LA METÁFORA DE LA BICICLETA (La Opinión, 11-7-09) José Daniel Espejo Más de un mes después de las elecciones del 7-J, con Mayor Oreja ya presumiblemente reinstalado en la extraordinaria placidez de su (nula) actividad europarlamentaria y con López Aguilar dedicado a caricaturizar la socialdemocracia en Bruselas y Estrasburgo, no es momento de analizar los resultados ni denostar la mediocridad de la campaña, pero seguramente sí de extraer algunas conclusiones del río de tinta (pero no tanto) que ha corrido desde entonces. Lo ha hecho el escritor Javier Moreno antes que yo: la derecha es paranoica y la izquierda es neurótica. Para la derecha la culpa siempre es del otro. La izquierda tiende a autoinculparse (¿no lo habré hecho mal? ¿no tendrá razón, al fin y a la postre, la derecha?). El examen de conciencia es de izquierdas. El dedo acusador es de derechas. El sentimiento de pertenencia pertenece (valga la redundancia) a la derecha. Este es de los míos, no importa que sea honrado o que delinca, se dice la derecha; y con esta frase exculpa a los desmandados. El doble diagnóstico me parece exacto, visto lo visto en una campaña que el PP ha diseñado exitosamente en torno a dos ejes: a/ Mayor Oreja, cuanto más calladito mejor; y b/ en cuanto a las acusaciones de corrupción: y tú más. Ambas líneas de acción han conseguido lo que pretendían, que no es otra cosa que desmovilizar al electorado del PSOE, según una estrategia muy cara a Rajoy y que verá en el largo período de barbecho que resta hasta las municipales y autonómicas de 2011 su sublimación definitiva, si hemos de hacer caso a lo publicado por El País el 21/06 Por mucho que se hable de estrategia para entrar a analizar la erradicación, en el discurso conservador, de todo elemento ideológico, toda propuesta, toda política , en suma, y su sustitución por una serie de clichés en torno a la idea de un gobierno 1/3 LA METÁFORA DE LA BICICLETA (La Opinión, 11-7-09) derrochador, en deuda con los nacionalistas e integrado por iluminados e inexpertos, y por mucho también que se pondere el desgraciado éxito arrollador de esta estrategia, yo no creo que en realidad el Partido Popular tenga muchas más opciones que poner en práctica sin rasgar los costurones de su infladísimo espectro político, no digamos ya del delicado equilibrio de poder que mantiene a Rajoy en el papel de líder. Cómo posicionarse ante un tema cualquiera, por ejemplo la reforma de la ley del aborto, sin desairar a sectores completos de un partido al que votan desde los franquistas y los peones negros de Manos Limpias y Pío Moa hasta los socialdemócratas españolistas de Gallardón y su cohorte. La solución: concentrarse en hablar del umbral de los dieciséis años y obviar todo lo demás, en la esperanza de que cada cual complete por sí mismo el argumento y termine por creer que su postura personal coincide con la del partido. Ni siquiera las grandes herramientas de crítica al gobierno son explicitadas abiertamente: se acusa al PSOE de limosnero, tasador y derrochador según el argumento neoliberal, pero no oirán ni a Aguirre pronunciar la palabra privatización (otra cosa es lo mucho y mal que la practica); se denuncia una y otra vez la complicidad del gobierno con los nacionalistas, pero se pacta de cualquier manera con los socialistas en Euskadi y se evita sugerir cualquier recorte en materia lingüística o presupuestaria para no molestar a posibles socios futuros; se cacarea infinitamente sobre la insolidaridad antitrasvasista pero se apoyan las manifestaciones en contra de los trasvases en Castilla la Mancha y Aragón, e incluso Rajoy hace tal encaje de bolillos con los términos que en Murcia creemos que está en contra de la fecha de caducidad del trasvase Tajo-Segura y en Toledo creen que está a favor de la reserva estratégica. ¿Y el PSOE? No sabemos si motu proprio u obligado por sus rivales, lleva años arrastrando el tenderete para colocarse espalda contra espalda con el PP, como en la clásica parábola de la Teoría de Juegos. Abundan las medidas a medio aplicar, los globos sonda, los debates abiertos ab aeternum y el tic de los dóberman. Atrapados en la paradoja politotécnica que los obliga a centrarse para neutralizar al PP y al mismo tiempo izquierdizarse para no desmotivar a los suyos, no son capaces de cambiar ni el logo del partido en una época que les está exigiendo rápidos y profundos cambios y donde hemos visto a Gordon Brown obligando a los banqueros a pedir perdón públicamente, a Angela Merkel regulando los salarios máximos y a Nicholas Sarkozy proponiendo una tasa a las importaciones de países irrespetuosos con el medio ambiente, todo lo cual no constituye exactamente un desfile de cerdos voladores pero sí que son gestos que una sensibilidad socialdemócrata en principio agradecería a sus gobernantes. ¿Y en España? Las riendas de la economía las ha tomado la señora de la ley antitabaco, ley ésta que compite con la de dependencia en grado de desaplicación. Los impuestos directos bajan o desaparecen, como el del patrimonio, y para compensar suben los indirectos, como los del tabaco (¿un desagravio personal de Salgado?) y los combustibles. Mientras escribo esto aún no se sabe qué va a pasar con la central de Garoña, y el culebrón nuclear sigue y sigue: Sebastián dice una cosa, Blanco otra y Zapatero lee encuesta tras encuesta tratando de tomar una decisión que los españoles ya creíamos tomada y convertida en firme promesa electoral. 2/3 LA METÁFORA DE LA BICICLETA (La Opinión, 11-7-09) Aunque no los comparta totalmente, entiendo y respeto los principios de la gran socialdemocracia europea nacida en Bretton-Woods, y soy capaz de valorar los muchos logros de su proyecto y el sincero idealismo que ha movido a gran parte de sus militantes. Ante el incuestionable desastre electoral del socialismo europeo se impone, tal vez, cierta dosis de neurosis y autocrítica que sin embargo no creo que debiera pasar de una simple toma de conciencia: el progresismo debe progresar, como en la metáfora de la bicicleta. No es posible la simbiosis con el capitalismo ni rentable a largo plazo invadir el terreno de la derecha económica según la conocida receta blairita, whatever works, simplemente porque, en palabras de Susan George, entre la derecha original y su copia light, la gente elige el original. ¿Y ahora? El Parlamento más radicalmente derechista que nunca se ha visto (y no me refiero solo a la amplia mayoría del PPE, sino al sector ultramontano) en Bruselas y Estrasburgo debe decidir sobre las medidas a tomar para salir de la crisis impulsando el empleo, sobre la política migratoria, sobre ecología, sobre el papel de la UE en la defensa de los derechos humanos en el mundo, sobre la extensión de los servicios sociales y también, por qué no, sobre qué hacer con la extraña chaqueta multicolor que, una vez más, los socialistas se han dejado robar. José Daniel Espejo, miembro del Foro Ciudadano de la Región de Murcia [email protected] 3/3