JULIA MARTÍNEZ

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Una política ambiental desmantelada (La Opinión, 17/03/07)
JULIA MARTÍNEZ
Los distintos indicadores del estado actual del medio ambiente y el modelo de desarrollo en la
Región de Murcia demuestran un gran retroceso respecto a la ya grave situación dibujada en el
Informe del Foro Ciudadano “El Otro Estado de la Región” de 2003. En relación con el agua, el
cambio de ciclo desde el crecimiento del regadío al crecimiento urbano-turístico, fomentado por
el gobierno regional, sigue apostando por actividades hidróvoras, sin aceptar condicionante
alguno por la escasez de agua. Las nuevas urbanizaciones y campos de golf evidencian las
contradicciones del discurso del “Agua para Todos”, que insiste en seguir reivindicando el
trasvase del Ebro para el regadío mientras el gran crecimiento en el consumo del agua se debe
a las nuevas urbanizaciones, las cuales consumen casi tres veces más por persona y día. Las
800.000 nuevas viviendas previstas en los próximos 10 años supondrían duplicar el déficit
hídrico actual.
Murcia es la comunidad autónoma con mayor crecimiento de la superficie artificial entre 1987 y
2000, con un 62%. Este crecimiento urbano-turístico tan acelerado obedece a diversos
factores, de los que hay que destacar el decidido apoyo del gobierno regional. En abril de 2001
aprobó la Ley del Suelo de la Región de Murcia, que declaró urbanizable todo lo no protegido y
descatalogó unas 15.000 hectáreas previamente protegidas. En 2004 aprobó unas Directrices
de Ordenación del Litoral que declaran urbanizables 85.000 ha en los municipios del litoral,
culminan la saturación del Mar Menor e incluyen la Actuación de Interés Regional de Marina de
Cope, que pretende ser el mayor complejo urbano-turístico de Europa, sobre un espacio litoral
bien conservado y previamente protegido. La especulación urbanística está afectando incluso a
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los espacios protegidos, como lo demuestran el caso Cerrichera, los intentos de desproteccíon
de Calblanque, Puerto Mayor o Lo Poyo.
Pero más allá de las afecciones a espacios protegidos, la proliferación urbanística da lugar a
múltiples impactos ambientales en la generalidad del territorio, con pérdidas de biodiversidad,
degradación de paisajes tan emblemáticos como el Valle de Ricote y el Mar Menor y pérdida de
las huertas tradicionales por su recalificación a urbanizables. Además, las nuevas
urbanizaciones e infraestructuras y la triplicación de la población actual multiplicarán los ya
graves problemas ambientales de la Región de Murcia como los relativos a la gestión de los
residuos, las aguas residuales o el tráfico, que requerirán nuevas depuradoras, nuevas plantas
de tratamiento de residuos y nuevos vertederos, con sus problemas asociados. Las
infraestructuras no podrán crecer al ritmo de las necesidades, por lo que se agravarán los
problemas de mala gestión y saturación de las infraestructuras. Por otra parte, el número
estimado de vehículos para el año 2015 se multiplicará por unas dos veces y media, lo que
contribuirá a triplicar el volumen actual de emisiones de CO2. Los murcianos seremos más
corresponsables en el cambio climático global.
Todo esto se suma a una permanente degradación de las políticas de conservación de la
naturaleza, gestión de espacios protegidos y protección ambiental, que muestran una situación
de casi abandono. Los espacios protegidos en la Región de Murcia son de dimensiones muy
pequeñas. La media de superficie de los espacios protegidos por la vía convencional es de
unas 4.000 hectáreas, mientras que la media española es de 6.600 hectáreas. Los espacios
LIC y ZEPA se distancian aún más, no alcanzando ni siquiera la mitad de la superficie media a
nivel estatal. El debilitamiento de los espacios protegidos se apoya además en otras
evidencias: las inversiones por hectárea protegida se han reducido severamente, los PORN
precisan cinco veces más tiempo para su aprobación definitiva que en periodos anteriores, los
planes de actuación socioeconómica han sido olvidados...
Necesitamos un cambio urgente y rádical en el modelo de desarrollo y en las políticas
ambientales de la Región de Murcia. Hace falta reducir sustancialmente la oferta de suelo
urbanizable; reforzar las políticas de conservación de la naturaleza, expresamente debilitadas
por la administración regional; aprobar una nueva ley del suelo sobre bases completamente
diferentes a las actuales; reforzar la financiación estatal de las corporaciones locales; cambiar
el tratamiento fiscal de las segundas residencias y de los terrenos protegidos; y reforzar
sustancialmente la persecución y el castigo penal para todos los actores de la corrupción en
materia urbanística y de los delitos contra el medio ambiente y el territorio. Necesitamos, en
definitiva, un giro radical en la política ambiental y un modelo de desarrollo diferente al que nos
quieren imponer al margen de los intereses generales y sin un debate público amplio, plural y
democrático acerca de qué modelo de región queremos.
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Una política ambiental desmantelada (La Opinión, 17/03/07)
Julia Martínez es investigadora en Ecología de la Universidad de Murcia. Miembro del
Foro Ciudadano y co-autora del Informe 2006 “El Otro Estado de la Región”.
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