Dependencia Sin Causación

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Dependencia Sin Causación
1. Introducción: Teorías contrafácticas de la causación
Hoy Juan se despertó a la mañana y desayunó tres huevos fritos y un jugo de naranja. Después
de un rato empezó a dolerle el estómago. ¿Qué causó su dolor de estómago? Supongamos,
como es natural suponer, que las siguientes afirmaciones son verdaderas:
(1) Si Juan no hubiera comido los huevos fritos, no se habría sentido mal.
(2) Si Juan no hubiera tomado el jugo de naranja, aun así se habría sentido mal.
En ese caso, diríamos que el jugo de naranja no hizo ninguna diferencia, pero los huevos
fritos sí. Entonces estaríamos justificados en concluir:
(3) Los huevos fritos causaron el dolor de estómago de Juan.
(4) El jugo de naranja no causó el dolor de estómago de Juan.
(1) y (2) son oraciones condicionales contrafácticas: dicen qué es lo que habría pasado
si el mundo hubiera sido distinto en ciertos respectos (Stalnaker (1968), Lewis (1973)). (3) y
(4) son oraciones causales: dicen que algo causó, o no causó, alguna otra cosa. Las teorías
contrafácticas de la causación son teorías según las cuales la verdad de oraciones causales está
basada en la verdad de oraciones contrafácticas (el primer exponente de una teoría de este tipo
es Lewis (1986a)). Como muestra el ejemplo, las teorías contrafácticas de la causación
1
parecen estar bien motivadas: es natural pensar que una causa es algo que hace una diferencia,
y es natural apelar a contrafácticos para explicar la noción de hacer una diferencia.
Cuando X e Y son tales que, si X no hubiera ocurrido, Y no habría ocurrido, entonces
decimos que Y depende contrafácticamente de X, o que hay una relación de dependencia
contrafáctica entre X e Y. El punto de partida de las teorías contrafácticas de la causación es
la tesis de que, al menos en general, X causa Y cuando Y depende contrafácticamente de X y
X no causa Y cuando Y no depende contrafácticamente de X. En el ejemplo, queremos decir
que los huevos fritos causaron el dolor de estómago de Juan porque el dolor de estómago
depende contrafácticamente del hecho de que comió los huevos fritos. Por el contrario, el jugo
de naranja no causó el dolor de estómago porque el dolor de estómago no depende
contrafácticamente del hecho de que tomó el jugo de naranja.
A pesar de estar bien motivadas, las teorías contrafácticas enfrentan diversos
problemas. Uno de ellos es que no toda relación contrafáctica revela una relación causal (Kim
(1973)). Por ejemplo, si un evento cualquiera A no hubiera ocurrido, A&B (la suma
mereológica de ese evento y otro evento distinto cualquiera) no habría ocurrido. Pero A no
causa A&B (la relación entre A y A&B es mereológica, no causal). Esto sugiere que hay que
delimitar la clase de los contrafácticos pertinentes de manera de dejar de lado relaciones
contrafácticas no causales, como la relación entre un todo y sus partes. También habría que
dejar de lado posibles relaciones contrafácticas “retrospectivas”, según las cuales el pasado
habría sido diferente si el presente hubiera sido diferente (Lewis (1986b)). Porque, al menos
normalmente (si no hay viaje en el tiempo), creemos que lo que sucede en el presente no
puede afectar lo que ya sucedió. Finalmente, hay problemas serios que surgen dado que a
veces no está claro cómo debemos evaluar ciertos contrafácticos. Pero aquí voy a suponer que
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estos problemas tienen soluciones satisfactorias. En particular, voy a usar ejemplos en donde
el valor de verdad de los contrafácticos está claro (dentro de la medida de lo posible), y voy a
suponer también que hemos podido delimitar la clase de contrafácticos adecuada.
Aun así, hay otro problema grave para las teorías contrafácticas, el cual fue el foco de
atención en los últimos tiempos. Es el problema generado por escenarios de “causación
preventiva”. Como ya veremos, es un problema grave porque sugiere que la existencia de una
relación contrafáctica no es necesaria para la existencia de una relación causal. De hecho, hay
un consenso casi general sobre este punto: casi todos los que han escrito sobre estos temas
creen que, dada la posibilidad de causación preventiva, puede haber causación sin
dependencia contrafáctica. En respuesta se han propuesto diversas maneras de debilitar la
conexión entre dependencia contrafáctica y causación sin perderla de vista completamente, es
decir, intentando preservar la motivación central detrás de estas teorías. Ya veremos un
ejemplo importante de este tipo de propuesta. Pero un hecho interesante es que, si bien la
posición estándar es que la dependencia contrafáctica no es necesaria para la causación, la
posición estándar también es que, por el contrario, la dependencia contrafáctica es suficiente
para la causación (esto es, suponiendo que logramos delimitar la clase de contrafácticos
pertinentes para dar cuenta de los problemas mencionados anteriormente).
En este artículo sugiero que esta idea está equivocada: así como hay problemas con la
idea de que la dependencia contrafáctica es una condición necesaria para la causación,
también hay problemas con la idea de que es una condición suficiente (aun cuando hayamos
delimitado la clase de contrafácticos pertinentes). Es decir, además de un “problema de la
necesidad”, las teorías contrafácticas enfrentan un “problema de la suficiencia”.
Interesantemente, el problema de la necesidad y el problema de la suficiencia tienen ciertas
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similitudes entre sí. Como resultado de estas similitudes, si ciertas soluciones al problema de
la necesidad funcionaran, tal vez podrían extenderse para resolver el problema de la
suficiencia. Por otro lado, si estas soluciones no funcionaran, o si surgieran dificultades
importantes nuevas al intentar aplicar la solución al problema de la suficiencia, el problema
resultante sería mucho más grande de lo que habíamos creido, y la falla de las teorías
contrafácticas sería aún más llamativa. No voy a tratar de decidir cuál de estos escenarios es el
más probable. Mi objetivo fundamental es presentar el problema de la suficiencia y
desarrollar la relación con el problema de la necesidad.
2. El problema de la necesidad
En esta sección discuto el problema de la necesidad. El problema de la necesidad surge dada
la inteligibilidad de escenarios del siguiente tipo. Imaginemos, nuevamente, que Juan se
despertó a la mañana y desayunó tres huevos fritos y un jugo de naranja. Después de un rato
empezó a dolerle el estómago. Sin embargo, esta vez imaginemos que, si no hubiera comido
los huevos fritos, habría comido panceta saltada a la sartén en su lugar, en cuyo caso también
se habría sentido mal del estómago. En este caso, la afirmación:
(1) Si Juan no hubiera comido los huevos fritos, no se habría sentido mal.
es falsa. En otras palabras, el dolor de estómago de Juan no depende contrafácticamente del
hecho de que comió los huevos fritos: Juan se habría sentido mal aun cuando no hubiera
comido los huevos fritos. Sin embargo, parece que aun así queremos decir que los huevos
fritos causaron el dolor de estómago. Si bien otras cosas podrían haber causado su dolor de
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estómago, y lo habrían causado si Juan hubiera comido esas cosas en vez de los huevos fritos,
de hecho estas otras cosas no causaron su dolor de estómago. De hecho, Juan comió los
huevos fritos y, de hecho, los huevos fritos causaron su dolor de estómago.
Este tipo de escenario es un escenario de “causación preventiva”. Un escenario de
causación preventiva es un escenario en donde hay más de una ruta posible que podría haber
conducido al efecto, la ruta actual y al menos una ruta alternativa: si la ruta actual no hubiera
estado “activa”, una ruta alternativa se habría activado en su lugar, y habría producido el
mismo efecto. Este tipo de escenario lleva el nombre “causación preventiva” porque, al
mismo tiempo que la ruta actual produce el efecto, previene la actualización de las rutas
alternativas, o interrumpe su efectividad. La causación preventiva constituye el contraejemplo
más claro a la necesidad de la dependencia contrafáctica para la causación: parece mostrar, de
manera más o menos concluyente, que la dependencia contrafáctica no es necesaria para la
causación.
En respuesta, se han propuesto diversas soluciones al problema de la necesidad. En
general, lo que una solución al problema debe lograr es debilitar la conexión entre
dependencia contrafáctica y causación de manera de capturar la posibilidad de causación
preventiva, sin por ello perder de vista la relación entre las dos nociones. Una posible solución
es requerir, en vez de dependencia contrafáctica directa entre causa y efecto, cadenas de
dependencia (Lewis (1986a)). Por distintas razones, esta solución no parece satisfactoria. (Un
problema fundamental es que hay casos de causación preventiva para los que no se aplica.
Para una discusión más exhaustiva de este y otros problemas, y también de otras posibles
soluciones, ver la introducción de Collins, Hall y Paul (2004).)
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Otra posible solución, en la que me voy a centrar aquí, es decir que los escenarios de
causación preventiva son escenarios de dependencia contrafáctica “encubierta”. La idea es
que hay ciertos factores que ocurren de manera más o menos accidental y que son
responsables por el encubrimiento: si esos factores no estuvieran presentes, veríamos la
dependencia contrafáctica. De acuerdo con esta propuesta, la causación sigue estando
íntimamente ligada a la dependencia contrafáctica. Es sólo en casos donde la dependencia está
oculta o enmascarada que la conexión se pierde, y es fácilmente recuperable si la
“desenmascaramos” de la manera adecuada. Los principales representantes de este tipo de
solución son Hitchcock (2001a) y (2001b) y Yablo (2002) y (2004).
La manera de recuperar las dependencias es mantener fijas ciertas circunstancias
adicionales. La idea básica es la siguiente. Tomemos el caso de los huevos fritos y la panceta.
De hecho, Juan no comió panceta, el estómago de Juan no tuvo que digerir panceta, etc. Si
mantenemos fijos estos hechos, recuperamos la dependencia contrafáctica entre causa y
efecto. Porque si bien no es cierto que, si Juan no hubiera comido huevos fritos, aun así se
habría sentido mal (porque habría comido panceta), es cierto que:
(5) Si Juan no hubiera comido los huevos fritos, y si aun así no hubiera comido panceta,
no se habría sentido mal del estómago.
Es decir, manteniendo fijo el hecho de que no comió panceta, el dolor de estómago de Juan
depende contrafácticamente del hecho de que comió los huevos fritos. En general, la
propuesta es la siguiente:
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C causa E si y sólo si E depende contrafácticamente de C “en las circunstancias”: si C
no hubiera ocurrido, pero si aun así otras cosas que ocurrieron hubieran ocurrido, E no
habría ocurrido.
Esta propuesta da lugar a varias preguntas. La más importante parece ser la siguiente.
Hay muchos hechos del mundo que pueden ser considerados parte de “las circunstancias” en
cada caso. ¿Exactamente cuáles de ellos debemos mantener fijos? ¿Hay un manera general,
teóricamente motivada y no ad-hoc, de especificar los hechos que debemos mantener fijos en
cada caso? La idea no puede ser que debemos mantener fijos todos los hechos. En particular,
está claro que no debemos mantener fijo el efecto mismo (el hecho de que Juan se sintió mal
del estómago); de otra manera (5) no sería verdadera. Pero entonces, ¿cómo distinguimos los
hechos que hay que mantener fijos de los que no?
Este es un problema difícil que no voy a tratar de evaluar aquí. Es claro que los
méritos de esta propuesta dependen crucialmente de que haya una respuesta satisfactoria a
estas preguntas. Pero lo que me interesa aquí no es evaluar los méritos de esta propuesta, sino
la conexión entre esta propuesta y el problema de la suficiencia. En las secciones que siguen
introduzco el problema de la suficiencia y explico cómo este tipo de propuesta podría
extenderse para tratar el problema de la suficiencia, suponiendo que pueda articularse
satisfactoriamente para resolver el problema de la necesidad.
3. Ausencias y causación
El problema de la suficiencia surge fundamentalmente para un tipo especial de causación:
causación por ausencias. En esta sección explico el concepto de causación por (y de)
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ausencias y muestro cómo una teoría contrafáctica puede capturar este tipo de causación. En
la sección siguiente explico cómo la causación por ausencias da lugar al problema de la
suficiencia.
Intuitivamente, las ausencias pueden ser causas de otras cosas, y también pueden ser
causadas por otras cosas. Por ejemplo, hay circunstancias ordinarias en las que diríamos que
los siguientes enunciados son verdaderos:
(6) La falta de lluvia causó la sequía.
(7) La falta de atención por parte del conductor causó el accidente.
(8) La enfermedad del árbol causó que el árbol no diera flores.
(9) La pelea que tuve con mi amigo la semana pasada causó que no lo llamara para su
cumpleaños hoy.
(6) y (7) son casos en donde una ausencia es una causa; (8) y (9) son ejemplos en donde una
ausencia es un efecto. (7) y (9) involucran omisiones de agentes; (6) y (8) son ausencias de
eventos “naturales”, que no involucran agentes. Ejemplos de este tipo sugieren que las
ausencias (o las omisiones, en el caso de agentes) pueden ser causas y efectos.
Una aclaración: alguien podría tratar de explicar la verdad de (6)-(9) sin apelar a
ausencias. Por ejemplo, alguien podría tratar de decir que (7) es verdadera porque “la falta de
atención por parte del conductor” es otra manera de describir un evento genuino, una acción
del conductor, la cual causó el accidente. Supongamos que en el momento del accidente el
conductor estaba usando su teléfono celular. ¿Podemos decir, entonces, que lo que causó el
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accidente fue su acción de hablar por teléfono, y que “su no prestar atención” es sólo una
manera de referirse a esa acción?
En mi opinión, esta posición minimalista sobre ausencias no es muy plausible. Tal vez
pueda estar bien motivada en algunos casos, pero definitivamente no en todos, o incluso en la
mayor parte de los casos. Un caso claro para el que no se aplica es el siguiente. Imaginemos
que llevo a mi hijo Tomás al zoológico para ver elefantes. Desafortunadamente, no hay
elefantes en el zoológico, lo cual decepciona profundamente a Tomás. En este caso es claro
que la causa es una ausencia genuina, no un evento positivo redescripto como una ausencia.
La causa de la decepción de Tomás no es algo que vio, o algo que había en el zoológico
(digamos, los rinocerontes), sino el hecho de que no vio elefantes, o el hecho de que no había
elefantes. Y lo mismo parece cierto de muchos casos: muchas veces queremos decir que algo
que no ocurrió (no algo que ocurrió en su lugar) es causa, o efecto, de alguna otra cosa. (Ver
también Lewis (2004).)
Ciertas teorías de la causación enfrentan graves problemas a la hora de explicar cómo
las ausencias pueden ser causas y efectos. En particular, teorías según las cuales toda relación
causal involucra un proceso físico que une la causa con el efecto parecen implicar que las
ausencias no pueden ser causas ni efectos, dado que las ausencias no son parte de procesos
físicos (al menos no de la misma manera que eventos “positivos” lo son). Una ventaja
importante que tienen las teorías contrafácticas de la causación es que es fácil explicar, sobre
la base de estas teorías, cómo las ausencias pueden ser causas y efectos. Esto es así porque
hay condicionales contrafácticos sobre ausencias que son tan claramente verdaderos como
otros condicionales contrafácticos sobre eventos positivos. Por ejemplo, el contrafáctico:
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(10)
Si la falta de lluvia no hubiera tenido lugar, la sequía no habría ocurrido.
que es equivalente a:
(11)
Si hubiera llovido, la sequía no habría ocurrido.
es claramente verdadero. Es decir, la sequía depende contrafácticamente de la ausencia de
lluvia. De acuerdo con una teoría contrafáctica, entonces, podemos decir que la ausencia de
lluvia causó la sequía. De manera similar, podemos explicar la verdad de (7)-(9) en términos
de la verdad de:
(12)
Si el conductor hubiera prestado atención, el accidente no habría ocurrido.
(13)
Si el árbol no hubiera estado enfermo, habría dado flores.
(14)
Si no me hubiera peleado con mi amigo, lo habría llamado para su cumpleaños.
En general, de acuerdo con una teoría contrafáctica de la causación, podemos decir que una
ausencia causa algo (X) cuando, si la ausencia no hubiera tenido lugar (es decir, si un evento
del tipo adecuado hubiera ocurrido), X no habría ocurrido. Y podemos decir que una ausencia
es causada por X cuando, si X no hubiera ocurrido, la ausencia no habría tenido lugar (un
evento del tipo adecuado habría ocurrido).
4. El problema de la suficiencia
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La causación por ausencias da lugar al problema de la suficiencia. Empecemos por imaginar
el caso siguiente. Un amigo me prestó su casa mientras está de vacaciones a cambio de que se
la cuide, riegue las plantas, etc. Un día en el que llueve torrencialmente, llego a la casa
después del trabajo y de repente recuerdo que esta mañana dejé las ventanas del sótano
abiertas. Inmediatamente pienso que el agua de la lluvia podría entrar por las ventanas e
inundar el sótano. Sin embargo, decido no tomarme el trabajo de cerrar las ventanas y me
pongo a ver televisión. Como era de preveer, se inunda el sótano. En este caso parece claro
que queremos decir:
(15)
Mi no cerrar las ventanas causó que se inundara el sótano.
De acuerdo con una teoría contrafáctica, podemos justificar esta afirmación sobre la base de la
verdad de:
(16)
Si hubiera cerrado las ventanas, no se habría inundado el sótano.
Es decir, una teoría contrafáctica implica que mi omisión es una causa de la inundación, que
es el resultado esperado.
Ahora bien, como describí el caso, no cerré las ventanas y, en su lugar, miré
televisión. Mi no cerrar las ventanas es una omisión (algo que no hice); mi mirar televisión es
una acción (algo que hice). ¿Qué diría una teoría contrafáctica sobre mi acción de ver
televisión? ¿Fue mi mirar televisión también una causa de la inundación? Imaginemos que en
la casa hay distracciones de varios tipos: la televisión, el equipo de audio nuevo, un proyector
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de películas, etc. En estas circunstancias es fácil imaginar que, si no hubiera decidido ver
televisión, aun así no habría decidido cerrar las ventanas: habría decidido escuchar música, o
ver una película, etc. En ese caso el contrafáctico:
(17)
Si no hubiera mirado televisión, el sótano no se habría inundado.
sería falso: el sótano se habría inundado de todas maneras, porque aun así no habría cerrado
las ventanas. Es decir, la inundación no depende contrafácticamente de mi mirar televisión.
Como resultado, en este caso una teoría contrafáctica implica:
(18)
Mi mirar televisión no causó la inundación.
Nuevamente, éste parece ser el resultado correcto. En el momento previo a la inundación, hay
algo que hice: mirar televisión, y hay algo que no hice: cerrar las ventanas. (Hay varias otras
cosas que hice y que no hice: usé el control remoto, masqué chicle, no hablé por teléfono, no
regué las plantas, no saqué la basura, etc.; podemos dejar de lado estas acciones y omisiones
porque no son pertinentes para nuestra discusión.) Dada esta distinción entre lo que hice y lo
que no hice, es claro que queremos decir (sobre el momento previo a la inundación):
(19)
La inundación fue el resultado de algo que no hice, no de algo que hice.
En particular, mi no cerrar las ventanas causó la inundación; mi mirar televisión no la causó.
Por supuesto, hay varias cosas que mi mirar televisión sí causó. Por ejemplo, mi mirar
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televisión hizo que me enterara de la vida de las tortugas acuáticas en una isla del Caribe.
Pero la inundación en el sótano no parece ser uno de sus efectos.
Otra manera de ver esto es la siguiente. Mi contribución total a la inundación del
sótano parece incluir elementos de dos tipos distintos. Por un lado, contribuí a la inundación
al abrir las ventanas esta mañana, porque es por ahí que entró el agua más tarde. Por otro lado,
contribuí a la inundación al no cerrar las ventanas cuando volví del trabajo, porque, si hubiera
cerrado las ventanas, habría prevenido la inundación. El primer tipo de contribución es una
contribución “positiva”: mi acción es uno de los elementos en una cadena de eventos que
concluye en la inundación. El segundo tipo de contribución es una contribución “negativa”:
mi omisión consiste en no hacer algo que habría prevenido la inundación.
Ahora podemos ver cómo surge el problema de la suficiencia. Imaginemos una
situación ligeramente diferente. Imaginemos, por ejemplo, que la televisión es la única
distracción en la casa: no hay aparato de música, ni proyector de películas, ni entretenimientos
de ningún otro tipo. Bajo estas condiciones, podemos imaginar que, si no hubiera mirado
televisión en el momento pertinente, habría cerrado las ventanas y el sótano no se habría
inundado. Por ejemplo, podemos imaginar que, sin la televisión o alguna distracción similar,
me habría sentido culpable y habría cerrado las ventanas. O tal vez el ruido del agua entrando
por las ventanas se me habría vuelto insoportable, en cuyo caso habría decidido, a
regañadientes, cerrar las ventanas. En un escenario de este tipo el contrafáctico:
(17)
Si no hubiera mirado televisión, el sótano no se habría inundado.
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es verdadero. En otras palabras, en estas circunstancias, la inundación depende
contrafácticamente de mi acción de ver televisión. Por consiguiente, en este tipo de escenario,
una teoría contrafáctica implica que mi mirar televisión causó la inundación.
Pero éste es el resultado incorrecto: mi contribución (en el momento previo a la
inundación) sigue siendo negativa. Nuevamente, causé la inundación porque podría haber
hecho algo para prevenir la inundación, y no lo hice. El enunciado:
(19)
La inundación fue el resultado de algo que no hice, no de algo que hice.
es verdadero, aun en este caso.
En otras palabras, qué habría pasado si no hubiera visto televisión parece no tener
importancia a la hora de determinar el tipo de mi contribución: mi contribución es negativa
más allá de cuál sea la relación contrafáctica entre mi ver televisión y la inundación. Y
entonces mi acción de mirar televisión no causa la inundación, aunque la inundación depende
contrafácticamente de mi mirar televisión. Es decir, la dependencia contrafáctica no es
suficiente para la causación.
5. ¿Dos caras del mismo problema?
Cuando discutimos el problema de la necesidad, vimos que el problema surge dada la
existencia de ciertos factores que “encubren” la dependencia contrafáctica entre causa y
efecto. Esos factores toman la forma de una ruta alternativa a la actual que habría llevado al
mismo efecto si la ruta actual no hubiera prosperado. Para resolver el problema de la
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necesidad, lo que debemos hacer es descubrir o “desenmascarar” la dependencia encubierta o
enmascarada.
El problema de la suficiencia es, en un sentido, el problema opuesto: para resolverlo
debemos, en vez de recuperar una dependencia ausente, eliminar una dependencia presente.
Pero los problemas parecen tener un origen común. En el caso del problema de la necesidad,
es natural pensar que, si bien la dependencia buscada está ausente, su ausencia es
“accidental”: facilmente podría haber estado presente, y en condicionales “normales” habría
estado presente (si no hubiera estado encubierta por la existencia de la ruta alternativa). En el
caso del problema de la suficiencia, sucede algo similar: nuevamente, es natural pensar que la
dependencia que está presente lo está sólo de manera accidental: facilmente podría haber
estado ausente, y en condicionales “normales” habría estado ausente. (En el ejemplo, si la
televisión no hubiera sido la única distracción, la dependencia entre mi mirar televisión y la
inundación habría estado ausente.)
Esto sugiere que el problema de la necesidad y el problema de la suficiencia pueden
ser vistos como dos caras de un mismo problema. El problema básico es el siguiente: la
existencia de dependencia contrafáctica puede depender de factores que ocurren de manera
más o menos accidental. Cuando esto sucede, hay una divergencia entre dependencia
contrafáctica y causación. El problema de la necesidad y el problema de la suficiencia son dos
posibles manifestaciones de este problema. El problema de la necesidad consiste en que puede
haber causación sin dependencia contrafáctica. Esto sucede cuando la ausencia de
dependencia contrafáctica es meramente “accidental”. Y el problema de la suficiencia
consiste en que puede haber dependencia contrafáctica sin causación. Esto sucede cuando la
existencia de dependencia contrafáctica es meramente “accidental”.
15
Si el problema de la necesidad y el problema de la suficiencia son dos manifestaciones
de un mismo problema, y si los problemas tienen solución, es natural pensar que deberían
tener una solución común. Vimos que una solución posible al problema de la necesidad es
debilitar el requisito de dependencia contrafáctica: requerir, en vez de dependencia
contrafáctica estricta, dependencia contrafáctica dadas ciertas circunstancias actuales. Al
mantener fijas las circunstancias adecuadas, recuperamos la dependencia que se encontraba
encubierta. En paricular, si mantenemos fijo el hecho de que la ruta alternativa no se
actualizó, o no se llevó a cabo completamente, recuperamos la dependencia entre causa y
efecto. ¿Podríamos usar una estrategia similar en el caso del problema de la suficiencia?
La manera de usar la misma estrategia debería ser la siguiente. En el ejemplo de la
inundación que da lugar al problema de la suficiencia, la inundación depende
contrafácticamente de mi mirar televisión porque, si no hubiera mirado televisión, habría
cerrado las ventanas y la inundación no habría ocurrido. Ahora bien, de hecho, no bajé al
sótano para cerrar las ventanas. Mi no bajar al sótano es parte de las circunstancias actuales.
Si mantenemos fijo el hecho de que no bajé al sótano, la inundación deja de depender
contrafácticamente de mi mirar televisión. En otras palabras, el contrafáctico:
(20)
Si no hubiera mirado televisión, y si aun así no hubiera bajado las escaleras
hacia el sótano, la inundación no habría ocurrido.
es falso: la inundación habría ocurrido, porque en ese caso tampoco habría cerrado las
ventanas.
16
Para resolver el problema de la suficiencia, entonces, lo que deberíamos decir es que
el test de dependencia contrafáctica siempre tiene que hacerse manteniendo fijas ciertas
circunstancias actuales (o siempre que haya dos cosas que compiten por el mismo rol causal,
como sugiero más adelante). De acuerdo con esta propuesta, la causación no es dependencia
contrafáctica, sino dependencia contrafáctica “no accidental”, la cual se logra manteniendo
fijas las circunstancias adecuadas (las circunstancias “pertinentes” en cada caso). Como
señalé en el caso del problema de la necesidad, la plausibilidad de esta solución depende de
que haya una manera general y motivada de especificar las circunstancias que debemos
mantener fijas en cada caso.
Ahora bien, dada la adición del problema de la suficiencia, hay (incluso) más razón
para ser escépticos sobre la viabilidad de este tipo de solución. En la sección siguiente (la
sección final) presento brevemente las nuevas dificultades que surgen dado el problema de la
suficiencia, y explico, en líneas generales, cómo alguien podría intentar solucionarlos.
6. Conclusión: Problemas generados por el problema de la suficiencia
Una dificultad clara es la siguiente. En casos de un tipo específico, como los casos de
causación preventiva que dan lugar al problema de la necesidad, hay una manera más o menos
natural de identificar los hechos que deben mantenerse fijos: éstos son, en rasgos generales,
los hechos sobre rutas causales alternativas. Pero, ¿cuáles son las circunstancias que deben
mantenerse fijas en casos donde no hay rutas causales alternativas? Si la propuesta es que
siempre debemos mantener algunos hechos fijos, entonces el problema parece no tener
solución: no parece haber ninguna manera totalmente general de identificar los hechos que
habría que mantener fijos en cada caso.
17
En respuesta, podría sugerirse que sólo es necesario mantener fijas ciertas
circunstancias cuando hay competencia causal de algún tipo. Por ejemplo, en el caso de la
inundación, mi acción de mirar televisión y mi omisión consistente en no cerrar las ventanas
parecen competir por un único rol causal: si bien la inundación depende contrafácticamente de
ambos, sólo uno de ellos causa la inundación. Es por ello que la conexión entre dependencia
contrafáctica y causación falla. En otros casos en donde no hay competencia causal, la
propuesta sería decir, la dependencia es suficiente para la causación. Pero entonces no
debemos preocuparnos por casos en donde no hay competencia causal. La tarea de identificar
los hechos que deben mantenerse fijos sólo surge para casos en donde hay tal competencia. La
viabilidad de esta respuesta depende, por supuesto, de que haya una manera adecuada de
explicar el concepto de competencia causal, y de distinguir los casos con competencia causal
de los casos sin competencia.
Pero esto no resuelve por completo el problema. Porque, si bien el caso de la
inundación es un caso de competencia causal, no es un caso en donde hay dos rutas
alternativas para un mismo efecto: no hay dos procesos espaciotemporales fácilmente
separables, compuestos de distintos eventos en sucesión, como en los casos de causación
preventiva. De manera que la idea intuitiva según la cual lo que debe mantenerse fijo son los
hechos correspondientes a la otra ruta causal, que tiene cierta inteligibilidad en el caso del
problema de la necesidad, simplemente no tiene aplicación en el caso del problema de la
suficiencia. ¿En virtud de qué, entonces, debemos mantener fijo el hecho de que no bajé al
sótano para determinar si mi mirar televisión causó la inundación? No parece haber una
respuesta clara a esta pregunta.
18
En conclusión, la idea de que las teorías contrafácticas enfrentan sólo un problema de
necesidad, y no un problema de suficiencia, es una ilusión. La existencia de relaciones de
dependencia contrafáctica “accidentales”, como las llamé aquí, sugiere que la divergencia
entre dependencia contrafáctica y causación es más grande de lo que se cree normalmente.
Esto es, además de no ser necesaria para la causación, la dependencia contrafáctica no es ni
siquiera suficiente para la causación. Ahora bien, al menos en principio parece que una
estrategia usada para resolver el problema de la necesidad podría extenderse para resolver el
problema de la suficiencia. Sin embargo, así como el problema es mayor, las dudas sobre la
estrategia para solucionarlo son también mayores. En tanto estas dudas no se resuelvan, el
problema de las dependencias contrafácticas accidentales es un problema serio para las teorías
contrafácticas de la causación.
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Referencias
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M.I.T. Press.
Hitchcock, C. (2001a) “The Intransitivity of Causation Revealed in Equations and Graphs,”
Journal of Philosophy 98, 6, pp. 273-99.
Hitchcock, C. (2001b) “A Tale of Two Effects,” The Philosophical Review 110, 3: 361-96.
Kim, J. (1973) “Causes and Counterfactuals,” The Journal of Philosophy 70, 17: 570-572.
Lewis, D. (2004) “Void and Object,” en J. Collins, N. Hall y L. Paul (2004), pp. 277-290.
Lewis, D. (1986a) “Causation,” reimpreso en Philosophical Papers, vol. II, New York:
Oxford U.P, pp. 159-213.
Lewis, D. (1986b) “Counterfactual Dependence and Time's Arrow,” reimpreso en
Philosophical Papers, vol. II, New York: Oxford U.P., pp. 32-66.
Lewis, D. (1973) Counterfactuals, Blackwell.
Stalnaker, R. (1968) “A Theory of Conditionals,” en N. Rescher (ed.), Studies in Logical
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Yablo, S. (2002) “De Facto Dependence,” Journal of Philosophy 99: 130-48.
Yablo, S. (2004) “Advertisement for a Sketch of an Outline of a Prototheory of Causation,”
en J. Collins, N. Hall y L. Paul (2004), pp. 119-137.
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