Hume & Kant Pregunta 1 ¿Cuál es el principio fundamental del empirismo según David Hume? El término empirismo proviene de la palabra griega “empeiria”, la cual tiene como significado: experiencia. Por consiguiente, para el empirismo, el origen del conocimiento es la experiencia y nuestra mente es como "una tabla rasa" antes de tener experiencias. Como máximo representante del empirismo, Hume afirma esta proposición y la lleva al extremo. Con el empirismo, el problema del conocimiento -su origen y validez- pasa a ser el tema fundamental, o, al menos, el tema previo e imprescindible antes de comenzar cualquier otra investigación. Afirma pues, que el conocimiento humano no es ilimitado sino que la misma experiencia es su límite. La experiencia limita el conocimiento en su extensión (no puede ir más allá de la experiencia) y en su certeza (sólo podemos estar ciertos de lo que entra dentro del límite de la experiencia). Esto se debe básicamente, como se ha mencionado, a que el origen del conocimiento esta en los sentidos. El hombre logra conocer a partir de sus percepciones, de lo que ve y siente, de cómo percibe el mundo ya que, al nacer, la razón se encuentra vacía. Como expone Locke, la mente es una tabula rasa (white paper) carente de contenido alguno. Por ende, se niega cualquier tipo de conocimiento innato. De esta manera enfrenta directamente al racionalismo y cataloga a los supuestos conocimientos innatos como ilegítimos. Al obtener información del mundo sensible por medio de los sentidos, el individuo se nutre de impresiones que pasarán a conformar su conocimiento. Una vez que estas impresiones quedan grabadas, asentadas en la tabula rasa, pasan a formar parte de las ideas (simples o complejas). Las ideas se distinguen claramente de las impresiones por la intensidad con la que se presentan las últimas. Según Hume, solo podrá considerarse como conocimiento legítimo a aquel que se le pueda atribuir una impresión. Por ejemplo, una idea compleja solo podrá ser considerada como tal si al desmembrarla en sus partes más simples les puede atribuir experiencias sensibles a cada una de ellas. Entonces se enfrenta a la contrariedad que representa la idea de causalidad (principio esencial para la ciencia contemporánea a Hume). Notoriamente, la idea de causalidad es una idea compleja, y se la puede desmembrar en: causa, efecto, sucesión temporal y conexión necesaria. A la causa, el efecto y a la sucesión temporal se le pueden atribuir impresiones, pero no a la conexión necesaria. Solo se puede estar seguro de que algo se da primero y luego ocurre otra cosa. Entonces la idea de causalidad no resulta completamente legítima, y para explicar dicho fenómeno recurre a una “solución escéptica”. Mediante la misma, muestra que si nuestra experiencia ha detectado e identificado que, luego de muchos experimentos, luego de una determinada causa suele darse un efecto en particular, entonces ambos se pueden asociar por la “costumbre” y el “hábito”, pero deja en claro que cabe la posibilidad de que alguna vez suceda algo contrario a lo previsto. Pregunta 3 ¿Qué diferencias establece Hume entre impresiones e ideas? El filósofo, economista e historiador escocés David Hume (1711-1776), constituye una de las figuras más importantes de la filosofía occidental y de la ilustración escocesa. El núcleo de la corriente filosófica de la cual Hume fue el máximo representante, el empirismo (la palabra proviene de un término griego que se traduce textualmente como “experiencia”), es el problema gnoseológico. Según el pensador, la mente del hombre es una tabula rasa o papel en blanco (“white paper”) que se encuentra vacía de contenido al nacer. De esta manera, todos los conocimientos y habilidades de cada ser humano derivan en última instancia de la experiencia sensible, siendo esta la única fuente para obtenerlos y sin la cual no se lograría saber alguno. En contraposición con el racionalista francés René Descartes (1596-1650), Hume asegura que no existe ningún tipo de conocimiento “a priori” (independiente de la experiencia), puesto que si lo hubiera este debería ser universal y necesario. Por lo tanto, para el filósofo escéptico, todo conocimiento verdadero es “a posteriori” (dependiente de la experiencia) y, por ende, particular y contingente. A partir de los sentidos, entonces, los seres humanos tienen percepciones, como las denominaba Hume. Estas pueden dividirse en dos categorías: ideas e impresiones. En Investigación sobre el entendimiento humano, el autor esclarece: “Con el término impresión me refiero a nuestras más vívidas percepciones, cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos”. Las impresiones, registros inmediatos de las percepciones, pueden clasificarse en: impresiones de la sensación o impresiones de la reflexión. Mediante las primeras, el intelecto adquiere las ideas que resultan de impresiones de nuestros sentidos corpóreos, que el intelecto mismo está llevado a referir a objetos externos como colores, sonidos, sabores, olores, extensión, forma, etc. Mediante las segundas, el intelecto adquiere las ideas de los diversos modos de ser o de comportarse del alma misma, como, por ejemplo las ideas de dudar, creer, querer, etc. que el alma no podría tener sino reflexionando sobre sus propias operaciones y sobre sus propios estados. En relación con las ideas, Hume afirma: “Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son nada excepto copias de nuestras impresiones”. En otras palabras, las ideas son impresiones derivadas que quedaron grabadas en la mente, en el papel en blanco. Como consecuencia, la gran diferencia entre impresión e idea está dada por la intensidad y la vivacidad, puesto que no puede compararse la percepción inmediata de algo (dolor, frío, calor, etc.) con su mero recuerdo, es decir, con el resultado de una reflexión sobre una sensación. En conclusión, al ser las ideas simples copias de las impresiones, a los seres humanos les resulta imposible pensar en algo que no hayan sentido con anterioridad, mediante sus sentidos externos o internos. Esto constituye un aspecto importante del escepticismo característico de Hume, en tanto equivale a decir que no se puede tener la certeza de que una cosa, como Dios, el alma o el yo, exista a menos que se pueda señalar la impresión de la cual, esa idea, se deriva. En otras palabras, para Hume, el conocimiento será legítimo si y sólo si, cuando se descompone, a cada idea simple que lo forma le corresponde una impresión a partir de la cual la idea se originó. Pregunta 4 ¿Cómo concibe Hume el entendimiento humano? ¿Qué función desempeña? En primer lugar se debe tener en claro que David Hume declara que ningún conocimiento puede ser fundamentado por razonamientos a priori ni tampoco que ningún conocimiento cuyos cimientos recaigan en lo experimental puede ser rebatido puramente por razonamientos totalmente a priori. De esta forma el filósofo escocés dio con la conclusión de que todo conocimiento verdadero puede ser alcanzado únicamente por medio de la experiencia. Igualmente es a través de la memoria de las impresiones que provienen de los sentidos en las cuales el entendimiento humano toma su parte de acuerdo con la teoría planteada por el pensador. De esta manera es como se puede esperar que la relación causa efecto entre la interacción de dos objetos (como es el ejemplo de las bolas de billar) o de un objeto y su accidente (como es el ejemplo de la llama y el calor) se repita una vez que fue comprobada tiene su fundamento en el entendimiento humano. De esta forma es como Hume toma como verdadero el razonamiento inductivo en el cuál a través de una serie de experimentaciones se puede establecer una regla general acerca de los sucesos, por ejemplo nosotros simplemente esperamos que el Sol salga por el este debido a que nunca ocurrió lo contrario. Igualmente el filósofo empirista se enfrenta a una problemática al abordar esta cuestión del entendimiento humano. Este conflicto recae en su propia teoría que establece que para establecer la veracidad de una idea compleja, (entiéndase que por idea compleja se esta refiriendo a la asociación de ideas simples provenientes de las impresiones memorizadas en la famosa tabula rasa) se debe descomponer en sus diversas ideas simples y verificar su fundamento en la experiencia, y es justamente el establecer la relación causa-efecto y el esperar que un suceso sea similar al anterior que no tienen en sí mismos una demostración empírica sino que constituyen un tan agraviado razonamiento a priori, por lo cual Hume parece quedar atrapado en un mundo de vagas impresiones contingentes sin asociación alguna por lo cual queda inhabilitado para poder llegar a conocimientos verdaderos. Para poder solucionar esta objeción presentada, el filósofo empirista, esgrime lo que el denomina una “solución escéptica”, la cual establece que estos razonamientos que aparentan ser a priori realmente son fundamentados en la costumbre de la mente humana de evidenciar las causas y efectos entre las sustancias y accidentes de forma tal que este hábito, esta “creencia” en palabras de Hume no puede ser rebatida ni contradicha por algún razonamiento a priori ni ningún proceso de pensamiento. De manera tal que aunque no se ofrece un completo fundamento racional a esta cuestión se plantea una simple aceptación de estos razonamientos basados en la costumbre y en los conocimientos verdaderos a los que se puede llegar utilizando el entendimiento basado en la experiencia y los sentidos como fuente del conocimiento, intentado resolver el problema gnoseológico por una vía empirista en contraposición con la racionalista. Pregunta 5 ¿Cuál es la relevancia de la idea de causalidad? ¿Se trata de una idea simple o compleja y por qué? ¿Cual es la critica de Hume a la idea de causalidad? Como filósofo empirista, David Hume afirma que nuestros razonamientos acerca de los hechos se encuentran enlazados por una relación de causa y efecto. Y a su vez, que alcanzamos el conocimiento legítimo de dicha relación mediante la experiencia. En otras palabras, para Hume, todo conocimiento surge enteramente de la experiencia. De este modo debe aclararse que la experiencia es siempre singular y admite excepciones, por lo que puede distinguirse de la ciencia que busca la universalidad. En consecuencia el empirismo utilizara como método de deducción, el inductivo: a partir de premisas particulares buscara alcanzar conclusiones generales (aunque siempre queda abierta la posibilidad de que pase otra cosa, la excepción). Podemos deducir entonces, la relevancia de la idea de causalidad, ya que ella es la idea básica del conocimiento científico; Mediante la idea de causalidad debe fundamentarse el conocimiento que resulta de la experiencia al analizar la relación de causa y efecto de los hechos. Sin embargo esto no resulta tan simple. Para Hume la idea de causalidad es una idea compleja. Esto significa que esta conformada por un conjunto de ideas simples, siendo una idea simple legítima aquella que responde a una única impresión sensible. Entonces debemos reconocer las distintas ideas simples que la componen para verificar que todas partan de impresiones sensibles, para demostrar finalmente, que la idea de causalidad es en sí misma legítima y puede cumplir con su función. Pasamos a considerar la idea de causalidad compuesta por cuatro elementos: 1. Causa. 2. Efecto. 3. Sucesión temporal. 4. conexión necesaria. La causa es aquella que impulsa necesariamente a que se produzca el efecto, y de esta manera siempre lo precede. Sin embargo la conexión necesaria entre la causa y el efecto no puede deducirse a partir de ninguna impresión sensible, o sea, no hay nada que garantice ni verifique mediante alguna experiencia dicha relación. Entonces no tenemos conocimientos de esa conexión: la idea de causalidad es por lo tanto una idea ilegítima. Corresponde que si la ciencia se basa en la idea de causalidad y ésta es ilegítima entonces no puede haber conocimiento legítimo. Esto convierte a Hume en un escéptico, y aceptando tal condicionamiento va a introducir una crítica a la idea de causalidad: La crítica que propone Hume conforma lo que se denomina la solución escéptica. Dicha solución propone que podemos “agregar un vínculo necesario”: el hábito, la costumbre, la confianza, pueden brindarnos la conexión que supone la idea de causalidad, aunque sus predicciones no sean concluyentes. Al utilizar la practicidad de dicha idea podemos advertir los efectos; partiendo de que la experiencia nos habilita a creer que podemos esperar efectos similares a partir de causas similares, para Hume resulta lógico utilizar la idea de causalidad como instrumento para tomar la experiencia pasada y usarla para el futuro aunque no determine un conocimiento técnicamente legitimo. Pregunta 9 Compare los ejemplos del trozo de cera de Descarte y las bolas de billar de Hume. Qué consecuencias sacan estos autores a cada uno de ellos. Tanto Hume como Descartes hacen uso de situaciones cotidianas como ejemplos argumentativos para apoyar su postura y hacer entendible su argumento. Dos de ellas son: el trozo de cera, utilizado por Descartes, y las bolas de billar por Hume. En la segunda Meditación Metafísica, donde Descartes se propone encontrar algún principio certero, aquello que sea claro y evidente, de lo que no se pueda dudar para poder edificar sobre ello, utiliza el ejemplo de los cambios que experimenta un trozo de cera al ser calentada como muestra de la contrariedad de nuestros sentidos. Al ser calentado el trozo de cera, éste sufre una completa modificación en cuanto a su textura, aroma, color. La única información que nos pueden dar los sentidos es que estamos ante la presencia de una sustancia completamente diferente, y si no supiéramos de antemano que se trata de un trozo de cera, dudosamente distinguiríamos el objeto en cuestión. Resulta evidente para Descartes que los sentidos son engañosos y no se puede fiar de ellos para encontrar algo verdadero. Entonces, Descartes señala que este objeto puede haber cambiado en su forma física pero no en su esencia, pues no se puede negar que posee extensión. Solo a través de la razón y el entendimiento podremos llegar a comprender este concepto, que en definitiva denota que la idea de extensión es innata, y por ello es clara y evidente. Por otro lado, Hume utiliza el ejemplo de las bolas de billar para refutar la teoría racionalista. Cómo máximo exponente del empirismo, no hay que dejar de vista que sostiene que el origen del conocimiento es la experiencia y que no hay conocimientos a priori. Al presentársele un obstáculo que podría opacar su teoría, presenta el ejemplo antes mencionado. Una bola choca a la otra y ese movimiento lo podemos percibir a través de nuestros sentidos y también podemos predecir que es lo que va a pasar cuando una bola choque con la otra. Ahora bien, según la teoría empírica, no existe conocimiento legítimo que no esté respaldado por una impresión que provenga de los sentidos. La razón por la cual generalmente se asocia que cuando una bola choca a otra esta última se mueve, es porque se tiene presente la idea de causalidad (principio fundamental utilizado en la ciencia contemporánea a Hume). Para comprobar si esta idea es legítima o no, al ser una idea compleja, se la debe descomponer en sus partes simples e identificar si les corresponde alguna impresión sensible. De esta manera, la idea de causalidad se disgrega en: causa, efecto, sucesión temporal y conexión necesaria. Sensorialmente podemos distinguir el movimiento de la primer bola (causa), el choque a la segunda bola y su desplazamiento (efecto), vemos que hay una sucesión de eventos (sucesión temporal), pero al llegar a la conexión necesaria notamos que no podemos establecer alguna impresión que la determine. Entonces, la idea de causalidad es ilegítima. Sólo podremos saber lo que ocurrirá si tenemos un conocimiento previo, dado por la experiencia y no por conocimientos a priori, ya que las inferencias derivadas de la experiencia son efecto de la costumbre y no del razonamiento a priori, pues, alguien que solo haya visto este choque entre dos bolas de billar, nunca podría predecir que todos los demás cuerpos se moverán después de recibir un impulso igual. A este planteo que realiza Hume lo denomina “solución escéptica”. Este escepticismo determina que podemos predecir ciertos efectos gracias al hábito, principio por el cual un acto en particular que tiene la propensión de renovar otro acto específico produce una costumbre en el individuo. Señala que éste es un principio de la naturaleza humana que es reconocido por todos y bien conocido por sus efectos. En otras palabras, uno sabrá cual es el efecto que le sigue cuando la primera bola choque con la segunda porque son inferencias derivadas de la experiencia, por lo tanto, efectos de la costumbre y no del razonamiento. Así ratifica y enriquece la teoría empirista. Pregunta 11 ¿Cuál es el sentido de la revolución copernicana realizada por Kant en teoría del conocimiento? Así como Copérnico había logrado realizar un giro de 360 grados a la teoría vigente respecto de la posición de los astros, colocando en el centro del sistema al Sol en vez de la Tierra, Kant comprende que un efecto semejante es necesario en la filosofía. La filosofía no había logrado seguir el camino seguro de la ciencia. Los conocimientos filosóficos oscilaban en un puñado de saberes que para la época de Kant se habían vuelto problemáticos. Todavía no se había dado el paso fundamental que le permitiera ser una ciencia que tome, recupere, sume y progrese. Por esto, surge la emergencia de cambiar radicalmente el punto de partida. Así, el problema consiste en explicar el conocimiento sintético a priori y movilizar al sujeto de conocimiento en vez de dejarlo en una actitud pasiva. El problema de la esencia del conocimiento consiste en determinar si en efecto el sujeto es meramente receptivo en el acto de conocer, como pretende el realismo, o si, por el contrario, no es un espejo y el conocimiento se convierte así en una especie de acción, de praxis. Esta última es justamente la opinión de Kant, quien sostiene que conocer no es, en su fundamento, reflejar los objetos, sino que es ante todo trazar al horizonte dentro del cual los objetos son objetos. De este modo, conocer no seria ya meramente reflejar las cosas, sino operar sobre ellas, transformándolas. Para Kant, según esto, conocer es ante todo “elaborar” las cosas para que estén en condiciones para constituir objetos. Para Kant, el conocimiento, es su último fundamento, no es ya teoría, sino una cierta operación transformadora que el sujeto cumple: conocer quiere decir elaborar el objeto. El conocimiento envuelve dos factores: 1) las estructura de nuestra “razón”, que es independiente de la experiencia. 2) un “material” modelable, las impresiones. Si se intentase conocer valiéndose solamente de la “razón”, es decir, de las formas a priori del sujeto, no se tendría sino formas enteramente vacías, y por tanto, no se conocería ningún objeto, nada absolutamente. Es preciso, pues, que esas formas o moldes tengan un material al cual aplicarse. Pero ocurre que ese material no puede provenir sino sólo de la experiencia, de las sensaciones, y Kant dirá entonces que no es posible ningún conocimiento sino es dentro de las fronteras de la experiencia. En este sentido se aproxima al empirismo, y declara la imposibilidad del conocimiento metafísico, entendido como conocimiento de las cosas en si, porque para que éste fuese posible, tendrían que sernos dados los objetos metafísicos (Dios, el alma, etc), cosa que evidentemente no ocurre. Lo único que nos es dado son las impresiones (intuiciones), y solamente sobre la base de éstas podrá elaborase el conocimiento. Pero a la vez Kant enseña, contra la tesis empirista, que con puras impresiones tampoco puede haber conocimiento, porque las puras impresiones sin ninguna forma, no serian sino un caos, un material en bruto, o, como dice Kant, una “rapsodia” de sensaciones, sin orden ni concierto. Para que haya conocimiento es preciso que esas impresiones estén de alguna manera ordenadas, jerarquizadas, conformadas, “racionalizadas”, y ese orden o racionalización no proviene de las sensaciones mismas, sino que lo introduce en ellas el sujeto cognoscente. “Intuiciones” – es decir, aquí, impresiones – (sin conceptos son ciegas). Y en este sentido Kant se aproxima al racionalismo. Kant entonces rescata la porción de verdad que encierran empirismo y racionalismo, a la vez que pone de relieve su unilateralidad, y puede hacerlo porque se coloca en una zona más fundamental, en cuanto muestra que el conocer no es mera recepción, sino también elaboración del objeto. Kant concibe, pues, la relación de conocimiento a la inversa de cómo hasta entonces se la había pensado, porque mientras que el realismo sostenía que el sujeto se limita a copiar las cosas, que ya estarían listas, constituidas y realizadas independientemente de él, para Kant la actividad del conocimiento consiste, en su fundamento, en constituir, en construir, los objetos. De manera que para Kant lo determinante en el acto de conocer no es tanto el objeto, cuanto mas bien el sujeto. Esta teoría se denomina idealismo. Kant realiza una “revolución copernicana”, entonces, porque enfoca la cuestión del conocimiento al revés de cómo se la enfocaba hasta ese momento. Pregunta 12 ¿De qué modo describe Kant a la metafísica? ¿Cuál es el sentido de la comparación que establece entre metafísica, lógica y física? Para poder comprender el análisis que realiza Kant respecto de la metafísica, es preciso tener en cuenta que en el contexto social, cultural e intelectual en que se sitúa, el modelo de conocimiento predominante es la ciencia. Desde sus comienzos, la filosofía no logró establecer un conjunto de conocimientos de los que se pudiese decir, con rigor, que fueran algo ya establecido sobre lo que estuviesen de acuerdo todos los filósofos. El contenido de la metafísica se hallaba constituido por unos presuntos saberes acerca de todo objeto en cuanto que “es”; el ente en cuanto “tal”. En definitiva, se basaba en principios que en la época de Kant se habían vuelto problemáticos y movedizos, pues la filosofía no había logrado constituirse como ciencia segura. Hasta entonces, en efecto, la metafísica oscilaba entre el empirismo (que no concebía ningún conocimiento fuera de la experiencia) y el racionalismo (que planteaba su objeto en lo absoluto). Para Kant, una serie de saberes habrá emprendido la marcha segura, el real camino de una ciencia: si existe verdad en los resultados logrados; se existen no solo resultados verdaderos sino, además, una dirección fija, un método, en la investigación de la verdad; si cada verdad así conquistada acrecienta el saber anterior y no simplemente lo destruye, esto es, si la marcha es realmente progresiva. Tomando como ejemplo las ciencias modelo, la lógica (estudio de estructuras mentales) era aquella que gozaba de excelencia porque había nacido conclusa y perfecta (con plena completitud y sistematicidad) con Aristóteles y desde su surgimiento no había sido modificada. Por otro lado, la física (ciencia de condiciones ideales) también había encontrado su camino para constituirse como ciencia estricta cuando los científicos comprenden que deben conocer como funciona su razón. Al examinar dichas ciencias, se observa que en el origen de su progresión se encuentran las proposiciones (o juicios) sintéticas a priori, en virtud de las que la razón presupone sus objetos, incluso en ausencia de éstos. Por esto, como sucedió naturalmente con la lógica, la física, Kant quiere fundar a la filosofía como ciencia segura que tome, recupere, sume y progrese. En este sentido se puede decir que su concepción es puramente arquitectónica. Ahora bien, si las proposiciones sintéticas son necesarias para las ciencias teóricas, la condición científica de la metafísica depende necesariamente de ellas; se trataría, en efecto, de definir su propio ámbito de investigación. Para Kant las cuestiones últimas y las estructuras generales de la realidad están ligadas a la pregunta por el sujeto. A partir de este presupuesto deduce que hay que estudiar rigurosamente los fundamentos y las estructuras de la facultad de conocimiento del ser humano (criticismo), porque el ser humano sólo puede juzgar sobre aquello que está dentro el ámbito de ser posible de ser conocido por nosotros por nuestra facultad de conocimiento. Si ésta se caracteriza, pues, por su aprioridad (trascendental) por oposición a la aposterioridad (experimental) de la física, está llamada a comparecer ante su propio tribunal: el instrumento de esta comparecencia es la Crítica, encargada de determinar los límites intrínsecos del "conocimiento de la razón en sí misma" y de trazar "el campo de su correcto uso (...) con una certeza geométrica". Entonces, Kant entiende a la metafísica como una disciplina filosófica que aspira al conocimiento de lo que se encuentra más allá de la experiencia, de lo trascendente (particularmente Dios y el alma humana). Por consiguiente, la metafísica es la rama fundante de la filosofía. Por consiguiente, la metafísica no es una construcción humana arbitraria: Kant pensó que dado el peculiar funcionamiento y naturaleza de nuestra Razón era inevitable que los filósofos pensasen en Dios y el alma humana; estas entidades no son invenciones caprichosas sino que están “propuestas por la naturaleza misma de la razón”. Su valoración de lo metafísico fue tan elevada que sus reflexiones éticas culminan en la afirmación de la necesidad de creer en lo metafísico, y a dichas entidades se refieren los postulados de la razón práctica. Ciertamente, de dichos postulados no se puede tener propiamente conocimiento, pero sí “fe racional”. Entonces, como él mismo señala, tuvo que renunciar al conocimiento de estas cuestiones para dejar paso a la fe. La verdad trascendental y la verdad trascendente hechas posibles por la estructura misma de la razón: he ahí la filosofía para Kant. Es la ciencia especulativa de los principios de la razón, como fundamento de la inteligibilidad de las cosas. Y solo entrando por esta vía tendremos trazado para Kant, el seguro camino por el que toda metafísica del porvenir podrá presentarse como ciencia, y aún más, la ciencia por excelencia. Pregunta 13 Según Kant: ¿Qué facultades intervienen en el proceso de conocimiento? ¿Cual es la función de cada una de ellas? Para Kant, el hombre, entendido como sujeto trascendental, conoce mediante dos facultades necesarias e interdependientes: la sensibilidad y el entendimiento. De este modo se distancia uniformemente de Descartes, acérrimo defensor de la razón como único modo de llegar al conocimiento, y asimismo de Hume, quien revindica el empirismo como fuente gnoseológica, al establecer que es obligatorio considerar ambas aproximaciones conjuntamente. Para comprender cual es el rol de las citadas facultades, es necesario señalar que la utilización combinada de estos elementos, en otrora opuestos, es corolario del flamante rol activo que otorga Kant al sujeto del conocimiento. En esta nueva condición, resulta absurdo emplear términos como experiencia o razón, pues presuponen conocimiento. Para Kant no existe el conocimiento previo, ya que es precisamente el sujeto de conocimiento el encargado de construirlo. Realizada esta distinción procede Kant a afirmar que el conocimiento comienza con la experiencia pero no se origina en ella, ya que, como se ha dicho precedentemente, la misma supone conocimiento debido a que se encuentra ordenada. Considera, en contraste, que aquello que proviene de los sentidos, son sensaciones desordenadas, caóticos y desarticuladas que deben ser sintetizadas. La sensibilidad es consecuentemente una capacidad de conocimiento receptiva, recoge mediante los sentidos e intuiciones la totalidad de estas percepciones. En definitiva, son la materia prima que una vez especializada y temporalizada demanda ser modelada por formas o esquemas organizativos, que él denomina categorías, para poder llegar a armar el objeto de conocimiento. Dicha faena organizativa corresponde al entendimiento, compuesto por formas o ciertos conceptos puros traídos a priori, que permiten sintetizar para así enlazar representaciones. Estas categorías (conceptos puros) no se aprenden de la experiencia, pues ya vienen en la mente. Siendo estos moldes, entre otros, la idea de causalidad y de sustancia, universales y necesarios, es lógico que nivel global se encuentre singularizado el objeto construido. Puesto de modo alterno, todos vemos el mundo igual como secuela de compartir las mismas estructuras que organizan los datos que aportan los sentidos. Definido entonces las funciones de la sensibilidad y el entendimiento, recolectar y ordenar respectivamente, cabe agregar que la interdependencia entre los elementos formales, a priori, y los materiales, a posteriori, es, como se dijo al inicio, persistente e inherente a la interrelación entre las facultades analizadas. De separarse ambas facultades del conocimiento, la persona se ve librada a la deriva de la divagación, lo cual no permite “conocer” sino simplemente “pensar”. El “pensar” no supone universalidad ni tiene asidero experimental. Kant señala reiteradas veces que los filósofos antecesores se habían limitado a “pensar”. Pregunta 14 ¿Cuál es para Kant el sentido de una crítica de la razón pura? ¿Cuál es su aporte negativo y su aporte positivo? El filosofo Kant en contraposición al racionalismo y al empirismo, asume un sujeto de conocimiento activo. El cual para lograr conocer debe poseer dos facultades básicas, la experiencia y la razón. . Es así como existen dos tipos de conocimiento: A priori, (cuando algo es puro es siempre formal) A partir de estos conocimientos a priori es la explicación de porque todos los hombres conocen de la misma forma. A posteriori (depende de la experiencia es contingente) Asimismo, afirma que todo el conocimiento comienza con la experiencia pero no todo se origina con la misma. Para Kant, la experiencia tiene que someterse nuestro conocimiento, lo que podemos conocer es lo que se encuentra en nuestra razón, sin considerar a la experiencia. En otras palabras, toda la necesidad de la experiencia se introduce a partir de la razón, la obligamos a moldearse a nuestros esquemas. En síntesis para Kant el verdadero conocimiento es aquel que se forma a partir de la razón pero que luego se proyecta a la naturaleza. Kant afirma que tanto la matemática, como la física, son dos conocimientos teóricos de la razón que determinan a priori sus objetos. Sin embargo, para llegara a esta instancia ambas ciencias tuvieron que pasar por una revolución que logro obtener este conocimiento puro basado únicamente en un conocimiento teórico de la razón. En contraposición, Kant asevera que la metafísica hasta ahora ha sido incierta y basada en simples conceptos. Es por ellos que a partir de la obra Critica de la Razón pura, Kant va a tratar de cambiar el método que ha seguido la metafísica, y realizar una revolución semejante a la que han experimentado la física y la matemática. También, Kant utiliza el texto “critica de la razón pura” para fundar el conocimiento. El sentido es cuestionar que es la razón del hombre. Empieza a hacer distinciones, quiere indagar acerca del mundo pero primero se da cuenta que debe indagar los límites de la propia razón y luego así poder conocer al mundo exterior. Desea explorar las facultades de nuestra razón crítica, establecer los límites de los que podemos conocer y lo que no, sin valerse de la experiencia. Del mismo modo, intenta buscar la posibilidad o imposibilidad de una metafísica, la determinación de sus fuentes, su extensión y sus límites siempre siguiendo principios. Se plantea todas las cuestiones de la metafísica y trata de encontrar una solución. A partir de la crítica de la razón pura, Kant proporciona un aporte positivo y un aporte negativo. Su aporte positivo, es que logra encontrar un conocimiento a priori que no se basa únicamente en la experiencia. Kant limita lo que los hombres pueden conocer, sin embargo lo que si logran conocer es un conocimiento seguro y certero. Este conocimiento a priori, proviene de la razón de los hombres y es el único conocimiento puro, se obtiene a parir de la moral que es el único plano con el cual se puede tomar control de lo absoluto. A partir de esta restricción de del empleo de nuestra razón que a su vez limita nuestra percepción, logramos concluir en un uso puro y practico de nuestra razón. Por otra parte el aspecto negativo, es que acepta que el hombre no puede conocerlo todo. Logra entender y trata de transmitir a los hombres que es imposible un conocimiento absoluto basado en verdaderos fundamentos. Como también afirma que nunca lograremos traspasar con la razón especulativa, los límites de la experiencia. Por ejemplo según Kant, nunca se va a conocer la existencia de Dios, ya que no se puede probar con la experiencia ni con la razón. Pregunta 15 ¿Cuál es la diferencia que establece Kant entre "conocer" y "pensar"? Relacione con la distinción entre entendimiento y razón La diferencia que Immanuel Kant establece entre lo que es conocer y lo que es pensar está en la base de su teortiene la misma relación que se suscita entre los conceptos de entendimiento y razón, la diferencia que existe entre ambos conceptos se basa en uno de los objetivos de Kant en su obra que es el de imponerle los límites correspondientes a la metafísica, para que la misma pueda seguir los seguros y certeros pasos de una ciencia bien establecida y fundar el conocimiento en su proyecto edificante. En primer lugar cuando Kant se refiere a lo que es conocer esta hablando de adquirir conocimientos que tienen un sustento en lo experimental y que luego con el uso del entendimiento se puede llegar a una verdad o nuevo conocimiento. El conocer consiste en buscar la verdad objetiva de los conceptos y no simplemente basarlos en fundamentos racionales. Para poder conocer son necesarias dos facultades que se deben interrelacionar: el entendimiento y la sensibilidad. La sensibilidad constituye la facultad de conocimiento receptiva que brinda la materia prima, las sensaciones e intuiciones que luego permitirán conocer. Este material no resulta conocimiento en sí mismo, sino un conjunto caótico de información que requiere sistematización. Es ahí donde entra en juego el entendimiento. Este último posee esquemas de construcción y mediante la síntesis da forma a las sensaciones especializadas y temporalizadas. El entendimiento cuenta con formas a priori: las categorías o conceptos puros, como resultan la idea de causalidad, de sustancia, etc. Justamente es en este punto en el que se efectúa la diferencia con lo que es pensar. En tanto que no se establezca la condición necesaria de convergencia entre la sensibilidad y el entendimiento, el individuo recurre a la imaginación y comienza a divagar. En consecuencia solo puede “pensar” y no “conocer” algo certero. Ese ha sido el error de los filósofos anteriores: simplemente pensaban y llegaron a conocer la esencia de las cosas por el mero hecho de descartar la facultad de la sensibilidad y no brindarle un material contundente a sus esquemas. Frente a los conceptos expuestos se puede evidenciar claramente la relación que existe en la diferenciación planteada y los conceptos de entendimiento y razón. Esto se debe a que el entendimiento con sustento en la experiencia es el sustento en el conocimiento mientras que la razón pura es el sustento de pensar. Es el entendimiento que esta compuesta de las formas a priori. En tanto la razón cubre un campo más general ya que la misma esta presente tanto en conocer como pensar pero es en el pensamiento en donde se utiliza la razón pura para establecer conceptos, de este modo razonamientos como la existencia de Dios, la libertad del hombre o la eternidad del alma son temas que se dirimen dentro del campo de la razón pura para los cuales no hay respuesta salvo por medio de la fe. En conclusión se puede ver que la diferencia entre estos conceptos consiste en los que se encuentran dentro del campo de estudio de la metafísica con sustento o hilo conductor en lo sensible (como el entendimiento y el conocimiento), mientras que por el otro lado se encuentra la razón pura y el pensamiento que simplemente forman parte de una divagación eterna la cual solo lleva a incertidumbres y contradicción. Pregunta 16 ¿Cuál es el sentido de la referencia de Kant a Platón en la introducción de su libro? Relacione con la disputa entre dogmáticos y escépticos. El filósofo alemán Immanuel Kant, figura representativa del criticismo, (17241804) es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y, aún en la actualidad, continúa teniendo sobrada vigencia en diversas disciplinas como filosofía, derecho, ética, estética, etc. En su obra cúspide, Crítica de la razón pura, Kant se propone “cambiar el método hasta aquí seguido en la Metafísica, y realizar de este modo una revolución semejante a la que han experimentado la Física y la Geometría”. Lo que se debía criticar era la facultad propia de la razón en general, indagar en los alcances y límites de la misma y así determinar el campo de acción. Kant consideró que la Metafísica no había encontrado la marcha segura de una ciencia (conocimiento sistematizado elaborado mediante observaciones y razonamientos metódicamente organizados), que era el modelo a seguir para cualquier disciplina en el siglo XVIII. Por el contrario, se había quedado en el terreno de la mera opinión; no conseguía ser acumulativa, progresiva y universal. Según Kant, los llamados “filósofos” que proliferaron desde la antigüedad hasta su época sólo habían “pensado”, pero jamás habían logrado “conocer” las cosas en sí. Para conocer un objeto se exige que se pueda demostrar su posibilidad (ya por el testimonio de la experiencia de su realidad, o a priori por la Razón). Pero cualquiera puede pensar lo que quiera, con tal que no se ponga en contradicción consigo mismo, es decir, con tal de que su concepto sea un pensamiento posible, aunque no pueda asegurar si en el conjunto de todas las posibilidades hay o no un objeto que le corresponda. Para dar una realidad objetiva a semejante concepto se necesita ya algo más. Pero ese algo más no es necesario buscarlo en las fuentes teóricas del conocimiento, porque puede estar en las prácticas. El filósofo planteó como centro del problema del descrédito de la Metafísica al eterno enfrentamiento entre dogmáticos y escépticos que caracterizó a la Modernidad, pero lo llevó a un plano mucho más elevado cuestionando siglos de pensamiento “desorientado”. Kant llamó “dogmáticos” a aquellos que postularon verdades necesarias que sólo podían ser pensadas pero no conocidas. Estos lograban construir inmediatamente un edificio con conocimientos adquiridos sin saber cómo, o sobre el crédito de principios que se ignoraban. Pero los cimientos eran tan débiles que nunca se mantenían en pie por demasiado tiempo. Además de una crítica implícita a los racionalistas, en el tercer apartado de la Introducción Kant se refirió directamente a la filosofía platónica. Para el criticista, Platón fue un dogmático en tanto abandonó el mundo sensible por considerar que encerraba a la inteligencia en límites demasiado estrechos. Comparó la ingenuidad del célebre griego con el vuelo de una paloma que cree que su tarea de surcar los aires sería más sencilla si volara en el vacío. De la misma manera, Platón se lanzó en alas de las ideas por el espacio vacío del entendimiento puro, sin advertir que con sus esfuerzos no adelantaba nada, faltándole un punto de apoyo donde sostenerse y asegurarse para aplicar sus fuerzas en la esfera propia de la inteligencia. El error, aclaró Kant, estaba en creer que puede conocerse algo sin la materia sensible. Los seres humanos no son dioses y, por ende, son incapaces de crear realidad (materia, objetos de la experiencia) de la nada. Conocer es construir, ordenar, sintetizar los datos de los sentidos a partir de las formas que vienen dadas en la Razón del hombre. Gracias al vínculo entre las dos facultades de conocer, la sensibilidad y el entendimiento, es como se obtiene el objeto de conocimiento, resultado final de la actividad de conocer. Por otro lado, en contraposición “aparente” a los dogmáticos se encontraba un grupo más reducido de individuos denominados “escépticos”. Estos sostenían que la experiencia era la fuente única y última de conocimiento. Sin embargo, Kant se rehusó a aceptar esta corriente porque alegaba que los escépticos habían confundido el verdadero concepto de Experiencia. En lugar de ser una facultad de conocimiento, la Experiencia es el primer producto que el entendimiento humano realiza al elaborar la materia bruta de las percepciones sensibles, es decir, es conocimiento en sí mismo. Es la primera enseñanza y en su marcha tan inagotable en nuevas enseñanzas, las generaciones futuras jamás carecerán de nuevos conocimientos para recoger en este suelo. No obstante, no es tampoco el único campo a que el entendimiento ha de quedar limitado. La máxima distinción entre el pensamiento kantiano del dogmático y el escéptico, es que sólo el primero pone en movimiento al sujeto de conocimiento. Mientras que para los dogmáticos el hombre viene al mundo con ideas innatas que son en sí mismas conocimiento, pues tienen contenido, los escépticos dirán que la mente del hombre es una tabula rasa o papel en blanco vacío de cualquier contenido y que conoce sólo a través de la experiencia (que le transmite objetos de conocimiento ya armados). En ambos casos, entonces, el sujeto de conocimiento es pasivo en tanto es un receptor. Kant, por otro lado, manifestó que el objeto de conocimiento es formado por el sujeto a partir de un elemento formal (categoría o concepto puro), que viene dado en el entendimiento, y de un elemento material (intuiciones), que aportan los sentidos. En definitiva, los esquemas son como lentes azules: los hombres nacen con ellos y ven la materia prima del conocimiento de una manera preestablecida y común a todos; la experiencia se presenta como un caos y son los sujetos los que introducen la necesidad en el mundo de la naturaleza, la “obligan a amoldarse a sus esquemas”. Pregunta 17 ¿Cuál es el sentido de la referencia de Kant a Hume en la Introducción de su libro? Relacione con la disputa entre dogmáticos y escépticos. Kant, en la Introducción de su libro, divide a los filósofos entre dogmáticos y escépticos. Quienes integraban el primer grupo eran aquellos que postulaban cosas que podían pensar, pero que no las podían conocer, ya que pensar, para Kant, es cuando el entendimiento divaga, discurre solo. Entre ellos se encontraban Platón y Descartes. Por el otro lado se sitúan los escépticos, cuyo máximo representante es Hume, caracterizado por poseer dudas escépticas, a las que les corresponden soluciones escépticas. Un claro ejemplo de esto es la idea de causalidad, la cual es una idea compleja, que al descomponerla, Hume cree que a una de sus cuatro partes (sucesión temporal) no le corresponde una impresión sensible, por lo que no constituye un conocimiento legítimo. Frente a este problema, se da una respuesta a través del hábito, de la costumbre, de la creencia, es decir, que la experiencia pasada sea útil para el futuro. De esta forma, la legitimidad de la idea de causalidad es otorgada por la práctica. Kant dialoga con los dogmáticos y escolásticos, quienes pretendían tener conocimiento de algo absoluto y señala que, si bien es entendible que la gente posea un impulso de ir más allá, debe quedarse en el mundo condicionado, en el mundo de lo fenoménico, para obtener verdadero conocimiento. En otras palabras, Kant cree que solo se puede conocer el mundo de la experiencia, el cual es condicionado y limitado, puesto que un elemento tiene que se otorgado por la experiencia; mientras que solamente se puede pensar las categorías que van más allá de lo sensible. Además de dirigirse a los dogmáticos, se puede ver en la introducción un constante deseo de marcar la diferencia entre él y Hume, tanto es así que se puede llegar a afirmar que tenía más temor de ser confundido con el pensamiento de Hume que con el de los dogmáticos (“parezco ser empirista pero no lo soy”). La diferencia básica entre Kant y Hume es acerca de la experiencia. Para el primero, la experiencia ya es un modo de conocimiento, porque tiene fórmulas a priori, mientras que para el segundo es una tabula rasa. Además difieren en que, para el empirista, los sentidos conectan al hombre con la experiencia, formando objetos de manera ordenada, pero para Kant, los sentidos dan datos a la experiencia de manera caótica y todavía no hay objetos. Además se debe destacar la gran diferencia que se encuentra entre Kant y Descartes y Hume. Este contraste se hace presente en el pensamiento de Kant, ya que se presenta como una crítica y una síntesis de Descartes y Hume, Esto es así porque introdujo un gran cambio al afirmar que el sujeto de conocimiento es activo y no pasivo como lo creían los dos filósofos. De esta manera el sujeto no debe encontrar al objeto de conocimiento, sino que le corresponde construirlo. Este cambio implicó un giro drástico y introdujo cambios (tal como lo hizo la revolución copernicana), por lo que a veces se le atribuye ese nombre. Esta es probablemente la gran diferencia que separa a este filósofo de Descartes y Hume, ya que para ambos el sujeto de conocimiento es pasivo, puesto que las ideas reflejan las huellas dejadas por los objetos, mientras que para Kant es activo. Por último y como síntesis se puede ver en la introducción del libro de Kant un diálogo de éste con los dogmáticos y con los escépticos. Se dirige a los primeros para demostrar que no es posible lograr un conocimiento verdadero de algo absoluto, por lo que deben mantenerse en el mundo de lo fenoménico para garantizar un verdadero conocimiento. Por otro lado, tiene un constante deseo por marcar la diferencia de su pensamiento con el de los escépticos, ya que difieren en su percepción acerca de la experiencia. De esta manera, se puede encontrar en Kant una discusión con los filósofos que lo antecedieron, una crítica hacia ellos, lo cual le permitió crear su propio pensamiento y realizar una revolución copernicana, al convertir en activo al sujeto de conocimiento. Pregunta 18 ¿En qué términos concibe Kant el principio de causalidad? Compare con Descartes y Hume. Kant concibe el principio de causalidad como una idea de conexión necesaria presente en la categoría a priori del entendimiento. El filósofo creía que la usual expresión de la causalidad, "cada evento tiene una causa", era una verdad necesaria y universal. Kant fue en contra de la visión que era aceptada hasta su tiempo y originó lo que él mismo llamó una “revolución copernicana” debido a la magnitud del cambio que proponía. En lugar de que todo nuestro conocimiento se origine en la experiencia y de que el sujeto sea pasivo, Kant propone someter la experiencia a nuestro conocimiento y que el sujeto sea puesto en movimiento. En otras palabras, Kant criticó severamente la noción tradicional de causalidad, poniendo así en duda toda la filosofía construida sobre ella. El filósofo creía que conocemos realmente las cosas y no sólo las verdades de la matemática o de la lógica, como "2+2=4" o "la suma de los ángulos interiores de un triángulo son 180o". Kant llega a la conclusión de que la única relación entre el evento A y el evento B que puede establecer un orden necesario entre diferentes percepciones es el concepto de relación causal, es decir, el principio de causalidad. Entonces, de acuerdo con Kant, la idea de que “todo suceso tiene una causa” es una verdad necesaria acerca de nuestra experiencia. Sin embargo, Hume ve en esto una justificación del escepticismo, ya que afirmar que un fenómeno posee una causa es un juicio sintético “a posteriori”, y no analítico. Hume se enfrenta al principio de causalidad al intentar responder a dos cuestiones: ¿Por qué decimos que todos los sucesos tienen necesariamente una causa? ¿Por qué afirmamos que causas particulares tienen necesariamente determinados efectos? La respuesta de Hume consiste en decir que la causalidad no es sino el resultado de la aparición conjunta de determinados sucesos sin que, en realidad, podamos demostrar que entre ellos exista una relación necesaria y objetiva que los vincule porque no se puede apreciar ninguna impresión sensible que lo compruebe. Nuestra idea de que existe un vínculo necesario entre determinados objetos o sucesos no es sino un mecanismo o impulso voluntario de nuestras mentes por el cual esperamos que suceda B cada vez que percibimos A. Así, lo que no es sino una costumbre subjetiva de nuestra mente es a menudo confundida con una relación objetiva y necesaria entre fenómenos. Dicha costumbre existe como resultado de la experiencia anterior (hasta ahora, siempre que ha ocurrido A ha sucedido B). Es así que Hume llega a la conclusión de que una idea que surge de un mero hábito de la mente no puede ser la base de creencia o conocimiento legítimo alguno. Y, como la relación causal carece de una base objetiva, tampoco se puede justificar el principio general “todo suceso tiene una causa”. Éste sólo tiene como base nuestra experiencia, es decir, que en un principio “a posteriori”. En cuanto a la concepción de Descartes acerca del principio de causalidad, éste establece que “todo ha de tener una causa (salvo que se su propia causa)” y, que “no puede haber más realidad en el efecto que en la causa”. Así, este principio constituye una de las ideas que él llama Innatas, es decir, aquellas ideas que el alma trae consigo y que, por lo tanto, son claras, evidentes e independientes de la experiencia. La principal diferencia entre Descartes y Kant radica en que el primero considera que el principio de causalidad ya es conocimiento, y que a su lo traemos desde que nacemos. Por el contrario, Kant considera a este principio como un esquema y no como conocimiento en sí. Si bien aclara que los seres humanos nacen con estos esquemas, estos sólo nos sirven para producir verdadero conocimiento. Pregunta 19 ¿Qué significa para Kant “a priori” y “a posteriori”? ¿De qué modo se relacionan con los conceptos de “materia” y “forma”? El problema gnoseológico o de conocimiento es una temática que ha tomado protagonismo en las mentes de los filósofos de la modernidad. ¿Cómo llega uno a conocer? Varias teorías acerca del conocimiento han surgido a partir de esta cuestión disparadora. Desde el racionalismo de Descartes al empirismo de Hume llegamos finalmente a las ideas de Immanuel Kant filósofo del siglo XVII. A diferencia de estos otros filósofos Kant arriba a lo que él mismo decide llamar una revolución copernicana de la teoría del conocimiento. Explica como esta facultad no es el resultado de un estado pasivo en el que el individuo que conoce (o sujeto trascendental) recibe los objetos a través de los sentidos, fatal error que pronunciaban los modernos que lo antecedieron, sino más un estado activo en el cual el individuo que conoce vive inmerso en un caos de sensaciones indefinidas que él mismo debe categorizar. Estas categorías o moldes a los que Kant llama conceptos puros, son los que el sujeto necesita para sintetizar la información que obtiene a través de los sentidos. Kant considera que estos moldes son algo que el sujeto obtiene por adelantado o a partir del nacimiento. Hay que aclarar que el filósofo no postula que los hombres nacen con ideas innatas acerca de los objetos sino más bien con facultades para acceder a ellos. Una vez aprehendida la información sensorial puede ser considerada parte del entendimiento del sujeto. Este procedimiento se logra a partir de la razón pura, o lo que Kant llama juicios a priori. Según él la razón, constituida por la percepción y categorización que se procesa en la mente humana y no en la práctica, es la forma de llegar al conocimiento verdadero, pues es ésta la única que da certezas necesarias y universales. Los conceptos de materia y forma entran en juego aquí siendo justamente los componentes de los juicios a priori. La materia que representa a los elementos aportados por los sentidos y la forma o elemento formal que describe a las categorías o conceptos puros que justamente dan “forma” a la materia prima. Encontramos por otra parte lo que Kant llama juicios a posteriori. A similitud de los anteriores podemos destacar primeramente que estos juicios exigen del entendimiento y en consecuencia del procedimiento racional anterior. Sin embargo, es más importante acentuar lo que los diferencia. Los juicios a posteriori intentan llegar al conocimiento a través de la experiencia. Según Kant, el empirismo, aunque natural y consecutivo del entendimiento no admite generar reglas generales y universales, pues nuestro mundo es contingente y necesariamente cambiante. Por eso las ciencias basadas en la experiencia práctica no generan un conocimiento verdadero acerca del mundo. Solo pueden hacerlo aquellas ciencias que se sinteticen a través del razonamiento tales como la lógica o la matemática. Pregunta 20 Explique y comente la siguiente frase de Kant: " mas si bien todo nuestro conocimiento "comienza" con la experiencia, no por eso "originarse" todo él en la experiencia" Immanuel Kant señala en la introducción a su libro “Crítica de la razón pura” que el conocimiento comienza necesariamente en la experiencia. Sin embargo no tarda en subrayar que aunque comience en la experiencia no todo procede de ella. Según el filósofo existe lo que se podría llamar dos facultades en el hombre que se deben combinar para así poder llegar a conocer. Por consiguiente explica que el hombre cuenta a priori con el entendimiento (el cual no viene vacío sino lleno de formas de contenido, categorías similares a esquemas) y con un cúmulo de sensaciones caóticas a priori provenientes de lo sensible, la experiencia. El hombre es “bombardeado” por la experiencia, los datos provenientes de sus sentidos, estas sensaciones desordenadas por sí solas no son conocimiento, más bien son como la materia prima de la cual el hombre podrá crear el objeto de conocimiento. Esta experiencia es un elemento empírico, contingente, intuiciones las cuales son ciegas sin el entendimiento. Pero también las categorías solas son vacías. Por eso para que surja el conocimiento se necesita que la materia prima de conocimiento, las sensaciones, se ordenen, que el entendimiento las sintetice para así poder construir en conjunto el conocimiento. En consecuencia, es evidente la necesidad de el trabajo conjunto de ambas facultades para la creación del conocimiento por lo que aunque la experiencia sea el comienzo del conocimiento nunca podrá surgir conocimiento de esta si no pasa por el entendimiento del hombre. De esa acción es de donde el conocimiento realmente procede. Pregunta 21 Explique y comente la siguiente frase de Kant: “La experiencia es sin duda el primer producto que elabora nuestro entendimiento, con la materia bruta de nuestras percepciones sensibles” Kant admite que la experiencia es sin duda el primer producto que nuestro entendimiento realiza al elaborar la materia bruta de las percepciones sensibles, y que es fundamental en el conocer ya que permite que la facultad sensible sea motivada y despertada para actuar de tal forma que hace que el entendimiento cuente con el material para poder ejercer su función. Debido a esto la experiencia es la primer enseñanza y su marcha en nuevas enseñanzas es tan inagotable que toda la cadena de las generaciones futuras no carecerá nunca de nuevos conocimientos recogidos en este suelo. Sin embargo, no es el único campo al que nuestro entendimiento ha de quedar limitado ya que es verdad que ella no dice que eso es, pero no que eso tenga que ser así necesariamente y no de otra manera. No nos da tampoco una verdadera universalidad, y la Razón, que tanto ansía conocimiento de este género, se ve más bien excitada por ella que satisfecha. La experiencia es un modo de conocimiento que exige entendimiento y por eso, a diferencia de lo que habían afirmado los racionalistas y los empiristas, para quienes había solo una fuente de conocimiento, la razón para unos y la experiencia para los otros, para Kant habrá dos fuentes de conocimiento: una la sensibilidad, que temporaliza y espacializa datos que aún no son objetos de conocimiento; y otra el entendimiento, que recibe estos datos temporalizados y espacializados y a través de las categorías produce el objeto de conocimiento. Solamente es posible hablar de un conocimiento una vez producida la unión entre la sensibilidad y el entendimiento. A partir de esto podemos definir dos tipos de conocimientos: los conocimientos a priori son aquellos que tienen al mismo tiempo el carácter de una necesidad intrínseca, son aquellos independientes de toda experiencia y no aquellos que son independientes de ésta o aquella experiencia, son siempre formales, claros y ciertos. los conocimientos a posteriori se oponen a los conocimientos a priori, son conocimientos empíricos que dependen de la experiencia. Por un lado el conocimiento empírico no encierra ninguna necesidad ya que lo contrario de un fenómeno es siempre posible. Tampoco implica universalidad porque al ser el resultado de una generalización inductiva están sometidos a los datos de la observación por la que ésta proposición será válida mientras lo que hasta ahora hemos observado se mantenga estable de acuerdo con esta regla. Sin embargo, ciertos conocimientos implican necesidad y universalidad (la lógica, la matemática y la física por ejemplo), y si esa necesidad y universalidad no puede proceder de la experiencia ha de ser a priori, independiente de la experiencia.