La autoridad en la escuela (La Verdad, 23-3-2010) En primer lugar, la autoridad del profesorado ante sus alumnas y alumnos le viene dada, sobre todo, por su conocimiento de la materia, por su capacidad para transmitirlo y suscitar el interés del alumnado, por su cuidado en atender los problemas y necesidades específicas de cada estudiante, y, finalmente, pero no menos importante, por su habilidad para hacer del aula un espacio de diálogo, de relación cooperativa y de aprendizaje mutuo. En pocas palabras, el profesorado que ama su trabajo y a las personas con las que trabaja, se hace querer y respetar por el alumnado, y logra suscitar la pasión por el conocimiento. Por eso, pretender que las dificultades en la convivencia se solucionan sólo reforzando el poder, que no la autoridad, del profesorado, convirtiéndolo en una especie de policía y dotándolo de más recursos disciplinarios, es una simplificación que nos lleva a creer en una solución mágica. Las cosas no se arreglan aumentando las sanciones. Se ignora así en qué consiste el vínculo pedagógico y cuál es la tarea esencial de la educación: formar ciudadanos y ciudadanas libres, autónomos y responsables. En segundo lugar, la autoridad del profesorado no depende sólo de lo que ocurre en el interior del aula, sino también de que los demás actores implicados en el proceso educativo asuman su responsabilidad. Depende, por ejemplo, de que las administraciones públicas acaben con la segregación social entre centros públicos y concertados, reconozcan a los colegios e institutos la necesaria autonomía de gestión, y los doten de los recursos necesarios para que el profesorado pueda actuar en equipo y desarrollar su trabajo de forma digna y satisfactoria. Depende de que los padres se impliquen en la educación de sus hijos y en la marcha cotidiana de los centros escolares. Depende, en fin, de que los medios de comunicación no desenfoquen la realidad , y que en lugar de buscar sólo la noticia escandalosa, informen de los muchos logros conseguidos y de la importante labor educativa que se realiza todos los días en las aulas. Como ha dicho el ministro de Educación en unas declaraciones, la autoridad se consigue con «clases más amenas y activas». De hecho, «en los países donde los sistemas de educación son más participativos, más comunicativos, con más tutorías y con más proximidad al estudiante, hay menos problemas de autoridad». Pero esto no es responsabilidad exclusiva del profesorado, ya que ha sido precisamente él «la clave de que todo haya ido bien hasta donde ha ido, para lograr uno de los sistemas más equitativos del mundo». Lo que no se puede hacer es dejar solo al profesorado. La tarea educativa es una tarea colectiva, y también lo es la autoridad. Pero no podemos tener autoridad ante nuestros hijos e hijas, alumnas y alumnos, si no nos hacemos todos responsables del mundo que hemos creado y que ellos heredarán. 1/2 La autoridad en la escuela (La Verdad, 23-3-2010) Alicia Poza es portavoz de STERM-Intersindical 2/2