MODA PARA UNA ADOLESCENTE Ni una muñeca a la que todavía viste su mamá, ni una copia de todas sus amigas... "-Un día me vestía como hombre, con jeans y camisetas viejas... Al otro me disfrazaba de señorita, con medias y pollera escocesa”. Así recuerda una mujer adulta -con fama de elegante y bien vestida- su tránsito desde una cuidada infancia hasta una autónoma adultez. Y agrega: "Todas las mañanas amanecía mi ropa sobre una silla. Pero eso cambió sin aviso. Fui donde mi madre y le pregunté: ¿y hoy qué me pongo? Ella me dijo: ¡Lo que tú quieras! Sola frente al ropero, me sentí tan grande". Bueno.... la mujer de la historia pasó mucho tiempo sin saber qué quería usar. Porque, aunque no lo parezca a primera vista, cuando una persona elige su ropa también elige quién quiere ser. LA MUÑECA DE LA CASA La experiencia lo confirma: con los hijos hombres es distinto. Desde que son pequeños, ellos se ensucian más, casi no se miran al espejo y la comodidad para arrastrarse por el suelo y jugar es lo más importante. En el caso de una niña, la ilusión por verse bonita y alguna vez elegante, es instintiva. Incluso, entre hijas de mamás modernas o muy deportivas. Sentirse "vestida de princesa" se impone -aunque sea por un día- como algo demasiado gratificante a los cuatro o cinco años. Aunque a veces son las propias niñas las que piden determinada ropa, lo normal es que la mamá decida por ellas por lo menos hasta los siete años. Y en ese sencillo acto de coser, tejer, elegir o comprar algo para una hija, se refleja todo el mundo de sueños y expectativas que una madre tiene para el futuro; que la niña sea linda y femenina... o audaz y moderna. O quizás, muy normal, "demasiado" normal y quitada de bulla. En esta primera etapa la mamá debiera cuidar de no exagerar la importancia que tiene la ropa y recordar que a esa edad cumple fines muy concretos: Es abrigo, es comodidad, es apertura hacia un mundo estético de colores que combinan. Buscar otros objetivos a través de la ropa de una hija pequeña es sospechoso. "Que se note que es hija mía, porque yo me visto así”, o “Que nadie la mire en menos", son criterios que trasuntan la inseguridad y complejos de la mamá. Darse cuenta de esto a tiempo evitará conflictos posteriores con la hija, porque ella tarde o temprano no querrá seguir siendo la muñeca de la casa. Y, en el caso hipotético de que acepte seguir siéndolo, las consecuencias son peores: significa que la mamá ha logrado quitar personalidad a su hija. MAMA BOUTIQUE El hombre es el único animal que se viste y por lo mismo, el único que tiene conciencia de su desnudez. Por otra parte, si abrigarse y "taparse" fueran los únicos fines de la ropa, ¡todavía andaríamos cubiertos con pieles en invierno y taparrabos en verano! Es claro que existen también aspectos sociales en la vestimenta, que logran definir ese asunto tan especial y veleidoso que se llama moda. En el caso de una hija que está creciendo, esos “aspectos sociales" se hacen muy presentes en la adolescencia: Quiere "unificarse", es decir, parecerse a sus amigas y la gente de su edad, que al igual que ella están saliendo al mundo a probar alas propias. Quiere diferenciarse, es decir, alejarse, del mundo adulto y en lo posible de los gustos de la mamá. Las frecuentes y típicas discusiones entre madre e hija se originan precisamente por estos aspectos sociales de la ropa que hemos mencionado. La adolescente quiere y "necesita" verse como sus amigas porque así se siente dentro del grupo, en sintonía con la etapa que ellas están viviendo y casi "uniformadas” con ellas. Por otra parte, necesita tomar las primeras decisiones con respecto a su persona y afortunadamente está la ropa para que ella se inicie en el arte de elegir: ¡Imaginemos qué cruel sería la vida si ella tuviese que decidir a tan temprana edad con quién se casa o en qué trabaja! Tomar distancia -en esta materia es lo que se esperaría de una madre inteligente; si antes debió abstenerse de "sobrevestirla”, ahora deberá soportar más de una excentricidad: chasquilla en forma de jopo ayer, tres aros en la oreja mañana y pantalones de plástico hoy.. Habrá de admitir que lo que para ella es una excentricidad, para su hija es la normalidad dentro de su grupo. Y si bien es cierto que para la gran mayoría de las mamás los dolores de cabeza vienen por el exceso de "creatividad" de la hijas a la hora de vestirse, hay que mencionar el caso aparte de las mamás que se «desvelan» inventando tenidas para sus hijas. Es menos frecuente, claro está, pero a medida que el mundo se frivoliza y se vuelve cada vez más consumista, surge un prototipo de mamáboutique, que destina su vida a buscar nuevos «looks» a su hija. Así se explica que, bastante más a menudo de lo que se cree, seamos testigos de situaciones absurdas en las tiendas: la mamá insiste en comprar una tenida sofisticado para la hija, sin entender que ella desea unos sencillos jeans. ELEGIR BIEN: UN ARTE ¿Qué más quisiera una mujer que tener estilo propio? Saber muy bien qué le queda bien y qué mal. Qué ropa la resalta y qué ropa la aplasta. Qué le viene como guante y qué la hace verse disfrazada. Para no caer en discusiones sin salida, las mamás y también los papás podrían explicar a su hija que la ropa es una proyección de uno mismo frente a los demás. Cuando uno escoge algo, es porque así queremos que los demás nos vean. Pero en este camino hacia la autenticidad se puede perder el rumbo y: - Disfrazarse: sucede cuando la ropa oculta absolutamente la verdadera identidad de alguien, escondiendo quién es, qué hace, dónde está. Las personas que parecen "disfrazadas" son aquellas que se ven fuera de época y fuera de situación siempre. - Exhibirse: en un afán por "imponer" a primera vista la propia identidad (soy joven, soy audaz), se violenta al otro, impidiéndole descubrir por sí mismo ante quién estamos. En uno y otro caso se "mata" la gracia de la ropa. Dicho en otras palabras, se destruye todo encanto. Una persona con estilo es la que lleva la ropa como si fuera un guante: se le ve primero cómoda y después natural. Se cubre, pero a la vez deja que se transparente su identidad. Ahí está la clave de la elegancia, de saber elegir y también de gustar. BELLEZA Y RECATO El mundo adulto critica la moda juvenil -sobre todo la femenina- por “antiestética" y por provocativa. El primer punto -el de la estética- tiene solución. Y aunque no lo parezca, viene de fuera del mundo de la moda. El contacto con la naturaleza a través de los deportes, con la música y el arte, tarde o temprano pulen el gusto y enseñan a valorar la armonía de las formas y combinaciones. El segundo punto obliga a definir la desnudez y su rica relación con la intimidad. En este contexto, la palabra "pudor" se aplica a lo que cada uno guarda de sí mismo, lo que se pone a distancia de la mirada pública, para enriquecer luego una verdadera intimidad.