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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN PLENARIA DE LAS COMISIONES DE SISTEMAS, MEDIOS DE
COMUNICACIÓN Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN, DE ASUNTOS
CONSTITUCIONALES, DE PRESUPUESTO Y HACIENDA Y DE INDUSTRIA Y
COMERCIO
Salón “Azul” — H. Senado de la Nación
2 de octubre de 2009
Presidencia del señor senador Jenefes
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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— En el Salón Azul del Palacio del H. Senado de la Nación a
las 10 y 18 del 2 de octubre de 2009, dice el:
Sr. Presidente (Jenefes). — Vamos a continuar con el plenario de las comisiones de
Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión; de Presupuesto y Hacienda; de
Asuntos Constitucionales y de Comercio e Industria.
Para el día de hoy se había citado, a las 9 y 30, a directivos del Grupo Clarín que
habían remitido una nota solicitando participar en este plenario de comisiones, pero he
recibido una nota que dice así: “Buenos Aires, 1° de octubre de 2009. Señor presidente,
Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión, senador Guillermo
Jenefes. Su despacho.
“De mi consideración: cumplo en dirigirme a usted en relación a la nota recibida hace
instantes...”, —se refiere al 1° de octubre, día de ayer— “...para participar mañana, viernes, a
las 9 y 30, de una reunión del plenario de comisiones en el Honorable Senado de la Nación
que analiza el proyecto de servicios de comunicación audiovisual, invitación surgida tras la
solicitud de nuestra compañía.
“Al respecto y visto el curso de los acontecimientos producidos esta tarde en ese
plenario en cuyo debate el oficialismo anticipó su decisión de firmar sin cambios el dictamen
del proyecto citado, resulta claro que nuestra presencia no se traducirá en una contribución
real al debate.
“Agradeciéndole su atención, lo saludo atentamente y quedo a su total disposición.
Jorge Rendo, director corporativo de Relaciones Externas”, con lo cual no teniendo la
presencia de los directivos del Grupo Clarín vamos a recibir a los otros invitados: el
licenciado Mariotto, interventor del Comité Federal de Radiodifusión y el señor Ceferino
Namuncurá en representación de la Comisión Nacional de Comunicaciones.
Doy por iniciado este plenario y quienes quieran formular alguna pregunta a los dos
funcionarios del Poder Ejecutivo las pueden efectuar, lamentando que no se encuentre
presente ningún senador de la oposición.
Tiene la palabra el señor senador Pichetto.
Sr. Pichetto. — Me parece importante clarificar un tema que no ha formado parte de la
discusión pública y del esclarecimiento ciudadano y tiene que ver con lo que plantea la ley en
términos de concentración audiovisual, cuál es el porcentaje que la ley está permitiendo
mantener a empresas que hoy están funcionando en el sistema. Es muy importante poder
comunicar este tema a la ciudadanía porque a lo largo de este debate y de esta discusión
hemos escuchado voces que harían pensar que esta ley producirá un desguace de todas las
empresas, dejará gente sin trabajo y, además, es una ley fuertemente discrecional. A mí me
parece, y esta es mi opinión personal, que los términos porcentuales del espacio
comunicacional que la ley prevé son razonables y acordes a países democráticos serios y me
gustaría mucho conocer su opinión sobre esta materia que yo la entiendo como central en la
discusión.
Para mí la ley tiene un núcleo vital en el ámbito del debate ciudadano, que hace al
tema de las posiciones dominantes, monopolios o concentración de los espacios de
comunicación. Este es un debate que en el mundo ya está superado, pero que en la Argentina
todavía está en discusión.
Me gustaría que el interventor del COMFER nos ampliara un poco son respecto a este
tema.
Sr. Mariotto. — Cómo no, senador. Agradezco la invitación.
Este es un momento muy importante que está viviendo la democracia argentina. Este
tiempo de debate que hemos transitado en el Senado ha sido un hecho relevante. No hay
antecedentes, en más de 25 años de democracia, de que hayamos tenido a los ejes de
comunicación en el centro de la escena política y de la reflexión para llegar en los mejores
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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términos a lograr que el Congreso sancione una ley de servicios de comunicación audiovisual
que reemplace a la ley de la dictadura militar con un texto que se ajusta a los preceptos
internacionales de los derechos humanos.
En cuanto a lo que usted consultaba respecto al monopolio, el artículo 12 de la
Declaración de Principios de Libertad de Expresión del Pacto de San José de Costa Rica hace
expresa mención a que monopolio u oligopolio atentan contra la libertad de expresión.
En la Argentina hemos conocido la censura en la dictadura militar. Una censura terrible
que mató, desapareció y silenció las voces de los ciudadanos. Era el Estado el que llevaba
adelante la represión, el asesinato, la tortura y el silencio. Recuperada la democracia en 1983,
dejó de existir la censura en los términos en que la conocimos durante la dictadura militar.
Pero hay otra forma de censura cuando en una misma área de cobertura, en una misma ciudad
o en una nación toda, alguien tiene la voz de todos o se queda con la voz que le corresponde al
resto. Si una misma sociedad comercial tiene la distribución de señales de cable; las señales
de cable posicionadas en los mejor lugares de la grilla en una producción que excede el
número de 10, por ejemplo; las radios FM; la radio AM; la televisión abierta, además del
diario, de la agencia de noticias y además de otras empresas que hacen a los resortes de la
economía. Si alguien tiene todo ese pool de empresas de comunicación por supuesto que tiene
una posición dominante en el mercado y por supuesto que instala la agenda; pero también
que por supuesto se queda con la voz que le correspondería al resto de los actores sociales:
ciudadanos y organizaciones sociales.
Y esto fue posible porque se da la paradoja de que es una nueva forma de censura,
distinta a aquella de la dictadura militar, pero es una forma de censura. Entonces, tenemos que
reflexionar: ¿quién nos defiende de este nuevo formato de censura? Un Estado que dicte leyes
que contemplen esos principios de libertad de expresión que planteaban las recomendaciones
del Pacto de San José de Costa Rica.
En este proyecto de ley hacemos referencia expresa a esta recomendación 12.
Entonces, se da esa paradoja : antes, el Estado en dictadura reprimía; y hoy un Estado de la
democracia, con leyes de la democracia, tiene que salir al cruce de esta nueva forma de
censura que se ha dado en nuestro país como producto de la falta de discusión con respecto a
estos ejes temáticos y con la vigencia de una ley de la dictadura que fue creada en aquellos
tiempos de censura y de represión –en 1980, recordemos- con los decretos de necesidad y
urgencia de la década del ´90, que convirtieron a ese espíritu restrictivo también en
monopólico y que permitieron que existan, entonces, monopolios y oligopolios en aquel
espíritu original de la represión de los ´80.
Este proyecto de ley establece principios generales para que no existan posiciones
dominantes en el mercado. Por supuesto que nadie cuestionó este diseño porque nos parece
natural y porque estamos acostumbrados a vivir en él, pero no resiste análisis cuando lo
cruzamos con la legislación internacional. Cuando lo cuestionamos aparecen los instrumentos
de descalificación, de estigmatización y de distorsión como si estuviésemos cuestionando
como producto de un capricho o de una disquisición intelectual determinada y no poniendo en
cuestión temas que las sociedades maduras en materia de libertad de expresión ya han
atravesado.
Entonces, se ponen en cuestión aspectos que los organismos internacionales de
derechos humanos y la legislación de Canadá, de Estados Unidos y los dictámenes del
Parlamento Europeo asisten en nuestro auxilio. Entonces, aquí surge la ironía de la libertad de
expresión: un Estado que reprimía y silenciaba en dictadura y otro Estado que, mediante un
debate racional, tiene que resolver este nuevo formato de censura a la que nos vemos
expuestos todos los ciudadanos y donde alguien se queda con voz de todos.
Por eso, nadie quiere cerrar voces, como se dice en las campañas de publicidad que
repican permanentemente desde los medios monopólicos; nadie quiere cerrar ninguna voz,
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queremos que haya nuevas voces, algo tan simple como eso. Queremos potenciar los
múltiples puntos de vista: que haya múltiples puntos de vista que puedan expresarse.
Vemos cómo, desde esas campañas de publicidad que repican permanentemente
defendiendo intereses que parecen naturales pero que no lo son y que no resisten los
cuestionamientos filosóficos e intelectuales, cuando repican defendiendo intereses
económicos profundos, propios y de sector lo hacen sabiendo que la discusión filosófica en el
mundo transita por otro carril. Y salen al cruce de ese repique organizaciones que han pasado
por este Senado, pero que no nacieron de un repollo. Son organizaciones que vienen operando
desde hace mucho tiempo. Y son organizaciones de empresas mediáticas que no han alzado la
voz reclamando una ley de la democracia. Son organizaciones que han convivido
cómplicemente con la ley de la dictadura y que han operado en 25 años de democracia
potenciando el silencio. Y cuando digo cómplicemente lo digo con los fundamentos que nos
dan las resoluciones del Comité Federal de Radiodifusión de la dictadura militar que estaba
conformado por un representante de cada Fuerza Armada, por un representante de los
Servicios de Inteligencia del Estado, por un representante de la Asociación de Teledifusoras
Argentinas y por un representante de la Asociación de Teledifusoras Privadas Argentinas.
Aquí está la compañera Hebe de Bonafini con toda la lucha de las Madres de Plaza de
Mayo, con toda su militancia y todo su coraje que da testimonio de esa lucha. Frente a esas
experiencias heroicas hubo instituciones cómplices; algunas han hecho replanteos acerca de
su actuación: las Fuerzas Armadas y la Iglesia, por ejemplo, han hecho replanteos acerca del
rol que jugaron en la dictadura militar. Pero no escuché nunca en 25 años de democracia
replanteos de ARPA ni de ATA; por supuesto que nunca reclamaron una nueva ley de
radiodifusión. Pero nunca escuché planteos acerca del rol cómplice que ocuparon durante la
dictadura militar.
Tengo en mi poder una resolución del 22 de enero de 1981 sobre una sanción que se le
aplica a una emisora como producto de una emisión del año 1980: “Considerando que LRA
18 Radio Nacional de Río Turbio el día 14 de octubre del año 1980, en el programa
Cancionero Nativo, difundió el cantable Juana Azurduy de Ariel Ramírez cuya emisión se
encuentra prohibida por Nota Circular N° 20 del COMFER del 77, el artículo 95 de la Ley
22285 mantiene la competencia de este organismo para dictar disposiciones reglamentarias
sobre la presentación del servicio por parte de las emisoras de radiodifusión, el COMFER
resuelve aplicar a LRA 18 Radio Nacional de Río Turbio de la ciudad de Río Turbio,
provincia de Santa Cruz, dependiente de la Dirección Nacional de Radiodifusión, un
apercibimiento por haber transgredido lo dispuesto en la nota circular en el programa
Cancionero Nativo al difundir el cantable Juana Azurduy de Ariel Ramírez”, seguramente
entonado por la gran artista Mercedes Sosa en aquel disco memorable Mujeres Argentinas.
Esta forma de censura está avalada por la firma de los representantes de ARPA y de ATA en
ese Comité Federal de Radiodifusión: el señor Rafael Peñaloza, directivo de ARPA, y el señor
Jorge Trigo, directivo de ATA.
Por eso, entiendo que 26 años de democracia tienen que traernos a la reflexión. Y
cuando escuchamos a representantes de organizaciones cómplices, que han firmado censura
en la Argentina, ponerle reparos a aspectos de la nueva ley no podemos ser ingenuos
suponiendo que esos reparos tienen que ver con construir una nueva reflexión, con enriquecer
el debate, sino con postergarlo definitivamente. No hay ningún interés por parte de estos
representantes, que no han hecho replanteos, de querer hacer algún aporte al debate. Nos están
tomando y nos quieren llevar como chicos para el colegio, ganando tiempo. Permanentemente
quieren ganar tiempo porque hay un solo objetivo que cambia de estrategia: que esta ley no se
trate; que esta ley no se discuta; que de esto no se hable; que siga la ley de la dictadura militar,
con las reformas de la década del ’90; que siga este diseño comunicacional en el país, que
nadie discutió. Por eso van cambiando de estrategia.
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Parece que los grupos monopólicos, junto con las organizaciones empresariales de
radio y de televisión, escribiesen las conductas que llevan adelante algunos representantes de
la oposición. La idea fue no llegar nunca, de acuerdo a su perspectiva, a aquel 18 de marzo,
cuando la presidenta de la Nación, con mucha valentía, con mucha responsabilidad cívica,
coraje y convicción, presentó la propuesta del proyecto de ley en el Teatro Argentino de La
Plata. Eso era impensado para las instituciones del establishment y para los medios con
condición monopólica en el mercado. Era impensado que un Poder Ejecutivo se
comprometiera de tal forma al presentar un proyecto con la vocación de que la sociedad
transite su discusión para enriquecerlo. La presidenta lo hizo. Y no lo mandó al Congreso
inmediatamente para que se vote, sino que le dio tránsito en foros múltiples de todo el país,
donde recibió el aporte y el enriquecimiento de miradas de distintos sectores; así logró que la
sociedad desentrañe de qué se estaba hablando cuando se discutía la nueva Ley de Servicios
de Comunicación Audiovisual.
Esa militancia, ese debate, esa instalación, junto con la profunda convicción de tener
un Ejecutivo que se compromete en sostener esa discusión, son los dos elementos que nos dan
base para estas charlas y estas reflexiones que estamos llevando adelante en el Congreso y que
tienen el protagonismo de los senadores y de los diputados; por suerte, todo eso se da en este
tiempo. Pero sin esa participación de la sociedad y sin ese compromiso del Poder Ejecutivo,
un proyecto de cambio de una ley de la dictadura por una ley de la democracia sólo quedaba
en una intención que, seguramente, iba a terminar en el cajón de algún escritorio. Se
necesitaba la participación de la sociedad y la convicción del Ejecutivo porque, si no,
quedábamos expuestos solamente a esas presiones que se repitieron durante 25 años en la
Argentina. Por eso nunca asistimos a los términos de este debate.
Entonces, el 18 de marzo se presentó el proyecto que se enriqueció en los foros. Para
entonces ya aparecieron las primeras manifestaciones, que tenían el mismo objetivo que
tienen hoy: que no se llegue a tratar en el Senado, que no se llegue a convertir en ley el
proyecto de la democracia.
En aquel entonces se preguntaban cómo era posible que se tratara la Ley de Servicios
de Comunicación Audiovisual si había crispación y si en poco tiempo iba a haber elecciones.
“¿Cómo lo van a tratar antes de las elecciones?”, decían. Inmediatamente, el argumento fue
que no se debía tratar después de las elecciones. Es decir, siempre había una excusa para que
no se trate este tema. Pero esa excusa no empezó en 2009, sino en 1983. Por suerte, la
sociedad va madurando, todos maduramos, y podemos desentrañar esa argumentación.
Cuando se les acabó el argumento de la crispación empezaron con la descalificación
lisa y llana, diciendo que el texto era de una ley “chavista” y como tal no se tiene que discutir.
Si fuera una ley “chavista” encerraría aspectos restrictivos. Abro un paréntesis y digo que si
los medios de comunicación en nuestro país hermano de Venezuela operaran como los medios
argentinos dicen que operan, esta ley estaría en las antípodas de ese pensamiento. O sea que el
argumento de la ley chavista, tal como descalificaron al proyecto antes de conocer su texto,
también se cae a pedazos. Dicho argumento tenía el mismo objetivo: no discutir la ley.
Cuando el proyecto llegó a la Cámara de Diputados, después de pasar por esa
reflexión en los foros, encontraron otro aspecto: interpretaron que un artículo decía que la ley
de la democracia quería poner de rodillas a los licenciatarios que tendrán que dar examen cada
dos años para renovar su licencia. Lo interpretaron así. Quisieron leer eso en una letra que no
lo decía. Incluso, les propusimos que si esa era su interpretación que lo redactaran distinto. No
se trata de eso sino, por el contrario, de revisar el espectro en función de las potencialidades
técnicas. Los empresarios del sector lo van a pedir, porque cuando tengan la posibilidad de
digitalizar y mudar su tecnología lo van a necesitar por una cuestión empresarial. Entonces, si
no tenemos esa cláusula, vamos a necesitar una nueva ley de radiodifusión para que el sector
pueda crecer desde lo técnico.
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Pero entonces, caprichosamente, ellos dijeron que se quería revisar la licencia cada dos
años. No es así; jamás se dijo eso. Si nosotros hubiésemos pensado, cuando se redactó esta
propuesta de proyecto de ley, en que los licenciatarios tuvieran que rendir examen cada dos
años, por supuesto que eso nos descalificaría todo el texto. Entonces, no habría que discutirlo
porque encerraría una mezquindad. Pero quedó claro que eso era falso.
Después encontraron otro aspecto para no tratar este proyecto: dijeron que este
proyecto es una operación para beneficiar a las compañías telefónicas y sostuvieron que por
eso no había que tratar el tema. Se iban cayendo, como tapas viejas de diarios, los argumentos
anteriores de la descalificación; y siempre aparecía un argumento nuevo, con un solo fin, con
un solo objeto: no tratar la ley, la ley de las telefónicas. Se sacó ese capítulo, entendiendo que
es un debate que tenemos que darnos. Lo tenemos que dar en un futuro, porque la
convergencia tecnológica es inevitable y hay que estar preparados para poner límites al
ingreso de nuevas tecnologías, para no convertir operadores monopólicos en esa instancia.
Pero se entendió que no era el momento para discutirlo, que se podía postergar y se sacó a las
telefónicas del texto de la ley.
Posteriormente, encontraron otro argumento más. Siempre encontraron un argumento
nuevo para no tratar este proyecto. En la Cámara de Diputados esto fue explícito: para no
tratarlo la oposición se retiró con el objeto de deslegitimar el debate. Porque si el oficialismo
hubiese sacado los votos justos, aún con la legitimidad de esa votación, la hubiesen
descalificado en cadena por los medios de comunicación del sistema monopólico. Por eso se
retiraron. Pero el resultado fue contundente: 147 votos, 153 presentes. Se dio un amplio
debate; incluso, se realizaron muchos aportes desde sectores muy bien intencionados de la
oposición que, con miradas críticas desde su propio sector y desde su convicción ideológica,
han hecho aportes para esta ley de la democracia. Asimismo, deseo señalar la capacidad
receptiva del bloque oficialista para incorporar esas reflexiones que enriquecieron la ley,
frente a una actitud mezquina —seguramente diseñada en un ámbito empresarial y no
político— para tener una acción que deslegitime y que intente nuevamente postergar el
debate. Otra vez se derrumbó esa argumentación.
El proyecto que cuenta con sanción de la Cámara de Diputados llegó a las comisiones
del Senado y asistimos con mucho asombro y honra a estos debates; como ciudadanos
también nos quedamos prendidos de las argumentaciones que se han vertido aquí, en este
salón. Puedo mencionar la profundidad que han tenido las intervenciones honestas y la
profundidad que han tenido aquellas intervenciones que especularon, pero la verdad es que
del tema no se pudo escapar. El tema de instaló y esto no ha ocurrido en todo este tiempo de
democracia. Esto es brillante. Este nivel de democratización que ha tenido el debate en este
tiempo es realmente antológico. Creo que la retrospectiva histórica lo va a reconocer en
contraposición al silencio reinante de tantos años, donde ha servido cada aporte de cada
compañero, de cada militante, de cada organización, de cada estudiante de universidad, de
cada integrante de una cooperativa, de cada fundación, de cada emisora de baja potencia,
etcétera; ese esfuerzo se vio conformado en un todo que sirvió para que reflexionemos acerca
de estos ejes. De eso, la sociedad no vuelve atrás. Es un hito muy importante. Ahora nos
encontramos frente a la posibilidad de que el proyecto tenga dictamen y se convierta en ley.
Se trata de algo impensado si se lo mira desde los intereses y no es así cuando se lo mira
desde la filosofía o desde la aproximación intelectual o sensible para que haya verdadera
pluralidad y garantía de diversidad y para que las manifestaciones de la cultura popular no se
vean sometidas al desprecio. Cuando queremos hablar de equidad, cuando queremos que
todas las manifestaciones de la cultura se vean representadas, entendemos que este era un
debate posible. Si lo miramos desde la chequera y desde la cuenta bancaria de los medios con
posición dominante, seguramente esto era imposible y precisamente ése es el motivo de tantos
años de silencio.
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Creo que estamos en el umbral de un momento histórico que tiene como protagonista a
una presidenta de la Nación con mucho coraje y mucha convicción; ella sabía que la tapa del
diario del día después iba a ser terrible e impiadosa con su figura, pero alguien lo tenía que
hacer. Es algo tan simple como la decisión de cualquier ciudadano con coraje: alguien lo tiene
que hacer, no venimos aquí para ser complacientes.
Seguramente, como decía el señor diputado Julio Piumatto, si la presidenta hubiese
hecho lo que ellos querían que haga, hoy sería tratada como la reina consorte por los medios
de comunicación del establishment.
Considero que esta etapa de la democracia nos encuentra después de una gran crisis,
donde emergió un nuevo “nosotros” en la cultura política de los ciudadanos y se cambió esa
frase de resignación “cuanto más cerca del poder, más lejos de las convicciones” de las
décadas del 80 y 90 por la frase “no vengo a dejar las convicciones en la puerta de la Casa de
Gobierno”. Esto reivindica a toda la militancia de la política argentina, aun a aquella que está
en las antípodas de nuestro pensamiento pero que milita por causas. Este concepto nos
reivindica a todos como ciudadanos que tenemos convicciones. Por eso, a veces, es
inentendible la posición que adoptan los partidos centenarios y populares cuando juegan en
línea con esos diseños empresariales de los medios del sistema. Fueron partidos que han dado
muestra de gran coraje cívico y han tenido momentos históricos trascendentes en la búsqueda
de una democratización de las comunicaciones.
Más allá de festejar que estamos en los umbrales de una nueva ley, el fenómeno que
ocurre en la sociedad es el elemento de transformación que tenemos que recuperar y
reconocer. Por eso, estos ejes activan un formato de resignificación que nos hace más
ciudadanos. Estamos en condiciones de discutir y profundizar estos temas y de estar activos
en la resignificación cuando recibimos los ejes monocordes de descalificación de los medios
del sistema. Podemos resignificar y decir que hacen esto por esto y por aquello. Es decir, la
argumentación podrá ser lógica y racional, pero si se apoya en premisas falsas el argumento
es falso. Como ciudadanos avezados, producto de esta reflexión, tenemos que cuestionar las
premisas falsas en donde se sustenta la argumentación de los medios del sistema. Estos
medios van a seguir emitiendo, solamente que van a competir con otras voces y eso es lo que
no quieren. Quien tiene una licencia para emitir se vuelve conservador naturalmente, no
quiere que haya otros. Esto sucede no sólo con los medios con posición dominante, sino
también con muchos emisores pequeños que tienen el permiso precario de radiodifusión en un
área de cobertura y que no quiere que haya otro vecino que también tenga su emisora porque
él consiguió el papel que le permite el paso a la legalidad y no quiere que haya otro.
Entonces, ¿quién resuelve con racionalidad que todos tengan la oportunidad de emitir?
Un Estado con leyes de la democracia. Porque es fácil tener ese permiso y querer ser los
únicos que emitan, tener una posición dominante y generar la única agenda posible no sólo de
la política, sino también de la cultura.
Por eso, hablábamos de la madre de todas las batallas para calificar esta deuda que
tiene la democracia. Considero que es vital reconocer la deuda de la democracia. Cuando
decimos “madre de todas las batallas”, nos referimos a una batalla cultural, que haya
pluralidad y que se termine con la estigmatización de las manifestaciones culturales. No hay
programa de televisión donde se baile un chamamé que no termine a los cuchillazos por el
prejuicio estético del productor, que seguramente entiende a esa danza como a una danza de
confrontación, no con la ductilidad que tienen las danzas populares en la integración y en la
conformación de una sociedad que conoce y expresa, ya que para eso está hecho el hombre:
para conocer y expresar. Recuerdo haber leído en una obra de Leopoldo Marechal alguna vez
que el hombre está hecho para el conocimiento y la expresión. Considero que esto es central a
la hora de abordar estos ejes de comunicación.
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La sociedad no vuelve atrás de este debate. No sólo vamos a tener el dictamen y una
ley de la democracia, sino que vamos a tener un pueblo activo. Esa es la razón por la cual
debemos seguir instalando los ejes de comunicación. Es brillante el momento que estamos
atravesando.
El otro día estuvimos en la ciudad de Córdoba, en la Universidad Nacional de
Córdoba. En el aeropuerto, leyendo los diarios, encontramos un artículo en el diario La
Nación de Julio María Sanguinetti, una nota editorial, que viene a cuento de la pregunta que
hacía el senador con respecto a las áreas de cobertura y a la agenda que puede instalar un
medio. Voy a leer dos párrafos de la nota de Julio María Sanguinetti. “Más allá de los
debates”, dice el ex presidente de Uruguay. “Montevideo: Los políticos, los comentaristas, los
periodistas vivimos montados sobre noticias referidas a acuerdos, candidaturas, encuestas,
subidas y bajadas de la economía, mientras la vida de la gente común va transcurriendo por
otros carriles. La sociedad uruguaya, televisión mediante, se parece cada vez más a la
sociedad de Buenos Aires, en sus tendencias, sus gustos, sus características.
“Hubo un tiempo en que la metrópoli porteña era la meca de la abundancia y el brillo,
con la calle Corrientes y sus luces miradas a la distancia, con una mezcla de admiración y
cierta crítica envidiosa, por una Montevideo más sobria y sencilla. Hoy, por debajo de la
superficie, las dos sociedades piensan y sienten muy parecido: cuando a la nochecita
encienden el televisor y ven desfilar en la pantalla las mismas imágenes, los mismos
personajes y modismos lingüísticos, y aun los mismos temores. Dígase lo que se diga, la
seguridad parece dominante como preocupación común. Allá y aquí, donde escribo estas
líneas, desde una Montevideo a la que los visitantes porteños ven como un remanso y
nosotros, sus habitantes, como una casa que sentimos cada vez más ajena.”
Julio María Sanguinetti se preguntaba que este espíritu republicano de la sociedad
uruguaya seguramente se iba a ver alterado con una encuesta acerca de la pena de muerte,
porque iba a ganar el sí —en el texto de esta nota lo dice— producto de los mensajes que
llegan desde la televisión argentina.
Entonces, para proteger el federalismo, la cultura de las sociedades, es necesario
reducir el tiempo de las cadenas, no eliminarlas. Es decir, tener un 30 por ciento de emisión
en cadena y tener la garantía de una voz de producción propia del 70 por ciento, que genere
trabajo para actores, locutores, periodistas, técnicos, pero que aparte expresen la voz de la
ciudad, del pueblo, para el cual se adjudicó una frecuencia; si no, no adjudiquemos más
frecuencias, pongámoslas todas en Buenos Aires y pongámosle mucha potencia para que
lleguen a todos lados y homogenicen absolutamente todo. ¿Dé qué nos sirve llamar a
concurso a una frecuencia en determinado punto del país, si van a bajar 24 horas de satélite la
señal que se genera en otro ámbito, en otra ciudad, en Buenos Aires, en Córdoba, en Miami?
¿De qué nos sirve?
Entonces, aquí está lo que planteaba Julio María Sanguinetti en la nota editorial
del diario La Nación: la preocupación del ex presidente uruguayo acerca de la conformación
mediática a la que se ve afectada la ciudadanía en Montevideo, donde centra este análisis.
Y también hablando desde dónde se remonta esta realidad que hoy, por suerte, la
Cámara viene a rebatir de una vez por todas, cabe señalar que esto se remonta a la dictadura
militar; ahí está claramente el origen.
En un diario del fin de semana se publicó una nota de Osvaldo Papaleo acerca del
origen de Papel Prensa. Si bien esta ley no habla de los temas gráficos, cabe señalar que la
conformación monopólica de algunos grupos audiovisuales también tienen su origen en ese
momento, en la conformación del Papel Prensa.
El periodista le pregunta: “¿la transferencia bajo el régimen de la dictadura de
Papel Prensa a los diarios Clarín, La Nación y La Razón es la piedra fundamental del
monopolio comunicacional en la Argentina?” Con respecto a Papel Prensa, Osvaldo Papaleo
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dice: “…lo que hay que explicar es que era una sociedad que tenía la familia Graiver en un 75
por ciento y el Estado nacional en un 25 por ciento. Se había constituido a fines de la década
del ’60. De a poco se fue transformando en una planta importante en la zona de San Pedro y
Baradero, fundamentalmente por la explotación del papel nacional y por la producción,
principalmente de papel para los diarios. Hasta ese entonces había una enorme cantidad de
papel que se consumía y se tenía que importar, cuestión que era bastante onerosa para los
medios gráficos nacionales. En marzo de 1977 fueron detenidos casi la totalidad de los
miembros de la familia Graiver. El padre y la madre; la esposa de David Graiver había
fallecido el 7 de agosto de 1976 en un accidente aéreo en México.” “¿Qué pasó después?”,
pregunta el periodista. “Si bien Papel Prensa era uno de los activos más importantes de
Graiver, no era éste su único negocio. Entre agosto del ’76 y marzo del ’77, cuando la familia
estaba liquidando sus activos, recibió algún tipo de oferta de parte de Clarín, La Razón y La
Nación para comprar Papel Prensa. De hecho, la tarde del día en que detienen a la mayoría de
la familia, mi hermana, Lidia Papaleo de Graiver, asistió junto a Isidoro Graiver a una reunión
con representantes legales y algunos miembros de los directorios de estas empresas para ver si
se podía firmar una carta de intención para comprar la empresa. Esa noche son detenidos.”
“Y a la vez se produce otra cadena de secuestros”, pregunta el periodista. ”Allí
comienza otra actividad. La dictadura acciona contra el diario La Opinión, que dirigía Jacobo
Timerman y del cual era propietario David Graiver. Así se iba desarrollando la política de los
medios. A su vez, un tribunal de guerra condena a la familia Graiver en base a declaraciones
arrancadas bajo tortura en El Pozo de Banfield y en el Puesto Vasco de Bernal. Yo también
soy detenido y paso nueve meses en el Puesto Vasco. La familia Graiver es blanqueada, al
igual que Jacobo Timerman. Pero la familia queda detenida. Yo salgo a los nueve meses y me
voy del país.”
Para terminar, “¿Cómo siguió el proceso judicial?” “A partir de allí empezamos a
intentar que la familia Graiver fuera juzgada por la Justicia Civil y no por la Justicia Militar.
Luego, los Graiver fueron incluidos en lo que se llamó el “acta institucional”, donde había
muchos dirigentes políticos […]. El acta significaba que uno perdía los derechos civiles y
económicos. Esto significa que todos los bienes de la familia pasaban a estar en manos de la
Comisión Nacional para la Recuperación del Patrimonio. Por lo tanto, el 75 por ciento de
Papel Prensa pasa a estar en manos del Estado. A fines del 78 se convoca a una asamblea para
tratar el tema accionario de la empresa. En ese momento me reúno con el abogado de Clarín,
Bernardo Sofovich, quien me advierte que van a realizar una multiplicación de las acciones y
la posterior cesión a Clarín, La Nación y La Razón. Con la multiplicación, las empresas se
aseguraban la posición dominante por más que la familia Graiver recuperara sus acciones. De
esa asamblea no pudimos participar, porque nos fue prohibido.”
También, los ejes que hacen a este momento comunicacional, a este marco
jurídico, que todavía tenemos y que heredamos de la dictadura militar, con los decretos del
90, tienen su origen en aquellos años 80 cuando se sancionaba el decreto ley 22285.
Por ese motivo entiendo el momento, por eso asimilamos las presiones, por eso los
ciudadanos a los que se nos descalifica por los grandes medios de comunicación tenemos
como una cucarda, porque, como dijo con valentía la presidenta de la Nación “alguien lo tiene
que hacer”. Y, en este caso queremos aportar estas herramientas para una reflexión honesta,
intelectual y militante para que el Congreso pueda sancionar la ley de la democracia.
Para terminar, en función de la pregunta del señor senador Pichetto, quiero decir
que en la Declaración de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información de Ginebra, en
el 2003, en un apartado del capítulo 23 se dice lo siguiente: “La diversidad cultural y
lingüística, al mismo tiempo que promueve el respeto de la identidad cultural, las tradiciones
y las religiones, es fundamental para el desarrollo de una Sociedad de la Información basada
en el diálogo entre culturas y en la cooperación regional e internacional. Es un factor
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importante del desarrollo sostenible”. Entonces, cuando se critican los estímulos, en la
pantalla, al cine nacional, a la música nacional, denunciando, descalificando, como si esta ley
tuviese ejes con en los contenidos, se está desconociendo a los dictámenes internacionales.
Algunos actores de la oposición son más afectos a reconocer las posiciones
empresariales internacionales como si fueran organismos de derechos humanos o entidades de
los estados americanos o de las Naciones Unidas. Hacen referencia a siglas, como AIR o SIP,
como si fueran entidades o instituciones de los Estados democráticos. No; son meros espacios
empresariales que también convivieron con los regímenes dictatoriales de América latina.
Sr. Fernández. — A los efectos de que tengamos la oportunidad de escuchar al funcionario
Ceferino Namuncurá, que la vez pasada no estuvo presente, le daré la palabra para que dé una
explicación respecto a qué interpreta de la ley. Se referirá al tema técnico de frecuencia, que
fue uno de los temas puntuales que dio vueltas alrededor de la audiencia.
Sr. Namuncurá. — Buenos días a todos. Agradezco por la invitación.
Quería compartir solamente algunos conceptos, fundamentalmente, sobre lo que es el
espectro. Si bien se sustenta que es un recurso limitado y escaso, creo que es importante
hablar de lo estratégico que significa.
Si hacemos un poco de historia, veremos que el espectro implicó durante mucho
tiempo el posicionamiento estratégico de sectores que tuvieron la asignación de una
frecuencia y que, muchas veces, no sólo no desarrollaron actividades sino que simplemente
ocuparon el espectro a los efectos de invalidar desarrollos de otro tipo.
Tan estratégico es que desde hace siete años se ha entendido que el espectro tiene un
significado tan importante, y no solamente para la expresión. Si observamos los datos de la
realidad, la decisión de plasmar en el proyecto regional que se ha decidido, que es la norma de
digitalización de la televisión terrestre, significa llegar a aquellos segmentos de nuestra
sociedad que hoy no pueden pagar una suscripción con señales de mejor calidad y mayor
cantidad de señales. La televisión digital terrestre también significará la investigación y
desarrollo en nuestro país; seguramente, la generación de trabajo, de nuevos tipos de
contenido y, por qué no, la creación de una industria de contenido, fundamentalmente,
apuntando a mercados externos y, obviamente, a un mejor aprovechamiento del espectro.
Por otro lado, la televisión digital terrestre abierta también significará la interactividad.
Esto significa que, no solamente nuestros compatriotas estén frente a un televisor
simplemente recibiendo información, sino que también podrán tener algún tipo de
interactuación con las señales.
Tan estratégico es el espectro que, como está contemplado en este proyecto en
tratamiento, se considera, no solamente para tres segmentos —segmentos con fines de lucro,
para organizaciones intermedias o segmentos sin fines de lucro, y para el Estado—, sino
también para bajas potencias, por ejemplo, para escuelas primarias y secundarias, lo que
significará, seguramente, la generación de actividades extracurriculares, con lo que significa
ese tipo de actividades en el interior. Los alumnos que transiten por las escuelas, tanto
primarias como secundarias —experiencia que ya hemos visto—, serán también
comunicadores y generadores de contenido.
Por otro lado, seguramente, un uso eficiente del espectro saldará esa deuda que se
tiene con muchos radiodifusores que tienen la voluntad de legalizarse y de tener una
frecuencia para sí, y que ya la vienen tramitando desde hace muchos años. También esto trae
aparejado la regularización de la producción, de los trabajadores que harán la radiodifusión y
de sus equipamientos, la aplicación de buenas prácticas como, por ejemplo, buenas
instalaciones, mejorar el tema de las interferencias y permitir, en ese sentido, una mayor
cantidad de radios.
Una de las cosas importantes que está contemplada en este proyecto es la migración
hacia nuevas tecnologías y, fundamentalmente, el tema de la digitalización. En ese sentido, se
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viene trabajando en el ámbito de la Comisión Nacional de las Comunicaciones, juntamente
con el Comité Federal de Radiodifusión, en una redefinición de lo que es el espectro para la
televisión, teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías permiten la multiplicación de las
señales.
En ese sentido, el posicionamiento que se ha tenido en gran cantidad de asignaciones
de canales resultará redundante porque ya hoy podemos ver que, con distintos procesos de
digitalización, en un mismo canal que antes se usaba para una señal analógica, hoy se están
transmitiendo hasta seis o siete señales.
Esto es muy significativo porque, de alguna manera, implica crear las condiciones
absolutamente necesarias para generar la horizontalidad en las nuevas voces, en la cantidad de
contenidos y en la de nuevos actores en el ámbito tanto de la radiodifusión como de la
televisión.
Por eso, entendemos que, definitivamente, se ha tomado el espectro como una cuestión
estratégica dado el impacto que tendrá no solamente en la generación de voces y contenidos
sino en la investigación y desarrollo. Además, buscar nuevamente el desarrollo de tecnologías
en nuestro país creo que es determinante. Y son temas que se están contemplando en este
nuevo proyecto.
Por eso, nosotros entendemos que, en ese sentido, es revolucionario en los contenidos.
Muchas gracias.
Sr. Presidente. — Encontrándose aquí todos los senadores que conforman las firmas
necesarias para que exista un dictamen y se habilite el tratamiento de este proyecto de ley en
una sesión plenaria que se convocará en este Senado de la Nación se va a proceder a la firma
del dictamen.
Por lo tanto, como presidente de la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y
Libertad de Expresión, procedo a la firma respectiva. Conforme lo he adelantado, lo haré en
disidencia parcial. Luego, pasará para ser firmado por los presidentes de las comisiones de
Asuntos Constitucionales y de Presupuesto y Hacienda, del presidente del bloque, y luego de
cada uno de los señores senadores.
— Se hace circular el dictamen para su firma.
Sr. Presidente. ─ Con la firma del dictamen doy por concluida la reunión de los plenarios de
las distintas comisiones.
─ Son las 11 y 12.
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