Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil Sala B Autos: Pasarelli, Marisa Paula C/Disco S.A. Fecha: 24/02/2011 Sumario: La presente litis se originó con la demanda interpuesta por la actora que señala que mientras realizaba sus compras en una de las sucursales del supermercado Disco S.A. tropezó y resbaló como consecuencia de la defectuosa colocación y estado de los cerámicos del piso de la zona de lácteos; asimismo, afirmó que el lugar se encontraba sucio, resbaloso y engrasado. Adujo que esa circunstancia fue la que provocó su caída, ocasionándole los diversos daños y perjuicios que reclama. La sentencia hizo lugar la demanda promovida contra Disco S.A.,; por cuanto el magistrado de grado consideró que se había acreditado la producción del hecho invocado en la demanda, y que resulta aplicable al caso la Ley de Defensa del Consumidor (N° 24.240) atento el sistema de responsabilidad diseñado en la mentada norma. La alzada confirma el decisorio. Vocablos: LEY DE DEFENSA DEL CONSUMIDOR – CONSUMIDOR – DEFENSA DEL CONSUMIDOR – DAÑOS Y PERJUICIOS – DAÑO MORAL – LESIONES – ACCIDENTE – GASTOS MEDICOS – GASTOS TERAPEUTICOS – ESTABLECIMIENTO COMERCIAL – PRUEVA – INCAPACIDAD SOBREVINIENTE – INDEMNIZACION – RESPONSABILIDAD – RESPONSABILIDAD CIVIL – CLIENTE – OBLIGACION DE SEGURIDAD 2ª Instancia. —Buenos Aires, 24 de Febrero de 2011. El Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver: ¿Es ajustada a derecho la sentencia apelada? A la cuestión planteada el Dr. Claudio Ramos Feijóo, dijo: I.- La sentencia de fs. 199/205 hizo lugar la demanda promovida por María Paula Passarelli contra Disco S.A., con costas; ello por cuanto el magistrado de grado consideró que se había acreditado la producción del hecho invocado en la demanda, y que resulta aplicable al caso la Ley de Defensa del Consumidor (N° 24.240) atento el sistema de responsabilidad diseñado en la mentada norma. La presente litis se originó con la demanda que luce glosada a fs. 28/34 vta. La actora relató que con fecha 26 de marzo de 2007, mientras realizaba sus compras en una de las sucursales del supermercado Disco S.A. (situada en av. Las Heras 2564), tropezó y resbaló como consecuencia de la defectuosa colocación y estado de los cerámicos del piso de la zona de lácteos; asimismo, afirmó que el lugar se encontraba sucio, resbaloso y engrasado. Adujo que esa circunstancia fue la que provocó su caída, ocasionándole los diversos daños y perjuicios que reclama. II. Contra el referido decisorio se alzó la parte demandada, expresando agravios a fs. 218/222 vta., los que fueran contestados a fs. 225/228. La apelante sostuvo que la mentada sentencia resulta arbitraria, pues no se había acreditado fehacientemente -atento la insuficiencia de las probanzas arrimadas por la actora - el hecho invocado en la demanda; afirma que el decisorio contiene sólo argumentos formales y se desentiende de cuestiones decisivas para una adecuada solución del proceso. En subsidio solicitó la modificación de las sumas otorgadas en concepto de indemnización, como así también lo resuelto en materia de intereses. En los términos en que ha quedado trabada la controversia, es tarea de este tribunal de alzada establecer si conforme los elementos arrimados a la causa, la actora ha logrado acreditar la ocurrencia del hecho; luego, en su caso, si existe responsabilidad del demandado y de ser así, la procedencia de los rubros reclamados. Nuestro Máximo Tribunal ha señalado que los jueces no están obligados a analizar todas y cada una de las argumentaciones de las partes, sino tan sólo aquéllas que sean conducentes y posean relevancia para decidir el caso (ver CSJN, "Fallos": 258:304; 262:222; 265:301; 272:225; Fassi Yañez, "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, Comentado, Anotado y Concordado", T° I, pág. 825; Fenocchieto Arazi. "Código Procesal Civil y _ ____________________________________________________________ © Thomson La Ley 1 Comercial de la Nación. Comentado y Anotado", T 1, pág. 620). Asimismo, en sentido análogo, tampoco es obligación del juzgador ponderar todas las pruebas agregadas, sino únicamente las que estime apropiadas para resolver el conflicto (art. 386, in fine, del ritual; CSJN, "Fallos": 274:113; 280:3201; 144:611). III. Para un correcto análisis del caso, en primer lugar ha de establecerse cuales han sido los elementos probatorios aportados y como juegan a favor o en contra de cada una de las partes litigantes; es por ello que como bien lo señala la demandada en su expresión de agravios, se debe estar atento al marco normativo del art. 377 del Código Procesal. Según Devis Echandía, la relación jurídico-procesal impone a las partes o sujetos determinadas conductas en el desarrollo del proceso, cuya inobservancia les acarrea circunstancias adversas, más o menos graves, como la pérdida de las oportunidades para su defensa, la ejecutoria de providencias desfavorables, la pérdida del proceso, deduciéndose de esto que las partes deben ejecutar ciertos actos, adoptar determinadas conductas, afirmar hechos y hacer peticiones, todo ello dentro de los límites del tiempo y lugar que la ley procesal señale, si quieren obtener buen éxito y evitarse perjuicios como resultado del proceso (autor citado, Teoría general de la prueba judicial, ed. 1988, T.I, p.393). En tal sentido, la actividad probatoria resulta fundamental a estos efectos. Se deduce que la fuerza convictiva de la prueba aportada por un litigante se robustece cuando el otro ni siquiera ha intentado acreditar la afirmación implícita que contiene su negativa del hecho. Esa actividad procesal es la encargada de producir el convencimiento o certeza sobre los hechos producidos; "la carga de la prueba es el peso que tienen las partes de activar las fuentes de prueba para que manifiesten los hechos que fueran afirmados, de manera convincente, en el proceso, a través de los medios probatorios y sirve al juez en los procesos dispositivos como elemento que sustituye su convicción ante la prueba insuficiente, incierta o faltante" (Falcón, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado. Concordado. Comentado, T.III, p.149). Aquí cabe detenerse y señalar que si bien en principio las pruebas aportadas por la actora reunirían esas cualidades, debe ponderarse que la informativa agregada a fs. 108/vta. (Formulario de emergencias de Vittal) da cuenta que la atención médica fue brindada en el establecimiento comercial de la empresa demandada; ello hace presumir que el accidente ocurrió dentro de dicho establecimiento. Asimismo debe ponerse de resalto que la aquí apelante no sólo no aportó elemento de prueba tendiente a refutar los hechos que se describen en la demanda, sino que además (como se verá más adelante) hizo caso omiso respecto de la intimación cursada por el a quo a fs. 67, la que tenía como finalidad esclarecer y dar mayor convicción con respecto a la realidad de los hechos acaecidos. Tampoco escapa a conocimiento del Tribunal su ausencia a la audiencia fijada en los términos del Art. 36 inc. 2° del CPCCN (ver fs. 174 y fs. 179). Más aún, la regla de la distribución de las cargas probatorias dinámicas (también denominada de solidaridad y colaboración) considera que tiene el deber de llevar adelante la actividad probatoria quien se encuentra en mejores condiciones de hacerlo. Peyrano explica que esta construcción teórica plantea que el Derecho no debe basarse en rigideces y estructuras pétreas, sino que debe ajustarse a las circunstancias del caso y señala que las reglas de la carga de la prueba sólo cobran importancia ante la ausencia de prueba eficaz para suscitar la certeza del juez, supuesto en que el tribunal debe fallar en contra de quien debía probar y no probó, siendo de aplicación la regla de la distribución de las cargas probatorias según la cual la prueba debe colocarse en cabeza de la parte que está en mejores condiciones de producirla (aut. citado, Doctrina de las cargas probatorias dinámicas, LL, 1991-B-1034). En un fallo se ha expresado claramente que "si bien la distribución de la carga de la prueba está expresada en el art. 377 del CCPCN, esta regla _ ____________________________________________________________ © Thomson La Ley 2 no es rigurosa y aparece finalmente moderada por el principio de adquisición procesal, que da por incorporado al proceso todo elemento probatorio conducente a la averiguación de la verdad con prescidencia de la parte que lo aportó, aún en su contra. Este amplio criterio de razonabilidad de que dispone el juez en orden al deber de buena fe con el que deben actuar las partes en el proceso y en relación con el mérito probatorio de los elementos arrimados al juicio, permitirán a aquél, en el momento de dictar el fallo, determinar presunciones homini de culpa contra la parte que observó una conducta pasiva para demostrar su no culpa cuando se hallaba en condiciones más favorables para hacerlo (favor probaciones) que el accionante, a su vez, para probar la culpa de aquél. Esta aplicación del concepto de carga probatoria dinámica es de excepción, pero sin duda se compadece con el criterio de equidad en la relación procesal entre las partes (Cám. Civ. Y Com. Santiago del Estero, Sala I, 15/6/00, LLNOA, 200148). A mayor abundamiento "en materia probatoria no existen reglas absolutas e inamoviblemente rígidas; el principio de la carga probatoria dinámica impone la prueba a la parte que se encuentra en mejores condiciones para producirla, pues ambos litigantes están obligados a colaborar en el esclarecimiento de la verdad jurídica objetiva (CNCom., Sala B, 23/2/99, LL, 1999-E-717; DJ, 1999-3-840). En consecuencia, el hecho de que la demandada no hubiere aportado la documentación solicitada por la actora (y que su producción fuera ordenada por el a quo bajo apercibimiento de ley), como se señalara más arriba (libro de Novedades de Disco S.A. local comercial Las Heras 2564, página 152, donde consta el accidente sufrido por la actora dentro de la sucursal), configura a claras luces un elemento en contra de aquélla. Ello sumado a su actitud pasiva (quien se limitó a negar genéricamente los hechos mencionados por la actora cuando tenía a su alcance medios suficientes para probar su posición), permite -en concordancia con el criterio sostenido por el a quo- tener por acreditada la producción del hecho que se invoca en el libelo inicial. IV.- Sentado ello, cabe determinar si resulta correcto el criterio sustentado por el a quo al aplicar la Ley de Defensa del Consumidor (Nº 24.240), quien a pesar de sostener que ninguna de las partes invocó en autos dicho sistema normativo, lo que resulta erróneo atento la lectura del alegato presentado por la actora (v. f. 189, pto. IV), sostuvo que resulta una norma de orden público y por lo tanto debe ser aplicada de oficio por el juez. Independientemente de que la responsabilidad endilgada a la demandada sea encuadrada en la órbita contractual o extracontractual, de lo que no cabe duda es de que la relación entre el supermercado y quien transita dentro del lugar es un usuario involucrado en una típica relación de consumo: el propio art. 42 de la Constitución Nacional adopta esta expresión de "relación de consumo" para evitar circunscribirse a lo contractual y referirse con una visión más amplia a todas las circunstancias que rodean o se refieren o constituyen un antecedente o son una consecuencia de la actividad encaminada a satisfacer la demanda de bienes y servicios para destino final de consumidores y usuarios. Ahora bien, el que transita dentro de un supermercado es, en definitiva, un usuario que se ajusta a lo determinado por los arts. 1 y 2 de la ley 24.240; y la empresa es un típico proveedor de servicios: al consumidor o usuario le son aplicables los principios "in dubio pro consumidor", el deber de información, de seguridad y demás pautas de la Constitución Nacional y los arts. 5, 6, y 40 de la ley 24.240 (Álvarez Larrondo, Federico M., "Contrato de paseo en un shopping, deber de seguridad, daños punitivos y reforma de la ley 26.361", La Ley, 2008-D, 58). En ese contexto, apreciando que la moderna modalidad empresaria configura un fenómeno común a supermercados, los llamados "shoppings", y demás centros comerciales que tienen en común atraer a mayúsculas _ ____________________________________________________________ © Thomson La Ley 3 cantidades de compradores, o consumidores porque no siempre se trata de adquirir bienes, sino de obtener servicios de diversa naturaleza, las obligaciones de seguridad se revelan de la naturaleza de las empresas que asumen la actividad y la desarrollan. (Esta Sala, R. 509.513 "García Carmen Beatriz y otro c/ Supermercados COTO SA s/ Daños y perjuicios", del 15/12/2008). Es por esto que no aparecería inusual o sorprendente (a ello estamos todos acostumbrados) ver la circulación del personal de limpieza por las instalaciones, descontando idoneidad para ese trabajo. Entonces, el proveedor de productos y servicios debe velar por el desenvolvimiento regular de la circulación en los corredores del supermercado, lo que no es una obligación accesoria, extraña a la empresa, sino muy propia de la índole del servicio. Se reitera, el deber de custodia es lo suficientemente amplio como para abarcar en su contenido prestaciones tales como la vigilancia permanente, la remoción inmediata de obstáculos o elementos extraños, el control ininterrumpido de los mecanismos, y toda otra medida que dentro del deber de custodia pueda caber a los efectos de resguardar la seguridad, la estructura y fluidez de la circulación. Como corolario de lo expuesto, propongo al acuerdo confirmar el decisorio apelado en lo que respecta a este punto; en tanto la ley 24.240 pone en cabeza del proveedor una obligación de seguridad de resultado, que consiste en evitar que el usuario o consumidor sufra daños en el marco de la relación de consumo, circunstancia que la demandada evidentemente no pudo cumplir (arts. 377 y 386 del CPCCN) V.- Rubros indemnizatorios A) Incapacidad sobreviniente. De la cuantificación de dicho rubro se agravia la demandada, quien discrepa respecto a la suma acordada por cuanto la considera "exagerada y desproporcionada". Por incapacidad sobreviniente debe entenderse como la que se verifica luego de concluida la etapa inmediata de curación y convalecencia; y cuando, no obstante el tratamiento, no se ha logrado total o parcialmente el restablecimiento de la víctima (conf. CSJN "Levaton David c/ Sindicato de Encargados y Apuntadores Marítimos" 23 05 89, ED 135 828 [616], 838 [738]). Cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes físicas o síquicas en forma permanente, esta incapacidad debe ser objeto de reparación, al margen de lo que pueda corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño moral (Fallos 325:1156). Sin perjuicio de ello debe señalarse que en algunas oportunidades esta Sala ha otorgado indemnizaciones en concepto de incapacidad transitoria; en el caso de autos la minusvalía temporal sufrida por la actora será considera a la hora de cuantificar el rubro daño moral. Esa minusvalía entraña un déficit en la capacidad vital del damnificado, en comparación con su aptitud plena para el trabajo y demás proyecciones individuales y sociales, lo cual se establece en términos de porcentuales que traduzcan, aproximadamente, los grados de incapacidad comprobados a través de una pericia médica (Cazeaux Trigo Represas, Derecho de las obligaciones, Librería Editora Platense S.R.L., La Plata, 1994, t. IV, págs. 658 y 659). La prueba fundamental para resolver el punto, es la experticia médica. En autos fue llevada a cabo a fs. 154/156. La perito designada en autos Dra. E. L. L., fue muy clara en la redacción de su proficuo dictamen. Luego de consultar las diferentes exámenes realizados e historias clínicas de la señora Pasarelli, y tras someter a la paciente a un completo examen corporal, constató que: como consecuencia del accidente, sufrió: "...fractura de muñeca derecha, la que fue tratada mediante inmovilización con yeso y fisiokinesioterapia..." - ver f. 155. La experta estimó, que la actora presenta una incapacidad física parcial y permanente del 5 % y de un 5 % en lo que respecta a la esfera síquica. El dictamen pericial no fue objeto de impugnación (art. 163 inc. 5 del CPCCN). _ ____________________________________________________________ © Thomson La Ley 4 De allí que cabe mantener incólume el valor probatorio de la labor del experta (arts. 472 y 477 del CPCCN). Sentado esto, es insoslayable remarcar que para fijar la indemnización no se debe atender a porcentuales de incapacidad determinados en función de tablas genéricas, y cabe recordar que los mismos aisladamente considerados no resultan definitorios ni tampoco aptos para reflejar el verdadero perjuicio que el ilícito provoca al damnificado, por lo que deben computarse todos los factores que deriven en una disminución de las posibilidades genéricas, no sólo en el orden laboral, sino en el familiar y social, debiendo tenerse en cuenta las referentes personales de la víctima, tales como la edad, el sexo, estado civil, situación socioeconómica, actividad que realizaba, capacitación y aptitudes para futuros y genéricos trabajos, etc. (CNCiv., Sala H, 28/8/91, LL, 1992 C 443; íd. Sala G, 27/9/94, JA, 1996 I síntesis; íd. Sala A, 27/2/95, JA, 1996 I síntesis). En este caso la actora ha experimentado, como consecuencia del accidente, diversas secuelas negativas en su salud. Debe meritarse su edad -48 años a la época del accidente- y ponderarse también sus restantes condiciones personales: sexo femenino, casada, es diestra, se dedica a remodelar departamentos en forma personal, como así también la índole de las lesiones sufridas. Por todo ello estimo prudente confirmar la suma establecida en concepto de incapacidad sobreviniente a favor de la pretendiente (arts. 163 incs. 5, 6, 386, 477 del CPCCN, 1083 y 1086 del Código Civil). B) Daño Moral. Sostiene Orgaz que, el agravio moral es todo sufrimiento o dolor que se padece, independientemente de cualquier repercusión de orden patrimonial (autor citado, "El daño resarcible", Ed. Depalma, Buenos Aires 1967, pág. 184), es así que a fin de justipreciarlo se contemplan las afectaciones al espíritu, sentimientos de dolor, angustia y padecimientos sufridos por quien los reclama. Sin lugar a dudas, las circunstancias provocadas por el evento dañoso, sus secuelas sorpresivas e imprevisibles lo convierten en absolutamente procedente. La indemnización del daño moral no requiere guardar proporción con la del perjuicio material, pues responden a razones de índole diferente, de tal forma no resulta la materialización de los intereses morales gozando los magistrados de un amplio arbitrio para su determinación toda vez que se tiene por acreditado por la sola comisión del acto antijurídico, es una prueba "in re ipsa" y surge inmediatamente de los hechos mismos. Para meritar este rubro debe ponderarse la vinculación entre la gravedad objetiva de las lesiones y las implicancias espirituales que correlativamente suponen para la persona damnificada. En el caso debe tenerse en cuenta que como consecuencia de las lesiones sufridas la actora fue atendida por la empresa Vital en el lugar del hecho (fs. 108) y luego debió dirigirse a la guardia de Medicus donde efectuaron estudios que confirmaron la fractura del extremo distal del radio derecho (f. 2) y que debió afrontar un tratamiento médico y terapéutico posterior (ver fs. 14 y fs. 137). En fin, en mérito a todo ello, ponderando las singulares características objetivas del menoscabo y sin descuidar el carácter predominantemente resarcitorio de la partida, considero ajustada a derecho la suma establecida en la sentencia recurrida, por ello estimo prudente que se rechacen los agravios en tal sentido y se confirme el monto indemnizatorio fijado en concepto de daño moral (arts. 163 incs. 5) y 6), 265, 386 del CPCCN y 1078 del Código Civil). C) Los gastos terapéuticos futuros son resarcibles si, de acuerdo con la índole de la lesión o de la disfunción que ocasionó el evento, es previsible la necesidad de realizar o proseguir algún tratamiento curativo o gasto que permita afrontar las necesidades psicofísicas derivadas de una incapacidad o del problema psíquico por el que transita la víctima a raíz del hecho. Por consiguiente, debe bastar que el tratamiento o _ ____________________________________________________________ © Thomson La Ley 5 intervenciones terapéuticas aconsejadas resulten razonablemente idóneos para subsanar o ayudar a sobrellevar siquiera parcialmente, las secuelas desfavorables del accidente (conf. Matilde Zavala de González en "Resarcimiento de daños", pág. 127 128, Ed. Hammurabi, 1993). En ese sentido, la jurisprudencia ha sostenido que cuando se trata de efectuar tratamientos para completar la curación, corresponde fijar una suma global a tal efecto, desde que no es aconsejable dejar ello librado a incidente o juicio a ese fin (ver Cám. 2ª Civ. y Com. La Plata, Sala 3ª, 4/3/80, en J.A., 1980 III, síntesis). Ello sentado, y con respecto al concreto agravio vertido a fs. 220 vta. (pto. E) nótese que en el referenciado informe realizado por la experta de fs. 154/156, la profesional interviniente recomendó terapia durante 8 meses aproximadamente. Así las cosas y toda vez que tanto la procedencia como la cuantía de este perjuicio están perfectamente acreditados (art. 377, 386 y 477 del CPCCN) estimo prudente rechazar los agravios en tal sentido y confirmar la suma establecida (arts. 1083 y 1086 del Código Civil). D) Gastos de contratación de personal doméstico. El art. 165 in fine del Cód. Procesal, establece que la sentencia deberá fijar el importe de los perjuicios reclamados aunque no resulte justificado su monto, siempre que su existencia esté legalmente comprobada. Tal la hipótesis de autos, en que el juez entendió demostrada por vía presunciones (criterio que reconoce sustento en el art. 163, inc. 5°, párr. 2°, de la ley de rito) la existencia del menoscabo, en conclusión que, según dije, no aparece debidamente rebatida. Así las cosas, dado que la actora sufrió una fractura en su brazo derecho, y que además es diestra. Resulta evidente que se vio imposibilitada de realizar tareas domésticas por su cuenta; razón por la cual propicio se rechacen los agravios vertidos en tal sentido. E) Gastos médicos, de farmacia y traslado. Los agravios vertidos respecto de este rubro deben desestimarse; de las constancias de autos surge quienes fueron los profesionales médicos que atendieron a la actora y los medicamentos que le fueron indicados (ver fs. 2/3, fs. 137 y fs. 154/156). En cuanto a la falta de facturas que corroboraran las erogaciones "Los desembolsos por atención médica y farmacéutica son comprobables por la vía de las presunciones, sin que sea menester su acreditación documental, frente a los elementos de juicio que los supongan" (CNCiv, Sala C, 18/6/98, "Moreira, Concepción c/ Maldonado, Orlando y otros s/ ds y ps"). Si bien es cierto que para conceder los reclamos por gastos de atención médica y farmacéutica la jurisprudencia establece que no es necesaria la existencia de comprobantes, ante la inexistencia de éstos, es necesario recurrir a la facultad que otorga el art. 165 del CPCCN para su determinación". Por ello, entiendo que corresponde confirmar la suma establecida por el a quo en este rubro. VI.- Intereses. Atento el plenario "Samudio de Martinez, Ladislada c/ Transporte Doscientos Setenta S.A. s/ daños y perjuicios" (La Ley, 2009-C, 99), 20/4/09 los mismos deben aplicarse a la tasa activa desde el momento del hecho y hasta el efectivo pago (art. 303 del CPCCN). VII.- Por los argumentos expuestos, propongo al acuerdo confirmar la sentencia apelada en todo cuanto fue motivo de agravios (arts. 34 inc. 4, 163 incs. 5 y 6, 164 y 271 del CPCCN). Las costas de la alzada se imponen a la demandada (arts. 68, 163 inc. 8 del CPCCN). Así lo voto. El doctor Mizrahi, por análogas razones a las aducidas por el doctor Ramos Feijóo votó en el mismo sentido a la cuestión propuesta. Y vistos: Por lo que resulta de la votación que instruye el Acuerdo que antecede, se confirma la sentencia apelada en todo cuanto fue motivo de agravios. _ ____________________________________________________________ © Thomson La Ley 6 Las costas de la alzada se imponen a la demandada. El Dr. Omar Díaz Solimine no interviene por hallarse en uso de licencia. Notifíquese y devuélvase. Claudio Ramos Feijoo —Mauricio Luis Mizrahi _ ____________________________________________________________ © Thomson La Ley 7