Pero para colmo, resulta que el año pasado no solo... que venían a nuestro país, sino que además fue mayor...

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Xenofobia, mirando el dedo y no la Luna (La Opinión, 12-06-2010)
Pero para colmo, resulta que el año pasado no solo bajó drásticamente el número de personas
que venían a nuestro país, sino que además fue mayor el número de españoles que decidieron
residir en el extranjero. ¿Buscando conquistar nuevas tierras? Me temo que más bien
persiguiendo encontrar trabajo donde lo haya. Este nuevo fenómeno -en realidad no tanto,
porque salvo la última década España siempre ha sido un país de emigrantes- nos debería
hacer reflexionar.
Quizá lo lógico sería empezar a mirar a nuestros conciudadanos extranjeros de otra manera.
Ahora compartimos más cosas con ellos, en realidad las hemos compartido siempre; parece
que todos necesitamos trabajar para mantener a nuestras familias y a nosotros mismos y con
ese fin iremos donde haga falta. Sin embargo, desde las administraciones nacionales y
europeas el mensaje de los líderes es otro, se deshumaniza la Directiva Europea de Retorno,
se endurecen las leyes de extranjería y, como refleja el informe Raxen 2009 de Movimiento
contra la Intolerancia, “pasan a un segundo plano la aplicación de las Directivas de Igualdad de
Trato, la declaración del Derecho Penal contra el racismo y las políticas de integración y
defensa de inmigrantes y minorías”.
Y como sucedió en las calles de Murcia el día en que tantos salieron a la calle a apoyar al juez
Garzón, se permite que campen a sus anchas partidos de tinte xenófobo, mientras que no
existe un registro oficial sobre los incidentes relacionados con el racismo. Según este informe
hay unas 4.000 agresiones de estas características al año, existen en España más de 200
webs con este contenido, decenas de conciertos de música neofascista, hay más de 10.000
ultras y neonazis y más de 80 personas han muerto desde 1991 “víctimas del odio”.
La Región no escapa de esta tendencia, Murcia, Cartagena, Águilas, Jumilla, La Raya, Cieza,
San Javier, Lorca, Yecla y Alquerías están, según este documento, entre los más de 200
municipios españoles en los que se han dado incidentes de racismo, intolerancia o actividad de
grupos que promueven el odio. Sin embargo, tristemente, empezamos a ver cómo la xenofobia
se filtra poco a poco en los eslóganes políticos. ¿Qué esconden si no la polémicas mediáticas
en torno al empadronamiento y el uso del velo en los colegios religiosos financiados por el
Estado?
Visto lo anterior, ¿quién debería tener miedo de quién? Quizá la diferencia fundamental entre
personas no sea el país de procedencia, como interesadamente parece que nos quieren hacer
ver, sino la que existe entre poderosos y ciudadanos de a pie. Esa línea divisoria entre clases
sociales sigue existiendo aunque no esté de moda hablar de ella. Y aquí viene lo que por
tantas veces repetido no pierde un ápice de su valor: ¿no son esos ciudadanos de a pie,
procedan de donde procedan, los que están pagando una crisis generada por el sector
financiero y las grandes corporaciones? Serán los trabajadores los que, independientemente
de su nacionalidad, sufran las consecuencias del más que probable abaratamiento del despido.
¿No será que la xenofobia ha entrado en el discurso político para desviar miradas? Estamos
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Xenofobia, mirando el dedo y no la Luna (La Opinión, 12-06-2010)
unidos frente a la “invasión inmigrante”, parece que nos indican algunos poderosos, sin
embargo “quiero libertad para poder despedirte libremente y me gustaría que cargaras con las
pérdidas del sistema mientras yo me quedo con mis beneficios”… “faltaría más”. Según la
revista Forbes, el año comenzó con 1.011 personas que acumulaban más de 1.000 millones de
dólares. Esto supone 218 grandes multimillonarios más que en 2009. Además, la fortuna media
en este selecto club es de 3.500 millones, 500 más que en 2009. Así que parece que a algunos
la crisis no les viene tan mal.
La irresponsabilidad de las grandes multinacionales nos afecta a todos, pero más a los que
menos tienen. Solo hay que husmear un poco entre los informes de Amnistía Internacional para
darse cuenta. A veces disponer de recursos naturales en abundancia puede ser una desgracia.
Es lo que sucede en el delta del Níger, donde los yacimientos de petróleo, en lugar de
beneficiar a la población local, han sumido a muchas personas, aún más, en la pobreza. El
deterioro de las condiciones ambientales, del agua potable, de las pesquerías y de la salud de
la población hizo que en mayo de 1998 jóvenes de etnia llaje ocuparan una de las plataformas
petrolíferas exigiendo indemnizaciones y medidas. Según esta organización internacional la
respuesta de la empresa fue solicitar ayuda a las fuerzas de seguridad, quienes mataron a dos
manifestantes e hirieron a varios más. Una vez más, ¿quién debe sentir miedo?
Como en tantas otras situaciones similares, y los ejemplos son muy abundantes en todos los
continentes, la única salida que debió quedarle a la población local fue buscar un futuro más
digno en otro lugar. Lo mismo que hacen ahora los miles de españoles que buscan trabajo
fuera de nuestras fronteras ahora que las grandes empresas han decidido “socializar las
pérdidas”.
Los desplazamientos humanos suelen tener una causa, más bien nos indican algo; en muchas
ocasiones una tragedia en la que los intereses económicos occidentales no juegan un papel
inocente. Pensar que las migraciones son el problema es mirar al dedo y no a la Luna.
Carlos Egio
Licenciado en Ciencias Ambientales y periodista. Miembro del Foro Ciudadano.
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