La trampa Así pues, la teoría formal-matemática de los juegos se transfirió a la táctica militar durante la Guerra Fría, generando la ´paz´ y el ´equilibrio´ entre las superpotencias mediante la carrera armamentística y la amenaza nuclear. Siguiendo a Curtis, esta doctrina fue ampliada por el matemático y premio Nobel John Nash, quien trató de demostrar que toda relación de unos individuos con otros se reduce a un juego de intereses estratégicos, racionales y egoístas que genera equilibrio: mis elecciones personales pueden optimizarse puesto que es posible predecir el comportamiento y las decisiones de los otros. Es decir, el individuo es reducido a un autómata que busca satisfacer sus deseos en confrontación con los deseos de los demás, y, además, estos deseos son racionales y predecibles en todos los individuos que pueden actuar (o ´jugar´) libremente. Las ideas matemáticas de Nash se trasladaron a una teoría social del comportamiento: el egoísmo individual genera procesos espontáneos de solidaridad y equilibrio. Por tanto, la teoría de los juegos, de origen matemático, se transforma en un modelo bélico y en una explicación del equilibrio social. A su vez, estas ideas fueron integradas por economistas (James Buchanan, Jeffry Sachs), politólogos (Michael Ledeen, Samuel Huntington), antropólogos (Napoleón Chagnon), psiquiatras (R. D. Laing), etc. El modelo ´científico´ de la teoría de los juegos se fue articulando simultáneamente con el modelo ideológico del mercado libre, inspirado por Friederich von Hayek. Este filósofo y economista austriaco, residente en EEUU, desarrolló la idea de que todo modelo de planificación política produce ineficiencia económica, tiranía y servidumbre, como ocurría en la URSS de Stalin. Por tanto, sólo la espontaneidad del mercado, donde los intereses individuales de cada uno concurren libremente para satisfacer sus necesidades, puede generar prácticas verdaderas de libertad individual. Con estos ingredientes, a lo largo de los tres documentales se explica cómo determinados argumentos ideológico-políticos se fueron articulando con determinados modelos científico-matemáticos para generar nuevas tácticas de poder y control social. Una nueva ´ciencia´ económica, una nueva ´ciencia´ biológica y una nueva ´ciencia´ política desembocan en conclusiones similares: no existe nada más que individuos aislados que eligen racionalmente la satisfacción óptima de sus necesidades en una situación de libre concurrencia de bienes, servicios y personas. Estos individuos venden sus capacidades al mercado (su ´capital´ humano) en una situación de competencia de unos contra otros, con el fin de obtener utilidades y satisfacer sus deseos. La ´ciencia´ es capaz de estudiar, analizar y predecir estos modos ´racionales´ de comportamiento y el ´mercado´ es el mecanismo más rápido y fluido donde encontrar tales satisfacciones. El equilibrio social que se produce entre los intereses individuales y los intercambios económicos es el resultado profetizado por estas ciencias. 1/2 La trampa La transformación paulatina de estas creencias en supuestos modelos científicos universales y objetivos contribuyó al desmantelamiento de las instituciones políticas, empresas públicas y aparatos burocráticos nacidos del crack de 1929 para el control democrático del capital financiero. Desde finales de los años 70 en Inglaterra y EEUU, primero con el tándem Tatcher-Reagan y después con el de Clinton-Blair, los presupuestos del deber público de los funcionarios y del bien común de los políticos fueron desintegrándose en beneficio de la democracia de mercado, es decir, de que la política debe reducirse a una mera gestión de intereses privados que sólo el mercado puede resolver. La libertad de votar es rebasada por la libertad de consumir, generando una espiral de desprestigio de la profesión política y de nuevos privilegios para la élite empresarial. Esta nueva situación, conocida popularmente como ´neoliberalismo´, y que atraviesa cada vez más a la nueva sociedad global, está generando un peligroso círculo vicioso: la hegemonía del mercado (con sus multinacionales deslocalizadas, sus beneficios crecientes, sus modas cambiantes, etc.), está limitando y desprestigiando el sentido de la política (reduciéndola a un juego parlamentario de intereses egoístas e ignorando el potencial político de los movimientos sociales), lo que, a su vez, fortalece todavía más al mercado y sus prácticas perversas: precariedad laboral, paro, crecimiento de las desigualdades económicas, tiranía financiera, etc. Es decir, el ideal de libertad por medio del mercado genera nuevas formas de tiranía que hoy afectan al corazón mismo de las sociedades occidentales y democráticamente libres. Este ideal de libertad engendró primero el modelo de la ´guerra justa´ (Irak, Afganistán) y la ´seguridad preventiva´. Ahora, directamente, la crisis económica y social en todo occidente. Esta es La trampa: el ataque a los Estados y su deuda soberana, el desmantelamiento de los servicios públicos, la desacreditación de la profesionalidad de los funcionarios y la pérdida de derechos sociales que se están produciendo HOY en España están dentro de esta lógica, bien implantada ya en los países anglosajones y lista para echar raíces en nuestro país. A no ser que despierten nuevas prácticas sociales de libertad, nuevos saberes, nuevos poderes… Artículo publicado en diario La Opinión de Murcia el día 16/7/2011 http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2011/07/16/trampa/337425.html 2/2