Música – Canto de antífona Invocación al Espíritu Cualquier acontecimiento y circunstancia en la vida es un momento privilegiado para fijar nuestros ojos en el Señor, para alabarle, darle gracias, abrir nuestras manos y nuestro corazón, y hacer de nuestras propias vidas una oración, un diálogo sincero donde su Espíritu vaya guiándonos por los caminos insospechados del Amor confiado. Invoquémosle y dejémosle actuar en nuestro interior, el Dios del resucitado que siempre transforma la vida si descubrimos la inesperada presencia de Jesucristo en lo cotidiano. “ Ven, Espíritu fuente de vida ven, ven, ven Señor. Ven Espíritu fuente de vida , ven Señor, ven Señor.” o “ El Espíritu que envía el Señor es amor sabiduría y fortaleza nos libera del temor y de la ley nos da la fuerza y la vida. Ven Espíritu ven, fortalece los pasos de nuestro caminar” Ven Señor y vence nuestros miedos, nuestras reservas, nuestros esquemas y renuévanos. Que nuestros ojos y nuestro corazón se transformen, danos la sabiduría que nos haga convertir todo tiempo en lugar privilegiado donde te contemplamos, cada instante que se desliza en nuestra vida como regalo donde tu presencia se hace sentir. Invocación al Espíritu Ven Espíritu, tu que todo lo haces nuevo y resucitado, transforma nuestra fe para gozar del misterio del vivir ordinario. Haz que no pretendamos dominar la vida, corregirla, suprimirla en la parte que nos cuesta, limarle aristas, hacerla más agradable o más grande como quien a fin de cuentas trae a la vida algo artificial, como si fuéramos dueños absolutos... Invocación al Espíritu Ven Señor porque de tu mano se nos regala la Vida, descubrimos que la gracia y el don de la resurrección que nos tienes preparados está donde nos encontramos, donde tú nos has querido y no en otro lugar. Danos la confianza que nos ayude a reconocerte cada día, en lo cotidiano, cuando miramos los mismos ojos o estrechamos las mismas manos, cuando repetimos el mismo camino o retomamos lo ayer dejado. Invocación al Espíritu Ven Espíritu, haznos capaces de ser libres, de sentir en “la piel” la certeza de que la grandeza de la vida no se mide por la grandeza del lugar en el que se desarrolla. Que solo el tiempo en el que el corazón ha amado intensamente es el que da plenitud a nuestra existencia porque Tú estas en el. Invocación al Espíritu Silencio- Música Un día cerré los ojos, quise imaginar otro vida pero unos labios hablaron a mi oído y una voz me susurró: ¡ Mira! , ¿porqué temes? Allí donde el proyecto de Dios nos ha asignado para vivir, allí está también la Gracia de Dios preparada para nosotros, allí nos alcanza el Don de lo alto que supera todas nuestras expectativas, allí se ocultan los desafíos justos, proporcionados a nuestra persona aunque puedan parecer desproporcionados, junto a la sorpresa de las cosas bellas que nunca hubiéramos esperado. ¡ Abre los ojos¡ ¿ Te das cuenta ? Allí nos jugamos lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Allí y no en otra parte podemos alcanzar nuestra propia estatura como seguidores de Cristo. Allí hay una historia que será en cualquier caso de salvación. Antífona: “ Yo soy el que vive en ti, el que ama en Ti , permanece. Yo soy quien transforma la vida si tu quieres” ( Para elegir uno de los tres textos u otro que parezca oportuno ) “ Fijaos bien, hijas mías, aunque no vemos a Dios, la fe nos enseña su santa presencia en todas las cosas, y este es uno de los medios que hemos de proponernos: está presente en todo lugar, penetrando íntimamente todas las cosas e incluso en nuestros corazones; y esto es todavía más cierto que creer que estamos todas presentes aquí, porque nuestros ojos nos pueden engañar pero la verdad de Dios En todo lugar no falla jamás” ( C,E nº 8 ) “ Dios no solamente está en todas partes, sino que se encuentra en un alma buena que está llena de su amor de una forma especial. Él es el que nos hace mover, el que nos hace oír y el que concurre con nosotros en todas las acciones naturales y sobrenaturales que hacemos. Cuando una persona sirve a Dios por el camino del amor, todo lo que hace, todo lo que piensa y todo lo que dice le agrada tanto a Dios que no hay ningún padre que sienta tanto gusto” ( C, E nº 2152 ) “ Procuremos, hermanas mías, hacernos interiores, hacer que Jesucristo reine en nosotros; busquemos, salgamos de ese estado de tibieza y de disipación, de esa situación secular y profana, que hace que nos ocupemos de los objetos que nos muestran los sentidos, sin pensar en el creador que los ha hecho, sin hacer oración para desprendernos de los bienes de esta Tierra y sin buscar el soberano bien. Busquemos la gloria de Dios, busquemos el Reino de Jesucristo...Pero , Padre hay tantas cosas que hacer, tantas tareas en la casa, tanto trabajo por todas partes, ¿ Habrá que dejarlo todo para no pensar más que en Dios?. No, pero hay que santificar esas ocupaciones, buscar en ellas a Dios y hacerlas por encontrarle a Él allí, más que por verlas hechas. Nuestro Señor quiere, ante todo, que busquemos su gloria, su Reino, su justicia, y para eso que insistamos sobre todo en la vida interior, en la fe , la confianza, el amor, los ejercicios de religión, la oración, la confusión, las humillaciones, los trabajos y las penas, con vista a Dios” ( T.XI nº 430 ) Antífona: “ Yo soy el que vive en Ti, el que ama en Ti , permanece. Yo soy quien transforma la vida si tu quieres” La Palabra “ Anímate , pues , y cambia de conducta. Mira que estoy llamando a la puerta. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.” ( Ap 3, 19b-20 ) Silencio – Música ( Compartimos la oración y cantamos: “Dame todo se amor que de mí pides , dame todo ese amor dame más amor” o “ Oigo en mi corazón buscad mi rostro tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro” Padre Nuestro Canto Final de seguimiento ( Podemos repartir o hacer que recojan una tarjetilla con la reflexión de Cencini “ Allí donde...”) ORACION FINAL Enséñanos, Señor a vivir el Don de cada día. Sin otros planes que los tuyos, los de cada día. Que podamos maravillarnos de tu Amor, Padre, cada día. Que el rostro de mi hermano sea nuevo para mi, cada día, porque todos y cada uno son tu Hijo, Jesucristo, que muere y resucita, que vive y nos libera. Danos un corazón Señor, manso con el sufrimiento de cada día, fuerte en la lucha de cada día, lleno de amor en la oración de cada día y en la entrega en cada hombre. Que cada día, sepamos confiar en Ti, Padre, dejando en tus manos el mañana, sin inquietud, sin prisas. Que cada día estrenemos tu paz recibiendo de Ti, cada día el consuelo de no caminar solos en cada acontecimiento. Enséñanos Señor, a vivir el Don de cada día