R Re efflle ex xiio on ne ess sso ob brre e llo oss m me en nssa ajje ess d de e llo oss c cu ue en ntto oss PPrriim meerr ccuueennttoo:: LLaa GGaallliinniittaa RRoojjaa ¿Conoces el cuento de la Gallinita Roja? Si la respuesta es sí saltea el párrafo siguiente. Si es no, léelo y más abajo compartiremos una reflexión. Una gallinita roja encontró un grano de trigo. - ¿Quién plantará este trigo? -dijo. Yo no -dijo el perro. - Yo no -dijo el gato. - Yo no -dijo el puerco. - Yo no -dijo el pavo. - Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita. Y así plantó el grano de trigo. Muy pronto el trigo creció y hojas verdes brotaron del suelo. El sol brilló, la lluvia cayó y el trigo siguió creciendo hasta que estuvo alto, fuerte y maduro. - ¿Quién cosechará este trigo? -preguntó la gallinita. - Yo no -dijo el perro. - Yo no -dijo el gato. - Yo no -dijo el puerco. - Yo no -dijo el pavo. - Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita. Y así cosechó el trigo. - ¿Quién trillará este trigo? preguntó la gallinita. - Yo no -dijo el perro. - Yo no -dijo el gato. - Yo no -dijo el puerco. - Yo no -dijo el pavo. - Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita. Y así trilló el trigo. - ¿Quién llevará este trigo al molino para hacerlo moler? -preguntó la gallinita. - Yo no -dijo el perro. - Yo no -dijo el gato. - Yo no -dijo el puerco. - Yo no -dijo el pavo. - Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita. Y así llevó el trigo al molino, y al poco tiempo regresó con la harina. - ¿Quién amasará esta harina? preguntó la gallinita. - Yo no -dijo el perro. - Yo no -dijo el gato. - Yo no -dijo el puerco. - Yo no -dijo el pavo. - Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita. Y así amasó la harina y cocinó un pan. - ¿Quién comerá este pan? -preguntó la gallinita. - Yo -dijo el perro. - Yo -dijo el gato. - Yo dijo el puerco. - Yo -dijo el pavo. - No, lo haré yo -cloqueó la gallinita. Y se comió el pan. Si le cuentas este cuento a tus hijos o tus alumnos, muy probablemente ellos hagan algún cometario sobre lo sucedido entre estos animales. Las conclusiones pueden ser variadas pero lo que predomina suele ser algún comentario sobre la haraganería y el egoísmo de los animales que no prestan cooperación a la laboriosa gallinita. Si eres un padre o madre que busca contribución en su familia puede ser que se te escape un “¡bien que hizo la gallinita en comerse todo el pan, ya que nadie le ayudó!”. ¿Qué nos enseña esta gallinita? Puede interpretarse una lección de cómo el egoísmo y la pereza se paga perdiéndose uno la oportunidad de disfrutar de algo gustoso. Es fácil así poner énfasis en los demás personajes del cuento. Sin embargo desde la No-violencia la interpretación puede ser otra. La Comunicación No-violenta (CNV), tal como entiendo la propuesta de Marshall Rosenberg PHD. haría otra lectura de esta situación: La gallinita roja, si hubiera escuchado o leído a este doctor en psicología norteamericano, habría “escuchado” la necesidad detrás de cada uno de los animales que dijeron no a su pedido. Ella habría pensado que quizás el perro quería cuidar las ovejas que estaban pastando en el campo y su necesidad de cuidado y responsabilidad no le daba espacio para colaborar con la gallinita. O tal vez, el gato se había pasado la noche despierto cazando alimento para su cría y estaba demasiado cansado para colaborar con ella. Su necesidad de descanso y nutrición (debía volver a salir esa noche) era más importante para él en ese momento. Una gallinita alfabetizada en CNV sabe muy bien que un pedido no es tal si, cuando no es satisfecho, ella se enfada y castiga. Todo pedido genuino es realizado con la conciencia de que puede no ser concedido. Cuando castigamos - enojándonos, distanciándonos o no haciendo algo que el otro espera de nosotros – nos damos cuenta de que no estamos haciendo un pedido. Estamos, en cambio, dando una orden. Las órdenes no toleran negativas, y esto es lo que hace la gallinita colorada. Se enoja por los no recibidos y acaba comiendo todo el pan sola. ¿Gana algo la gallinita con esta actitud? Empacharse, sin duda. También gana la certeza de que en el futuro, cuando haga un pedido genuino, los demás lo lean como una nueva orden y algunos, temerosos de un nuevo castigo, le den el sí. No un si genuino, de quien quiere colaborar de corazón, sino el sí del temor. El sí de quien tiene mucho hambre y está a punto de perderse un valioso trozo de pan. María Marta Suárez. [email protected] www.allmethod.com / www.englishforbabies.com /www.cnv-argentina.com.ar