Buenos y malos

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Los restos del naufragio (31-10-2010)
Buenos y malos
El director general de Territorio y Vivienda de la Consejería de Obras Públicas, Antonio
Navarro, es también de los que opina que hay convenios buenos y malos. «No veo mal los
convenios que se enmarcan en el plan general y que se realizan en determinadas zonas para
sectorizar, concretar las horquillas de aprovechamiento... y siempre que sean transparentes.
Pero no soy partidario de aquellos otros que se realizan fuera del plan y que van dirigidos a la
recalificación de suelo», comenta Navarro.
Jueces y fiscales, en cambio, no hacen estas distinciones. Al menos una docena de
ayuntamientos (Águilas, Los Alcázares, Librilla, Totana, Mula, Campos del Río, Torre Pacheco,
Cieza, La Unión, Fortuna, San Javier y Murcia) se han visto involucrados en procesos
judiciales basados en los trapicheos que han rodeado la elaboración y aprobación de
convenios urbanísticos.
Prevaricación, trafico de influencias, falsedad documental, cohecho, malversación de
caudales públicos, negociaciones prohibidas a los funcionarios, blanqueo de capitales, son
algunos de los supuestos delitos que han salido a relucir en los casos judiciales con convenios
urbanísticos de por medio.
El procedimiento, sobre todo en los casos de recalificación de suelo, era simple y muy
provechoso. Un promotor avispado adquiría suelo no urbanizable a precio asequible.
Negociaba un convenio urbanístico con el ayuntamiento, según el cual se le reclasificaba el
terreno en urbanizable para construir cientos o miles de viviendas, y a cambio el empresario
concedía una compensación al municipio, bien en especie, a través de obras de
infraestructura, bien en metálico. Ambas partes salían ganando: el promotor obtenía enormes
plusvalías con el suelo y se aseguraba una nueva urbanización y el ayuntamiento una
suculenta fuente de financiación tanto por la compensación económica como por las licencias
futuras para construir la urbanización. En el proceso, y con las ingentes cantidades de dinero
que circulaban en la época dorada del ladrillo, hubo casos, según las investigaciones
judiciales, en que se pidió u ofreció dinero para disipar dudas y engrasar la tramitación
administrativa o bien se forzaron los límites legales para dar por buenos proyectos inviables e
insostenibles pero muy lucrativos para ambas partes.
El arquitecto Felipe Iracheta, que lleva años criticando el abuso de los convenios como
sustitutivos del plan general, opina que con esta figura «la política urbanística la marca el
promotor de turno» y agrega, en un artículo publicado en 'Campus Digital', que lo
«verdaderamente perverso de los convenios, tal como se negocian, es que realmente son
innecesarios urbanísticamente, ya que la ley dispone que lo que no esté protegido puede ser
urbanizado y no hace falta ningún convenio para decir lo obvio, a no ser, como suele ser el
caso, que de lo que se trate es de trajinarse al promotor para que suelte la mosca que se
reparten el agente intermediario, que suele ser un abogado (casi siempre el mismo) y el
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alcalde o concejal de turno».
Varios años después del atracón y tras el estallido de la burbuja inmobiliaria cebada a base de
convenios, los acuerdos que iban a traer prosperidad y riqueza a los municipios han mutado,
en muchos casos, en pesadillas económicas o judiciales para sus firmantes.
Los ayuntamientos de Abarán, Totana, Fortuna y, según IU, también Lorca, han sido llevados
a los tribunales por promotores que reclaman la devolución del dinero adelantado por
convenios suscritos que no han llegado a aprobarse. En otros casos, como Cieza o Ulea, han
sido los ayuntamientos los que han tenido que dar facilidades para que los promotores
abonen las cantidades pactadas. Campos del Río, cuya nueva casa consistorial debía haber
construido Trampolín Hills, ha tenido que recurrir al Plan E para pagarla.
No hay cifras oficiales sobre cuántos convenios se llegaron a firmar. El director de Vivienda
opina que más de 150, pero los cálculos de 'La Verdad', basados en las consultas a buena
parte de los ayuntamientos y a la hemeroteca del diario, elevan la cifra a más de 300. Lorca
está a la cabeza, con 68 convenios, y le siguen Totana (59), Abanilla (22), Fortuna (16), Torre
Pacheco (14). Hay pocos municipios que no han recurrido a esta fórmula, como Alcantarilla,
debido a que apenas tiene término municipal. Jumilla asegura que no llegó a firmar ninguno,
pero Urbanismo le atribuye 25.
Lo que sí está claro es que sólo una mínima parte ha llegado a ejecutarse, muchos están en
trámites y algunos han quedado definitivamente enterrados por problemas legales o
medioambientales. Antonio Navarro cree que menos del 5% están en marcha y que muchos
jamás llegarán a ejecutarse. Tanto para tan poco.
ABARÁN
El Ayuntamiento de Abarán sólo cuenta con dos convenios urbanísticos en su haber, el más
importante de los cuales se firmó en la pasada legislatura y pretendía recalificar más de 4,5
millones de metros cuadrados de suelo rústico y edificar unas 12.000 viviendas con campos
de golf. El promotor adelantó al Ayuntamiento la cantidad de 600.000 euros a cuenta del
aprovechamiento que le correspondía, pero el actual gobierno local, presidido por Antonio
Eugenio Gómez, ha paralizado el convenio, que ya había pasado casi todos los trámites
administrativos. «Su aprobación no conlleva beneficios para Abarán y no vamos a ser
partícipes de este pelotazo urbanístico», señala el alcalde. El resultado ha sido que la
promotora ha llevado al Ayuntamiento a los tribunales y le exige la devolución del dinero y una
cuantiosa indemnización, según informa Jesús Yelo.
FORTUNA
El 'boom' urbanístico en Fortuna tiene un mes clave, septiembre de 2006, cuando se procedió
a la aprobación en un mismo pleno de 14 de los 16 convenios urbanísticos con los que cuenta
en su haber el Ayuntamiento. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), aprobado por la
Comunidad Autónoma, contemplaba por aquel entonces la construcción de 45.777 viviendas
en terreno urbanizado. El PGOU calculaba que en los próximos 20 años Fortuna llegaría a los
130.000 habitantes; tres años después, en 2009, sólo había superado los 9.000 habitantes.Los
14 convenios aprobados de una tacada suponían una recaudación para las arcas municipales
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de 8.272.087,27 euros. Pero las vacas flacas llegaron para la construcción y el municipio y en
la actualidad la realidad es bien distinta: cuatro empresas han llevado al consistorio a los
tribunales para reclamar 2.081.669,21 euros. Una de las promotoras que ya han solicitado la
devolución del dinero anticipado es Malata Cubas, que reclama la nada desdeñable cantidad
de 1,2 millones. Este es uno de los convenios que mayor revuelo levantó en el municipio
puesto que contemplaba urbanizar sobre la Sierra de la Cueva Negra, declarada bien de
interés cultural.
SAN JAVIER
Una auténtica riada de convenios salieron de la fábrica urbanística municipal de San Javier,
en colaboración con diversos constructores cercanos al gobierno local, durante el 'boom
inmobiliario', según informa Alexia Salas. El más sonadoes el del hospital del Mar Menor,
consistente en la cesión por parte del empresario Santiago Martínez Esparza de 100.000
metros cuadrados de terreno rústico al Ayuntamiento de San Javier para su construcción, a
cambio de la recalificación de dos millones de metros cuadrados de terreno rústico, en parte
protegido por el trasvase Tajo-Segura. Pero la Comunidad Autónoma no aceptó el acuerdo y
hubo que modificarlo. El caso forma parte de las investigaciones judiciales que llevaron hace
pocos meses a la detención del ex alcalde, José Hernández, y del constructor Martínez
Esparza, junto a otro promotor y dos arquitectos. Otro convenio es el de Ladera Dos Mares,
que propició un campo de golf privado sobre suelo público, por lo que engrosa los expedientes
que tiene el Juzgado de San Javier sobre la mesa. Carne de juzgados ha sido también el
convenio con un grupo de constructores para crear Roda Golf, complejo residencial que
ocupó también varias parcelas de suelo público, después repuestas a reclamación municipal
durante esta legislatura.
«La previsión de demanda de vivienda no fue real»
JUAN HERNÁNDEZ ALBARRACÍN, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE PROMOTORES
DE LA REGIÓN, achaca la proliferación de convenios urbanísticos a la «falta de una previsión
real de la demanda de viviendas». «El convenio se convirtió en una herramienta general para
intentar dar cobertura de forma rápida a esa demanda, a lo que se sumó que para muchos
ayuntamientos se convirtió en una fuente fácil de ingresos y de financiación», agrega el
empresario aguileño, quien admite que el abuso de esta fórmula de planificación generó
«desequilibrios» que ahora se están pagando.
«Muchas actuaciones jamás se llevarán a cabo»
ANTONIO NAVARRO, DIRECTOR DE TERRITORIO Y VIVIENDA, considera que el convenio
urbanístico «puede ser una herramienta provechosa, pero ha de reconducirse más hacia la
gestión y no tanto hacia la reclasificación de suelo y fuera del plan general». Navarro, máximo
responsable del área urbanística en la Consejería de Obras Públicas, opina que «muchas de
las actuaciones residenciales recogidas en convenios jamás se van a llevar a cabo», y revela
que su departamento ha rechazado varios convenios urbanísticos por razones
medioambientales.
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Los restos del naufragio (31-10-2010)
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