CAPITULO 10: VALORACIÓN Y MANEJO DEL PACIENTE QUEMADO La lesión térmica, a diferencia de otros accidentes y a pesar de los progresos sigue teniendo considerables complicaciones y una mortalidad elevada. La lesión térmica no sólo produce una alteración localizada en el lugar de la quemadura, sino que provoca una respuesta patológica de todo el organismo. En general, no suele relacionarse el aspecto de la lesión con la gravedad real de la misma. Todo ello nos obliga a puntualizar que la evaluación de la gravedad del paciente quemado deberá estar bien sistematizada, y ha de ser lo suficientemente precisa como para evitar errores por omisión que podrían ser nefastos. FISIOPATOLOGÍA DEL PACIENTE QUEMADO Las alteraciones fisiopatológicas que se producen como consecuencia del trauma térmico son intensas, variables e importantes y comprometen a todo el sistema de alarma y defensa del organismo. Aun cuando los eventos fisiopatológicos involucrados en el paciente quemado se pueden describir por separado, siempre deberá recordarse que estos ocurren de forma simultánea. Cinco alteraciones en la fisiopatología merecen especial atención. •Alteraciones hemodinámicas e hidroelectrolíticas. • Alteraciones cardiorrespiratorias. • Alteraciones hormonales y autonómicas. • Alteraciones renales. • Alteraciones cutáneas, síndrome de respuesta inflamatoria aguda. ALTERACIONES HEMODINÁMICAS E HIDROELECTROLÍTICAS En razón de la alteración local producida por el trauma térmico sobre la superficie corporal, se destruyen grandes cantidades de tejido y se desencadenan múltiples reacciones agudas en las primeras setenta y dos horas; y la más precoz y acentuada es la alteración hemodinámica dérmica y subdérmica. Estas reacciones se inician con la lesión del endotelio vascular, vasodilatación y aumento secundario de la permeabilidad capilar en áreas cercanas y lejanas de la quemadura, las que generan la pérdida de agua, electrolitos y proteínas hacia el intersticio circundante; con secuestro importante de líquidos, hipoelectrolitemia, hipovolemia y reducción de la presión coloideosmótica que favorece la mayor retención y secuestro de coloides, electrolitos y agua en el espacio intersticial. La pérdida de líquidos y electrolitos es bastante intensa en las primeras cuarenta y ocho horas que siguen a la quemadura. La destrucción tisular secundaria al trauma térmico facilita la liberación de mediadores químicos como histamina, cininas, prostaglandinas y factor activador plaquetario, que al actuar van a favorecer una mayor vasodilatación y estasis local, causando retardo en la microcirculación y activación del sistema de coagulación para desencadenar microtrombosis. Finalmente, el mismo daño del endotelio, la estasis sanguínea, la viscosidad aumentada, el retardo en la microcirculación y la aglutinación secundaria de glóbulos rojos también van a contribuir a la formación de microtrombos, disminuyendo el flujo sanguíneo y el retorno venolinfático en las áreas adyacentes a las quemaduras; lo que predispone al crecimiento bacteriano e infección del área quemada. La repercusión fisiopatológica inmediata ocurre en el espacio intravascular, donde se demuestran las siguientes alteraciones: hipovolemia, hipoelectrolitemia, acidosis, mecanismos compensadores renales, hormonales y de redistribución hidroelectrolítica, que intentarán equilibrar la homeostasis corporal. Estas alteraciones llevarán a falsas cifras bioquímicas de laboratorio, induciendo a errores en la interpretación clínica de estos estudios y que por lo tanto no revelarán el estado corporal real del paciente. ALTERACIONES CARDIORRESPIRATORIAS Como consecuencia de las alteraciones precedentes habrá una respuesta inicial compensadora con taquicardia y aumento de gasto cardiaco, en un intento del corazón por mejorar la perfusión tisular en áreas afectadas por el trauma térmico. La respuesta pulmonar que ocurre seguidamente a las quemaduras extensas, probablemente representa una forma de lesión muy similar a la observada en las descripciones existentes sobre el llamado «pulmón de shock». Clínicamente se presenta como un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda dominada por taquipnea, tirajes intercostales, cianosis, sibilancias, estertores roncantes y húmedos que alternan con zonas de franca hipoventilación en ambos campos pulmonares y que anatomopatológicamente corresponden a las siguientes alteraciones descritas: congestión y edema intersticial grave con formación de membrana hialina, hiperplasia de los revestimientos alveolares, microatelectasias severas y colonización bacteriana con bronconeumonía. ALTERACIONES HORMONALES Y AUTONÓMICAS El trauma térmico causa estrés y angustia en el paciente quemado; en respuesta a esta situación, se inicia un conjunto de eventos que actúan como mecanismos de defensa contra el trauma, para poder mantener el equilibrio orgánico del individuo. Los mediadores químicos estimularán el eje hipotálamohipófisis con la liberación de hormonas; éstas actuarán sobre distintos órganos blancos, los cuales a su vez liberarán hormonas tales como mineralocorticoides, glucocorticoides, andrógenos y catecolaminas, que producirán redistribución circulatoria, retención de hidrosalina, movilización completa de ácidos grasos libres, 67 aumento de gluconeogénesis y glucogenólisis; efectos y accionas indispensables para la supervivencia en los días posteriores a la quemadura. La función pancreática productora de las hormonas insulina y glucagón también se encuentra alterada en el gran quemado; situación que exige evaluación continua del metabolismo de la glucosa, ya que se describe en adultos hiperglicemia duradera y diabetes mellitus en pacientes que nunca antes habían sido rotulados con este tipo de patología. El hipermetabolismo que se presenta en el paciente con quemaduras extensas se debe a varios factores: • Efecto calorígeno de las catecolaminas elevadas. • Liberación de hormona tiroidea secundaria al estrés. • Aumento de las pérdidas hídricas por evaporación, que conlleva un gasto energético elevado. • Hipertermia o hipotermia. • Infecciones. • Anorexia. ALTERACIONES RENALES Durante muchos años se creyó que en el riñon se podían producir lesiones anatomopatológicas atribuibles directamente a las quemaduras, pero en la actualidad se considera que tales alteraciones son secundarias a hipovolemia, hipoperfusión tisular y efectos hormonales, que aparecen en las primeras horas pos-quemadura y que afectan el sistema excretor renal. La función renal puede alterarse por la acción nefrotóxica que se presenta al acumularse ciertos detritos y pigmentos, tales como la hemoglobina y la mioglobina, provenientes de eritrocitos hemolizados y tejido muscular destruido (rabdomiolisis), los cuales deben ser filtrados a nivel glomerular en un riñón isquémico. Dos tipos de alteraciones renales se identifican en niños o adultos con quemaduras extensas. Insuficiencia renal aguda funcional, o anuria-oliguria pre renal Se establece como resultado de la concentración del volumen del líquido intravascular, que llevará a hemoconcentración e isquemia renal por hipoperfusión tisular. A lo anterior el riñón responde con una serie de mecanismos compensadores tendientes a retener agua, sodio y bicarbonato para corregir la hipovolemia, la hiponatremia y la acidosis metabólica existentes. Insuficiencia renal aguda orgánica En ésta se han producido importantes cambios anatomopatológicos como nefropatías tubulares agudas con lesiones extensas del parénquima renal, que complican aún más las profundas alteraciones homeostáticas del quemado. El mecanismo exacto de su producción se atribuye a varios factores íntimamente relacionados. • Shock hipovolémico, hipoperfusión tisular e isquemia renal severa. • Efecto nefrotóxico por acumulación de detritos que deben ser filtrados a nivel glomerular. • Infección sobreagregada. • Tubulopatías medicamentosas aminoglucósidos y otros). tóxicas (sulfas, ALTERACIONES CUTÁNEAS, SÍNDROME DE RESPUESTA INFLAMATORIA AGUDA Las alteraciones en la superficie cutánea y tejidos subyacentes se relacionan directamente con el tiempo de exposición, la naturaleza y la intensidad del agente térmico agresor. Anatomopatológicamente se describen varias alteraciones de acuerdo con la extensión y profundidad de la quemadura: • Intensa vasodilatación, trombosis, destrucción del plexo vascular dérmico y subdérmico. • Destrucción parcial o total de la epidermis. • Destrucción parcial o total de la dermis, hipodermis y tejidos subyacentes. • Destrucción o exposición de las estructuras nerviosas terminales, que pueden llevar a intenso dolor o pérdida de la sensibilidad al dolor, al tacto, a la presión o a las variaciones térmicas. • Extensas trombosis, maceración y destrucción de toda la cobertura cutánea, lo cual produce heridas hipóxicas fácilmente colonizables por gérmenes invasores. • Profundas repercusiones homeostáticas secundarias a las graves pérdidas de líquido, electrolitos y proteínas. • Formación y liberación de complejo lipoproteico (L.P.C.). CLASIFICACIÓN DE LAS QUEMADURAS Las quemaduras de piel se clasifican en grados, de acuerdo con la profundidad, en la siguiente forma: Grado I. Corresponden a las quemaduras producidas por exposición solar, en las cuales se compromete la epidermis únicamente. Hay descamación en los siguientes siete a diez días, y no queda cicatriz ni cambios de pigmentación a menos que exista una exposición solar continua o se haya aplicado algún producto que produzca fototoxicidad. Grado II. La lesión alcanza grados variables de la dermis. A estas quemaduras cuando son superficiales se las denomina Tipo A y cicatrizan en un plazo inferior a catorce días, sin dejar mayores secuelas. Sin embargo, cuando destruyen una parte importante de la dermis la cicatrización se produce después de los dieciocho días y es de mala calidad, con aparición de queloide, hiper o hipopigmentación y retracciones. Esta quemadura también se llama tipo AB. Grado III: Se llama quemadura grado III la lesión que destruye toda la dermis, y que por lo tanto no deja restos dérmicos o epidérmicos que permitan la epitelización. La cicatrización se produce por segunda intención, es decir, por aproximación de los bordes de la superficie cruenta, y la epitelización sólo alcanza uno o dos centímetros desde el borde de la piel sana. Para obtener una epitelización completa se requiere desbridar hasta obtener tejido de granulación, e injertar. Estas quemaduras se denominan también tipo B. Grado IV. La lesión grado IV implica destrucción de músculo o estructuras óseas. Generalmente son el resultado de quemaduras por exposición a la electricidad. 68 Evaluación inicial La evaluación inicial del paciente quemado tiene como objetivo evitar que una lesión importante pase inadvertida. La mayoría de las iatrogenias irreversibles se originan en el hecho de no haber pensado en la posibilidad de que pudieran ocurrir. Sin duda el examen físico del paciente quemado es más dispendioso y difícil que en el paciente sin lesiones dolorosas en la piel. Sin embargo, la historia clínica y el examen inicial son definitivos para detectar las lesiones ocultas. Las reglas del examen inicial incluyen: • Tomar signos vitales. • Realizar un examen físico completo. • Buscar trauma asociado y manejar las lesiones según protocolos. La quemadura no contraindica los protocolos de manejo de otras enfermedades o lesiones. • Buscar signos de quemaduras por inhalación y consignarlo Grados de las quemaduras en la historia clínica (tos y esputo carbónico, quemaduras en las coanas, disnea, estridor laríngeo, antecedente de recinto EXTENSIÓN DE LA QUEMADURA cerrado, cambios en la voz). Existen varios métodos para determinar el porcentaje de la • Calcular la superficie y la profundidad y graficarlas. Para el quemadura; el más simple es la regla de los nueves que efecto se utiliza la «Regla de los Nueve» o el esquema de divide la superficie corporal en áreas del 9% o múltiplos de porcentaje por edad, descrito por Lund y Browder. 9. Hay otro método que en los niños es más exacto: el esquema de Lund y Browder, que considera los cambios En términos generales, se acepta que se debe hospitalizar si el relativos en proporción de la cabeza y las piernas, de acuerdo paciente tiene: con el crecimiento. 1. Índice de gravedad mayor de 100 puntos. 2. Quemaduras por electricidad o por rayo, de cualquier magnitud. 3. Quemaduras de cualquier magnitud en pacientes con falla de un órgano. 4. Quemaduras por inhalación. 5. Problemas asociados como maltrato, intento de suicidio. 6. Quemaduras oculares. 7. Quemaduras profundas (Grado III o B) de cara, cuello, manos, pies, genitales y áreas de flexión. 8. Niños o ancianos (< 5 ó > 50 años) con quemaduras profundas de más del 5%. 9. Niños o ancianos (< 5 ó > 50 años) con quemaduras superficiales de más del 10%. 10. Adultos con quemaduras profundas de más del 10% o superficiales de más del 20%. En los cuatro primeros se debe considerar la posibilidad de hospitalizarlos en Cuidados Intensivos. TRATAMIENTO PARA PACIENTES QUE SE HOSPITALIZAN Como en todo paciente traumatizado, el manejo inicial debe incluir la evaluación descrita en el Advanced Trauma Life Support (ATLS) por el American College of Súrgenos con el ABCDE, y en el Advanced Burn Life Support (ABLS) por la American Burn Association.. Contrario a lo que pudiera suponerse, el manejo realizado en esta forma es más útil en los pacientes quemados que en cualquier otro paciente víctima de trauma, como se verá a continuación. A. Si existen signos de inhalación o sospecha de que hubiera existido, el paciente no se puede quedar solo en ningún momento durante las siguientes 72 horas, debido al riesgo de obstrucción aguda e inadvertida de la vía aérea secundaria a edema. En efecto, el edema de la vía aérea alta puede resultar 69 en una obstrucción respiratoria progresiva de evolución muy rápida, y cuando ocurre, la intubación es muy difícil. Consecuentemente, la intubación ha de ser precoz y durante el procedimiento se debe estar preparado para una cricotiroidotomía de urgencia. Son indicaciones de intubación inmediata el edema a lalaringoscopia directa, el estridor laríngeo y la dificultad respiratoria según parámetros convencionales. B. El trauma cerrado de tórax es frecuente en los pacientes quemados, en particular cuando se trata de quemaduras eléctricas por alto voltaje. En estos casos la quemadura puede resultar en caídas de altura o en lesión directa de la pared torácica por la energía. En los pacientes con quemaduras producidas en recintos cerrados existe la posibilidad de intoxicación por monóxido de carbono (CO), el cual tiene una afinidad por hemoglobina 240 veces superior a la del oxígeno. Además, la disociación es muy lenta: 250 minutos con una fracción inspirada de oxígeno (FiO2) de 21%, es decir, aire ambiente, y 40 minutos si la FiO2 es 100%. Consecuentemente, si hay sospecha de intoxicación por CO o inhalación se debe colocar oxígeno, preferiblemente con máscara. C. Una vez asegurada la vía aérea y la ventilación, el manejo de la hidratación se realiza como sigue: • Instalar una venoclisis con aguja por punción en una extremidad superior no afectada por quemaduras. Se debe preferir la punción a la disección y tratar de no utilizar una extremidad inferior para acceso venoso, por el riesgo de tromboflebitis séptica. • En pacientes con quemaduras superficiales de más del 30% o profundas de más del 15%, se debe colocar:(39,40) - Catéter venoso central y control horario de presión venosa central (PVC). - Catéter vesical y control horario de diuresis. - Sonda nasoyeyunal para nutrición. - Sonda nasogástrica para decompresión. Se revalúa a las 24 horas. • Líquidos endovenosos en la siguiente forma: - Lactato Ringer 4 cc x kg por peso corporal por porcentaje de superficie quemada. Por encima del 50% se calcula sobre esa cifra (50%). - Se ordena suministrar la mitad en las primeras 8 horas y la otra mitad en las siguientes 16 horas, contadas a partir de la hora de la quemadura, por bomba de infusión, preferiblemente. - Con la medición horaria de diuresis y PVC ajustar el goteo de los líquidos endovenosos (LEV) de tal forma que la diuresis sea 40-80 cc/hora en adultos y 1-2 cc/kg peso en niños. Si la diuresis es escasa, se ordenan bolos de solución salina 0.9% 250 cc en adultos y 20 cc por kilo en niños. Órdenes médicas • Vía oral: Dieta líquida con electrolitos, por ejemplo: suero casero, líquidos completos sin incluir jugos, bebidas gaseosas ni agua. Los líquidos sin electrolitos están contraindicados en las primeras 48 horas, por el riesgo de hiponatremia. • Líquidos endovenosos, según se describió. • Averiguar por medicaciones previas y ordenarlas. • Toxoide tetánico (Tetanol) x 0.5 cc. Aplicar 1 amp. IM. • Antitoxina tetánica (tetuman o tentanograma). 1 ampolla intramuscular en un glúteo diferente del toxoide. • Antimicrobianos. Los antibióticos profilácticos no se indican porque se ha demostrado que no mejoran el pronóstico ni reducen la posibilidad de colonización e infección. En cambio, su aplicación produce una variación nefasta en el tipo de flora contaminante de la herida, la cual resulta colonizada por bacterias resistentes o multirresistentes. Por lo anterior los antimicrobianos se suministran sólo en las siguientes situaciones: - Contaminación grave de la quemadura. Por ejemplo, si para apagarse se lanzó a un caño de aguas negras, o se revolcó en la tierra. - Infección preexistente, con riesgo para la quemadura. Ejemplo: piodermitis, otitis media. Se debe tomar cultivo de estos focos e iniciar antimicrobianos, según sospecha clínica. - Remisión de otra institución por infección. En estos casos se debe tomar una muestra para cultivo e iniciar antibióticos según sospecha clínica. Cuando se trata de una infección nosocomial, los gérmenes más frecuentes son la pseudomona aeruginosa y el acinetobacter baumanni, seguido por el estafilococo aureus. • Protección de mucosa gástrica. La úlcera duodenal y la hemorragia digestiva son complicaciones frecuentes en los pacientes con quemaduras de más del 20% de superficie corporal. Se ha demostrado que la nutrición enteral temprana también reduce la probabilidad de estas complicaciones. Por estas razones, el manejo de protección de la mucosa gastrointestinal incluye nutrición enteral temprana y antiácidos. El antiácido más utilizado en la mayoría de las unidades de quemados es la ranitidina. La dosis es 1 ampolla de 50 mg endovenosa (EV) diluida a 50 cc., para pasar en 20 minutos por buretrol cada 8 horas. Una vez se estabiliza el tubo digestivo, es decir, no hay distensión y la tolerancia a la dieta es adecuada, se puede iniciar ranitidina por vía oral (150 mg cada 12 horas). • Analgésicos. El dolor por quemaduras es muy intenso, tal vez uno de los peores en la práctica quirúrgica. El dolor sin tratamiento incrementa la tasa metabólica debido al estrés no controlado, y resulta en angustia y depresión. Por ambas vías se produce una inmunodepresión, la cual es responsable de un aumento en las probabilidades de infección, de la profundización de las heridas y por lo tanto del retraso en la curación definitiva. Por todo lo anterior la analgesia en el paciente quemado debe ser generosa. Así mismo las dosis se deben espaciar de acuerdo con la vida media del fármaco utilizado, del tal forma que no existan espacios sin analgesia. De otra parte, se ha demostrado que la farmacodependencia se produce con mayor frecuencia por una analgesia insuficiente que por el uso de opioides en dosis terapéuticas. La analgesia en el paciente con quemaduras recientes se debe ordenar por vía endovenosa (EV). No se debe usar la vía intramuscular (IM), porque en el período inicial posquemadura existe un paso de líquidos del espacio intravascular (LIV) al espacio intersticial (LIS), y por lo tanto no se produce absorción. Además, después de las 72 horas se produce una reabsorción masiva e incontrolada debido al fenómeno de redistribución hidroelectrolítica que en los 70 pacientes quemados es más intensa que en otros pacientes críticos con tercer espacio. El esquema analgésico utilizado con más frecuencia es: 1. Analgésicos no opioides. Ejemplos: dipirona, acetaminofén. Se administran cada seis horas, y se pueden combinar con un analgésico opioide. Es preferible evitar el uso inicial de los anti-Inflamatorios no esteroideos (AINES), a menos que exista certeza absoluta de ausencia de riesgo renal. 2. Analgésicos opioides. Los analgésicos opioides utilizados con más frecuencia son: • Morfina. Ampollas x 10 mg. Dosis: 0.1 mg x kg IV diluídos. Se repite la dosis cada 4 horas. • Meperidina (demerol), ampollas x 100 mg. Se considera un analgésico de segunda línea debido a los metabolitos y a su efecto cardiodepresor. Dosis: Adultos; 1 mg x kg IV diluidos. Se repite la dosis cada cuatro horas. Si el paciente exige más analgésicos o está inquieto, se debe sospechar hipoxia y/o hipovolemia. Por lo tanto, antes de incrementar la dosis de analgésicos se debe aumentar la velocidad de los líquidos endovenosos y aplicar oxígeno. • Quemaduras eléctricas. En quemaduras eléctricas existen dos riesgos asociados: las arritmias cardíacas y la mioglobinuria. Ambas pueden no estar presentes o no ser manifiestas cuando el paciente ingresa. Por este motivo, en toda quemadura eléctrica, sin importar la extensión o la profundidad aparente, se debe realizar un EKG y preferiblemente establecer una noticia cardíaca continua. Si hay arritmias se inicia tratamiento antiarrítmico, que no debe suspenderse sin un EKG de control. Además, se debe incrementar la diuresis como si existiera mioglobinuria . TRATAMIENTO LOCAL INICIAL En quemaduras químicas por ácido o álcali, se debe lavar con agua abundante de la llave, por lo menos durante 120 minutos. A continuación se puede proceder como una quemadura ordinaria. Son excepciones a esta regla las quemaduras por sodio, potasio, litio y ácido sulfídrico, en las cuales la aplicación de agua tiene el riesgo de generar una quemadura adicional. El procedimiento inicial y los posteriores se deben realizar preferiblemente en cirugía, a menos que se trate de una quemadura muy superficial y que no exija hospitalización. Técnica • El cirujano debe usar vestido quirúrgico, mascarilla, gorro y guantes. Es preferible trabajar con instrumentadora. En este caso la instrumentadora usa bata quirúrgica y el cirujano sólo vestido, sin blusa. • Asegurar alguna forma de monitoría. Ideal: pulsoxímetro, dinamap, cardioscopio y capnógrafo. • Aplicar el analgésico, la sedación o la anestesia según el caso. • No encender el aire acondicionado para prevenir la hipotermia. • Retirar toda la ropa, anillos y brazaletes. • Rasurar el cabello o vello alrededor de la lesión. • Retirar la tierra o cuerpos extraños adheridos a la superficie quemada. • No romper ampollas pequeñas. Si se rompen accidentalmente dejar la epidermis como apósito biológico. • Lavar con yodóforo diluido en solución salina estéril (Isodine® o Clorexidina® jabón o espuma). Dejar en contacto durante un minuto, luego lavar el yodóforo para evitar la acidosis metabólica y la citotoxicidad. • Secar con compresas estériles. • Aplicar sulfadiazina de plata con lidocaína 200 mg. La aplicación se realiza con guantes estériles. Los guantes se deben cambiar las veces que sea necesario durante el procedimiento. • Cubrir con gasa vaselinada estéril. • Cubrir todas las áreas con compresas de quemados, o rollos abdominales y vendas elásticas o Elastomul®. • En las extremidades envolver con plástico, preferible estéril, para ayudar a macerar el tejido necrótico. • Si existen quemaduras de tronco envolver con una sábana o campo estéril desde las axilas hasta el pubis. • Cubrir la cara con una máscara de compresas. • Asegurar toda la cobertura con tela adhesiva. RECOMENDACIONES DE MANEJO SEGÚN TIPO DE QUEMADURA 1. Quemadura grado 2, superficial. Por lo general estos pacientes ingresan con vesículas de pequeño tamaño, o sin vesículas inicialmente pero con formación posterior de vesículas menores a 2 cm de diámetro. El epitelio de la vesícula se debe preservar, pues evita la desecación de la herida y permite una epitelización más rápida con una cicatriz final de mejor calidad. Algunos recomiendan no aplicar tópicos y otros prefieren aplicar tópicos de acción antibacteriana moderada. Las recomendaciones más aceptadas en estos casos incluyen lavar la herida con solución salina estéril hasta asegurarnos de que está completamente limpia, y a continuación colocar sulfadiazina de plata o una gasa impregnada con clorexidina (Bactigras®). La herida debe permanecer aislada, por lo que es conveniente cubrirla con un apósito simple o hidroactivo y una venda liviana que lo sostenga. La herida se debe revisar cada 72 a 120 horas (3 a 5 días) para vigilar que la epitelización es adecuada y que no existen signos de infección. Una alternativa a la aplicación de cualquier tópico en esta herida es la cobertura cutánea, y las que producen mejores resultados son el colágeno o colágeno-silicona (Biobrane®), la piel porcina o el homoinjerto. Estos productos se aplican sobre el área lesionada y se dejan in situ hasta que se desprenden en forma espontánea. Se revisan cada 72 horas para descartar la posibilidad de infección, ante cuya sospecha se deben retirar para cambiar la técnica. 2. Quemadura grado II, intermedio o AB. Se trata aquí de quemaduras recientes sin antecedentes ni signos de contaminación. Cuando existe contaminación o infección el manejo es diferente y se describe más adelante. Como se anotó, esta quemadura se caracteriza porque existen áreas blanquecinas aisladas, y no es claro si estas áreas son profundas o superficiales. El tejido necrótico se debe resecar y para el efecto existen las siguientes alternativas: a. Resección mecánica, la cual se obtiene mediante escisión tangencial o dermoabrasión. Este procedimiento es doloroso 71 y por consiguiente requiere de anestesia, anestesia tópica y analgesia postoperatoria. b. Desbridamiento químico, para lo cual se utiliza colagenasa o hidrogel-pectina. c. Desbridamiento mecánico pasivo o maceración. Este efecto se consigue aplicando un plástico estéril sobre el área quemada, o bien vaselina sólida o ambas. Con este tipo de procedimiento la revisión se debe realizar entre 24 a 48 horas, preferiblemente cada 36 horas. En cada revisión se debe revaluar el área, a efecto de aplicar la técnica apropiada de acuerdo con el resultado de la inspección visual. En las revisiones de los siguientes días se pueden observar: • Áreas que empiezan a epitelizar. Estas áreas no requieren nuevas resecciones, dermoabrasiones o desbridamientos. Se deben cubrir en ese momento con un tópico de acción antimicrobiana mínima, por ejemplo de clorexidina, o bien con calamina-óxido de zinc (bota de Unna), o con una membrana de cobertura cutánea. La revisión se lleva a cabo cada 72 horas. • Áreas de espesor más profundo que no epitelizan en los primeros quince días. Estas áreas es preferible injertarlas, pues si bien es cierto pueden epitelizar en los siguientes siete a diez días, es decir, hacia el día veintiuno, la cicatriz será de muy mala calidad. En efecto, en el mediano plazo va a aparecer una cicatriz hipertrófica, o una retracción que muy posiblemente requiere tratamiento quirúrgico. Por este motivo, si estas áreas están presentes en zonas de pliegues, cuello o cara dorsal de manos y pies, se debe preferir el injerto precoz. 3. Quemaduras de espesor total. Las quemaduras de espesor total se caracterizan, como se indicó, por la existencia de una escara que es el resultado de la necrosis por coagulación producida por la acción térmica, y es por lo tanto avascular. Entre esta escara, que representa el tejido muerto, y el tejido vivo no quemado se produce un proceso de licuefacción denominado interfase o subescara, que es un tejido gelatinoso con alto contenido de fibrina y detritus. Esta área de licuefacción representa un excelente medio de cultivo para microorganismos, en particular para las bacterias entéricas gram negativas. Estas bacterias se supone que migran a través de las glándulas sudoríparas y los folículos pilosos, pero hay quienes sostienen que se trataría de la mejor demostración clínica tangible de la traslocación bacteriana. En todo caso, la contaminación ocurre entre el día cuarto a quinto, y se considera que la infección sucede entre los días octavo a noveno. A partir de este momento se empieza a producir un embolismo bacteriano continuo que será proporcional a la presión de la interfase y por lo tanto a la impermeabilidad de la escara.(30.32-55) Existe pues un período de oro de tres a cuatro días para resecar todo o casi todo el tejido necrótico. Por este motivo las quemaduras de espesor total diagnosticadas de acuerdo con los signos descritos previamente deben ser resecadas lo más temprano posible. No realizar la resección y esperar su desprendimiento espontáneo resulta en un riesgo de infección por debajo de la escara, que es proporcional a la extensión de la quemadura y al estado inmunológico del paciente. Por ejemplo, un paciente con quemaduras de más del 50% de superficie corporal y condición inmunológica incierta, es un individuo con altísimo riesgo séptico. El procedimiento a seguir en estos casos consiste en iniciar una resección mecánica. El procedimiento se debe realizar apenas se logra estabilizar al paciente desde el punto de vista hemodinámico, lo cual se consigue generalmente antes de las 48 horas. En los pacientes con quemaduras de espesor total, virtualmente siempre existen áreas aledañas de espesor intermedio o de espesor superficial, cuyo manejo ya fue descrito. En otras palabras, en un mismo paciente se pueden aplicar varias técnicas de manejo de la herida, de acuerdo con el tipo y profundidad de la quemadura en el segmento específico. Quemadura eléctrica en miembro superior (Fuente: Roy Danks) Manejo de la infección local La diferencia entre el paciente quemado y otros pacientes quirúrgicos es la facilidad para acceder al lugar más probable de la infección que es la piel. En efecto, en los pacientes quirúrgicos convencionales la búsqueda de la infección requiere exámenes sofisticados y en ocasiones, aun con estos exámenes, no es posible localizar el foco. En los pacientes quemados, en cambio, la herida es fácilmente accesible y con un examen local diario en la gran mayoría de los casos es posible anticipar la evolución del individuo. El diagnóstico y tratamiento oportunos de la infección son esenciales para prevenir la extensión del proceso y las consecuencias ya descritas. Por lo tanto, las características clínicas adquieren gran relevancia, ya que permiten detectar y aun establecer el diagnóstico, antes que se reporten las pruebas confirmatorias de laboratorio. Por este motivo, el examen clínico realizado por una persona entrenada en el aspecto visual de las heridas es determinante para el manejo. Signos locales de infección. Se consideran signos locales de infección cualquiera de los siguientes. • Eritema alrededor del borde del área quemada (bordes). • Costra difícil de desprender o adherencia, cualquier color. • Mal olor u olor a gérmenes específicos. • Falta de mejoría con el tratamiento usual. • Profundización de la herida. Además de estos signos, algunos gérmenes tienen características propias que es importante detectar porque permiten una sospecha clínica antes que se obtengan los resultados del laboratorio. Los gérmenes más frecuentes y sus signos clínicos locales son: 72 a. Pseudomona aeruginosa. Las enterobacterias y en particular la Pseudomonas aeruginosa se caracteriza por la aparición de leucopenia y una progresión muy rápida hacia un Síndrome de Respuesta Inflamatoria Sistémica (SIRS) y de Disfunción Múltiple de Órganos (SDOM).(2,45) Por este motivo, si el leucograma es sospechoso, es decir, el recuento de leucocitos aparece «normal» o «ligeramente disminuido», entonces se deben buscar en la herida los signos propios de este germen, que son: • Tejido de color gris o violáceo. • Punteado hemorrágico de aspecto petequial. • Fluorescencia positiva. • Olor característico. b. Estafilococo aureus. A diferencia de la Pseudomona aeruginosa, el Estafilococo aureus tiene una evolución más lenta y se caracteriza por leucocitosis en lugar de leucopenia. La progresión hacia una disfunción múltiple de órganos no es probable, por lo menos en las etapas iniciales. Las heridas infectadas por este germen se caracterizan por: • Palidez del tejido de granulación. • Tejido de granulación deprimido. • Aparición de pústulas o comedones. Signos sistémicos de infección. Los signos sistémicos de infección son similares a los signos de infección de otras patologías. Sin embargo, en quemaduras existen algunas diferencias de diagnóstico y manejo que se deben tener en cuenta: a) Conciencia. El paciente con quemaduras extensas sufre una serie de trastornos sicológicos bien conocidos, pero el Glasgow se debe mantener en 15 o en 11 si el paciente está intubado. La alteración de la esfera mental sin causa justificada debe hacer pensar en una infección hasta demostrar lo contrario. Si el paciente recibe medicación siquiátrica, se debe suspender esta medicación y en todo caso suponer que el trastorno es de origen metabólico y no medicamentoso. b) Signos vitales básicos. Se consideran signos de infección los siguientes: • Tensión arterial. Caída no justificada de la presión arterial media en 10 mm Hg o más. Es de particular importancia la tensión arterial diastólica, pues la tendencia a la baja es una medida, aunque grosera, muy sensible de vasodilatación, la cual por su parte supone la migración de productos de degradación al lecho vascular sistémico. • Temperatura. Los pacientes quemados, debido a su hipermetabolismo, manejan 37.5° centígrados más, menos 3 décimas. El alza o disminución de más de 1°C o las temperaturas por encima de 38°C son indicativos de un foco infeccioso no resuelto. Es de particular importancia la hipotermia, por debajo de 36.5°C, que obliga a buscar un germen gram negativo. • Respiración. El alza de más de 10 respiraciones por minuto es indicación de infección respiratoria, de síndrome de dificultad respiratoria aguda o ambos y obliga a sospechar quemadura por inhalación. c) Gasto urinario. La disminución de la diuresis a pesar de un suministro de acuerdo con las estimaciones calculadas de líquidos debe hacer suponer que se está gestando un tercer espacio, o bien que existe una vasodilatación. En ambos casos el origen de estos fenómenos puede ser la infección. d) Signos gastrointestinales. Son signos de infección no controlada: • Intolerancia a la nutrición enteral. • Íleo sin lesión de vísceras abdominales. • Diarrea de causa no justificada. • Hemorragia digestiva. e) Gases arteriovenosos. La infección cursa con acidosis metabólica desde sus primeros estadios. Exámenes de laboratorio. Como se anotó al comienzo, al paciente quemado grave se le debe tomar muestras para cuadro hemático, electrolitos y creatinina, dos o tres veces por semana. La glicemia se debe monitorizar con glucometría. a) Cuadro hemático. Los neutrófilos tienen una vida media de 8 a 9 horas.(133) Por este motivo, las cifras del leucograma se deben interpretar con cautela. Sin embargo, y por este mismo hecho, el leucograma es una prueba muy sensible que permite detectar en forma temprana un proceso infeccioso. Se consideran signos de infección: • Caída del hematocrito en dos puntos o más en ausencia de hemorragia. • Leucocitosis. Los pacientes quemados tienen niveles de glóbulos blancos un poco por encima de las cifras normales, entre 11.000 y 13.000. Valores por encima de 15.000 se consideran anormales y deben obligar a la búsqueda de algún foco. La leucocitosis en estos pacientes significa área de necrosis sin resecar o infección por cocos gram positivos, específicamente estafilococos. • Leucopenia. Es particularmente ominosa la caída brusca del recuento de blancos. Por ejemplo, un hemograma con recuento leucocitario de 6.000 y neutrófilos de 87% podría parecer un leucograma aceptable para una persona sin quemaduras. Sin embargo, en un paciente quemado es una cifra baja. Por este motivo, si 48 horas antes el leucograma mostraba leucocitosis, por ejemplo de 15.000 y neutrófilos = 85%, puede significar una leucopenia y neutropenia en curso. Si el paciente no recibió sulfadiazina como tópico, entonces probablemente está en proceso de sepsis por gram negativos. La sulfadiazina de plata produce neutropenia, y por lo tanto puede ser un distractor. Los gram negativos más frecuentes en la herida quemada son las enterobacteriáceas, y de éstas las Pseudomonas aeruginosa y el Acinetobacter baumanni. • Trombocitopenia. Tendencia a la baja o cualquier recuento con menos de 100.000 plaquetas por mm3 b) Cultivo de la superficie quemada. El cultivo de superficie quemada es un método utilizado habitualmente en los servicios quirúrgicos y un número importante de unidades de quemados. Sin embargo, debido a su alta frecuencia de falsos positivos y negativos no tiene valor como método diagnóstico de infección en quemadura. En efecto, en un estudio realizado en la Unidad de Quemados del Hospital Universitario del Valle se tomaron muestras pareadas y se demostró que el cultivo de superficie coincide con el cultivo biopsia en un poco más del 20% de los casos. Lo anterior significa que la administración de antibióticos con base en un cultivo de superficie implica un riesgo de error de casi un 80%.(75) El método que se debe utilizar en estos pacientes es el cultivo biopsia, cuyo resultado es confiable en lo que 73 se refiere al germen identificado. La técnica consiste en resecar un trozo de piel de 1 cm x 0.5 cm sin tejido celular subcutáneo y determinar, mediante el cultivo de diferentes diluciones, la cantidad de gérmenes por gramo de tejido. Un cultivo biopsia con más de 105 gérmenes por gramo se considera como probable infección invasiva. Sin embargo, este resultado se debe interpretar sumado al examen clínico de una persona con experiencia visual en heridas por quemaduras y con base en el resto de parámetros descritos. c) Hemocultivo. El hemocultivo puede resultar positivo como resultado de una bacteremia transitoria, debido a la manipulación del área cruenta, o bien a consecuencia de una metástasis, por ejemplo de catéteres. En la mayoría de los casos, sin embargo, el hemocultivo positivo tiene o tuvo origen en un área quemada infectada. Los hemocultivos positivos en el paciente quemado no se deben considerar contaminantes, a menos que el estado general del invididuo sea excelente. Debido al intenso grado de inmunosupresión presente, un hemocultivo positivo generalmente es indicación de iniciar tratamiento antimicrobiano específico. CONDENSADO DE: Tróchez, Juan Pablo. Ahumada, Adriana. Ferrada, Ricardo.. Manejo del paciente con quemaduras. In: Quintero Laureano. Trauma abordaje inicial en los servicios de urgencias. 4ª Edición. Cali: Publicaciones Salamandra; 2008. pág 289-311 74