó refiriéndose a la centralidad de las Armas de
Destrucción Masivas en su agenda durante el año que siguió a los ataques
terroristas integrando a Irak normativamente y conceptualmente con esta
preocupación. Al respecto, durante su discurso de West Point del 1 de junio de
2002 declaró: “Hoy nuestros enemigos ven las armas de destrucción masivas como
una opción. Para los Estados canallas estas armas son herramientas de intimidación
y agresión militar contra sus vecinos. Estas armas pueden también permitir a estos
Estados intentar chantajear a los Estados Unidos y sus aliados para evitar nuestro
34
George Bush, “Discursos del Presidente sobre el terrorismo en el Congreso” 21 de
septiembre de 2001, Disponible en el sitio del New York Times en :
www.nytimes.com/2001/09/21/national/21BTEX.html.
35
George Bush, “Discursos del Presidente ante las Naciones Unidas” 10 de noviembre de
2001, Disponible en The Washington Post Online en:
www.washingtonpost.com/wp-srv/nation/specials/attacked/transcripts/bushtext_111001.
27
rechazo a su comportamiento agresivo. Tales estados ven estas armas como la
mejor forma de alcanzar la superioridad convencional de los Estados Unidos”36.
La segunda dimensión incorporada es el concepto de Guerra Preventiva, que
incrementó las bases sobre el objetivo de Irak. El lugar elegido para que el
presidente Bush explicara la articulación del análisis sobre la política de la guerra
preventiva fue nuevamente el discurso de West Point del 1 de junio de 2002: "no
podemos defender norteamérica esperando lo mejor... Si esperamos que las
amenazas se materialicen completamente, habremos esperado demasiado...
Debemos llevar la batalla al enemigo, interrumpir sus planes, y enfrentar las peores
amenazas antes de que ellas emerjan"37. Por otra parte, abogando por la violación
de una de las normas internacionales más fundamentales, la agresión externa,
mientras que simultáneamente evitaba la necesidad de la aprobación internacional,
Bush movió a los Estados Unidos hacia una postura unilateralista. Asimismo,
aclaraba que dado que los Estados Unidos representan los valores morales
universales, otros estados no debe mirar esta postura como peligrosa hacia ellos:
"porque la guerra contra el terror requerirá resolución y paciencia, también
requerirá un propósito moral firme. De esta manera nuestra lucha es similar a la
Guerra Fría... la claridad moral fue esencial para nuestra victoria en la Guerra Fría.
La verdad moral es la misma en cada cultura, en todo momento, y en cada lugar...
Estamos en un conflicto entre el bien y el mal, y Estados Unidos llamará al mal por
su nombre."38
Es importante destacar algunos párrafos de su discurso anual sobre el Estado de la
Unión de enero de 2002, en los cuales menciona específicamente a Irán, Irak, y
Corea del norte como el “eje del mal”, expresión que posee una reminiscencia con
las fuerzas del Eje de la Segunda Guerra Mundial y de la designación por el
presidente Reagan de la Unión Soviética como imperio del mal: [Nuestro objetivo]
es prevenir que regímenes que apoyan al terror amenacen a [Estados Unidos] o a
nuestros amigos y aliados con armas de destrucción masiva. Algunos de estos
regímenes han estado bastante callados desde el 11 de septiembre. Pero
conocemos su verdadera naturaleza. Corea del Norte es un régimen que se está
armando con misiles y armas de destrucción masiva mientras mata de hambre a
36
Disponible en el sitio Web de la Casa Blanca, National Strategy to Combat Weapons of
Mass Destruction, Diciembre de 2002.
37
“Discursos del Presidente durante el ejercicio de graduación de la Academia Militar”, 1 de
junio
de
2002,
Disponible
en
el
sitio
Web
de
la
Casa
Blanca
en:
http://www.whitehouse.gov.news/releases/2002/06/20020601-3.html.
38
“Discursos del Presidente durante el ejercicio de graduación de la Academia Militar”, 1 de
junio de 2002, Disponible en el sitio Web de la Casa Blanca en:
28
sus ciudadanos. Irán anda enérgicamente tras estas armas y exporta terror,
mientras que unos pocos que no han sido elegidos reprimen el deseo de libertad
del pueblo iraní.
Irak sigue haciendo alarde de su hostilidad hacia [Estados Unidos] y apoyando el
terror. El régimen iraquí ha conspirado para desarrollar ántrax, gas nervioso y
armas nucleares desde hace más de una década. Éste es un régimen que ya ha
utilizado gas venenoso para asesinar a miles de sus propios ciudadanos, dejando
cuerpos de madres apiñados sobre sus hijos muertos. Éste es un régimen que
aceptó las inspecciones internacionales y luego expulsó a los inspectores. Éste es
un régimen que tiene algo que ocultar al mundo civilizado. Estados como éstos, y
sus aliados terroristas, constituyen un eje del mal que se arma para amenazar la
paz del mundo.”39
En el mes de septiembre del 2002, el gobierno de los Estados Unidos presentó su
Estrategia de la Seguridad Nacional40(ESN), donde se explicitaba sistemáticamente
la visión de la administración para el lugar de Estados Unidos en el mundo. Cada
sección de la estrategia fue introducida como un extracto a partir de discursos
anteriores, algunos de los cuales he citado aquí. La ESN está dividida en nueve
secciones ordenadas de acuerdo a dos grandes temas. El primero es la seguridad,
el segundo la economía. El principal compromiso del gobierno, dice el informe, es
defender a la nación de sus enemigos. El segundo, expandir por el mundo la
democracia, el libre mercado, la lucha contra la corrupción y los derechos
humanos.
El objetivo explícito del ESN es hacer uso de la posición singular del poder
norteamericano para garantizar al mundo estabilidad, bienestar, paz y democracia.
La posición de los Estados Unidos sería mantenida mediante dos estrategias. La
primera es la de los ataques preventivos. Si desde Truman en adelante la política
exterior se basó en una contención agresiva desde hora se basaría en una acción
preventiva. La estrategia preventiva se centraría en la amenaza encarnada por el
terrorismo internacional y los denominados “Estados villanos” o “eje del mal”. La
Estrategia insistía que el derecho de Guerra Preventiva era la única política viable
para
ocuparse
de
los
Estados
Villanos
porque
eran
desestabilizadores
e
imprevisibles, diferentes al adversario anterior de Occidente, la Unión Soviética.
Además, dadas las características de esta era marcada por la amenaza del
http://www.whitehouse.gov.news/releases/2002/06/20020601-3.html.
39
George W. Bush, "Estado de la Unión", 29 de enero de 2002.
40
Disponible
en:
http://www.globalsecurity.org/military/library/policy/national/nss020920.htm
29
terrorismo global y la capacidad de la tecnología moderna, la Guerra Preventiva,
aplicaba e incluía
correctamente la acción preventiva dirigida, eliminando las
amenazas antes de que se vuelvan manifiestas.41
La segunda estrategia es la disuasión hacia potenciales adversarios. La Estrategia
de Seguridad Nacional contiene una explicación cuidadosa sobre cómo las Armas de
Destrucción Masivas y la Guerra Preventiva serían componentes centrales de la
visión más amplia de la política exterior de Estados Unidos. La Estrategia de
Seguridad Nacional unió las dos preocupaciones de una forma que argumentaba
claramente que el indicador primario de que donde los Estados Unidos se
encontrarían obligados a intervenir en un Estado sería el tipo de régimen que lo
gobierna. La preocupación inmediata estaba en "un número pequeño de estados
canallas, que en diferentes maneras comparten un numero de atributos” "Los
estados canallas patrocinan el terrorismo, no hacen caso del derecho internacional
y amenazan a sus vecinos… Se esfuerzan en adquirir Armas de destrucción Masiva
que utilizarán como amenazas… y …rechazan los valores humanos básicos y odian
a los Estados Unidos y todo lo que representa"42. Si lugar a dudas, Irak satisfacía
estos criterios.
Los rumores de las intenciones de la administración con respecto a Irak habían
estado circulando un tiempo antes del lanzamiento de la Estrategia de Seguridad
Nacional. El presidente Bush disipó formalmente estos rumores al confirmarlos
durante su discurso a las Naciones Unidas del 12 de septiembre de 2002, un día
después del primer aniversario del 11-S. En este discurso, Bush intentó argumentar
sistemáticamente que Irak estaba en violación de varias leyes internacionales y que
la comunidad del mundo debía responder a este desafío, “Con cada paso que el
régimen Iraquí da hacia obtener y desplegar las armas más terribles, nuestras
propias opciones para enfrentar el régimen se angostan. Si este régimen fuera a
proveer estas armas a sus aliados terroristas, entonces los ataques del septiembre
11 sería un preludio a horrores mucho mayores... Debemos elegir entre el mundo
del miedo y el mundo del progreso. No podemos hacer una pausa y no hacer nada
mientras que los peligros aumentan. Debemos pararnos por nuestra seguridad y
por los derechos y las esperanzas de la humanidad. Por herencia y por opción, los
Estados Unidos lo harán. Y, delegados de las Naciones Unidas, ustedes tienen el
poder de ser ese soporte también.”43 A partir del momento que Irak suplantó
41
George W. Bush, “Estrategia para la Seguridad Nacional”, págs. 11–12.
George W. Bush, “Estrategia para la Seguridad Nacional”, págs. 10.
43
George W. Bush, “Discurso de Bush ante las naciones Unidas sobre Irak” 12 de septiembre
de 2002, Disponible en New York Times Online en :
42
30
Afganistán como el foco de la administración y del discurso público, era obvio que
habría guerra.
En términos constructivistas, la relación que Estados Unidos planteaba con el “eje
del mal” que había estado definiendo, no sería una relación kantiana de amigos o
lockeana de rivales sino que sería una relación hobbesiana de enemigos o, aun más
aguda, de “hostilidad absoluta” (o sea el no reconocer en el “otro” ningún tipo de
legitimidad o capacidad de conciliación). Todo ello deriva en al menos tres hechos
fundamentales. El primero y más evidente es que Estados Unidos actuará como un
estado revisionista bajo el principio “eliminar o ser eliminado”. En esta lógica, la
diferencia entre seguridad ofensiva y defensiva se diluye ya que, como expresa la
ESN, “la mejor defensa es el ataque”: si lo que se busca es más seguridad los
estados pueden anexar territorios o invadir otros estados bajo pretextos defensivos
como luego sucedería con Irak. Segundo, las prácticas estarán orientadas siempre
al “peor escenario”. Bajo este esquema, poco importa la jugada del otro actor en
dirección cooperativa. Tercero, las capacidades materiales relativas serán de suma
importancia. Como afirma Wendt, la enemistad le otorga a las capacidades una
significado particular, el cual no se deriva ni de sus propiedades intrínsecas ni de la
anarquía como tal sino de la estructura del rol, en este caso de enemigos44. El
nuevo
enemigo
puede
provocar
grandes
daños
por
medio
de
estrategias
“asimétricas” como el terrorismo, por lo tanto, y conforme lo enunciado en la ESN,
los Estados Unidos no dudará en actuar unilateralmente para ejercer el derecho a la
auto-defensa.
http://www.nytimes.com/2002/09/12/politics/12AP-PTEX.html.
44
Alexander Wendt, “Anarchy is What States Make of it: The Social Construction of Power
Politics,” International Organization, Vol. 46, Nro. 2, 1992, págs. 391-425.
31
Conclusiones
A lo largo del trabajo hemos visto como la identidad liberal democrática
norteamericana se ha ido desarrollando desde el inicio de la Guerra Fría, creando
una serie de instituciones que a su vez han regulado y modificado dicha identidad.
Estas instituciones, que ha menudo han sido codificadas en reglas y normas
formales, son fundamentalmente relaciones relativamente estables que Estados
Unidos ha creado intersubjetivamente con el “Otro”. Durante la Guerra Fría, la
Unión Soviética ha representado este “Otro”
dejando, al final de la misma, un
vacío que fue llenado con la aparición del “nuevo” enemigo que constituía el Islam.
Como he señalado anteriormente, los ataques del 11 de septiembre representaron
una
situación
sin
precedentes
en
la
historia
norteamericana
a
la
cual,
paulatinamente, se fue dotando de significado. Este proceso de definición de la
amenaza fue llevado a cabo por Estados Unidos a través de un “acto social”,
entendido como un proceso de interpretación, comunicación y respuesta mediante
el cual se crea el conocimiento intersubjetivo. Por una parte, la interpretación y
comunicación
fue
realizada
principalmente,
a
través
del
discurso
oficial
norteamericano, parte del cual fue analizado en el último capítulo. Por otro lado, las
respuestas efectivas se tradujeron en los ataques a Afganistán y a Irak,
respectivamente.
Según Wendt un acto social, “crea expectativas de ambos lados acerca del
comportamiento futuro de cada uno, dado que es a través de la interacción donde
creamos las estructuras sociales en términos de la cuales definimos nuestras
identidades e intereses… La configuración social es construcción intersubjetiva“45.
La respuesta de Estados Unidos a los ataques del 11 de septiembre, la guerra de
Irak, ha creado con Medio Oriente un dilema de seguridad en el cual el aumento
unilateral de la seguridad de uno amenaza la seguridad de los “Otros”, perpetuando
la desconfianza y la alineación.46
En este sentido, la interpretación que Estados Unidos ha realizado del 11-S tendrá
consecuencias para su futura relación con la cultura islámica. De hecho, uno de los
principales argumentos del gobierno de George Bush para ir a la guerra fue
implantar la democracia en Irak, y, a partir de ella, en todo Medio Oriente. No
45
Alexander Wendt, “Anarchy is What States M ake of it: The Social Construction of Power
Politics,” International Organization, Vol. 46, Nro. 2, 1992, págs. 391-425.
46
Alexander Wendt, “Anarchy is What States M ake of it: The Social Construction of Power
Politics,” International Organization, Vol. 46, Nro. 2, 1992, págs. 391-425.
32
obstante, luego de la guerra todavía no se ha podido establecer un gobierno
estable en Irak y cuando finalmente sea establecido un orden será, posiblemente,
precario. Los iraquíes, principalmente chiitas, que representan 60% de la población
del país, han dejado en claro que no quieren un gobierno propuesto por Estados
Unidos y tampoco quieren un gobierno secular y modernizador como era el del
dictador Saddam Hussein. Quieren simplemente “un gobierno islámico”. Por otro
lado, dentro del dilema de seguridad creado por Estados Unidos, no es difícil prever
que pasará con el terrorismo islámico. Sólo aumentará. El presidente de Egipto,
Hosni Murabak, declaró en un discurso en el Cairo a fines de marzo de 200347, que
la guerra con Irak produciría “100 Ben Laden”. Tal vez se trate de una exageración
pero que apunta a una respuesta previsible dentro del ambiente amenazante
creado por Estados Unidos. Por más que el presidente norteamericano haya
afirmado que no era una guerra contra el Islam, los árabes y más generalmente los
musulmanes de todo mundo saben que la elección de Irak no está desligada de la
religión dominante en aquel país. El anti-americanismo está ganando argumentos
nuevos en la región (y en el resto del mundo) y Estados Unidos es cada vez más
percibido como una amenaza a la identidad islámica. En este sentido, luego de la
guerra de Irak, Estados Unidos se ha transformado en la mayor fuente de
inseguridad a nivel mundial. Al bombardear e invadir un pequeño enemigo que,
aunque gobernado por un dictador, no amenazaba más que a sus propios vecinos,
Estados Unidos cambiaron su rol en el mundo. El gran defensor mundial de la
democracia y de los derechos humanos se transformó en la mayor amenaza a esos
valores políticos fundamentales.
Más grave, sin embargo, para los intereses de Estados Unidos, es el hecho de que
con la guerra de Irak y más ampliamente con su política unilateral, el “Oeste” – la
gran comunidad democrática que surgió entre Estados Unidos y Europa después de
la Segunda Guerra Mundial – se ha deteriorado gravemente. Sólo Gran Bretaña,
entre las grandes potencias, se ha mantenido al lado de los Estados Unidos, aunque
reducida a la condición de auxiliar. La Alemania de Gerhard Schroeder junto con
Francia y Bélgica fueron las principales voces opuestas al conflicto. A estas se voces
se fueron sumando un sinnúmero de países que se opusieron a la guerra por
cuestiones éticas y políticas. Su opinión pública era decididamente contraria a la
invasión de Irak, aunque no tuvieran ninguna simpatía por el régimen allí
dominante. Los seis millones de personas que se reunieron para protestar el día 15
47
Extraído del artículo “Mubarak warns of '100 bin Ladens”, publicado en www.cnn.com, el
día 31/03/03.
33
de febrero de 2003, fueron una indicación clara de la oposición popular al conflicto
militar que se generó en la mayoría de las democracias occidentales.
Después de la Guerra de Irak, aunque el poder militar de Estados Unidos haya
aumentado, ha sufrido grandes costos en relación a los poderes de la política
internacional multilateral. Mientras Estados Unidos sufrían derrotas históricas en el
plan diplomático, Europa revelaba un enorme poder en deslegitimar la acción
norteamericana. Mientras Estados Unidos se imponía por la fuerza, perdían en el
campo de la negociación. Es difícil saber que pasará, pero parece seguro que, hasta
que Estados Unidos no vuelva a encauzarse por los canales institucionales,
tendremos un mundo más dividido y más inseguro que antes de la guerra. Por otra
parte, al haber dejado abierta la posibilidad de nuevas guerras preventivas dentro
del marco de la guerra contra el terror, Estados Unidos probablemente perderá
mucho del apoyo internacional que ha recibido desde el 11 de septiembre. Este
apoyo no debe ser subestimado dado que a pesar de la preponderancia militar de
Estados Unidos, su éxito en la guerra contra el terrorismo dependerá, en buena
medida, de la cooperación que obtenga en cuestiones de inteligencia, ayuda de los
gobiernos locales y coordinación de esfuerzos para rastrear flujos de información y
de redes financieras ilícitas.
De este cuadro poco optimista queda, sin embargo, un elemento positivo. Las
Naciones Unidas salieron fortalecidas de esta guerra. El hecho de que Estados
Unidos haya actuado sin la aprobación del Consejo de Seguridad no es demasiado
importante. Se sabe que las Naciones Unidas no tenían el poder para evitar que
Estados Unidos fuera a la guerra. Sin embargo, dos hechos han demostrado la
fortaleza de las instituciones, en este caso de las Naciones Unidas:
Por un lado, la importancia que los demás países y la opinión pública mundial
dieron a la aprobación del Consejo de Seguridad para la acción militar en Irak. Si
los Estados Unidos hubieran conseguido la aprobación, la guerra habría estado
jurídicamente legitimada, y hubiese tenido una parte mucho menor de la opinión
pública en contra.
Por otra parte, el gobierno de George Bush recurrió hasta último momento a las
instituciones en su búsqueda por legitimar sus acciones. El hecho de que los
Estados
Unidos
pasaran
tanto
tiempo
buscando
evidencias
de
Armas
de
Destrucción Masiva para presentar al Consejo de Seguridad y de esta forma
intentar convencerlo de que debían apoyar los ataques, demuestra el poder de las
34
normas de la cooperación internacional y la negociación, incluso en materia de
seguridad nacional. Si las instituciones no tuviesen poder y si el rol de las normas
en prescribir el comportamiento de los estados no tuviera ningún peso, ¿Por qué los
Estados Unidos se habrían tomado tantas molestias?
Una última cuestión es saber si el nuevo rol de la política norteamericana respecto
del Islam, su alejamiento de las instituciones internacionales y sus prácticas
unilateralistas son un fenómeno pasajero o se reproducirán creando una estructura
social en la cual cada estado vaya a definir sus intereses en términos de autoayuda. Una posible respuesta puede ser encontrada en
las palabras de Roberto
Russell para quien, “Estados Unidos tiene ante sí la siguiente disyuntiva: dominar el
orden internacional mediante la imposición de sus intereses y valores o utilizar su
enorme diferencial de poder para construir un orden que abra espacios de
participación efectiva a otros países del mundo… Es muy probable, que las
condiciones ambientales del orden internacional -por ejemplo, su alto grado de
institucionalización- y la naturaleza y dimensión de la lucha contra el terrorismo
favorezcan más una diplomacia multilateral coercitiva y una cierta prudencia ya que
acciones bélicas sin límites de tiempo y espacio no harían más que aumentar los
graves peligros y amenazas que ya nos azotan.” 48
48
Extraído del artículo “Imperio o hegemonía”, publicado en la edición electrónica de La
Nación del día 22/12/02.
35
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