Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

Anuncio
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Ciclo A. Sábado 1º de Enero de 2011
Nm 6, 22-27 “Que ellos invoquen mi Nombre sobre los Israelitas, y yo los bendeciré”
Gal 4, 4-7
“Dios, envió a su Hijo, nacido de una mujer”
Lc 2, 16-21 “Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús”
Evangelio
Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron
admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en
su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído,
conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se
le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
La bendición del año
A las puertas del nuevo año, prontos a comenzar el 2011, el corazón del mundo late con gran
expectativa, y cargado de ilusiones sobre el don del tiempo, que Dios regala a la humanidad. Estamos por
estrenar 365 días, lleno de hojas en blanco, que cada uno comenzará a escribir en su propia historia.
En Argentina se lleva la estadística y se espera quien será el primer niño o niña del año, como
marcando una nueva etapa, una nueva vida. Y decimos tradicionalmente año nuevo, vida nueva. Podemos
seguir glosando esta consigna, con estas expresiones: año nuevo, lucha nueva. Año nuevo, año bueno y
año lleno.
Cerrando el año que esta por concluir, podemos aprovechar estos días, agitados de movimiento,
compras, compromisos y de agenda, para grabar esta sentencia, simple, y hermosa que repetía un santo,
San Josemaría Escrivá de Balaguer, dirigiéndose a Dios.:
Gracias, perdón y ayúdame más.
Palabras para examinar en el corazón y que ponen luz en nuestro pasado y en nuestro futuro.
La Iglesia acompaña la inauguración del año civil, con la bendición para el mundo, palabra que
significa, decir cosas buenas, contrario a maldecir. Y lo hace en el marco de la jornada mundial de la paz,
que comenzó el Papa Pablo VI, hace muchos años, con un pensamiento y reflexión, para inculcar en la
conciencia, de que estamos llamados a cuidar, trabajar y anunciar la paz, como un destello del anuncio de
los Ángeles a los pastores: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz. Esa paz que trae el mismo Dios.
Para este año el papa Benedicto XVI, ha elegido como lema: “la libertad religiosa, camino para la
paz”. Podemos decir que paz, es el otro nombre de Dios.
Dios nos bendice, a nosotros y al mundo, en este 2011, como lo hicieron los sacerdotes Israelitas,
con su pueblo hebreo: “Que el Señor te bendiga y te proteja…haga brillar su rostro sobre ti y te muestre
su gracia…el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz”
El deseo de la paz, como un derecho que quieren y buscan los pueblos, no solo es una aspiración,
sino es todo un programa de vida. Algunos presidentes Argentinos, estrenaban su mandato, con unas
consignas, de su pretendido estilo de gobierno. Julio Roca, definió su lema: paz y administración.
También los Obispos, en su escudo episcopal, eligen un lema para el ejercicio de su ministerio de
pastores. El mismo San Francisco de Asís, saludaba a sus hermanos diciendo: “paz y bien”.
En el gobierno de Dios, en su voluntad, esta este santo deseo. La paz es fruto de la justicia. La paz
interior es fruto de una guerra, contra las pasiones desordenadas, auxiliados por la gracia. La paz es una
conquista diaria, que esta hecha, con el tejido de las pequeñas paces de todos los días.
La paz es la expresión del corazón. En la misa, el sacerdote ofrece la paz a los fieles: “la paz del
Señor este con ustedes. Démonos fraternalmente la paz” Y la asamblea concreta el gesto.
Por eso, estos días, son oportunos para buscar la paz en el corazón, a través del sacramento de la
paz, que es la confesión, de manera de reconciliarnos con Jesús, y con la Iglesia, con nosotros mismos y
con los hermanos. Iniciar el año en gracia. Así será, un año nuevo, con gracia nueva.
Santa María, Madre de Dios
Dice la segunda lectura de la misa: Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su
Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y
hacernos hijos adoptivos. Ese tiempo de Dios, ese Kairos, las promesas anunciadas, se cumplieron en
Santa María, que al aceptar libremente ser la Madre de Jesús, trajo al Señor al seno de la historia. Por ser
Madre de Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, se convierte también en Madre de Dios. Este
grandioso título de Santa María, fue proclamado unánimemente por la Iglesia en el Concilio de Efeso, año
431, proclamándola: Theotokos, Madre de Dios.
Ese 11 de octubre, pasó posteriormente a la tradición litúrgica, donde se celebraba esta fiesta, y
juntamente el día de la Madre, que va a quedar para su mejor festejo civil, en el domingo posterior a ese
día, que en Argentina se conmemora el tercer domingo de Octubre.
Con mucha sabiduría y respetando el texto bíblico, la reforma litúrgica del Calendario Anual, ha
puesto ahora a esta solemnidad en el primer día del año, recordando así, lo que dice San Lucas en el
Evangelio: Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús,
nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
Después del alumbramiento milagroso de hijo de Dios, Santa María y San José, como fieles judíos
cumplidores u observantes de la ley de Moisés, realizan el gesto de la circuncisión en su Hijo Jesús, y le
imponen el nombre, que significa Yahvé Salva o Salvador.
La escena del pesebre, el nacimiento del niño Dios, es todo una teología de la maternidad de Santa
María, que luego recostará en sus brazos, para acoger a su propio Hijo, concebido por obra del Espíritu
Santo, gestado en su seno purísimo y dado a luz, sin perder su Virginidad, a este mundo, para ser Dios
con nosotros, el Emanuel.
Madre de Dios es el más antiguo e importante título dogmático de la Virgen. En el nuevo
Testamento no encontramos explícitamente este título, pero si insinuaciones, que luego la teología de la
Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, elaborará, y desarrollará ese contenido, gestado en forma de semilla
en la misma revelación de la Sagrada Escritura y la Tradición.
Las pinturas, las imágenes, los iconos, la música, el arte, y la devoción del pueblo cristiano, hablan
por sí solo de esta realidad hermosa de Santa María, Madre de Dios.
Hoy que se discute si el embrión humano es o no persona, barbaridad inédita, esta fiesta ayuda a
confirmar la fe y la razón del proceso de vida que se inicio en la concepción y que esta en marcha, como
todo nacimiento, para llegar a ver la luz. Solo el crimen del aborto, trunca la posibilidad de vivir.
Es conocida la frase de San Agustín sobre el sí de Santa María al anuncio del Ángel: “María
concibió a Cristo por la fe en su corazón antes de concebirlo físicamente en su cuerpo”
Podemos pedir en este día, junto con la verdadera devoción, el don de la fe, para que por el si
filial, y obediente a Dios, se encarne en nosotros su palabra y su anuncio.
En el famoso libro, tratado de la Verdadera devoción a la Santísima Virgen, de San Luis María
Grignion de Montfort, el santo habla de cuales son las notas características para la auténtica devoción o
amor a Santa María. Menciona cinco, que pueden ser también un camino para nuestra vida espiritual:
1- interior. 2- tierna. 3- santa. 4- constante. 5- desinteresada
Santa María sigue ofreciendo, por su maternidad e intercesión, a Jesús al mundo. “Ad Iesum per
Maríam”, dice el famoso adagio. A Jesús por María. Es verdad, a Jesús, el Señor, se va y se vuelve por
Santa María.
Ella es el verdadero Santuario de la Vida, la intercesora de toda vida naciente, la verdadera Madre
de Dios, por quien se vive. Ella es la mujer eucarística, dio su carne al hijo de Dios y ahora El se hace
comunión por nosotros. Con Santa María, queremos iniciar este nuevo año, tomados espiritualmente de
su mano, especialmente en los momentos difíciles. Como reza el Ave María, hacemos nuestra esta
súplica: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amen”.
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario
Descargar