Hemos vivido la experiencia de las revoluciones obreras, también... ambas guerras mundiales, un progreso posterior desmedido y ahora...

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Lo que nos está tocando vivir
Hemos vivido la experiencia de las revoluciones obreras, también sus asfixiantes dictaduras,
ambas guerras mundiales, un progreso posterior desmedido y ahora este tremendo crack,
anunciado por aquellos intelectuales y artistas —también la Escuela de Frankfurt— no
conformes con los bríos que iba cobrando el capitalismo como sistema de usura e
individualismo moral y sin cortapisas.
Voy a mi asunto. Desde mi experiencia, buena o mala, señalo que la solución de nuestros
problemas vuelve a pasar, si queremos organizarnos contra esto que todos cacareamos ya
como ´profunda crisis´, precisamente por Karl Marx, por sus ideas más genuinas, más lúcidas
de lo que generalmente se admite sin conocerlas bien. No podemos permitirnos el lujo de
perder de vista su análisis de la realidad, de lo social; su desenmascaramiento de los intereses
de los opresores; la idea de la infraestructura, que informa o mapea a la superestructura, es
decir, de que los intereses más inconfesables forjan los discursos, las creencias, el imaginario
colectivo; de que el cambio de cosas debe ser promovido por los peor situados —obviamente,
muy importante—; de que la historia es movible, de que las cosas pueden cambiarse, tomando
plena conciencia; de que toda acción revolucionaria debe servir realmente —no
ideológicamente— al bien común, a todos los hombres; la distinción entre análisis rigurosos,
racionales, científicos, versus discursos ideológicos montados sobre intereses de unos pocos,
gobernantes, clase opresora, explotadores.
Todo esto está en Marx y sigue siendo absolutamente fundamental y útil; así como el respeto
a la naturaleza y detestar toda vehiculación de ésta para uso y explotación de la minoría.
Muchos hemos caído en las redes de este sistema absolutamente inhumano, que, sin ir más
lejos, desprecia a seis millones de españoles y a los demás; les engaña, les promete la
felicidad en cada recorte de sus derechos más fundamentales, vendiéndose plenamente a los
intereses europeos, que es lo mismo que decir de Merkel y unos pocos más. Pero es hora de
encarar las cosas, de quitarnos lastre, dudando de tanta palabrería de un sistema que se
resquebraja.
De hecho, ya nadie cree que Europa y sus instituciones salven: ¡mentira!, y si usted se lo cree,
señor Rajoy, raya la oligofrenia. Esta Europa, ésta, no salva. Nadie cree en la cientificidad de
Standard and Poor, Fitch, Moody´s, ni en la inocencia de los que a ellas se inclinan, ni siquiera
en las pocas reglas neoliberales: «Mueve dinero para que indirectamente todos salgamos
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ganando».
Las agencias de calificación de riesgos barren para los intereses de los especuladores aunque
se escondan en proporciones. Las verdades del sistema capitalista son parciales, interesadas,
por mucho que una minoría nos machaque con todos los medios a su alcance sin reparo ni
vergüenza, y más sublevante aún, con la complicidad de casi todas las iglesias; desde luego,
no es lo mismo la inocencia de un creyente sin apenas formación que la perversidad del
discurso religioso alienante de determinadas figuras ni su misma responsabilidad para con la
humanidad.
Por cierto, ´alienación´ también es palabra central en la forma racional, humana, de encarar el
mundo la teoría marxista.
Imagino que pocos lectores han gustado de seguirme hasta aquí.
Retomo mi apunte central: no he repasado las atrocidades, económicas, las injusticias, los
atropellos ecológicos, etc., que casi todos estamos padeciendo, aún en mayor o menor
medida.
Este repaso lo hacemos cada día, bien descafeinadamente por los medios de comunicación al
uso, bien con mayor responsabilidad en la prensa más adecuada o en Internet como espacio
menos tutelado por la oficialidad. Prefiero intentar pincelar alguna salida.
Prácticamente necesitamos un ´nuevo orden mundial´. Podemos suponer: 1. que tal no llegue
jamás y el actual se desmorone poco a poco, ahogando cada vez a más personas, con
reyertas desorganizadas sin alcanzar nada interesante para todos, y la suma de los desastres
climatológicos que nos hemos labrado, etc.; o 2. que tomemos conciencia plena de la
situación, que los burlados por el sistema —cada vez más— y cualquier mujer/hombre de bien,
nos acojamos a consignas racionales de acción, buscando el bien general, realmente —no
ficticiamente—; procuremos enderezar la historia, evitando caer en dictaduras fuertemente
incómodas.
Claro, habría una tercera alternativa, demasiado idílica: aquella que, no sin el empuje de una
amplia masa lo más consciente posible, más todos los movimientos afines de ´indignación´,
en crecimiento geométrico, consiguiera de las actuales instituciones del sistema la realización
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de un ´concilio´ para el diseño serio de un nuevo orden mundial que sustituya al
neoliberalismo. Nos evitaríamos muchos disgustos.
Todo esto es brutal, casi irrealizable, pero con parches de los interesados neoliberales
seguiremos hundiéndonos en el pantano. Marx tiene mucho que enseñarnos aún.
(Artículo publicado en Diario La Opinión de Murcia el 21/7/2012:
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/07/21/tocando-vivir/417026.html)
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