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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE ASUNTOS CONSTITUCIONALES
Salón “Juan Carlos Pugliese” — H. Senado de la Nación
22 de junio de 2010
22/06/2010
Reunión de la Comisión de Asuntos Constitucionales
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— En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el salón Juan Carlos
Pugliese del H. Senado de la Nación, a las 18.30 del martes 22 de
junio de 2010.
Sr. Presidente (Cabanchik). — Damos inicio a la reunión prevista para hoy con respecto al
proyecto del libre acceso a la información pública. Hay 8 proyectos presentados en el
Senado, con lo cual, estamos celebrando varias audiencias. Hoy tienen la gentileza de
acompañarnos el doctor Roberto Saba, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Palermo; el doctor D´Alessandro, en representación de FOPEA; y Eduardo Bertoni, el
director de Centros de Estudios en Libertad de Expresión y Acceso a la Información.
Tiene la palabra el doctor Roberto Saba.
Sr. Saba. — Muchas gracias por la invitación. Felicito a la Cámara de Senadores por estar
discutiendo este tema de suma importancia, ya que la Argentina se debe una regulación de
este derecho.
Asimismo, estuve leyendo los proyectos y van todos en la misma dirección, motivo
por el cual, sería tedioso analizar —de mi parte— cada uno. Pensé en ayudar en algunas
líneas sobre lo que es una legislación de este tipo. En general, hay ciertos consensos en que la
convierte en una legislación efectiva. Hay dos puntos que no voy a tocar en la exposición,
pero en los debates que hemos tenido en los años ´98 y ´99 hasta la fecha, cuando se ha
discutido este tema en la Argentina, han surgido —creo que hoy están saldados, pero hay que
prestar atención si surgieran.
El primero tiene que ver con que el acceso a la información pública no es una mera
“política pública”, sino que es la expresión de un derecho humano, y en relación a esto, desde
el año ´99 hasta esta parte, hemos tenido algunos datos importantes en esta dirección. La
Corte Interamericana de Derechos Humanos lo ha reconocido en el caso que decidió contra
Chile, y también hay jurisprudencia nacional. Creo que la discusión sobre si es un derecho
humano —no digo que esté saldada, ya que siempre habrá alguien que pueda decir que no—,
es importante. Sobre todo por alguna parte de la regulación que la ley va a contemplar, y que
la voy a mencionar luego.
El segundo tiene que ver con la otra cuestión que también me parece que está saldada
y es si hace falta una legislación que regule el derecho. Recuerdo cuando se discutían
proyectos anteriores que algunas personas decían por qué una ley, si el derecho igual está. La
ley es fundamental porque se anticipará a posibles obstáculos que se ofrezcan desde el Estado
para impedir el acceso a la información. Entonces, lo que hacen estas leyes, en el derecho
comparado, es anticiparse a esos obstáculos y ofrecer resistencias para que esto no suceda, y
el derecho pueda ser ejercido.
Por lo tanto, la ley es necesaria, pero el punto sería que no cualquier ley que llamemos
“acceso a la información” favorezca. Tenemos ejemplos en América Latina que han tenido
proyectos de ley sobre el acceso a la información, y que han sido criticados desde varios
sectores, porque muchos de ellos impedían el acceso. Lo importante es identificar dónde
están los posibles obstáculos y dónde están las regulaciones que la ley no puede dejar de
tener para impedir que no se efectiva.
El primer punto tiene que ver con la legitimación activa. En este sentido, todos los
proyectos tratan el tema. En las declaraciones de principios de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, la Relatoría para la Libertad de Expresión, el Comité de Juristas, el
Sistema Interamericano de la OEA hay cierto consenso en que la legitimación tiene que ser lo
más amplia posible. Es decir, que desde el Derecho Administrativo más clásico puedan surgir
algunas objeciones de que tiene que existir un derecho subjetivo afectado, un interés
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legítimo. Hay un consenso amplio de que la sola calidad de ser una persona que está sometida
a la ley en la Argentina nos convierte en sujetos de legitimación activa para solicitar
información pública. Este es un punto, absolutamente, relevante en relación a que toda
persona tenga esa legitimación para poder solicitar información.
El segundo punto tiene que ver con la necesidad o no de expresar motivos para el
requerimiento. En ese sentido, también hay un cierto consenso. Esto se ha discutido mucho
en anteriores debates legislativos en la Argentina. Es decir, en el hecho de que como personas
tenemos derecho a reclamar información pública al Estado con fines de controlar su accionar,
formarnos una opinión sobre la gestión pública, etcétera, ya eso es el motivo por el cual la
solicitud está justificada. No es necesario que el solicitante exprese el motivo, porque la
expresión de motivos termina siendo una cuestión a ser evaluada por el gobierno para dar
información o no cuando, en realidad, lo que fundamenta el derecho es la posibilidad que
tengan las personas de conocer qué pasa con la gestión pública. Entonces, la expresión de
motivos no es un requerimiento que las regulaciones deberían contener.
¿Qué tipo de información puede solicitar la persona que esté ejerciendo su derecho?
¿Qué tipo de información el gobierno tiene obligación de proveer? El principio es que toda la
información que se encuentra en manos del gobierno es considerada pública y, por lo tanto,
es el tipo de información que las personas, que ejercemos este derecho, podemos solicitar.
Hay un punto de debate que no está saldado ni mucho menos, y es una discusión
interesante que surgirá acerca de qué pasa con la información que el Estado no tiene, pero
que debería producir. En el derecho comparado, el principio general es que toda la
información que el gobierno tiene es pública. Incluso, hay que ser claros en que no estamos
hablando de actos administrativos ni de documentos en papel. El derecho a la información
puede ir tan lejos como solicitar ver el estado de las cárceles. Se puede estirar hasta esos
límites y, de hecho, hay jurisprudencia en tribunales de otros países sobre esto. No estamos
hablando de una carpeta, de un documento, un acto administrativo, y mucho menos de un
acto legislativo formal.
¿Qué pasa si la información que necesito —y que el Estado debería tener— es
precondición para diseñar una política pública? Por ejemplo, quiero saber la cantidad de
presos que hay en las cárceles que dependan del gobierno nacional. Esa información puede
ser que el Estado no la tenga, que no esté actualizada, que no haya elaborado una estadística.
Entonces, la pregunta es si llegar hasta la información que el Estado no tiene, pero que
debería producir.
En ese sentido, las posturas más progresistas —en relación a pro control, pro derechos
humanos— incluyen poder solicitar información al Estado y que lo fuerce a producirla. La
posibilidad de controlar al Estado en su obligación para proveer a los derechos sociales tiene
que ver con que el Estado nos pueda informar en qué estado de evolución se encuentra una
política de salud determinada o ambiental. Sin esa información, no podemos ni siquiera
ponernos a juzgar si el Estado está cumpliendo con sus obligaciones internacionales de
asegurar el derecho a la salud. Es un punto que no está habitualmente presente en algunos
proyectos, y quizá sea bueno detenerse en él.
El derecho a solicitar información —esto va a sonar una obviedad, pero la experiencia
nos ha ido demostrando que hay algunas obviedades que es bueno pensarlas y anticiparse—
también incluye el derecho a acceder a copias de la información que se está solicitando. Esto
parece una obviedad, pero en muchos países ha sucedido de que el acceso es prácticamente
irrestricto y cuando uno quiere llevarse las trescientas páginas a las que le dejaron acceder no
lo puede hacer. Entonces, el derecho también a hacerse con copias de la información en los
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formatos que sean.
El principio que maneja una legislación de este tipo —como decíamos antes— es el
de la publicidad y el secreto es la excepción. Esto también es algo absolutamente
consensuado a nivel de los órganos internacionales. El principio es la publicidad de la
información que está en poder del gobierno o aquella que debe producir por obligaciones que
surjan de sus facultades. Es bueno que este principio sea explícitamente establecido en la
legislación.
Por otra parte, es muy importante establecer plazos; es bueno que sean breves, pero
yo soy de los que cree que para que una legislación de este tipo surja y además sea
implementada y bien recibida por el Estado tiene que tener en cuenta que el Estado tiene que
trabajar del otro lado del pedido en buscarla y producirla. Por lo tanto, los plazos que tienen
que ser breves no pueden ser imposibles de realizar. En esto se puede ver el derecho
comparado, donde hablan de cinco, diez o doce. También depende del Estado, porque si tiene
menos práctica en el almacenamiento de información hay que darle más tiempo. Lo
importante es que haya un plazo, porque es lo que va a dirimir situaciones en las cuales el
Estado no cumpla con ese plazo, y el solicitante ese incumplimiento puede tomarlo como una
denegatoria.
Otro punto fundamental es el de la denegatoria. Acá me voy a detener un poco en
algunos detalles. Poder establecer con claridad cuándo el Estado denegó información es lo
que habilita el reclamo del ejercicio del derecho; o sea, la denegatoria acá equivale a la
violación de un derecho. En términos del sistema interamericano: denegar información
equivale a incumplir con los compromisos internacionales del artículo 13 de la Convención
Americana, implica desobedecer la interpretación que la Corte Interamericana estableció en
Marcel Claude Reyes. Estamos hablando de lo más serio que puede suceder en el marco de
este derecho: denegatoria igual a violación del derecho, que, por un lado, me genera
responsabilidades internacionales y, por el otro, me habilita instancias judiciales de reclamo
por el sistema de control judicial de constitucionalidad que tiene la Argentina.
Algunos detalles que me parecen interesantes poner sobre la mesa acerca de la
denegatoria y que la ley podría prever. Primero que la denegatoria no puede fundarse en la
identidad del solicitante o en los propósitos que éste tenga, que los haya hecho explícito o
que no los haya hecho. Mi consejo como abogado es que haga explícito los motivos, porque
no hay ningún problema en hacerlo. Lo importante es que no le sean requeridos por el
Estado. Cuanta más información el solicitante da sobre por qué quiere información, más guía
le da al funcionario que tiene que darla para poder ubicarla. Pero eso no quiere decir que el
Estado tenga que exigirla. En cualquier caso, el motivo no puede ser jamás una causal para
denegatoria y tampoco la identidad del solicitante. “Que la denegatoria no puede fundarse en
el hecho de que la información requerida se encuentra también en poder de personas
privadas.” Eso tampoco es relevante. A veces sabemos que la información la tiene una base
de asuntos privadas. Pueden haber estadísticas de cuántos presos hay en las cárceles que
dependen del Estado nacional, pero yo quiero que el Estado me diga cuántos hay, porque esa
voz oficial es muy distinta a la voz de una base de datos privada.
“Que la denegatoria se presupone cuando la respuesta es ambigua.” Esto está todo
hecho en base a experiencias. El Estado a veces puede decir “ni o ya contesté” y, por
supuesto, si hay una discrepancia acerca de si es o no una respuesta ambigua, lo dirimiremos
en los tribunales. “Que la denegatoria también se presupondrá cuando exista silencio de la
administración frente al requerimiento de una persona dentro de un plazo predeterminado”.
Por eso el plazo era importante. Paso del plazo, silencio; silencio es igual a denegatoria.
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Puede haber un plazo como de gracia o apartarse un plazo adicional. Esto se puede hacer,
pero una vez cumplido los plazos se entiende que es denegatoria. “Que la denegatoria sólo
puede fundarse en una o más de las excepciones establecidas en forma clara y taxativa por la
misma ley”. Esto es fundamental. Creo que está demostrado que las leyes de este tipo
funcionan bien cuando este principio se respeta. La denegatoria tiene que estar fundada
taxativamente en alguna de las excepciones que se establezcan en la ley. Luego voy a hablar
de las excepciones. Si la denegatoria no se funda en las excepciones es una denegatoria
injustificada y, por lo tanto, viola el derecho. Asignar o identificar responsabilidades para los
funcionarios a nivel personal que no den información, puede ser de tipo administrativo o de
tipo penal.
En cuanto al recurso judicial, hay un debate si es necesario o no que la propia ley lo
establezca. Sabemos, como cualquier violación de un derecho, que existe en nuestra
legislación procesos expeditos como el amparo u otros procedimientos ordinarios. En
general, la nueva técnica legislativa parecería recomendar no reproducir reglas procesales que
ya existen en otras normas. Sin embargo, también se puede decir que esta pieza legislativa es
de mucha utilidad y de mucho interés para la ciudadanía. Una pieza legislativa completa
donde el ciudadano o la persona pueda saber cuál es el remedio que puede solicitar, yo no lo
veo mal. Creo que en la medida en que no hayan contradicciones o haya una remisión
pensemos que desde el punto de vista de la educación cívica es bueno que estas piezas sean
muy claras y puedan difundirse con facilidad, y que el recurso judicial esté claro que es el
último recurso pero efectivo para poder ejercer el derecho.
Con respecto a las excepciones, creo que es el tema más sensible y álgido de
discusión en estas normas. Yo diría que el principio general es que cualquiera sean las
excepciones estén taxativamente identificadas. Ahora bien, ¿qué tipo de excepciones son las
que el derecho comparado ha receptado? Yo voy a enumerar algunas que creo que hay cierto
consenso. La primera es “Información clasificada como secreta por decreto o ley”. Acá uno
puede entrar en más detalles, si queremos que la información que sea excepción tenga que
decidirse que es secreto por medio de una ley especial, por mayorías, etcétera; es decir,
ponerle más carga al Estado desde el punto de vista político, incluso los más extremistas en
materia de publicidad y transparencia van a reconocer que el Estado tiene la facultad de
mantener algunos secretos para el bien de la seguridad pública, etcétera.
La segunda excepción referida a la seguridad, la defensa o la política exterior, según
lo que establezca la ley. Siempre es según lo que establezca la ley, porque creemos que es el
Congreso el que tiene la responsabilidad política frente a la ciudadanía para que esa decisión
pueda tener el peso que tiene que tener para poder justamente oponerse a la publicidad.
“Riesgo para el sistema financiero bancario”, de nuevo, una cuestión de interés público.
“Información bancaria o financiera de terceros obtenida con carácter de confidencial”. Esto
tiene que ver con la protección de la privacidad. “Información correspondiente a las
deliberaciones internas de la administración”, en esto hay un foco de debate. Hay procesos
decisorios a nivel de Poder Ejecutivo, por ejemplo, que cuanto menos público sean más
robusto es el debate y se supone que es mejor la decisión. Algunos dirán que esto no debería
ser así; es un debate. Es cierto que si todo lo que el asesor le dice al asesorado es
inmediatamente público, el asesor va a restringir sus opiniones. Acá hay un principio de
protección del proceso de toma de decisión. Respecto a proteger cierta libertad de expresión
del proceso, algunas legislaciones lo ven como algo importante. Sí puede haber, por ejemplo,
un plazo para esos procesos. O sea que no se sepan al día siguiente las discusiones que
llevaron a la invasión de Iraq, pero que dentro de veinte años podamos hacer un escrutinio
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histórico. De alguna manera, la intención es proteger el espacio deliberativo.
Otro aspecto es el asesoramiento legal al Estado en juicio, lo equivalente al secreto
profesional entre privados. Es el abogado que está aconsejando al Estado cómo establecer
una estrategia ante el CIADI. Si la hacemos pública, estamos dándole herramientas a la otra
parte, generando desigualdad de armas. Finalmente, datos personales y privacidad son otros
derechos humanos que tenemos que contemplar.
El caso de algún paquete de información –texto, video, cd o dvd– dentro de lo que se
exceptúa, no habilita a que el Estado no dé el resto. Es bueno que esto esté claro en la norma.
Algunas son obviedades, pero ha pasado que, cuando una parte era secreta, el gobierno
prefiere no dar nada; y no es así, sino que puede dar el resto. Es ahí cuando aparecen
documentos tachados o audios con interrupciones.
Sería bueno que la legislación contemple el tema de los costos de búsqueda y
reproducción de información, tanto para proteger al Estado de pedidos de información que
pudieran provocarle un daño severo al presupuesto, como también a la persona que solicita
información en el ejercicio de su derecho, porque el costo que le puede poner el Estado a la
reproducción de la información puede ser indirectamente una denegatoria de información. Es
bueno que haya algún tipo de regulación también porque, en general, quienes piden
información velando por el interés público –hablo de un periodista u ONG haciendo una
investigación– podrían estar protegidos en cuanto al costo. Esta es una decisión política de
cuánto más queremos que se llegue a esa información o no. Sería bueno establecer una
diferencia entre los costos de búsqueda y de reproducción, y que la norma contemple límites
en cuanto a lo que el Estado puede imponer en ese sentido.
Si uno hiciera un cuadro de los proyectos de ley y los desplegara, yo lo que haría es
fraccionar los proyectos en cuanto a estos puntos y ver cómo estamos en cada proyecto y
dónde están los puntos de coincidencia. Una norma que no tenga estos puntos parece que no
tiene el piso necesario para que sea efectiva en el sentido de operar como una forma de
favorecer el ejercicio de un derecho humano a la información pública.
Sr. Presidente. – Muchas gracias.
Continuamos con la exposición del doctor D'Alessandro.
Sr. D'Alessandro. – Antes quiero hacer una pequeña aclaración, que viene a colación de mi
exposición: no soy doctor. Esta aclaración tiene que ver con que la exposición nuestra, del
lado de FOPEA, tiene que ver con otra perspectiva, más desde el ejercicio legal del
periodismo, que desde lo legal, que estuvo más que bien fundamentado por el doctor Saba y
me imagino que por otros expertos que participaron en las reuniones previas.
Para la precisión, soy licenciado en Ciencias de la Comunicación, pero la perspectiva
nuestra tiene que ver básicamente con el ejercicio del derecho desde el lado del periodismo.
Esa es un poco la visión que nosotros queremos aportar, marcando específicamente la
importancia que tiene para el periodismo la existencia de una ley específica sobre el acceso a
la información.
Hablaré sobre algunas cuestiones relacionadas al ejercicio del derecho por parte del
periodismo. Sé que hay muchos colegas acá, y tampoco quiero arrogarme la palabra de todo
el periodismo, sino simplemente la de un grupo de periodistas que hemos trabajado este tema
del acceso a la información como uno de los temas principales de nuestra agenda a la hora de
demandar a todos los poderes del Estado, legislaciones que beneficien y mejoren la
perspectiva de la libertad de expresión en la Argentina. Este ha sido un tema muy importante
para FOPEA casi desde su nacimiento, y eso que coincidía con lo que fue la discusión
anterior del proyecto de ley que se frustró.
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Quería marcar un par de cuestiones que tienen que ver con la diferencia de contextos,
cuando se dio la discusión anterior y el contexto actual. Como decía recién Roberto, estamos
muy contentos de que en ambas Cámaras se esté produciendo este debate y avanzando en la
discusión, que entendemos seria, oportuna y con las mejores intenciones para saca la mejor
ley. También hablo un poco en plural, en nombre de un grupo de organizaciones de la
sociedad civil, que tengo entendido que ya han pasado por este ámbito y han manifestado sus
opiniones al respecto.
Básicamente, entiendo que buena parte de lo que decía Roberto tiene que ver con los
estándares internacionales que recientemente han sido aprobados a nivel de América latina.
El grupo de organizaciones que estamos promoviendo la necesidad de que haya una ley
específica para regular el acceso a la información nos basamos en esta base, conformada
desde el marco de la OEA, y estamos avanzando en la medida que podemos en la difusión de
esos estándares, que creemos que son fundamentales y que han sido sintetizados por Roberto.
Aclaro que la ley no beneficia particularmente al periodismo, pero los periodistas
creemos que con una ley sancionada por el Congreso y posteriormente reglamentada
siguiendo lo que marcan los estándares internacionales al respecto, beneficiará mucho al
periodismo. FOPEA nace con una visión autocrítica del rol del periodismo en la Argentina.
Por 2002-2003 dimos inicio a una mirada sobre el rol de la prensa y de los periodistas, a
veinte años de la democracia. Lo mío tiene que ver con una autocrítica de la falta de
involucramiento por parte del periodismo en general en aquella discusión original que
después quedó frustrada por la no sanción de la Ley de Acceso a la Información Pública.
En ese momento, el periodismo no entendía el concepto, no lo compartía o estaba
muy acostumbrado –de hecho, sigue sucediendo– a una rutina de trabajo en la cual no se
utilizaban las herramientas que favorece el acceso a la información. Entonces, no hubo un
involucramiento por parte del periodismo. Y me refiero a involucramiento como sujeto de
ampliación de derechos en la sociedad. El periodismo tiene ese rol de importancia;
demostrando cómo ejercitando bien ese derecho, se podía amplificar para que toda la
ciudadanía entienda cuáles son todas estas cuestiones de las que hablaba recién Roberto y que
están plasmada en todos los proyectos.
Tampoco me detendré en la letra chica de los proyectos –por eso nos basamos un
poco en lo que dicen los estándares internacionales–, pero sí en esta necesidad de
involucramiento por parte del periodismo, de los medios y de los periodistas, en el ejercicio
de los derechos como amplificador –si me permiten la palabra– de este derecho en particular,
que es un beneficio para la ciudadanía. Eso quería marcarlo como primer punto.
En la Argentina, del mismo modo que ocurre en otros países de la región, existe una
marcada tendencia a considerar asuntos públicos como privados, y viceversa. Esto, de alguna
manera, influye en que el secreto de los Estados viene dominando buena parte de la escena
pública, y es una práctica que ha sido funcional a la violación de los derechos humanos y a la
comisión de los actos de corrupción. Queda claro —con lo que dijo Saba y que, seguramente,
después dirá Bertoni— que el acceso a la información pública es un elemento necesario para
el ejercicio pleno de la libertad de expresión, como quedó consagrado en el Artículo 13 de la
Convención Americana.
Por otra parte, en una sociedad globalizada donde las noticias fluyen, y hay diversas
fuentes y formatos de trabajar la información, el papel del periodismo es clave como
intermediario entre los diferentes niveles de la sociedad, entre la información y la ciudadanía,
es decir, entre las diferentes instituciones de la sociedad. Por eso, desde FOPEA, creemos que
los periodistas deberíamos tener allanado el camino a la petición formal de datos y
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documentos de la administración pública, herramientas decisivas para desarrollar nuestra
labor de una manera confiable. Hago hincapié en este punto, y ahora van a entender por qué.
Es decir, qué le aporta el acceso a la información al periodismo, y por qué lo hace más
confiable.
Por lo tanto, cuanto más sencillo —acá queda bien claro en la exposición de Roberto
cuáles deberían ser aquellas herramientas que beneficien esa sencillez del acceso del
ciudadano a la información— es el acceso, mejor es la tarea periodística. La tarea periodística
podrá contribuir —de una mejor manera— al control de los actos de gobierno, al
fortalecimiento de la democracia y a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.
Volviendo a cuál fue el rol del periodismo antes de la discusión 2004-2005, había una
escasa participación del periodismo en toda la estrategia de cabildeo para la sanción de la ley
y poco uso —si bien estaba el decreto vigente desde 2003— del acceso a la información
pública como herramienta periodística. No estaba implementado dentro de las estrategias de
investigación de los periodistas. Entonces, en ese debate, los periodistas en particular, casi no
participamos o tuvimos un participación simbólica que no se metió de lleno, como sí lo
estamos haciendo en esta ocasión; sin embargo, sí han tenido una activa participación como
sociedad civil organizada, en se momento, ADC, CIPPEC, CELS. Creo que por suerte ese
germen se pudo mantener a lo largo del tiempo, con algunas iniciativas particulares, y
algunas que nos ha englobado a varias de estas organizaciones trabajando en la educación del
ejercicio del derecho. Desde FOPEA, creemos que la instalación del tema beneficia la tarea
que están cometiendo en el Congreso, teniendo en cuenta que ya se han sancionado
reglamentaciones, leyes o decretos en varias provincias siguiendo lo que marca la
reglamentación internacional, con lo cual, eso beneficia el estado de discusión pública en la
Argentina respecto a este tema.
Nosotros, con la ADC, hemos trabajado durante este tiempo desde la frustración de la
no sanción de la ley en 2005. Estuvimos trabando en la difusión y en la capacitación de
periodistas, ya que se han acercado muchas ONG y ciudadanos a tomar estos cursos de
capacitación sobre cómo incentivar la investigación periodística a través del uso de las
herramientas del acceso a la información.
¿Por qué es importante, como fuente para calidad de la labor periodística, utilizar el
acceso a la información? El acceso a la información permite comunicar los datos atribuibles a
una fuente oficial. Esto es poner la responsabilidad en cabeza de un funcionario que dio esa
información. Es otra fuente para contrastar los datos obtenidos en forma extraoficial o a
través de fuentes orales. Estos son dos principios que nosotros sostenemos sobre el por qué
de la importancia de contar con esta reglamentación y ejercerla por parte del periodismo.
En consecuencia, lo importante de esto es que resguarda la responsabilidad del
periodista respecto a lo que se está comunicando porque se trata de una fuente oficial, es
decir, de un funcionario que pone su firma, que consecuentemente pone en juego su
responsabilidad de los datos que está brindando a la prensa y, por ende, a la ciudadanía.
Hay diferentes posibilidades. Contrastar algo que se sabe extraoficialmente, utilizarlo
como una fuente más que es igualmente refutable a partir de otra información de mayor
calidad. Esto no quiere decir que sea la verdad absoluta, pero es la información oficial para
justificar la publicación del periodista que permite ejercitar un periodismo de calidad, algo
que está dentro de los valores que defiende FOPEA.
Por otra parte, dos puntos más. El primero es en relación a que permite el acceso
igualitario de las fuentes de información sobre los actos del Estado —esto puede ser criticado
también por los periodistas, porque les quita la exclusiva—, pero nos obliga a agudizar el
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instinto de la investigación. Nosotros tenemos varios casos trabajados en este curso que
hemos dado entre la FOPEA y la ADC, y también apoyado por la Subsecretaría para la
Reforma Institucional y el Fortalecimiento del Estado —que después por varios cambios que
hubo internamente no pudimos sostener en el tiempo. Ahí mostramos una serie de casos
donde periodistas que venían trabajando con los temas en cuestión, desde hacía mucho
tiempo, la herramienta de acceso a la información lo que les permitió fue complementar y
mejorar su investigación por más que el resto de la prensa también contara con esa
información. No tengo acá los casos, pero los puedo aportar como referencia.
El segundo punto, que tiene que ver con agudizar el instinto y la investigación por
parte de los periodistas, es que permite acceder a un amplio espectro de información, a datos
y documentos a solicitar. Es decir, que abre una agenda muy amplia con solo indagar en el
organigrama de cualquier ministerio del Estado, repasando las secretarías, las subsecretarías
y todos aquellos otros organismos que forman parte de cada uno de los ministerios. Uno tiene
una dimensión de la cantidad de temas que el periodismo deja de lado por seguir una agenda
determinada y no ampliarla. Esto es diferenciable muchas veces para los medios pequeños
que pueden instalar temas y buscar una mirada diferente en algo que no se está tratando en la
prensa.
Por consiguiente, es importante destacar la importancia que tiene el acceso a la
información para el periodismo, y es que lo pone en pie de igualdad frente a los poderes del
Estado, especialmente, porque se pasa del campo del amiguismo —y los contactos para
obtener información— al campo de los derechos. Con esto no quitarle la posibilidad de que
un periodista consiga la información por otra fuente.
Asimismo, hemos trabajado fuertemente en lo que fue la aplicación del Decreto 1172
en estos cursos que dimos en todo el país. De alguna manera, nos dimos cuenta de por qué la
importancia de una ley. Porque muchas veces nos decían los periodistas que el Decreto
interpela solamente al Poder Ejecutivo; la información que pueda solicitar de acá es mínima.
Nosotros creemos en la importancia que tiene una ley, por el impacto a nivel legal, en
cualquier Estado a diferencia de lo que es un decreto, que al mismo tiempo se puede
reemplazar por otro. Ese es un detalle que también hay que tener en cuenta, y obviamente por
lo que ha marcado toda la jurisprudencia a nivel internacional sobre derechos humanos de la
importancia de que haya una legislación.
Otro punto que quería destacar es el tema del organismo de control. ¿No sé si te
referiste exactamente vos a esto?
Sr. Saba. — No, lo dejé a propósito afuera.
Sr. D’Alessandro. — Más allá de que la legislación contemple costos de búsqueda y
reproducción, de que estén todas las excepciones marcadas taxativamente —como
mencionaba Roberto—, nos parece que sería muy importante que sea un mecanismo ágil.
Hay experiencias internacionales de las cuales nutrirse. Nosotros estamos promoviendo una
actividad que organiza la Asociación por los Derechos Civiles. El día viernes se está
invitando a un grupo de asesores para tomar contacto con la experiencia uruguaya, que es un
caso relativamente nuevo en el contexto de América latina, así que se pueden poner en
contacto los asesores. Viene un experto a hablar de la aplicación de la ley en Uruguay a un
año de su sanción. Se está armando este encuentro para el día viernes. No es un encuentro
masivo, pero los asesores que quieran participar se pueden comunicar con la ADC. Sería muy
interesante justamente para ver una experiencia concreta, relativamente joven, y ver cuáles
fueron los avances y las dificultades que han tenido en este año de implementación.
De mi parte es esto. Por supuesto, quedamos abiertos a la discusión y al debate. Pero
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quería aportar esta perspectiva que me parece importante también para que los colegas acá
presentes escuchen, la discutan y también las lleven a sus redacciones.
Muchas gracias.
Sr. Presidente. — Una pregunta para el doctor Saba. En cuanto al tema de los costos a los
que te referiste, exactamente ¿cuál es el sentido del asunto?
Sr. Saba. — Primero, el problema y después vemos cuál puede ser la solución que la ley
anticipe. El problema es que una de las formas de bloquear el acceso a la información puede
ser la imposición de costos que sean imposibles de pagar.
Sr. Presidente. — Ah, que sea gratuito o no.
Sr. Saba. — La gratuidad es una decisión política. Como dije, se puede establecer la
gratuidad para ciertos solicitantes que el Estado diga que funciona dentro de las atribuciones
que tiene de interés público, que algunas ONG, que algunos medios tengan accesibilidad
abierta sin pagar costos. Esa es una decisión política. Yo la verdad que lo pensaría.
Ahora bien, sí establecer algunos criterios para poder cargarle algún costo a la
búsqueda y a las copias de información. Por ejemplo, yo pido información que el Estado tiene
que, no producir, sino buscar. O sea, uno puede pedir información que implique que una
persona dentro de una burocracia tenga que ponerse a buscar. Eso lleva horas de trabajo.
Depende de la información que se pida, puede ser que lleve media hora de trabajo como diez
horas de trabajo. Entonces, el Estado tampoco tiene que sobrecargar su demanda de trabajo
por su personal en función de la demanda de información. Puede ser que uno diga que las
primeras dos horas de búsqueda están dentro de lo que nuestra función pública previó para
esta repartición, pero si lo que usted está pidiendo lleva un mes de búsqueda tendremos que
contratar a alguien.
Sr. Presidente. — O sea, fijar una tasa.
Sr. Saba. — Se puede fijar una tasa para la búsqueda, y la reproducción lo mismo. Hoy es
difícil, porque no sólo son fotocopias. Pero uno puede decir que las fotocopias me la cobren
10 pesos la página implica un bloqueo de la información. Es básicamente eso.
Sr. D’Alessandro. — Pero el tiempo puede ser una excusa...
— Ingresa el señor Eduardo Bertoni.
Sr. Saba. — Y un tema que no mencioné en mi exposición —sé que es un tema que le
importan tanto a Bertoni como a D’Alessandro— es la necesidad de contar dentro de la
administración con una burocracia que esté enfocada en la política de dar información. Dar
información —como decía antes— no es una mera decisión discrecional de un gobierno por
estar ubicado más a la derecha o a la izquierda. Eso no forma parte de una decisión
discrecional de política pública. Es un derecho humano que hay que regular. Dentro del
Ejecutivo es bueno que se identifiquen algunos responsables institucionales.
Sr. Presidente. — ¿Por qué del Ejecutivo?
Sr. Saba. — Dentro del Ejecutivo para poder llevar adelante la política. Y luego algún
órgano que sea de control de la accesibilidad.
Sr. Presidente. — Una de las consideraciones que hacemos es que podría no estar en la
órbita del Ejecutivo.
Sr. Saba. — En el control.
Sr. Presidente. — No, la aplicación. Igualmente, es materia de debate. No quiero darlo como
saldado.
Sr. Saba. — Es una decisión de diseño institucional. Me parece que es un punto clave —y
con esto cerraría de mi parte el tema— es que el órgano de control de los poderes —porque
en realidad la ley sería bueno que abarque a los tres poderes del Estado— que vela por el
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acceso a la información debería ser un órgano independiente. Hay un libro —que si quieren
yo se los puedo acercar— llamado La nueva división de poderes, de Bruce Ackerman, donde
se dice que la división de tres poderes ya quedó obsoleta. Hoy en el Estado moderno no hay
un Ejecutivo, un Legislativo, un Judicial y se agotan los tres poderes, sino que hay algunas
instancias de decisión pública que tienen que ser independientes, porque hacen al juego
democrático limpio y equitativo. La agencia que controla el funcionamiento de las elecciones
es mejor que no esté en manos del gobierno ni de la oposición, sino que sea como un referí y
se mantenga retirado del sistema.
En el caso del derecho a la información, sucede algo parecido. El órgano de control
del buen funcionamiento del acceso a la información no puede estar en manos del controlado.
Imaginemos que el derecho a la información es un mecanismo de control del Estado. Si es un
mecanismo de control del Estado, es obvio que no puede depender del Estado controlado la
administración de ese organismo; o sea, hay algunos organismos que tenemos que separar.
Esto ya lo hemos venido haciendo, pero no lo llamamos con estos nombres. El Poder judicial
es el primero que hemos creado para eso.
Entonces, el órgano de control de la administración de la información tiene que
mantenerse independiente. ¿Cómo se logra que un órgano sea independiente? Es una
pregunta difícil, pero yo diría que en ese caso miraría al mecanismo que utilizamos con éxito
en el año 2003 para designar jueces de la Corte Suprema. El mecanismo de designación de
jueces de la Corte Suprema en la Argentina que combinó la regulación constitucional de 1853
con el decreto 222/03 y luego también el 588 para los casos de los jueces federales ha
demostrado ser —hay cierto consenso— un mecanismo de selección de un órgano
independiente que ha generado un órgano que hoy goza de una respetabilidad pública, al
menos, muy superior a la que tenía.
Yo lo que diría es que si enfocamos en la creación de un órgano de control del acceso
a la información sea un órgano independiente donde la clave es la designación de sus
miembros, o de su miembro, y pensaría en un procedimiento del tenor del que el decreto 222
estableció para la Corte Suprema.
Sr. D'Alessandro. – ¿Vos te referís al organismo de control y no al órgano ejecutor?
Sr. Saba. – El órgano ejecutor interno tiene que armar sus procesos.
Sr. Presidente. – Pero es materia de debate si ese órgano de aplicación está en la esfera del
Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo o si es un ente autónomo. Es un tema para discutir.
Sr. Saba. – Yo no conozco y me falta información sobre lo que ustedes están discutiendo.
Me gustaría saberlo para poder opinar. Simplemente, yo me pongo en los zapatos del Poder
Ejecutivo, que tiene que implementar la ley.
Sr. Presidente. – Perdón, doctor, pero ese ya es un presupuesto. Es decir, uno tiene como
alcance a todo el Estado, y el Poder Ejecutivo es una dimensión.
Sr. Saba. – Quizás no haga falta un órgano. Esa es otra cuestión también.
Sr. Presidente. – Es un diseño que, a lo mejor, la ley debe contener.
Tiene la palabra el doctor Bertoni.
Sr. Bertoni. – En primer lugar, agradezco a la Comisión por la invitación y me disculpo por
haber llegado tarde. Agradezco que estén todavía aquí, porque es un día bastante especial y
alegre. En la calle no hay nadie, lo que me permitió venir más rápido de lo que creía.
Yo le hice llegar al secretario de la Comisión un informe que preparamos, que en
realidad es referencial a algunas de las cuestiones que nos parecen importantes tener en
cuenta al momento en el que cualquier país, inclusive el nuestro, está en el proceso de diseño
de una política pública referida al acceso a la información.
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Con la impunidad que me da hablar sin haber escuchado al doctor Saba ni al señor
D'Alessandro, sin saber lo que ellos dijeron y con el riesgo de repetir algunas cosas, creo que
la discusión de que la Argentina está en deuda en el sentido de no tener una ley de acceso a la
información pública está bastante saldada a nivel internacional. Es decir, ya se ha
determinado que este es un derecho humano fundamental, e incluso hay resoluciones de la
Asamblea General de la Organización de Estados Americanos que mandan a que los Estados
tengan esto dentro de su diseño institucional. Entonces, referirse a si la Argentina está acorde
con lo que está ocurriendo en la región, me parece que es una discusión que no tiene mucho
sentido.
El problema es que, cuando en otros países se ha avanzado en legislación vinculada
con el acceso a la información pública, muchas veces hemos encontrado que una legislación
que se llama de acceso a la información pública tiene alguna problemática en su diseño, que
no termina haciendo efectivo el derecho humano fundamental del acceso a la información.
En ese sentido, lo primero que me gustaría decir es esta segunda oleada que hemos
vivido a partir del año 2001-2002 con el movimiento que se inicia en México, ya se había
iniciado en nuestro país, cuando alrededor de 1999 se empezaron a manejar leyes a nivel
federal. El doctor Saba había sido un actor bastante importante en el diseño de la Ley de
Acceso a la Información de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, en la Argentina estábamos
con un conocimiento y una gimnasia bastante interesante, pero lo cierto es que no tenemos
ley hasta hoy.
En esta segunda oleada, lo primero que podemos manifestar es que no hay una receta
única en la cual podamos decir que hay un modelo específico que se ha seguido en todos los
países y ha sido exitoso. Por el contrario, en los distintos países encontramos distintas
aproximaciones en las distintas cuestiones. Dicho esto, ¿cualquier aproximación hace
efectivo este derecho? No. Lo que hemos visto es que, a nivel internacional, en estos últimos
diez años se han elaborado una serie de principios que hacen al acceso a la información
pública que son elaborados por organizaciones de la sociedad civil, organizaciones
intergubernamentales. Hay un menú bastante nutrido –nosotros lo citamos en nuestra
presentación–, pero eligiendo alguna de esas cartas de principios y siguiéndolas, creemos que
estamos más o menos en una dirección acertada en pos de hacer efectivo este derecho.
A los efectos del diseño que se pueda estar discutiendo en este Senado y también en la
Cámara de Diputados, nosotros creemos que es posible tomar en cuenta al menos los
principios elaborados por el Comité Jurídico Interamericano, que es un órgano independiente
de la OEA, compuesto por un comité de expertos, siendo una declaración de principios
bastante neutral. Es decir, no viene de ningún sector que legítimamente puede estar
interesado en impulsar el acceso a la información pública.
Esta declaración de principios del Comité Jurídico Interamericano, que es la que
nosotros estamos referenciando en nuestra presentación, fue tenida en cuenta en otros dos
documentos que sugerimos que en el momento del diseño que se haga para nuestro país
también se tengan en cuenta. Uno, es la Ley Modelo Interamericana de Acceso a la
Información Pública; y otro, que no apareció anexo a la última resolución de la Asamblea
General de la OEA realizada hace menos de un mes en Lima, es una guía de implementación
de esta Ley de Acceso a la Información Pública.
Quienes estén trabajando en el desarrollo de un modelo de acceso a la información
para la Argentina, encontrará ejemplos muy concretos –inclusive, de redacción– de cómo
incorporar ciertas cuestiones que están siempre bajo el paraguas de estos principios que les
decía. Con esto no quiero decir que se tenga que copiar la Ley Modelo, pero hay ciertas
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normas que están allí, que avanzan y que, en definitiva, ahorrarían trabajo en el sentido de la
redacción que se está llevando adelante.
Ahora bien, todos estos principios son importantes, pero nosotros consideramos que
hay algunos que, si se dejan de lado, si se flexibilizan demasiado o si en la implementación,
la redacción de la normativa no es demasiado concreta, la ley empieza a hacer agua y a tener
problemas. De la lectura que nosotros hicimos de los proyectos que están en trámite
parlamentario en el Senado, optamos por mencionar básicamente tres temas, que son los más
sensibles. Por lo que me decía Natalia Torres, que es investigadores del centro donde estamos
en la Universidad de Palermo, son temas que habían abordado los expositores anteriores.
Estos temas son: las excepciones; los sujetos; y el diseño institucional de este órgano, que
tiene que ser de supervisión y de cumplimiento. Y hay un tema que quisiera agregar, que
muchas veces no se ha tenido en cuenta en la experiencia latinoamericana y que después da
muchos problemas, que es preferible analizarlo desde el momento en que uno está pensando
en este tipo de legislación: el tema presupuestario y el de la vacatio legis.
Estos son temas que a veces, en la vorágine de querer cumplir con los estándares
internacionales y de tener rápidamente sancionada una ley y en vigencia, nos olvidamos, pero
después generan problemas al momento de la implementación. Y lo que estamos viendo a
nivel latinoamericano es que en muchos países hay legislación que cumple con estos
principios pero, por deficiencias en la implementación vinculadas al poco tiempo que se le
dio de vacatio legis o a que no se pensó exactamente la cuestión presupuestaria, empieza a
tener problemas.
La gente, cuando dice “Me prometieron una ley por la cual yo iba a poder tener
información que está en poder del Estado, y no la puedo tener”, no la puedo tener muchas
veces porque esto que ustedes estaban conversando cuando yo llegué, sobre el diseño, esto
también genera una modificación de la burocracia del Estado, que también hay que tenerla en
cuenta, más allá de que esto esté más vinculado con la ley de implementación. Es un tema
que no se puede perder de vista, y por eso no insisto tanto en cuestiones de sintonía fina de
implementación, pero sí en dar un tiempo generoso de vacancia legal a los efectos de no
encontrar a la burocracia desarmada al momento en que la ley entra en vigencia.
El otro de los temas que también ustedes estaban conversando es el vinculado con el
órgano de supervisión y cumplimiento. Si miramos la experiencia latinoamericana, les digo
nuevamente que no hay una receta. Hay países, como Honduras, Chile y México, que crearon
un órgano independiente. En México es bastante conocido el Instituto Federal de Acceso a la
Información, que es un poco el pionero en estos órganos independientes. Este es el modelo
que ha seguido la ley modelo, y es al que yo adscribo como el más exitoso, pero me hago
cargo que en otros países se ha seguido un modelo dónde el órgano no tiene el poder de
emitir órdenes que son obligatorias para los sujetos obligados, sino que emite
recomendaciones. Son modelos de tipo Ombudsman o defensores de la información que
pueden estar diseñados con un grado de independencia muy interesante. Alguno de los
proyectos que ustedes están discutiendo así lo tiene, pero la carencia de facultades que
obliguen a la administración a otorgar información cuando ese órgano así lo considera, los
debilita.
El último modelo es el del Poder Judicial que se ha seguido en algunos países, como
Ecuador y la República Dominicana, pero en verdad es el modelo —a mí modo de ver—
menos recomendable. Incluso, en aquellos países en donde la propia legislación ha previsto
recursos y algún procedimiento judicial específico para discutir una negativa de acceso a la
información. La propia dinámica de los tribunales ha hecho que entren en una serie de
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consideraciones y tardanzas en la resolución, más allá de que en muchos de estos países —y
la Argentina no es la excepción—, el Poder Judicial tiene una manera de abordaje que no es
tan universal, es decir, en general, hace falta tener un abogado, hay que conocer el
procedimiento, hay ciertas estructuras formales que se deben seguir, cuestiones que no están
de esta manera en los órganos que se han creado.
Por supuesto, de seguirse el modelo —que es el más conveniente—, la importancia de
que la propia ley tenga un diseño que garantice la independencia de este órgano es
fundamental. En ese sentido, suscribo ciento por ciento lo que acaba de decir el doctor Saba
en relación a la idea del Decreto 222 en que se puede plasmar legislativamente sin ningún
tipo de problema. En la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual este tema no fue
incluido, pero sí luego en un decreto. Es decir, el decreto manda a hacer un sistema de
selección, uno puede discutir un montón de cuestiones, pero esto ya es una práctica, y digo:
por qué no aprovechar esta práctica que garantice cierto tema de independencia.
Por otra parte, una cuestión que se repite mucho es que las excepciones tienen que
estar plasmadas en la legislación. Es cierto que es muy difícil —vía legal— poder incluir
todo lo que son las excepciones, con lo cual, un modelo que se ha ido caminando es el test de
interés público. Es decir, que la legislación sí deje bien en claro que hay algún test que
efectuar en el momento en que se va a negar algún tipo de información, o sea, si una
información puede caer dentro del ámbito legal de una excepción, es decir, por seguridad
nacional, puede tener un fin legítimo, pero lo que tiene que analizarse siempre —y quien
debe probar esta cuestión— es si el interés público en dar la información es superior al de
negarla. Por lo tanto, yo sí llamaría la atención en esta cuestión, dado que no la he visto en
los proyectos en trámite. Sugiero dar una mirada a las cuestiones que están en legislación —
sobre todo en la modelo—, porque pueden ayudar en la excepción modelo.
Además, la mayoría de los proyectos que hemos visto es bastante amplia respecto de
los sujetos obligados. Se incluyen ciertos actores de sujetos privados, pero siempre y cuando
reciban contribuciones o tengan contrato con el Estado. En fin, esto es lo que nosotros
trajimos a cuento, y eran los puntos más importantes a destacar en función de los proyectos
que leímos.
— Ocupa la presidencia el presidente de la Comisión de
Asuntos Constitucionales, el senador Fernández.
— Ingresa en el salón, el señor senador Pérsico.
Sr. Secretario. — Yo le aclaro que entre los distintos proyectos que mandamos estaba su
proyecto de dictamen.
Sr. Cabanchik. — Nosotros teníamos incluida la idea de que la presunción de toda esa
información es pública y que uno la puede sustraer, pero solo si está tipificada en la ley. El
tironeo entre el interés de que se informe y que se deniegue, si no tiene un tipo legal que
dirima la cuestión, va a quedar en la discrecionalidad política. Es mejor que haya un tipo
legal, porque si lo que estamos buscando es la autonomización de la producción y la
circulación de la información, y hay algún lugar por el cual la discrecionalidad política
vuelve a entrar, depende del tamaño de ese lugar.
Sr. Saba. — Según lo que decía Bertoni recién acerca del test de interés público, yo creo que
es algo relativamente novedoso y que sería bueno pensarlo. Algo parecido a eso nuestra Corte
Suprema prevé acerca del tema de la igualdad y la discriminación. Se llama “escrutinio
estricto”, y la Corte lo ha establecido en los casos Repetto y Universidad de Córdoba, donde
la presunción es a favor de la publicidad, y lo que genera la presunción es la carga de la
demostración. El Estado para poder negarla va a tener que explicar por qué. Después cuando
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uno se traslada a la justicia —yo acá haría una sola aclaración respecto a mí posición
comparándola con la de Eduardo; creo que él se está refiriendo al modelo de no contar con un
órgano—, el Poder Judicial está siempre, porque es el que vela por los derechos y termina
siempre siendo el último que va a opinar de esto, si llega el caso ahí.
Entonces, si llegara al Poder Judicial esta discusión, el juego de presunciones y cargas
es fundamental, porque los jueces van a decir que el que defienda el acceso se queda cruzado
de brazos, y espera que el Estado haga el esfuerzo argumentativo de por qué negó la
información. Ahí es muy importante el juego de presunciones, porque empieza jugando el
partido con un gol en contra el que negó la información.
Sr. D´Alessandro. — No sé si hay algún estudio o trabajo que haya analizado el rol de los
enlaces, pero hablando del tema del mecanismo burocratizado, si bien dependiendo de la
reglamentación que esté a cargo de esta función sea un decreto, sea una ley, es importante —
porque involucra una política de Estado en esta cuestión— dentro del proyecto el tema de los
enlaces, ya que son los facilitadores internos.
Sr. Saba. — Una forma de preverlo podría ser que se deposite en cabeza del Ejecutivo la
identificación de funcionarios responsables. Es decir, depositar en el Ejecutivo la obligación
de ponerle nombre y apellido a la persona o personas que tienen que dar información. Puede
ser que haya uno por ministerio, por secretaría o una oficina especial. Eso es una cuestión de
diseño institucional. La ley podría prever la obligación del Poder Ejecutivo de identificar a
los responsables de acceso a la información dentro de sus oficinas, lo cual pone la presión
acerca de que nadie se haga el tonto, y digan que no le tocó a nadie.
Sr. Bertoni. — Me parece que estamos en un buen momento en lo que es la burocracia, al
menos del Ejecutivo, porque ya hubo algo. Es decir, ya hubo una suerte de enlace, ya se sabe
—a nivel burocrático— de lo que se está hablando, por ahí no con toda la completitud que
tendría que tener. Lo que sí quería aclarar es que los modelos de las leyes a los cuales
podemos referirnos en América latina, en general, dejan este tema más para la parte de
implementación; es decir, quién va a ser el funcionario encargado de cada una de las
reparticiones. Lo que algunas leyes no dejan lugar a la implementación, me refiero por
ejemplo a la ley de Nicaragua o de Guatemala y debe haber alguna otra, es quién es el último
funcionario que tiene la responsabilidad, inclusive política, de clasificar información y de
determinar que cierta información cumple con los estándares que se han fijado en la ley para
ser considerada reservada, confidencial, ultra reservada, exceptuada o como se lo quiera
llamar. La ley nicaragüense o guatemalteca establece que este tipo de cuestiones las tiene que
determinar el funcionario de mayor jerarquía. Algo parecido hay con un tema de la
denegatoria de información, porque muchas de las legislaciones lo que prevén es un proceso
de alguna suerte de apelación interna; es decir, dentro del mismo órgano o ente que tiene la
información quién es el que tiene que tomar la decisión final si se da o no se da esa
información. Después, una vez tomada esa decisión de no darle información, pasar sí ya por
el camino de ir directamente a los tribunales o, el que a mí me parece más adecuado, tener un
órgano especial. Pero este tipo de cosas sí las prevén algunas leyes y está en la ley modelo
también de alguna manera expuesto.
Sr. Cabanchik. — No sé si quiere hacer uso de la palabra el doctor Fernández, quien preside
esta Comisión y ya ha ingresado a la misma.
Sr. Presidente (Fernández). — Lamentablemente tenemos una agenda donde con el
vicepresidente hemos asumido la responsabilidad de no dilatar la recepción de información
en aras de encaminarnos hacia un dictamen. Como habrán visto, la ausencia masiva de
senadores indica que efectivamente, con el tema de matrimonio de personas del mismo sexo
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y demás, está compleja la situación del quórum. No obstante, me resta agradecerles la
presencia. Nosotros tenemos un borrador de dictamen. Estamos tratando de consensuar, en la
medida de lo posible, y en aquellos tópicos en donde encontremos consenso, un dictamen
unívoco, que le daremos a conocer a los distintos disertantes; y con posterioridad la idea
nuestra es llevarlo al recinto para que por lo menos quede habilitado para la primera semana
de agosto.
Si bien es cierto que después de los dictámenes no se aceptan más sugerencias,
excepto aquellas que puedan devenir en alguna modificación parcial del dictamen en sí, lo
lógico es que la visita de ustedes tenga un ida y vuelta con el dictamen de comisión. De los
distintos aportes que terminarán con la última rueda de consultas que hacemos, los senadores
emitirán un dictamen y respecto de éste, mientras esté en borrador, ustedes podrán hacer
algún tipo de sugerencias y con posterioridad informarles el resultado. Yo creo que la
República Argentina después del Decreto 1172/03 ha trazado —recién lo resaltaba
concretamente el doctor— un sendero de crecimiento, lo lógico es que la obligación de
información no sólo la tenga el Poder Ejecutivo, sino todos los poderes y fundamentalmente
aquellas empresas que tienen acceso a cuestiones que son sensibles para la ciudadanía.
Así que vengo para la foto nada más (Risas.) Les agradezco la presencia y el aporte en
nombre tanto de Samuel como el mío y el de los distintos integrantes que, algunos por una
cuestión de agenda y otros no sé por qué, no están presentes en el día de la fecha. Así que
muchas gracias.
— Se retiran los invitados.
Sr. Presidente. — Como estamos funcionando en minoría —no tenemos quórum
reglamentario—, eso hace que hace que además de los invitados hagamos un abordaje formal
de los temas que están ingresados. Han ingresado, antes del abordaje de esta ley,
presentaciones de los diputados de la provincia de San Luis, que en su momento merituaron
la presentación del senador Pérsico; y también ingresó una nota de la senadora Negre de
Alonso, que habíamos puesto en el orden del día, donde nos pedía que cuando se debatiera
este tema ella quería estar presente. Cuestión que obviamente le garanticé, en tanto estuviera
yo o el senador Cabanchik, y fundamentalmente porque no teníamos quórum. Digo esto
porque de los argumentos que ingresaron nosotros vamos a extraer copias y se las
entregaremos a los distintos integrantes de la Comisión.
Dicho esto, nosotros teníamos una agenda de trabajo preacordada con el senador y
vicepresidente de la Comisión que traía aparejado el tema de distintas fechas, en las cuales
queríamos cumplir con el compromiso que habíamos asumido de recibir a todos los que
habían sido invitados previamente para terminar con la rueda de consultas de acceso a la
información pública. Ya ha confirmado su presencia la Dra. Cecilia Rossoti y tengo
entendido que están por confirmar el Dr. Luis Alén y el profesor Glenn Postolsky. Ya
confirmó la gente de la Fundación Konrad Adenauer, que estaban invitados para el día 6 de
julio.
Hemos acordado con el señor senador Samuel Cabanchik y con la presidenta de la
Comisión de Legislación General, el tema del tratamiento de la sanción de Diputados
modificando la Ley 26.122, que es el régimen legal de los decretos de necesidad y urgencia.
Quiero que conste en acta, porque les daremos una invitación formal a los distintos
integrantes. Hemos acordado realizar audiencias los días 3 y 10 de agosto con la idea de ver
si el 24 del mismo mes estamos en condiciones de emitir dictamen.
Esta Presidencia invitará a cuatro constitucionalistas para hablar sobre el particular: el
3 de agosto asistirán los doctores Aristides Corti y Alberto Bianchi, y el 10 de agosto, los
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doctores Eduardo Mertehikian y Canosa. Dicha invitación no está cerrada. Le haremos llegar
el listado a los distintos integrantes de la Comisión. La señora senadora Negre de Alonso me
anticipó que invitará al doctor Alfonso Santiago.
Sr. Secretario. – El señor senador Sanz pidió hoy la presencia del doctor Félix Loñ.
Sr. Cabanchik. – Yo solicitaría la invitación del doctor Daniel Sabsay y de la doctora María
Angélica Gelli.
Sr. Presidente. – Perfecto. Con eso, armaremos el listado de los invitados para los días 3 y
10 de agosto, y lo haremos circular. Armaremos las dos agendas y empezaremos a tratar el
tema de la Ley 26.122. Dicho esto, el señor senador Pérsico me solicitó hacer uso de la
palabra. Esto no implica que estemos tratando el tema.
Sr. Pérsico. – Simplemente, quiero expresar mi preocupación porque no se consiga el
número para el trabajo de la Comisión, ya que la problemática que está sucediendo con el
pedido de informes que presenté se está agravando cada día más. También se lo transmitiré a
quienes no concurrieron hoy a la Comisión, ya que han enviado una nota los diputados de la
Coalición Cívica diciéndome que ya salió un dictamen de comisión donde, después de que ha
habido una elección, la voluntad popular se expresó y la Justicia le dio su título, le acaban de
anular los títulos a los cuatro suplentes de la Coalición Cívica. O sea que, como no pudieron
la semana pasada –lo intentaron– conseguir los dos tercios para anular la elección, han
sacado un dictamen, dejándolos afuera.
La Cámara de Diputados no tiene atribuciones para anular los títulos, por lo que están
avasallando el sistema republicano y la Constitución Nacional. Por eso, creo que lo único que
puede hacerse más rápidamente –porque esto está yendo a la Corte– es que esta Comisión
conforme una comisión investigadora para intentar que en San Luis tengamos democracia.
No quiero traer un problema de San Luis acá pero, lamentablemente, si no hay un
paraguas nacional, nos sucederá lo que nos ha pasado muchas veces. Esto es gravísimo: es un
dictamen de una Comisión, que no tiene atribuciones para hacerlo, mediante el cual no
permiten asumir a quienes han ganado la elección en San Luis, porque la mayoría decide que
no pueden hacerlo. Esto es de una gravedad extrema. No pudieron avanzar con la anulación,
porque no tenían los dos tercios, y avanzaron con esto, que se puede hacer por simple
mayoría. Imagínense que, dejando a los ocho candidatos de la Coalición Cívica afuera, no
queda otro para que entre, por lo que se tiene que llamar a otra elección. La jugada es la
misma, y por ahí cuando consigamos número acá, ya se llamó a elección y esto será un hecho
consumado. Y cuando llegue a la Corte, también será un hecho consumado.
Sr. Presidente. – Senador: en honor a la más absoluta de las verdades, nosotros podríamos
recurrir a una metodología a la que recurrían algunos senadores de la oposición cuando
efectivamente imponían sanción de multa dineraria a quienes no cumplían con su labor.
Sr. Pérsico. – No es nuestro estilo.
Sr. Presidente. – No sólo no lo comparto como metodología, sino que además me parece
pésimo el antecedente. Nosotros insistiremos con el señor senador Cabanchik en una nueva
convocatoria y le incorporaremos toda la instrumental que se ha anexado, tanto la
presentación de la señora senadora Negre de Alonso, como la de los diputados. Si usted hace
de esto una presentación formal, también elevaremos copia.
Es cierto que la presentación que nos ocupa es la que nosotros tendremos que evaluar,
porque lo que en su momento sirvió como antecedente fue una presentación que hizo un
senador de la Unión Cívica Radical en otra oportunidad, donde concretamente pedía una cosa
distinta y la Comisión tenía que expresarse. No obstante, arbitraremos los medios para ver si
en la próxima reunión juntamos el quórum para tratar el tema. Otra cosa estamos impedidos
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de hacer.
Aclaro que no se está tratado el tema ni se convalidan o consienten alguna de las
posiciones de las partes, ni la presentación de la senadora Negre de Alonso, ni la presentación
del senador Pérsico, ni la presentación de los diputados. Simplemente, hicimos ingreso de la
documentación. De esta parte, expresada en forma oral, le pedimos al señor senador Pérsico
que haga una presentación formal, a los efectos de que también tenga ingreso. Le damos
traslado e intentaremos que se trate en la próxima reunión.
Respecto a las fechas del día 3 y 10 de agosto, informo que no sólo fueron acordadas
entre el presidente y el vicepresidente de esta Comisión, sino que fueron acordadas y
rubricadas en un instructivo por las Presidencias de ambas Comisiones de Legislación
General y de Asuntos Constitucionales. Esto lo digo también para demostrarle al resto de los
integrantes de la Comisión que la intención es tratar los temas, no dormirnos, pese a que no
viene absolutamente nadie a participar de nuestros debates.
Tiene la palabra el señor senador Cabanchik.
Sr. Cabanchik. – Yo estaba pensando si podíamos adelantar al 29 de junio estas nuevas
visitas, porque hemos escuchado muchísimas exposiciones sobre el acceso a la información
pública. Lo interesante es que las contribuciones que nos hagan, tanto quienes ya vinieron,
como quienes vayan a venir, puedan insertarlas dentro de lo que estemos discutiendo. A
veces el análisis académico va por un lado, el legislativo va por otro, y no se juntan. A lo
mejor, sería bueno que ya enfocáramos eso en función del dictamen, porque estamos en
paralelo con la Cámara de Diputados, el Senado inició el debate, y sería bueno coronarlo.
Sr. Presidente. – Ellos estaban por sesionar el día 30 de junio, pero tienen algunas
complicaciones y creo que están lejos de emitir dictamen. Lo cierto es que haremos los
esfuerzos por Secretaría para que la reunión se realice el martes 29. Hay dos invitados que ya
confirmaron su presencia para el 6 de julio, pero trataremos de modificarlo para el 29 de
junio.
Sr. Cabanchik. – Porque en muchas exposiciones repiten conceptos...
Sr. Presidente. – Secretario: ha tomado debida nota, le pido que haga lo posible.
Damos por finalizada la reunión.
– Son las 19 y 59 horas.
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