CONCEPCIONES FREUDIANAS DEL SINTOMA

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CONCEPCIONES FREUDIANAS DEL SINTOMA (*)
Por Roberto Bortnik
1) Del término(médico) al concepto (psicoanalítico)
El término “síntoma” deriva del griego symptoma, “coincidencia”. La partícula syn
indica la unión, la concurrencia, valiendo como la preposición “con”. Ptôma significa “caída”. El
término, pues, reúne dos acepciones contrastantes y, cuando se lo usa en Medicina, indica por un lado
la conjunción, la unión, la armonía del organismo, y por otro lado la disrupción, la caída, la pérdida o
alteración de esa armonía. Así por ejemplo en la siguiente definición standard de un diccionario
médico: “alteración del organismo de las que revelan una enfermedad y sirven para determinar su
naturaleza”. De esta manera se inscribe su uso en el discurso médico hacia el siglo II DC, con Galeno,
y hasta la actualidad, mostrando su valor de signo revelador de una enfermedad.
Durante el siglo XIX, en un campo que podríamos definir como “neuropsiquiátrico”, la
clínica de la histeria permitía una discriminación entre diversas formas sintomáticas según se localicen
(a) en el cuerpo (parálisis, hemianestesias, etc.), (b) en rasgos de personalidad o carácter, (c) en la
conducta social. Pero con ciertos principios comunes, entre los que se destacaban la suposición de una
causa hipotética cerebral.
Freud encuentra el uso del término en la clínica neuropsiquiátrica de su época, entre
1880 y 1890, tanto en la clínica alemana como en la francesa: en la primera se forma con Meynert, a la
segunda va a buscar respuestas terapéuticas, con Charcot y Bernheim. En su vida, la de Freud, este
encuentro coincide con su pasaje de la investigación neurofisiológica de laboratorio al consultorio de
atención a pacientes “nerviosos”. Paralelamente, y sin su concurso, sucede una transformación en la
clínica de la histeria por la cual esta pasará a ser una enfermedad mental, mientras las neurosis inician
su desplazamiento del campo neurológico al psiquiátrico. Son las condiciones, diríamos externas, del
encuentro de Freud con la histeria.
Sin duda, para Freud se tratará tanto de comprender como de curar la histeria. En suma:
que el objeto primero de la indagación freudiana no es el inconciente, ni la sexualidad, ni los sueños,
sino el síntoma histérico. Y es en la vía de solucionarlo (es el término que escoge para aunar
comprensión, explicación y curación) que inventará el psicoanálisis. Pero es también en la vía de forjar
su concepto, el del síntoma, que irá admitiendo poco a poco su lugar, el del psicoanálisis, ectópico
respecto de los campos del saber ya consagrados: por su teoría, ectópico a la Psicología, porque el
inconciente postulado para comprender el mecanismo de formación de los síntomas se ubica más acá o
más allá, una Metapsicología; por su práctica médica, siendo que su método, incluso en sus
procedimientos por vía de la palabra, no encuentra lugar; por su perspectiva, la de la ciencia, pero en la
cual las vías de formación de sus operadores no se avienen al lugar de formación científica por
excelencia, la universidad.
En síntesis: Es en la vía de derivación del término síntoma desde el campo médico para
su construcción como concepto psicoanalítico que Freud nos lega el psicoanálisis y su herencia
problemática, incluida esa ectopía respecto de la Psicología, de la Medicina, de la Universidad.
2) Actualidad del concepto freudiano del síntoma
La actualidad, que en rigor es siempre lo que menos comprendemos, comienza, para
nuestro tema, hacia 1940, y muestra la extensión del tratamiento del síntoma en el psicoanálisis (los
niños, la psicosis, las variedades del malestar social), la emergencia de las psicoterapias, el
desgarramiento de la clínica psiquiátrica y su progresiva reabsorción en el campo médico, las nuevas
angustias de los psicoanalistas. Pero también: los ideales de reducción del síntoma por vía
comportamental, pragmática o psicofarmacológica, y la confluencia reciente de ambas vías en una
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especie de neodarwinismo psicoterapéutico (Ver: “La extensión del síntoma hoy” y “pluralización
actual de las clínicas y orientación hacia el síntoma”, de Eric Laurent, ambos en el volumen
“Psicoanálisis y salud mental”, del año 2000, y del mismo autor “La sociedad del síntoma”, en
“Revista Lacaniana de Psicoanálisis N°2, del 2004). Frente a ello sigue siendo de actualidad el retornar
a Freud, que es volver al sentido del síntoma, a orientarse por el síntoma.
Ha cambiado hoy el lugar social del psicoanálisis, el contexto, su radio de acción. Pero
antes de actualizar el legado freudiano en términos de “lo propio de su época” , de lo que se muestra
obsoleto o debe aggiornarse en el nuevo lenguaje científico de nuestra época y de los nuevos modos de
la demanda terapéutica, deben reactualizarse los principios de la práctica freudiana y sus invariantes
teóricas que, lejos de “superarse”, vuelven a ignorarse o desconocerse (Ver: “Usos del diagnóstico
diferencial y lo singular en el síntoma psicoanalítico” y “La implicación síntoma-goce: sus
fundamentos freudianos”, de Samuel Basz, incluidos en el volumen “Condiciones de la práctica
analítica”, de 2005).
3) ¿De dónde extraer las concepciones freudianas sobre el síntoma?
Decidí tomar una indicación de Lacan al respecto. En una conferencia dada en Ginebra
sobre el síntoma, en octubre de 1975, durante el dictado de su Seminario 23 “Joyce, el sinthome”,
recomienda la lectura de dos de las “Conferencias introductorias al Psicoanálisis” , asegurando que allí
está todo lo que Freud aportó al respecto. Se trata de la conferencia XVII sobre “El sentido de los
síntomas” y de la XXIII sobre “Los caminos de formación de síntomas”¿Por qué semejante
afirmación? Debemos preguntárnoslo, ya que lo esencial de la doctrina freudiana sobre el síntoma
había sido explicitada en los primeros años del siglo XX, verificada en sus consecuencias clínicas en
los grandes historiales que van de 1905 a 1910 y articulada teóricamente en su metapsicología, hacia
1915 (en textos como “La represión”o “Lo inconciente”). Luego vendrían las novedades tras el giro de
los años ’20, con “Más allá del principio del placer”y “El yo y el ello”, hasta su indagación clínica del
’26 en “Inhibición, síntoma y angustia”. ¿Entonces?. Tal vez porque Lacan lee en esas conferencias,
en el camino que va de una a la otra, su propio recorrido, siguiendo el programa abierto por Freud, y
en el momento en que Lacan mismo tropieza con los problemas abiertos por Freud y no respondidos
satisfactoriamente, pretendiendo darles una nueva solución: lo que se llama a veces la última
enseñanza de Lacan. No retoma, pues, la nueva luz dada por Freud en su teoría estructural,
naturalmente no exenta de oscuridades (la pulsión de muerte, el más allá del principio del placer, la
adhesividad de la libido, el sentimiento inconciente de culpa), prefiriendo las oscuridades propias de
un debate interno a la obra de Freud, en el punto mismo en que Freud va a reformular su doctrina para
dar una posible respuesta. Por eso Lacan concluye que “…si Freud aportó algo es eso. Que los
síntomas tienen un sentido y que sólo se interpretan correctamente…en función de sus primeras
experiencias, a saber, en la medida en que encuentre lo que hoy llamaré, por no poder decir al respecto
nada más ni nada mejor, la realidad sexual”.
4) Las conferencias freudianas sobre el síntoma .
En primer lugar, ¿cuál es el recorrido que articula la conferencia 17 con la 23?. Se trata
del camino históricamente trazado por Freud en su concepción del síntoma. Camino que va del sentido
del síntoma (sinn) a la satisfacción(lustgewinn) que el síntoma vehiculiza o hace posible. Y en el
conjunto de ambas conferencias Freud se esfuerza por vincular, articular, las dos grandes vertientes de
su obra y presentes en el tratamiento del síntoma: la vertiente del descubrimiento del inconciente como
base explicativa de los mecanismos de formación de síntomas y de su sentido y posibilidad de
interpretación; y la vertiente de su descubrimiento de la sexualidad infantil, perversa y polimorfa,
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realizada también en los síntomas como satisfacción. De ahí sus dos grandes definiciones del síntoma
como formación sustitutiva (dinámicamente de compromiso) y de satisfacción sexual sustitutiva.
Vertientes que parecen quedar algo escindidas, “yuxtapuestas”, dirá J.A.Miller en un texto que luego
comentaremos, aún después del giro de los años ´20.
En la conferencia 17 aparecen al modo de breves sentencias lo que en nuestros primeros
encuentros llamé las “invariantes freudianas”. Que, a diferencia de la psiquiatría clínica, el
psicoanálisis (cito) “…ha sido el primero en probar que el síntoma es rico en sentido y se entrama con
el vivenciar del paciente…”. ¿Qué significa aquí “sentido”?. A) que está preñado de una significación
que concierne a la vida subjetiva de quien lo padece, a sus más íntimos deseos, aunque él no lo sepa.
B) que parte, en su formación, de un “desde dónde”, un origen que lo motiva y le da su forma
particular (luego se discutirá si se trata de una situación real o fantaseada) y c) que va a un “hacia
dónde”, una finalidad, un propósito. Es una vía de solución, desplazada, desfigurada, a un problema en
la expresión o realización de un deseo.
El síntoma, pues, tiene un sentido, y Freud hace una primera verificación al
presentarnos dos ejemplos clínicos. Se ve allí que ese sentido sólo adviene al final de una tarea de
interpretación sostenida en una concepción general sobre la formación y función de los síntomas.
Freud nos muestra que ya ha habido un trabajo en dicha formación, un trabajo de sustitución que
responde a la forma Síntoma (sobre) X. Su hipótesis es que este trabajo de sustitución, los mecanismos
de la formación de síntomas, es como tal lo inconciente, y que de esto nada sabe el paciente. O mejor
dicho, y según la extraña fórmula introducida en “La interpretación de los sueños”, “no sabe que lo
sabe”. Lo cual justifica un método que no se aplica sobre el paciente sino que lo pone a trabajar.
Pasa luego Freud a considerar que lo inconciente es, en tanto tal, la condición de la
producción de síntomas, y que por ello no debemos aceptar la objeción de que lo inconciente no es
nada real, en el sentido de la ciencia. Puesto que –remata con humor- sería entonces “algo no real de lo
cual surgen efectos tan realmente palpables como una acción obsesiva”. Y luego de abordar otros
temas conexos en los que no me voy a detener ahora, al culminar la conferencia, introduce lo que ya
los ejemplos clínicos dejan ver, sea la joven adolescente y su ceremonial ante el dormir, o la señora
veterana con su ritual de limpieza. Creer o reventar: el sentido de los síntomas es…sexual. ¿Se trata
de una hipótesis, un axioma, o un resultado en principio inexplicable de la experiencia cernida según
las vías del método? Lo cierto es que cuando Freud arribe a la conferencia 23, los caminos (wege) de
la formación (bildung) de síntomas serán los caminos que recorre la libido. ¿Cómo es que llega a
plantearse Freud la cuestión, partiendo del sentido de los síntomas, en términos de la libido?
Para ir rápidamente en esto, digamos que en la conferencia siguiente, la 18 (La fijación
al trauma, lo inconciente) Freud muestra que en toda neurosis funciona como referencia y punto de
partida algo traumático. Se trata del pasado, de una detención y fijación a algo traumático en el pasado,
que introduce una consideración económica de los procesos anímicos. Lo anuncia, pero no ahonda en
la cuestión. Y prosigue con la determinación inconciente de los síntomas, su eficacia, introduciendo la
distinción entre un inconciente descriptivo, a lo que responde la fórmula del tratamiento como hacer
conciente lo inconciente, llenar las lagunas del recuerdo, etc., y un inconciente dinámico. Inicia así una
aproximación a la vertiente de compromiso que implica el síntoma, entre deseo y defensa. Se trata de
las fuerzas que operan como oposición en el origen de la formación de síntomas. Esta cuestión es la
que empalma en la conferencia 19 sobre “Resistencia y represión”., mostrando su ya clásica definición
de la resistencia como fenómeno clínico y puesta en evidencia por el método de que algo se resiste a
recordar, al levantamiento de la represión, finalmente, a la solución de los síntomas (o, deberíamos
decir, se opone a buscar una mejor solución que la solución proporcionada por los síntomas). Hasta
que (pág.272) se formula una pregunta clave: “¿Qué tipo de mociones anímicas sucumben a la
represión? ¿Qué fuerzas la imponen? ¿Por qué motivos?”. Y es por la vía de esta pregunta, clásica
por otra parte, que Freud se ve llevado a oponer por un lado, el yo, ¿y por otro?: retoma entonces los
ejemplos de la conferencia 17 y generaliza sus resultados porque, habrá que creerle, “el análisis nos
introduciría siempre en las vivencias y deseos sexuales del enfermo, y siempre nos veríamos obligados
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a comprobar que sus síntomas sirven al mismo propósito; se nos da a conocer como tal, la
satisfacción de unos deseos sexuales… (Pág.273).
Se abren entonces tres conferencias que, sumariamente, son una puesta a punto de lo ya
avanzado por Freud en sus “Tres ensayos para una teoría sexual” de 1905, con los posteriores
agregados hasta 1915: Conf.20: la vida sexual de los seres humanos. Conf.21: Desarrollo libidinal y
organizaciones sexuales. Conf.22: algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión. Etiología.
5) La conferencia 23 y los impasses freudianos.
Llegamos así a la conferencia 23, “Los caminos de la formación de síntomas”. Me guío
aquí por una intervención que realizara Jacques-Alain Miller en unas Jornadas en Barcelona,
publicadas inicialmente en la Revista Freudiana Nº19. Miller distingue allí los wege, los caminos, de
la bildung, formación. Lo que camina, circula, es la libido. Va y viene, y puede fijarse. Es errante por
naturaleza, y se monta sobre la plasticidad de las pulsiones parciales, sobre su capacidad de
desplazamiento, de ir de un objeto a otro, permutarlo. Un camino lleva al síntoma, otro a la obra de
arte. Síntoma o sublimación. Hay también caminos de retorno de la libido, lo que Freud tematiza en
términos de una dialéctica del desarrollo y la regresión. El camino no es recto, tiene rodeos, y esos
rodeos son los caminos de la formación de síntomas, sus condensaciones y desplazamientos: la libido
se pliega entonces a la lógica de las representaciones. Los rodeos son múltiples, la finalidad es
constante: la satisfacción. La bildung, en cambio, que Lacan toma para su sintagma “formaciones del
inconciente”, apunta a la envoltura significante. Propone entonces Miller llamar también a esta
conferencia “Die bedeutung der symptom”, en tanto referencia, oponiéndola al Sinn, el sentido, de la
Conf.17. Se trataría de la dimensión semántica del síntoma, y la referencial, ya que bedeutung es en
Freud la referencia del síntoma a una realidad efectiva (lo económico).
También subraya Miller, en líneas generales, que esta conferencia muestra bien los
problemas que Freud extrae del síntoma, y a lo que tratará de responder en los años ´20. Pues se trata
de obtener una satisfacción, pero a la vez de su rechazo, de defenderse de ella. He ahí la paradoja de la
satisfacción sexual. Y Freud se da cuenta, por otra parte, que no basta la invocación a la realidad
externa como barrera para explicar por qué los hombre se enferman. De hecho, el aparato admite que
por regresión se busquen nuevas modalidades , “sustitutivas”, de satisfacción. Subsiste así una
imposibilidad interna, un veto interno. Freud se pregunta por los poderes que sostienen ese veto a la
aspiración libidinosa, y de sus respuestas aparecerán diversos nombres (el más allá del principio del
placer, las resistencias del Ello y el Superyo al levantamiento de las resistencias, la compulsión de
repetición, el masoquismo primordial, la viscosidad de la libido, el sentimiento inconciente de culpa).
La edición de la conferencia freudiana distingue una introducción y ocho apartados.
Miller propone diversos títulos para esos apartados. Me permito, sin embargo, agregarle un título a la
introducción, ya que es esencial al enfoque terapéutico freudiano: “El síntoma (concepto práctico) no
es la enfermedad (concepto teórico)”. Puesto que Freud insistirá en que tras la forma sintomática
subsiste la capacidad de formación de síntomas. Los títulos propuestos por Miller son: 1)La
escapatoria de la libido. 2) Constitución y vivencias. 3) Vivencias sexuales infantiles. 4) La
satisfacción en el síntoma. 5) Fantasma y realidad. 6) Los fantasmas originarios. 7) La bedeutung del
síntoma; la fijación. 8) La creación; el arte como una inversión del camino sintomático.
El camino, la “historia” de la formación sintomática empieza por un tropiezo, un
bloqueo. La libido es interceptada, obstaculizada en su búsqueda de satisfacción. Escapa. Es una huída
hacia otra satisfacción. Se dirige al pasado, se trate de un estado anterior o –dice Freud- fantasmático.
Regresa. Freud plantea entonces un problema: ¿Dónde halla la libido las fijaciones que le hacen falta
para quebrantar las represiones? Responde: “ en las prácticas y vivencias de la sexualidad infantil y
en los objetos resignados de la niñez”. Se trata de sopesar, más allá de las orientaciones supuestas de
una disposición innata, la importancia de las experiencias sexuales infantiles. Freud agrega que “ la
experiencia analítica nos obliga sin más a suponer que unas vivencias puramente contingentes de la
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infancia son capaces de dejar como secuela fijaciones de la libido”. Toda la importancia es concedida
así a las vivencias de la vida infantil y sus encuentros contingentes con lo sexual (existen las neurosis
infantiles). El resto, que dejan como fijación es algo bien real y, se diría, actual, en tanto capaces de
conducir la regresión y atraerla.
En torno al apartado (3) Miller señala que, precisamente, si la libido regresa y puede
fijarse es que hay allí algo que cuenta efectivamente, algo de lo que se extrae una ganancia de placer,
aún. Los apartados (5) y (6) giran en torno a las fantasías, y muestran a Freud oscilando entre fantasma
y realidad. En verdad, en cuanto al valor y función de las fantasías, Freud tempranamente abandona la
teoría de la seducción por la especificidad de la vía fantasmática. Luego la fantasía va ganando terreno
como representante psíquico de la pulsión y como fuente o matriz del síntoma. Allí la fantasía se ubica
en un plano intermedio entre la tensión o el empuje pulsional y las vías de satisfacción real. Y en este
punto Freud no se decide entre ubicar en el origen una realidad externa traumática y una realidad
fantasmática. Luego, mantiene tanto la eficacia de una realidad “material” y una “psíquica”, señalando
no obstante que la segunda es decisiva para los síntomas. Nunca abandona, no obstante, la certeza de
que algo, contingente, ocurrió.
Si Miller propone hablar de la Bedeutung es porque Freud muestra una referencia para
el síntoma en el fantasma, como siendo lo real al que se refiere el síntoma. Sin embargo, no identifica
real y fantasma. Este último es un velo, algo construido a partir de lo verdaderamente real, los puntos
de fijación. Y Miller piensa que, para Lacan, el síntoma de Freud es su oscilación entre realidad
externa y realidad psíquica. Lacan, más decididamente, homologa realidad externa y fantasma. Pero
esta especie de unificación deja por fuera un real sin sentido, afirma (al menos a veces) una separación
radical entre lo Real y el sentido. El propio Lacan llega a decir que, quizás, “esa idea de lo real es mi
síntoma”. Podemos detenernos aquí.
Para concluir: los casos freudianos muestran las consecuencias clínicas de la admisión
del inconciente y el sentido de los síntomas. En esa clínica, Freud no duda en señalar los restos que
ofician de límite: del núcleo patógeno al ombligo en los sueños, luego la roca de la castración.
¿Qué clínica puede concebirse del lado de la satisfacción del síntoma?. Miller señala
que el único sentido de una curación analítica es el de disminuir el precio del sufrimiento que se debe
pagar para acceder a la satisfacción pulsional, que sea menos costoso.
Por otro lado, Lacan señala que la clínica freudiana implica una atención al conflicto.
Las instancias de éste varían. Pero si se toma en el nivel de la satisfacción, allí no hay conflicto. Lacan
promueve entonces el camino hacia una clínica sin conflicto, un síntoma sin conflicto. Aún no estamos
en condiciones de verificarlo en nuestra modesta condición de practicantes.
Roberto Bortnik
(*) Sobre una clase del Seminario Clínico del IOM en Bahía Blanca del 21 de abril de
2006. Se agradecen las notas de desgrabación proporcionadas por M.L.Compagnucci y M.Maquez.
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